Código Galaxy
Capítulo 31
Arkytior podía comprender en momentos así que muchos estuvieran a favor de esa forma política, hasta a ella la impresionaba a veces. A su lado, Alione se colocaba por enésima vez el vestido blanco y las joyas en el pelo y cuello propias de su pueblo, en colores violeta, dorado y verde ambarino.
La comitiva imperial era enorme: más de cincuenta vehículos aéreos, sumada a toda la seguridad, avanzaban como un solo ente a lo largo de las calles de la antigua capital de Europa, dirección al que en su día, era el edificio de la sede de la población de ese lado del mundo. El Parlamento Europeo se había vestido de gala para recibir al emperador, Zormu se había esmerado en que todo fuera absolutamente perfecto. Tenía apretada la mano que sostenía la de su esposo, Aquión le miraba con una suave sonrisa. La calidez de su piel calmaba al líder, que se recolocó un poco la corbata con nerviosismo. Pulcramente vestidos, sus trajes de chaqueta negra eran elegantes y sencillos; no así las joyas del dictador, y que estaban bellamente pulidas.
La suave luz del día las hacía brillar un poco, y su pelo, ensortijado, estaba limpiado y peinado para la ocasión. Brynja no dudaba de sus enormes deseos de hacer que el Emperador estuviera contento, ese día todo debía ir como la seda. En palabras de Daraman, si el viejo estaba contento y feliz, ellos lo estarían mil veces más. Al final uno hasta le tomaba cariño… o eso hacía lucir ella. La chica tampoco podía decir que ese fuese un día que a ella le hiciera ilusión vivir, estaría rodeada de lo mejor del Imperio, se iba a granjear muchas amistades en esa fiesta…
Daraman sabía perfectamente de eso, y aunque precisamente la había elegido por su innegable talento – y en todos los sentidos – para acercarse al poder, también por su aún mayor deseo de asirlo entre sus manos y usarlos. Le gustaba pensar en ella como en una arañita que tejía su red por todas partes, conociendo todo de todos o, al menos, o más relevante para sus intereses. En pocas semanas sería el cumpleaños de ella y sabía sobradamente de lo que le entregaría.
Pensaba en ello para quitarse una preocupación que tenía por nombre Shamarya Yirowa. La última vez que esa mujer se cruzó en el camino, supo que se enteró de cosas que no debía saber. El cómo y a través de qué medio, lo desconocía; lo que sí sabia es que, al parecer, él ya no era el único con informantes. Suspiró pesadamente, el día se esperaba largo… Y la noche lo sería más aún, la recepción sería en la hora de la comida y se extendería hasta la madrugada. Aunque ya había estado en eventos así con anterioridad, ahora tenía ese pequeño miedo interiorizado y se lo quería quitar de en medio cuanto antes, esa podía ser su oportunidad.
Las tribulaciones de todos ellos no estaban infundadas. Eran días intensos, aquellos, quedaba poco tiempo para los Juegos Lakyos y las negociaciones de paz, aunque no parecían estar avanzando demasiado, llenaban de esperanza a los habitantes de una galaxia ya cansada de ese conflicto. Estaba enquistado, pero el destino a veces es caprichoso como los gatos, y una de las generales más importantes de ese bando tenía claro qué hacer. Ya había mandado la idea a Starlight para que la valorara, y si Resplandor podía cumplir con lo que se le pronosticaba… Edmund se estremeció a su lado, iban en uno de los cuadriplazas cercanos al que llevaba al Emperador, muy distinguible por su mayor tamaño, tono dorado e insignia del bando en color rojo en los laterales.
-¿Sucede algo?
Ella había notado perfectamente cómo él se empequeñecía en su sitio, suspiró antes de responder mientras ella movía suavemente las manos para avanzar tranquilamente, siempre en primera marcha.
-Siento que esto acabará mal…
-¿Por? -preguntó ella, sonriendo suavemente- ¿Has tenido sueños o algo?
-Tengo esa sensación, es todo… -murmuró él, pensativo- Como si todo se fuera a ir a la mierda pronto, bueno, más de lo que ya lo está.
Ella ronroneó un poco en respuesta, acariciando la pierna del chico con la punta de su cola, que normalmente descansaba sobre uno de sus muslos. Tamborileaba un poco al ritmo de la música de la radio, hasta que tocó al otro. Tenían cerca a varios vehículos más, que servían también de escolta al emperador; ese día sería la entrada oficial de la Tierra al sistema, y Zormu sería nombrado oficialmente como Presidente del planeta. Hasta ahora había estado en funciones, a partir de ahora sería valido ante todos. Parecía una cuestión meramente formal, pero muy importante para el líder; y ellos habían sido invitados. La noche anterior la pasaron cerca del frente, en Alfa Canceri 10, Ahara, el planeta del Maestro Puck.
Ahora estaban cerca en términos galácticos pero había años luz completos entre ambos mundos. Las rutas de viaje eran realmente intrincadas y se asemejaban más a los caminos de cualquier zona muy transitada; más una maraña con muchas hebras que una red de vías. No tardaron más allá de un par de horas, y porque se detuvieron un poco antes de salir para comprobar que lo llevaban todo.
-Si no quieres venir… lo entendería -murmuró ella, pensativa-. Quiero que vengas por voluntad propia, Edmund.
Este asintió con determinación.
-No tengo problemas con venir -reconoció él-. Es sólo… tengo un mal presentimiento, creo que algo malo pasará.
Shamarya asintió. Si no supiera a ciencia cierta que él no tenía poder alguno, hubiera pensado que podía tener también la predicción. Pero cuando se hicieron los análisis de la población que se llevaron a modo de aviso para los demás, les hicieron análisis de todo tipo; y aquellos sin habilidades habían sido convertidos en esclavos. La mayoría acababa en trabajos, se podía decir que normales; unos pocos tenían la mala fortuna de dar con sus huesos en entornos mineros donde ponían en peligro sus vidas diariamente… y otros tenían la suerte de ser elegidos por altos cargos. O eso pensaban muchos, Edmund al inicio se sentía muy desgraciado por tener que servir de concubino para Shamarya, aunque con el tiempo se demostró que ella no era el monstruo que aparentaba.
Se preguntaba de vez en cuando si no estaba viviendo en sus carnes una especie de síndrome de Estocolmo; si se estaba enamorando de su captor y comenzando a sentir empatía con alguien que le había quitado todo. La mujer, sabiendo de esos pensamientos, acarició su rostro usando la punta de su cola, y suspiró un poco.
-Conocerás a mucha gente hoy -se estaban comenzando a detener-, podrás comer y beber gusto, de eso no te preocupes.
-Gracias, ¿te emborracharás conmigo?
Ella negó, divertida, tras un par de rápidos movimientos dejó a un lado el cuadriplaza en el que iban y ella observó por los retrovisores. Edmund se giró y recuperó, de la parte trasera, varias armas de luz L-300 y L-400. Le entregó un par a la mujer; una se la colocó al hombro, otra la guardó en la funda a la cadera, y la tercera la dejó descansando en sus manos. El chico se limitó a quedarse cerca de ella, un par de pasos por detrás y con una sola arma en las manos. Si ella estaba al frente de la alta guardia del emperador, él se encontraría en un radio de 200 metros de donde el emperador se encontraba. Junto a él estarían varios clones del Imperio, y mucha seguridad de incógnito. Cerca del doble de lo que se veía de seguridad estaba escondida a plena luz, con una gran multitud esperando en la avenida a la llegada de Aeferis Kogaria junto a su comitiva. Tras despedirse de Edmund, Shamarya se limitó a colocarse en la posición indicada en el corto trayecto entre el vehículo que él usaba y el edificio al que entraría.
Formaban varios caballeros y amazonas del Imperio un pasillo con cinco metros entre ellos y una anchura de diez; según bajó Aeferis, sonaron las marchas propias de los altos dignatarios del Imperio y que se remontaban a aquella época primigenia, las trompetas y tambores le daban un ambiente militar y retumbaban por toda la zona como si fueran los rayos de una tormenta. Situados, los doce Xaniums presentes alzaron sus espadas y, acompañados de un coro de clones, cantaron las alabanzas ceremoniales de los antiguos emperadores y a los que Aeferis deseaba imitar. Según pasaban delante de ellos, cada uno se giraba para mirar al frente y estar de cara a la espalda del emperador, que subió las escaleras hasta llegar a donde estaban Zormu y Aquión. Tras estrecharse las manos, se giraron para que la cercana prensa retransmitiera el momento.
Shamarya observaba formando un semicírculo muy amplio junto al resto de sus compañeros, con las espadas colocadas boca abajo; el filo tocaba el suelo y sostenían el mango con las dos manos por encima de su base, como si fueran caballeros medievales. Portaban sus ropas de guerra ceremoniales, compuestas por armaduras blancas y lisas en hombreras y pecho, con protecciones en brazos y piernas. Estaban finamente decoradas con líneas doradas y capas rojas a la espalda colgando desde las sujeciones de ese mismo color. Los ojos de ella brillaron suavemente durante uno segundos, se estremeció y enarboló su espada, comenzando a correr.
De un lateral apareció una figura humanoide con un arma láser. No mostraba su cuerpo ni rostro, tampoco dijo palabra alguna ni se podía sentir nada viniendo de esa persona; dio unos pocos pasos, encañonó a Aeferis y disparó una larga ráfaga. Shamarya llegó a tiempo para interponerse entre el líder político y los láseres, que detuvo con la luz de su arma a una velocidad inusitada, se movía con agilidad y mientras ella estaba en ello, el resto de compañeros se dividieron para proteger al emperador y en perseguir y atacar en grupo. Pero cuando se dispusieron a disparar al atacante, este corrió en dirección a la multitud, y que había sido testigo de lo sucedido: sin embargo, en vez de escabullirse, dio un enorme salto para ser alcanzado por los láseres de los clones presentes. Derribado cayó al suelo como un saco de patatas, en apariencia inerte, aunque Shamarya miró, durante un instante, a las espaldas del emperador; escondido detrás de Zormu, temblaba como una hoja y el miedo se le notaba en el rostro.
-¿Está bien, Emperador?
El aludido salió de detrás del otro, que le colocó la ropa con cuidado, y tras prepararse a sí mismo, invitó al máximo dirigente a entrar al edificio con un gesto.
-La seguridad se encargará de esa persona, no se preocupe -le aseguró, con una suave sonrisa, aunque el otro no parecía muy convencido-. Shamarya, ha hecho un gran trabajo, habrá que condecorarla, ¿no cree?
Esta se dio cuenta de que por allí estaba la Representante Foreman, y delante de ella, con el arma en la mano lista para atacar, Alione.
-Sería un honor -ella dio una suave inclinación a sus líderes-. Vuelvo con el resto a seguir con la seguridad, con su permiso.
No esperó a que se lo concedieran y volvió con los suyos, a los que se encontró rodeando el cuerpo inmóvil de esa persona. Ella corrió en esa dirección, se alegraba de tener a muchos clones de respaldo porque estaban conteniendo bien a la gente y su nerviosismo; en otras circunstancias pudo haber habido una verdadera tragedia ya no sólo por el intento de magnicidio; sino por que la gente se podría poner muy nerviosa y haber tumultos y muchos problemas. Según se acercaba se dio cuenta de que sus compañeros estaban algo desconcertado.
-¿Sucede algo, Kastión?
El aludido asintió, y se incorporó. Era de la misma especie de el maestro Puck, la cabeza de él llegaba a la altura de las rodillas de la mujer, que le sonrió un poco cuando se subió a su hombro con facilidad. Su especie parecían muñecos, aunque su poder podía llegar a ser enorme.
-Creo que nos han tendido una trampa, porque no tiene rostro…
Shamarya observó esa parte del extraño, tras levantar con delicadeza las prendas que cubrían la cabeza. Suspiró pesadamente, y se levantó con cuidado, pensativa.
-Sigamos con lo planificado, apostaos en las localizaciones decididas y vamos a ello.
El resto asintieron, y fueron entrando al edificio por las diferentes entradas ya predeterminadas. Mientras andaba, los ojos de Shamarya brillaron suavemente y Kastión se dio cuenta de ello, la observó con interés.
-¿Sucede algo?
Había una suerte de rumor respecto de sus poderes, sólo confirmado por ella a sus más cercanos y que se reducían a Starlight y Barugo, y ahora se había extendido a Beatrice – y que tenía claro que jamás llegaría a sustituir plenamente a Seriel – y Edmund. Los demás, aunque lo podían intuir más o menos, no tenían más pruebas de su capacidad de predicción. Incluso entre los Xanium era algo mitológico esa cuestión.
-No, todo en orden -aseguró, sonriendo-. Sigamos adelante, quiero poder tomarme alguna copa durante la fiesta, ¿y tú?
-No estaría mal, aunque no hay que beber estando de servicio, ¿no?
-Créeme, después de esto, nadie querrá intentar nada más.
Mientras entraban al edificio, Kastión bajó del hombro de la mujer y salió corriendo por los pasillos mientras los demás se limitaban a irse incorporando a sus plazas para tenerlo todo bien vigilado. Shamarya, por su parte, fue a uno de los baños de la planta baja para poder beber agua, así que tras disculparse con los demás entró al mismo y se acercó al lavabo más cercano, lavándose las manos con cuidado.
-Debo reconocer que me sorprendió, todo esto…
-Soy consciente -de uno de los baños salió el atacante-. Me llamo Nadie, creo que aún no me había presentado, Shamarya.
-Te he visto en algunas de mis predicciones… -murmuró ella, sin llegar a girarse- ¿Eres…?
-Yo soy yo, no hay mucho más que añadir.
-Muy bien, Nadie -comentó la mujer, usando sus manos a modo de tazón-. ¿Qué necesitas de mí, que no soy más que una humilde Xanium?
-Creo que ya sabes cual es tu destino, yo te ayudé a verlo…
Shamarya asintió, vaya que si había visto cosas interesantes. Estaba deseándose encontrar con su destino, y sabía que sería en muy poco tiempo. En apenas un mes después de los Juegos, para los que quedaban apenas dos semanas.
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En Asmara las cosas para el grupo seguían su curso sin mayores contratiempos para ellos. Odd parecía más relajado después de un par de noches de vuelta con el resto tras su encierro disciplinario. Jeremy no podía estar más contento, al final su amigo era un buen muchacho y sabía mejorar cuando cometía errores. Era su familia a esas alturas y, que hubiera madurado – aunque fuera a golpes – le enorgullecía. Hablaba y reía como antes, aunque Aelita se olía algo malo en él. Estaban en las duchas de las chicas, charlando animadamente entre ellas tras una jornada de entrenamiento y descansando; luego tendrían reunión con Naipe para las tácticas que estaban aprendiendo.
-Hay que reconocer que es muy guapo -estaban hablando de algunos actores de la Tierra-. Pero no le conozco más películas que esas de súper héroes.
-¡Me flipa la idea de ver historias así! -exclamó Fan, sonriendo- ¿Podremos ver algunas un día?
-Para eso tendríamos que volver a vuestro planeta, ¿no? -comentó Ritmo- No sé si los mandos querrán recuperarlo…
-Es una pena, pero ya me he mentalizado en que no lo harán -Aelita mantenía los ojos cerrados bajo el agua, dejando que corriera por su cuerpo-. Deberemos ser nosotros, en plan comando, los que echen al cabrón que esté al mando.
-¡Eso sería increíble! -reconoció Compás- ¿Pensáis que el jefe Jeremy querrá también?
-Si no, Lita siempre le puede convencer -bromeó Yumi-. Una sonrisa y le mueves esas caderas tuyas y lo tienes convencido.
-Desde luego tiene bastante poder de persuasión sobre él -reconoció Lectra, con cierta diversión- Me pregunto por qué será…
Estalló en risas cuando la aludida se sonrojó suavemente, era algo que venía queriendo desde hacía tiempo, pero… no llegaba el momento. Aún. Pero sabía cuándo, y estaba deseando que así fuera. Le lanzó una sonrisa divertida a Yumi, y se le acercó suavemente.
-¿Y tú, es que no te es suficiente los entrenamientos que luego tienes fuerzas de andar haciendo manitas con Ulrich bajo las sábanas?
La otra se rio también y asintió, eran ratos muy agradables entre ellas al calor del agua y la humedad, les venía bien para destensar un poco y hacer grupo. Aur también se había aproximado más de lo habitual a su pareja, que la abrazó por detrás.
-No es mi culpa que él me meta mano por las noches, Lita -le comentó-. Además, tú haces lo mismo con Jeremy, los gemiditos y las risitas os delatan…
Las clones se rieron al ver a la otra sonrojarse algo más de lo habitual y negar con ganas, yendo directamente a por la toalla para salir de allí.
-Oye, no es nada malo, nosotras hacemos lo mismo con Oddy -comentó Ritmo, colocando sus manos en los hombros de la otra-. Aunque se supone que vosotros no podéis… creo que simplemente hacen la vista gorda, como soléis decir.
-Mientras no nos vean no será un problema -respondió entonces la chica-. Los casos que se saben, tipo los de Star y Seriel, que no podían ser más evidentes.
-Dicen que ahora tiene otro amante -comentó Fan, yendo con las otras-. Una mujer de la Tierra…
-¿Cómo se sabrán esas cosas, tío? -murmuró con sorpresa Yumi- Es decir, es sorprendente, ¿no? Que esas cosas se descubran…
-Apareció en las negociaciones con una mujer que le parecía muy cercana -explicó Aelita-. Me sorprende, eso sí, que ahora esté con otra persona…
Yumi asintió, esa era la segunda sorpresa de la noticia. Entre ese y otros temas volvieron a su zona privada para cambiarse y prepararse. La mayor se había agenciado de unos tintes naturales que servían a modo de maquillaje pero sin tantos químicos, y que a las clones les habían encantado. El mercado interno de la base republicana era verdaderamente amplio y entre las muchas cosas que tenían en venta, había productos de belleza para hombres y mujeres; Yumi no pudo resistirse y compró para todas.
En la primera lección logró que ellas pudieran hacerse la base y la línea del ojo sin peligro a que se hicieran daño y les quedara bonito; serían guerreras, pero no dejaban de ser personas normales que, al final del día, les gustaba sentirse de alguna forma, especiales. Y de esa manera se diferenciaban algo más de las miles de hermanas que tenían, además de por sus característicos nombres.
Mientras el resto de chicos se aseaban también, Jeremy había aprovechado que había salido antes para ir con Seriel a por las armas de luz de los demás. Había tardado algo más por sus muchas tareas como general; ya había revisado las espadas de luz, y ahora, a motivación del chico, habían creado unos escudos de plasma precisamente para usarlos en conjunto. La idea sorprendió a todos, sin embargo los había diseñado él mismo y tenían una características que los hacían muy… interesantes. De paso, también había finalizado unos regalos para los demás, incluido, claro, Odd. Andaba por los pasillos algo nervioso por lo que venía, según subió a la planta en la que se encontraba el despacho de él, se plantó ante la puerta y llamó a la misma.
No entró hasta que el otro dio permiso, y se lo encontró en la mesa con muchos papeles, la cara con cierto nerviosismo y un mapa de la galaxia en formato holográfico cerca con muchas marcas de todo tipo; él reconoció varias de ellas por su formación, y por lo que pudo ver en un vistazo… las cosas no se movían casi.
-Buenos días, General -hizo el saludo propio mientras este ni le miraba-. Había venido a por el armamento, quedamos en que sería hoy, señor.
Este asintió, levantándose. Se dirigió sin mediar palabras a un pequeño refrigerador del que sacó un licor; y tras echar unos hielos en unos vasos, se sirvió una copa y le entregó una segunda a Jeremy. Este se limitó a oler aquello, el fuerte aroma a alcohol le echó atrás pero comprobó que el otro se lo bebió de un trago. Puso mala cara por la intensidad del sabor y suspiró algo.
-No sé qué hacer, Belpois… -murmuró- Estamos en un punto muy jodido… hay que ir con pies de plomo, ¿sabes?
-L-lo sé, señor…
-No, no sabes nada… -suspiró con fuerza- Es una mierda, esta guerra, y puede que escale a más… ojalá me equivoque… -su mirada se perdía en las diminutas personas que iban y venían en el patio, el chico se colocó a su vera- En fin, tus planos son muy buenos, ¿de donde sacaste esas ideas?
-Por un videojuego -comentó él, sonriendo-. Es una sorpresa, los tengo casi listos, esta… misma noche, tras la última reunión, se los entregaré.
En la mesa del mayor, cercana a donde estaban, pudo ver varios objetos. Se trataba de tres pares de guanteletes, un cinturón con una cadena; unas botas altas, una pechera y un par de tubos bastante finos y delicados. Los guardó en una bolsa que le entregó Seriel, y este se limitó a beber del vaso de Jeremy también. El chico le miró con sorpresa, él suele ser bastante serio y poco dado a excentricidades. Ese día parecía en un mal momento, desde luego, y no parecía pasar por su mejor día. Fue entonces que el chico cayó en la cuenta de por dónde iban las cosas, y negó.
-Si has visto las noticias, Starlight parecía estar con otra persona en las reuniones que tuvo para la paz… - se rascó suavemente la barba entonces- No es ese el problema, Belpois, aunque sea el amor de mi vida la perdí en el día que ella dio el golpe de Estado, no, no…
Se recostó en su asiento, pensativo. Jeremy se limitó entonces a encaminarse a la salida cuando el otro le detuvo agarrándole del brazo con cierta intensidad.
-¿Sucede algo?
-Tú… en los informes psicológicos, dijiste que eras el líder de tu grupo al usar el ordenador cuántico que había en vuestro planeta, ¿verdad?
-Así es, por eso también me eligieron su superior.
-Te… ¿puedo hacer una consulta? -eso sorprendió muchísimo al chico- De líder militar a líder militar… ¿es lícito matar a mi… llones para salvar a miles de millones?
El chico dudó un poco, iba a responder cuando tocaron a la puerta.
-Piénsatelo -murmuró a su oído- ¡Adelante!
Asmeya apareció por la puerta y saludó a su superior, y sonrió al chico un poco, al que también le dio ese tratamiento. Aprovechó ese momento el más joven para salir de allí y volver con los demás, preguntándose a qué vendría esa pregunta. Debía tener una duda muy importante para recurrir a alguien inexperto como lo era él, que no dejaba de ser un novato en esos asuntos. Sí, había comandado a su grupo en la guerra contra Xana, y tuvieron problemas morales pero… desde luego no a la escala que proponía el mayor.
¿Qué tendría entre manos? Algo muy grande, desde luego más potente que las armas que vieron usar contra la Tierra el día de la invasión. Se estremeció con sólo pensarlo, aunque, ahora que lo pensaba, igual era sólo una prueba… no sería la primera vez que le hacía cuestiones aleatorias o tramposas para ver por dónde salía. Sí, eso debía ser, se dijo mientras se colocaba sobre el ascensor cuántico.
Según volvió hasta la planta se encontró con que Naipe ya estaba dejando pasar a Muralla y Ventura a la sala que les había servido de aula hasta entonces, tenía unos papeles en las manos y parecía algo nerviosa, sin embargo le sonrió y estrechó la mano. Seguramente venía de algún asunto importante, así que, tras cuadrarse ante el chico, entraron juntos a la sala. Se sentaron en una de las sillas que estaban vacías, reservadas a los maestros, y fueron preparando todo mientras el resto cuchicheaba entre ellos con mucho interés, formando un suave y agradable murmullo. No tardaron en terminar de preparar la exposición, Jeremy carraspeó un poco.
-Muchas gracias por venir, tardaremos poco, os lo prometo -comenzó Naipe-. Antes de comenzar con el repaso a las tácticas que hemos ido preparando y ensayando, nuestro superior os ha preparado unos… regalos.
Jeremy les fue tendiendo uno por uno los diferentes objetos: a Odd le entregó el cinturón, que recibió con ciertas sorpresas junto a uno de los pares de guanteletes; a Yumi, el segundo par de guanteletes y los dos tubos menores; a Aur el tercer par, a Lectra la pechera; y a Ulrich, le entregó las botas. Ellos recibieron aquello con sorpresa, observando con interés aquellas cosas mientras los clones aplaudían y silbaban con ganas, riéndose de las caras de sus superiores, que se limitaron a agradecer el gesto del chico. Según volvió con Naipe, esta le entregó los papeles que ella sostenía y lo que se asemejaba a un mando de televisión.
-Bien, lo primero, eso que os he entregado os servirán para usar mejor vuestros poderes… o antiguas armas -mandó mantener el silencio con un suave gesto de la mano-. Dicho esto, repasemos las estrategias, os recuerdo que tenemos tres, ¿alguien me las nombra?
-Formación lanza, tortuga y escarlata, señor.
-Correcto Fan, ¿y para qué servían?
-Para atacar, defender la posición y avanzar si nos atacan constantemente.
-¡Perfecto! -sonrió- Bien, y cuando os ordeno abandonar la tortuga, ¿qué hay que hacer?
-Golpear al enemigo con los escudos, señor.
-¿Y cual es la forma ideal de iniciar un combate en el que estamos en inferioridad numérica?
-La escarlata, señor.
El aludido asintió, satisfecho por las respuestas de Ritmo y Compás. Les mostró entonces uno de los escudos que había estado preparando, junto al resto de clones, y se lo colocó en el antebrazo. Se trataba de un rectángulo que tomaba la mitad del mismo, aunque dejaba libre la muñeca y el codo. Según lo activó se formó una circunferencia blanca del mismo tamaño que toda la extremidad; salió un segundo al pasillo seguido de los demás y se colocó de cara al otro extremo. Hizo un veloz movimiento como si su brazo fuera una cortante espada y del plasma emergió una energía cortante en forma de honda que recorrió la estancia hasta impactar en la pared al otro lado.
-¡Cómo mola tío! -exclamó sonriendo Ulrich- Aunque… ¿no tendríamos demasiadas armas ya? Entre cosas y cosas…
-Vamos a la guerra, nunca debéis quedar desarmados o sin protecciones, eso lo aprendí con Xana, ¿os acordáis de las muchas veces que intentó matarme a mí o a Aelita?
-Debemos ser autosuficientes… -murmuró Odd- Por eso nos das estas cosas, ¿no?
-Exactamente, y… bueno, dejemos temas oscuros para otro día, ¿vamos a cenar?
El resto asintió, era ya la hora y tenían algo de sueño. La última en irse alejando, a la espera de que Jeremy terminara, fue Aelita. Comprobó que lo recogía todo y le tomó de la mano cuando salieron de la habitación juntos, con la cabeza de ella en su hombro. Odd era consciente de la escena, aunque no la veía, pero lo que no sabía era las dudas de ella, y que su pareja notó.
-Últimamente… te noto distraída cuando estamos a solas, como ahora… ¿sucede algo?
Ella se limitó a pensárselo unos segundos, y le acarició en la mano.
-En realidad… hay algo que debo contarte… pero…
-Si no te sientes segura, no lo hagas -le sonrió-. Oye… para mi eres alguien muy… especial, Lita, y yo…
-Temo perderte también -reconoció ella, habían llegado hasta el ascensor, pero se habían quedado al lado del ascensor -. Te… amo, Jeremy.
El chico se limitó a acariciar su rostro y la besó con cuidado en los labios, que ella respondió con mimo y acercándole con los brazos.
-Yo también… -murmuró él, pasó sus dedos por las mejillas de ella, y colocó su frente con la de Aelita- También te… amo.
Se besaron de nuevo, esa vez con más ganas y acariciando el cuerpo del otro, no se detuvieron hasta que el aparato se puso a funcionar por su propia cuenta y aparecieron en las cercanías de la cafetería, en la que entraron juntos y parecían más… cercanos, notó Ulrich, sonriendo por lo que veían. Yumi, a su lado, recogía unos platos para ella mientras cantaba suavemente. Ya los clones estaban yendo a la mesa, junto a Odd, que por supuesto vio aquello.
-Bueno, ¿estáis nerviosos por lo que viene?
A la pregunta de Yumi, ellos asintieron, tomando sus cosas.
-Por supuesto, más por el destino que tendremos tras los Juegos, ese día… saldremos de nuestra zona de confort y de la seguridad de este sitio.
-Eso es verdad, me temo… -comentó Ulrich- Gracias por cuidarnos tan bien.
Jeremy asintió, aunque seguía en cierta medida preocupado por Odd, se le veía bien pero no se le quitaba de la cabeza sus malas palabras cuando salió de su encierro. Iría a hablar con la clon que estaba de seguridad esos días, la tal Arena. Ella le podría dar más información, aunque lo más seguro es que fuera solo su preocupación haciendo mella en él. Iría en el turno de noche, mientras el resto se preparaba para dormir, ser líder era un trabajo… complicado y duro por cosas así.
Se limitó a disfrutar de la compañía de los demás, riéndose de las chanzas y bromas de Odd, de los comentarios de los clones, y de cómo Ulrich seguía siendo un gruñón con todos menos con Yumi, a la que hacía ojitos de vez en cuando. Sin embargo, era consciente de que aquella sería de las últimas veces que podrían estar todos así, y si bien deseaba equivocarse, era muy posible que algo muy malo pasara. El día de autos les daría una buena arenga para tenerlos motivados, con ese pensamiento se limitó a disfrutar del resto y a cenar.
-Bueno, estoy algo cansado y me gustaría ir a dormir, nos vemos en el cuarto, chicos.
Odd se levantó con parsimonia, y tras despedirse los demás, fue hacia el cuarto. Aur, al otro extremo de la mesa, bajó la vista unos segundos y tomó la mano de Lectra con fuerza, que respondió al gesto con un apretón algo fuerte y un asentimiento. Los colores de su piel y rostro eran de color violeta, señal de desconfianza pero no a su compañera, sino… más en general, los de su especie eran bastante evidentes cuando se lo proponían.
-Por cierto, Jeremy, ¿nos explicarás tus regalos?
-Es una sorpresa… -aseguró, sonriendo- Luego os diré, si tanto queréis.
No respondió hasta ver bien lejos al otro.
-Sé que no hemos sido muy cercanos en este tiempo, y que no solemos ir a todos lados, pero… -se lo pensó antes de seguir- Pienso que nos irá mejor así, y Aur parece muy cercana a Odd.
-¿Te preocupa eso?
-Sé que no me será infiel, si te refieres a eso -les dijo ella-. Pero sí sobre las habilidades de ambos, eso sí me perturba.
Mientras el resto estaba a esa conversación, Odd y Aur llegaron definitivamente hasta el cuarto de los chicos, donde él se limitó a sentarse en su cama con ella a su lado. Ella le sonrió cálidamente y agarró la zurda de él entre las suyas, mientras los ojos del chico brillaban suavemente en un tono dorado.
-Mis visiones se vuelven cada vez más largas e intensas, Aur, aunque se repiten en bucle una y otra vez… -murmuró, algo nervioso- Incluso cuando tengo los ojos cerrados porque me estoy riendo o durmiendo, las puedo ver… ese Señor del Espacio tiene mucho trabajo últimamente.
-Lo sé, Odd -respondió ella-. Ya verás que le encontramos una solución.
-No veo cual puede ser, la verdad -murmuró él, mirándola-. Fíjate, Jeremy me acaba de entregar los mismos guantes y cinturón que llevo en esa visión, y no parecen demasiado desgastados.
La mujer suspiró un poco, por mucho que lo había intentado, él parecía más que dispuesto a abrazar su destino sin dudarlo. Aunque pudiera ser algo contraproducente para ellos.
-Igual son una versión nueva, y seguimos sin saber de quién se trata…
-Ya lo descubriremos.
El chico se recostó en la cama, y Aur, sabiendo que pedía intimidad, fue a levantarse pero él la detuvo. Cuando se giró, se lo encontró recostado en la cama, de un lateral, invitándola a unirse a él. La chica le miró con sorpresa pero se dejó hacer, mientras él le hacía hueco.
-¿Sucede algo?
-Me siento algo sólo…
-Están las clones, ¿no?
-Sí, pero…
-¿Pero?
Odd parecía dudar, así que se limitó a negar suavemente y se dejó caer en la cama así que ella siguió adelante hacia el cuarto de las chicas con cierta… sorpresa. Sabía que ella no le gustaba, era evidente cuales eran sus deseos a ese respectivo. Entonces… ¿qué sucedía?
-Necesito… bueno, quiero saber si podré contar contigo para lo que quiera que venga.
-Por supuesto que puedes -le aseguró ella, sonriendo-. Eres mi compañero, y yo soy tu lectora personal, tu caminante privada, ¿recuerdas?
-¿Incluso si eso me llevara a…?
Cuando iba a hablar, se abrió la puerta y los primeros en entrar fueron los clones, así que Aur se separó como un resorte del otro y se limitó a acercarse a ellos, sonriendo como siempre, mientras Odd maldecía su mala suerte.
Por su parte, Jeremy había cruzado el patio y ya se encontraba en el interior de la zona de prisión. Esperaba encontrar allí a Arena y que no estuviera fuera de su turno o tardaría en dar con ella como tuviera que ir hasta la zona privada para los clones. Según llegó a la planta donde antes estaba su amigo, se la encontró pegada a un ordenador, tecleando a toda velocidad. Parecía entretenida y, sobre todo, ocupada; cuando se disponía a salir de allí para volver con el resto, ella se giró al escuchar sus pisadas y se levantó.
-¡Cadete, no le había visto, me disculpo!
Ella le saludó con la seña típica y él se lo devolvió, momento en que se acercó.
-Perdona si estabas ocupada, yo…
Ella suspiró y le restó importancia.
-Sólo revisaba… información antigua de mi expediente, es todo.
Jeremy la miró con sorpresa, sin embargo, tenía algo que solventar.
-Venía para saber cómo estuvo mi compañero, Odd della Robbia, mientras estuvo aquí.
-Pues… bien, ya digo, no hacía demasiado los días que trabajaba, y cuando no, a veces hacía algunos ejercicios con su propio peso.
-¿Llegó a decirte algo?
-Hablaba en un idioma raro algunas veces, no le entendía, supongo… -ella comenzó a revisar en el ordenador de su mesa- Que era vuestro idioma natal, mire.
Le puso la vista general del pasillo, aunque el audio era lo más relevante porque, precisamente, era la voz de Odd la que se escuchaba. Si no se sabía grabado, él hablaría con la verdad. Más si lo que decía, lo hacía en francés y no en la lengua común de la República. Así debía sentirse seguro, Jeremy suspiró algo.
Esos miserables… ¡Me encerraron aquí, sólo y sin amigos! Aunque, quién quiere enemigos teniendo a esos capullos de amigos. Estaría mejor yo sólo… Sí, sin duda lo estaría… Me pregunto quienes serán las personas que veo en mis visiones, esa mujer en lo alto de ese edificio… joder, ¡otra vez!
En ese momento hubo un casi imperceptible crepitar en la imagen, pero todo parecía en orden. El audio seguía.
Sí… sin duda eres un cobarde… estaré encantado de chillártelo a la cara, mi buen amiguito… Tampoco hay duda del palo en la rueda… Comenzó a reírse en ese momento. Pensaba que se venderían más tarde, pero los odiosos regalos de esta…. puta mierda… de República les han cegado, ¡creen de verdad que pertenecen a esto! Joder, con…
Jeremy no fue capaz de escuchar más y paró el vídeo, nervioso. ¿De verdad habría pensado todo eso? Con razón estaba así el día que fue a buscarle… ¿Se habría recuperado ya?
-¿Esto… cuando pasó?
-Al segundo día de estar aquí, el resto estuvo en casi silencio, señor.
-Entiendo… -suspiró un poco- Muchas gracias, si… te puedo ayudar con lo de tu expediente, dímelo, ¿vale?
Arena le miró con sorpresa al inicio pero asintió con efusividad. Estuvo cerca de darle un abrazo pero se contuvo, y le invitó a sentarse a su lado.
-Estaba revisando en especial la parte médica, no sé si… sabrás en especial de eso.
-Poco, pero bueno, algo podremos hacer, ¿sucede algo?
-Sí, no… bueno, a ver cómo te explico, mi… unidad es, bueno, defectuosa.
-Supongo que vendrá ahí la razón de eso, ¿no?
-Debería, pero no aparece, mira.
Ella se metió en su perfil privado como clon tras identificarse, y cuando quiso entrar a esa parte, estaba vacío. O, mejor dicho, inaccesible para ellos. Eso era raro, pensó Jeremy.
-Probaré con el mío, a ver si es algo general…
Para sorpresa de ambos, podía verlo todo sin problemas. Arena suspiró pesadamente.
-Soy tan inútil que ni sé entrar a mi perfil…
Parecía realmente compungida, al punto de tener los ojos acuosos.
-Aquí sucede algo raro, no es cosa tuya… -murmuró- Apúntame tu número de escuadrón original, a ver si es una cuestión de falta de información.
Ella así hizo, Jeremy comprobó que podía acceder sin problemas a la nota que ella había hecho en el ordenador que llevaba en el guantelete, y suspiró un poco.
-Mi amigo… bueno, digamos que tampoco está pasando por su mejor época, al menos ahora parece mejor, la verdad, pero…
-De vez en cuando también tenía pesadillas, se removía mucho en sueños.
Jeremy asintió, y se levantó de la silla pensativo.
-Muchas gracias, Arena… -murmuró- ¿Cuándo acaba tu turno?
-En veinte minutos, ahora vendrán los de noche, ¿por?
-Creo que nos podremos ayudar mutuamente, si quieres claro -Arena no se lo pensó demasiado y asintió, así que él le anotó en su propio guante la información de dónde estaban ellos-. Mi grupo tardará aún una hora y algo en comenzar a dormir, así que no te preocupes de la hora.
-Gracias, cadete, yo no…
-Llámame Jeremy -le pidió, sonriendo-. En cierta medida… también soy alguien defectuoso.
-Yo… le noto sano, señor.
-Lo decía por meterme donde no me llaman, la verdad.
Tras despedirse, salió dirección a su planta pensativo. Aquello era raro, y ya que le había ayudado él e devolvería el favor echándole una mano con eso. Puede que fuera un fallo del aparato, o que tuviera algún tipo de información privada o algo… luego revisaría con el resto de clones, a ver qué encontraba. Así, se entretendría con aquello y podría hacer algo diferente a lo que venía haciendo cada día.
No tardó demasiado en llegar al piso, donde el resto descansaba en la sala de los chicos todos juntos. Tras saludarles, se sentó al lado de Yumi y Fan, que le hicieron un hueco. Estaba probando la primera el regalo de antes, y parecía encantada.
-Tío, te has pasado… ¡los abanicos funcionan genial, mira!
Ella se levantó según él se acomodaba, en sus manos tenía el par de tubitos que le había entregado. De un veloz movimiento los abrió, estaban formados por el mismo material blanco que espadas de luz y escudos, su belleza era innegable. Se podían abrir y formar círculos casi completos; si los lanzaba a modo de boomerang volvían, e incluso, formar esferas perfectas que usar a modo de guantes de boxeo.
Los guanteletes de ella, por otro lado, tenían una apertura en sus palmas que le permitían usar sus poderes fácilmente y generar sus hondas, era sin duda genial y Yumi no pudo evitar darle un gran abrazo. Aur, por su parte, los había probado igualmente y los revisaba con mucho interés, tocándolos con una sonrisita.
-¿Te gustaron los tuyos, Odd?
-He visto que puedo disparar mis flechas láser de nuevo… -murmuró, sonriendo- Gracias, es… un regalo cojonudo, tío.
-Pero ten cuidado, no te podré cargar tan fácilmente como en Lyoko, úsalas bien, ¿eh?
El aludido se rio un poco y asintió, notó que ya se había puesto el cinturón también. La cadena resultó ser una cola biónica que se movía con sus propios pensamientos, como si fuera una totalmente natural; las botas de Ulrich no tenían más particularidades que su propia función, pero eran realmente bonitas, a juego con su atuendo habitual. Lectra, tras ponerse el peto, se dio cuenta que sus pulmones se llenaban de más aire de lo habitual, lo que le ayudaría a aguantar el aliento para poder usar sus poderes más tiempo.
-¡Oye! ¿A dónde te fuiste antes, tras la cena?
-Quería ver a una clon, nada relevante, pero me ha pedido que le eche una mano con una cosa -explicó-. Ahora en breve vendrá, trabajaremos en otro sitio así que no os molestaremos.
-Mientras no vuelvas a perder horas de sueño… -Aelita sonó preocupada- Te conozco, ni s te ocurra hacerlo, ¿vale?
-Te lo prometo.
La besó en la frente y ella se dejó, asintiendo. Odd se levantó entonces, y se limitó a ir hasta su cama, en la que se recostó. Imitándole, el resto se fue dividiendo en grupos más pequeños para irse preparando, y en pocos minutos precisamente llegó Arena. Por cortesía no llegó a entrar a donde estaban los demás, así que se limitó a esperar fuera mientras el chico se preparaba. Resolvería ese pequeño entuerto a modo de agradecimiento como que se llamaba Jeremy.
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Yekira meditaba debajo de un árbol en las cercanías de la base de entrenamiento imperial, junto a ella aprendía Suzanne a relajarse; hasta el punto de quedarse en un cercano estado de sueño que a la mujer le sentaba de maravilla. Cerca, Jim y William se habían dedicado a diseñar estrategias, mientras Patrick se entretenía con los clones jugando al fútbol. De vez en cuando Laura desaparecía y aprovechaban esos ratos para dispersarse, como en esa ocasión. Daban por hecho que estaría con otros mandos, y así les dejaba en paz un rato.
-Qué paz… son mejore que mis tes… -murmuraba Suzanne, con un murmullo- ¿Soléis hacer esto a menudo en tu pueblo, Yekira?
-Cada día -respondió, con el mismo tono relajado-. A Patrick también le calma muchísimo… es la mejor forma.
No dejaba de ser una técnica de respiración profunda en una postura cómoda y relajada, con las piernas semi estiradas y el cuerpo apoyado en el tronco, con las manos sobre las rodillas. El suave sonido ambiental acariciaba sus oídos, la naturaleza les rodeaba en aquel enclave y, cuando estaban así, disfrutaban bastante más de sus encantos. Y de paso hacían piña, para Jim eso era fundamental.
-Puede que ayude que tú seas la maestra.
-Lo hace -reconoció, sonriendo-. Estoy conectada a él, y viceversa, esa es… la sensación más increíble del mundo, ¿la has sentido?
-He sentido amor, si te refieres a eso, pero…. Bueno, no siempre sale bien.
-El amor y la conexión se suelen confundir -comentó Yekira, abriendo los ojos-. Son conceptos similares, pero no iguales… te puedes enamorar de mucha gente, si vives lo suficiente -ella se estiró un poco, sonriendo -. Pero la conexión es sólo con una persona.
Miró a Patrick de la misma forma que Suzanne miraba, antaño, a su exmarido. Suspiró algo, juventud divino tesoro.
-Tendremos que volver pronto, no me gustaría ir con el tiempo demasiado pegado.
Se levantaron ambas con parsimonia. Jim y William se habían acercado a echar un fútbol con los clones, y ellas se acercaron a ver el espectáculo, recogiendo por el camino las notas de ambos. Eran monigotes con palabras y flechas en francés que enmarañaban todo, Yekira pudo entender algunas cosas por sus pocas nociones del idioma que le había enseñado Patrick, y que en esos momentos corría con el balón entre los pies.
-Yo era profesora de ciencias en Kadic, el lugar donde ellos estudiaban -comentó la mayor, pensativa-. Me solía quejar de los balonazos que a veces pegaban en las clases de gimnasia… ojalá recibir diez al día, significaría que estaríamos allí.
-Echas de menos tu hogar… -Yekira asintió despacio- Yo también, la verdad, me… encantaría volver cuanto antes, cuando tenga cumplida mi misión.
-¿Acabar con el Imperio?
-Sobre eso… -la chica miró hacia los lados- ¿Puedo… confiarte algo?
-Desde luego -comentó ella-. Estas mejorando tu francés, desde luego.
-Gracias… -murmuró- Verás, yo…
Cuchicheó algo al oído de la mayor, que se inclinó para ayudarla. Al saber de aquello, Suzanne sonrió y posó una mano en su hombro. Mientras caminaban, el resto se fue congregando en torno a donde estaba Patrick, se había dado un buen golpe con Hielo mientras defendía la portería; Estrella no pudo detener el chute del chico, que lo lanzó antes del impacto.
-Cada vez trabajamos mejor en equipo, tu idea está funcionando perfectamente, jefe -felicitó Tornillos a Jim-. ¡Además, es súper divertido!
Este sonrió muy satisfecho.
-Por eso soy un líder nato… -murmuró, haciendo la señal de la victoria con los dedos- ¿Os he contado esa vez en la que…?
-Sí, Jim, lo has hecho -respondió William, encaminándose de vuelta-. Vamos a las duchas, huelo a humanidad…
El resto se rio un poco, mientras el mayor refunfuñaba. Ese día sería de los últimos en los que podrían convivir así antes de ir a los Juegos Lakyos. Yekira les habló de ellos, y Laura les confirmó de su existencia; en los que, por supuesto, iban a participar. Llevaban escuchando un tiempo de ellos, pero no habían tenido tiempo de preocuparse de ellos hasta que, una mañana, la teniente Gauthier se había presentado con el anuncio.
-Por cierto, Yekira, lo que me has contado, ¿lo sabe alguien más?
-Más allá de los implicados, sólo Patrick y Jim -respondió, sonriendo-. A él… bueno, que te voy a contar que sea nuevo, ¿no?
-Ojalá pongamos pronto de nuestro lado activamente a los clones…
Estos habían prometido no interferir, pero tampoco ayudarían, en su intento de deserción. Tenían un plan, ya sólo quedaba ponerlo en marcha. El mismo que estaban creando a ojos vista los chicos, pero al estar en francés y con muchos garabatos… no era peligroso que alguien lo viera, a decir verdad.
-En fin, me voy a adelantar, ¡hasta ahora!
Mientras, Laura estaba en la habitación de las chicas. Se quitaba las prendas que había usado hasta el momento, en una maletita que se localizaba bajo la cama y que colgaba de las maderas del somier. Dejó un objeto oscuro en su interior como lo último en guardar, y se estiró un poco, algo cansada.
-Pronto… muy pronto… -murmuró- Ya sólo queda el acto final, en los Juegos… y todas las fichas caerán como si fueran de dominó… Así se dice en la Tierra, ¿verdad?
Se giró, y vio la figura de una mujer aproximarse, con dos espadas de luz en las manos. Había sentido su presencia en cuanto llegó.
-Será mejor que te detengas ahora, aún que puedes..
-No pienso hacerlo…
La mujer se limitó a acercarse, despacio, y Laura tomó su espada de luz también.
-En ese caso… tendré que detenerte yo misma… Larfiria.
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Bien, ¿Qué os parece? ¿Os gusta? Como siempre, comentad, decid que os gusta y que no etc... Para acabar, me despido, hasta la próxima, y que la inspiración os acompañe. Código Lyoko ni ninguno de sus personajes me pertenece.
