Actos y consecuencias.
-Espera - una voz, profunda y fría se hizo presente en el recinto, provocando que las aguas vibraran – aún no hemos acabado contigo Andrómaca
La mujer se dio la vuelta cuando escuchó su nombre y vio en el centro de la barca a un hombre, con túnicas doradas y moradas, el cual parecía de la realeza. Ojos azules y barba grisácea adornaba su rostro, aunque aparentaba mucho más joven de lo que sus ojos demostraban. A su lado había una mujer de ropajes rojos y anaranjados que vestida con todo tipo de joyas. Caronte hizo una reverencia, obviamente sorprendido por la llegada de la pareja.
-Es extraño verlos aquí – comentó el barquero aún con la cabeza agachada
-La situación lo requiere – la mujer, que no aparentaba más de unos veinte años, de cabellos oscuros y ojos chocolate, salió de la barca y se acercó lentamente a Andrómaca, quien asustada retrocedió – no tengas miedo, no es nuestra intención hacerte daño
-¿Quiénes sois? ¿qué ocurre?
-Puede que reconozcas más nuestros nombres que nuestro aspecto – el hombre salió también de la barca y se posicionó al lado de la mujer – Mi nombre es Hades y soy el rey de estas tierras – Andrómaca abrió los ojos sorprendida – y esta es mi mujer, Perséfone. Estos meses vivirá aquí, conmigo – la mujer sonrió y asintió.
-¿Por qué el dios del Inframundo vendría a verme? Soy una simple esclava
-Hemos escuchado tus llantos querida – habló Perséfone – no he podido simplemente dejar de mirar – Andrómaca abrió los ojos, otra vez esa frase - Queríamos darte un poco de paz a tu alma
-Eso es imposible, no llevo monedas y ni siquiera recuerdo haber muerto – dijo agachando la cabeza
-No has muerto – decreto el dios del Inframundo – no eres la primera y no serás la última que baje al Hades en busca de respuestas, pero sí eres la primera que no lo había pedido.
-¿Respuestas? – preguntó la mujer sorprendida
-Ahora verás – Hades se dirigió a Caronte y le ordenó que viajara a la otra orilla. El dios del Inframundo volvió con las mujeres mientras el barquero realizaba la orden. De la nada, Hades, hizo aparecer una copa llena de agua y una vela de un extraño color dorado con dejes platinos – ahora te explicaré como funciona, pero debes prometer que nunca se lo dirás a nadie
-Lo prometo – corroboró la mujer con la mano en el corazón.
Un sonido repetitivo despertó a Kagome de su cómodo descanso, abriendo los ojos somnolienta y buscando sin mirar, el maldito despertador que la atormentaba lentamente para poder apagarlo. La joven bostezó y se desperezó sintiendo como cada uno de sus músculos y huesos se recolocaban adecuadamente dentro de su cuerpo.
Se incorporó en la cama sabiendo que no encontraría a Inuyasha a su lado, pero la felicidad con la que había ido a dormir esa noche no podría ser aminorada por nada del mundo. A su lado, encontró una nota algo arrugada y escrita apresuradamente con una letra que más bien parecía un gusano surcando la tierra.
—Se nota que es médico —leyó la pequeña carta, como pudo, pudiendo descifrar palabras o frases inconexas por libre, pero que al unirlas podría intuir qué era aquello que él le había querido transmitir. Miró hacia su derecha y vio que en la mesita se encontraba el desayuno preparado—. Así que aquí ponía desayuno —ella sonrió y dobló la nota con cuidado para guardarla y desayunar en la cama.
No tenía mucho tiempo que perder, hoy debía pasar por la oficina y apresurarse hacia el bar de Sarah, donde le esperaría otra jornada laboral. Cuando acabó el desayuno, se vistió, dejó los trastos en la cocina, cogió las llaves y salió de su casa hacia su trabajo. Vio el coche oscuro de Sesshomaru en la puerta de la estación de policía recorriéndole una sensación de nerviosismo desde su estómago. Su excompañero era un gran detective, pero no trabajaba bien en equipo, por lo que obligarlo a ello con otro departamento de otro distrito iba a ser, difícil. Nada más entrar por la puerta, se escuchaban las profundas y severas voces de Kaede y Sesshomaru alzadas hacia la pacifica figura de Cologne, que miraba a ambos agentes con ojos entrecerrados. A Kagome, casi le parecía que estaba aburrida.
—Lo único que intentamos decir, es que no puede pretender que me haga a un lado de mi caso, cuando he hecho grandes avances, mientras que sus chicos aún no saben con certeza quien era la víctima —dijo Sesshomaru iracundo.
—Tengo entendido que su víctima era familia política suya —Cologne entrecerró los ojos marrones al máximo mirando desde su pequeña estatura los ojos del detective—, así es fácil conseguir más información ¿no cree?
—Sé razonable Cologne — Kaede decidió intervenir por enésima vez—. Solo te pedimos que todo aquello que esté relacionado con el asesinato de Sonomi se nos sea cedido, no me hagas abrir una investigación contra este departamento por obstrucción.
—Lo mismo puedo alegar yo — aseguró Cologne con una sonrisa — tenemos muchos indicios para creer que ambos asesinatos están relacionados, pero, no pienso ofrecer ningún tipo de información hasta que no esté segura de que habrá cierto compañerismo entre detectives.
—Eso es estúpido, yo puedo resolver el crimen sin ayuda de sus detectives de pacotilla — Kagome conocía a Sesshomaru a la perfección, sabía que en este momento estaba perdiendo los nervios, notaba los pequeños signos en su ceja derecha, estaba a punto de explotar.
—Por suerte para nosotros, contamos con grandes detectives los cuales han descubierto las coincidencias por las que os hemos llamado —Cologne se giró encontrándose con ella. Lejos de sorprenderse, la mujer sonrió pícara—. Ella es una de nuestras detectives más preciadas. Ha demostrado valerse todo el reconocimiento de este departamento. Además, conoce a una de las víctimas a la perfección, por lo que nos será de gran ayuda.
—Además es mi prima, palurdo. —Ranma, que había aparecido en ese momento, se plantó al lado de Kagome con una sonrisa—. Viendo cómo está el panorama, estoy seguro de que nos ayudará antes a nosotros.
—Si quieres una investigación conjunta bien —empezó Kaede—, pero me niego en rotundo a que Kagome participe en ella. —tanto Sesshomaru como Cologne miraron sorprendidos a la capitana—. Debe estar fuera de ello.
—¿Qué estupideces dices Kaede? — ahora era el albino quien se había girado iracundo hacia ella—. No puedes pensar que aún tiene algo que ver.
—Cosas peores he visto —su antigua jefa se giró hacia Kagome—. Lo siento, pero tienes un móvil por el que muchos se plantearían el asesinato. Además de experiencia con las armas, escondiendo pruebas y contactos con el crimen organizado por tu trabajo. Él no te ha querido investigar, pero por ahora eres una principal sospechosa.
—Yo no he matado a mi madre —avanzó Kagome iracunda hacia Kaede—. Tú, que me conoces de hace siete años ¿Cómo puedes pensar que me plantearía asesinar a sangre fría a la única mujer que cuidó de mí?
—Es una lástima, porque entonces no hay trato. —Cologne se apoyó en la mesa con los brazos cruzados—. Ella está trabajando en la investigación de un asesinato con las mismas características que las de Sonomi y sin ella no podréis seguir investigando. Siento que no haya habido acuerdo.
—Te estás equivocando, Cologne, te estás equivocando —Kaede salió por la puerta como alma que lleva al diablo, dejando al detective allí sorprendido.
—Te ofrezco una alianza extraoficial. —Cologne se giró a Sesshomaru—. Yo necesito tus avances y tú los míos, pero para ello debes aceptarla como tu compañera —el albino miró a Kagome y sonrió con cariño.
—No es la primera vez que me obligan a aceptarla como compañera, parece que no me la puedo quitar de encima —la joven sonrió—. ¿Cómo piensas actuar? — le preguntó a Cologne.
—Sencillo, si tengo tu consentimiento y el de tu médico forense, puedo pedir que me sean trasladados dos detectives aun en contra de las decisiones de tu capitana. Sé que parece insubordinación hacia tu superior, pero Kaede no sabe lo que se hace. —El albino asintió —. Por ahora, ponte al corriente con Ranma y Akane sobre nuestros avances y nuestros sospechosos mientras Shaoran se encarga de vuestro médico. —La mujer se giró hacia Kagome—. Detective Higurashi, necesito que vuelva a su posición, hemos sabido que hoy va a haber algún tipo de acuerdo entre los diferentes magantes de la droga, no intervenga, solo escuche y traiga la información —sonrió y se fue hacia su despacho.
—No te importa que vuelva mi amiga contigo ¿verdad? —preguntó Sesshomaru.
—¿Qué amiga? —Ranma miró al albino intrigado.
—Una detective o al menos prototipo de, detective que envió Sesshomaru para vigilarme — alzó la mano cuando él la iba a interrumpir— ya sé que fue por mi bien y en realidad, la chica me gusta. Puede venir si quiere, pero remárcale que nada de acción ¿de acuerdo?
—Hecho compañera —ambos sonrieron, sentían nuevamente su espalda cubierta. El teléfono de Sesshomaru sonó—. Es Kagura.
—Cógelo y habla con ella —ordenó Kagome—. Si me entero que has abandonado a tu encantadora mujer te patearé el trasero ¿queda claro? —agregó. Este sonrió y descolgó apartándose de la gente.
—Bueno parece que al menos las cosas no han salido tan mal — Ranma miró a su prima extrañado —. ¿No dejarás que te afecte las tonterías de esa vieja lunática verdad?
—Es doloroso estar en la lista de investigados por un delito que no he cometido
—Encontraremos al asesino de ambos crímenes y les patearemos el culo —aseguró el joven de la coleta.
—A decir verdad, esta noche he podido comparar los exámenes forenses de ambas víctimas y han aparecido cosas muy reveladoras. Parece ser que hay dos asesinos.
—¿Dos asesinos que han matado de la misma forma?
—Eso parece —la voz, apareció por la derecha dejando ver a un joven con ojos azules y una coleta pequeña—. No sé cómo lo haces, pero siempre te antepones a mí.
—¡Miroku! —La detective se abrazó al forense—. Te he echado de menos.
—Gracias por la parte que me toca, señorita Higurashi —Mūsū Wu, con algunos puntos en la cabeza y zonas liliáceas cerca del ojo, apareció al lado del forense—, aunque entiendo la euforia, es un gran forense.
—No tiene por qué quejarse, has hecho un gran trabajo con el cadáver del anciano y todo el mundo sabe que son los más complicados.
—Dejad de tiraros flores —se quejó Ranma— hay que trabajar. La jefa quiere que pongas al corriente al forense mientras yo me ocupo del detective —señaló a Sesshomaru que seguía hablando por teléfono— y tu ve a cambiarte y vestirte para la función. Espero que mañana tengamos grandes noticias.
—Dalo por hecho —Kagome se dirigió a uno de los despachos para prepararse y volver al bar.
(-.*-.*-.*-.*)
—Es una mujer muy fuerte —soltó de imprevisto Miroku—. Cuando tuvo que reconocer a su madre, entró en la sala de autopsias sola ayudándome a encontrar indicios que ni yo mismo había visto.
—¿Concias a la víctima? —preguntó Mūsū.
—No, pero sabía el daño que le iba a hacer ver a su madre en ese estado —contestó.
—Yo no he sido capaz de ver las fotos del lugar del crimen —confesó Ranma entristecido.
—Ella ha pasado por mucho —aseguró Miroku—. Ahora solo se merece descubrir al culpable.
—Creo que mi mujer tiene algo —Sesshomaru irrumpió en la conversación sin previo aviso—. Algo que puede ayudar a encontrar al asesino de Sonomi.
—Y de Enrique Plaza — corrigió Ranma.
—Cierto, y de Plaza —sacó su smartphone y empezó a abrir vídeos—. No sé cómo ni porque, pero a las manos de mi mujer han llegado estos videos descodificados de la floristería a la que Sonomi fue vista por última vez.
—¿Floristeria? ¿no se llamará Polen verdad?
—Así se llama ¿porque? — preguntó Sesshomaru a Ranma
—Creo que tengo algo sobre ella — aseguró dirigiéndose al ordenador mientras el albino descargaba los videos.
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Eran las cinco de la tarde cuando Riko entro por la puerta del bar ataviada con su disfraz. Se sentó en una mesa cercana a la barra y esperó a que su compañera apareciera para servirla. La psicóloga y detective privado, pudo apreciar que el bar estaba inusualmente vacío, excepto por los dos sospechosos, Renkotsu y Suikotsu que se encontraban en la misma mesa.
Riko puso un mensaje a Ayame de la posición en la que se encontraban. Sabía que la mujer que trabajaba en la agencia de detectives de Sango, estaba fuera del local, posicionada en un punto estratégico con un arma en las manos. Aunque fuera excesivo, no quería correr riesgos, Kagome estaba embarazada y si algo ocurría esa noche en el bar, quería protegerla. Se posicionó bien el diminuto micrófono que Tōga le había colocado. Su padre le había cedido el equipo de espionaje y también le había entregado la Glock del 19 que le había regalado al cumplir veintiún años. Respiró hondo, esperaba que todo saliera bien.
—Oh hermana ¿Qué tal? —Riko guardó el móvil al escuchar la melodiosa voz con acento francés de Kagome—. ¿Cómo te ha ido el día?
—Agotador, buscar trabajo en este país es asfixiante —sonrió—. ¿No deberías descansar? Sarah me ha contado la reciente noticia ¡voy a ser tía!
—Eso mismo le he dicho yo —Hiromi, con una sonrisa de oreja a oreja obligó a Kagome a sentarse—. Nada de reproches, no hay nadie más en el bar y mi marido se puede servir él solo —lo dijo tan alto para que Suikotsu levantara la cabeza y sonriera—. No te preocupes —se giró hacia Riko— ¿Una cerveza?
—Un refresco, por favor —sonrió la psicóloga. Cuando Hiromi desapareció, ambas se acercaron al centro de la mesa—. He investigado un poco a tus sospechosos, me preocupa mucho esa mujer, Yura, no parece trigo limpio.
—Está bastante desquiciada —Kagome se separó al ver que Sarah volvía con el refresco. La mujer de Suikotsu desapareció nuevamente hacia la barra por lo que ellas pudieron seguir hablando—, pero Suikotsu no es trigo limpio, violó a una chica y salió impune.
—Y Renkostu mató a un agente hace años y también salió impune —Riko dio un sorbo— en ambos casos la fiscalía no tenía suficientes pruebas como para acusarlos realmente.
—¿Qué eres? ¿Abogada?
—Mi madre era fiscal y mi padre detective de policía, te aseguro que me sé los argumentos de ambas partes —Kagome sonrió. De pronto una idea se le cruzó por la cabeza.
—Por cierto ¿Qué tienes tú que ver con Sesshomaru? —Riko le devolvió la mirada, sorprendida—. No pongas esa cara, en siete años que nos conocemos nunca ha hablado de ti y Kagura tampoco sabe quién eres —antes de que la otra pudiera hablar, Kagome siguió con su discurso—. Quiero que sepas que Sesshomaru y Kagura son la mejor pareja que existe en este planeta, han pasado muchas penalidades como para que venga alguien ha interponerse. Me los aprecio mucho y estoy dispuesta a arrancarle la cabeza a quien crea que se puede aprovechar de la situación ¿está claro?
—¿Cómo? — Riko hizo un sobreesfuerzo por no reír. Desde el punto de vista objetivo era interesante que Kagome se mostrara tan protectora con algunas personas. Parecía que la peor fase de la depresión después de la muerte de un ser querido estaba desapareciendo rápidamente.
—Muchas mujeres quieren subir puestos de trabajo por la vía directa —agregó con simpleza.
—No es mi intención, de verdad. Pero gracias por la información, lo tendré presente — Ab mostró su sonrisa más genuina. La puerta del local se abrió de par en par, dejando entrar a Yura que cerró con fuerza— parece que ya empieza.
—¿Qué hacen esas dos aquí? —La mujer señaló a ambas mujeres sentadas en la mesa — dijimos que no tendríamos invitados extras.
—Esto es un negocio, Yura —Suikotsu se levantó—. Los horarios son diferentes a los de tu floristería.
—Dile a tu fulana que cierre el local y esas dos que se queden en un rincón. Si hablan de esto les rajaré el cuello —espetó la mujer
—¿Perdone? — Riko se giró iracunda. Pero Kagome cogió la mano de la psicóloga y la apretó, parándola.
—Tranquila querida — Suikotsu, quien también había visto en los ojos de la hermana de su empleada una mirada inusualmente furtiva, decidió intervenir — aquí nadie le va a rajar el cuello a nadie. Ellas pueden irse a la trastienda, allí no ocurrirá nada.
—Dejadlo así, vamos a empezar —la mujer se giró a ambas chicas— mejor mantened la boca cerrada y no os ocurrirá nada.
—A todo esto ¿Dónde está tu socio? —preguntó Renkostu.
—No ha podido venir, tiene problemas familiares —Yura se sentó y puso un maletín encima de la mesa.
—Chicas, por favor, no prestéis atención, no digáis nada de lo que aquí ocurra — Hiromi estaba nerviosa.
—¿Qué ocurre? — preguntó Kagome con acento francés .
—Mi marido estaba metido en problemas antes de que lo conociera. Me prometió que esa vida se había acabado, yo quería tener familia —soltó abruptamente tocándose el vientre, nerviosa—, pero un antiguo socio lo ha chantajeado para que haga este último trabajo, entendedlo… no puede volver a la cárcel por algo que él no ha hecho.
—¿Chantaje? —Riko alcanzó la mano de Hiromi y la acarició, reconfortándola— ¿Por qué no habéis acudido a la policía?
—¿Quién va a creer a un ex—presidiario? El mundo no es justo y debemos hacer el bien lo mejor que podemos. —Los gritos de Yura retumbaron en el bar, sobresaltándolas.
—¿Qué queríais que hiciera? ¡Ambos se iban a ir de la lengua! Matando al perro, se acaba con la rabia.
—¿Cómo has podido? Nos has manchado las manos de sangre —espetó Renkostu
—No me hagas reír niñato ¿y la gente que ha muerto gracias a tus negocios?
—Ellos eligen morir o vivir, yo no soy su verdugo.
—Son negocios, en los negocios no existen sentimentalismos, querido.
—Estrás entrando en terreno peligroso, querida. Te aconsejo que te calmes.
—Sería bueno que nos calmáramos todos —intervino Suikotsu—. Hablemos del negocio de una maldita vez y acabemos con esto. No tengo toda la maldita noche.
—Mi socio y yo hemos investigado un nuevo producto casi inocuo. Lo hemos probado con ambos cuerpos y nadie ha detectado la sustancia — de su bolsa sacó una maceta y la puso en el centro de la mesa — solo os entregare la sustancia si llegamos a un acuerdo. Sé que tú aceptarás porque no tienes más remedio — dijo señalando a Suikotsu — pero tú eres un misterio. Piensa que este negocio, traerá muchos beneficios y no dejará huella.
—Eso lo decidiré yo— contradijo Renkostu — ¿Qué tipo de efecto secundario muestra? ¿algo nocivo?
—¿El tabaco mata? Todos los productos son nocivos a largo plazo —repuso Yura— pero sabemos a ciencia cierta que podrá ser considerada de élite
—Baja de las nubes, Yura — interrumpió Suikotsu— para ser una sustancia de élite debe de ser lo más pura posible, y estoy seguro de que eso tiene de todo menos pureza — la morena iba a golpear la mesa, pero Suikotsu se adelantó—. Además, en ningún momento he dicho que esté de acuerdo con esto. Le dije a Smith que escucharía la propuesta, no que la aceptara.
—No estás en posición de rechazar ninguna propuesta, sino quieres ir a la cárcel —repuso la mujer.
—Prefiero volver a enfrentarme a los tribunales por algo que no hice que no vincularme a esta empresa.
—Yo tampoco pienso aceptar —Renkostu entrecerró los ojos—. Desde el principio, que tu amigo no viniera me pareció sospechoso. Además, yo no hago negocios con productos que no están tastados por mis agentes. No por ello me he salvado de la cárcel.
—Es posible que eso cambie —Yura dejó unos papeles en la mesa— aquí hay todo tipo de pruebas incriminatorias que pueden ser utilizadas en vuestra contra si no participáis en esta empresa —al ver la expresión de ambos se apresuró a aclarar—. No os esforcéis en eliminar estos papeles, mi compañero tiene muchas más copias. Estos son mis términos.
—¿Estás chantajeándome? —Suikotsu se levantó iracundo—. No tengo nada que perder si voy a la cárcel, pero tú no saldrás de aquí.
—Hiromi, esto se está poniendo feo —Kagome se levantó y cogió a ambas mujeres de las manos—. Vamos detrás de la barra.
—No puedo dejar a mi marido ahí, es todo lo que tengo.
—Y para él tú eres todo lo que tiene —contradijo Kagome—. Es mejor resguardarnos en la barra —se sobresaltó cuando escuchó un móvil vibrar—. ¿No puedes apagar el móvil en una situación como esta?
—Es importante —aseguró Riko. Sango se había puesto en contacto con ella, asegurándole que Suikotsu no había violado a Akane. Eso cambiaba las cosas… si él no había sido ¿Quién?—. Tenemos problemas.
—¿Qué ocurre? —Fue lo único que atinó a decir antes de escuchar disparos. Ambas, por inercia cogieron un brazo de Hiromi y se posicionaron detrás de la barra, sacaron sus armas y esperaron.
—¿Qué está pasando? ¿Quiénes sois? —La mujer de Suikotsu miró asustada.
—Quédese quieta —ordenó Kagome ya sin ningún tipo de acento. Sacó la cabeza de la barra y observó la situación. Erika había sacado un arma y había disparado primero a Renkostu y luego Suikotsu, quien tenía otra arma en mano y se protegía por una mesa. Renkostu por su parte, estaba en el suelo quejándose y con un brazo sangrando lentamente.
—¿Qué mierdas crees que haces Yura? —se quejó Suikotsu—. Baja el arma ahora mismo.
—No querido, nadie va a salir de aquí hasta que no aceptéis el trato —chilló histérica—. Mataré a todos los que estáis aquí. ¡Tu mujer y esas dos putas no volverán a ver la luz del sol! —disparó nuevamente contra la mesa y se carcajeó enloquecida.
—¡Basta! — Sarah salió de la protección de la barra con las manos en alto. Tenía los ojos llorosos y temblaba notablemente — por favor, baja esa arma.
—Hiromi ¿Qué haces? ¡Vuelve atrás! — chilló desesperado Suikotsu.
—Por favor —volvió a pedir la camarera—. Estamos intentando rehacer nuestra vida. Hemos hecho todo lo que habéis dicho, pero por favor, no nos pidas más.
—¿Crees que me importa? —la mujer apuntó hacia ella—. ¿Crees que porque aparezcas de la nada con las manos alzadas crees que podrás convencerme o apelar a mi buena fe? —rio enloquecida—. Hoy no.
—¡Policía! ¡Baja esa arma! —Kagome salió de su escondite parcialmente con el arma en la mano, sorprendiendo a todos los demás.
—¡Así que la mojigata era en realidad de la pasma! —chilló y disparó hacia la detective.
La situación se volvió un caos. Suikotsu impresionado por los recientes acontecimientos cogió su arma e intentó apuntar a Yura, pero en ese instante dos disparos procedentes del exterior hirieron a Suikotsu en el brazo y en la pierna. Riko miró por la ventana, esa no era la dirección en la que se suponía que Ayame estaría. ¿Qué narices estaba pasando?
—¿Te piensas que vendría sola? Mi compañero y sus secuaces están fuera. No vais a salir vivos de aquí — mientras el tiroteo de la ventana seguía, Erika volvió a apuntar a Sarah — que ganas tengo de ver tu sangre esparcida por el suelo, querida, muchas ganas.
—¡Hiromi! —chilló desde el suelo Suikotsu intentando arrastrarse hacia su mujer, quien había caído abatida por un disparo de la florista. Kagome disparó a Erika sin éxito. Ésta tiró una mesa al suelo y se posicionó detrás.
Riko buscaba algún tipo de señal que le indicara donde se encontraban los tiradores, pero no veía nada. Yura parecía una tiradora experta y que estaba acostumbrada a estar dentro de este tipo de situaciones, pues era la única que se movía con soltura, sin miedo. Riko respiró hondo nuevamente, vio el cuerpo de Sarah en el suelo, perdiendo sangre y respirando forzosamente. La psicóloga cogió el teléfono y llamó a Ayame, pero al no contestar decidió llamar a Sesshomaru.
—¿Cómo llevas la investigación? —preguntó con picardía.
—Tenemos problemas, trae a una patrulla y una ambulancia al bar, la mujer ha sido herida en el costado derecho. La dependienta de la floristería se ha vuelto loca y ha traído a dos francotiradores que no consigo ver.
—En cinco minutos estamos allí, aguantad —fue lo único que contestó antes de colgar.
—¡Cúbreme! — Kagome, salió de su escondite mientras Riko disparaba hacia la posición de Yura. Consiguió alcanzarla en el brazo derecho, pero esta ni se inmutó y disparó contra ella olvidándose de su antiguo objetivo.
Kagome salió del escondite y fue a buscar a Sarah, intentando arrastrarla detrás de la barra. Suikotsu volvió a coger su arma y disparó enloquecido contra Yura mientras entonaba un grito de guerra. La dependienta se escondió detrás de la mesa y recargó su arma. Entonces, Riko lo vio, un brillo en el exterior, una luz roja que apuntaba a la detective a la cabeza. Sin pensarlo dos veces y arma en mano, salió de su escondite y embistió a Kagome, cayendo ambas al suelo mientras se escuchaba un disparo y un agudo gemido. Yura sacó el arma para volver a disparar hacia las dos mujeres que habían caído al suelo cerca de Suikotsu pero él aprovechó para disparar nuevamente a la florista, dándole en la mano y provocando que ésta soltara el arma. Fuera del local, luces azules y rojas inundaban la calle junto al estridente sonido de unas sirenas.
—Se acabó, zorra —fue lo único que pronunció el herido antes de que irrumpiera la policía dentro del local.
(-.*-.*-.*-.*)
Inuyasha llevaba cerca de diecisiete horas trabajando en el pabellón de urgencias, pero a diferencia de otros médicos él llevaba una sonrisa pintada en la cara. Hoy había sido un día especialmente duro, teniendo en cuenta que, en esas horas, su hipocondriaca paciente había venido una veinte veces a que le revisara diferentes partes del organismo por miedo a tener alguna enfermedad mortal.
Su última cita con ella, la señora Takahashi le pedía que le observara detenidamente una mancha que tenía en el brazo. Para cuando Inuyasha se acercó y toco con sus guantes la mácula de su epidermis, notó que esta se borraba parcialmente. Con cierta intuición, empapó un algodón con alcohol y frotó en la mancha, despareciendo esta. Después de esa visita, la señora Takahashi se fue avergonzada a su casa y no volvió en todo el día.
—Pareces un niño el día de navidad — su compañera de trabajo, Sakura, se acercó a él para darle una taza de café— no sé qué te han ocurrido estos días, pero has pasado de ser un alma en pena a volver a ser tú — alzó su propia taza brindando al aire.
—He vuelto a nacer, Sakura —ella sonrió—. Parece que Kag y yo volvemos a estar en mejor sintonía.
—Alabado sea el señor —gritó la mujer rubia de unos treinta años—. Rinne y yo estábamos preocupados por tu repentina depresión. Espero que seáis muy felices.
—Yo también —suspiró él. Ambos tomaban algo en la sala de espera, cuando la nueva secretaria apareció por la puerta.
—Lo siento, doctores —empezó casi sin aliento—, pero precisan su presencia. Ha habido un tiroteo, cuatro heridos que están llegando en este momento.
—Vamos —Inuyasha se levantó seguido de Sakura y ambos salieron de la sala de descanso hacia la entrada.
Las puertas se abrieron a toda prisa, dejando entrar a los auxiliares de las ambulancias junto a las camillas. Inuyasha se acercó a toda prisa, pero dos compañeros suyos se ocuparon de los heridos. El albino se acercó al auxiliar de la ambulancia y preguntó que tenían.
—Una mujer tiene una bala en la mano y otra en el brazo. La otra tiene una herida en la cadera, parece que solo le ha rozado una bala y una tercera con una herida bastante fea que parece que le ha perforado el pulmón y un golpe en la cabeza de la caída. El hombre es el que mejor está, tiene heridas de balas una en el brazo y otra en la pierna, ambas con orificio de entrada y salida, limpias.
—Bien, las mujeres deben ir a quirófano. Yo me ocupo de la herida del pulmón — miró el apellido — ¿Taishō? —Abrió los ojos y se acercó a la camilla donde estaba muy pálida, inconsciente y sedada una de las mujeres—¿Midoriko?
—¡Inuyasha! ¡Mueve el culo! —la voz inconfundible de su hermano mayor le hizo saltar como un resorte— ¡entra ahí y sálvalas! —Entonces cayendo en la cuenta, Inuyasha miró a la otra mujer sedada, descubriendo horrorizado a Kagome, algo menos pálida con la herida de bala en el costado derecho. Su compañero se la llevaba a cirugía sin prestar atención al albino.
—¡Rinne! — el medico se giró ante el tremendo grito de su compañero — ¡está embarazada de casi tres meses! — el médico asintió y sin preguntar se llevó a la mujer —Encuentra a estos hijos de puta—sentenció y se fue llevándose la camilla hacia la sala de preoperatorio.
—¿Kagome está embarazada? —Escuchó preguntar al compañero y primo de la joven
—No lo sabíamos a ciencia cierta, pero parece que sí —contestó su hermano.
Inuyasha suspiró y contó hasta diez. Necesitaba concentrarse, necesitaba sólo pensar en una cosa, salvar a Midoriko. Solo esperaba poder volver a Kagome una vez más.
¡Muy buenas!
Al final he podido conseguirlo. Esta semana ha sido peor que las anteriores, aunque el día tenga 24h parece que esta semana solo tiene 15 xD. Pero al fin he podido conseguirlo.
Espero que este capítulo os agrade y lo disfrutéis. Como ya os avisé llegamos a la recta final, así que en cierta manera esto ya empieza a acabarse.
Agradecimientos:
kcar: ¡Hola! La verdad es que sí, en parte entristece mucho el tema de que esto se acabe... pero casi también le tengo ganas. He disfrutado mucho creando esta historia y viendo como la disfrutáis. Espero que hayas disfutado también de esta nueva entrega. Ojalá nos veamos en la siguiente.
Marlenis Samudio: ¡Muy buenas! Creo que poco a poco aquí se van viendo diferentes personajes que pueden conestar a tu pregunta... es muy posible que con este capitulo tus hipótesis sobre quien está destrás de todo se vayan resolviendo. Onigumo es un personaje que originariamente lo ideé para las Ocho Patas de Aracne, como un mero secundario, pero aquí le he querido dar transfondo... Espero que te haya gustado este capítulo y que nos veamos en el siguiente.
Susanisa: ¡Hola! Me alegro de que te haya gustado. Espero que este también lo disfrutes y espero veamos la sieguiente semana.
R.T: ¡Muy buenas! Muchas gracias por el mensaje. Me apunto para la próxima lo de la foto xDDD. Muchas gracias por pasarte una semana más y espero que éste también los disfutes y nos veamos la siguiente.
Tatiana Ocampo: ¡Hola! Nos acercamos al desenlace y sí, la mayoría de las pistas están sobre la mesa. Muchas gracias por aparecerte una semana más y espero que disfrutes de este nuevo capítulo. Espero también, que nos veamos la semana que viene.
Como siempre agradecer a Carli89, DannaLBurgos, Eren Vega, Jacqueline Mendoza, Jiyuu Akabane, Klaudia VR, Lilliana1118, Marlenis Samudio, Mar Zubia Cazares, MariaGpe, Susanisa, hadadelcementerio, jessicatoledo . barrera78, kcar y yema22 por vuestros me gusta y por seguir esta historia. Sin olvidar a todos aquellos que sean lectores fantasmas, gracias por darle la oportunidad, aunque sea por error xD! Sin todos vosotros yo seguramente no seguiría escribiendo
Bueno pues ya está, aquí lo dejo. Cualquier pregunta o comentario ya sabéis donde dejarlo.
¡Muchas gracias!
Nos vemos en los bares.
