Rurouni Kenshin y todos sus personajes no son míos son de Nobuhiro Watsuki, por si alguien no se había enterado todavía
Wow, cuántos reviews, parece que estabais deseando que las cosas se pusieran tristes y dolorosas, pero por mi ningún problema, cuántos más enviéis mejor así que vamos a contestar por orden de llegada:
kaoru kendoka: tranquila que yo también tengo exámenes y se lo que es eso, y yendo al fic, en este capitulo se explican los sentimientos de Kenshin y cómo están las cosas según él, igual que el anterior Kaoru explicaba cómo veía ella las cosas, en el siguiente ya por fin pasará algo más interesante
Y-Yukiko-Y: te entiendo perfectamente, se han derramado muchas lágrimas por quien no se las merecía pero volviendo al fic, Kaoru va a tener que pensárselo muy bien porque por mucho que lo quiera no es fácil aceptar completamente a Battousai, y como eres la que más me ha insistido te diré en primicia que el bebé tiene más posibilidades de ser niña que niño
Kaoru-dono18: desde luego que Battousai es muuucho más directo que Kenshin, ya lo verás. Sobre el libro sí que existe, se llama Cumbres Borrascosas de Emily Bronte, creo que es del siglo 19 o así, así que no esperes lemon en él pero creo que es el libro más romántico que existe: amor, odio, celos, venganza y muerte. Creo que también han hecho un par de pelis por si no encuentras el libro, una en blanco y negro con Tyrone Power me parece y otra más actual con Ralph Finnes y Juliette Binoche (los del Paciente Inglés) si tienes interés otro día te hago un resumen del libro más detallado
Kimmy Angy: tengo que reconocer que el tiempo es el fallo de este fic, lo mismo pasa muy lento que muy rápido, Se que queda mal y es un poco lioso, pero no lo puedo evitar. Megumi se enteró que estaba embarazada cuando estaba de 2 ó 3 meses más o menos, un mes más de felicidad entre una cosa y otra y un mes más desde que muere Jine y desaparece Kenshin más o menos o sea que Megumi va por el 5º mes, y Kaoru lleva llorando a Kenshin un mes enterito. Por otro lado, tengo que imaginar la manera en que Sano se entere de que es hijo suyo, ya se me ira ocurriendo algo
Kaory Kamiya: Megumi no veía a Sano como padre por su comportamiento infantil principalmente, pero desde que Kenshin desaparece, él mismo se ve obligado a madurar un poco y hacerse cargo tanto de Megumi como de Kaoru porque piensa que es su deber ahora que falta Ken. De esta forma, Megumi le está empezando a ver de otra manera y está cambiando de opinión, pero todavía no tengo decidido cómo se va a enterar de que él es el padre de la criatura. Sobre la carta, Kenshin la escribió básicamente para explicarle a Kaoru porque es lo que es, porque sabía que ella nunca le dejaría explicarse cara a cara y también porque no se encuentra con las fuerzas suficientes como para enfrentar su rechazo de nuevo
Shisuka: me alegro que te haya gustado, y justo eso, trataba de ser congruente y seguir el ritmo de pensamiento de Kaoru. Primero estaba dolida por descubrir que Ken la había engañado, eso le dolió mucho y le hizo cuestionarse en qué otras cosas más le habría mentido Ken, y con Jine sugiriendo que ella otra más, pues ella es como todas nosotras, siempre creemos a quien menos debemos creer por eso al principio estaba tan herida y tan enfadada con él. Pero luego al final, cuando se supone que ya ha pasado un mes y puede volver a analizar las cosas con más calma, se empieza a preguntar por los motivos de Kenshin para mentirle, y de ahí a la carta donde descubre el por qué de todo y lo mucho que él la quiere, así que vuelve a estar enfadada y herida, pero esta vez un poco con ella misma, por no darse cuenta antes, y sobretodo está muy confundida porque ahora está todo en sus manos y no sabe qué hacer
oriana-dono: intenté que los sentimientos de Kaoru fueran lo más reales posibles (ver contestación a Shisuka, arriba) y lo de los jazmines, sabía que Kenshin tenía que estar vigilándola, tiene que protegerla aunque ella no quiera volver a verlo, así que tenía que buscar la forma de que ella supiera que él seguía allí, y se me ocurrió lo de las jazmines, creo que me quedó bastante bien
justary: vale te mando los pañuelos porque los va a necesitar en este capítulo también, he acabado con las existencias de toda la tienda
KaOrA-FGV-16: en este capítulo te enteras qué le pasó a Kenshin en este mes de desaparición, para que vuelvan a estar juntos otra vez tendrás que esperar un poquito más
Nice: sorry pero definitivamente Aoshi no aparece en este fic, ya tengo más personajes de los que debería y a estas alturas no van a entrar más. A Misao creo que la mencioné al principio como una amiga de Kaoru en Kyoto pero ya est
Y gracias por sus ánimos y apoyo o simple interés en el fic a todos los demás: sakura, misao-chan, gaby (hyatt, makarena, naoko lizi kinomoto, hikaru
Este capítulo es un poco raro, es un song fic en el que Kenshin cuenta cómo se siente y decide qué va a hacer a continuación. La canción es Always de Bon Jovi, la he traducido por si alguien tiene problemas con el inglés. La verdad es que es una de mis canciones favoritas, la estuve escuchando en la radio mientras escribía el capitulo anterior y me di cuenta de que era perfecta para Kenshin en este momento, a ver si vosotras pensáis lo mismo
21. Siempre
Este romeo está sangrando
pero no puedes ver su sangre
no es nada salvo algunos sentimientos
de este viejo perro apaleado
Kenshin se tanteó con los dedos la cabeza, frente al espejo de la mugrienta habitación de aquel motel de mala muerte, buscando la pequeña cicatriz en su cuero cabelludo. Aquella bala había pasado muy cerca, a otro que no tuviera sus entrenados reflejos le habría traspasado los sesos de parte a parte. ¿Se estaba volviendo descuidado? No. Jamás. Battousai nunca era descuidado, nunca cometía errores en su trabajo, después de todo, si él no hubiera saltado arriesgándose a ser acribillado, aquel maldito jacuzza habría matado a Owaki y algunos más. Había sido como siempre: eficaz, pero recordando la mirada preocupada de Owaki al ver su cabeza sangrar no pudo evitar pensar que también había otras maneras de ser eficaz, otras que no significaban tanto peligro para su integridad física. Conducta autodestructiva. Así lo había llamado Gensai cuando le estuvo curando la herida, y tuvo que darle la razón. Durante el último mes, había tenido ese tipo de conducta, ofreciéndose voluntario para trabajos que antes ni hubiera considerado por ser de poco nivel, por no estar a su altura. Pero eso había sido antes, antes de ella, antes de todo este dolor. Quería mantener su cuerpo ocupado, en tensión, para no pensar en ella y sabía que inconscientemente se arriesgaba porque quería morir. Siempre había visto su propia muerte como algo que tenía que evitar. No porque quisiera vivir, sino porque entonces no podría proteger a nadie más. Pero ahora estaba cansado, y la muerte significaría ese descanso que tanto necesitaba. Muerto ya no podría sentir nada.
Está lloviendo desde que me dejaste
me estoy ahogando en la inundación
Sabes que siempre fui un luchador
pero sin ti me rend
Ni siquiera había podido soportar volver a su casa. Aquellas solitarias paredes que tiempo atrás habían sido su refugio eran ahora un monumento a lo que pudo ser y ya nunca sería, a sus sueños rotos, a su vana esperanza de un poco de amor y felicidad. Tan sólo volvía a casa a recoger los jazmines para Kaoru, ni siquiera entraba en la casa, sólo directo al patio. El jazmín era aún pequeño pero estaba plagado de flores. Aún no sabía por qué razón hacia aquello, recoger los pequeños jazmines y dejarlos en un lugar donde ella los viera, como gritos desesperados de atención. Quería que ella supiese que estaba allí, que estaría siempre allí por ella. Porque lo único que lo mantenía todavía en pie, lo único que le obligaba día tras día a aguantar esa tortura que era la vida sin ella, era la certeza de que Shissio volvería pronto, y si él moría, ella estaría sola y desprotegida frente a ese maniaco. Por eso, en el último momento esquivaba a la muerte una vez tras otra, diciéndose a sí mismo que no podía descansar hasta que ella estuviese realmente a salvo
No puedo cantar una canción de amor
de la manera en que debe hacerse
bueno, supongo que no soy ya tan bueno
pero nena, soy sólo yo
Hiko había intentado contactar con él un par de veces pero siempre se había negado. Lo último que necesitaba en esos momentos era a su sensei recordándole lo baka que era y lo mal que lo había hecho todo casi desde el principio. Nunca se le habían dado bien las mujeres. Tampoco es que tuviera mayor interés en ellas, teniendo toda su atención centrada en su misión, en su deber de proteger. Pero de vez en cuando Hiko aparecía en su vida y le obligaba a tener un desahogo, como el sensei lo llamaba. Kenshin nunca hablaba con aquellas mujeres, sabían lo que eran y por qué estaban allí con él. Ninguna había cruzado más de dos palabras con él, ninguna había conseguido llevarle más allá del mero placer físico, ninguna había sido capaz de compararse con Kaoru. Ella que podía conseguir hacer temblar todo su cuerpo con una simple mirada, hacer que su piel se electrizara por un simple roce, llevarle al borde de la locura por un simple movimiento de un mechón de su pelo... Kenshin sacudió la cabeza, invariablemente sus pensamientos volvían una y otra vez a ella
Y yo te amaré, nena - Siempre
y estaré allí para siempre e incluso un día más - Siempre
Estaré allí hasta que las estrellas no brillen
hasta que los cielos estallen
y las palabras no rimen
y se que cuando muera, tú estarás en mi mente
Y te amaré – Siempre
Hoy la había seguido, como siempre. Había visto cómo sus ojos se cerraron para no ver los jazmines que había dejado en su puerta. Sabía que aquellas flores les causaban dolor a ambos. Día tras día había visto la expresión de dolor que provocaban en su bello rostro porque aquellas flores la obligaban a recordarle, y le causaban dolor a él también porque día tras día veía cómo ella trataba de ignorarlas cada vez con mayor efectividad. Y sin embargo, no podía dejar de ponerlas, porque sabía que además del dolor, muy en el fondo le proporcionaban una pequeña sensación de seguridad, de que él seguía allí para ella, para protegerla. Hoy como siempre, la había seguido envuelto en sombras hasta dejarla a salvo en la Universidad, protegida por la multitud. Después siempre aparecía Yahiko, bendito muchacho, ¡qué orgulloso estaba de él! En todo este tiempo, sólo había hablado con él y con Sanosuke una sola vez y a escondidas. Habían visto en qué estado había vuelto Kaoru del hotel, pero no le habían preguntado nada y él solo les dijo una sóla frase: He cometido un grave error. Hasta que lo solucione, quiero que cuidéis a Kaoru-dono por mí. Por favor, no la dejéis sola . Ellos habían entendido a la perfección, Yahiko la acompañaba donde quiera que fuese, pese a sus protestas, y tomaba esa pose de guardaespaldas que tantas veces había visto en Kenshin, mirando amenazadoramente a la multitud, evaluando posibles amenazas y siempre preparado para actuar. Yahiko la había dejado a salvo en casa, pero estaría sola hasta que Sanosuke y Megumi volvieran.
1
Ahora las fotos que dejaste atrás
son sólo recuerdos de una vida diferente
Algunos nos hicieron reír, algunos nos hicieron llorar
uno te hizo decirme adiós
Se dejó caer sobre la cama y escuchó el crujir de los desvencijados muelles del colchón. Cerró los ojos, tenerlos abiertos o cerrados, lo mismo daba. Cuando estaba a solas como en ese momento, sin nada con que entretener la mente, siempre terminaba viéndola a ella. Aquellos recuerdos que atesoraba en su alma, que le causaban alegría y dolor al mismo tiempo. Recordó la primera vez que se habían visto, cómo sus ojos cambiaron con sólo mirarla y cómo ella se asustó; la primera conversación que habían tenido sobre si mantener la valla del patio o no; la primera vez que ella recorrió su cicatriz y los sentimientos tan poderosos que el inocente roce despertó en su cuerpo. Recordó cómo sus delicados brazos se aferraron a los suyos cuando llegó totalmente aterrorizada al Wellington; cómo su cuerpo temblaba y se estremecía al contarle lo que le hizo Shissio; cómo su pecho subía y bajaba pausadamente al ritmo de su respiración, cuando dormía segura entre sus brazos. Tantos recuerdos en tan poco tiempo: su risa contenida cada vez que le veía con la sudadera magenta; cómo se mordía el labio de expectación cada vez que él probaba su último intento de preparar algo comestible; cómo ella había levantado el mentón, orgullosa y retadora, en aquella discusión antes de la fiesta. ¡Kami cómo había querido besarla en esa ocasión, tomarla entre sus brazos y mandar al resto del mundo al diablo! Y lo hizo, lo mandaron todo al diablo y ahora el diablo se estaba cobrando su parte. No podía evitarlo, una vez tras otra la veía en el suelo en aquella terraza, sus cuerpos chorreando agua y cómo ella se había apartado de él, cómo le había mirado cómo si no lo conociera, como si estuviera viendo a otra persona. Sus ojos vacíos porque su mundo de amor y seguridad acababa de saltar en pedazos y frente a ella tenía a un hombre que la había engañado. Kenshin vio dolor en aquellos ojos, también vio rencor. Pero lo que le hizo desaparecer fue que había algo más. Había miedo en sus ojos. Por primera vez, Kaoru le habia mirado y habia sentido miedo
Qué daría yo por correr mis dedos por tu pelo
por tocar tus labios, por mantenerte cerca
cuando tú rezas tratando de entender
He cometido errores, soy sólo un hombre
Echó un vistazo por la ventana. Ya era noche cerrada ¿habrían vuelto ya Sano y Megumi? Era lo más probable, pero tenía que comprobarlo. Como cada noche, tenía que asegurarse que ella estaba a salvo, antes de dejar que la locura y el pulso de la noche se apoderaran de él una vez más. Tenía que verla dormir, para poder tener algo de paz. Había descubierto una oxidada escalera de incendios en el edificio de apartamentos que quedaba próxima a su ventana. Allí se pasaba la mayoría de la noche, observándola como una sombra, siendo parte de la oscuridad de la noche. Vigilando cada movimiento con mayor intensidad que cuando vigilaba a sus objetivos. Sabía que tampoco ella podía dormir, sobre todo al principio. Sabía que se pasaba las noches llorando y luego trataba de hacer un milagro con el maquillaje para que su propio rostro no la traicionase demasiado cuando mentía, cuando le aseguraba a Megumi que estaba perfectamente, que lo había superado, que no merecía sus lágrimas. Noche tras noche, desde la escalera, observaba mientras ella se acurrucaba en la cama, dejando un hueco a su lado y luego se reprendía a sí misma por ser tan estúpida. A veces sentía deseos de dejarse ver, de entrar en la habitación y ocupar ese hueco, el espacio que ella dejaba para él, para que se acostara a su lado y la abrazara como siempre. Manteniéndola segura entre sus brazos.
Cuando él te abraza fuerte, cuando te mantiene cerca
cuando te dice las palabras que necesitas oír
Desearía ser él porque esas palabras son mías
para decírtelas hasta el final del tiempo
Sus ojos dejaron la ventana y se clavaron en sus armas, limpias y perfectamente ordenadas sobre el suelo. Kaoru ya no se sentía segura en sus brazos, para ella eran los brazos de un asesino, se lo habían dicho sus ojos aquella última noche que pasaron juntos. Día tras día la había visto llorar, y día tras día había visto cómo otros brazos la consolaban. Los brazos de Enishi. A pesar de la distancia, podía imaginar perfectamente la voz de Enishi mientras sus labios pronunciaban palabra tras palabra: 'No merece tus lágrimas Kaoru, nunca las mereció', 'No te preocupes, yo estoy aquí' ,'Lo supe desde el principio, es de los que aprovechan la menor oportunidad con cualquier chica que se les pone a tiro', '¿Estás segura de que no es el padre del bebé de tu amiga? Ella parecía siempre muy interesada en él' Kaoru lloraba y dejaba que Enishi la consolase hasta ese último comentario, cuando ella sonreía tristemente y negaba con la cabeza. Al menos Kaoru sabía la verdad sobre el bebé de Megumi y las palabras de Enishi no echaban más leña al fuego. Pero todos los demás comentarios estaba seguro de que ella los creía. Kaoru no le había dicho a nadie la verdad sobre por qué estaba en ese estado y Enishi estaba firmemente convencido de que había sido por otra mujer. No hacía más que insistir una y otra vez sobre eso, consiguiendo que Kaoru dudase, haciendo crecer la semilla que Jine había plantado. Enishi la abrazaba y le besaba la frente, y Kaoru en su dolor no se daba cuenta de lo que Kenshin, desde su camuflada posición veía claramente: Enishi estaba aprovechando su oportunidad, estaba recogiendo los pedazos desde su amistad, para que una vez reunidos, Kaoru lo necesitase como un día necesitó a Kenshin. Battousai sentía el pulso de los celos latiendo en sus venas cada vez que los veía juntos, cada vez que Enishi pronunciaba sus envenenadas palabras en los oídos desprotegidos de Kaoru. Lo único que mantenía con vida a Enishi en esos momentos era la oportuna aparición de Yahiko o de algún otro, forzando a cambiar el tema de conversación. Pero sobre todo, la certeza, de que si mataba a Enishi, mataría también cualquier esperanza de volverla a recuperar, por muy débil que fuera.
Sí yo te amaré, nena - Siempre
y estaré allí para siempre e incluso un día más - Siempre
Una vez más la necesidad de verla se había convertido en un deseo casi físico. Era como un drogadicto que necesitara su dosis diaria, sabía que con cada dosis se acercaba aún más al precipicio pero igualmente la tomaba. Así se sentía él. Kaoru era su droga y él necesitaba verla continuamente, cada minuto, cada segundo, asegurarse de que estaba bien. Verla aunque fuera de lejos, desde las sombras. Entrar en su habitación justo cuando ella la abandonaba para poder respirar ese tranquilizador aroma a jazmines que emanaba su cuerpo. Esa era su droga, y como un drogadicto, obedientemente recogió sus armas y las camufló en su ropa, con la seguridad que da la costumbre. Y como cada noche, fue en su busca.
Si me pides que llore por ti
lo haría
si me pides que muera por ti
lo haría
Echa un vistazo a mi cara
no hay precio que no pagaría
por decirte estas palabras
Recorriendo la ciudad en su moto, pasando entre los coches a toda velocidad y apurando hasta el último segundo los semáforos en ámbar, no pudo evitar pensar que era como un perro corriendo al llamado de su amo. ¡Qué ironía! Battousai arrastrando su alma maldita por las calles por culpa de una mujer. ¿Cómo había dejado que los sentimientos lo poseyeran de aquella manera?, a él, que nunca sintió nada. Cada día se parecía más a Sanosuke pensó con amargura, pero al recordar a su amigo, también se sintió orgulloso. Si Yahiko había cumplido con creces sus expectativas, Sanosuke no se había quedado atrás. Él había estado allí para secar las lágrimas de Kaoru, para hacerla seguir adelante y que Enishi no tuviera demasiada influencia sobre ella. Sano era consciente de que ahora él debía ocuparse de las dos mujeres, porque las dos estaban solas, necesitadas y desprotegidas. Por primera vez sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, ese peso que tan fervientemente había estado esquivando y se había encontrado con que le gustaba. Le gustaba que alguien le necesitase, era una sensación totalmente nueva y le encantaba. Le gustaba esa sensación de estar haciendo lo correcto cuando, a su manera, trataba de animar a Kaoru y lo conseguía, y sobre todo, le encantaba pasar tiempo con Megumi, acompañarla al médico, a comprar cosas para el bebé, a las clases de parto sin dolor,... le gustaba estar con ella y descubrió que cuando la gente creía que él era el padre, deseaba serlo. Sí, definitivamente Sanosuke había madurado, ojalá que Megumi se diera cuenta de lo que tenían, antes de que fuera demasiado tarde para ellos también.
Bueno, parece que no hay suerte
en estos dados cargados
Pero nena, si sólo me dieras una oportunidad más
podemos empaquetar nuestros viejos sueños
y nuestras viejas vidas
encontraremos un lugar donde el sol todavía brille
Kenshin llegó al pie del edificio, escondió la moto y trepó ágilmente por la peligrosa escalera de incendios, que amenazaba con venirse debajo de un momento a otro. Pero a él no le importaba, había estado en demasiados lugares como aquel como para dejarse engañar por un poco de herrumbre. La vieja escalera estaba oxidada sí, pero la estructura no estaba dañada y podía sostener su peso sin problemas, el único riesgo que corría era si alguno de los clavos entraba en contacto con alguna de sus heridas recientes, con lo que tendría una bonita y desagradable infección en pocos segundos. Kenshin siguió subiendo hasta su puesto de observación, la luz del salón estaba todavía encendida y podía escuchar perfectamente, aunque un poco ahogadas, las voces de Sanosuke y Megumi discutiendo sobre si deberían pintar la habitación del bebé de rosa, azul o un color más neutro. A sus oídos llegó perfectamente la voz de Sano –"¿Y qué pasa si la pintamos de rosa y es un niño? No quiero correr el riesgo de que el crío salga gay porque no fuimos capaces de elegir correctamente el color de las paredes de su habitación" – A su pesar, Kenshin no pudo evitar sonreír, le gustaba que algunas cosas no hubieran cambiado. Se olvidó de la pareja que discutía en el salón y centró toda su atención en la mujer que dormía en la habitación más próxima. Kaoru estaba dormida y tenía la cara y los ojos hinchados, seguro que todavía tenía las mejillas húmedas. Había vuelto a llorar, pero desde los primeros días no lo había hecho con tanta intensidad. Había pasado algo y él tenía que averiguar el qué. Paseó su mirada escudriñando la habitación la penumbra, buscando algo fuera de lugar, alguna pista que pudiera hacerle entender por qué ella volvía a estar tan destrozada. Entonces la vio. Su carta ya no estaba en su lugar en la mesilla, sino mojada, arrugada y en el suelo. Ahí tenia su explicación. Kaoru por fin había tenido el coraje para leer su carta y el resultado era éste. De nuevo él era la causa de su dolor. Las heridas de su alma, aún no cicatrizadas del todo, habían vuelto a sangrar con cada palabra que había leído. Ahora sabía que era un error haberle escrito esa carta. La había escrito hacía semanas, cuando aún tenía esperanzas, cuando creía que con una explicación todo volvería a ser como antes entre ellos. Había sido un tremendo error, un clavo ardiendo al que se había aferrado en su desesperación y que tan sólo había traído más dolor a su amada. Pero al menos ya no tendría que dar explicaciones cuando volvieran a encontrarse cara, había temido ese momento, tener que explicarle a aquellos ojos dolidos y asustados por qué la había engañado, cómo se había enamorado de un asesino
Y yo te amaré, nena - Siempre
y estaré allí para siempre e incluso un día más - Siempre
Estaré allí hasta que las estrellas no brillen
hasta que los cielos exploten
y las palabras no rimen
y se que cuando muera, tú estarás en mi mente
Y te amaré – Siempre
Sintió el teléfono vibrar en el bolsillo del pantalón y se apresuró a leer el mensaje. Cerró los ojos tras leerlo, tratando de decir qué hacer a continuación. Volvió a mirar a Kaoru, echa un ovillo sobre la cama, todavía vestida, y le pareció aún más indefensa si era posible, frágil, como una muñeca de cristal. Battousai decidió rápidamente, se le acababa el tiempo, ya sólo le quedaba esa noche. El tiempo de lamentarse, de compadecerse de sí mismo había terminado. El tiempo para ser débil había terminado. Tenía que volver a ser quien era, tenía que volver a ser lo que era. Aunque aquello significara también perderla para siempre. Un poco más, y ella estaría a salvo definitivamente. Sólo un poco más y él podría por fin descansar. Sólo un poco más.
Ahora se alegraba de que ella hubiera leído la carta. Así, sin tener que dar explicaciones y con ella sabiendo qué tenía delante, a quién tenía delante, podrían tener una oportunidad. Una oportunidad de vivir, o de morir. Volvió a mirarla una vez más: sus ojos cerrados, su pelo cayendo sobre su rostro, sus hermosos labios un poco hinchados, su cuerpo, su pequeño y suave cuerpo que tan bien encajaba con el suyo cuando hacían el amor. La sangre fluyó por sus venas a un ritmo vertiginoso, calentando su cuerpo, recordándole que todavía seguía vivo. Recordándole que ella estaba allí, a su alcance, tan cerca.... y a la vez tan lejos.
Aire, aire fresco, se dijo volviendo la cabeza hacia la noche. Necesitaba respirar sin el aroma intoxicante a jazmines de Kaoru infiltrándose en sus sentidos, volviéndolo loco de deseo una vez más. Necesitaba sangre en sus manos para borrar el recuerdo de la suavidad de su piel bajo sus dedos, y necesitaba sake una vez más para hacer desaparecer la dulzura de su boca y el sabor de sus besos. Una vez hecho eso, sería capaz de hacer lo que tenía que hacer. Mañana empezaría el juego de nuevo para ellos, la vida y la muerte, la oscuridad y la luz, el dolor y la alegría volverían a entrecruzarse una vez más en sus vidas. Rezó para que ella estuviese preparada para lo que se avecinaba, él ya lo estaba, pero todo eso sería mañana, con el nuevo día, con la nueva luz. Ahora era de noche y la oscuridad su aliada, ahora Battousai necesitaba sangre y sake. Comenzó a descender por la escalera de incendios.
A poca distancia una chica se bajaba del autobús y andaba por la acera apresurada, se le había hecho muy tarde para llegar a casa. A pocos metros por detrás, un hombre envuelto en una gabardina seguía a la chica con expresión ávida en el rostro. Battousai llegó al suelo y sonrió al ver la escena frente a él. Había encontrado justo lo que necesitaba
-----------------------------
-----------------------------
Como veis con esto se acabaron los lloros, que aunque se lo mucho que os gusta llorar, también os gusta la acción. ¿Os ha gustado la canción? Reviews please, ya sabéis dónde
