Rurouni Kenshin y todos sus personajes no son míos son de Nobuhiro Watsuki, por si alguien no se había enterado todavía.

Parece que voy bien, nada de virus ni reviews bomba, aunque si uno con gritos, así que voy a contestar a vuestras preguntas ahora para que lo tengáis todo claro antes de seguir con la historia:

kaoru sanz1 : tranquilidad y toma un par de valiums ¿ya? Vale. Tomoe en este fic esta muerta, bien muerta y enterrada. Esto es totalmente KenshinxKaoru de principio a fin lo juro. En este fic Tomoe es importante, pero digamos que tiene el efecto contrario al que le dio Watsuki. En el manga gracias a ella Kenshin deja de ser battousai, en este fic es su muerte la que crea a battousai, porque él antes era todo un angelito, no digo más porque sino me boicoteo a mi misma. Solo aclarar que cada noche Kenshin vuelve a soñar con la muerte de Tomoe, por eso al escuchar llorar a Kaoru, todavía medio dormido cree que es Tomoe.

gaby (hyatt: Kaoru huye de un hombre, todavía no tengo decidido si fue un antiguo novio, un pervertido, un hombre lobo o algo peor. Cuando llegue el momento lo sabréis pero será casi al final de la historia, o eso es lo que creo por ahora, ya he dicho que no tengo nada decidido todavía

oriana-dono: para tu primera pregunta ver la línea de arriba J. Para la segunda, lee este capitulo

Maki-san: estoy de acuerdo contigo respecto a Tomoe, es necesaria para que battousai fuera rurouni, pero puestos a elegir me quedo con Kaoru. En cuanto a Watsuki no lo he visto nunca pero me has dejado intrigada, buscaré alguna foto por internet a ver. Quien sabe a lo mejor el señor Futwoka dibuja manga bajo un nombre falso J

Creo que ya no hay mas preguntas que contestar así que aquí tenéis el siguiente capítulo.

3. Primer contacto

Katsura suspiró y miró de nuevo la carpeta cerrada sobre la mesa de su despacho. Aquella información era antigua pero desgraciadamente seguía siendo totalmente válida. La carpeta estaba arrugada por todas las veces que la había abierto y cerrado, como si pensara que la información que contenía habría cambiado de una vez a otra. Con un suspiro reticente la volvió a abrir para leer por enésima vez un informe que casi sabía de memoria.

"EVALUACIÓN PSICOLÓGICA: HIMURA, KENSHIN

Conclusión final:

Tras un largo y exhaustivo examen debo concluir que, aunque el sujeto goza de una salud física envidiable, su equilibrio mental es muy frágil, rayando en la locura. Esta situación es debida a un trauma psicológico creado por un incidente de su niñez en el que se vio implicada su familia. Desgraciadamente me ha sido imposible, tanto a mi como al resto del equipo, determinar cuál fue su naturaleza, y menos aún los hechos relativos al incidente. Tan solo agregar que, le causó tan tremenda impresión que sistemáticamente ha bloqueado desde entonces todos los sentimientos catalogables como benignos (amor, amistad, alegría,...) para dejar paso a los malignos (ira, furia, dolor,...) que han terminado por crear por si solos una personalidad alternativa completa como método de defensa de su subconsciente   .

También hay que hacer notar que el sujeto posee una gran capacidad y necesidad de protección, no en relación a sí mismo sino enfocada a un particular. Es esa necesidad de proteger la que le ha mantenido bajo control desde el incidente. Sin embargo, esa necesidad por si sola, no será suficiente para que el sujeto mantenga el control de sus emociones y acciones a largo plazo.

Por tanto, el único tratamiento capaz de tener algún efecto positivo sobre el sujeto, podría ser proporcionarle algún ser para que pueda liberar esa capacidad de protección. Sin embargo debo también añadir, a modo personal, que la más mínima posibilidad de que ese ser pueda resultar dañado tanto por el sujeto como por fuerzas ajenas a su él, provocaría que perdiera el control definitivamente de forma irreversible.

Fdo  T. Gensai Ph.D"

Katsura volvió a cerrar la carpeta tras releer de nuevo las conclusiones finales del doctor Gensai y su equipo. "gran capacidad y necesidad de protección" por supuesto, esa era la única razón por la que Himura aceptaba sus misiones, para proteger a las futuras víctimas y hacer justicia con las pasadas, el mismo Himura se lo dijo la primera vez que lo vio, cuando le expuso cuál sería su trabajo para él. No hacia falta leer ese informe para saber qué era lo que motivaba a Himura, como tampoco hacia falta para saber que el "incidente" había sido terrible para él ya que apenas era un adolescente. Estaba casi seguro que Himura había tratado de proteger a su familia y había fallado, de ahí su obsesión por seguir protegiendo a todo y a todos.

Había sido una buena idea ponerlo a trabajar en el Centro Wellington como tapadera. Lo había visto algunas veces, rodeado por aquellos muchachos que también habían pasado por terribles experiencias, casi relajado con ellos. Casi. Himura se sentía bien con ellos aunque por supuesto jamás lo reconocería. Katsura tenía la secreta esperanza de que al ayudar a aquellos muchachos a salir adelante, Himura pudiera ayudarse a sí mismo, aunque la posibilidad era muy remota. Al menos daño no le hacía pensó disgustado. Sus ojos se quedaron fijos en aquella línea del informe que habia subrayado el propio Gensai "proporcionarle algún ser para que pueda liberar esa capacidad de protección" esa idea le había disgustado desde el principio y la había rechazado tajantemente. Aunque en su interior sabía que eso era lo que Himura necesitaba, alguien a quien proteger. Pero era él quién debía elegir, un ser, chasqueó la lengua disgustado. ¿Qué pensaron que tenían que darle?¿una rata de laboratorio para que jugara con ella?¿o una becaria con todos los detalles del caso dispuesta a ser su salvadora para obtener un gran éxito profesional a su costa? La respuesta vino por sí sola : una mujer. Himura necesitaba una mujer en su vida, y una muy buena para poder lidiar con él. Todo hombre necesita una mujer a su lado, al menos por un tiempo, y desde luego, Himura no era la excepción.

Pero de nuevo vino a su mente la última recomendación del doctor, marcada en rojo. Si algo le pasaba a quienquiera que Himura decidiera proteger sería el fin. Perdería el control por completo y Katsura no pudo dejar de sentir un escalofrío de terror ante la sola ida de Battousai sediento de sangre por las calles de Tokyo.

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Kaoru despertó a media mañana. Se había quedado dormida llorando junto a la pared la noche anterior y ahora le dolía todo el cuerpo. Escuchó ruidos en su patio y se asomó todavía medio dormida. El pelirrojo estaba allí, dándole golpes a la pequeña empalizada que separaba ambos patios. Llevaba el largo pelo rojo atado en una cola baja a la altura de la nuca. Vestía unos pantalones vaqueros que debieron ser azules alguna vez, pero que ahora estaban casi blancos y una sudadera magenta en la que se leía "Centro Wellington para menores" con algo así como un dragón dibujado en la espalda. Kaoru rió ante el cómico aspecto de su vecino, además el estarle dando patadas a una valla podrida sin ningún efecto no ayudaba en absoluto a la imagen de tipo duro que tenía formada de él desde el día anterior. Kenshin escuchó su risa y se volvió para mirarla de frente, sus ojos dorados brillaban un poco coléricos

-"¿Se puede saber que le parece tan divertido, señorita?"- incomprensiblemente, ella no se asustó de su mirada, de algún modo sentía que esa cólera que veía en sus ojos no era contra ella sino contra la valla

-"Bonita sudadera" – fue lo único que acertó a decir

-"Sabía que tenía que haberla quemado cuando me la dieron"- dijo él entre dientes –"pero no acepto consejos sobre moda de una chica que ha dormido con la ropa del día anterior puesta y que lleva el pelo como si quisiera que los pájaros anidaran en él" – Kaoru se ruborizó y trató de alisarse la ropa y peinarse un poco con los dedos

-"Al menos no soy un gay pervertido al que le gustan los muchachos"

-"Eso es evidente señorita" –dijo el pelirrojo apartando su mirada de ella y volviendo su atención a la valla otra vez –"¿y qué más cosas buenas le ha dicho la querida señora Futwoka de mí?

-"Nada más que merezca la pena"

-"Bueno, entonces todavía estoy a tiempo."- con cada palabra sus ojos perdían el color ámbar y eran cada vez más violeta. Kaoru se quedó maravillada ante ese fenómeno

-"Sus ojos.....cambian de color" – Kenshin volvió a mirarla a los ojos, esta vez sorprendido

-"¿De qué color son mis ojos?"- preguntó con la boca seca, la voz baja y ronca

-"Pues, con la señora Futwoka eran completamente dorados, como hace un momento. Pero ahora también hay partes violeta muy bonitas. Y ayer cambiaron de repente y estaban completamente violeta por eso me asusté de usted, perdone"

-"¿Le gusta el café?"

-"¿qué?"

-"Que si le gusta el café señorita. Supongo que no ha desayunado. ¿Por qué no va a arreglarse un poco y toma un poco de café mientras decidimos qué hacer con esta condenada valla?" – ella asintió agradecida aunque un poco sorprendida por el rápido cambio de tema y desapareció en su casa.

Kenshin se sentó en el suelo y tomó aire. Sus ojos no habían estado completamente violetas desde hace 15 años, desde que Tomoe murió y no entendía por qué la habia mirado a ella así. Y sin embargo aquella chica tenía un extraño efecto sobre él. Ella....le calmaba de alguna forma que no comprendía. Podía sentirlo. Había estado furioso con aquel montón de madera podrida durante largo rato y desde que ella apareció en el patio su furia simplemente....se desvaneció. Además se había reído de él y no había hecho nada para castigarla. Es más, había mantenido una conversación civilizada con ella, lo cual era completamente extraño en él

Se había dado cuenta del efecto que producía en él y por eso había pensado en algo para hacerla desaparecer por un rato y tener tiempo para aclarar sus ideas a solas, pero eso también estaba mal. El sabía perfectamente qué decir para alejar a cualquier persona de su lado y, a pesar de los sentimientos tan extraños que aquella chica despertaba en él, no solo no la había alejado ¡la había invitado a desayunar y a charlar! Kami-sama ¿en qué diablos estaba pensando?¿qué le pasaba aquella mañana? No era él mismo aquel día, era ....su rostro se ensombreció al darse cuenta....era como antes. Aquella chica conseguía con su mera presencia que volviera a ser él mismo.

-"Ya estoy lista"- dijo Kaoru volviendo a salir al patio, esta vez peinada, lavada y con ropa cómoda encima

-"¿qué? Ah si" – Kenshin se levantó sin mirarla y se dirigió a su parte del patio donde, sobre una mesa de piedra había un termo con café y un par de tazas. Se quedó mirando aquellas tazas. No recordaba haberlas traído consigo, después de todo él siempre bebía directamente del termo. De alguna forma inconsciente había deseado aquella situación y ese conocimiento no le gustó. A pesar de todo, se volvió hacia ella con las tazas de humeante café, una en cada mano, y expresión pensativa. Le tendió una a ella sin atreverse a mirarla y tomó un largo trago del espeso líquido, todavía pensando en su extraño comportamiento.

-"¡Kami-sama!"- gritó ella de repente poniéndole alerta. ¿Qué había visto la chica? No había sentido ninguna presencia cercana aparte de ella. La miró confundido. Ella tenía una mano cubriendo su boca abierta y la otra extendida hacia él pero sobre todo una expresión de gran dolor en los ojos –"No me había fijado, qué terrible cicatriz"- instintivamente ella acercó su mano a su mejilla y recorrió con sus dedos aquellos profundos surcos en forma de cruz. Totalmente sorprendido, Kenshin cerró los ojos para que ella no viera lo que había desatado en su interior. Sus dedos eran suaves y gentiles sobre su piel y sintió como una sensación cálida y agradable comenzaba a extenderse como ondas por su cuerpo. Mientras que un dulce aroma a jazmines lo envolvía, sintió un nudo en su garganta y el extraño deseo de que aquellas manos nunca dejaran de acariciar su piel. Volvió a abrir los ojos, completamente violetas por un instante al mirarla, antes de que su expresión volviera a ser dura y sus ojos fueron dorados de nuevo al sujetar la mano de la chica por la muñeca para separarla de su mejilla

-"No vuelvas, jamás, a hacer eso" – dijo pronunciando cada palabra con deliberada lentitud. Sujetó su muñeca firmemente por unos momentos más para dejar claro su amenaza y luego la liberó. Sin embargo, algo en su interior se revolvía ante la simple idea de que ella le tuviera miedo.

Kaoru volvió su atención a su café, era negro y sin azúcar, demasiado fuerte para ella, pero aguantando una mueca se bebió el líquido a sorbos. Aquel chico la había tratado gentilmente invitándola a desayunar y ayudándola con aquella tarea y ella se lo agradecía así. Estaba avergonzada por lo que había hecho, sabia que lo mejor era desaparecer y no molestarle más pero no quería apartarse de su lado. No dejando las cosas así. Trató de empezar de nuevo.

-"Mi nombre es Kaoru Kamiya y he vivido en Kyoto toda mi vida. Tengo 22 años y una beca para estudiar Pedagogía en la universidad. Me gustaría ser profesora algún día, me gustan los niños. Puede tutearme y llamarme Kaoru, si quiere"- se mordió el labio temiendo que él le preguntara algo más, pero no fue así

-"Mi nombre es Kenshin Himura y trabajo como instructor de kendo y artes marciales en el Centro Wellington." – levantó la cabeza para mirarla a los ojos –"No me gusta la gente y las mujeres me suelen dar dolor de cabeza, pero no soy gay"- sus ojos volvían a tener partes violetas y casi sonreía

-"¿Puedo llamarte Kenshin?"

-"Puedes llamarme como quieras Kaoru-dono"- ella arrugó la nariz ante el honorífico y la sonrisa de él se incrementó, un poquito- "¿Qué quieres que haga con esa maldita valla?- dijo señalando la podrida valla que milagrosamente seguía en pie, como desafiándole. Ella meditó un momento mientras su vista pasaba de su patio lleno de malas hierbas al de su vecino que no parecía tener mucho mejor aspecto y una idea descabellada pasó por su mente.

-"En Kyoto trabajaba en un floristería, me gustan mucho las plantas. Si no te parece mal, puedes quitar la valla y compartiremos todo el patio. Puedo plantar algo por tu parte también. Nada de flores alegres lo prometo"

-"Jazmines"- dijo él sencillamente aceptando su oferta. Ella asintió y le sonrió. Kenshin no recordaba cuándo fue la última vez que una mujer le había sonreído de aquella manera y sabía también que aquella chica asustada no sonreía así en mucho tiempo. Una sonrisa sincera y brillante. Una sonrisa que iluminó todos los oscuros recodos de su alma.

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Habían pasado tres días desde su encuentro con Katsura y la luna no aparecería en el cielo aquella noche. Kenshin levantó la cabeza dejando que el frío viento nocturno jugara con su pelo y acariciara su rostro. Cerró los ojos, recordando sin querer aquellos dedos, suaves y gentiles sobre su cicatriz. El viento le traía el metálico sonido de espadas entrechocando y de una multitud enardecida que gesticulaba, animaba y maldecía a partes iguales. Luchas callejeras. No hacía mucho tuvo que ocupar el lugar de uno de sus jóvenes alumnos en una de ellas. El crío era demasiado estúpido para saber en qué lío se había metido pero como siempre su actuación con la espada fue impecable y dejo tal impresión que dejaron al chico en paz con tal de no volver a verle.

Los sonidos metálicos se fueron apagando y la multitud estalló en vítores de –"Gohei, Gohei"- la lucha había terminado y su blanco había ganado. Sonrió de forma torcida. Que disfrutara de su victoria por última vez. Esperó pacientemente en la oscuridad, casi invisible por su ropa negra. Sólo el brillo mortal de sus ojos dorados era visible en la penumbra y se concentró buscando el ki de posibles testigos. Había seguido a Gohei por tres días y sabía que pasaría por ese callejón camino de su coche. No se había equivocado, unos minutos después, su blanco pasó a su lado.

-"Hiruma Gohei" – el hombre se sobresaltó al escuchar su nombre pronunciado desde las sombras, pero acababa de demostrar lo bueno que era y su moral estaba demasiado alta como para dejarse acobardar por una sombra

-"Aquí me tienes, ¿quién me busca?"

-"Se te acusa del asesinato de 4 personas, y del intento de asesinato de muchos más, incluido una niña"- su voz era fría y sin ninguna emoción. Con paso seguro, Kenshin salió de las sombras

-"Ah, si, ya me encargué de alguien como tú antes ¿un amigo quizá?" – sonrió enseñando los dientes amarillos recordando la facilidad con que se habia encargado del otro tipo y desenfundó la espada. Pero antes de que pudiera terminar el movimiento, el desconocido frente a él desapareció en un abrir y cerrar de ojos para aparecer en su costado y provocarle un profundo corte en el brazo izquierdo. Gohei gritó de dolor sujetándose el brazo herido y empezó a asustarse. Esta vez había infravaluado a su oponente

-"¿Quién eres?¿cómo has hecho eso?"

-"Así" – Kenshin apareció de nuevo a su lado y antes de que pudiera reaccionar, Gohei tenía un nuevo corte, esta vez en el brazo derecho que le hizo tirar la espada al suelo con un nuevo alarido de dolor

-"Nadie se puede mover tan rápido, ¿qué eres?¿un fantasma?" – gritó aterrorizado a la oscuridad sin poder ver a su atacante

-"Soy Battousai" – la voz vino justo a su espalda y Gohei se giró para ver aquellos ojos dorados que le aseguraban una muerte dolorosa. Gritó de nuevo, pero esta vez de puro terror y echó a correr dejando su espada, su única defensa, en el suelo. Pero Battousai era más rápido y le siguió. Jugó con él como un gato juega con un ratón antes de comérselo y le fue conduciendo hasta la tapia que bloqueaba el callejón. Gohei estaba atrapado.

-"ME SOLTARON....EL JUEZ ME DEJO LIBRE.....ME DECLARARON INOCENTE ..." – gritó rogando por su vida al ver aquellos ojos inalterables acercarse a él

-"Pero yo no"- fue la fría respuesta . Los ojo dorados brillaron una vez más en la noche sin luna con brillo metálico, el mismo brillo de la katana que caía sobre su víctima traspasando piel, músculo y hueso, atravesándole el pecho de parte a parte hasta clavarse en la pared. Battousai dejó la espada sosteniendo a su blanco contra la pared hasta que la sangre que manaba a borbotones de su pecho abierto terminaba su recorrido por el cuerpo muerto hasta llegar al suelo. De un seco movimiento sacó la espada y el cuerpo cayó al suelo en el charco que formaba su propia sangre. Dio un paso hacia atrás y sacudió la espada para limpiarla. Echó un último vistazo al cuerpo sin vida. No lo había tocado ni se había manchado con su sangre. Un trabajo limpio, sin testigos.

–"Hiruma Gohei, por aquellos que murieron y por los que ya no morirán, tu vida debía acabar aquí"- dio la vuelta y, una vez más se perdió en las sombras.

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Otro capitulo terminado. Gracias a todos los que han escrito reviews, incluidos los clandestinos