¡Saludos queridos lectores!
Hoy día, puedo decir contenta que estoy cumpliendo con tres de los siete días de la semana de la Horror Week SasuKarin y no sólo con los temas, sino en tiempo. Aún no puedo decir que pueda cumplir con la semana completa, pero si consigo publicar mañana, me sentiré más que contenta por haber cubierto poco más de la mitad. Por supuesto, aún no puedo confiarme, pero me emociona estar a tan poco de ello n.n
Espero que esten disfrutando de estas historias de esta temporada n.n
Día 3: Lamentos Palabras elegidas: Fantasma, Sombras Horror Week SasuKarin 2022
Sin más por el momento, los dejo con la historia de hoy n.n
Karin se encontraba sola en una de las secciones de la biblioteca de su universidad investigando para un trabajo universitario. Sin embargo, el reloj estaba por marcar las once de la noche, lo que indicaba que ella debería empezar su turno en su servicio social allí mismo.
Cuando el viejo reloj de péndulo sonó para indicar las once en punto, ella tomó sus cosas y fue al mostrador de la sección donde estaba la bibliotecaria en turno para firmar su entrada.
—¿Preparada? —preguntó Azumi, la bibliotecaria.
—Si, pero estaré mejor cuando Sasuke llegue —respondió la pelirroja acomodando sus cosas.
—¿Y Uchiha? —preguntó mirando su reloj de pulsera, Azumi era fanática de la puntualidad— Ya debería estar aquí.
—No sé, hace una hora me envió mensaje de que ya venía en camino —respondió la pelirroja sacando su celular— Debió estar aquí hace quince minutos. Voy a llamarle.
—Ahí está —dijo la bibliotecaria y Sasuke apareció con una silla de bebé en la mano ocupada por un niño que dormía— Buenas noches.
—¡Mi amor! —exclamó la pelirroja acercándose al niño.
—Vas a despertarlo —el joven le advirtió.
—¿Todo bien? —preguntó Karin con un gesto que pedía disculpas por haber levantado la voz, no sólo por la probabilidad de despertar al niño, sino que, aunque estuviera vacía, seguía estando en una biblioteca.
—Mis padres tardaron en despedirse —bufó molesto.
—Los abuelos suelen enamorarse de los nietos, especialmente si es el primero —comentó Azumi con una suave risa— Pero ya que ambos están aquí y están dentro del horario, allá hay tres carritos llenos de libros que deben devolver a sus estantes —señaló detrás del mostrador los objetos— Yo cuidaré del pequeño mientras tanto.
Karin hizo algunos pucheros por tener que separarse de su hijo, pero cuando vio a Sasuke sacar uno de los carritos para empezar a acomodar los libros, ella fue por el segundo.
Aquel pequeño niño apenas tenía tres meses de nacido, lo habían tenido muy jóvenes y la verdad era que habían considerado no tenerlo, pero los padres de Sasuke se vieron entusiasmados con la noticia, que escucharon por accidente, e insistieron en que siguieran adelante ofreciendo su apoyo a la pareja. Sin embargo, Karin, aunque estaba contenta con la ayuda, no quería perderse tanto de su pequeño y decidió aprovechar las ventajas de su servicio social, al cual recién regresaba desde que notó que el embarazo no le permitía desvelarse mucho.
Esa biblioteca era un edificio dentro del campus muy antiguo que originalmente fue la casa de un noble del país. De hecho, esa casa llevaba más tiempo edificada de lo que tenía la universidad de existir y salvo por motivos particulares, esta estaba abierta 24/7.
La idea de tener una biblioteca así en una universidad, era que cualquier alumno pudiera consultar libros a la hora que fuera incluso en vacaciones para nunca perder el acceso a la información, y la forma que tenían para cubrir los horarios tan exigentes, era tener alumnos que quisieran prestar su servicio social allí.
Cuando el proyecto de la biblioteca empezó, fue un gran éxito, porque siempre había alumnos en la biblioteca aprovechando el horario, pero ahora, con las nuevas tecnologías, rara vez había alumnos consultando libros en los horarios nocturnos y por el día, aunque había asistentes, no se comparaba al número de personas que la biblioteca recibió en su mejor momento.
Sobre los turnos nocturnos como prestadores de servicio, lo cierto era que nunca faltaban aspirantes, porque al haber poca o nada de gente usando las instalaciones, el trabajo era tan poco, que solían aprovechar este momento para hacer las tareas o proyectos que no pudieron hacer porque estaban haciendo otros, en clase o trabajando. Básicamente el trabajo se limitaba a acomodar libros en los estantes y atender a algún despistado que tenía que ir a la biblioteca de noche. Además, los que hacían el turno nocturno en vacaciones, se quedaban de once a seis de la mañana, lo que les permitía cubrir sus horas antes que aquellos servicios dónde sólo se cumplían cuatro horas diarias.
Dicho lo anterior, la encargada de la biblioteca siempre era cuidadosa sobre a quiénes permitían tomar el servicio en los turnos de noche, especialmente los de vacaciones, pues aun si había poca afluencia de gente, debían estar seguros de que quienes se quedaban, eran personas responsables, porque no faltaban las personas que robaban libros o que usaran el edificio de forma inapropiada. Es decir, no era que sólo dos prestadores de servicio fueran los únicos en una casa tan grande, sino que había dos de ellos en cada sección de la biblioteca, había dos guardias y también un par de bibliotecarios que fungían como supervisores de los alumnos. Empero, algunos de ellos encontraban la forma de salirse con la suya fumando hierba o teniendo sexo en algún rincón.
Cuando Karin tomó ese turno, lo había hecho para poder hacer sus tareas y proyectos en paz, pero había que decir que ella también fue una de esas alumnas que se aprovechó de la privacidad que daba el edificio para ponerse traviesa con su novio cuando la fue a recoger antes de acabar su turno, quien, pese a ser más juicioso que ella, fue arrastrado por la calentura. Aquella noche había dado como resultado ese niño que dormía en su sillita y ahora la pelirroja no sólo había regresado a retomar sus labores, sino que había convencido a su novio de tomar el turno con ella para poder llevar a su hijo con ellos de vez en cuando y poder convivir con él tanto como fuera posible, antes de regresar a clases.
—Ya ha terminado mi turno —anunció Azumi al diez para las doce cuando vio el reloj y miraba a Karin que había hecho una pausa al acomodo de los libros para amamantar a su hijo— Nos veremos mañana.
Karin notó que la mujer se veía muy apurada, quizá un poco asustada, algo que llamó su atención, pues cuando ella había iniciado con el servicio, Azumi siempre salía del trabajo con tranquilidad aún a esas horas nocturnas. De hecho, el campus era bastante seguro.
—Si, claro. Buenas noches —respondió Karin y cuando Azumi salió de esa sección de la biblioteca, regresó casi de inmediato— ¿Pasa algo?
—Eh… no… Pensé que había olvidado algo, pero… no —respondió la mujer y prácticamente echó a correr para irse.
La pelirroja quedó muy extrañada, llevaban tres noches de trabajo y la bibliotecaria parecía huir antes de que dieran las doce. Karin recordaba que cuando había iniciado con el servicio, Azumi solía despedirse de ambos prestadores de servicio antes de irse y en aquella ocasión ni siquiera hizo el intento por buscar a Sasuke.
Cuando dieron las doce, el reloj de péndulo que colgaba en el recibidor, comenzó a sonar anunciando la medianoche.
El niño comenzó a llorar y al mismo tiempo, la joven madre oyó unos suaves pasos en el pasillo.
Por un momento, Karin creyó que aquellos pasos eran de alguien, una chica seguramente, que no había tenido tiempo de ir antes a la biblioteca y que entraría en la sección donde ella y Sasuke estaban, pero los pasos siguieron andando hasta las escaleras. Todo el lugar, salvo por el llanto del bebé, estaba tan silencioso, que incluso pudo oír esos pasos subir por las escaleras y entrar a la habitación más grande de la planta alta.
—Tienes suerte, mi amor. Si hubiesen venido aquí, te habría tocado comer en movimiento —Karin le dijo a su pequeño arrullándolo para que se tranquilizara, algo que pasó poco después.
—¿Terminaste con los libros? —Sasuke se acercó a su novia con su carrito vacío.
—No, pero cuando Raiden termine de comer, lo haré.
—¿En qué pasillo los dejaste? Lo haré yo.
—No hay prisa, no es como si viniera mucha gente.
—Le estás dando de comer al bebé y aún tienes que ponerte al corriente con los trabajos que no entregaste.
—En el pasillo A5 —le dió la razón a su novio. Apenas terminara de comer el bebé, ella tendría que volver a las tareas. Esa había sido otra razón para regresar a ese servicio.
Sasuke se perdió por el pasillo buscando el carrito de Karin para terminar la labor, dejando a la chica y su hijo solos en esa área de nuevo, aunque ella se sentía acompañada porque podía oír el ruido que él hacía mientras acomodaba todo. Sin embargo, a la chica le extrañó que después de diez o quince minutos, aquella persona que había subido las escaleras no bajara, era poco común que a esa hora alguien se quedara tanto tiempo, pero rápidamente se olvidó de eso para atender sus propios asuntos.
—Mira, creo que a Raiden le gusta la biblioteca. Se ve muy tranquilo ¿No te parece? —Karin le comentó a su novio cuando él se dirigió a tomar lugar junto a ella.
El bebé estaba en su silla durmiendo tranquilamente. Ni siquiera parecía que hacía poco había estado llorando y es que ese niño había resultado bastante tranquilo. Rara vez lloraba más allá de cuando tenía hambre.
—¿Por qué lloró hace rato? —preguntó Sasuke, pues no entendía por qué un niño tan tranquilo se había puesto a llorar cuando se suponía que su madre lo amamantaba.
—No lo sé. Quizá tuvo un mal sueño porque se calmó poco después.
Uchiha miró a su hijo con detenimiento y se preguntaba si realmente era buena idea llevarlo allí. Es decir, les habían dado el permiso de llevarlo y aunque ellos ya llevaban tres días en el servicio, ese era el primero en que lo llevaban. No era normal que llorara así sin más.
—Quizá —murmuró Sasuke refiriéndose a su pensamiento y no a lo dicho por su novia, pero sus pensamientos cambiaron de inmediato, cuando recordó el mensaje que había recibido de camino a la biblioteca.
—Recibí un mensaje de una compañera de la preparatoria.
—¿Una compañera de la preparatoria? Déjame adivinar: ¿estaba tras tus huesitos?
—Salimos un par de veces.
—¿A eso le llamas "compañera de la preparatoria"? —preguntó Karin molesta.
—Sólo salimos un par de veces y le dejé claro que no volvería a pasar después de la segunda cita —respondió el azabache— Sólo accedí para quitarme una molestia de encima que no dejaba de presionarme para que lo hiciera.
—¿Con molestia te refieres a ella? —Karin quiso asegurarse.
—Ella era otra molestia. Me refiero a un amigo que estaba enamorado de ella.
—¿Tu amigo estaba enamorado de ella y te presionó para que tú salieras con ella? —preguntó incrédula.
—Él es un idiota que es capaz de sacrificarse por la felicidad de los demás, así que hizo de todo por ella.
—¿Y no crees que fuiste muy cruel al aceptar salir con ella bajo esas circunstancias?
—Sabía por qué acepté salir con ella, se lo dije antes de aceptar su invitación.
Karin se sintió confundida con dicha declaración, pues no sabía si su novio le estaría mintiendo o si de verdad existía ese tipo de gente.
—De acuerdo… y me dices esto porque…
—Consiguió mi número, lo cambié en la universidad y aunque su mensaje decía que ella y sus amigos querían venir a visitarme y los rechacé, no quiero malos entendidos ni escenas —explicó el azabache— Te informo para que sepas qué pasó en ese entonces y que quizá vengan a buscarme aun cuando le dije que no estaba interesado en verlos y los bloqueé.
—Vaya… creo que ya entiendo por qué dices que son una molestia —comentó Karin con una sonrisa burlona— Gracias por avisarme, pero sinceramente me preocupa que consiguiera tu teléfono.
—Mi número está en línea en mi curriculum digital y si llegan a buscarme, lo harán en la casa de mis padres. Nunca les dije a qué universidad apliqué.
—Bueno, eso me tranquiliza. Alguien que puede conseguir datos personales que no cualquiera posee, es capaz de llegar muy lejos con el acoso o los delirios de amor al no ser correspondidos —comentó la pelirroja fingiendo que temblaba de miedo— He leído muchas historias de eso en internet y me aterra encontrarme con tipos de esos. Además, tu tienes muchas seguidoras así que también tendría miedo que tuvieras una así, porque terminaría odiándome.
—Ella ya debió haberlo superado. Pero ese grupo es del tipo "amigos para siempre" —respondió Sasuke y Karin soltó una risilla, pero no dijo más y ambos se pusieron a trabajar.
Karin y Sasuke se dedicaron a trabajar en sus respectivos proyectos, pero cuando el reloj comenzó a sonar anunciando la una de la mañana, Raiden comenzó a llorar de nuevo.
—Deben molestarle las campanadas —sugirió el azabache mientras Karin levantaba a su hijo en brazos para revisarlo.
—Creo que alguien viene —dijo la pelirroja que oyó pasos en el pasillo y se fue a la parte de atrás con el bebé para calmarlo.
Sasuke estuvo al pendiente del sonido de esos pasos, pero cuando oyó que subían por la escalera, fue a dónde estaba su novia.
—¿De verdad crees que son las campanadas? —preguntó Karin cuando vio a su novio y el bebé comenzó a calmarse.
—Estaban sonando cuando lloró la última vez —respondió Sasuke— Así no podemos tenerlo aquí.
—¡Pero no suenan tan fuerte! —protestó Karin que no quería renunciar a las pocas oportunidades que tendría de estar con su hijo.
—Aún nos quedan cinco horas de trabajo. Pongamosle unos tapones en los oídos y no volvamos a traerlo.
Karin estaba triste con la noticia, pues aún si quería, no iba a aferrarse a la idea si aquellas campanadas lastimaban los oídos de su bebé, así que resignada, devolvió a su hijo a la silla cuando se hubo dormido y cómo no tenían tapones para los oídos y tampoco iban a meterle cualquier cosa al niño, le acomodaron una cobijita alrededor de la cabeza a la altura de las orejas para que le amortiguara el sonido.
—Me siento tan tranquila e inspirada con Raiden aquí —Karin se lamentó— Este tiempo avancé bastante con mi trabajo.
—Karin…
—Si, lo sé. No voy a torturar a mi niño —suspiró resignada— Por cierto, encontré un libro que me llamó mucho la atención antes de que vinieras —la pelirroja recordó y sacó de la mochila el objeto— ¿Tú sabías que está casa era de tu familia?
La chica le extendió el libro y Sasuke leyó en el título "Historia de la biblioteca universitaria Hana".
—Si.
—¿Lo sabías y no me lo dijiste? —preguntó Karin sorprendida.
—Hace años la donaron cuando se planificaba la construcción de la universidad —respondió aburrido— Itachi está haciendo una investigación sobre el tema. Si te interesa, pregúntale.
—¡Lo haré! Tengo curiosidad. Nunca me imaginé que fueras parte de la nobleza.
—No lo soy. Desde que se derrocó la monarquía, la nobleza ya no existe aquí.
—Pero eres descendiente de ellos. Al menos tú sabes la historia de tus antepasados. Lo más lejos que conozco es un poco de mis abuelos maternos y nada de los paternos —miró a su hijo y le agarró suavemente uno de sus piecitos— Me alegra que mi hijo vaya a tener un mejor conocimiento de su historia familiar que yo, por lo menos del lado de su padre. Tiene mucha gente a su alrededor que lo ama mucho.
—Puede llegar a ser una carga —espetó el azabache.
—Pues tu y yo tendremos que ayudarlo a que sea más ligera —respondió Karin, quien conocía parte de la historia de Sasuke y entendía a lo que se refería.
Sasuke esbozó una sonrisa ladina y la pelirroja le dió un beso en la mejilla.
Los jóvenes padres continuaron con su trabajo el resto de la noche, pero a pesar de amortiguar el sonido de todas las formas posibles a su hijo, este lloraba cada vez que sonaban las campanas del reloj y se calmaba poco después.
Poco antes de que dieran las seis, Karin decidió salir de la sección donde ellos trabajaban para ir a los baños, así no tendría que hacerlo después de que les registraran la salida y poder irse de inmediato.
Cuando la joven salió de la sección, caminó sin temor por el pasillo y entró a los baños que se encontraban cerca del recibidor.
Al principio, ella notó que no había nadie cerca, pero no le dió mucha importancia porque a veces los guardias salían a fumar o se turnaban para dormir un poco y quizá el otro había ido al baño. Sin embargo, cuando salió de los sanitarios, se dió cuenta no sólo que los guardias seguían sin estar en sus puestos, sino que, no se oía ruido de los demás prestadores de servicio.
Era verdad que a veces, los prestadores de servicio y las bibliotecarias también se dormían en su turno, pero era raro que lo estuvieran cuando la hora de salida estaba tan cerca, pues todos siempre estaban más que listos para salir corriendo.
Karin se quedó parada cerca del recibidor buscando con la mirada a alguien, pero cuando iba a asomarse a otra de las secciones para ver si veía a alguno de sus compañeros, Sasuke se asomó por la puerta de su sección.
—No encuentro el talco —le dijo el azabache y ella comenzó a caminar hacia él.
—Debe estar en la pañalera —respondió Karin caminando hacia su novio que cargaba al bebé con el trasero al aire, pero el reloj comenzó a sonar dos metros antes de que ella pudiera llegar hasta la puerta y el niño comenzó a llorar.
—Mierda —soltó Sasuke, pues esperaba poder cambiarle el pañal a su hijo antes de que sonara el reloj y así poder taparle los oídos con la cobija, pero al no encontrar el talco, el tiempo le ganó.
—No hables así frente al…
A Karin le entraron unos escalofríos en la espalda que no le permitieron seguir avanzando. Ni siquiera podía decirle a Sasuke lo que tenía, no sólo porque el habla se le fue cuando escuchó unos pasos que empezaban desde la puerta del edificio y entraban al recibidor.
—Karin, no puedo dejar…
Sasuke había regresado con el niño en brazos, pero con una mano y su pecho intentaba cubrir los oídos del bebé. Sin embargo, no pudo terminar su reclamo porque además de ver a su novia pálida y paralizada de miedo, oyó unos pasos detrás de ella al ritmo de que una sombra blanca avanzaba.
La sombra se detuvo un momento junto a Karin y después siguió avanzando hasta Sasuke.
Raiden lloraba más fuerte que las veces anteriores y aunque la pareja estaba muy asustada, Karin pudo correr hasta Sasuke para ambos meterse junto al niño a la sección que les correspondía. En lo único que podían pensar y lo único que les evitó quedarse paralizados de miedo en el pasillo, fue el deseo de alejar esa cosa de su hijo.
—¡No te acerques! —Karin dió un grito ahogado mientras cerraba la puerta tras de sí con el firme deseo de que esa cosa no pudiera entrar, pero Sasuke la haló y la metió con él por uno de los pasillos de estantes.
Ambos corrieron al fondo del pasillo, Sasuke le entregó a su hijo a su madre y se puso enfrente de los dos.
Prestando atención al ruido, oyeron que los pasos entraron por la puerta sin abrirla, caminaron algunos metros adentro y después salieron. El ruido siguió oyéndose por el pasillo, caminaron hasta las escaleras y se perdió por una de las habitaciones.
Había sido bastante claro por el ruido, que aquello ya no estaba en la habitación, pero ni Sasuke ni Karin pudieron moverse de allí, hasta que unos minutos después, oyeron que varias personas llamaron a la puerta de su sección.
La pareja reconoció las voces de los otros becarios, los guardias y el de la bibliotecaria que les registraría la salida, así que ambos corrieron a abrir la puerta.
—¿Están bien? —fue la única pregunta que lograron distinguir entre varias que todo mundo les hacía.
—Si…
—¿Vieron la sombra? —preguntó otra voz— La que…
—¡Silencio! Dejen que se tranquilicen —la bibliotecaria levantó la voz y todos obedecieron.
Las personas allí hicieron sentar a la pareja, una de las chicas quiso tomar al bebé para calmarlo, pero Karin no quiso soltarlo, así que trataron de tranquilizarlos y no les dejaron solos.
Cuando pudieron ser dueños de sí e incluso el bebé se había calmado, las preguntas comenzaron.
—Eso ha estado pasando desde hace casi un año —dijo Naomi, la bibliotecaria en turno.
—¡No es verdad! Yo estuve dos meses aquí antes de embarazarme y no pasaba nada de esto —espetó Karin.
—Miko, la bibliotecaria que estaba antes, tenía veinte años trabajando aquí en este turno y en efecto, no le había pasado nada, pero hace un año que todo comenzó, ella renunció cuando no aguantó. Yo tomé su lugar incrédula, pero es real. Con los guardias es el mismo caso —explicó Naomi— Hace un año, cuando iniciaron las vacaciones de verano, empezó todo este asunto, por ello ya no hay tantas demandas del puesto de becario en estos turnos. Los pasos y sombras empiezan a las doce de la noche cada hora y terminan a las seis.
—Debimos confundirnos —dijo Sasuke deseando que fuera todo un malentendido.
—Lo extraño es, que la fantasma jamás se había salido de su ruta —comentó uno de los chicos bastante sorprendido.
—¿La fantasma? ¿Su ruta? —preguntó Karin.
—Esta casa ya tenía una vieja leyenda antes de que fuera donada a la universidad, pero nunca nadie había visto nada hasta hace un año —respondió una de las becarias— Creemos que es el fantasma de una mujer, porque la leyenda habla de una mujer penando y porque los que han visto sombras, describen que es la silueta de una mujer vestida de novia.
La pelirroja recordaba haber oído pasos cada que sonaba el reloj, pasos tan ligeros que sonaban a una chica, pero también se oía como tela que se arrastraba suavemente.
—¿Cuál leyenda? Nunca he oído algo como eso —replicó Karin que, así como a Sasuke, le costaba aceptar lo que había pasado.
—Bueno, esa leyenda se perdió desde que dejaron de reportarse apariciones en la casa, así que no es de extrañar que no hayas oído de ella, pero está reviviendo.
—¿Qué leyenda? —insistió Sasuke, pues él estaba seguro que había oído algo de boca de su hermano, pero como no estaba interesado, no prestó mucha atención.
—¿Y cómo es que tú la sabes? —preguntó Karin.
—Estoy estudiando historia en la universidad, e hice un ensayo sobre esta casa. Me enfoqué en su leyenda porque me gustan estos temas.
—No tienes pinta de eso —uno de los chicos dijo con sarcasmo, pues Kako, como se llamaba la historiadora, tenía pinta de gótica.
—La leyenda cuenta que Haruno Hana estaba comprometida con Uchiha Raiden, pero los padres de él encontraron una mejor candidata y movieron algunas influencias para deshacerse del compromiso con Hana y así comprometer a su hijo con otra chica.
—¿Enserio? ¿Uchiha Raiden? —preguntó Karin que sentía que la chica le estaba tomando el pelo.
—Por eso mi hermano debió sugerir el nombre —comentó Sasuke que no le sorprendía la situación y con un gesto le pidió a la chica que continuara.
—La leyenda cuenta que Hana y Raiden se amaban mucho, así que no estaban de acuerdo con el cambio de planes, pero Raiden no podía oponerse a sus padres y los padres de Hana fueron sobornados para aceptar la cancelación —continuó la chica gótica— Hana no fue a la boda de Raiden porque sus padres la encerraron para que no huyeran y aunque en la leyenda no está claro por qué Raiden no fue por ella para huir juntos, lo que se sabe es que él se casó con la otra chica. Sin embargo…
—Haruno Hana se suicidó cuando la esposa de Raiden dió a luz a su primer hijo —interrumpió Sasuke que había recordado haber oído algo en los pasillos de la escuela hacía unos días.
—¡Exacto! Se dice que Hana dejó una carta a su amado donde decía que no se sentía capaz de ponerlo a elegir entre ella y su hijo, así que para que Raiden no tuviera que tomar ninguna decisión difícil, ella se suicidó —siguió contando— Desde entonces, el fantasma de Hana se aparece en la casa, penando porque su amor no pudo ser y de hecho, cuando se donó el edificio, la gente insistió en que se le pusiera su nombre porque sentían lástima por ella.
—¿Y qué hay sobre "su ruta"? —preguntó Karin.
Me parece, es la primera vez que pongo a Sasuke y Karin como padres jóvenes en un contexto estudiantil y me ha parecido interesante seguir esta ruta. ¿Les agrada? ¿Les gusta esa combinación junto a lo sobrenatural?
Espero que esten disfrutando de este y el resto de las historias de esta semana y al final de ella, si es que leen todas las que suba, me encantará saber cuál de todas les ha gustado más n.n
Una vez más, agradezco a ManaKarin por el edit para la portada, me ha ayudado bastante con ello, de lo contrario, me temo que no las habría tenido en tiempo 3
Sin más, los dejo por ahora n.n
