Nota de la autora: ¿Regresé con otra historia a pesar de no actualizar las dos anteriores? Claro que sí. ¿Son las 2 am? Aye. ¿No puedo dormir? Maldita rinitis. Llevo medio año o más escribiendo esta historia y aunque esperaba terminarla antes de publicarla, simplemente ya no quiero esperar; espero les guste.


Rated: M

Advertencias: Golpes, malas palabras, muerte, gore, sexo implícito/medio explícito a veces. [Historia de mafia basada en la novela de Mario Puzo, el padrino; Magnolia es equivalente a Nueva York, Arakitashia es equivalente a Italia. Se utiliza MUCHO la palabra Don, basada en la forma de llamar a Don Corleone y hay situaciones muy parecidas, aunque no iguales]. Hay un glosario de palabras italianas o sobre ballet que utilizo hasta el final del texto.

Pairing: Natsu x Lucy. NaLu. (Obvia)

Summary: Natsu Dragneel se encuentra en una relación prohibida con la hija de su jefe, el mayor mafioso de Fiore.


Disclaimer: Ni Fairy Tail ni el padrino me pertenecen.


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Parte 2

Capítulo 1:

Diferencias

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La oficina del Don, Gildarts Clive, siempre permanecía con la temperatura perfecta y el olor a puro impregnando el ambiente. El escritorio de caoba se encontraba frente a él, imponente, completamente limpio, con los papeles perfectamente acomodados en una esquina y un adorno de suspensión en la otra. Detrás se encontraba el librero que cubría todo el recinto de doble altura.

Lo observó levantarse a su pesar y salir por la puerta principal, cerrándola a su salida con un click.

La mujer detrás de él no esperó ni un minuto para acercarse por atrás del cómodo sofá de piel y pasar los brazos por encima de sus hombros, dejando el peso de su cuerpo sobre parte de su espalda y recorriendo con picardía el traje negro, tocando por encima. Hábilmente aflojó su corbata y quitó los dos botones superiores, abriendo ligeramente su camisa mientras llevaba sus labios a su cuello. Su cabello rubio completamente liso cayó como una cortina hacia delante.

—Lucy—le tiró una mirada de advertencia y ella soltó una risita traviesa, separándose solo lo suficiente para ver su gesto.

—Oh —una de sus delicadas manos delineó el borde de su rostro—, no me digas que te asusta que regrese —acarició sus labios con el dedo pulgar.

La puerta de la entrada se abrió nuevamente y todo el calor que sentía emanando del cuerpo de la chica, lo abandonó de golpe; ella había saltado hasta el otro lado de la sala y sacaba uno de los libros de la estantería, actuando con curiosidad. Siempre le había sorprendido la velocidad con la que podía reaccionar cuando se trataba de ocultar cosas de su padre adoptivo, Clive.

Gildarts le tendió la foto, donde un pobre tipo sonreía sin tener ni puta idea de lo que se avecinaba a su puerta. Se la quitó de las manos y la dejó resbalar por el bolsillo interno del saco—, ¿es todo?

—Sí. —Se sentó detrás del escritorio, ajustando las correas que recorrían su torso y se cruzaban por detrás de su espalda para volver al pantalón. Miró por encima de su cabeza—, ah y algo más, ¿puedes acompañar a Lucy?

—No necesito que me cuiden.

—Entendido.

Natsu se levantó con pesadez y salió por la puerta principal, con la hija del mayor mafioso de la ciudad pisándole los talones.

La casa, porque según el don tenía que ser llamada casa a pesar de ser mansión por sus raíces Ishgardianas, estaba sobre una colina. Construida incluso antes de su nacimiento, era toda una maravilla en perfectas condiciones, techos abovedados, rodeada de patios con fuentes de mármol, flores que brotaban en cada jardinera y el estacionamiento lleno de autos de la familia.

Su compañera rubia el día de hoy llevaba un pequeño vestido morado, que dejaba sus hombros descubiertos y el escote que bajaba lo suficiente para que su mente obsesionada viajara lejos, estaba levantando la maleta de ballet del suelo—Déjame ayudarte con eso.

Se la quitó del hombro con cuidado.

—Natsu, no eres divertido cuando te pones así—continuó caminando, ignorándola. Siempre era lo mejor cuando sabía que alguien los taladraba con la vista—, Natsu.

Él le abrió la puerta del auto y ella entró al mismo tiempo que Gray aparecía seguido por un capodecime, le daba instrucciones que no logró escuchar. Cuando subió al coche, Lucy estaba jugando con las puntas de su cabello.

Enfilaron por el camino, pasando por las casas aledañas de la familia y por el camino flaqueado por árboles de colores. Estaba pensando en la ubicación de su próximo trabajo cuando una mano cayó en su hombro de nuevo.

—Necesito ayuda para cambiarme.

—Lucy.

—Sólo quiero que bajes el cierre.

Le dio la espalda en el asiento y retiro el cabello, dejándolo caer hacia adelante. Era mentira, era capaz de hacerlo completamente sola. Sin soltar el volante con la mano izquierda, se apresuró a deslizarlo, sintiendo la piel suave debajo de su toque y recordando todas las veces anteriores que ya lo había hecho. Se mordió el interior de su mejilla, intentando estar en el camino y en Lucy al mismo tiempo—. Se lo que estás haciendo.

—¿Y no harás nada al respecto?

Le sonrió por en encima de su hombro. La niña deseaba que tuvieran un accidente automovilístico. Natsu regresó la mirada intentando espabilar su visión lasciva—. No voy a perder esta apuesta.

—Como quieras.

Por la esquina de sus ojos la vio retirarse el vestido lentamente. Maldita sea. Tal vez sí iba a perder esa apuesta.

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Cuando la dejó en la avenida, Lucy sonreía feliz de haber obtenido lo que quería y él, agotado mentalmente, manejaba con pesadez y todavía con la parte superior de su camisa abierta. No podía creer que no había logrado durar ni tres días.

Cuando había comenzado su enigmática relación con la hija del don, sí creía no lograr ni tres días sin ella en general, pero dos años después, no podía creer que lo siguiera manipulando de esa manera; había aprendido bien de su padre.

Miró por el retrovisor y la encontró cruzando la calle, ya cambiada en unos sencillos pantaloncillos negros y el leotardo negro que se adhería a su cuerpo, mostrando sus curvas de bailarina. Se estaba levantando el cabello y entre sus labios colgaba el listón que planeaba usar para amarrar la melena rubia.

El semáforo cambio de color y el movió la palanca para avanzar hasta su destino.

Mientras avanzaba por la calle, seguía pensando en la apuesta que acababa de perder, se habían prometido distanciarse ya que el Don comenzaba a notar la mejoría en su relación a lo largo de ese pequeño periodo de tiempo. Era real que Lucy podía ser muy exasperante también, pero era difícil recordarlo mientras besaba sus hombros desnudos y ella lo envolvía con esas piernas tan largas y sensuales.

Los edificios de su alrededor comenzaron a cambiar, menos personas se lograban ver en las calles a pesar de la hora y los callejones oscuros se fueron haciendo más presentes. Era la única zona de la ciudad donde el Don había decidido no inmiscuirse, pero nuevamente la familia raven tail había cruzado la línea al atacar uno de los casinos manejados por Gildarts; habían acosado a Laki y tomado dinero que no les correspondía.

Seguro estaban esperándolo.

Todos en esa ciudad conocían el alcance del jefe de la mafia, y que no existe forma de salir ileso si algo afecta sus negocios. Por eso lo había decidido mandar a él, su caporegime, para liquidar esa deuda, y le tocaba ir tras la cabecilla del grupo.

Kurohebi.

Aparcó detrás del almacén y sacó la foto del hombre del bolsillo interior de su saco. Tenía cabello negro y una sonrisa siniestra, definitivamente sería fácil de reconocer; bajó del auto mientras sacaba su encendedor y dejó que la flama tocara una de las esquinas de la imagen para que se consumiera, atacada por las llamas.

Su móvil se movió y abrió el mensaje.

"¡Estaré en el pas de deux del cascanueces! Felicítame"

Levantó una ceja, irritado. Antes no hubiese comprendido que significaba, pero después de tanto tiempo, conocía bien que lo común era que otro tipo iba a poder pasar sus manos por todo el cuerpo de su adorada no novia. Claro que no tenía ni voz ni voto, y tampoco debía sentirse como propietario de Lucy.

Ni si quiera en sentido figurado.

No contestó, decidió guardar el móvil en el pantalón y colocarse los guantes rojos. Avanzó sacando una de las glock escondidas entre su traje todavía pensando en Lucy y en su forma tan hipnotizante de bailar en el escenario, la manera en la que se deslizaba en puntas, sus piernas fuertes y delicadas.

Abrió la puerta con una patada violenta, mandando ambas hojas de metal contra la pared y creando un golpe sordo de varios decibeles.

Lucy levantaba sus brazos de la misma manera, siempre tan delicada y manteniendo la firmeza en sus movimientos, acoplándose a la música clásica de la pieza que estuviese bailando.

Kurohebi estaba sentado en una mesa, rodeado de otros cuatro hombres con cartas en las manos, armas sobre la tela verde sintética de la mesa del casino y cigarrillos soltando humo a raudales. Todos lo miraron asustados por el sonido que ocasionó al entrar y dos no tuvieron tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo.

Había dicho que bailaría en el cascanueces muy probablemente acompañada del imbécil de Ren. La podía imaginar girando sobre sí con las manos del imbécil tomándola por la cintura mientras la música aumentaba de tono.

Una bala fue directamente entre los ojos del primer hombre, ocasionando que cayera muerto al instante, al otro lo impactó en el hombro, también mandándolo de bruces al suelo. Los otros dos mafiosos tomaron las armas, pero mientras las cargaban, él ya disparaba nuevamente, logrando que la tercera bala impactara en una de las piernas del hombre más cercano y soltando la última en el pecho del que faltaba.

Podía mirar a Lucy en su mente, levantando una de sus piernas para hacer un arabesque, podía imaginarse el pausado movimiento en el que se volvía a levantar mientras la música en su apogeo taladraba el fondo de su cerebro.

Brincó el primer cuerpo sin bajar el arma, sosteniéndola con ambos brazos y apuntando hacia el hombre de pelo negro que le sostenía la mirada con odio. Cuando habló, su voz era rasposa, burlesca—, no tardaste mucho en dar con nosotros.

—No hay otros imbéciles que se atrevan a retar al Don de forma tan estúpida — Kurohebi soltó una sonrisa al mismo tiempo que extendía su mano, invitándole a sentarse.

Natsu entrecerró los ojos. El hombre volvió a hablar—, sólo quiero una partida de póker.

—¿Dónde está el dinero?

—Te lo diré sólo si me ganas.

No se atrevería a asesinarlo si no sabía dónde estaba el dinero y eso le podría hacer ganar un poco de tiempo en lo que se presentaban los demás hombres.

No borró esa sonrisa maquiavélica, hasta que Natsu apuntó hacia uno de sus pies y disparó. Kurohebi soltó un grito de dolor—, ¿dónde está el dinero? —repitió aun apuntándole con el arma.

—¡Hijo de puta! ¡Sólo acabas de firmar tu sentencia de muerte!

Un nuevo disparo hacia la rodilla. Se volvió a escuchar otro grito desgarrador y la cabecilla del grupo se inclinó sobre el asiento; de la zona de los disparos ya se comenzaban a formar manchas de sangre que se extendían por la ropa.

—Tu muerte depende de que tan lento la desees—le dijo dando un paso más, enredando el pie con la mesa y volteándola de manera brusca y violenta, aplastando a los hombres ya muertos con ella—, termina con esto de una vez.

—¡Dispara si es que te atreves!

Otro disparo a la pierna contraria. Otro grito de horror y dolor.

Seguramente Lucy continuaba bailando con esa elegancia que sólo le pertenecía a ella, completamente perfecta, inocente y sin idea de lo que estaba haciendo, sin idea de toda la sangre que manchaban sus manos.

El hombre se aventó hacia el suelo en un acto desesperado de buscar un arma de uno de los cuerpos, pero antes de que llegara a ella, Natsu la pateó ligeramente, lo que la hizo dar vueltas en dirección contraria—, dime dónde está.

—¡Carajo!

Hubo otro disparo, pero esta vez no fue él. Apenas había escuchado el sonido y un segundo después la bala desgarró su hombro, levantando las costuras del traje y dejando la sangre brotar hacia afuera. Giró sobre sí, ubicando a los dos hombres que le apuntaban y encañonando nuevamente su arma.

—¡Suéltala!

Una mierda.

Disparó rápidamente a ambos, la bala impactando justo en el centro del pecho de uno y en la cabeza del otro. Apenas estaba recuperándose cuando escucho que detrás de él, alguien disparó nuevamente, se movió tan rápido que la herida del hombro dejó escapar más sangre de golpe y cuando cayó al suelo, rodando con agilidad, notó que kurohebi sostenía un arma hacia él.

La cadena alrededor de su cuello estaba deslizándose hacia afuera y logró ver una llave dorada. Se permitió sonreír—, bonito collar.

El hombre se enfureció al instante—. ¡Hijo de puta!

Fue acallado con una bala, que impactó en su frente y lo hizo caer sin vida en un charco de su propia sangre.

Natsu, cerciorándose que su herida no fuese tan profunda, se levantó y avanzó hasta el nuevo cuerpo.

La llave alrededor de su cuello estaba manchada de sangre cuando la arrancó de tajo y le fue sencillo dar con la pequeña caja escondida en la mesa destruida. Casi le parecía un insulto a su inteligencia.

Sin desperdiciar más tiempo, sacó el dinero de ella y lo guardó todo perfectamente ordenado en una maleta negra. Contó los fajos de billetes y cuando por fin terminó, se la colgó al hombro sano y arrancó de nuevo la llave de la caja de seguridad.

Sería un regalo para el maestro Iván, como advertencia.

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Después de vaciar un tanque completo de gasolina, abrió nuevamente su encendedor, dejando que la llama tocara el suelo, donde se extendió de manera rápida, llegando hasta los cuerpos y el andamio de madera.

Llegó nuevamente al auto, dejó la maleta y los guantes en la cajuela y encendió un cigarrillo mientras miraba como el almacén comenzaba a dejar escapar las llamas por las ventanas. Apenas había dado una buena fumada cuando su móvil volvió a sonar.

Era Lucy.

"¡No me ignores!"

Sonrió todavía con el cigarrillo entre los dientes y escribió una respuesta rápida.

"Felicidades, princesa".

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Glosario:

Caporegime: término italiano utilizado en la mafia u organizaciones criminales para referirse a un miembro de alto rango semejante a un capitán o teniente que está a cargo de un grupo de soldados y sigue las órdenes del capo bastone (subjefe) o directamente del jefe o Don de una familia criminal.

Capodecime: variante del término caporegime que significa literalmente cabeza de diez.

Arabesque: posición sobre una pierna mientras la otra, que se encuentra elevada, se estira por detrás.

Pas de deux: paso en ballet realizado conjuntamente por dos personas. Usualmente consiste en una entrée (entrada de la pareja), adagio, dos variaciones (una para cada bailarín, por lo general es un allegro), y una coda.