Rurouni Kenshin y todos sus personajes no son míos son de Nobuhiro Watsuki, por si alguien no se había enterado todavía
Bien ya he vuelto de mis vacaciones y de cabeza al trabajo y a terminar este fic porque por fin .....¡¡¡¡he decidido cómo matar a Shissio!!!! Pero no va a ser en este capítulo así que no os emocionéis demasiado. Ahora a contestar las dudas:
Y-Yukiko-Y: Lo de avisar lo digo siempre para que os preparéis para lo peor, aunque luego no sea para tanto. La verdad es que con este rating este fic lo lee gente de todas las edades y bueno, cada uno tiene su propia sensibilidad e imaginación, lo que me lleva a ¿qué es lo que le hacia Shissio a Soujiro? Pues no exactamente lo mismo que a Kamatari pero si lo tenía en mente, vamos a ver hasta ahora Shissio ha sido totalmente heterosexual, torturaba y violaba a mujeres y básicamente obligaba a Soujiro a que él lo hiciera también porque su cuerpo no estaba en buen estado, y también lo torturaba un poquito pero una tortura más psicológica que física. Con Kamatari Shissio descubre que también disfruta torturando y violando hombres y Soujiro sabe que la próxima vez si le hará lo mismo que a Kamatari, así que de alguna forma se identifica con él. Y pasando a los otros personajes, el capítulo anterior fue de culpas y cómo superarlas, Kenshin siente que le falló a Kaoru pero se da cuenta que todavía está a tiempo de rescatarla, Sano y Owaki creen que le fallaron a Kenshin, y Kaoru que cree que todos están muertos y por su culpa.
Saiko Katsuka: si, bueno lo de Kamatari y la púa fue como cuando escribí lo de Kaoru, lo dejo todo en lo pervertidas que puedan llegar a ser vuestras mentes, yo sólo insinúo, pero desde luego no fue una experiencia agradable
Kari Ishikawa: Llegados a este punto y dado que tienen que ir a Kyoto y con todo lo que me habéis preguntando por Aoshi y Misao pasó vagamente por mi cabeza meter a Aoshi como el ejecutor encargado de la zona de Kyoto, pero a estas alturas no me parece bien meter a un personaje de la talla de Aoshi, tendría que escribir alguna subtrama para él y me alejaría de la principal que son Kenshin y Kaoru así que sorry pero no va a aparecer nadie más.
justary-san: ya te estaba echando de menos en los reviews. Yo también he releído toda la historia, la imprimí y me la llevé a la playa para leerla entera desde otra perspectiva, fueron como 180 páginas, ¡me quedé sin tinta! Y me di cuenta de algunas cosas que tengo que corregir, la mayoría palabras que me salté al teclear pero también algunas escenas que no me gustaron del todo, lo más probable es que vaya corrigiendo los capítulos una vez que termine la historia y sí, todavía queda un lemon pendiente para el final.
Kaoru Himura14: sip este es mi Battousai, el del interrogatorio. Como en este fic no hay rurouni sino una personalidad intermedia, tenía que ser un Battousai muy frío y despiadado, un Battousai muy Battousai si entiendes lo que quiero decir, para que haya diferencia y hasta que rescate a Kaoru va a seguir teniendo esta personalidad tan encantadora
Y como siempre gracias a los demás por sus ánimos y su interés: Aya-Mery, sakura, mari, Serenity (ejem, sin comentarios sobre lo que pasó en la playa, ejem), naoko LK, mer1 (siempre hay que estar protegida en esta vida ), kaoru himura, Onashiru, limekamiya, mikomi shinomori, ady, gaby (hyatt, Giuliana
Y una última aclaración sobre la edad de los personajes, la he variado poco respecto a la serie en los personajes principales: sólo Kaoru que tiene 22 en vez de 16 y Soujiro también es más mayor, de más de 30. No lo había dicho antes porque como lo describo como ejecutivo ya doy la idea de que tiene que ser un hombre más maduro y por último Kamatari que tendría como unos 13 años y por eso le es más fácil hacerse pasar por chica.
32. La decisión de Soujiro
Lentamente abrió la puerta y dejó que algo de la luz que iluminaba el pasillo se colara en la oscura habitación. A ella no pareció afectarle el aumento de la claridad y mucho menos su presencia. Ella, Kaoru Kamiya, la chica cuya capturaba significaba que por fin las cosas volverían a su cauce. Shissio ya no estaría obsesionado con su inmediata captura y él por fin volvería a ocuparse de la SCorp, tal y como debía ser. No más visitas al sótano salvo para dar comunicados relacionados con la empresa, no más días temiendo que aquella horrible mano quemada se cerrara sobre su garganta, no más látigos, ni sangre, ni mujeres inconscientes a sus pies. Al fin se acabó su pesadilla, todo gracias a ella, a Kaoru Kamiya.
Dio un paso más y entró en la habitación, deseando ver el rostro de su salvadora. La habían llevado a aquella habitación, aquella celda, hasta el día siguiente, dado que Shissio estaba "ocupado" esa noche con Kamatari. Enseguida iría a informarle que el objeto de sus deseos ya estaba de nuevo en su poder, pero por ahora no quería interrumpirle y además tenía cuentas pendientes con aquella chica. Aquella chica que había sido la causante de todo su infierno de las últimas semanas, pero que al mismo tiempo le había hecho abrir los ojos, a darse cuenta de en qué se estaba convirtiendo. De alguna forma, quería agradecerle, decirle que todo el sufrimiento por el que había pasado y el que aún le aguardaba, había servido para algo bueno, para salvar un alma. Pero también sabía que eso serviría de poco consuelo a la chica.
La chica. Estaba atada por las muñecas a una gran cadena que colgaba del techo de la habitación, que brillaba en la tenue luz. La cadena era larga, pero no llegaba al suelo, era una idea de Shissio para obligar a sus víctimas a permanecer de pie, o mejor de rodillas ante él, negándoles el consuelo de aliviar el cuerpo reposándolo en el frío suelo. Aquella chica ni siquiera estaba de rodillas, colgaba de los brazos, con las piernas en el suelo y la cabeza gacha. La misma postura con la que la habían traído, arrastrándola por el largo pasillo. Soujiro pensó que tendría los hombros a punto de dislocarse, ya que los estaba forzando a aguantar todo su peso, pero ella no daba muestras de dolor, estaba totalmente quieta, balanceándose un poco al compás de la cadena, como si ya estuviese muerta. Aquella reacción tenía a Soujiro muy sorprendido, aquella chica había tenido el valor para escapar una vez y la entereza para rehacer su vida de nuevo. No entendía cómo ahora no estaba pataleando, gritando, forcejeando. No entendía cómo no escupía en su cara y le decía la clase de hombre que era por traerla de nuevo allí. Lentamente acercó su mano y alzó la barbilla de Kaoru, obligándola a mostrar su rostro.
Sus ojos estaban abiertos, pero no veía nada, de la misma forma que sus otros sentidos tampoco registraban nada. Su mente había bloqueado cualquier sensación de su entorno y Soujiro la soltó con cuidado, como si fuera una muñeca de porcelana. Mejor así, quizás en aquel estado tampoco fuera capaz de sentir dolor. Soujiro cerró los ojos envidiando la insensibilidad de la chica por un momento. Aquel era el precio que había tenido que pagar para recuperar su vida. Su deseada vida de caros trajes de Armani y comidas de negocios, de despachos con vistas y maletines, de dinero y poder. La vida que siempre deseó llevar. Pero en aquel instante, en aquella habitación, aquella vida ya no le atraía en absoluto. Su conciencia no le dejaría disfrutarla, su conciencia no le dejaría dormir por las noches, recordándole cuál era el precio que había pagado por conseguirla. Abrió los ojos y la miró de nuevo, deseando por primera vez hacer algo por ella, ser capaz de sacarla de allí, o al menos hacer algo para compensarla. Pero no había nada que pudiera hacer.
Salió de aquella habitación, dejando de nuevo a Kaoru arropada por la oscuridad y se dirigió a los aposentos de Shissio. Llamó suavemente con los nudillos y se atrevió a entrar al cabo de un momento, ya que ningún sonido provenía de la habitación cerrada: ni gritos de dolor, ni risas de satisfacción.
-"¿Algún problema?" – la voz de Shissio llegó contenta desde el otro lado de la habitación, junto a la mesita con la bandeja de las púas. Todas estaban llenas de sangre
-"Kaoru Kamiya ya ha llegado. Está encerrada en la sala de contención. Supuse que querría descansar antes de verla" – Soujiro trataba de ser frío, de ocultar todo el asco que sentía por aquel hombre bajo su estudiada máscara de hombre de negocios. El parecía estar de tan buen humor que casi no le prestó atención. Por fin el pajarillo había vuelto a su jaula. Deseaba verla para comenzar a hacerle pagar cuanto antes por su atrevimiento, pero en esos momentos se encontraba muy cansado. Su cuerpo quemado tenía sus limitaciones y ya las había excedido bastante en aquella noche. Sería mejor descansar y recuperar fuerzas, ella ya no volvería a escaparse. Tenía todo el tiempo del mundo
-"Perfecto" – respondió a su subordinado mientras se encaminaba hacia su baño. Necesitaba una ducha para limpiar la sangre y otros fluidos corporales de su cuerpo
-"¿Señor?" – interrumpió Soujiro. Shissio se volvió, extrañado –" El chico, ¿puedo llevármelo?" – Shissio alzó una ceja y rió, era una risa hiriente, salvaje
-"Vaya Seta, creo que por fin entiendo tu falta de ....entusiasmo en nuestros juegos" – Soujiro no respondió, si aquella era la forma de salvar a aquel inocente, lo aceptaría. Shissio lo miró de nuevo, estudiándolo detenidamente bajo una nueva y prometedora perspectiva –"Está bien. Haz lo que quieras con él" – dijo desapareciendo finalmente por la puerta del baño.
Soujiro se quedó quieto, sin atreverse a moverse hasta que escuchó el sonido del agua al caer. Fue entonces cuando se permitió el lujo de volver a respirar. Tenía que apresurarse, Shissio podría cambiar de opinión si lo encontraba todavía allí cuando saliera de la ducha. Recorrió con la mirada la habitación, buscando, hasta que lo encontró: el muchacho estaba en el suelo, contra una de las paredes, agazapado como un animalillo herido y muy asustado. Y como si se tratase de un animal Soujiro se acercó a él con movimientos lentos, tratando de que no viera en él una amenaza. Se arrodilló en frente de él y acercó una mano. El chico gimió y trató de alejarse, pero él mismo se había acorralado contra la pared. Soujiro trató de sonreír y muy lentamente, le acarició el pelo. El chico se encogió ante el contacto de aquella mano desconocida, pero unos momentos después se relajó. Cuando notó que el muchacho dejaba de temblar, Soujiro dejó escapar un suspiro de alivio y muy lentamente, empezó a apartar el pelo que cubría la cara del muchacho, para dejar al descubierto un rostro salpicado de sangre y lágrimas. Volvió a sonreírle
-"¿Cómo te llamas?"- preguntó dulcemente aunque ya sabía la respuesta. El muchacho lo miró sorprendido por la pregunta, todavía tenía miedo. Miedo de que el hombre quemado volviera a aparecer
-"Ka...Kamatari" – respondió con un hilo de voz, Soujiro asintió complacido sin dejar de sonreírle
-"Voy a sacarte de aquí, Kamatari" – le aseguró mientras volvía a extender los brazos hacia el muchacho. Lo alzó en brazos intuyendo que el chico no podría andar y se sorprendió de lo liviano que era. A sus espaldas, el sonido del agua, disminuía poco a poco conforme Shissio cerraba el grifo. Soujiro no lo pensó más, se encaminó hacia la puerta con Kamatari en brazos y salió de allí tan rápido como pudo
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Battousai miró a su alrededor, evaluando a sus compañeros con sus peligrosos ojos dorados. Toda una escuadra de asalto de los Chosu le iba a acompañar en el asalto a la SCorp, 10 de los mejores soldados de la organización, que se apretujaban serios e incómodos en los estrechos asientos del helicóptero. Eran soldados, no ejecutores. Su cometido sería más bien de distracción y cobertura para él, para desviar la atención de las fuerzas de seguridad de la SCorp y darle la oportunidad de llegar hasta Kaoru. Siguió analizando un poco más aquellas caras serias, descubriendo de vez en cuando alguna mirada de indiferencia, asombro, respeto o simplemente curiosidad cuando le devolvían la mirada, recordando que estaban en presencia de Battousai.
Aquellos hombres cumplirían bien con su cometido y él debería ocuparse del suyo. En un alarde de equilibrio, se puso de pie ignorando las tremendas sacudidas del helicóptero y abrió la bolsa con su equipo. Primero extrajo una pequeña cuchilla que escondió en la suela de su bota derecha, sujeta a un ingenioso mecanismo, después una pistola automática que fue a parar a su funda bajo su hombro izquierdo, después comenzó a llenar los bolsillos internos de su amplio abrigo de cuero negro con recargas de munición, bombas de humo y gas lacrimógeno, cuantas menos bajas tuvieran mejor, sólo le interesaba la muerte de un único hombre. Después se colgó al cuello una pequeña máscara antigas. Aquel era casi el mismo equipamiento antidisturbios que llevaban los soldados que le acompañaban, tan sólo quedaba el toque final: de las profundidades de la bolsa sacó el wakisaki y rápidamente lo ajustó a su espalda, sujeto por el cinturón y con la empuñadura por debajo de su cintura. Después admiró con reverencia su katana, la misma katana que años atrás dibujara aquella cruz en su mejilla y después acabara con la vida de su hermana Tomoe. Pensó en todas las vidas que habían acabado bajo el filo de la afilada hoja y que, por primera vez, ella saciaría por fin su sed de venganza. Se volvió a sentar y dejó la katana sobre sus rodillas, ya habría tiempo de enfundarla cuando el helicóptero tomara tierra en la terraza del edificio de la SCorp.
-"Ejem....¿señor?" – carraspeó avergonzado uno de los soldados más jóvenes, que no se había perdido un ápice del ritual –" usted......¿usted no lleva chaleco antibalas?" – Battousai le dirigió una mirada fría y el joven deseó haberse quedado callado
-"Ya llevo demasiado peso, y el chaleco afectaría a mis movimientos" – el joven asintió con la cabeza, recordando que Battousai luchaba de forma muy distinta a la que él estaba acostumbrado – "Además" – continuó Battousai tras un instante dejando que su mejor sonrisa adornase su cara –"no podrán herirme si no tienen tiempo de apuntar"
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A primera hora de la mañana, Shissio se despertó de un humor inmejorable, se sentía plenamente en forma a pesar del esfuerzo de la noche anterior y todo se debía al regreso de su pajarillo. Había tenido unos sueños deliciosos en los que daba rienda suelta a todas los oscuros pensamientos de castigo que había tenido desde que se enteró de la huida de Kaoru. Sonrió siniestramente y sus ojos rojizos brillaron en la habitación, la había tenido esperando toda la noche. Toda una noche en la que se habría imaginado una y otra vez cómo él se cobraría su venganza. Debería estar aterrorizada. Suspiró contento y se apresuró a vestirse, no había que hacer esperar a una dama.
Apenas unos minutos más tarde la puerta de la celda de Kaoru volvió a abrirse, pero esta vez las luces fluorescentes brillaron a toda potencia iluminando cada rincón con un poderoso torrente de luz blanca. Kaoru habría gemido ante el dolor de sus ojos ante una luz tan poderosa, si hubiese sido capaz de sentir. Tal como le ocurrió a Soujiro horas antes, Shissio se inquietó ante la falta de reacciones de Kaoru y sujetándola por el pelo, dio un fuerte tirón para alzarle la cabeza y ver su rostro. Ojos azules, profundos y vacíos como un abismo, le devolvieron la mirada sin verle. Shissio la soltó con una maldición, al parecer el shock de verse de nuevo atrapada había sido demasiado para ella y su mente se había desconectado de su cuerpo. Aquel fenómeno no era desconocido para él, es más, lo había provocado en alguna que otra ocasión pero en estos momentos no le satisfacía. Sí, Kaoru debía quedarse en ese estado, pero sólo después de que él hubiera culminado su venganza, su castigo. Ella debía estar consciente. Consciente para sufrir cada uno de sus golpes, consciente para gritar de dolor, consciente para que ese espíritu de lucha que siempre había mostrado su pajarillo se quebrara una y otra vez. Ella debía estar consciente para que él pudiera disfrutar al máximo.
Se alejó un momento de Kaoru y volvió a su habitación, seleccionó alguna de sus herramientas preferidas, entre ellas la monstruosa púa, aún manchada con la sangre de Kamatari y su querido látigo. Lo colocó todo muy ordenadamente sobre una bandeja y regresó a la celda con Kaoru. Tal como esperaba la chica no había movido ni un músculo a pesar de haber dejado la puerta abierta, seguía colgando lánguida de la gruesa cadena. Shissio la miró de nuevo con desprecio, dejando la bandeja sobre una mesita y tomó el látigo en la mano derecha, mientras que con la izquierda rasgaba sus ropas de un tirón, dejándola casi desnuda. Comenzó a golpearla con saña, esperando lograr alguna reacción de aquel cuerpo prácticamente muerto, cualquier señal de que su mente volvía a su cuerpo. El pequeño cuerpo de Kaoru se balanceaba columpiado por la cadena, al compás de los golpes del látigo y sin ofrecer ninguna resistencia. Ningún gemido de dolor, ningún espasmo involuntario, de nuevo aquella chica estaba escapando de él y en su frustración la golpeaba con más fuerza.
Kaoru sentía el dolor, como una ola de lava hirviendo queriendo alcanzar su conciencia, traerla de nuevo al mundo de los vivos. Pero para ella aquel dolor lacerante no significaba nada. Kenshin estaba muerto y el dolor de su pérdida era mucho más terrible que el que le estaba infligiendo aquel maldito. Por su mente pasaban una y otra vez imágenes de sus recuerdos: la primera vez que se vieron, la primera vez que tocó su cicatriz en forma de cruz, cómo sus ojos cambiaban del violeta al dorado, aquella felicidad cada vez que la tomaba suavemente entre sus brazos. Recordó a sus amigos: Megumi, Sanosuke, Yahiko, Owaki, cómo habían reído juntos, cómo habían llorado juntos. La estaban esperando, tenía que ir con ellos pero había algo, algo encerrado en su memoria que no le dejaba reunirse con ellos, algo que la retenía en este mundo.....algo que tenía que una promesa................ Te lo juro, te juro que viviré
Después de media hora golpeando a Kaoru sin ningún éxito, Shissio se sintió frustrado. Arrojó el látigo a un rincón con disgusto y se encaró de nuevo con ella tratando de encontrar la forma de hacerla reaccionar. Justo en aquel momento, Soujiro apareció en el umbral de la puerta. Miró a Kaoru y por la cara de frustración de su jefe, dedujo que la chica seguía sin reaccionar, este hecho tranquilizó un poco a Soujiro, pero también deseó que ella tuviera un poquito de consciencia para escuchar las noticias que traía.
Soujiro se había pasado todo la noche curando las heridas de Kamatari. Lo había llevado a su despacho y tendiéndolo sobre su mesa, había limpiado y vendado cada una de las heridas del muchacho, que había pasado de la vergüenza al alivio en cuestión de segundos. Durante aquella noche, había conseguido un frágil lazo de confianza con Kamatari y, mientras el chico por fin conciliaba el sueño en su sofá, con la cabeza en su regazo a modo de almohada, Soujiro había hecho un repaso crítico a toda su vida para ver lo poco que conocía de las relaciones humanas. Había cerrado tratos de negocios innumerables veces, había interactuado con miles de personas en todo el mundo, pero en ningún momento había sentido ningún sentimiento tan cálido como ahora, con aquel niño durmiendo a su lado. Este descubrimiento le llevó a pensar en Kaoru y su estado de shock. No le había encajado que su estado se debiera a verse de nuevo atrapada, ella era una superviviente y podía superar algo así. Entonces a su mente llegó el informe de cómo había sido capturada y lo entendió: ella probablemente creía que todos sus amigos, incluido su novio, ese tal Himura, habían perecido. Para ella no había nada por lo que seguir viviendo. Fue entonces cuando recibió la llamada.
-"Supongo que si has venido hasta aquí , será por algo importante"- comentó Shissio muy molesto. Soujiro escondió una sonrisa mientras rezaba silenciosamente para que, de algún modo, la chica fuera capaz de escucharle.
-"Siento molestarle, pero he recibido la llamada de uno de los hombres que perdimos en Tokyo"
-"¿Y me molestas por algo así de simple?" – rugió su jefe. Soujiro no se inmutó, ya no tenía miedo. Ahora él también algo por lo que merecía la pena vivir
-"Pertenecía al grupo que atrapó a la chica, consiguió herir a un Chosu, pero nada más" – tu sacrificio no fue en vano, Kaoru, los salvaste – " Está prisionero de los Chosu pero le han permitido una llamada. El grupo que iba a por Himura fall
-"¿Qué???? ¿Tres hombres no fueron capaz de capturarlo?" – siseó Shissio
El grupo que iba a por Himura falló. El grupo que iba a por Himura falló. Falló. Falló. Falló. Las palabras de Soujiro habían conseguido llegar a la mente de Kaoru, sacudiéndola como un huracán, causando más estragos que todos los esfuerzos de Shissio. Porque mientras tu corazón siga latiendo, el mío encontrará las fuerzas para seguir haciéndolo, al fin recordó su promesa. ¿Cómo había podido ser tan tonta? ¿Por qué se había dejado llevar por la desesperación de aquel modo? ¿Cómo pudo dudar por un momento de que Kenshin no mantendría su palabra? Lágrimas de alegría rodaron por sus ojos sin vida, mientras su mente se volvía a reunir con su cuerpo. Sintió como nunca el dolor de su cuerpo, los pinchazos en los hombros por aguantar su peso durante toda la noche y el dolor, como una quemadura en su espalda donde el látigo de Shissio se había descargado tantas veces. Pero todo aquello no significaba nada porque escuchaba su corazón latiendo en su pecho con fuerza, con esperanza. Apretó los dientes y sus manos se cerraron dolorosamente sobre la cadena, sujetándose de ella para ordenar a sus entumecidas piernas que reaccionaran. Así, poco a poco consiguió ponerse de pie. Ante el tintineo de la cadena, los dos hombres volvieron a reparar en ella
-"Vaya, al fin mi pajarillo se despertó. ¿Estás cómoda querida?" – preguntó sarcástico Shissio olvidando las noticias de Soujiro. Para él no tenían importancia. Por fin las cosas estaban saliendo conforme a su voluntad. Ahora que ella estaba despierta, la diversión podía empezar. Kaoru le miró con desprecio, se irguió todo lo que pudo a pesar del dolor en su espalda y le escupió a la cara. La mano de Shissio fue rápida en abofetearla fuertemente, pero ella también lo fue para recuperar su orgullo y volvió a erguirse y mirarle a los ojos fijamente mientras él se limpiaba la cara con un pañuelo. A sus espaldas Soujiro la miraba aliviado, por fin había hecho algo por ella. Kaoru sonrió un poco a través de su labio partido sin dejar de mirar a Shissio, desafiante
-"No puedes hacerme daño" –dijo firmemente, segura de sí misma –"Ni con tus palabras, ni con tu látigo. Puedes destrozar mi cuerpo si te place, pero cada vez me levantaré para escupirte a la cara." - Shissio alzó la mano para golpearla de nuevo, pero Kaoru dio un paso atrás esquivando el golpe fácilmente, al hacerlo notó claramente cómo la sangre aún corría por su espalda –"Y por cada gota de mi sangre que derrames, él derramará diez veces la tuya. ¿creíste ver las llamas del infierno cuando tu carne se quemó Shissio? Todavía no lo conoces, él te lo mostrar
-"¿él? ¿te refieres a tu querido instructor de kendo? ¿qué puede hacer una espada contra un ejército?"- respondió Shissio sin dejarse intimidar. Kaoru rió ante la elección de palabras de Shissio, ella misma las había pronunciado una vez, antes de saber la verdad, ya era hora de que aquel maldito la conociera también
-"¿Qué puede hacer una espada contra un ejército?" – repitió sarcástica –"esa no es la pregunta correcta" – la sonrisa de Kaoru se ensanchó, disfrutando el momento, las tornas se habían cambiado, ella ya no era la víctima sino el verdugo –"La pregunta correcta es...¿qué puede hacer Battousai contra un ejército?"
-"Battousai" – gimió Soujiro con ojos desorbitados, Shissio lo miró sin comprender aunque el nombre le era familiar. – "Battousai, el ejecutor de los Chosu en Tokyo. Hay quien dice que es tan bueno como Hajime Saitou" – explicó rápidamente
-"Mejor incluso"- comentó Kaoru. No sabía si era verdad o no, pero tenía que aterrorizarlos lo más que pudiera. –" Y tú te has llevado a su mujer, Makoto" – pronunció cada palabra despacio, saboreándolas, al igual que saboreó cómo la cara de Shissio enrojecía ante la humillación de que ella se atreviera a llamarle por su nombre. En verdad ya no le temía –"Debe estar muy enfadado ¿no crees?" – dijo ella con falsa inocencia
Shissio enrojeció de rabia mientras su mente procesaba la situación, buscando el mejor plan de acción. Todo estaba saliendo mal. Aquella bruja tenía que estar gimiendo de miedo a sus pies, suplicándole por su vida, dispuesta a hacer todo lo que él le ordenara. En cambio estaba allí ante él, escupiendo veneno palabra tras palabra y con su orgullo y su voluntad intactas, inalcanzables para él. Y por si no fuera suficiente, ahora tenía que vérselas con un asesino despiadado y muy furioso ¿cuándo había pasado? ¿cuándo había perdido el control de la situación? Como llamadas por su arranque de cólera, las luces parpadearon en rojo y las alarmas se encendieron por todo el edificio. Kaoru volvió a sonreír, pero esta vez con esperanza
-"Ya está aquí. Viene a buscarme"
Shissio la volvió a golpear, con todas sus fuerzas esta vez, haciendo que perdiera el sentido de nuevo. Cualquier cosa con tal de borrar aquella sonrisa de su cara.
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Este era el último cabo suelto, creo que estoy alargando demasiado el rescate porque no quiero terminar este fic, pero bueno, en el próximo capítulo por fin el ataque de los Chosu. Ya sabéis dudas, amenazas por no actualizar y demás al botoncito de los reviews
Bueno y ahora os quiero decir a todas en general que me lo pasé estupendamente con mi novio en la playa, pero lo que quería era daros las gracias una vez más porque no sólo me encontré con 17 reviews esperándome en el buzón, sino que parece que he ganado los Anime Awards de Hayi como mejor fic de romance de Rurouni Kenshin, para mí es una gran satisfacción saber que tanta gente me ha votado y que por una vez he hecho algo digno de mención que parece que le encanta a tantas personas . Y de paso quería saber quién es el alma caritativa que me nominó, mas que nada para repartir el premio si es que hay
