Rurouni Kenshin y todos sus personajes no son míos son de Nobuhiro Watsuki, por si alguien no se había enterado todavía.

Esta vez las dudas que tenéis es la misma así que lo aclararé en general. Hiko es el maestro 31, se supone que le sucede Kenshin con el 32 pero va a ser Yahiko ¿qué pasa con nuestro Ken? Pues como algunas al igual que Sanosuke habéis adivinado, está pensando seriamente en suicidarse, bueno, mas bien en dejarse matar. Recordad que durante el mes que estuvieron separados tuvo un "comportamiento autodestructivo". ( releed el capítulo 21 "Siempre"). Todavía no sabe que Kaoru está cambiando de idea y puede que lo acepte, para él ella todavía lo odia, sólo soporta su presencia porque la está protegiendo de Shissio. Si os fijáis no he vuelto a poner ninguna escena entre ellos dos (aparte de los sueños) desde que él va a buscarla, y he puesto algunos comentarios sobre que Kaoru lo ignora y que siempre terminan peleándose. El caso es que Kenshin no ve esperanzas en su relación y sigue con su plan original, por eso quiere dejar las cosas bien atadas, como si estuviera haciendo testamento.

Por otro lado he recibido un mail diciendo que un alma caritativa  me ha nominado para unos premios. Así que si alguien cree este fic lo bastante bueno para ganar algo que vote en http: AnimeAwardsporHayi-OS1 (quitáis los espacios detrás de las / ) y si creéis que sessha también lo merece me podéis votar como mejor autor   . Umm, se me olvidaba en este capítulo por fin tendremos el tan esperado LEMON, es un Battousai/Kaoru así que no os extrañe si se me ha pasado la mano un poquito, de todas formas recuerdo que si no tienes edad o te molestan esas escenas no las leas.

27. Pasión

Kaoru despidió a sus alumnos hasta el día siguiente y se volvió hacia Megumi, que la aguardaba sentada en la silla. Kaoru ladeó un poco la cabeza para observar mejor a su amiga sin que ésta se diera cuenta. Megumi resplandecía. Era cierto eso de que las embarazadas tienen una luz en el rostro. Se preguntó cómo es que no lo había notado hasta ahora si estaba casi de 6 meses. Quizá sólo aparecía cuando se era feliz, y Megumi definitivamente era muy feliz últimamente. Una sonrisa tonta apareció en el rostro de Kaoru y Megumi la imitó. Hacía tiempo que no estaban ellas dos solas y realmente necesitaban sus "charlas de chicas" como las llamaba Sanosuke.

-"Así que vais a vivir juntos" –dijo mientras su sonrisa se volvía un poco traviesa

-"No lo digas de ese modo que parece lo que no es"

-"¿Y de qué otro modo quieres que lo diga?"

-"Seremos dos personas que compartirán casa hasta que nazca la niña"

-"Seguro. Y Sanosuke se irá después"

-"Por supuesto que se ir

-"A tu habitación..."

-"A mi habitación.....eh. NO"- reaccionó Megumi un poco tarde enrojeciendo hasta la médula. Las dos chicas se miraron por un instante y rompieron a reír –"¿Sabes? a mi madre casi le da un ataque cuando le explicamos el acuerdo. Dijo que esas no son formas, que una chica decente no puede aceptar a un hombre en su casa sin estar casados primero"

-"Sí, las chicas decentes también suelen esperar a estar casadas antes de tener un beb

-"Pero Kaoru, ¿cuándo he sido yo una chica decente?"

-"Umm.......déjame pensar.....¿en otra vida? " – las dos amigas volvieron a reír –"Pero dime la verdad, Megumi ¿qué es lo que quieres realmente?" – ella suspiró y se quedó callada por un momento, pensando la respuesta

-"No estoy segura. Nunca me imaginé con un bebé y mírame" – dijo acariciándose el vientre orgullosa –"estoy haciendo cosas que nunca me creí capaz de hacer. Creí que tendría que criar a mi hija yo sóla y Sanosuke.......nunca lo había visto así, aceptando orgulloso tanta responsabilidad"

-"¿Todavía le quieres Megumi?"

-"¿Cuándo he dejado de hacerlo?"

-"Entonces díselo. Sed felices. Deja que por una vez alguien cuide de ti, déjate querer"

-"Bonitas palabras ¿cuándo te las vas a aplicar tú?"

-"Lo mío con Kenshin no es tan fácil de resolver"

-"¿No me digas?"- protestó Megumi con su mejor cara de aburrimiento –"Tú le quieres, él te quiere..." – tomó de la mano a su amiga y se puso súbitamente seria –"Si hay dos personas que merecen estar juntas en este mundo sois vosotros dos. Kenshin ha metido la pata hasta el fondo, lo reconozco. Pero puedes estar segura de que no encontrarás a otro que te ame más que él" – Kaoru se quedó callada un momento, no podía revelarle a Megumi el secreto de Kenshin para que ella pudiera ayudarla a decidir qué hacer. Por otro lado tampoco importaba mucho, porque en el fondo ella misma reconocía que las palabras de Megumi eran ciertas.

-"Oh, mis tres chicas favoritas en la misma habitación" – saludó Sanosuke a modo de entrada triunfal

-"¿Ves lo que te decía Kaoru? Tanta responsabilidad le ha acabado provocando alucinaciones. Cabeza de gallo, sólo estamos nosotras"

-"Estoy en perfectas condiciones físicas y mentales." – continuó Sanosuke con una sonrisa seductora –"está Jo-chan"- dijo depositando un beso en la cabeza de Kaoru –"está Hime-chan" – dijo repitiendo la acción sobre el vientre de Megumi –"y por supuesto, mi kitsune favorita" –dijo robándole un beso antes de que ella pudiera reaccionar. Kaoru observó con una mezcla de diversión y envidia cómo Megumi estallaba de cólera y comenzaba con la retahíla habitual de insultos mientras Sanosuke aguantaba el chaparrón con cara de resignación.

-"Bueno chicos, os dejo. Tratad de no mataros todavía. ¿Kenshin todavía está en el gimnasio?"- se despidió Kaoru esperando una respuesta de Sanosuke

-"Sí, se ha empeñado en enseñarle a Yahiko la kata básica del Hitten o algo así" –el rostro de Sano se ensombreció por un instante y sus sospechas volvieron a aflorar –"Kaoru, no sabrás por casualidad qué número de maestro es Hiko"

-"¿Número de maestro?"- repitió Kaoru extrañada antes de comprender –"Ah, el XXXI, Kenshin será el XXXII"

-"No. Yahiko será el XXXII, lo he oído de los propios labios de Kenshin. También dijo que Hiko entrenaría a Yahiko llegado el momento"

-"¿Por qué tendría Hiko que entrenar a Yahiko?¿Es que Kenshin no puedo hacerlo?" – preguntó Megumi que no entendía nada de lo que estaban hablando

-"No puede hacerlo si está ....." – Sanosuke miró a los ojos a Kaoru sin atreverse a pronunciar la palabra.

Muerto. Kaoru tenía los ojos muy abiertos por el espanto. Se llevó una mano a la boca para no gritar y echó a correr hacia el gimnasio en busca de Kenshin. Las lágrimas corrían por sus mejillas como un torrente, nublándole la visión pero a ella no le importaba. Lo único que era capaz de ver era esa imagen de su sueño: Kenshin muerto a sus pies en un charco de sangre. ¿Cómo puede alguien vivir en la oscuridad cuando ha visto la luz? Él mismo le había confesado sus intenciones cuando la creía dormida. Y ella lo conocía lo suficiente para saber cómo funcionaba su mente. Recordó con una punzada en el pecho la herida de bala, ya curada, que tenía cerca de la sien ¿cómo puedo yo seguir viviendo si tú ya no estarás a mi lado? Ella le había ordenado que se fuera, que desapareciera para siempre de su vida y él lo había hecho, pero al igual que para ella, la vida por si misma ya no era suficiente. Kenshin estaba cansado, cansado de tanto sufrimiento y la muerte era la única forma que él conocía para hacer que parase. La única razón por la que aún seguía vivo era Battousai. La justicia de Battousai, proteger a las víctimas. Parece que ella sería la última víctima a la que pensaba proteger.

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La oficina estaba tal y cómo él la había dejado meses atrás y la compañía iba mejor que nunca. Tenía que reconocer que, aunque Soujiro todavía conservaba algunos inútiles valores morales y algo de ética en sus "actividades extra" en lo relativo a los negocios era muy eficiente. La SCorp había duplicado su valor en bolsa y la sección de ID había conseguido importantes avances y algunas patentes que resultarían muy lucrativas. Shissio se estiró en el sillón dejando la interminable montaña de papeleo sobre la mesa. Se levantó y comprobó uno a uno el estado de sus músculos. Había tardado más tiempo del que él esperaba pero al fin su cuerpo volvía a estar a pleno rendimiento y desde luego no iba a desperdiciar toda su energía con ese aburrido papeleo. Soujiro se encargaría, seguro que estaría más que aliviado de ocuparse de esas tareas tan tediosas en vez de seguir "jugando" con él en el sótano. Una sonrisa demoníaca curvó sus facciones. ¡Era tan delicioso verlo aferrado a sus pedazos de orgullo! Ver cómo traicionaba sus más profundas creencias. Aquel fatalismo en sus ojos cuando por fin comprendió que su alma estaba perdida en el infierno.

Pero no podía presionar demasiado a Seta o lo perdería. Lo había empujado justo al borde del abismo, un empujoncito más y caería, pero todavía podía retroceder un paso y quedar a salvo. Tenía que actuar con calma, si ahora lo apremiaba podría obtener el resultado contrario al que deseaba. Se encogió de hombros, él era un experto en torturar tanto el cuerpo como la mente y sabía que los mejores resultados eran aquellos conseguidos con mucho esfuerzo y mucha paciencia. Por eso era tan importante volver a recuperar a la chica Kamiya. Con ella había cometido el error que quería evitar con Soujiro, la había presionado demasiado y ella había escapado. No había debido dar aquella orden contra su padre, pero el espíritu de supervivencia de esa muchacha era más formidable de lo que él había estimado en un principio. Esta vez sería mucho más fácil. El mero hecho de que se encontrarse de nuevo en su poder aplastaría cualquier rebelión. Ella misma se lanzaría al abismo. El pensamiento lo excitó sobremanera y no podía aplazarlo por más tiempo. Por fin su cuerpo estaba preparado para recibirla de nuevo en casa. Las llamas de su infierno volverían a avivarse con la sangre de Kaoru

-"Seta"

-"¿Señor?" – respondió la voz por el interfono

-"¿Está ya todo dispuesto en Tokyo?"

-"Sí señor, pero no será nada fácil"

-"Eso no me importa. Quiero a Kaoru Kamiya de vuelta"

-"La tendréis señor, os lo aseguro"

-"Más te vale.....o tú ocuparás su lugar" – apagó el aparato y rió. Podía imaginar perfectamente la cara de horror de su subordinado.

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Las lágrimas corrían calientes por sus mejillas pero ya no eran de dolor sino de rabia. Por fin lo había entendido, lo que Tokio había tratado de mostrarle. Todavía no sabía cómo pero estaba segura de que podría soportarlo todo. Sería lo suficientemente fuerte como para aceptarle completamente. Porque a pesar de todo lo seguía amando. Porque no había dejado de amarle ni un segundo, ni siquiera cuando le dijo que se marchara. Porque era capaz de vivir una vida de dolor y soledad siempre y cuando siguiera encontrando jazmines en su camino, siempre y cuando él siguiera a su lado desde las sombras. Podía aceptar una vida separada de él, pero no una vida SIN él. Jamás una vida sin él.

Kaoru llegó al gimnasio como una tempestad, asustando a más no poder a un sonriente Yahiko que salía del vestuario

-"¿Dónde está?" – Yahiko señaló con el dedo el vestuario –"Cierra la puerta al salir" – Yahiko asintió y se apresuró a abandonar el lugar. Nunca había visto a Kaoru con una expresión tan decidida, era mejor obedecer que exponerse a su ira, y algo le decía que su sensei la iba a recibir de lleno.

Kaoru siguió andando con paso firme, olvidando todos los consejos de su madre sobre señoritas y vestuarios masculinos. No podía esperar a que saliera, tenía que verle ya, en aquel momento. Entró y cerró la puerta con un tremendo empujón. Battousai se giró a medio vestir, alertado por el ruido.

-"¿QUÉ DEMONIOS TE CREES QUE VAS A HACER KENSHIN HIMURA?" – sus ojos azules estaban todavía un poco aguados por las lágrimas pero resplandecían de rabia, toda ella resplandecía. Nunca la había visto más hermosa. Nunca la había deseado tanto como en ese momento

-"Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo, Kaoru" – dijo con calma mientras se abotonaba la camisa con calma. Sus ojos dorados sin embargo, la miraban con ansia

-"Dime que no lo vas a hacer, que no te dejarás matar"

-"No tengo intención de morir hasta que tú estés a salvo"

-"¿Y después?¿cuándo todo esto termine?"

-"Entonces descansaré" – sus ojos dorados habían dejado de brillar

-"Maldita sea Kenshin"- protestó ella con los puños cerrados, luchando por no romper a llorar de nuevo

-"Maldita sea ¿qué? Soy Battousai, el asesino, tú misma lo dijiste. Yo no tengo esperanzas en sueños estúpidos de felicidad. Tengo las manos llenas de sangre ¿recuerdas?"

-"Sangre culpable"

-"¿Y qué diferencia hay? La sangre siempre es sangre"

-"La hay. No podría aceptarte si fuera sangre inocente, si realmente fueras un asesino"

-"Lo soy."

-"No"- comenzó a andar lentamente hacia él –"Eres un ejecutor. Llevas la justicia allí donde otros no pueden. Consigues que descansen en paz" – ya le había alcanzado. Kenshin podía sentir el cálido aliento de Kaoru sobre su cuello, el aroma a jazmines rodeándole una vez más

-"No hagas esto."

-"¿Por qué no?"

-"Porque no habrá marcha atrás. Nunca podrás librarte de m

-"¿Por qué querría librarme de ti?"

Se quedaron mirándose a los ojos un instante, como si de esa forma pudieran leer el alma del otro, comprender de una vez por todas qué era lo que necesitaban, qué era lo que tan desesperadamente buscaban el uno en el otro. La respuesta fue sencilla, siempre la habían conocido. Sus labios se encontraron con ansía, con una pasión reprimida durante demasiado tiempo. Kaoru abrió la boca al instante para dejar que Kenshin la invadiera. Quería enloquecer en su pasión, arder con su locura. El beso crecía en intensidad a cada minuto, volviéndose más y más salvaje. Sus lenguas batallaban por el control mientras sus manos recorrían por encima de la ropa el cuerpo del otro, retorciendo la tela bajo sus dedos, deseosos de encontrar por fin la piel desnuda, echando más leña aún al fuego demoledor que corría por sus venas.

Battousai luchaba con la cremallera del vestido, hasta que con un gemido de frustración desgarró la tela. Por fin sus manos encontraron hueco y se abrieron camino directamente hacia sus pechos. Kaoru por su parte lo había tenido bastante más fácil, su camisa apenas estaba abrochada y rápidamente la deslizó por los fuertes hombros. Ahora tenía completo acceso a su pecho y sus dedos no perdieron el tiempo. Siendo Battousai parecía como si las cicatrices de Kenshin se agravaran. Lo que hasta ahora le habían parecido simples rasguños eran profundos surcos bajo sus dedos, deseó aliviar esas marcas acariciándolas con la lengua, pero eso significaba alejarse de la boca de Kenshin y por el momento su lengua estaba muy ocupada explorando la boca de su compañero y batallando con su lengua.

La falta de oxígeno por fin los hizo separarse un instante. Battousai tomó el rostro de Kaoru entre sus manos y, recordando sus lágrimas las lamió lentamente, saboreando su salado sabor. Kaoru suspiró por la súbita dulzura del acto, como si fuera la calma en el ojo del huracán. Cuando terminó de lamer sus mejillas volvió a su boca, volvió a besarla hambriento, posesivo, con una fiereza y pasión que Kaoru devolvía sin inhibiciones. Recordando su deseo anterior, Kaoru rompió el beso bruscamente y la desaprobación que centelleó un momento en los ojos dorados desapareció con un gemido ronco, en el mismo instante en que la lengua de Kaoru entró en contacto con la primera cicatriz. Kaoru seguía lamiendo y acariciando con la yema de los dedos el torso y los brazos, tratando de hacer desaparecer las viejas heridas con la fuerza de su amor, con el fuego de su pasión por aquel hombre torturado, y sus esfuerzos eran recompensados por los roncos gemidos que salían una y otra vez de su garganta, gemidos que él trataba de contener por todos los medios. Lo que Kaoru le estaba haciendo lo estaba llevando al borde de la locura y no era sólo por el placer que le estaba dando a su cuerpo, sino a su alma. Kaoru lo estaba aceptando, a él, a Battousai. Sabía que lo que estaban haciendo cambiaría para siempre su relación, sentando las bases para una nueva y más fuerte. Una sin mentiras, sin secretos donde por fin pudiera ser completamente él, Kenshin Himura, sin tener que ocultarse, sin tener que reprimir su lado oscuro, su lado salvaje.

Battousai rugió casi como un animal cuando sintió las manos de Kaoru sobre su pantalón, luchando con el cierre, mientras su lengua trazaba pequeños círculos alrededor de su ombligo. Su naturaleza era dominante y posesiva y la había dejado llevar la iniciativa demasiado tiempo. Sujetándola con un brazo, Battousai volvió a adueñarse de su boca, recogiendo el gemido de placer directamente de la garganta de Kaoru. De nuevo un beso salvaje, demoledor, que borraba cualquier pensamiento coherente que su mente tratara de crear. Súbitamente el beso terminó y se encontró con la espalda apoyada en la pared, frente a unos ojos dorados brillantes de pasión que la miraban con lujuria. Esa mirada fue suficiente para hacerla gemir de nuevo, mientras luchaba por recuperar el aliento que el beso le había robado. Tomando su gemido como una señal de salida, Battousai se abalanzó sobre ella, deseoso de probar de nuevo su piel, de recorrer de nuevo ese blanco cuello que lo traía loco, sus manos tiraron de nuevo de la tela del vestido para exponerla completamente a él y Kaoru no se sorprendió al escuchar como la tela cedía y se rasgaba por completo, quedando colgada de sus caderas. Las manos de Battousai estaban por todas partes, rozando, acariciando y pellizcando por todo su cuerpo, haciendo que su piel enrojeciera del calor que provocaba en su interior. Su boca se apoderó de sus pezones e iba alternando de uno a otro mordiendo suavemente los hinchados picos y succionándolos hasta conseguir un nuevo gemido de placer. Las manos de Kaoru se habían perdido entre sus rojos mechones, manteniendo la cabeza en su lugar para que pudiera continuar con tan deliciosa labor.

Él se arrodilló frente a ella, despojándola de un nuevo tirón de lo que quedaba de su vestido y mostrando sus braguitas. Kaoru cerró los ojos esperando oír de nuevo el crujido de la tela, por eso el sentirla deslizarse por sus muslos y sus piernas le descubrió un nuevo placer. Su respiración era irregular, le costaba tomar aire. Sintió el aliento de Battousai directamente entre las piernas y todo su cuerpo tembló anticipándose al placer que le esperaba. Muy despacio, como si la estuviera provocando levantó su pierna izquierda por encima de su hombro. Ella echó la cabeza hacia atrás contra la pared, agradeciendo silenciosamente el punto de apoyo, segura de que sus piernas no podrían sostenerla por sí solas. Sentía su sangre correr ardiente por sus venas mientras nuevas y poderosas sensaciones se apoderaban de ella. Muy despacio deslizó su lengua por el muslo, atravesando la ingle, directo a su objetivo, utilizó su hombro para hacer que se abriera aún más. Por él, para él, sólo para él. Cerró los ojos e inhaló fuertemente descubriendo al fin la fuente del olor a jazmines tan característico de su mujer. Su lengua seguía recorriendo el borde de su entrada y saboreando por primera vez su sabor directamente en su lengua. Sonrió de orgullo y satisfacción al pensar que él la había puesto tan húmeda, cómo goteaba de pasión, no pudo esperar más y deslizó la lengua buscando más, siempre más.

Kaoru gritó ante la húmeda penetración y casi se olvidó de respirar ante la maravillosa sensación que le estaba provocando, rozando y humedeciendo aún más todos su interior y cuando creía que ya no podría sentir nada mejor, Battousai tanteó con los dedos buscando su clítoris. Kaoru arqueó la espalda cuando lo encontró y buscó desesperadamente algo a qué aferrarse mientras boqueaba buscando aire. El la sentía retorcerse de placer y continuaba lamiendo sin piedad y jugueteando con sus dedos. De pronto sintió como las manos de Kaoru tiraban de sus cabellos mientras todo su cuerpo se convulsionaba, había alcanzado el clímax y él lo saboreó de primera mano. Poco a poco el cuerpo de ella se calmó y Battousai tranquilamente siguió lamiendo el exceso de líquido.

Alejó su cabeza de su regazo y liberó su pierna, dejando que resbalase sin fuerzas por la pared. Tenía los ojos cerrados y las mejillas encendidas, todavía respiraba en suaves jadeos mientras su cuerpo se recuperaba del tremendo orgasmo. Le encantaba escucharla gemir, saber qué era él quién le estaba causando ese placer, que era él quien la estaba volviendo loca de deseo, de lujuria y de amor. Ella por fin abrió los ojos, agotada por el tremendo esfuerzo. Battousai sonrió, aquello no había hecho más que comenzar.

Amorosamente extendió los brazos y la atrajo hacia él, volvió a besarla más gentilmente, más dulcemente pero con la misma pasión,  sin dejar que ella recuperase la consciencia por completo, dejándola sumergida en el mundo de máxima sensibilidad al que la había conducido. Sin dejar de besarla, la acomodó en el suelo y luego la giró. Ella aceptó que la guiara, agotada. Cerrando de nuevo los ojos, trató de normalizar su respiración, pero aquellas manos recorriendo su cuerpo desnudo la hacían gemir una y otra vez. La experiencia estaba siendo mucho más sorprendente y excitante de lo que había imaginado en un principio. Nada la había preparado para las pasiones que él había despertado en su cuerpo y, aunque estaba agotada quería más. Sabía que él le daría más. Sintió cómo sus manos la guiaban de nuevo colocándola en cuatro, sostenida por las manos y las rodillas. Estaba completamente sometida a su voluntad.

Aquella posición era extraña, se sentía completamente sola y vulnerable. Battousai se había apartado de ella, sólo el aire rozaba su piel caliente, mientras esperaba que él decidiese su destino. Una sensación conocida y desagradable comenzó a formarse en la boca del estómago, ¿cuántas veces había estado así, desnuda e indefensa, aterrorizada, esperando a que Shissio se divirtiera con ella? De pronto reconoció un ruido de tela al caer y la sensación desapareció por completo, se sintió estúpida y sonrió al descubrir hasta qué punto dependía de él, hasta que punto necesitaba el roce de su piel, saber que él estaba allí. Durante un instante se había creído sola y todo su valor se había evaporado. Confiaba en él, en mente, cuerpo y alma. Battousai, Kenshin, daba igual, para ella era lo mismo, dos caras de la misma moneda. Aunque no la tocara podía sentir que él estaba allí, que siempre estaría porque ella sostenía su corazón entre los dedos.

De nuevo sintió su aliento, esta vez sobre la espalda –"Espero no haberte hecho esperar mucho"- Kaoru tembló con sólo escuchar de nuevo su voz seductora –"Tenía que deshacerme de unos pantalones muy estrechos" – Kaoru rió y se ruborizó al descubrir el problema, pero Battousai no tardó en volver a encender el fuego en su cuerpo. Una y otra vez besaba su espalda, alternando una y otra zona, siempre tomándola desprevenida, y ella no podía evitar gemir cuando sus labios rozaban su piel un segundo provocando escalofríos de placer.

Battousai recorrió con la lengua su espina dorsal mientras con las manos le sujetaban las caderas colocándola en posición. La penetró de un solo golpe, mordiéndose el labio para no rugir de placer y provocando que ella gritara de puro placer, casi sin poder creer lo extraordinario que era tenerlo de nuevo dentro de su cuerpo. El arqueó un brazo sujetándola por la cintura mientras sus dedos buscaron y encontraron de nuevo el punto justo, el clítoris de Kaoru, trazando suaves círculos provocando que ella volviera a gemir descontrolada. El volvió a doblar la espalda para seguir con su juego de besos ardientes sobre su espalda mientras se movía en lentas y profundas estocadas, queriendo que ella supiera lo delicioso que se sentía. Cuando ella comenzó a empujar con él, al compás, supo que la tenía. Sus manos, sus labios, sus movimientos deliberadamente lentos.....era todo lo que ella podía soportar. Aunque quería mantener esta exquisita posición, hacer durar tan agradable sensación, no podía aguantarlo más. Gritó de nuevo mientras sentía cómo su alma era arrancada de su cuerpo en un orgasmo suave pero profundo y poderoso, sus codos fallaron y cayó al suelo, sólo sujeta por las caderas. Battousai saboreó cómo sus paredes vaginales se estrechaban, queriendo llevárselo con ella al mundo de los sentidos. Se mordió el labio hasta hacerlo sangrar, para poder recobrar el control que durante un instante había perdido sobre su cuerpo y continuó con su ritmo lento mientras ella alcanzaba el clímax una y otra vez. Una vez más, sólo una vez más y se iría felizmente con ella.

De nuevo se apartó de ella y la giró, poniéndola de espaldas sobre el frío suelo del vestuario, todo su cuerpo estaba mojado por el sudor y su piel brillaba mojada, haciéndola aún más deseable y hermosa, sobrecargando sus sentidos. Se inclinó sobre ella para besarla, esta vez muy dulcemente, consciente de que ella estaba al límite de sus fuerzas. Kaoru gimió ante la dulzura del beso y sus brazos se enredaron en su espalda, atrayéndolo más hacia ella. Battousai utilizó sus manos para colocar las piernas de ella alrededor de su cintura, y deslizándose fácilmente de nuevo se apoderó de su cuerpo. Kaoru ni siquiera consideró desobedecerle, ¿por qué hacerlo cuando todo era tan excitante, tan maravilloso, tan perfecto? Y cuando sintió sus callosas manos estirando sus brazos por encima de su cabeza, sujetándola al suelo, movió sus caderas con él, aumentando la velocidad y la profundidad de sus embestidas.

Control absoluto. Por primera vez lo comprendía. Battousai era el control sobre la locura de Kenshin y al mismo tiempo el máximo exponente de esa locura. Así era él, implacable, tomando sólo extremos opuestos. O lo daba todo o no ofrecía nada. Amaba, odiaba, ardiente pasión o fría indeferencia, cualquier cosa entremedias ni siquiera existía para él. Y ahora toda esa eficacia estaba centraba en ella, ofreciéndole placer una y otra vez, haciéndola estremecerse hasta que no pudiera soportarlo más.

Por primera vez sus gemidos resonaron al unísono y mientras él aceleraba aún más el ritmo ella se dejó llevar por la ola de la pasión una última vez. Battousai podía sentir aquella salvaje necesidad golpeando sus sentidos, resquebrajando su consciencia. Sintió cómo Kaoru se iba una vez más arrastrándole con ella. Endureció el cuerpo y se estiró para besarla con su último aliento, dejando que por fin su cuerpo sucumbiera a la pasión, que sus sentidos corrieran libres. Ella se retorció bajo su cuerpo. Sintió su orgasmo mucho más intensamente, más profundo y poderoso que nada de los que había compartido con él antes. Un placer devastador, implacable como el propio Battousai, que rompía su realidad en mil pedazos y la hacia delirar de puro éxtasis.

Cerró los ojos, sintiendo cómo la calidez de Kaoru le rodeaba por completo y su locura estallaba por fin en el interior del cuerpo de su amada, repitiendo una y otra vez su nombre, el nombre de la única mujer capaz de hacerle sentir de aquella manera. La única que rompía apenas sin esfuerzo cualquier control sobre su propio cuerpo. Aquel éxtasis tan profundo, el saber que ella era suya ahora y por siempre. Por primera vez en su vida, Battousai experimentó lo que era pura pasión. Pasión sin dolor.

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Ejem, queríais lemon pues aquí lo tenéis, yo no digo más