Rurouni Kenshin y todos sus personajes no son míos son de Nobuhiro Watsuki, por si alguien no se había enterado todavía.

Parece que no lo estoy haciendo tan mal como temía porque todos los reviews son positivos, vamos si siguen siéndolo después de esto. Cruzaré los dedos

Por si alguien no se había dado cuenta:         –"conversación"-          pensamientos

2.Un pajarillo asustado

Kaoru entró rápidamente en su nueva casa y cerró la puerta con llave. Se quedó así, apoyada en la puerta con los ojos muy abiertos mientras intentaba tranquilizarse y controlar su agitada respiración. Fue sólo un efecto óptico, seguro, ni siquiera puedes asegurar que sus  ojos cambiaron de color se dijo a sí misma y si hubieran cambiado no tiene nada que ver contigo. Te estás volviendo completamente paranoica. Poco a poco consiguió controlar sus nervios y serenase. Tenía mucho trabajo por delante y en esos momentos necesitaba tener el cuerpo y la mente ocupados. Más decidida, se dirigió hacia la primera caja de embalaje y la abrió.

La casa había pertenecido hasta hacia poco tiempo a un anciano que vivía en una residencia asistida. El pobre hombre aún tenía la esperanza de volver algún día, por eso la había mantenido en buen estado a pesar de que nadie habia vivido allí en años. Sin embargo, había muerto hacía unas semanas y sus herederos no habían tardado en poner la casa en alquiler o venta, lo primero que les ofreciesen. Estaban deseosos de dinero y aceptaron la primera oferta sin poner ningún impedimento ni hacer apenas preguntas sobre el inquilino. Gracias a su avaricia, Kaoru había terminado viviendo allí a pesar de haber facilitado datos falsos a la inmobiliaria y sin que los propietarios la hubieran visto ni una sola vez.

La pequeña casita tenía dos plantas, un salón comedor con un aseo y una cocina en la planta baja además de un dormitorio y un gran baño en la superior. No tenía jardín delantero, la puerta daba directamente a la calle tras bajar unos escalones, pero en la parte de atrás había un patio rectangular lleno de malas hierbas rodeado de una valla de madera. Un estrecho camino por el lado izquierdo conectaba la calle directamente con el patio trasero, sirviendo además para separar la casa de las demás por aquel lado. En el lado derecho, estaba pared con pared con la otra casa, la del pelirrojo de la moto que la había asustado antes, que era simétrica a la suya.

Ahora la nueva inquilina caminaba tranquilamente tratando de familiarizarse con su nuevo hogar. Había tenido que dejar a su familia para estar a salvo y todavía no estaba muy segura de haberlo conseguido del todo. Además ella siempre había mantenido un fuerte lazo con sus amigos y también los echaba de menos terriblemente, pero era por su bien. De haber seguido en casa, EL la hubiera seguido aterrorizando día tras día y seguramente sus amigos se habrían visto también implicados de alguna forma. Se había alejado de ellos por su bien, para mantenerlos a salvo, al igual que a su familia. Aquel "accidente" que había sufrido su padre cuando iba al trabajo había sido una advertencia para ella, pero también la señal que había estado esperando para tratar de escapar. Y así lo había hecho, escapar y desaparecer sin dejar rastro, sólo una nota para tranquilizar a su madre, para decirle que no estaba en peligro, pero que tenía que dejarlos así por el bien de todos. Su madre lo entendería.

Había puesto en práctica su plan aquella misma tarde, cuando se aseguró de que su padre estaba fuera de peligro en el hospital. Un inmobiliaria virtual, datos falsos en el impreso de solicitud de alquiler y una cuenta secreta, a nombre de una sociedad anónima para guardar su dinero. Había sido fácil, todo desde Internet, sin preguntas, sin entrevistas, totalmente impersonal como ella quería, pero tenía que reconocer que había tenido suerte, generalmente la gente era un poco más cuidadosa que los dueños de la casa.

El sonido del timbre volvió a sobresaltarla y, un poco reticente, se dirigió a la puerta diciéndose que sería algún vendedor o algo parecido. Se puso de puntillas y a través de la mirilla, observó a una señora regordeta con una cesta, que intentaba disimuladamente echar un vistazo al interior de la casa por la ventana del salón. Al entreabrirse la puerta la señora le dirigió una mirada evaluadora mientras le dedicaba una falsa sonrisa de oreja a oreja

-"¡Bienvenida al vecindario!"- dijo con una voz de fingida alegría –"Soy la señora Futwoka, 3 casas más abajo, y tú eres......." – no dejaba de lanzar miradas al interior a través de la puerta entreabierta a pesar de que el pequeño cuerpo de la chica ocupaba casi todos los huecos

-"Kamiya, Kaoru Kamiya" –dijo con un hilo de voz e inclinando la cabeza

-"Kaoru, que nombre tan bonito, y dime dónde vivías antes de venir aquí?"- a la chica no les estaba gustando el interrogatorio, pero siguió la contestación educadamente

-"En Kyoto, antes vivía en Kyoto"- una sombra pasó por su rostro –" pero espero que las cosas me vayan bien aquí"- trató de sonreír a la mujer

-"¿Y vives aquí sola muchacha?"

-"Si....digo no. Ahora sí pero dentro de un tiempo vendrá mi familia" –mintió

-"Una chica tan joven y bonita viviendo sola....y además al lado de ese tipo"- a Kaoru no le estaba gustando la conversación ni el tono de voz que estaba empleando aquella mujer –"No estoy diciendo que Himura sea una mala persona, pero no suele tener ningún trato con los vecinos, ni siquiera me agradeció la cesta de bienvenida, a propósito aquí tienes la tuya"- dijo tendiéndole la cesta que llevaba a la chica –" es la famosa tarta casera de la señora Futwoka, te gustará. Bien, como te iba diciendo, no tengo ninguna prueba, pero lleva viviendo aquí más de 5 años y en todo este tiempo no le he visto llevar a nadie a su casa. Ninguna chica a traspasado esa puerta, no estoy diciendo que sea gay, sólo que no le he visto acompañado por ninguna mujer en 5 años. Además ese trabajo como instructor de kendo en un centro para muchachos. Muchachos." – el sonido de la puerta de al lado al abrirse hizo callar de golpe a la parlanchina mujer. El pelirrojo de ojos dorados salió de su casa sin prestarles la menor atención, pero se detuvo antes de arrancar su moto para mirar con desprecio a la mujer. Esta se sintió cómo la miraba, una mirada de advertencia que la hizo temblar de pies a cabeza

-"Algún día señora Futwoka, se morderá su ponzoñosa lengua y morirá envenenada"- dijo con voz áspera y dura, después miró a la muchacha agazapada tras la puerta –"Señorita, la valla que separa nuestros patios está rota. Si quiere la arreglaré mañana" – después arrancó y se fue. Kaoru aprovechó el momento de parálisis de la mujer para dirigirle una sonrisa de compromiso, murmurar un gracias y cerrar rápidamente la puerta antes de que pudiera recuperar el habla.

Una vez en la seguridad de su casa, Kaoru echó una mirada a la cesta para observar su contenido con más detenimiento: "la famosa tarta casera de la señora Futwoka". Sin mucho ánimo cortó un trozo y lo probó, demasiado empalagoso, como la propia señora Futwoka. Se alegró de que el pelirrojo la hubiera tratado de aquel modo, por lo poco que había conocido de aquella mujer, se lo merecía sin duda. Frunció el ceño, ¿cómo había dicho la señora Futwoka que se llamaba...? ¿Himura? Si, eso era Himura. Era un hombre extraño sin duda, desde luego sabía como hacer callar a la gente, la mirada que le había dirigido a aquella cotilla había conseguido hacerla enmudecer en un instante, aterrorizada. Pero sin embargo, cuando la había mirado a ella directamente, no había sentido ningún tipo de amenaza. Todo lo contrario, se había sentido.....a salvo. Sí. La había protegido de aquella mujer, proporcionándole una vía de escape. Ese pensamiento se instaló en su mente, reconfortándola. Alguien la había protegido.

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Kenshin atravesó la ciudad a toda velocidad en su moto hasta llegar a un solar en obras. Escondió la moto y trepó por una grúa para tener una visión total del solar. Si Gohei era un experto espadachín, tarde o temprano iría a aquel lugar. Una vez a la semana se celebraban peleas ilegales de esgrima en la ciudad, algunos de sus alumnos se habían visto implicados hace tiempo y él estaba al tanto de aquellas luchas clandestinas para asegurarse, en la medida de lo posible, de que no volvían a meterse en líos. Cuando vio las fotos de Gohei en el informe de Katsura, le pareció recordar haberle visto en aquellas peleas. Se acomodó como pudo en la viga metálica, sacó la cámara digital para fotos nocturnas y esperó.

Sus pensamientos volaron sin querer hacia su nueva vecina ¿Por qué se había comportado así? No le había gustado que se hubiera asustado de él cuando se vieron por primera vez. No es que él fuera muy sociable que digamos y no le solía importar lo que la gente pensara de él. De hecho la mayoría de la gente solía echar a correr en cuanto lo veían. Aunque claro, eran sus blancos, y ver acercarse hacia ti a alguien armado con una katana es para asustarse desde luego. Por toda la ciudad, corrían rumores de un asesino pelirrojo que mataba con una katana. Battousai. Una leyenda urbana, como los cocodrilos de New York.

Pero lo cierto es que aquella chiquilla había echado a correr asustada y él no había hecho nada para merecerlo, y ese pensamiento le dejaba tranquilo. Además en cuanto escuchó la voz de esa vieja bruja en la puerta, se temió que hiciera exactamente lo que hizo, ponerse a hablar mal de él. No quería que ella tuviera una imagen peor de la que ya tenía de él. El que aquella chica de ojos azules le tuviera miedo era algo que le irritaba. Por eso salió una hora antes de tiempo, para hacer  callar a esa perversa mujer y ponerla en su lugar antes de que pudiera decir alguna tontería más. Aquella chica estaba muy asustada. Podía incluso oler su miedo a través de las delgadas paredes que los separaban, después de todo el miedo y el dolor eran una parte esencial de su vida.

Ella era como un pajarillo asustado por todo y por todos, sin saber qué hacer, en quién confiar. Tenía mucho miedo. De algo. O más probablemente de alguien. ¿Pero por qué le importaba tanto lo que le pasara a aquella desconocida? Tu espada será un arma terrible, baka deshi, por eso tienes que entender que sólo debes emplearla para proteger. A su mente llegaron las palabras de su maestro, pronunciadas hace tanto tiempo, en un lugar y un tiempo más feliz. Había entendido entonces y seguía entendiéndolo ahora. Su espada servía para proteger. Aunque protegiera a través de la muerte. Mataba para proteger a las posibles víctimas, para que no sufrieran más inocentes, pero sabía que eso no era lo que su maestro quería decir. Tal vez necesitara a alguien para proteger. Alguien que le necesitara para proteger su vida, no su muerte. Alguien como esa muchacha

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Kaoru terminó de vaciar las cajas. Había trabajado sin parar desde el mediodía y ya estaba casi amaneciendo. Había escuchado la moto de su vecino regresar unas horas antes y el sonido de la llave en la cerradura pero nada más. Ni un solo sonido más que le asegurara que había alguien en la casa de al lado. Y sin embargo ella sabía que el pelirrojo estaba allí y ese simple pensamiento la hacia sentir de cierta forma...protegida.

Empezó a pensar en él más detenidamente con la información que le había dado la señora Futwoka. Tampoco lo había mirado muy bien pero no le había parecido feo, y con aquella cabellera roja estaba segura de que atraería a un montón de chicas, por lo que era extraño que no tuviera una. Aunque también cabía la posibilidad de que tuviera novia y la señora Futwoka no la hubiera visto, pero pronto descartó esa posibilidad. Esa mujer estaba más atenta a lo que pasara en aquel vecindario que a lo que pasaba en su propia casa. Seguro que su marido la engañaba y ella no se había dado cuenta más interesada en lo que hacían ella o el pelirrojo. Seguro que el pobre señor Futwoka, bajito delgado y de gafas gruesas, trabajaba a jornada completa y hacía horas extras los fines de semana por no tener que aguantar su inagotable parloteo. –"jijijiji"- se tapó la boca con las manos, sorprendida del sonido de su propia risa en la silenciosa casa.

¿Cuándo había sido la última vez que se había reído? de aquella forma, de verdad, por propia iniciativa y no porque alguien quisiera hacerla reír. Meses suponía, pero había sido una buena señal. Se dio ánimos a sí misma. Una buena señal sin duda. Este día que había temido tanto había resultado mucho mejor de lo que había esperado. Extrañaba a sus padres, quería sentir las caricias de su madre en su cara y los brazos de su padre reconfortándola. Pero por primera vez en mucho tiempo sintió la esperanza renacer en su interior. Tal vez, dentro de un tiempo, cuando las cosas se hubieran calmado y EL la hubiera olvidado, tal vez pudiera volver a verles. Pero al recordarle su ánimo volvió a ensombrecerse. EL nunca se olvidaría de ella. La buscaría y la encontraría, no importa dónde se escondiera. La encontraría y la castigaría por haber intentado escapar de EL. Por haberlo conseguido por un tiempo. Y entonces la oscuridad la atraparía de nuevo, y esa vez sería para siempre.

Se dejó caer lentamente al suelo, apoyando la espalda contra la pared y lloró desconsoladamente. En ese mismo momento, Kenshin que habia despertado de otra de sus pesadillas, apoyaba su cabeza contra la misma pared, apenas unos centímetros más arriba de donde estaba la cabeza de Kaoru, al otro lado. Podía escuchar perfectamente su llanto, podía respirar su miedo y sentir su derrota, sus sueños rotos. Apoyó las palmas contra el muro, como queriendo atravesar la pared y llegar hasta ella - No llores por favor Tomoe, yo te protegeré, susurró a la oscuridad.

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¿Qué tal me ha quedado? Gracias a todos por los reviews.

 Maki-san todavía no tengo ni idea de cómo saldrá este fic ni cuanto ocupará, solo tenía la situación, así que no puedo responderte. En el otro fic, sabia exactamente qué iba a pasar y cómo terminarlo pero en este no, se me irá ocurriendo sobre la marcha por eso no lo actualizaré tan pronto, es que os tengo muy mal acostumbrados.