Capitulo 2:
¿Cómo demonios había llegado a esta situación?
"Ya veremos"
¡Puff! Como si supiera lo que estaba diciendo.
Le pasaba una cosa curiosa. Cuando tenia que decirle cualquier cosa a Ginny, daba la sensación de saber exactamente lo que tenía que hacer.
Pero en su cabeza sus pensamientos giraban de manera vertiginosa.
Pasaba por todos los estados de ánimo, del pánico a la felicidad, en menos de un segundo.
Era realmente agobiante.
- ¿Ya has dejado de llorar?
- Si...eso creo.
- Deberías ir a lavarte la cara, se nota demasiado que has llorado y Hermione y Ron no tardarán en volver del vagón de los prefectos. Estoooo...estamos de acuerdo en que no debemos contar nada de momento,¿verdad?
- Si, será lo mejor. De acuerdo
- Bien.
- Bien. Enseguida vuelvo.
Bueno, al menos eso estaba claro. Mejor tomar las cosas con calma. O tendría un ataque de histeria.
De repente se dio cuenta de que se encontraba solo por primera vez desde que... tuvo lugar el incidente. No estaba de más aprovechar para poner su mente en orden.
En primer lugar, ¿cómo demonios había llegado a esta situación?
Era duro recordar el inicio de las vacaciones. El regreso a Privet Drive era peor cada año, pero el hecho de averiguar que estaba condenado a ello por su propia seguridad, le resultaba especialmente doloroso.
Le parecía increíble que el lugar donde le habían tratado toda su vida como un apestado, fuera el lugar más seguro del mundo para él.
Mientras pudiera seguir llamándolo "casa", nadie podría tocarle.
Aunque, claro, ¿para qué tanta molestia?
El señor Harry Potter habia demostrado su gran astucia e inteligencia, lanzandose de cabeza a las garras de Voldemort.
¿Acaso se paró un instante a pensar en si las visiones que tenía eran una trampa?
Nooo, el SABIA perfectamente que veía los pensamientos de Voldemort sin que él se diera cuenta.
Los demás no tenían ni idea.
Así que como era verdad todo lo que veía en sus sueños, ¿quién mejor que él para acudir al rescate de su padrino?
Ya lo había hecho antes, se le daba bien. ¿Qué podría pasar?
Nunca podría perdonarse su estupidez. Él mejor que nadie sabía de lo que era capaz Voldemort. Él fue testigo de lo que pasó con Cédric, ¿por qué no se detuvo a pensar un momento? ¿por qué no hizo caso a Hermione? ¿por qué no quiso escuchar a nadie?
Porque dedicó el año a estar furioso con todo el mundo, especialmente con la gente que más le apreciaba, cosa que no merecían ni por asomo.
Todos los sucesos que le habían rodeado sin que acabara de entender el por qué, habían explotado en su interior y le habían convertido en un imbécil arrogante.
Pero el precio pagado por ello fue demasiado alto. Aún no podía creer que Sirius no volvería jamás. Era lo más parecido que podría tener a un padre y lo había perdido.
Era como si estuviera condenado a estar solo.
Quizá fuera lo mejor. Puso a sus amigos en un serio peligro. Tuvieron muchísima suerte de salir prácticamente indemnes.
Y también estaba el asunto de la profecía.
"El único con el poder para derrotar al Lord Oscuro se acerca... nacido de aquellos que lo han desafiado tres veces, nacido cuando el séptimo mes muere... y el Señor Tenebroso lo marcará como su igual, pero tendrá un poder que el Lord Oscuro no conocerá... y uno de ellos deberá morir a manos del otro, porque ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva... el único con el poder para derrotar al Señor Oscuro nacerá cuando el séptimo mes muera..."
"Ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva..."
Esas palabras se habían grabado en su mente como un hierro candente.
Nunca estaría a salvo.
Su destino estaba escrito.
Hiciera lo que hiciera, Voldemort acabaría con él.
Dándole vueltas a estos asuntos, intentando al mismo tiempo no ahogarse con los terribles remordimientos que sentía, transcurrió el mes de julio. Para felicidad de sus tíos, se dedicó a vegetar al mismo tiempo, con lo que fueron las vacaciones más tranquilas desde que ingresó en Hogwarts.
Aparte de eso, lo más curioso era, que para los parámetros habituales de los Dursley, habían estado realmente encantadores.
Cuando su tía Petunia le trajo un montón de ropa nueva y sobre todo, de SU talla, Harry pensó que le estaban gastando una broma.
Pero los Dursley no tenían sentido del humor, así que no podía ser eso.
Cuando le dieron permiso para hablar por teléfono con Hermione y con Ron, por cierto, debía enseñarle de una vez por todas la manera correcta de utilizarlo o conseguiría dejarle sordo, creyó alucinar.
Y cuando durante una comida, sus tíos le dijeron que estaba muy delgado, que hiciera el favor de comer en condiciones, se quedó tan pasmado que casi se atragantó.
Sabía perfectamente que el único motivo de esa actitud eran las veladas...no, las directas amenazas de los miembros de La Orden Del Fénix preocupados por el bienestar de Harry, pero no dejaba de sorprenderle.
Lástima que en realidad le importara todo un pimiento.
No se merecía que se preocuparan tanto por él.
Lo único que rompió la rutina que se había autoimpuesto fue la llegada de los resultados de sus T.I.M.O.S.
Como suponía, había sacado sobresaliente en Defensa Contra Las Artes Oscuras. Y recibido un suspenso en Adivinación. Mejor así, no tenía ningún interés en continuar con ella. Pero se alegró de haber sacado las notas suficientes en las asignaturas necesarias para intentar convertirse en Auror.
Lo de Pociones era de risa. Había sacado una nota increíblemente buena para como transcurrían las clases durante el año. Estaba seguro de que si Snape no fuera su profesor, habría sacado otro sobresaliente.
Lo malo era que tendría que seguir soportándolo. Y no estaba seguro de poder.
El rencor que sentía Snape por su padre y por Sirius lo había trasladado a él. Y ahora era recíproco. Lo de Sirius fue la gota que colmó el vaso.
Porque pudo haber hecho algo más para evitar lo sucedido, estaba seguro.
Así, que sin darse cuenta, llegó el día de su cumpleaños. Se sorprendió de que Hedwig no le trajera ninguna respuesta de la carta que le envió a Hagrid y más sabiendo que por la fecha, la recibiría el 31 de julio.
Se encogió de hombros y se dijo:
- Estará ocupado.
Lo más seguro es que Ron y Hermione le llamaran. Aunque lo que de verdad quería es que estuvieran allí con él.
Los últimos días de curso había rehuido su compañía, pero este año se encontraba tan mal, que lo que más deseaba en el mundo es que llamaran al timbre y aparecieran en la puerta.
Eran las doce de la mañana y aún estaba tumbado en la cama, sin ganas de nada cuando su tía Petunia llamó a la puerta.
- ¿Aún holgazaneando? Levántate y sal, tienes visita.
- ¿Visita? ¿Estas de broma?
- No. Sal de una vez.
Aún pensando que le tomaba el pelo, se levanto y la siguió escaleras abajo.
Lo que vió le dejó de piedra.
Allí estaban Ron, Hermione, Ginny, el señor Weasley y Remus Lupin.
¡¡¡SORPRESA!!!
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