Todo de mí
Escrito por bobalon, traducido por Fox McCloude
Disclaimer: Gotoubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. La historia le pertenece a bobalon, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.
Capítulo 23 — Y escribió el invierno
A mitad de la mañana, un susurro incesante había caído por todo el set. Un ruido ocioso para conversaciones ociosas que flotaban por toda la sala, mezclándose con los murmullos indiscriminados mientras los minutos se alargaban. Desde la puerta cercana, un viento fresco encontraba su camino a través de las páginas de un libreto, abandonado en la esquina de una vanidad improvisada. Miraba descuidadamente más allá de la exposición, hojeando las palabras apasionadas que provocaban la acción creciente, y examinaba detenidamente hasta el mismo precipicio que condujo al clímax, solo para detenerse bajo la presión de las yemas de los dedos de una mujer cuando las páginas se tambalearon más lejos del borde. El frío aún persistía. Un pequeño bocado para despedir los últimos y fugaces días de invierno; otro pequeño escalofrío para juntar las solapas de su abrigo sobre su pecho.
Con las páginas recolectadas de vuelta en sus manos, rápidamente buscó la última donde se había quedado la última vez, y se dirigió para cerrar la puerta. Tenía los dientes apretando la punta de su uña, murmurando un sonido de molestia. Tendría que haber estado por aquí en alguna parte. La página 52 de 110, donde ella, con un bolígrafo en mano, había dibujado otra marca bajo las líneas del guion, encerrando en círculos las palabras y decorando el espacio blanco con múltiples signos de interrogación. Las direcciones del escenario no eran muy diferentes, y frunció el cejo, tratando de buscarle algún sentido.
– Mire donde pisa, Srta. Nakano. – le advirtió un miembro del personal que pasaba, justo a tiempo para que ella se detuviera y mirase cerca de sus tacones. En su fijación por los detalles de su libreto, Ichika no se había dado cuenta de que estaba por cruzar por un manojo de cables de cámara, esparcidos peligrosamente por todo el suelo.
– Oh, gracias. – dijo Ichika, dando un paso hacia un lado. – Eso habría sido un poco embarazoso. ¿Pero no es peligroso tener todos esos cables afuera en el pasillo así?
– Sí, bueno, uno de los internos ya debería haberse encargado de eso ahora.
– ¿En dónde están?
– Probablemente holgazaneando en alguna parte, supongo, igual que todos los demás. – El hombre resopló y continuó rodando su carrito de equipamiento de vuelta hasta el otro lado del set, como si apenas fuese un problema. Hoy, su set de película se ubicaba en un lujoso hotel, famoso por todo Beverly Hills como un lugar de encuentro para muchos eventos de alta gama. Su salón de baile era el epítome del lujo y la elegancia, con un gran techo embellecido con intrincados candeleros, cuyas superficies doradas brillaban radiantemente gracias a las luces que los rodeaban. Se decía que la pareja de novios que compartieran su primer baile juntos como recién casados, debajo del candelero principal en su noche de bodas, se sentirían como si estuvieran haciendo cabriolas entre las estrellas que brillaban para ellos. Si en lugar de eso fuese el sitio para una reunión entre personas de alta sociedad, entonces el encantador anfitrión o anfitriona tenía el piso correcto para pasearse de un invitado al siguiente, intercambiando copas de champaña entre dedos decorados con anillos de oro y plata. Y si fuese una fiesta para cenar, el invitado de honor tenía el fondo correcto para pararse, con propiedad y prominencia, mientras se dirigía a sus amigos y asociados con un brindis de sus copas de vino ante cualquier fortuna fiscal que le aguardase.
Ichika había tenido tiempo más que suficiente para maravillarse con el lugar cuando llegó por primera vez, muy temprano por la mañana, tanto así que incluso se sorprendió a sí misma. La joven actriz despertó esa mañana con los ánimos muy altos. No podía describirlo con palabras, pero el horario de hoy parecía prometerle cosas buenas. El aire estaba agradable y fresco durante su carrera matutina, y el tener tanto tiempo desde que se levantó le permitió entretenerse en su ducha. Durante el desayuno, finalmente había perfeccionado su forma de voltear los huevos, por primera vez desde que probó la nueva receta. Y cuando tomó el primer sorbo de su café en la mañana, el rico sabor de una mezcla perfecta deleitó su lengua.
Ahora, sin embargo, todos esos buenos presagios parecían ser poco más que un recuerdo distante. Una sensación de languidez y letargo se colaron en el cuarto. Los pasos arrastrados de actores que no tenían nada de importancia por hacer, el sudor del personal que no sabía lo que tenía que hacer. Todo eso contaminaba el aire del salón de baile, forzándola a dejar salir un suspiro que se escapó de sus labios mientras se abría paso por el set. A estas alturas deberían haber terminado con el ensayo y hecho algunas tomas de práctica para las escenas, pero los protectores de las cámaras difícilmente habían sido removidos de los lentes. Estaban muy atrasados.
Poco después que Ichika cerró la puerta, volvió a abrirse detrás de ella, revelando a una mujer de aspecto cansado cargando un portapapeles y con uniforme de gorra y camiseta manga larga de color negro que tenía "CREW" en letras enormes por la espalda.
– ¡Abigail! – dijo Ichika, volviendo a doblar el libreto. – ¿La encontraste?
– S… sí… – replicó la mujer, casi sin aliento. – Ya está… está entrando al edificio ahora mismo. Detrás de mí.
– ¿Dónde la encontraste?
– En el… uh, estaba en el gimnasio.
Ichika dio un respingo. – Discúlpame, el… ¿gimnasio? ¿Qué quieres decir con que estaba en el…?
El resto de las puertas dobles se volvió a abrir de golpe, empujados a un lado por los brazos de la mujer de cabello oscuro mientras avanzaba de forma atrevida dentro del set de filmación. Al mismo tiempo, llamó la atención de todos aplaudiendo fuertemente con sus manos. – ¡Muy bien, muy bien, gente! ¡Hora de que empiece el espectáculo! ¡Su directora ya está aquí!
Los empleados cercanos dijeron algunas palabras para saludarla, y murmuraron unas cuantas reservadas entre ellos. Tras echar un rápido vistazo alrededor del set, la mujer hizo unos gestos para indicarle algunas cosas a su directora adjunta, Abigail, antes de enviarla a hacer algunas tareas vagamente descritas. – Erika, espera un poco. – dijo Ichika, siguiéndola de cerca por detrás.
– ¿Huh? – La directora se giró. – ¡Oh, Ichika! Ya estabas aquí. ¿Qué hay de nuevo?
– Yo… um, sí, aquí estoy, pero eso no… — Ichika frunció el cejo. No sabía exactamente por donde comenzar. – Por supuesto que estoy aquí. Todos hemos estado aquí desde hace varias horas. Los ensayos y la filmación deberían haber comenzado en la mañana, ¿recuerdas?
– ¿En serio?
– Sí, en serio. A eso de las nueve y media. Y ya casi es la una.
– ¿Dónde decía eso?
Ichika hizo una pausa. – ¿En el… email? ¿El que le enviaste a todo el reparto?
– Whoops. – Para su inmediata sorpresa, Erika se soltó a reír como si nada hubiera pasado, se echó la bolsa de gimnasio al hombro y continuó hacia los camerinos. – Ja, perdón.
– ¿"Whoops"? – Ichika levantó las cejas, todavía siguiéndola. – ¡Todos estábamos muy preocupados! ¡Nadie sabía dónde estabas y no respondías al teléfono! ¿Dónde has estado?
– Creo que Abby ya te lo dijo; estaba en el gimnasio.
Ichika miró a su amiga como si hubiera algo que podría haberse perdido en la forma en la que Erika respondía tan simplemente. – Pero… ¿por qué? – preguntó Ichika.
– Las hamburguesas no desaparecen solas de la cintura, Ichika. – Erika señaló su abdomen expuesto, pellizcándose la piel como si la forma tonificada de sus abdominales pudiera albergar una pizca de grasa. – Sabes, realmente deberías unírteme un día de estos. Mi gimnasio me deja escanear a uno más, y me vendría bien una observadora.
De nuevo, Ichika se encontró perdida de cómo empezar. – No me refería a eso. Tú eres la directora aquí, y no es que quiera decirte cómo debes hacer tu trabajo ni nada, pero ¿esto no te parece muy… desorganizado? Algunos de los miembros del staff esta mañana ya decidieron marcharse, y nadie sabe lo que se supone que hagamos.
Erika se encogió de hombros. – No te preocupes por ellos. Saldremos adelante con lo que tenemos y con los demás.
– Pero ya de por si estamos cortos de personal.
– Creo que tenemos suficientes.
– Pero ellos no se ven muy motivados.
– ¡Para eso está el alcohol gratis!
Dos de los empleados se cruzaron en su camino, cargando una enorme pared de utilería por ambos lados, que Erika esquivó agachándose; entretanto, Ichika aguardó pacientemente a que pasaran antes de poder alcanzar a Erika. – Sobre eso también, ¿estás segura de que es una buena idea? Hablé con algunos de los camarógrafos antes, y puede que me equivoque, pero parecía ya estar muy borracho.
– Te preocupas demasiado por cosas pequeñas, Ichika. – Erika le dio un golpecito en el hombro. – He tenido sets donde las cosas estaban así antes. Las cosas al final dan resultado, de una forma u otra. Casi siempre.
– Puedo entender de dónde vienes, pero… no lo sé. Sólo quiero asegurarme de que tu primera película salga bien. ¡Es tu debut como directora, después de todo! Y de hecho de eso quería hablar contigo. – Ichika sacó el libreto que llevaba debajo del brazo, pasando las páginas marcadas del guion que había estado revisando antes. Aunque Ichika podría no haberlo admitido, su mensaje podría haber sido mucho más claro si simplemente le entregaba a Erika todo el libreto. – ¿Ves estás líneas de aquí?
– ¿Hmm? – Erika se inclinó para ver. – ¿Qué pasa con ellas?
– ¿No crees que está un poco… fuera de lugar? Cuando me dijiste hace dos noches que sólo estabas haciendo unos "pequeños cambios" me esperaba algo como unas pocas líneas diferentes que tendría que memorizarme, pero esto es totalmente diferente al personaje que he estado ensayando en las últimas semanas. Parece un personaje totalmente diferente, y hay algunas líneas que contradicen la historia.
– ¿De verdad? ¿Dónde? Pensándolo bien, espera, detén ese pensamiento. Creo que el equipo a cargo del sonido necesitará mi ayuda con algo, así que tendrás que hacer esto rápido.
Ichika jugueteó con el libreto. Había demasiados elementos que quería discutir con Erika para apenas considerar que algunos de ellos fuesen "rápidos". De hecho, eso fue exactamente lo que le dijo a Erika. – No creo poder hacerlo. Siento que cada una de mis líneas provocan huecos en la trama. ¿Por qué no puedo quedarme con mis líneas originales?
– Nop. Ah-ah. – Erika negó con la cabeza. – Eso no se puede, Ichika. La Cantarina es un personaje vital para la escena. – Cerró un ojo, dibujando dos letras L invertidas sobre su cara como si estuviera sosteniendo una cámara, acercándosela al rostro de la actriz pelirrosa que todavía no se veía menos perpleja que cuando habló con ella. – La Cantarina se supone que debe ser misteriosa. Enigmática. Seductora. Sexy. Ella capturará los ojos de todos en el salón de baile en el momento que ponga un pie en él, y sus líneas tienen que salir exactamente como las visualizo para que funcione. Confía en mí; sólo apégate a lo que hay en el libreto.
Ichika sonrió a medias. Aunque Erika era su amiga y le había ayudado tremendamente a llegar tan lejos, había ocasiones en las que se sentía un poco intranquila sobre su capacidad de tomar decisiones. – Espero que tengas razón, en serio. – dijo Ichika, suspirando. – Pero sí creo que las líneas podrían refinarse un poco. Para mí y el resto del equipo. Y aquí entre nosotras, hablo por algunos de los demás miembros. Según dicen, a veces puedes ser un poco… intimidante.
Erika se rio, como si eso fuera exactamente lo que quería escuchar. – No te preocupes por nada. Ya verás cómo pongo en forma a este lugar y a todos esos holgazanes buenos para nada en menos de lo que crees.
Ichika pasó a otra página. – Aunque hay otra cosa que me preocupa, Erika. Es sobre…
– ¡ESPERA, YA TE ESCUCHÉ! – gritó Erika por encima del hombro. – Allá voy, ¿de acuerdo? ¡Dame un minuto, más o menos! Muy bien, ¿cuál es el problema, Ichika?
– Es sobre las últimas líneas de mi personaje. ¿Ves esta parte que marqué aquí?
– Whoa, marcaste muchas cosas.
– Bueno, como te dije, había muchas contradicciones y agujeros, y… ese no es el punto que quiero hablar ahora. Estoy hablando de esta parte. ¿Lo ves? En el libreto original La Cantarina se suponía que dejaría la pregunta del protagonista sin responder.
– Ajá. Sí, eso debería ser correcto.
– Entonces ¿por qué está estructurado como si yo tuviera más líneas? Mira la página siguiente del libreto. – Ichika pasó la página. – Había algunas direcciones más de escenario, y algunas señales para acercamientos de cámara con algunas líneas para llenar el resto de la escena, terminando con un espacio reservado para las últimas líneas de diálogo para cerrar la escena.
Y en las líneas se leía…
「Ichika Nakano 」:
– Las líneas están en blanco. – dijo Ichika. – ¿Y por qué dice mi nombre en lugar de La Cantarina?
– Oh diablo. Sí, ese era un nombre provisional.
– ¿Entonces fue sólo un error de imprenta? ¿Las líneas también?
– Nah, estoy bastaaante segura de que se supone que sean líneas. ¿Por qué no revisas los libretos de los demás?
– Lo hice y eso…
– ¡Erika! – la llamó la voz de un hombre al otro lado de la sala. – ¡Ya pasó un minuto! ¡En serio, te necesitamos aquí!
– ¡Sí, sí! – gritó Erika, y se giró hacia Ichika. – Tengo que ir a ver por qué el equipo a cargo del sonido se está quejando tanto, así que hablaremos luego, ¿está bien?
– Espera, pero esto realmente es importante. Tiene que faltar una página, ¿verdad? Le pregunté a los demás actores, y sus libretos estaban iguales. No hay…
– Mira, de verdad me tengo que ir.
– Bueno, ¿qué se supone que debo decir aquí?
– ¡Sólo di lo que creas que funcionará! ¡Lo sabrás cuando llegue el momento!
– Yo… ¿qué? ¿Qué significa eso? ¡Hey! ¡Erika, espera! ¡¿Erika?!
Como un balde de agua fría, la llegada tardía de su directora había enviado una descarga para despertar los cuerpos de todo el equipo de filmación. En cuestión de minutos, todo el equipo de cámaras había sido encendido y cada miembro del staff buscó desesperadamente una forma de hacerse útil. Comenzaron a pasearse, arrastrando los pies muy agitados, hasta que los susurros apáticos disminuyeron hasta volverse un clamor muy familiar. Un clamor fuerte y desordenado, aunque con un mayor sentido de propósito, hasta donde Ichika podía ver.
Un carro con equipamiento pasó rodando a su lado, e Ichika tuvo que excusarse para no quedar atrapada en la masa de cotilleos. Quedaba mucho que preparar todavía, y una actriz haría bien en aprovechar su propio tiempo. En la mayoría de escenarios, eso significaría algo más de tiempo personal cara a cara enfrente del espejo del camerino con el libreto en mano. Ya iba a medio camino con eso. El libreto seguía enrollado en su mano, pero extrañamente, la joven actriz no encontraba la fuerza de voluntad para ensayar sus líneas. Al menos, no de inmediato.
– Fuutarou-kun probablemente me diría que debí tomar notas como esta en la escuela. – bromeó en voz baja Ichika para sí misma, aunque fuera sólo para enmascarar un suspiro. Empezó a pasar más páginas y más dudas le vinieron encima ante el blanco de la página. Las líneas que formaban Engañosamente Tuya, una obra de romance entre dos agentes secretos de países en guerra, se sentían como un cascarón vacío. Tenía palabras, tenía direcciones en el escenario, tenía música, tenía drama, y tenía acción. Y por alguna razón, todo se sentía hueco.
Ichika se enderezó, sujetando el libreto frente a ella mientras encaraba el espejo del camerino. Algo, lo que fuera, pasa inspirar las palabras en su voz para que realmente salieran de La Cantarina. Tenía que sentir la historia. Abrazarla. Encarnarse en ella.
Al cerrar sus ojos, sin embargo, no podía imaginarse la gracia del salón de baile y todos los sirvientes que se reunían bajo el candelero de cristal. No podía sentir el suave vaivén del vestido de La Cantarina al rozarse contra sus piernas. Una sensación de pesadez invadió sus talones, como si su baile fuese guiado por un amateur. La música se ahogó gradualmente; el cantante se sentía monótono. Y cuando habló sus líneas, las palabras no podrían haber estado más lejos de su propio corazón.
Una actriz vivía de sus mentiras. Se regodeaba por los halagos que venían de la distorsión. Ella creaba nuevas vidas con un movimiento de su lengua, y las terminaba cuando las cámaras dejaban de rodar. En estos cortos años que llevó su carrera profesional, Ichika había asumido muchos rostros. Su pasado y su presente, y el futuro cuando corrían los créditos. Encontró un significado en las palabras que formaban a la joven amante, a la traicionera, a la heroína. Pero cuando se enfrentó al espejo de nuevo y dejó que las palabras salieran de sus labios…
Se sentían dolorosamente vacías.
– Alguien parece estar un poco molesta. ¿Necesitas que alguien te anime, lindura? – Ichika había estado tan concentrada en sus líneas que no se dio cuenta que una de sus coestrellas acababa de entrar al salón. Un hombre alto vestido con un traje color grafito, con cabello rubio de longitud media enrizado hacia los lados. Bajo la longitud de sus pestañas había un par de ojos azules brillantes, que se relajaron para dar una mirada suave al encontrarse con los de ella. Colocó una mano sobre la mesa, y en un pobre intento de hablar japonés, el hombre le dijo: – Ko-ni-chi-wa.
Ichika necesitó de toda su paciencia para no rodar los ojos. – James. Hola. – le dijo, y sin perder tiempo, continuó. – ¿Necesitabas algo de mí?
– Nunca le diría que no a una sonrisa. – replicó rápidamente James.
Ichika gruñó en voz baja. Si no fuera una cosa que iba mal en este set, entonces habría algún otro problema. Horario terrible, calidad muy pobre en el guion, y ahora, colegas problemáticos. Ichika jamás podría entender por qué Erika eligió a alguien como James como el protagonista principal, aunque eso podría haber sido su propia opinión hablando. Lamentablemente, James era tremendo actor. Un joven rompecorazones a finales de sus veintes, conocido por personajes fuertes y decididos, mayormente asociados con películas de superhéroes, y más importante aún, hacía sus propias escenas de acción sin dobles.
En frente de la cámara, era deslumbrante. El héroe, el salvador, el encantador. Pero en persona, Ichika sólo podía ver a James como, a falta de una mejor palabra, un fastidio. Inofensivo, pero seguía siendo un fastidio. Había pasado un año entero desde que los dos se conocieron, y todo lo que la joven actriz podía pensar era que James seguía siendo igual. El mismo hombre presumido y egocéntrico que se esforzaba al máximo por ligar con ella cuando no era más que una joven novata en una tierra extraña.
Ella esperaba que esa fuese la primera y última vez que hablaran, pero eventualmente se convirtió en un simple deseo el día que Ichika descubrió que iban a protagonizar la misma película. – Tu ramillete está arrugado. – le dijo Ichika, dirigiéndose hacia la mesa de refrigerios.
James la siguió cruelmente. – Whoops. Tonto de mí. Entonces ¿quieres ir por un trago? ¿Qué prefieres, vino blanco o rojo? ¿O eres más de las chicas que prefieren la cerveza?
– Café.
– ¿Café? – En eso él notó el libreto, todavía abierto, en la palma de Ichika, leyendo mientras se servía una taza de café. James se rio. – Whoa, alguien está trabajando muy duro. Pareciera que estudias para un examen o algo así.
– Erika, quiero decir, la directora, hizo un montón de ajustes de último minuto a mis líneas. – respondió Ichika, sorbiendo su café. – Perdóname, pero tengo mucho con que lidiar en este momento, así que no puedo charlar mucho.
– Entonces podemos hacerlo breve, y guardar la charla larga para después.
– ¿No deberías estar en el set pronto, Sr. "Actor principal"? – Ichika ni siquiera consideró su propuesta. – La directora probablemente se esté preguntando dónde estás.
– No se va a decepcionar si sabe que estuve aquí, practicando también.
– ¿Practicando? ¿Practicando qué?
El muy persistente hombre se puso en una pose de bailarín de salón, echando atrás una pierna y gesticulando con su mano enguantada. En el mismo movimiento, se sacó la máscara de baile que tenía fijada en su sombrero veneciano, parte de su traje. – Pensé que los dos podríamos volver a ensayar nuestra escena del baile lento de nuevo.
– Creo que ya hemos ensayado eso bastantes veces.
James negó con la cabeza. – No, creo que todavía hay mucho que puedo aprender de ti, Ichika. Eres una excelente compañera de baile.
Ichika suspiró. – James, creí haberte dicho que…
– Por favor. Llámame Jimmy.
Ella lo ignoró. – Creí habértelo dicho; ya tengo un novio.
– Whoa, whoa, no quiero que me malinterpretes. – James se puso de pie despreocupadamente, todavía con una ligera sonrisa en el rostro. – Por supuesto que lo recuerdo. Simplemente somos dos coestrellas tratando de conocerse un poco mejor. Dicen que la cámara captura la química, después de todo.
Ichika alzó una ceja.
– Te lo juro. – dijo James alzando una mano. – Sólo un poco de charla amigable; nada más.
De nuevo, Ichika suspiró. Ni una sola parte de ella confiaba en sus sentimientos, pero difícilmente parecía valer la pena dudar de él de manera abierta, no si significaba prolongar la conversación. – Bien. – dijo mientras volvía a su libreto. – Lo dejaremos así. Pero como te dije, no tengo mucho tiempo para conversar. Estamos atrasados y todo mundo está corriendo y dando vueltas. Necesito volver al libreto antes que empecemos a filmar.
– Te daré un consejo, si quieres.
– ¿Qué cosa?
James sonrió, colocando las manos en los bolsillos de su traje. – Trata de tomártelo con algo de calma. No hay necesidad de trabajar tan duro en algo que vendrá abajo.
Ichika se detuvo. – ¿A qué te refieres con eso? ¿Qué se vendrá abajo?
– Vamos, no hay manera de que no lo hayas notado. O si no lo has hecho, me sorprende que hayan tardado tanto en decírtelo. – James sacudió su cabeza de manera como si tuviera lástima. – Ya viste cómo está el set. Ya viste toda la actitud alrededor. Esta película es un desastre esperando a suceder.
– Cómo… ¿cómo puedes decir eso?
– Ah, es cierto. Tu personaje no aparece hasta esta parte de la película, ¿verdad? Entonces supongo que no puedo culparte. – Miró alrededor del cuarto, y luego hacia la puerta, donde algunos técnicos rodaban otro carro por el pasillo. – Ha sido así desde el primer día. Erika siempre aparece tarde, sus direcciones no tienen sentido, el libreto es un desorden total, y el personal es una bola de amateurs. Escuché que la mayoría de ellos sólo están en esto por los créditos de graduación.
– Eso es… – Ichika jugueteó con el libreto entre sus manos. Estaba abierto en una de las muchas páginas que había marcado hasta el punto que parecía que había más tinta escrita a mano que líneas impresas. – ¿No te parece un poco cruel?
Su coestrella se encogió de hombros. – No lo tomes a mal. Erika probablemente sea una de las actrices más talentosas y mejor conectadas que se haya graduado de nuestro instituto, pero es totalmente diferente cuando se trata de dirigir una película. Sólo estoy aquí porque le debo un favor.
– ¿No te importa cómo acabe esta película?
Le respondió de una manera que no dejaba espacio para mentiras, incluso cuando Ichika había llegado a no esperar otra cosa de él. Sólo por una vez deseaba poder dudar de su honestidad. – No es que exactamente sea un requerimiento que nos importe, ¿sabes?
Ichika se quedó en silencio. Por un momento, la joven actriz casi podía verse como la tonta ingenua aquí. Si fuera cualquier otra persona, aunque se tratara de alguien tan molesto e insoportable como este colega suyo, Ichika pensaba que un colega actor al menos compartiría parte de sus sentimientos. Aunque fuera sólo un poco, y para probar que ella no era la extraña por esforzarse tanto. Quería creer en ello.
Ella recordó aquellos días de novata cuando sujetó por primera vez un libreto en las manos. De cuando audicionó por primera vez; las veces que hojeó las páginas dobladas en sus manos. Se acordó de su primera carta de rechazo, la segunda, la tercera, la décima. Por un milagro, logró captar la atención de Producciones Oda Talent. Por un milagro, se encontró todo el camino hasta aquí. Los sueños eran los que hacían milagros. Los deseos uy anhelos que siempre se sintieron tan fuera de su alcance. Eran las estrellas distantes a las que miraba como una simple amateur, una novata sin nombre. Era la luz que brillaba en sus ojos cuando enfrentaba a la cámara. Sin importar a donde la llevara su vida, y la fama y reconocimiento que embelleciera su nombre, Ichika Nakano nunca se olvidaría de todos los baches con los que tropezó en este accidentado camino llamado estrellato. Muchas memorias preciadas que la mantenían humilde. Muchas más bendiciones con las que siempre pudo, y siempre podría contar en el futuro.
Y tal vez por eso ella era la extraña aquí. La triunfadora excesiva. La tonta. Cada rol en cada película, siempre le ponía nada menos que el máximo de sí misma al personaje mostrado en el libreto. Su voz le pertenecía al nombre escrito en tinta negra, cuyas palabras eran separadas con espacios y comas. Si alguien que estaba destinado a ser su igual pensaba menos sobre esa idea, entonces no le quedaba mucho más que decir. Lentamente, Ichika sacudió su cabeza. – Esperaba algo mejor de ti, James.
– ¿Perdón?
– Tú eres el actor principal aquí, James. El principal. Ya sea que lo sepas o no, los ojos de todos están puestos en ti hoy. No en mí, ni en la directora, sino en ti. El actor principal debería ser quien ponga el ejemplo para los demás.
– La película murió antes de nacer, Ichika. No se puede salvar una basura incendiada, aunque hiciéramos nuestros trabajos perfectamente. Cada actor tiene al menos "esa película mala".
– Estoy decepcionada. – Sus palabras fueron como una pared de ladrillos, colocada frente a las narices de James para que no pudiera hacer otra cosa que quedarse tieso. Sus ojos se entrecerraron hasta volverse rendijas, ya que no había más formalidades entre ellos como colegas, mucho menos iguales, que hacían que el aire se pusiera frío. – Perdóname, pero como actriz, me siento honestamente muy decepcionada. Deberías ser mejor que eso.
Su mirada no tembló, ni siquiera cuando la de su colega vaciló por un momento. Algo en la cara de James hacía parecer que trataba de buscar una forma de reírse y decir que sólo era una broma, pero cuando abrió la boca para hablar, todo lo que le salió fueron restos de una risita forzada. Por suerte para ellos, la directora adjunta apareció justo en la puerta en ese momento.
– James, vamos a empezar a filmar pronto. – dijo Abigail.
– ¡C-claro! – dijo James. – Iré enseguida.
Mientras se marchaba, Ichika se dedicó a buscar otro lugar donde estar. Las salas principales se habían vuelto más ruidosas ahora que finalmente comenzaba la filmación. Los de vestuario y maquillaje pasaron corriendo alrededor de ella, preparándose para un último chequeo antes que rodaran las cámaras. Si se hubieran tomado un momento para ver a la joven actriz, se habrían cuestionado sobre los tintes rosas en su cara mientras intentaba abrirse paso. Para alivio de Ichika, no lo hicieron, y fue capaz de enterrar su cara en sus manos mientras salía de la sala.
Respiró para calmarse. Había encontrado su camino hasta un balcón solitario, a una escalera de distancia del revuelo en el set principal. Había una ligera calidez en su mejilla mientras la tocaba, y sentía un peso ligero en su garganta. El libreto yacía en la mesa del interior. Concentrarse ahora parecía imposible luego de desahogarse, y ahora que se encontraba encarando el aire frío del exterior, sólo quedaba una cosa que podría calmarle la mente. Levantó su reloj pulsera hasta su rostro mientras se apoyaba sobre las barandas metálicas, observando los dos diales. Las 2 p.m. Eso significaba que debería estar cerca de…
– ¿Hola?
– Respondiste. – Ichika se apoyó con la palma, sonriendo. Hablar de nuevo en su lengua nativa era un placer que podía darse menos estos días, con tanto trabajo por hacer. – Pensé que podría ser muy temprano para ti, Fuutarou-kun.
– Aquí está bien. Déjame ver, se supone que debe ser alrededor de… – Escuchó los toqueteos de los dedos de Fuutarou contra la pantalla mientras jugaba con ella. – Ah, apenas empieza la tarde. ¿No se supone que hoy es tu…?
– ¿Filmación?
– Sí, tu primer día de filmación. Para la película de Sasaki-san. ¿Estás en descanso ahora?
– Algo así, supongo. No tengo ninguna parte en la primera mitad de la escena de hoy, que originalmente íbamos a filmar al atardecer. A estas alturas, puede que sea mucho más tarde. – Ichika suspiró.
– ¿Todo está bien?
– Todo está bien. La filmación va sobre ruedas y… no, no lo está. Para ser honesta, las cosas están… hechas un desastre en este momento. Un desastre total. Estamos demasiado atrasados y nada parece estar yendo bien. Y creo que perdí los papeles con mi coestrella justo ahora, no me puedo concentrar y… — Ichika se detuvo con una risa medio desganada. – Lo siento, ¿tienes algo de tiempo para oírme mientras me desahogo un poco?
– Claro. Ya sabes que siempre lo tendré, Ichika. ¿Sucedió algo malo?
– Eres tan dulce, Fuutarou-kun. Y no. No se trata de eso. Es sólo que desde esta mañana, no, incluso desde antes de eso…
Ahora que tenía su completa y total atención, Ichika dejó salir una amarga perorata sobre los reciente problemas e infortunios que plagaban la producción de Engañosamente tuya. Comenzó incluso semanas atrás, divagando sobre las muchas vagas expectativas que había para el proyecto. Lamentaba mucho todas las fallas de equipamiento durante los ensayos y tomas de práctica. Se descargó por los buenos presagios de esa mañana, y la trágica muerte que sufrieron a mitad del día. Incluso las cosas que parecían menores en ese momento se habían acumulado lentamente con sus frustraciones, encontrando irritabilidad en cosas que nunca supo que la molestaban durante un largo tiempo. El libreto, el horario, los susurros. La gente, sus colegas, e incluso su propia amiga a quien respetaba profundamente por toda la ayuda que le había dado hasta ahora. Ichika odiaba admitirlo, pero había un resquicio de verdad en las palabras de James, aunque ella no estuviese de acuerdo con sus resoluciones. La película tenía cada señal, cada aviso de alerta de que sería un desastre, y todo mundo parecía ignorante de ello.
– … y no sé qué me picó – continuó Ichika – pero realmente no pude soportar escuchar eso de él. Quiero decir, ambos somos actores, ¿verdad? ¿No deberíamos sentirnos orgullosos de nuestro trabajo? ¿De todas nuestras actuaciones? ¿O acaso soy yo la rarita aquí? Me enojé tanto que tuve que alejarme por un rato. No sé si debería haber dicho algo, pero yo… — Ichika gruñó, enterrando su frente entre los brazos. – Perdóname. No estoy siendo la mejor persona ahora, ¿eh? Eso dejó de ser una perorata corta hace mucho.
Ella escuchó una risita al otro lado de la línea. – Wow, eso suena como un montón de cosas molestas con las que lidiar. Y no te preocupes; todo está bien, Ichika. Si tienes que sacarte algo del pecho, sólo tienes que llamarme.
– Eres demasiado bueno para mí, Fuutarou-kun.
– Es lo menos que puedo hacer. Entonces, ¿qué piensas?
– La verdad no lo sé. Digo, lo último que quiero es ser negativa con todo esto, pero ¿le haría daño a los demás que alguien tomase algo de responsabilidad aquí? Erika ha estado actuando muy rara últimamente. – Murmuró un ruidito de fastidio, enunciado un poco más para que su compañero por la línea pudiese imaginarse el puchero en sus labios. – A veces siento que yo soy la única que se lo toma con seriedad. ¿Hay algo aquí que no estoy entendiendo? ¿Alguien pasó un mensaje o algo? ¿Qué está pasando?
– Dudo que sea así en absoluto…
– Lo sé, pero a veces se siente así. – Ichika se echó para atrás, suspirando.
– ¿Quién sabe? Tal vez pronto las cosas empiecen a tener sentido.
– Eso espero. De verdad. Como sea, gracias por escucharme. Necesitaba sacarme eso del pecho.
– No fue ningún problema. De hecho, me alegro de poder ver este lado tuyo de vez en cuando, Ichika.
– Ahh, ¿así que de alguna manera te parece lindo verme pasar apuros? ¿Te has vuelto un poco sádico o algo así, Fuutarou-kun?
– N-no me refería a eso. Quise decir que es… una buena lección de humildad, de cierta forma que…
– Ya lo sé. Sólo bromeaba. – se rio ella. – Pero en serio, ahora ya me siento mucho mejor. Gracias de nuevo. Ahora, dejando eso de lado, no quiero que esto sea sobre mí quejándome de todo contigo. ¿Qué tal van las cosas de tu lado, Fuutarou-kun?
– ¿Yo? – Fuutarou tarareó sus pensamientos por el teléfono. – Hmm… no mucho. Las cosas han estado más o menos igual que siempre en Tokio.
– Bueno, eso es porque no eres el tipo de chico que sale mucho. Un verdadero palo atascado en el lodo.
– No puedes verme, pero siento que debo decirte que estoy rodando mis ojos.
Ichika se rio. – ¿Pero en serio? ¿Nada en absoluto?
– Nada que se me ocurra. Por lo menos, si hablamos de esta última semana. Oh, pero sí mencioné algo hace poco. Cuando fui a visitar a casa, pasé un rato por el café deNino y Miku.
– ¡Ah, es cierto! ¿Cómo les está yendo a esas dos? ¿Qué tal se ve el lugar?
– ¡Oh, el lugar se ve increíble! – respondióFuutarou con uno de los tonos más animados que Ichika jamás le oyó. – Han estado trabajando muy duro desde que abrieron. No había mucha gente cuando pasé, así que tuvimos tiempo de ponernos al día. ¿Te han mandado fotos del lugar?
– Nino siempre se asegura de mandarme algo a diario. – Ichika empezó a desplazarse por su galería. En un pequeño cuadrito llamado "Home", un montón de vistas previas poblaban su pantalla. Todo desde platos de comida, salidas, ropa, fotos de grupo, individuales, y el interminable confort familiar de un cuarto de apartamento en el trigésimo piso. Mientras se movía por las imágenes más recientes de los últimos meses, la mayoría de ellas eran del recién inaugurado Nakano's: Café & Bakery, desde su concepción temprana hasta la cómoda, todavía en progreso pequeña tienda que era hoy. De cierta manera, era como una línea temporal, e Ichika se aseguró de mantener un ojo atento sobre los detalles, sabiendo cuántos sueños vivían detrás de esas ventanas de cristal. – Estoy segura que tu mamá se sentiría muy orgullosa, Fuutarou-kun.
– Sí… – dijo Fuutarou, y aunque Ichika no podía ver su rostro, se podía imaginar perfectamente la sonrisa en su rostro al dejar que se le fuera la voz. – Es un gran lugar. Me encantaría poder pasarme más a menudo, pero estoy demasiado lejos aquí.
– Oh, pobre de ti. – se burló Ichika. – Pensar en eso me hace querer venir más pronto. Esas dos siguen enviándome fotos de su menú, y nunca fallan en hacer que me dé hambre.
– Estaría muy feliz de seguir presumiendo del lugar, si eso significa hacer que te subas en el próximo avión aquí.
– Lo siento, pero tendrás que seguir siendo un niño bueno y esperar por mí. – Ichika se rio de una manera que sabía que lo haría sonrojarse. Luego prosiguió. – Nos estamos acercando, pero todavía se siente un poco lejano. Queda poco menos de medio año…
– Sí, y no he dejado de contar los días. En serio no veo la hora de que al fin regreses.
– Dímelo a mí. Es una locura pensar en todo lo que ha pasado desde entonces. Pronto terminarás tu tercer año de universidad, ¿cierto? Nino e Itsuki estarán terminando más o menos al mismo tiempo que tú. Nino ya está manejando un negocio, e Itsuki debería estar lista pronto para su examen de certificación de docencia. Miku ya se graduó de la escuela culinaria, y Yotsuba se hará cargo de la posada de la familia pronto. Siento que me estoy perdiendo de muchas cosas importantes…
– ¿Segura que estás bien, Ichika?
– Lo estoy. Es sólo que… los extraño tanto a todos ustedes. – Ichika miró hacia las nubes en el cielo. En alguna parte por encima de ella, Ichika podía escuchar los ruidos de un avión mientras pasaba volando, con el rugido de su motor haciendo eco por los cielos grisáceos. – No puedo esperar para verlos a todos de nuevo. De verdad no puedo. California es hermosa y todo, pero ningún lugar en el mundo se siente bien si significa estar tan lejos de todos. Quiero darme prisa. Quiero volver con todos lo más rápido posible y… – Ichika se rio para sí misma. – Lo siento, no sé qué me pasó. Me estoy poniendo algo sentimental en este momento. Estoy sintiendo muchas cosas, de hecho.
– Igual para mí. Te extraño tanto que me vuelvo loco, Ichika. Has estado ausente tanto tiempo que los días se sienten mucho más lentos.
Ichika se puso de pie, dando pasos lentos de ida y vuelta por todo el balcón. – Hey, entonces, cuando regrese…
– ¿Hmm?
– Bueno, umm… sobre aquella promesa que nos hicimos. Ya sabes, esa sobre… vivir juntos.
– Ah, claro. Sí, lo recuerdo.
– ¿Todavía… seguimos en pie con eso? – Ichika no pudo entender por qué sus palabras salieron tan tímidas. Aquel sueño tan placentero se había quedado con ellos durante años. Desde aquella noche de otoño dos años atrás, observando las luces brillantes de la ciudad de Tokio que brillaban como miles de estrellas a nivel del suelo, donde ambos encontraron un deseo que podían compartir. Durante años, se aferró tiernamente a esa memoria, pero no era frecuente que el pensamiento se pudiera expresar en palabras. Y cuando lo hacía, la mujer sonrojada no podía evitar ponerse tímida mientras hablaba. – Necesitaré un lugar cómodo donde quedarme cuando vuelva.
– Mis sentimientos no han cambiado en absoluto, Ichika. –le aseguró Fuutarou. – Mi lugar no es el más grande, peroTappi y yo siempre podemos hacer espacio para una más.
– ¿Seguro que no le importaría? – Ichika se rio ante la idea de que el gato de Fuutarou de alguna manera fuese quien tomara la decisión final, como si fuese una especie de entrevista para compañeros de cuarto. Y entonces pensó en lo adorable que se vería en un traje de gato y sentado al otro lado de un escritorio. – ¿Debería ir pensando en cómo darle una buena impresión a Tappi-kun de nuevo?
– Se acostumbró a ti más rápido que a mí. Hasta durmió en tu almohada por unos días cuando te fuiste la última vez. Cuando llegaba de clases me lo encontraba enrollado allí.
– ¿Celoso?
– Un poco.
– Wow, eres más honesto de lo que creí. – dijo Ichika. – Pero… sí, eso me gustaría.
– ¿Seguro que no te molestará el lugar? El vecindario no es el mejor tampoco, y está algo lejos de la estación más cercana. Y cuando llueve, las cosas se vuelven un dolor en el…
– Estoy segura, Fuutarou-kun. – dijo Ichika con total confianza. – Cualquier lugar está bien, mientras sea contigo.
– Muy bien, si insistes. Pero será sólo a corto plazo. He estado ahorrando dinero y probablemente podríamos ir a ver esa agencia de propiedades que tu papá mencionó. Un lugar que sea un poco mejor que aquí.
– Eso me encantaría, absolutamente me encantaría. Supongo que todavía nos queda ir a comprar nuestro propio apartamento en el futuro, ¿eh?
– ¿Estarás bien hasta entonces? – preguntó Fuutarou. – Todavía queda algo de tiempo antes que hayas terminado.
– Lo estaré. De hecho, creo que estaría más preocupada por -chan me dijo que tu historial de películas vistas está lleno con las mías. Incluso las más antiguas.
– ¡¿Otra vez está revisando mi perfil?! Y le sigo diciendo que haga el suyo…
– Oh, sólo me estaba burlando de ti. ¿De verdad lo haces? – Ichika estalló en carcajadas fuera de control. – ¡Eso es muy gracioso! Lo siento, no creí que funcionaría tan bien. Necesito un momento.
– Ugh… debí haberlo sabido. Qué embarazoso.
– No, no. Creo que es increíblemente dulce de tu parte. Lo juro, si estuvieras aquí ahora mismo, te daría el mayor de todos los besos. Hasta te dejaría elegir dónde. – Ella pudo escucharlo ahogar una tos desde su lado de la línea, lo que la hizo sonreír. – Oh, y por cierto, ¿es idea mía, o tu voz suena un poco más clara ahora mismo?
– ¿Más clara?
– Sí. Tu voz suena un mucho mejor justo ahora.
– Ah, claro. Probablemente sea porque conseguí un nuevo teléfono recientemente. Tus hermanas no dejaban de decirme que debería conseguir uno mejor, aunque el viejo que tenía estaba perfectamente bien.
– Probablemente ya te hacía falta una actualización de todos modos, así que te hicieron un favor. ¿Qué modelo conseguiste? Deberíamos hacer video chat.
– Oh, uh, quizás mejor no en este momento. Y se me olvidó el nombre del modelo, todos son muy confusos. Sólo sé que es uno muy nuevo.
– Buu, no eres nada divertido. ¿Por qué tienes el lujo de tener horas de mí en tu televisión, y todo lo que yo tengo es la foto de tu perfil en las redes sociales que apenas actualizas cada seis meses? Podrías mimar un poco a tu novia que trabaja tan duro con algunas fotos más de su hombre favorito, ¿no? Hmph.
Ella oyó un gruñido cansado al otro lado del teléfono. –Ichika…
– Ya sabes que sólo estoy jugando. – Ichika pensó por un momento, y una idea cruzó por su mente. – Hey, hablando de mi papá, acabo de acordarme de algo. Puede que sea algo pronto, ¿pero has sabido algo de él?
– ¿Tu papá?
– Sí, ya sabes, sobre esa petición que ibas a hacerle. ¿Has tenido alguna noticia?
– Ah… – Escuchó como Fuutarou tarareaba para sí mismo mientras pensaba. – Todavía es un poco pronto, y odiaría molestarlo después de sólo una semana. Debo sentirme agradecido de que el señor Nakano haya escrito esa carta de recomendación para mí.
– Estudiar para convertirte en doctor suena a mucho trabajo. – añadió Ichika. – Suena a como si fueras a quedarte en la escuela para siempre.
– Nada que no pueda manejar. Seis años estudiando en la universidad, el examen para la licencia, y dos años en un programa de pasantía. De hecho, alrededor de este tiempo es que los estudiantes comienzan a pensar en conseguir cartas de recomendación. Por lo que parece, es difícil entrar a un programa si no tienes una.
– Doctor Uesugi, ¿eh? ¿Por qué eso te hace sonar tan sexy?
– Ponte seria, Ichika.
– ¡Estoy hablando en serio! – dijo Ichika con un cierto aire de capricho en su voz. – Pero en serio, felicitaciones. Debes haber tenido toda una conversación con mi papá. Seguro que debiste estar muuuuy nervioso.
– Imagíname en mi estado más nervioso, y luego piensa que estuve peor que eso. Así se siente hablar con tu papá. –Fuutarou suspiró. – Y gracias. Debo aprender a tomar mejor los cumplidos.
– Mhm, sí deberías. Entonces, estaba pensando en… — Ichika sintió un zumbido junto a su oreja. Era una notificación. – Ah, ¿ya pasó tanto tiempo?
– ¿Se te acabó el descanso? – preguntó Fuutarou.
– Sí. Parece que las cosas se van acelerando muy rápido. Me necesitan en el vestuario y maquillaje pronto.
– ¿De verdad te quité tanto tiempo? – preguntó Fuutarou. – Habías dicho que querías repasar más tu libreto.
– Para nada. Yo fui la que te llamó, ¿recuerdas? Creo que ya repasé todo lo que pude. Además, hablar contigo me sirvió para aclarar la mente, así que gracias. Ya me siento de nuevo como yo misma.
– Me alegra escucharlo. Llámame cuandoquieras, ¿está bien?
– ¡Sí! Bueno, ya me tengo que ir. ¡Te amo, Fuutarou-kun!
– Yo también te amo, Ichika. Buena suerte allá afuera.
(–0–)
Para cuando cayó la tarde, un delicado giro ondeaba en los extremos de su vestido. El satén de color dorado trazaba la silueta de su cuerpo, cortado a un escote bajo que caía sobre los hombros al acercarse a su pecho. Rizada y fruncida, la tela se amontonaba cerca de una esquina al lado de su cintura, dibujando líneas y pliegues para acentuar las curvas. Se hacía más fino alrededor de la cintura, y se ensanchaba a medida que se extendía hasta sus caderas. Mientras ella se balanceaba, el vestido hasta los tobillos brillaba en tonos brillantes de luz dorada. Al dar un paso, la prenda servía como marco a lo largo de su pierna izquierda, deslizándose por la abertura a la altura del muslo.
La vestidora dijo que se veía hermosa. La diseñadora dijo que se veía despampanante. La estilista la llamó totalmente seductora. La maquillista le dijo que no podía verse más perfecta. El resto simplemente se quedó sin habla.
Y por un momento, Ichika también.
Había interpretado muchos roles, muchos rostros que contaban mentiras. Hacía pucheros como la colegiala ingenua, gritaba como la víctima desesperada, besaba como la mujer enamorada, y suplicaba en los momentos decisivos. Cada una albergaba fragmentos de sí misma. Facetas de cada emoción que la actriz Ichika Nakano descargaba en cada rol. Detrás de las palabras distraídas de Tamako-chan estaban las memorias de su propia juventud ingenua. El corazón roto de Charlotte Lilia de El Acertijo Carmesí era un testamento a su primer amor. La locura de Isabella W. Clark de Una Hermosa Mancha enmarcaba las noches donde apenas durmió en nombre de su sueño.
Pero por un momento, sólo por un momento mientras se miraba al espejo, Ichika se vio a sí misma.
Su cabello estaba estilizado de la misma manera en que siempre se lo había hecho, con el mismo aerosol en el que siempre confiaba. No necesitaba usar peluca o extensiones para transformarse en quien era. Su maquillaje no era diferente del que le gustaba usar cuando se lo hacía ella misma. Una sombra confortable de rubor para que sus mejillas se vieran rosaditas, la cantidad correcta de mascara para dibujarse las pestañas, la longitud perfecta que dibujaba el delineador en los ojos. El perfume era una mezcla sensual de aromas dulces, con notas amaderadas y retocado con tonos de manzana, almendra y vainilla, la adición más reciente a su marca favorita. Y por último, ese arete solitario en su oreja derecha perforada.
Después de todo lo que había pasado hasta ahora, y cualquier duda que hubiese tenido, Ichika encontró una extraña sensación de confort al mirarse al espejo. El set podría haber terminado hecho un desastre, la trama podría estar llena de agujeros, el horario podría haberse quedado como un desastre total hasta el final. Pero si había una sola cosa que salió bien, o más bien, una cosa que salió perfectamente, fue que lograron que ella y su vestido se vieran hermosos.
Ichika Nakano atravesó la puerta; La Cantarina entró al salón.
Los camarógrafos, asistentes, técnicos de sonido, y todos los demás le dieron la bienvenida con sonrisas, como si el estrés y la fatiga de la mañana se hubiera derretido.
– ¡Allí está! – gritaron todos, mientras silbaban y aplaudían.
– ¡Oh! – Ichika parecía sorprendida, y sonrió antes de soltarse a reír. – Gracias, todos son muy amables.
Tres fuertes palmadas resonaron por el salón. – ¡Muy bien! ¡Todos a sus lugares, gente! – ordenó Erika, con su asistente cerca detrás de ella con un portapapeles en mano. – ¡Hora de empezar con el espectáculo!
Todos se reunieron en sus posiciones respectivas, dejando un camino claro para que los actores se unieran a la escena. Los extras estaban amontonados, entre bailarines del salón, sirvientes y antagonistas vestidos de negro. Los paneles de utilería estaban en su lugar, y cien luces iluminaban el escenario.
Sabía cuál era su señal. El segundo acto de Engañosamente Tuya — Escena en el Salón de Baile, segunda pista. Personaje mayor, La Cantarina, interpretada por Ichika Nakano. Traficante de información en el bajo mundo, y coordinadora en una gala de mascaradas. La única mujer que no se adornaba en una máscara, pues ningún disfraz podría opacar su presencia cuando ingresara a la sala. Un color dorado enmarcaba su piel, y plata corría por sus venas. Con un chasquido de sus dedos, podría tener cualquier cosa que deseara, pues se la traerían a sus pies.
Mientras las cámaras se enfocaban en la escalera del salón, los tacones resonando contra los pisos de mármol señalaron su llegada. Se paseó de manera elegante, capturando las luces superiores en las pedrerías incrustadas en las tiras de sus zapatos de tacón. Descendió con el ritmo de acercamiento de la cámara. Más cerca con los movimientos como una muñeca. La cámara la siguió mientras entretenía a sus invitados. Primero, el señor Durst, un barón de la prensa para varios periódicos en este universo ficticio. Compartió una champaña falsa mientras discutían rumores de un supuesto sindicato que amenazaba su ciudad. A continuación, la señora Salzheim, heredera de un enorme imperio de comercio extranjero, el cual servía como tapadera para operaciones clandestinas.
Tras entretener a sus invitados, se movieron hacia el escenario principal. Ichika esperó de nuevo su señal, quedándose de pie a un lado del salón mientras la primera oleada de bailarines se reunía y se preparaba la segunda. Luego vendrían los sirvientes, limpiando las mesas y haciendo más espacio en la pista de baile mientras lo hacían. Ichika observaba cuidadosamente, justo ahora debería haber venido la señal para el protagonista. Las cámaras deberían estar siguiéndolo cuando irrumpiera en la gala, en alguna parte del centro del salón, donde un muro de extras en el set interpretaban los papeles de personas de alta sociedad. Entretanto, Ichika comenzó a recitar mentalmente sus líneas. Sabía que tendría que estar en alguna parte donde ella, como La Cantarina, pudiese ver al personaje principal antes que nadie, ya que claramente no pertenecería a su gala. Tenía que capturar su mirada con un gesto grandioso y repentino, y desde allí la cámara iba a…
Ichika se detuvo. ¿Qué fue eso, en la parte más oscura del set detrás del camarógrafo? Había asistentes que navegaban cuidadosamente en el fondo. Allí estaba Erika, que supervisaba todo desde la silla del director. Había productores y técnicos, encargados del vestuario, estilistas y maquillistas. Todos los que eran parte de la película estaban aquí, lo que no era nada fuera de lo ordinario durante filmación, pero había algo más que captó su atención por completo. Asomándose detrás de los observadores, en alguna parte entre la estilista de cabello y la silla del director donde estaba Erika, había un listón verde brillante, acomodado sobre el cabello de una mujer escondida.
Se parecía mucho a…
Uno de los sirvientes pasó junto a ella, y para sorpresa de Ichika, le extendió una bandeja de plata, que contenía una cajita decorativa llena de exquisitos dulces. Ichika levantó una ceja. Esto no estaba en el guion, y tampoco estaban en ninguna parte cerca del radio de visión de las cámaras. – Umm… ¿qué estás…?
El sirviente se levantó el borde de su sombrero, revelando unas tiras de pelo rubio rizado aparte de sus ojos azules brillantes, uno de los cuales le guiñó. – Hey, sin resentimientos por lo que pasó antes, ¿de acuerdo?
Ichika se quedó perpleja. – Espera… ¿J-James?! ¡¿Qué…?! — rápidamente recuperó la compostura, para evitar que su voz fuera captada por el micrófono de fondo. Murmuró quedamente tratando de contener su aliento. – ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡¿Por qué estás vestido con traje de sirviente?!
Él le sonrió, sin decir más nada antes de desaparecer entre el revuelo del salón. Antes que ella pudiera pensar en alguna otra cosa, las luces del salón se apagaron. Los actores y sirvientes, las actrices y los bailarines, todos abrieron paso para revelar el piso de mármol en el centro del salón, donde una sola luz brillaba. Erika se puso de pie, señalando que continuara la escena. Y mientras lo hacía, el resto de las miradas en el set se quedaron fijos en el centro del escenario.
Y saliendo de aquella remota esquina donde estaba fijo el rabillo de su ojo, de nuevo, aquel extrañamente familiar listón verde. Desde atrás, una mano rápida acababa de agarrarlo por el nudo como si estuviese sacando una planta de la maceta, antes de volver a ocultarse entre las sombras con una voz ahogada.
Eso bastó para que Ichika lo notara. – ¡¿Y-Yotsuba?! ¡¿N-Nino?! ¿Qué…?
La intro de la quinta pista, la señal para Ichika. Y de repente, todo comenzó a encajar.
Los vestigios de un libreto armado a las carreras. Palabras para una película que nunca iba a existir. Un salón lleno de gente que era igual a ella; una miscelánea de los mentirosos más perfectos. El vestido, el maquillaje, el perfume del que se enamoró tan fácilmente, como si todo fuese hecho a medida perfectamente para ella y nadie más. Su cuerpo se movía por sí solo. Mientras la cámara seguía corriendo y hasta que la escena fuese cortada, la joven actriz sabía que tenía un trabajo por hacer. Caminó, y las luces la siguieron. Se paseó lentamente, y los sirvientes se apartaron. Se perdió, y los bailarines la guiaron. Se tropezó, y unos brazos que reconoció al instante la atraparon suavemente, ayudándola.
– Cuidado. – le dijo, y el latido de su corazón comenzó a acelerarse. Tan fuerte que ahogó la música; silenció los pasos que sonaban a su alrededor. Como si sólo estuvieran ellos dos solos en ese salón, sus palabras eran la única cosa que podía oír, y cada sonido que salía de sus labios era una eufonía para sus oídos. – ¿Sabes algo…?
¿Cuántas veces había pasado al lado de él durante esta escena? ¿Cuántas señales se le habían pasado por alto sin reconocer los mechones de su cabello oscuro? ¿Cuántas veces tuvo que mover tímidamente las yemas de sus dedos por lo largo de sus anchos hombros para convencerse a sí misma de que era él? La ligereza que sintió en su abrazo debería haber sido suficiente, y aun así, Ichika no pudo evitar mover sus manos hacia las delgadas tiras que sostenían su máscara.
– … en verdad eres muy torpe, Ichika.
– Fuu… tarou…ku… – Apenas pudo pronunciar el nombre mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Tenía que decirlo una y otra vez, como si hubiese alguien más que pudiera hacer saltar su corazón fuera de su pecho de esta forma. – Fuutarou-kun... ¡Fuutarou-kun!
Mientras se aferraba a él, Ichika observó cómo se arrodillaba ante ella.
Cien, mil, un millón de palabras se ahogaron en su garganta, forzadas a volver por el aire con el cual luchaba por respirar. En los lentos segundos en los que Fuutarou metía la mano en el bolsillo de su traje, todo lo que Ichika pudo pensar era en cuan desesperada estaba por contener su aliento. En ese breve momento, antes que Fuutarou abriera la pequeña caja cuadrada que tenía en la palma, Ichika vio sus ojos mirándola con anticipación desde el frente de la multitud aglomerada. Otras cuatro observaban con sus ojos abiertos como platos casi tanto como los suyos propios. Estaban amontonadas muy cerca entre ellas, agarrándose de las manos aparentemente para detenerse de gritar de la emoción.
– Ichika… – dijo Fuutarou – … ¿te casarías conmigo?
En los ojos de Fuutarou, ella vio el resto de su vida. Vio risas. Vio felicidad. Había revivido cada uno de los momentos apasionados y confusos que compartieron en estos años que habían transcurrido, juntos y a un mundo de distancia. Vio los cielos de un día brillante y escuchó los más hermosos tintineos de unas campanas de bodas. Ese breve resplandor en sus ojos dorados acababa de dar luz a un nuevo sueño. Otro deseo egoísta para una actriz que ya había despegado hacia las estrellas y la luna, y que aun así deseaba más. Quería atesorar aquel ramo de peonías, dalias y rosas de jardín. Quería que los pájaros cantaran y que la brisa bailara a su alrededor. Y quería compartir todo eso con el hombre frente a ella.
Él estaba de pie en una sala llena de mentirosos, un mundo de engañadores, artistas, imitadores y dramáticos, pero las mentiras de él eran las más bellas de todas. Mejor de lo que podría haberse imaginado. Había coordinado todo con un libreto falso para una película falsa. Trabajó día y noche por este humilde anillo. Se reunió con el padre de ella para pedirle reverencialmente que le diera su bendición. Abordó el primer vuelo de toda su vida esa misma semana, junto con las otras cuatro hermanas que no se atreverían a perderse esta oportunidad por nada.
Las palabras continuaban ahogándose en su garganta. Estaban ardiendo como la llama más terca. Se abrían paso a través del velo de la actriz como cuchillos, hasta que todo lo que quedó era su yo más real y ardiente. Pudo ver a través del vacío del personaje, de la falsedad del fondo. Actuó desafiante de cualquier dirección, e ignoró las líneas impresas en el guion. Y en ese momento, Ichika había recordado una sola cosa. Una cosa simple y sencilla. Como el blanco que venía con el invierno, y la palidez de las nubes en el cielo, el espacio en blanco de su libreto que parecía haber sido escrito esa misma mañana…
「 Ichika Nakano 」:
¿Por qué era justo ahora, después de tantas horas y dolores de cabeza tratando de darle sentido, que la respuesta aparecía tan vívidamente en su mente al cerrar sus ojos? ¿Había estado allí todo el tiempo? Eso ya no importaba. La respuesta sería la misma de cualquier manera.
De inmediato se lanzó a sus brazos.
– ¡Sí! – gritó Ichika. – ¡Sí, sí, sí! ¡Por supuesto que lo haré!
Esta historia continuará…
Notas del traductor:
*Fiu*, hasta que por fin. De nuevo, disculpas por el retraso de la traducción, pero ya está aquí. Aunque bueno, no parece que a muchos les importe. Qué más da, creo que ya es tiempo de postearla en AO3 también, veamos si por allá hay más suerte.
La primera escena me tuvo bastante preocupado con todo el desorden, la aparente actitud despreocupada de Erika, y luego el tipo coqueteándole a Ichika haciéndola sentir claramente incómoda al no aceptarle un no por respuesta. La conversación con Fuutarou pareció aliviar un poco la tensión y fue muy dulce al ayudarla a calmarse. Pero vaya, aunque ya sospechaba que Fuutarou en el cap anterior había ido a pedirle a Maruo su bendición, no me imaginé que vendría a pedirle a Ichika que se casaran tan rápido, menos de esta forma. Pero no me quejo, esa fue una propuesta de matrimonio digna de un Oscar si alguna vez vi una.
En fin, con eso termina este cap. De nuevo no hubo reviews así que me salteo los agradecimientos. Hasta la próxima, ¡sayonara!
