Red Velvet

Capítulo 70: Plan

La conversación con Coco la dejó liviana.

La dejó tranquila.

Era afortunada de tener a esas dos mujeres en su vida.

Dejó que las lágrimas que estaban siendo contenidas cayesen y se tomó un momento para respirar y calmarse. Ya no tenía por qué llorar, todo estaba bien, todo iba a salir bien.

Ya cuando se sintió lista, se levantó y caminó hasta su baño, necesitaba una ducha. Sentir como el agua caía por su cuerpo era algo que siempre la hacía sentir relajada, y ahora era el momento ideal para sentirse así.

Se comenzó a desnudar, y se quedó unos minutos mirándose en el espejo.

Aún estaban en su piel los vestigios del sábado, las marcas pintando su pecho, sus hombros, sus muslos.

A la Weiss de hace un año también le sorprendería lo saludable que se veía su cuerpo, de hecho, no recordaba haberse visto así. Solía tener dietas muy estrictas cuando era adolescente, y luego ya había días donde no comía en lo absoluto. Estaba en un buen peso considerando su tamaño, e incluso notaba como sus piernas y abdomen se habían tonificado un poco ante la cantidad de ejercicio que hacía.

Le iba a dar las gracias a Ruby por eso.

Pero, sobre todo, su rostro se veía bien.

Tal vez si tenía algo de ojeras y enrojecimiento por el llanto y el insomnio, pero su expresión se notaba llena de vida, feliz, en calma, ya no con esa mueca tensa, fastidiada incluso. Esa mascara que llevó consigo por muchos años, tal vez demasiados, y si bien iba a ser difícil deshacerse de ella por completo, estaba avanzando poco a poco.

Si, se consideraba afortunada de haber podido llegar hasta donde estaba.

Realmente sentía orgullo de sí misma.

Se sentía cómoda en su piel y ahora creía que sería así por lo que le quedaba de vida, ya nada más sería capar de atormentarla de esa forma. Tal vez si tendría baches en el camino, como le pasaría a cualquiera, pero ya nada le impediría seguir adelante. No iba a dejar que nada le arruinase la vida nueva que iba a empezar ahora que había claridad en su cabeza.

Respiró profundamente, sintiendo el aroma de floral de su crema, y quiso que fuese olor a rosas. Que fuese el olor de Ruby embargando sus pulmones. Pero si bien no la tenía ahí, a su lado, sabía que esta estaría siempre ahí, con ella. Siempre contaba con su novia, en las buenas y en las malas, ya lo tenía claro.

Primero que todo, debía hablar con su padre, debía contarle, debía ser honesta con él. Tal vez era la única forma de empezar de nuevo. Si algún día salía la verdad de su relación, esperaba tener a su lado la mejor versión de su padre, y para eso, necesitaba conocerlo de nuevo, conocerse, darle la oportunidad a él de ser un buen padre y a ella la oportunidad de ser una buena hija.

De ser lo que no fueron.

Se vistió y se arregló el cabello. Se tomó su tiempo en cada labor, aprovechando cada minuto extra que tenía a su favor. No estaba retrasando lo inevitable, más bien, estaba disfrutando de la expectación.

Cuando se paró frente a la puerta, lista para salir de su encierro, ya debían ser cerca de las cuatro de la tarde. Probablemente su hermano ya llegaría pronto de la compañía, y también quería hablar con él, de nuevo, ahora por varias razones. Su mente se sentía tan despejada, tan libre, que encontraba una estupidez no actuar de inmediato. No poner de su parte para arreglar el camino que iba a caminar desde ahora en adelante.

Era una oportunidad, y debía tomarla.

Salió del cuarto y caminó rauda hacía el estudio de su padre.

Sabía que él estaba ahí, siempre estaba ahí, así que tenía seguridad en su caminata. Debió preguntarle a Klein antes de todo, pero no quería molestarlo más de lo que ya lo había molestado. Y debía agradecerle, disfrutó eso de comer en la cama, normalmente así era con Ruby, así que fue divertido sentir eso en su casa, luego de años, bueno, nunca había hecho algo semejante ahí, en su casa, en su castillo, en su prisión.

Era idea suya, ¿O la mansión parecía más iluminada? Los pasillos le daban esa sensación. No tenía idea, pero le agradaba el cambio.

Sintió sus piernas temblar cuando se vio frente a la puerta de roble del estudio de su padre.

¿Cuántas veces estuvo frente a esa puerta?

Ahí adentro habían pasado incontables cosas malas, situaciones molestas, regaños y castigos, incluso su mayor pesadilla. Sin embargo, ahora podría ser capaz de ver el lugar de nuevo, con otros ojos. Aun así, su cuerpo, de manera instintiva, acostumbrado al pánico usual, se descompuso de inmediato, sus manos temblando, sus piernas debilitándose, su corazón acelerándose.

Se vio respirando lentamente, calmándose.

Ya nada la iba a asustar.

Ya no tenía que tener miedo.

Ahí dentro ya no había muerte, miedo, terror.

No más.

Nunca más.

Eso a lo que le temía, no era nada más que una ilusión, una mentira.

Llevó la mano a la madera tallada, y golpeó dos veces, y esperó.

Escuchó como su padre le dio la entrada desde el otro lado, y volvió a sentir escalofríos al poner la mano sobre la fría perilla dorada. Cerró los ojos, y volvió a respirar, y ahí recién abrió la puerta, lista para mirar ese lugar de nuevo, ver a su padre de nuevo, ahora con ojos descansados.

Necesitaba llenar esos momentos frígidos de su memoria con momentos nuevos, y eso planeaba hacer.

Plateados.

Dio un salto, completamente aturdida con la imagen frente a ella.

Era esa, ¿Ruby?

No, no podía ser así.

Eso no era posible.

¿Por qué Ruby estaría en la oficina de su padre?

Temió profusamente que su mente la intentase engañar de nuevo, que tomase de una manera completamente diferente lo de crear nuevas memorias y simplemente estuviese imaginando cosas que no estaban ahí.

Ya había tenido una sensación similar, y era realmente desagradable.

"Weiss, ¿Estás bien?"

Ruby se levantó, sus cejas fruncidas en preocupación mientras se acercaba. Sintió de inmediato el tacto cálido y conocido de esta en su antebrazo descubierto. Se vio completamente sumergida en esos ojos, en ese tacto, en esa imagen frente a ella.

Debía ser real, era obvio.

No podía ser una mentira.

Ruby nunca había sido una alucinación, siempre había sido real, tangible, no como otros recuerdos, otras vivencias que tuvo. La imagen de Ruby nunca fue contaminada de ninguna forma, ni debía serlo, ni ahora ni nunca.

Asintió, tragando pesado.

Notó como su padre también se había levantado, acercándose. No se veía enojado como la noche anterior, o decepcionado, si no que se veía preocupado, nada más.

Debió tener una mueca de absoluto horror apenas entró ahí, pero no por la razón que debería, lo cual era extraño, pero era mucho mejor que el pánico de su accidente regresando a su cuerpo.

"¿Tuviste sueño suficiente? Le pedí a Klein que te dejase descansar."

Oh, ahora lo entendía.

Eso era…inesperadamente considerado de su parte.

Si, sabía que su padre no era un tirano asesino, ahora lo tenía claro, ¿Pero comportarse así? Nunca. Quizás él también notaba que ella estaba mejorando. Bueno, habían hablado, debía de haber intuido que al fin estaba recuperándose de su enfermedad, de su trauma, de sus problemas.

Respiró profundamente, soltándose del agarre firme de Ruby, solamente para pararse erguida, sin querer preocupar a ninguna de esas dos personas.

Debían verla firme, no quería sentirse débil, no de nuevo.

Ahora era Weiss, solo Weiss, y debía pararse con orgullo.

"Si, estoy mejor, quería hablar contigo, pero no creí encontrar a Ruby contigo, me tomó por sorpresa."

Su padre soltó una risa, o al menos su bigote moviéndose lo dejó en evidencia. Este volvió a su asiento mientras le señalaba otro de los sillones, ofreciéndole asiento.

Sea lo que sea que ocurría ahí dentro, era bienvenida.

Miró a Ruby antes de aceptar, antes de sentarse ahí, y esta le asintió levemente, su sonrisa leve pero sus ojos brillaban tal y como cuando le daba de esas grandes sonrisas. Al menos estaba manteniendo su máscara, o parte de ella.

Los tres terminaron sentados en los sillones, y se tomó un momento para mirar alrededor.

La oficina había cambiado un poco desde el episodio en sus recuerdos. Las últimas veces que estuvo ahí apenas y miraba hacia arriba, no quería observar nada que le trajese aún más recuerdos de ese fatídico día. Ni siquiera miraba a su padre a los ojos, mucho menos iba a tomarse el tiempo de ver los adornos en los estantes.

Ahora era diferente, ahora podía.

Aún estaba alfombrado, aún estaba ese gran escritorio, aun había libros por doquier. Lo único que no hallaba eran vasijas, ninguna de ellas, y antes estaba repleto. Su padre debió de reconsiderar el tener objetos así de frágiles y peligrosos luego del accidente, y se sintió cálida por dentro.

Era considerado, de acuerdo, debía darle crédito.

En la mesa de centro había dos vasos, uno con Whisky y el otro con agua. Era fácil saber de quién era cada vaso.

"Llamé a la señorita Rose para discutir el tema de ayer. Imagino que no has visto tu celular."

De hecho, ni siquiera lo tenía a mano.

Probablemente Ruby le dijo que vendría o algo así y no lo vio. Se le había hecho costumbre el deshacerse por completo del aparato cuando se descomponía, y vaya que se había descompuesto en el último tiempo.

Pero no tenía que ver las noticias ni nada para saber qué había ocurrido, como la gente se debía de estar comportando, como los reportajes se tomaban el día intentando captar más información sobre una noticia estúpida que a nadie le importaba.

No, error.

Era detestable como la sociedad de Atlas adoraba ese tipo de basura, unos imbéciles todos.

Sin ofender a Coco, su amiga amante de los chismes.

Miró a Ruby, la cual se veía demasiado recta en su asiento, prácticamente deseando el soltarse un poco el traje que tan bien cuidado lucía en ella. Le encantaba, pero, aun así, la prefería ver casual, sentía que era más como la solía ver cuando estaban a solas. Era su propia Ruby, con su cabello despeinado, con sus camisetas sin mangas, con sus shorts rasgados, con sus sudaderas anchas. La imagen que solo ella podía ver.

Prohibida para el resto.

"Jamás me había topado con tantas personas en el taller, y la mayoría no eran clientes, así que salí más temprano para que el lugar volviese a la normalidad. Ni siquiera estoy segura si atropellé a alguien cuando huía de ahí."

Lo último lo dijo en un susurro, y pudo escucharlo.

Oh, había estado ahí, era algo desagradable. A veces le sorprendía como las personas eran capaces de tirarse frente a la carrocería, sin un mínimo atisbo de cuidado, solo por conseguir una foto borrosa o unas palabras fuera de contexto.

"¿Qué te preguntaron?"

Los ojos plateados la observaron, y se vio obligada a mantener sus instintos calmados que su padre estaba literalmente al lado. Solo quería lanzarse a ella, tal y como el día anterior, ambas apretadas en el mismo asiento, simplemente fusionándose con la otra.

Notó incomodidad en el rostro tenso de la mujer.

"Honestamente, a penas recuerdo. Me causó pánico el ver tanta gente alrededor mío que simplemente me disocié de la situación y me enfoqué en manejar y salir de ahí. Me mentalicé para la situación, pero sobrepasó cualquier expectativa."

Ruby no era muy buena con las multitudes, eso lo tenía claro. En el centro comercial debió ignorarlo lo suficiente ante la ira que sentía en ese instante, sus ojos de depredador fijándose en una sola persona, en el enemigo.

Ahora era diferente. Ahora debía sentirse la presa, y no la culpaba, era una sensación molesta que no dejaba de incomodar, sin importar cuantos años uno fuese víctima de la prensa y los medios, y a ella, en particular, se vio en esa tesitura desde su adolescencia, no, incluso antes.

"Le dije que debería hacer una declaración para que dejen de estorbar, te lo diría también a ti, Weiss, pero aquí la señorita Rose se ganó una mala fama ante el suceso. Pudo ser peor, eso era evidente, al menos no fue así, sin embargo, una actitud así proveniente de una señorita, sobre todo una en la alcurnia de Atlas, es impensable."

Eso imaginó.

Ruby soltó una risa nerviosa a penas su padre terminó, una mano yéndose hacia su camisa, soltando el primer botón, ya incapaz de soportar la tensión.

Por suerte solo fue un empujón, nada más, no hubo golpes, pero si Coco logró darse cuenta de que esta era capaz de pegarle, pues más de alguien también. Debía estar en contra, condenar esa actitud, pero estaba acostumbrada de cierta forma, y recordó la primera vez que habló con Ruby, cuando la conoció, y esta se ofreció a golpear a su ex.

Eso realmente la alivió ese día, y ahora, sabiendo que ese no era un ofrecimiento falso, la llenó de felicidad.

No, no aceptaba la violencia, estaba en contra, pero no podía evitar sentirse bien al ser protegida de esa forma. Tal vez Coco la había acondicionado a ser así. El resto de Atlas seguía teniendo otro tipo de pensamiento más arraigado, más tradicional, sobre todo tratándose de una mujer.

De hecho, si, debía ser por Coco, porque gracias a ella sabía que una mujer también podía elegir la violencia, aunque bien sabía que a esta le desagradaba el ensuciarse las manos, y prefería hacer las cosas con más estilo, Ruby, en cambio, era capaz de todo, y eso era algo que le impresionaba de la mujer. No temía a nada, ni siquiera le temió a su padre, a la muerte, a nada.

Realmente envidiaba esa fortaleza y valentía.

Cuando miró a Ruby de nuevo, la vio con una mano en la frente, su rostro rojo en vergüenza.

Ya no se veía tan valiente, pero se vio riendo al verla así de adorable, solo quería abrazarla y darle un montón de besos para que olvidase aquella situación, así como Ruby lo hizo con ella la noche anterior.

Respiró profundo, dispuesta a aportar a la conversación, intentar alivianar las cosas para su pobre Ruby.

"Coco también saldrá a la palestra en cualquier momento, y las tres seremos consideradas parias en Atlas, no me suena a nada que no haya pasado antes. Padre, no creo que debamos preocuparnos tanto, sabes cómo son los reporteros aquí. Siempre es lo mismo, por cualquier mínima cosa, pronto se olvidarán del tema."

Cuando se fijó en los ojos de su padre, notó incredulidad en ellos. Este se veía pensativo, y luego, a cada segundo, parecía verse aún más dentro de su propia cabeza. Reconocía esa expresión en sí misma, Dios como la reconocía.

Ahora que lo pensaba, ¿Había cierta culpa en su padre? De todas formas, se comprometió más por él que por sus propios sentimientos. Y lo de su ojo, también fue su padre quien quiso mantenerlo en secreto. Quizás era una bomba de tiempo que llevaba años queriendo explotar y el día había llegado.

Notó, de reojo, como Ruby había recuperado la compostura, y sus plateados iban hacía ella y hacía su padre, curiosos, nerviosos, expectantes.

A Ruby le era difícil lidiar con ella cuando se metía en su cabeza, fue así cuando se comenzaron a conocer, cuando se empezó a abrir a ella, y debía ser aún más complicado si se veía en una situación similar, donde su novia y su suegro se quedaban de piedra, mirándose mutuamente, sin decir palabra alguna.

Estaba ansiosa.

Quería preguntarle a su padre en ese mismo instante que pasaba por su cabeza. Quería saber su postura durante esos años. Quería contarle lo que le pasó a ella, como había recordado el incidente y ya no lo culpaba de nada. Quería mirar en él, conocer el hombre que era, que realmente era, no quien había creído que era.

Tal vez debía esperar, tomarse su tiempo.

Cada crisis necesitaba tiempo para ser solucionada, así que no era necesario tomar una posición abrupta en el tema.

Pero no podía evitarlo.

Dio un salto, así como su padre, cuando Ruby carraspeó. Se veía nerviosa, pero determinada. Notó como esta tenía una mano firme en el vaso, y temió que esta pudiese romperlo, conocía esas manos, y conocía su fuerza.

"Si quieren que haga una declaración, lo haré. Pero necesito que me digan que es lo más apropiado para decir en esta situación. No me importa que hablen de mí, pero no quiero que sigan tomando las palabras de ese tipo y la situación de Weiss a la ligera, así que si puedo ayudar en algo, estaré feliz de hacerlo."

Se vio sonriendo.

Esa situación era extraña, todo ese momento era extraño, sus propios pensamientos y sentimientos se habían tornado extraños. Pero adoraba sentirse firme en su lugar cuando se trataba de Ruby.

Ya podría hablar con su padre a solas, pero era único aquel momento donde tenía a Ruby en su casa, era algo que creyó inimaginable, mucho menos que su propio padre la invitara. Si alguna vez creyó que esta entraría ahí, sería dentro de una maleta.

Realmente había tenido varios pensamientos de Ruby en una maleta, le empezaba a preocupar el querer hacerlo de verdad.

Su padre soltó un suspiro, dejándose caer en el asiento, su postura menos recta de lo usual, al parecer se había calmado un poco, relajado.

"Weiss nunca ha hecho declaraciones, y no creo que sea el momento para empezar a hacerlo. Deberíamos pensar en algo para decirle a las personas, si es que vuelven a interesarse en el tema, de todas formas, ya saben que ustedes dos son unidas."

Y vaya que eran unidas.

Se sintió sonrojar con el mero pensamiento, pero intentó de todo para mantener su rostro estoico, no quería añadir algo más a aquella conversación incomoda.

Su padre se movió, buscando una libreta, y ahí comenzó a anotar, haciéndole preguntas a Ruby, y así comenzar a planear su declaración.

Si su ex no denunciaba a Ruby, no habría problema legal alguno, y así ellos como familia no tendrían que poner una denuncia en contra de su ex. Sin embargo, era una pelea publica, y Ruby usó la violencia, y si no decía algo al respecto, toda su imagen se iba a ver arruinada. Coco no iba a dejar que su taller se fuese a la ruina, pero al final del día, la opinión publica era muy importante, y le costó años el darse cuenta de eso.

Debería de ayudar también, de decir algo, pero se quedó ahí, sentada, quieta, mirando a su padre encorvándose frente a la mesa de centro mientras apuntaba algunas palabras en la libreta, y Ruby, en la misma posición, decía algunas frases que sonarían bien, las cuales se había acostumbrado a decir para sonar lo más cordial y profesional.

De hecho, alguna la escuchó cuando esta trabajaba en el Red Velvet.

Palabras que la iban a dejar bien, con quien fuese, y con el carisma que Ruby tenía, su atracción innata, no tenía dudas que se ganaría al público.

A pesar de la tensión en el ambiente, fue agradable verlos hablar.

Sin asesinatos, sin miradas iracundas, sin desconfianzas, solo dos personas armando un plan para quitarse a los medios de encima, un enemigo en común.

Se vio sonriendo, antes de acercarse e integrarse a la conversación.

Tenían que ganarse a los medios, y eso les sería beneficioso para el futuro.

Para su relación, para el futuro que tendrían juntas.

Debía ser perfecto.


Capitulo siguiente: Familia.


N/A: ¿Papá Schnee y Ruby en un mismo lugar? ¿De nuevo? ¿Cómo aliados? Vaya, si alguien me hubiese dicho que escribiría algo así hace, no sé, ¿Un año? No me lo habría creído.

Esta historia sí que está expandiéndose de una forma que no creí que sería posible, pero, considerando lo que escribí hace unos días, aún tengo más cosas para sorprenderlos.

Nos leemos pronto.

(Por cierto, muchos besos a mi novia preciosa con la que cumplimos un mes más, te amo.)