Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

LA PROMESA

CAPÍTULO 20

Al día siguiente

Mirabel se levantó esa mañana creyendo que sería un buen día… hasta que llegó al sitio de casita a la mañana siguiente y se encontró con la imagen de Sergio Treviño en el sitio de la construcción, hablando con la abuela. La muchacha se detuvo en seco al ver al muchacho que la había atacado tantas veces y se escondió detrás de una palmera sintiendo la adrenalina correr por su sangre mientras su pulso se aceleraba. ¿Qué hacía ese horrible hombre ahí?

No tuvo que esconderse mucho tiempo porque Bruno y sus primos también llegaron, y de pronto Mirabel se sintió más valiente y salió de su escondite para acercarse a la construcción.

-¡Ahí esta, señora!- dijo Sergio al ver a Mirabel- ¡solo estaba hablando con ella y ese extranjero llegó y me golpeó por su culpa!-

Mirabel frunció el entrecejo al escuchar eso, y descubrió su hombro lastimando, donde se había formado un moretón.

-Sergio me estaba acosando cuando fui al río a llenar los contenedores de agua, me tomó del brazo y no me soltaba a pesar de que se lo pedía- dijo la adolescente frunciendo el entrecejo. Tomó el brazo de Bruno para sentirse más valiente sabiendo que no estaba sola- Pablo solo me defendió de él-

Camilo y Bruno se pusieron pronto defensivos, empujándola detrás de ellos. La abuela la miró mientras escuchaba su versión y sacudió la cabeza.

-Si el muchacho la defendió, no hay nada más que decir- dijo Alma encogiendo los hombros- la última vez cometí el error de no escuchar a mis nietos cuando atacaste a Mirabel. Vas a dejarla en paz a partir de ahora-

-¡Entonces no les ayudaré a reconstruir su estúpida casa!-dijo Sergio- ¡ella destruyó la magia y ustedes siguen comportándose como si nada hubiera pasado! ¡Ninguno de ustedes sirve para nada ya!-

Alma no le respondió nada y solamente se cruzó de brazos, evidentemente sin hacerle caso. Al no obtener respuesta, Sergio se alejó pataleando. Por su parte, Mirabel se sintió abrumada con la emoción al caer en cuenta de que su abuela la había defendido delante de todo el pueblo; como respuesta saltó a abrazarla, y se sintió aliviada de que ella no la rechazó.

-Gracias, abuelita- dijo Mirabel.

-No tienes que agradecer, mija. Lamento no haberte creído antes, solo lo apoyé a él- dijo Alma apretándola fuerte con cariño- ese hombre la verdad es un monstruo. Ahora- añadió soltándola- manos a la obra, nuestro hogar no se reconstruirá solo-

Mirabel sonrió y se preparó para continuar su día. Mariano llegó con la misma sonrisa de siempre y saludó amablemente a todos antes de tomar una pala y ponerse manos a la obra, lanzándole una mirada coqueta a Dolores, quien se sonrojó al verlo.

El día pasó sin muchas novedades, pero pasado el mediodía y cuando Mirabel estaba descansando, escuchó una voz que se le hizo familiar y se volvió a su lado.

-Pablo, ¡ahí está! Hey, bonita- dijo Javier ganándose un zape de su amigo- ouch… no me digas que no le dices así, al menos en tu mente-

-Lo siento, Mirabel- dijo Pablo con una expresión mortificada- esta vez juro que no lo invité-

-Ja, como si fuera a pasar la oportunidad de venir de nuevo antes de regresar a casa- dijo Javier. Pablo solo rodó los ojos.

-¿Qué necesitas que haga?- dijo el muchacho volviéndose a Mirabel y decididamente ignorando a su amigo.

-¿Podrías ayudar a Camilo y a Isabela?- dijo la muchacha- están trabajando en la parte trasera de la casa-

Pablo asintió con una sonrisa y caminó hacia el sitio indicado. Mientras se dirigía hacia ese sitio, Mirabel lo miró alejarse mientras que comía una arepa y se quedó pensativa. A diferencia de Pablo, Javier se sentó a su lado. Bruno mordió su arepa sin decir nada pero sin quitarle los ojos de encima.

Mirabel estaba extrañada de que el muchacho pasara sus días con los Madrigal como si nada. ¿Qué pensaría su familia de eso? Quizá que creerían, que estaba ocioso y no hacía nada, o quizá dependían de él y se estaban quedando sin apoyo.

-¿Qué te preocupa, guapa?-

-Ustedes dos- dijo Mirabel sinceramente tratando de ignorar su manera de dirigirse a ella- ¿no están dejando a sus familias solas en casa por ayudarnos?-

-Ah, eres muy amable pero no tienes porqué preocuparte- le explicó Javier- yo tengo otros cuatro hermanos que se encargan de mis padres. Y yo no mencionaría el tema a Pablo si fuera tú-

-¿A qué te refieres?- quiso saber ella. La expresión de Javier, antes traviesa y despreocupada, se ensombreció.

-Pablo… él perdió a su padres y a su hermana por culpa de los bandidos que rondan fuera de este lugar- dijo Javier. Mirabel sintió un feo vuelco al escuchar eso, recordando lo que Pablo le había dicho en el río fuera del Encanto.

Al ver su expresión, Javier continuó cada vez más serio, algo que la preocupó.

-Hace dos años, su hermana Esperanza salió del pueblo hacia la selva con una canasta de comida para Pablo y su padre, que trabajaban a una corta distancia, cuando se encontró con los bandidos. Trataron de llevársela y ella peleó pero no pudo escapar de ellos- dijo el muchacho- Pablo y su padre escucharon los gritos y corrieron a intentar detenerlos, pero a él lo golpearon en la cabeza y a su padre lo atravesaron con un sable. A Pablo seguramente lo dieron por muerto, y por eso sobrevivió el ataque. Y cuando él despertó de regreso en el pueblo, rescatado por otro grupo de leñadores, le dieron la noticia que de Esperanza y su padre no habían sobrevivido. Y su madre murió unas semanas después, había dejado de comer al escuchar la noticia, a pesar de lo mucho que Pablo intentó ayudarla-

Mirabel levantó la mirada hacia donde Pablo sonreía y ayudaba al resto de las personas del pueblo a reconstruir casita. Recordó su expresión cuando esos bandidos iban pasando del otro lado del río buscándola, cómo la había inmovilizado a pesar de su pánico para que no la vieran ni escucharan. Y cómo sacó su hacha, listo para pelear, cuando Bruno llegó por ella.

-Qué horrible…- dijo más para sí misma, pero Javier la escuchó.

-Y lo peor de todo es que Pablo se culpa por ello- dijo él sacudiendo la cabeza.

-¿Qué?¿Por qué?- preguntó ella.

-Seguramente se siente culpable porque sobrevivió- dijo Javier antes de agregar- por favor no menciones esto a nadie, menos a Pablo. Revivir lo que sucedió lo pone muy mal-

La muchacha asintió aún pensando en lo que había escuchado sin poder quitar los ojos de Pablo, entendiendo su expresión cuando ella mencionó su preocupación por su familia. Vio al muchacho reír por algo que Camilo dijo mientras que Isabela rodaba los ojos. Su hermana mayor captó sus ojos y le mostró los pulgares, haciéndola ruborizarse. Tragó el último bocado de su arepa y se sacudió las manos antes de ponerse de pie para seguir trabajando.

x-x-x

Al mismo tiempo

Bruno escuchó atentamente el recuento de Javier y tuvo una reacción parecida a la de Mirabel. No podía imaginar lo horrible que sería perder a su familia de esa manera, y quizá la única persona que conocía bien el sentimiento era su madre. Los ojos del muchacho brillaron al ver a Mirabel acercarse para trabajar con él.

"Pobre muchacho", pensó Bruno "está enamorado. Al menos me parece que Mirabel no es indiferente".

Sintió que alguien se sentó a su lado, y vio que Agustín llevaba a tomarse un descanso. Bruno le sonrió cuando él puso una mano en su hombro.

-Parece que Mirabú tiene otro admirador- observó Agustín mientras que veía a Pablo pasarle el bote de pintura para que Mirabel pasara la brocha por la pared- ay, me imagino que Julieta está emocionada-

-Mmm…-

-Y parece un buen muchacho- continuó su cuñado- ¿qué opinas?-

Bruno se encogió de hombros sin saber qué contestarle, ya que apenas era el tercer día que lo veía y seguramente solo era un enamoramiento adolescente, pero ambos parecían congeniar muy bien.

Una risa colectiva llamó la atención de ambos. Camilo y Javier habían asustado a Mirabel, haciéndola resbalarse del banquillo en el que estaba y caer a los brazos de Pablo, no sin darle una pasada de su brocha en la cara. La muchacha estaba apenada, pero los tres jóvenes se echaron a reír y la hicieron relajarse y reír también mientras Pablo la ponía en el suelo con cuidado.

Agustín rió en voz baja al ver el episodio.

-Puede que Mirabel sea una copia de Julieta, pero no se puede negar que es tu hija- comentó Bruno.

-No- dijo Agustín- ay, solo le pasé lo peor de mí, mi torpeza y mi ceguera-

-También le heredaste tu valentía y tu compasión- dijo Bruno- pasaba tanto tiempo conmigo que empecé a temer que se volviera tan reservada como yo-

-Mmm- dijo Agustín- fuiste una buena influencia, quizás hubiera sido más inquieta si no fuera por ti-

Bruno volvió la mirada a los muchachos. Camilo y Javier se pusieron a pintar la pared mientras Mirabel acompañaba a Pablo a lavarse la cara. Suspiró y vio la hora antes de ponerse de pie para seguir trabajando.

x-x-x

Esa noche

Pablo acompañó a Mirabel a casa de la señora Torres al caer la noche para despedirse de ella. Su sonrisa era un poco triste, pues no había podido dejar de pensar que esa noche regresaría al pueblo donde vivía, aunque había decidido que no sería por mucho tiempo: no había nada que lo atara a ese sitio, y si los Madrigal lo permitían, quería mudarse al Encanto.

Mirabel era como el sol y él no podía evitar sentirse atraído a ella, a pesar de que apenas llevaba un par de días de tener la oportunidad de conocerla.

El camino hacia la casa de la señora Torres fue demasiado corto para su gusto, y finalmente llegaron a la puerta como el día anterior. Mirabel se volvió hacia él para despedirse con una sonrisa que le pareció un poco tensa.

-Buenas noches, Pablo. Espero… espero que tengas un buen viaje- dijo ella- gracias por ayudarnos hoy-

-Fue un placer- dijo el muchacho apretando sus manos. ¡Tenía tantas ganas de decirle lo que sentía! Pero tenía miedo de que pareciera ridículo, ya que apenas habían compartido un par de días. Sus enormes ojos marrones estaban sobre los suyos y no lo dejaban pensar claro.

Mirabel sacó algo del bolso grande que llevaba en las manos y se lo entregó. Era un paquete envuelto en una servilleta.

-Mamá preparó esto para ustedes- dijo ella sonriendo, pero su sonrisa no subió a sus ojos- para tu viaje de regreso a casa… espero que vuelvas a visitar-

Pablo lo tomó, con aún menos ganas aún de irse. No quería provocarle tristeza. Respiró hondo para calmarse y, antes de poderse detener, tomó el rostro de la muchacha entre sus manos.

-No te preocupes, no será por mucho tiempo- dijo Pablo en un susurro, acercando su rostro a ella y sintiendo una gran tentación de besar sus labios. Vio a Mirabel apretar los ojos y apartar su rostro enrojecido, y entendió que no estaba lista para ello, así que solo presionó sus labios en su mejilla- gracias por todo, Mirabel. Cuídate mientras no esté-

-Tú también- dijo ella recobrando su sonrisa aún sonrojada.

Pablo sonrió también al mirar sus ojos iluminarse de nuevo. ¡Dios, esa muchacha se la ponía difícil, no quería irse! Pero tras respirar hondo de nuevo, el muchacho inclinó su cabeza como despedida y dio media vuelta para alejarse de ahí, y no se volvió hasta que escuchó la puerta cerrarse, cuando se volvió hacia la casa de los Torres.

-Voy a extrañarla- se lamentó Pablo para sí mismo, y estuvo a punto de volverse de nuevo para encontrarse con Javier en la orilla del Encanto pero no alcanzó a siquiera dar otro paso porque fue empujado contra la pared, golpeando su cabeza contra la misma.

Se dio cuenta de que un muchacho que nunca había visto antes lo había empujado, y aún lo mantenía contra la pared. El atacante parecía ser de su edad también, un poco más alto que él, y lo miraba con una expresión furiosa.

-Aléjate de ella- dijo en un siseo.

-¿Disculpa?- dijo Pablo sin entender.

-De Mirabel. Aléjate de ella- dijo el muchacho apretando los hombros de Pablo con sus manos- Mirabel ha sido mi novia desde que teníamos doce años, y no dejaré que un extranjero se aproveche de ella-

Aquello lo hizo sentir horrible. Mirabel ya estaba con alguien más. ¿Eso fue lo que había detectado en sus ojos un poco antes?¿Incomodidad?¿Acaso sus avances la habían hecho sentir incómoda? Pero había algo que no le hacía sentido.

Con un movimiento, Pablo se sacudió las manos del otro muchacho con un movimiento brusco y lo empujó para quitárselo de encima.

-Si eso es cierto, ¿por qué no ayudaste a su familia a reconstruir la casa?- dijo Pablo- porque no te había visto desde que llegué-

-Mirabel es mía, yo la vi primero- dijo el otro muchacho- ella jamás se va a fijar en alguien de fuera del Encanto, así que lárgate a donde perteneces-

Pablo no dijo nada, y solo vio al otro muchacho caminar a la casa delante de donde Mirabel había entrado, y tuvo una horrible sensación. En vez de ir a buscar a Javier, regresó a buscar a Camilo, quizá el sabría que hacer.

Después de correr por varios minutos, se encontró al tío de Mirabel esperando a que Antonio se despidiera de sus padres.

-Señor… señor Madrigal- dijo Pablo sin recordar su nombre- hay algo importante que tengo que decirle sobre Mirabel-

Bruno se volvió hacia él con una expresión preocupada.

-¿Qué pasó?¿Mirabel está bien?-

-Sí, la dejé en casa de la señora Torres pero…- comenzó a decir Pablo, y le contó sobre su encuentro con el muchacho. Tras describirlo, Bruno pareció aún más preocupado.

-Ese es Rafael- dijo Bruno seriamente- Mirabel estuvo enamorada de él cuando era más pequeña, pero hace unos meses descubrió que Rafael ayudó a SergioTreviño a empujarla de un puente y casi matarla-

-¡¿Qué?!- exclamó Pablo horrorizado. Bruno suspiró y le contó brevemente lo que había pasado, sobre cómo Mirabel había sido empujada del puente entre otras cosas por culpa de Rafael.

-Gracias por avisarme, muchacho- dijo Bruno- estaré al pendiente. Le avisaré a la señora Torres y a mis otras sobrinas que no la dejen sola de nuevo, por más que quiera correr a otro lado-

Un poco más tranquilo, Pablo caminó hacia la salida del Encanto por fin. Su corazón se sentía pesado después de todo lo que había sucedido. Mirabel tenía un admirador, muy guapo y del cual ya había estado enamorada. Sabía que ella no volvería a fijarse en él, pero eso lo hacía sentir inseguro. ¿En qué había estado pensando? Por supuesto que alguien como Mirabel, un miembro de los Madrigal, una familia que había tenido literalmente magia, jamás se fijaría en alguien como él.

-Ah, por fin llegas- dijo Javier dándole una palmada en la espalda antes de fruncir el entrecejo- hey, ¿qué te pasa?-

-Nada- dijo Pablo ajustándose su mochila- vamos a casa-

x-x-x

La mañana siguiente

Mirabel no sabía porqué, pero no tenía mucha ganas de ir a trabajar a casita esa mañana. La verdad era que ella quería que su casa se reconstruyera tanto como el resto de su familia, pero ese día no tenía el mismo entusiasmo que antes. Y seguramente había dormido con la boca abierta porque le ardía un poco la garganta.

Tan pronto como abrió los ojos gruñó en voz alta.

A pesar de ello se había levantado y se había dirigido con sus hermanas al sitio de la construcción tratando de no pensar en el hecho de que esa mañana no quería hacer nada. Sí, se sentía un poco triste por el hecho de que Pablo y Javier se hubieran ido del Encanto, pero no era eso.

Trató de sacudirse el pensamiento y desayunó en el sitio de construcción con casita con el resto de su familia. Mientras lo hacía se volvió hacia el hueco en las montañas, preguntándose si Pablo regresó a casa, si Javier estaría con él o se habría quedado solo. Aún le estrujaba el corazón escuchar el relato que su amigo le había contado.

Sintió un codazo en las costillas.

-Si quieres puedo ir a buscarlo- dijo Camilo con una sonrisa traviesa.

-No, él ya debe de estar… digo, ¿buscar a quién?- dijo Mirabel.

-No te hagas, sé que estás pensando en él- dijo su primo- pones esa expresión cuando piensas en Pablo, lo vi cuando estaba aquí. Lo extrañas…-

-No digas tonterías, Cami- respondió ella metiéndole una arepa a la boca para callarlo. Camilo masticó se tragó el bocado antes de volver a sonreír.

-Mira, te conozco desde que naciste. No me vas a decir que no vi lo que vi- dijo el muchacho- vamos, no tiene nada de malo-

Mirabel sacudió la cabeza y se puso de pie antes de tomar los planos de casita y caminar hacia donde algunas personas iban llegando a ayudarles. Ya solo faltaban algunos de los últimos toques.

-Buenos días, Mirabel- la saludó Osvaldo- te ves extraña esta mañana-

La muchacha se forzó a sí misma a sonreírle y extendió los planos para poder rodar los ojos cómodamente sin ser vista por él, solo para que un par de manos tomara un extremo de los planos. Respiró hondo e iba a pedir amablemente a Osvaldo que los soltara, pero en vez del latoso mensajero se encontró a Rafael, quien le sonrió tímidamente como si estuviera pidiéndole disculpas. Frunciendo el entrecejo, ella soltó los planos de un leve tirón y dio un paso atrás para alejarse de él.

-Vine a ayudar a tu familia…- comenzó a explicar Rafael, pero Mirabel sacudió la cabeza.

-No, nada de venir a ayudar- dijo la muchacha- te dije que no quería volver a saber de ti…-

Cuando se volvió para alejarse, Rafael tomó su brazo.

-Espera, Mira, dame una oportunidad…-

-No- dijo ella soltándose de él- te dije que no quería que me molestaras-

Vio que Rafael iba a insistir y estuvo a punto de volver a tomar su brazo cuando una masa se atravesó entre ambos. Por un momento pensó que era Luisa, pero en vez de su hermana era Mariano Guzmán, quien la abrazó tan amablemente como cuando tenía ocho años.

-¡Mirabel, buenos días!- dijo Mariano mientras la abrazaba antes de soltarla y darle unas palmaditas en la cabeza. Después se volvió a Rafael con una sonrisa amable- ¿hay algún problema aquí?-

Rafael frunció en entrecejo y sacudió la cabeza antes de irse a ayudar a alguien más. Mirabel lo miró alejarse con los ojos entrecerrados.

-Uy, si las miradas pudieran matar- dijo Mariano- tranquila, no estás sola aquí-

-Gracias, Mariano- dijo Mirabel volviéndose agradecida al muchacho mayor- tú siempre has sido muy bueno conmigo-

-No es nada, siempre has sido como mi hermanita menor…- dijo Mariano dándole palmaditas en la cabeza otra vez antes de detenerse- ¿te sientes bien? Te ves un poco pálida…-

-No es nada, solo me sobresalté al ver a Rafael después de… de lo que pasó-

Mariano no parecía muy convencido, pero asintió antes de que alguien lo distrajera y la muchacha aprovechara para escabullirse hacia un lado y comenzar a repartir las tareas para la reconstrucción de la casa.

x-x-x

Más tarde

Bruno no estaba de buen humor, no después de haber visto que el chico Valencia estaba ahí, supuestamente ayudando de buscando alguna manera de acercarse a Mirabel. Afortunadamente los Madrigal inmediatamente se habían dado cuenta de ello gracias a la advertencia de Pablo y se habían encargado de mantenerlo lejos de ella, principalmente Alma, quien había comenzado a hacer un marcaje personal y seguirla por todos lados para que no molestara a su nieta.

Al menos Sergio no estaba ahí, porque entonces sí hubiera sido muy incómodo.

Mirabel no parecía prestarle mucha atención porque realmente estaban concentrada solo en la reconstrucción de la casa, mirando los planos y dirigiendo a los trabajadores. Las pocas veces que se Rafael se acercó a ella, Mirabel ni siquiera se dio cuenta de que era él y le dio otro trabajo antes de seguir caminando mientras miraba los planos al mismo tiempo.

Bruno sonrió divertido y tomó la mano de Marcela.

-¿Subimos a pintar el piso superior?- preguntó Marcela. Bruno asintió tomando el bote de pintura.

Arriba estaban Dolores e Isabela ya pintando las paredes de las habitaciones que serían las suyas.

-Esto será muy lejos de las enormes habitaciones que teníamos- dijo Isabela- pero al menos nosotros podremos elegirlas y decorarlas-

-Mmm…- dijo Dolores pintando la suya.

Bruno y Marcela pasaron a la que sería su habitación y sacaron las brochas para comenzar a pintar. Apenas habían empezado cuando se dieron cuenta de que Antonio los había alcanzado, mirándolos con curiosidad.

-¿Qué pasó, Antonio?- dijo Bruno.

-A las ratas no les gusta el olor a pintura. Ellas me lo dijeron antes de que Casita se rompiera- dijo el pequeño con enormes ojos- les duele la cabeza con el olor…-

Al escuchar lo que dijo su sobrino, Bruno sonrió levemente y sacó las ratas de su ruana para ponerlas en las manos del pequeño.

-No las culpo. Y no podemos dejar que les duela la cabeza ahora que Julieta no puede curarlas- dijo el mayor- toma, pero cuidado con ellos, tampoco les gusta que jueguen con sus bigotes-

-No te preocupes, tío. No dejaré que Juancho se acerque a ellas- dijo Antonio feliz de que las ratas corrieran por sus hombros.

Antonio se fue hablando con las ratas aunque éstas no lo pudieran escuchar, tan feliz de que al menos un animal en todo el Encanto no huyera de él o tratara de atacarlo. Bruno se sentía mal por él sobre todo porque su sobrino había perdido su don en tan poco tiempo después de haberlo obtenido. Quizá debería hablar con él después. De hecho, Camilo también había querido hablar con él.

-¿En qué piensas, Bruno?- escuchó decir a Marcela.

-En que tengo que hablar con mis sobrinos- dijo él pensativo- he pasado mucho tiempo preocupándome por Mirabel, pero parece que ella ya no me necesita. Y ahora son los otros quienes necesitan ayuda…-

-Mirabel nunca va a dejar de necesitar a su padrino- dijo Marcela- te pediría ayuda en otras cosas distintas, y serás el tío que asustará a sus pretendientes-

Bruno dejó escapar una risita.

-No creo que ese Rafael se sienta muy asustado conmigo, durante todo el tiempo que estuvo visitando casita tuvo oportunidad de darse cuenta de que no soy peligroso- dijo él.

-¿Y el nuevo?-

-Creo que Pablo no ha logrado despegar sus ojos de Mirabel el suficiente tiempo como para notarme cuando lo miro amenazantemente- dijo Bruno con una risita.

Marcela rió al escuchar eso y siguió pintando la pared mientras que Bruno miraba de reojo hacia afuera, donde Camilo y Mirabel comenzaron a discutir sobre con qué habitación se quedaría cada uno, mientras que Luisa se acercó a separar la pelea.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! Los Madrigal y el resto del pueblo continúa construyendo a casita de nuevo, y hay dos muchachos detrás de Mirabel. Camilo está divirtiéndose molestándola, y tiene un amigo nuevo. Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Abrazos.

Abby L.