No, no he muerto. Solo que la vida se puso difícil. Lo mismo de siempre.
A medida que vayan leyendo se van a dar cuenta de que, claramente, quería subir este capítulo en Halloween. Honestamente... se me olvidó. Y cuando me acordé, se me volvió a olvidar. Pero hoy me volví a acordar y decidí subirlo de inmediato para evitar que el ciclo de olvido y recuerdo se siguiera repitiendo.
La idea de este fic está lista en mi cabeza y parcialmente escrita en mi documento de word, así que no se preocupen. Si han leído otro de mis trabajos, se darán cuenta que nunca dejo mis proyectos sin terminar. Me puedo demorar en terminarlos, pero nunca los dejaré a medias.
Espero que disfruten este pequeño avance. Y ya saben que si tienen alguna idea que aportar, o alguna opinión, me pueden dejar un review para saber que alguien todavía me lee.
Disfruten su lectura :D
Chico malo
Parte III
El semestre ya iba avanzado y se acercaban las festividades de fin de año.
Steve lo había hecho bien este semestre. Los años en el ejército le habían ayudado a mejorar su disciplina. Era bueno en seguir órdenes y en cumplir con plazos para entregar reportes, por lo que sus ensayos y trabajos eran un mero trámite. En realidad, le gustaba lo que estudiaba y tenía buena memoria. Muchas de las cosas que estaba aprendiendo ahora, ya las había visto en vivo y en directo. Había conocido varias culturas distintas en sus incursiones a oriente. No todo eran guerras y acuartelamientos. De vez en cuando tenían tiempo libre de visitar las ciudades y había tenido la oportunidad de conocer el arte y apreciarlo, aunque no supiera con certeza el tipo de arte o sus posibles significados.
Sí, era un soldado, pero en el fondo nunca dejó de amar el arte.
Otra cosa que había ido bien durante el semestre había sido su idea de ponerse al día con su vida célibe. Un hombre como él tenía necesidades y haber resistido aquellas necesidades durante siete años había cobrado su tarifa. Antes de entrar a la universidad no había sido tan consciente de su interés en el sexo, pero en su primer año lo había descubierto y lo había disfrutado como nunca. Y ahora lo estaba disfrutando de nuevo.
Había dormido con un hombre distinto cada día libre que tenía. Despertaba con un cuerpo cálido cada mañana de sábado, domingo y, si tenía suerte, algunos lunes. Esos inicios de semana con sexo rápido en la ducha eran lo mejor para subirle el ánimo. Los chicos se burlaban de él cuando llegaba con su sonrisa de "tuve un orgasmo hace cinco minutos" a conversar con ellos antes de su primera clase.
―Olviden el café, ―se burlaba Sam―todo lo que este soldado necesita en un cuerpo dispuesto para un poco de ejercicio matutino.
―Ojalá yo tuviera tu suerte para salir con mujeres. ―Se lamentaba James. ―En serio, Steve. No puedo creer que te hayas llevado a tres sujetos a la cama este fin de semana.
Steve solo reía.
Oh, pobre Bucky. Si solo supiera que pensaba llevarse más de uno esa noche en la fiesta de disfraces. Sonrió ante la idea.
•••
―Hola, Steve. ―Saludó Tony con una brillante sonrisa en el rostro.
―Hey, Tony. ―Sonrió de vuelta, acariciando tiernamente la mejilla del chico.
Tony contuvo el aliento durante los segundos que duró el contacto.
Oh, Steve disfrutaba esos momentos en que coqueteaba con Tony. El joven no se había dado cuenta de sus intenciones, pero se acercaba a él y sonreía y se sonrojaba de esa forma que le parecía tan tierna. Con el pasar de los meses se había dado cuenta de que, a veces, Tony se veía extremadamente joven, sobre todo cuando lo acariciaba de aquella forma. Pero en otras ocasiones se veía más maduro, más adulto. Por ejemplo, cuando estudiaba rodeado de libros y cuadernos, con sus anteojos de marco negro, con un lápiz en su oreja y el ceño fruncido tratando de entender algo que leía mientras bebía una taza de café frío. Lo había encontrado en esa situación en varias ocasiones. Tarde, cuando la biblioteca estaba a punto de cerrar.
En esta ocasión el chico se veía realmente joven. Sus mejillas estaban rojas, pero no era por él. Ya no le resultaba tan fácil hacerlo sonrojar, sino por la carrera que había hecho desde la biblioteca, a juzgar por el lápiz en su oreja, hacia la cafetería. Sus ojos brillantes y llenos de emoción.
―Ten, ―le ofreció su botella de agua―la necesitas.
Tony tomó un largo trago de agua, un realmente largo trago, antes de devolver la botella y tomar un profundo respiro.
― ¿Vendrás a la fiesta esta noche? ―Sus ojos brillaron aún más con la emoción.
―Aún no lo decido. ―Mintió con una sonrisa.
―Tienes que venir. Es una fiesta de disfraces, Steve. ―Lo miró con sus enormes ojos castaños. ―Es mi primera fiesta en la universidad. ―Intentó convencer.
La cara que usaba cuando quería convencerlo de algo era peligrosa. Hasta le hacía pensar en no seguir con sus planes de conquista. Pero no. Debía ser fuerte. Se había propuesto una meta con el chico. Sería un gran logro conquistar al hijo del hombre más poderoso del país. Debía resistir esa mirada y ese todo que lo hacía dudar.
Hizo como que lo pensaba por un largo minuto hasta que, con fingido cansancio, aceptó.
―Está bien. ―Miró hacia otro lado. ―Pero no seré tu niñera.
―No necesito niñera. ―Frunció el ceño. ―No vemos en la noche, supongo.
Y se fue.
Algo en ese chico no estaba bien. Tony parecía no darse cuenta, pero tenía la capacidad de conquistar a quien quisiera. No quería pensar en ello. Imaginarse a Tony con alguien que no fuera él le molestaba. Le caía como un balde de agua fría. Y eso es porque quería ser él quien robara la inocencia de aquel chico. Nada más. Así es. No tenía nada que ver con otra cosa. O, al menos, trató de convencerse de ello.
•••
Debería estar molesto. Ni siquiera molesto, debería estar furioso por lo que Tony le había hecho.
La fiesta había comenzado bien. No se había encontrado con el joven prodigio en las más de dos horas que llevaba allí. Ya iba por su quinta cerveza cuando lo vio aparecer vestido de Sherlock Holmes. No podía haber un chico más nerd que él, aunque debía admitir que no le quedaba para nada mal el disfraz. Lo observó desde lejos con una sonrisa hasta que se dio cuenta de que venía acompañado de su amigo Banner. Odiaba a ese chico. Siempre sacaba las risas más sinceras de Tony y los había escuchado hablar en su propio lenguaje científico mientras estaban en la biblioteca o la cafetería. Esas sonrisas debían ser para él. Solo él. Después de todo él era quien estaba conquistando al genio y no iba a dejar que ningún científico de bata blanca se le adelantara.
Como buen Capitán que era, buscó la mejor estrategia para pasar entre la multitud y llegar hasta el, pero en los segundos que demoró en trazar su ruta, el genio había desaparecido.
Estuvo toda la noche dando vueltas por el gran lugar, buscando al chico sin resultados. Hasta que, en un momento, cuando no lo buscaba, lo encontró. Oh, el chico iba a estar en tantos problemas. Y no se refería a Tony, sino al chico que estaba besándolo. Porque sí, un chico se atrevió a arrinconar a su Tony y besarlo. Lo besaba con ansias y lo manoseaba sin miramientos. Y por lo que podía ver, Tony estaba incómodo y trataba de quitárselo de encima, pero no podía.
Se acercó a paso rápido y lo agarró del hombro, apartándolo con fuerza del niño genio. Tony lo había mirado con asombro y algo de miedo, pero no le importó. Quitó la vista del moreno y se dirigió hacia el sujeto que se había atrevido a asaltar a Tony de aquella forma. Iba a golpearlo, claro que sí. Cuando dio el primer paso en su dirección, sintió un tembloroso cuerpo abrazarse a él. Miró hacia abajo y vio a Tony abrazado a su torso, sus manos apretando la espalda de su chaqueta, el rostro hundido en su pecho. Iba a liberarse de su agarre, pero Tony levantó el rostro y pudo ver sus ojos llenos de miedo, desesperación y lágrimas sin derramar.
―Sácame de aquí, por favor. ―Pidió con la voz quebrada.
No lo había pensado dos veces. Dedicó una mirada de odio al sujeto que lo mirada con los ojos perdidos por el alcohol. De seguro, a diferencia de Tony, mañana el tipo no recordaría nada de lo que había hecho. Abrazó al genio, apegándolo a su costado, y salió caminando con él a su lado.
Caminaron en silencio durante mucho rato, hasta llegar a una cafetería que abría toda la noche. Ordenó por ambos, un café negro para él y un café con leche y mucha crema para Tony. Se sentaron ahí por largos minutos, esperando.
―Gracias por ayudarme. ―Susurró Tony.
Cuando levantó el rostro, Steve pudo ver que tenía el labio inferior roto producto de una mordida. Tomó una servilleta y la acercó a su rostro, limpiando con cuidado los rastros de sangre, alejándose cada vez que el moreno siseaba por el dolor.
―Debí encontrarte antes. ―Dijo Steve con rabia. ―Nada de esto hubiera pasado si te hubiera encontrado antes.
La mano aún temblorosa de Tony tomó la suya y le dio un apretón.
―Me alegra que me hayas encontrado. ―Murmuró. ―No me hizo nada malo.
Oh, pobre criatura inocente.
―Claro que te hizo algo, Tony. Ese imbécil te besó a la fuerza y te tocó sin tu permiso, sin olvidar tu labio.
―Pudo ser peor. ―Murmuró con la voz un poco menos quebrada que antes.
Tony dio un salto cuando Steve golpeó la mesa con el puño.
―Pero nada de esto debió pasar. ―Siseó con rabia. Su mandíbula apretada por la ira.
Sus cafés llegaron en ese momento. El camarero se detuvo un momento a mirar a Tony y le preguntó, solo moviendo los labios, si estaba bien. Tony asintió y el hombre se fue.
―De todas formas, gracias por salvarme. ―Dijo el moreno, tomando su café entre manos temblorosas.
Salvarlo. Tony hacía parecer que Steve era algún tipo de héroe. Tony no había hecho nada más que ayudar a un… amigo.
―Para eso están los amigos. ―Respondió con una sonrisa un tanto tensa.
Tony le había arruinado dos cosas esa noche. Primero, le había quitado la oportunidad de llevarse a alguien a la cama; y esa noche tenía pensado que tal vez podrían ser dos personas extra en su cama. Hubiera sido divertido. La segunda cosa que había arruinado eran sus planes. Ya no podía seguir negando que se había encariñado con el pequeño genio; si lo pensaba bien, en realidad lo consideraba un amigo. Y después de lo que había pasado esta noche no había posibilidades de que lo engañara de aquella forma. El chico se merecía alguien que lo tratara bien, no como el sujeto que había puesto sus manos sobre él sin ningún tipo de respeto.
No podía creer que estuviera pensando ese tipo de cosas.
Estaba tan jodido.
•••
Esa noche había hecho algo que nunca había pensado volvería a pasar.
Cuando salieron de la cafetería, Tony aún estaba un poco pálido y bastante alterado por lo ocurrido, por lo que, en vez de llevarlo de vuelta a su habitación en el campus, lo llevó a su casa. Sí, lo llevó a su casa, pero no para lo que había pensado hace ya un par de meses.
Le abrió la puerta y encendió las luces, dejándole pasar y pidiendo que se pusiera cómodo. Oh, cuantas veces no había utilizado la misma frase, pero esperando resultados completamente diferentes a los que sabía tendrían esta noche. Tony se movió con cuidado alrededor del lugar mientras Steve caminaba por la casa, buscando lo que necesitaba para Tony; un cambio de ropa para dormir, un cepillo de dientes nuevo y mantas para la cama de la habitación de invitados.
Esta noche Steve se comportaría como un caballero, como el caballero de brillante armadura que sabía que el moreno necesitaba.
Volvió al salón y se acercó a él. Tony observaba una fotografía donde aparecía él y sus padres.
―La habitación de invitados está lista, ―habló en voz baja, para no asustarlo― dejé algo de ropa para que te cambies y un cepillo de dientes.
El chico solo sonrió y asintió.
Luego de indicarle donde estaba la habitación y el baño, Steve lo dejó solo y se encaminó a la cocina para preparar un poco de leche tibia para Tony. Estaba seguro de que eso le ayudaría a dormir, al menos funcionaba con él cuando tenía su edad. A quien quería engañar, aún ahora era un buen truco para cuando despertaba en medio de la noche producto de una pesadilla.
Quitó esos pensamientos de su cabeza y se enfocó en lo importante: Tony.
•••
El genio no sabía por qué había aceptado venir a la casa de Steve. Tal vez era porque el exsoldado le hacía sentir protegido y eso era justo lo que necesitaba ahora. Además, no quería que su amigo Bruce lo viera en las condiciones que estaba; aún no podía dejar de temblar y su labio estaba hinchado, podía sentirlo.
Mientras veía las fotografías de Steve y su familia deseó que sus fotos fueran así; rostros llenos de felicidad y amor hacia su hijo. En cambio, las suyas eran todas posadas para un fotógrafo profesional en medio de un set sin vida o dentro de su casa, pero los rostros de sus padres siempre eran serios y él no tenía permitido sonreír. Eran fotos serias y que solo su padre podía aprobar. Aunque su madre se las había ingeniado para sacar unas cuantas fotos por su cuenta y esas eran las que más apreciaba. Tenía una copia de todas las fotos con su madre. Su hermosa madre con su brillante sonrisa y su amor incondicional hacia su único hijo. Tony la adoraba.
Se sintió triste de no poder conocer a la madre de su amigo y que nunca existiera la posibilidad de que sus madres se conocieran. Estaba seguro de que Maria habría adorado a la madre de Steve. Pensaba en ello cuando el rubio se acercó a él y le indicó donde se quedaría esa noche.
Nunca esperó dormir en la casa de alguien que no fueran sus padres. Estaba un poco nervioso, pero cuando se vio solo en la habitación de invitados respiró profundamente y trató de tranquilizarse. Antes de hacer cualquier cosa envió un mensaje a Bruce diciendo que no llegaría a casa esa noche y que se quedaría en la casa de unos amigos de la familia. No le gustaba mentir a su hermano de ciencias, pero no podía decirle que se quedaría en la casa de Steve. Bruce le había recomendado que no se metiera en problemas y Tony creía que se refería a Steve.
Miró a su alrededor y se adentró en el baño con la ropa del rubio entre las manos.
Se lavó la cara y observó su labio roto. Aquel chico le había mordido con fuerza y también lo había tocado bruscamente. Se quitó el disfraz y observó su torso; su piel había comenzado a mostrar signos de las acciones de otro chico, tenía unos cuantos moretones. Marcas oscuras de dedos en su cintura y en sus brazos. Volteó un poco y observó la gran mancha negra que dejó el golpe que se dio contra una saliente del muro cuando el otro chico lo empujó contra la pared para besarlo.
Por un momento quiso llorar por la frustración, pero más que nada por tristeza. Ese había sido su primer beso y había sido horrible. Estaba asustado y estaba tenso. Tenía la certeza de que a la mañana siguiente le dolería todo el cuerpo por la constante tensión que no quería abandonarlo.
Suspirando, decidió vestirse. Se veía ridículo dentro de la ropa de Steve. Una camiseta del ejército que le quedaba demasiado grande y un pantalón deportivo, al parecer también del ejército, que también le quedaba grande. Casi quiso reír, pero las emociones en su interior lo traicionaron y solo pudo dejar salir un sollozo.
Salió del baño luego de cepillar sus dientes y en ese momento escuchó golpes en la puerta.
•••
Tony se tardaba mucho en salir de la habitación y se estaba preocupando, pero no podía entrar sin permiso. No podía hacer algo que asustara a Tony más de lo que ya estaba. Sirvió la leche con algo de miel para hacerla aún más dulce y relajante y la llevó a la habitación de invitados. Golpeó la puerta y esperó a que el otro abriera.
Realmente Tony se veía adorable en su ropa. Nunca pensó en que alguien se vería tierno usando su ropa, siempre lo había considerado algo sexy y que definitivamente lo llevaría a él y a quien quiera que fuera el otro, de vuelta a la cama. No en esta ocasión. Ahora solo sentía ternura hacia el moreno y le daban ganas de arroparlo, no de llevarlo a la cama para una sesión de sexo salvaje. No entendía qué estaba mal con él, pero debía averiguarlo pronto.
―No lo digas, ―murmuró Tony, sacándolo de su trance― me veo ridículo. Lo sé.
El gesto en el rostro del pequeño genio no tenía precio.
―Te ves completamente adorable. ―Sonrió. ―Te traje esto, te ayudará a dormir.
Le entregó el vaso con leche tibia y lo observó directamente hasta que ya no quedó una sola gota en su interior. Tony le devolvió el vaso y lo miró con duda en el rostro.
―Si necesitas algo, estoy en la habitación de al lado. ―Levantó su mano y acarició su rostro. ―Despiértame si es necesario.
El moreno se dejó acariciar y hundió su cara en esa gran mano antes de asentir y dirigirse a la cama.
•••
Steve no sabía lo que estaba pasando con él, pero ese chico le estaba haciendo algo muy malo. O muy bueno. No estaba seguro aún de cómo debía definirlo. Lo único que sabía es que su plan inicial, definitivamente, se había ido por la puerta para no volver. No podía utilizar a un chico tan bueno e inocente como Tony.
El pequeño genio solo le inspiraba ternura y un enorme instinto de protección.
Dejando de pensar en tonterías, se dio media vuelta y apagó la luz, cerrando suavemente la puerta salió de la habitación y dejó el vaso en la cocina antes de dirigirse a su propia habitación para dormir.
•••
Tony despertó en medio de una pesadilla. Su cuerpo temblaba y su frente estaba llena de sudor. Le costó reconocer el lugar donde estaba y la oscuridad que reinaba en el lugar lo asustó aún más. El sueño había sido tan vívido y le había recordado tanto todo lo ocurrido en la fiesta. Sus ojos picaban y no pudo evitar un sollozo.
No sabía si podría volver a dormir y parecía ser que aún era de madrugada.
Steve había dicho que lo despertara si necesitaba algo, pero no estaba seguro de si sería buena idea. Por mucho rato no supo qué hacer y consideró quedarse ahí, despierto toda la noche, pero la oscuridad y la quietud de la noche lo ponían nervioso. No supo cuánto tiempo pasó hasta que decidió salir de la habitación en el mayor silencio que pudo y caminó hacia la puerta de al lado. Estaba abierta. Steve dormía plácidamente en medio de la gran cama. Sin pensarlo mucho, caminó silenciosamente hacia la cama y se metió entre las sábanas.
No quería molestar, por lo que no se acercó al exmilitar. Pero no hubo necesidad, ya que a los pocos minutos el cuerpo cálido de Steve se apegó a su espalda y lo abrazó mientras dormía.
Poco tiempo después el genio se quedó dormido bajo el abrazo protector del soldado, arrullado por su acompasada respiración.
•••
Ni siquiera sus conquistas de una noche podían salir de la cama sin que se diera cuenta, mucho menos moverse por su habitación sin que lo notara. Steve estaba increíblemente asombrado cuando despertó y se encontró el pequeño cuerpo de Tony abrazado al suyo. No lo había escuchado entrar y mucho menos lo sintió meterse en su cama.
Pensó en salir de la cama y dejar al pequeño genio dormir hasta tarde, pero apenas se movió, el moreno despertó y lo miró como nadie nunca lo había mirado antes. La mirada suave y llena de cariño. Una de esas miradas transparentes, que no podían ocultar nada, ni aunque su vida dependiera de ello. Era una mirada tan brillante que su estómago se revolvió al pensar en lo que había planeado hacer con él en un principio.
•••
Luego de mirarlo por un par de segundos, parpadeando, quitándose el sueño de encima, sonrió. Antes de que la pregunta saliera de sus labios, el genio ya estaba respondiéndola.
―Tuve una pesadilla. Vine a buscarte, pero no supe si despertarte o no y solo me acosté aquí.
La cara de inocencia del genio mostraba que decía la verdad. No había ido a buscarlo con segundas intenciones, Steve lo sabía. Mucho menos vendría buscando algo así después de lo que había ocurrido anoche.
―No te sentí entrar, pero está bien. Te dije que estaba aquí para cualquier cosa que necesitaras, y si lo que necesitabas era compañía, no hay problema. ―Sonrió una vez más y comenzó a levantarse de la cama. ― ¿No tuviste más pesadillas?
Tony se quedó en silencio un par de segundos al ver a Steve salir de la cama. El exsoldado solo estaba usando un bóxer muy apretado y pequeño. Todo su cuerpo, musculoso y bien esculpido estaba en exhibición ante sus ojos. El moreno pudo sentir como se le secaba la boca y el corazón se le aceleraba. Steve era, como diría Pepper, todo un hombre. Y Tony no sabía qué hacer con lo que le hacía sentir. Y pensar que había estado la mitad de la noche con ese hombre abrazado a su espalda.
―N-no. No tuve más pesadillas.
―Bien. ―Steve se dio media vuelta, dándole la espalda, dirigiéndose al baño. ― ¿Nos vemos en diez minutos en la cocina para el desayuno?
Tony sintió como su vista de desviaba hacia abajo, enfocándose en el redondo trasero de Steve. Se sonrojó.
―Está bien. ―Logró decir sin tartamudear.
Y salió rápidamente de la cama, corriendo hacia la otra habitación. Allí se dejó caer en la cama y se envolvió en las sábanas, intentando ignorar el creciente problema entre sus piernas.
•••
Luego del desayuno, Steve se ofreció para llevar a Tony de vuelta a los dormitorios, pero el genio se negó.
―Quiero caminar un poco. Tengo muchas cosas en qué pensar. ―Se excusó.
―Está bien, nos vemos el lunes.
El moreno asintió y comenzó a caminar en silencio.
Luego de un rato sus pensamientos se hicieron demasiado bulliciosos para seguir ignorándolos. Tony sabía que las mujeres eran bonitas y podía apreciar esa belleza, pero nunca se había sentido atraído hacia ellas de una forma carnal. No sentía la necesidad de voltear a ver una mujer hermosa que pasaba junto a él. No sentía la necesidad de invitar a una mujer a cenar, o a salir en una cita de ningún tipo. Hasta ahora, debía admitir, que nunca había pensado en un hombre de aquella forma. Sí, sabía que había hombres atractivos, los veía todo el tiempo en la televisión, el cine o en los anuncios de ropa. Había hombres muy atractivos desde el punto de vista simétrico y estructural, pero nunca se había sentido atraído sexualmente hacia un hombre.
El beso que le había dado ese chico la noche anterior no había sido agradable, pero eso era atribuible al hecho de que Tony no había querido participar en él. Se había sentido incómodo y avergonzado, pero no por el hecho de que fuera un hombre. Eso podía ser un indicador. También el hecho de que, esta mañana, al ver a Steve casi desnudo, su miembro había reaccionado de una forma que nunca había reaccionado antes. Ni siquiera ante aquellas fotografías de la revista que Rhodey le había mostrado. Ninguna mujer en esa revista le había hecho sentir excitado. Steve sí.
No quería pensar lo que diría su padre cuando se enterara que su hijo había tenido una revelación, descubriendo que se encontraba en el equipo contrario. Aunque no quisiera pensarlo, sabía lo que Howard diría; que era solo una fase, que era una tontería, que le hacía falta estar con una mujer, que estaba decepcionado de él. No sabía qué le daba más miedo, si decepcionar a su padre o que lo llevara a un lugar para obligarlo a mantener relaciones sexuales con una mujer. Si conocía a su padre, y lo conocía, sabía que Howard sería capaz de hacerle algo así. Por lo que la mejor decisión, por ahora, era mantener su recién descubierta sexualidad en secreto.
Luego de pensar en Howard, pensó en su madre. Su hermosa y adorable madre… quería pensar que su madre lo apoyaría y no se sentiría avergonzada de él. Ella siempre había estado de su lado, lo había apoyado y se preocupaba por su felicidad, pero en el fondo, sentía un poco de temor. Temor a que su madre se viera influenciada por su padre y decidiera no apoyarlo. Le dolía pensar que no podía contarle a su madre por miedo a que le dijera a su padre.
Aún faltaban un par que cuadras para llegar a los dormitorios.
Finalmente, pensó en Steve. Steve había dicho la noche anterior que eran amigos. Tony no sabía si el rubio se sentía atraído por hombres, mujeres o ambos, pero sabía que no estaba totalmente opuesto a compartir la cama con un amigo de su mismo sexo. Eso había quedado demostrado cuando se había despertado y solo le había dedicado una sonrisa en vez de arrojarlo fuera de la cama.
Si Steve se sentía atraído hacia los hombres, Tony tenía una oportunidad. Pero él no tenía nada de experiencia; no sabía coquetear, no sabía cómo ocultar su nerviosismo y siempre terminaba enredando sus palabras cuando estaba nervioso. No sabía identificar un coqueteo de simple amabilidad porque nunca lo había pensado antes. Nunca se había dado cuenta si alguien coqueteaba con él, para él siempre había alguien que era amable, nada más. Debía comenzar a darse cuenta de esas cosas y debía aprender a hacerlo él también.
Ahora, el otro problema. Si tenía suerte y Steve realmente se sentía atraído por los hombres, cosa que dudaba, el problema era si se llegaría a sentir atraído por él. Steve era un hombre. Su edad se acercaba más a los treinta que a los veinte. Steve le sacaba diez años. A su lado, Tony era un niño. De hecho, Steve lo llamaba chico o niño genio. El exsoldado no lo veía como un adulto, solo lo veía como un niño.
Suspiró.
―No tengo oportunidad. ―Se dijo en un susurro.
Llegó al dormitorio que compartía con Bruce y se dirigió directo a su cama. No tenía energía para hacer nada y su ánimo no andaba mucho mejor.
•••
― ¿Así que tuviste al pequeño genio en tu cama y no hiciste nada? ―Se burló Bucky. ―No me lo puedo creer.
Steve gruñó.
―Tony me cae bien. Ya no… no quiero hacerle daño. ―Murmuró.
―Gracias al cielo que entraste en razón. ―Sam lo miró directo a los ojos. ―Meterte con ese chico es peligroso. No debes olvidar quien es su padre. Además, está mal jugar con los sentimientos de otra persona. El chico es inocente y merece que su primera experiencia sea algo bueno y no un simple juego para un soldado con calentura y resentimiento.
Su voz se fue elevando a medida que hablaba y Steve sintió como si su madre le estuviera dando una reprimenda. Bucky se había quedado en silencio y solo observaba a Sam sin creerlo.
―No le hables así. Ya se siente lo bastante mal como para que te pongas en modo mamá gallina y además lo insultes. ―Soltó el pelinegro cuando salió de su trance.
―No. Sam tiene razón. Mi salida del ejército fue algo muy doloroso y estoy resentido. Siento un enojo que no puedo controlar y sé que no se irá en tan poco tiempo. Y no puedo desquitar mi rabia en Tony. Él no tiene la culpa de lo que ocurrió. Ni siquiera sabe la verdadera razón de mi salida del ejército. Además, todo fue mi culpa.
Se levantó y dejó salir un suspiro.
―Tony es un chico inocente y anoche estuvo en problemas. Después de lo que vi, me sentí mal por siquiera pensar en engañarlo. Me he encariñado con él y quiero ser su amigo. No quiero engañarlo ni aprovecharme de la situación.
―Eso es bueno. Estoy orgulloso de ti, Steve. Tomaste la decisión correcta. ―Dijo Sam poniendo una mano sobre su hombro.
―Gracias, Pa. ―Sonrió Steve.
Bucky comenzó a reír.
―Oh, vamos. ―Se quejó el moreno. ―Alguien tiene que ser la voz de la razón entre nosotros.
Los chicos siguieron riéndose de él.
PD: Si encuentran algún error de ortografía o redacción, se debe a que confié en mi yo del pasado y no revisé este capítulo antes de subirlo.
Domingo 13 de Noviembre, 2022.
