Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es bornonhalloween, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to bornonhalloween. I'm only translating with her permission.


Capítulo 1

Por supuesto que comienza a llover porque realmente me planché el pelo esta mañana. Encorvo los hombros como si jugando a ser tortuga evitará que las gotas de lluvia impacten mi cabeza y mis prendas ajustadas. Si tan solo tuviera una protección a prueba de agua donde escapar.

¡Vamos, 51! Si el autobús llega antes que mi camiseta esté empapada, puede que este día no sea un completo desastre.

Un cuerpo se mueve detrás de mí; la lluvia se detiene—o al menos, deja de caer sobre mí. Un suave golpeteo sobre mi cabeza amortigua el ruido de la contaminación de la calle. En cualquier otro día, me apartaría del paraguas de un extraño. Hoy, no puedo darme el lujo de ser quisquillosa.

Estirando mi cuello, echo un vistazo cuidadosamente al pavimento detrás de mí. Unos mocasines marrones de hombre, casi del doble de tamaño de mis sandalias, se imponen firmes contra las gotas de agua que rebotan en la acera. Levanto la mirada por sus pantalones de corderoy, solo llegando a su muslo cuando una voz profunda me sobresalta.

—Lo siento, no fue mi intención asustarte. Espero que no te moleste.

Mis ojos saltan al rostro del hombre—un rostro apuesto, adulto, enmarcado por una barba recortada y con una pizca de canas. Una sombra de sonrisa se asoma por sus mejillas, junto con ojos color azul plateado.

—Para nada. Gracias, de hecho.

Su sonrisa se agranda.

—Va en contra de mi naturaleza dejar que una dama se moje.

Si viniera de otro tipo, esa frase definitivamente sería siniestra. Algo sobre este tipo —quizás las arrugas en las esquinas de sus ojos y labios— da una sensación de intensidad que me tranquiliza. O quizás su sonrisa cautivadora me ha dado una falsa sensación de seguridad.

—Lo aprecio.

—Es un placer. —Da un paso a mi costado, creando una isla segura y seca para los dos.

Un crujido de celofán lleva mi atención a un ramo de girasoles en su mano contraria. Tranquilízate, mi romántico corazón.

—Estas seguramente iluminará el día lluvioso de alguien —digo, permitiéndome la breve fantasía de esas flores, y la sonrisa detrás de ella, de que son para mí.

—Eso espero. —Le echa un vistazo a las flores como si lo decepcionara de alguna manera—. Así que, ¿qué te trae a este monzón?

—Tengo una entrevista de trabajo.

Él estudia mi atuendo como si debió haberlo visto mal la primera vez. Las cejas se elevan, pero reubica su expresión neutra igual de rápido.

—Ya veo.

Debería inventar algo, algo que impresione a un hombre que compra flores y mantiene a las damas secas bajo la lluvia. Pero al diablo con eso, porque si ni siquiera puedo decírselo a un extraño en la calle, ¿cómo se supone que consiga este maldito empleo?

—Estoy aplicando en Hooters. —Es casi un desafío.

—Ya veo —dice de nuevo. Su mirada cae a mi pecho, solo por un instante de segundo, pero lo suficiente para que mis estúpidos pezones formen dos puntos duros contra mi camiseta mojada—. Me gustan tus probabilidades —dice—, si no te molesta que lo diga.

Cielos, ¿por qué me molestaría que un completo extraño me diga que mis tetas me conseguirá el empleo?

No te creas tan importante, Bella.

—Supongo que va de la mano con el lugar.

Él suelta una risita.

—El ambiente, por así decirlo.

De acuerdo, estoy harta de hablar de mis pechos.

—¿Y adónde te diriges?

—Voy a visitar a mi madre en Shady Acres.

¡Dah, las flores!

—Oh, ¿eso es un cementerio? —Excelente. Estoy parada aquí discutiendo sobre mis tetas con un hombre que está yendo a visitar a su madre muerta.

Suelta una risita corta y definida.

—No. Es un hogar de ancianos.

—Oh, Dios, lo siento mucho.

—Está bien —dice—. Me gusta almorzar con mamá los lunes. Hace un pastel de carne sorprendentemente decente.

Agradecida con su humor, le sigo el juego.

—¿Entonces solo vas por la comida?

—Oh, no —responde tan seriamente que creo que quizás lo he ofendido después de todo—. Mamá es rica, y ella está por estirar la pata pronto. Tengo que asegurarme que esté de su buen lado así no me saca del testamento y le deja todo al joven que le da baños de esponja.

Mi mandíbula cae abierta.

—Vaya, eso es terrible... —Aunque no podía decir cuál comportamiento era más deplorable, la del auxiliar o la del hijo.

—Eh... Estoy bromeando.

—¡Oh, por Dios! ¡Eres un imbécil! —Me aparto y le doy un puñetazo a su brazo derecho que sostiene el paraguas, justo en el bicep. Roca sólida entra en contacto con mis nudillos—. ¡Ay! ¡Cielos!

—¿Te das cuenta que tú fuiste la que me golpeó, cierto? —La sonrisa del hombre me recuerda a mi primo Sam cuando jugábamos a la lucha de niños, y él me dejaba pensar que tenía una posibilidad de sujetarlo.

—Lamento eso. Supongo que estoy nerviosa.

—No te preocupes. Puedo aguantarlo. —Se para allí luciendo grande y fuerte por un segundo antes de inclinarse hacia mí—. Pero no le diría a tu posible empleador sobre tu temperamento. Puede que no luzca bien que una camarera golpee a sus clientes con alitas picantes si les hacen chistes. Es muy malo para el negocio. Oh, mira, allí viene el autobús.

En efecto, el autobús se acerca cada vez más, gorgoteando a través del agua que se acumula al borde de la calle antes de detenerse en nuestra esquina. Las puertas se abren con un fuerte siseo. Mi caballero de brillante paraguas me escolta hacia el autobús y espera a que me encuentre segura adentro.

Bueno, eso fue interesante.

Mi plan de ignorarlo sale volando por la ventana cuando mi hombre misterioso aparece en los escalones. Es incluso más apuesto de frente que los vistazos de perfil que había robado afuera. Mi corazón se agita y da vueltas.

Él estudia las filas de asientos como si leyera una página línea por línea—fila, atrás, fila, atrás, no las traes, no las traes, ¡tú las traes! Sus ojos se iluminan cuando aterrizan sobre mí, y me siento tan firme como semillas de dientes de león en un huracán. Mientras se acerca a mi fila, su sonrisa se curva hasta sus mejillas, formando un enorme hoyuelo en un costado.

—Casi me olvidaba de desearte buena suerte.

Doy unas palmadas al asiento moldeado de plástico a mi lado.

—Este lugar está disponible.

—¿Estás segura? —Me espera a que asienta antes de sentarse, con cuidado de mantener su piloto y su paraguas mojados sin tocar mi costado. El ramo descansa en su regazo. Intento no observar dónde aquellos girasoles apuntan, pero no es fácil.

El autobús comienza a moverse con una sacudida, y me aferro al asiento frente a mí. Los nervios y un viaje turbulento no le hacen bien a mi estómago y no tengo tiempo para eso ahora mismo.

—¿Estás bien? —pregunta él.

—¿Podrías... seguir hablando, quizás?

Él sonríe esa sonrisa al estilo Sam, siguiéndome la corriente aunque no parezca molestarle.

—¿Algo en particular de lo que debería hablar?

—Oh, no lo sé. ¿Tienes trabajo, o vas por ahí tratando de impresionar mujeres?

—¿Estás impresionada?

—Quizás.

—Mmm, quizás debería mantenerte adivinando entonces.

—¿Por qué? ¿No estaré impresionada si encuentro la verdad?

La risa sale expulsada de su garganta como una canción. Al final de ella, sacude la cabeza y suspira.

—Ahora, ¿cómo se supone que sepa qué te impresionará?

—Lo usual, supongo. Como si fueras algún tipo de superhéroe.

—¡Superhéroe! —Menea sus cejas pobladas—. ¿Hombre Paraguas salva el día? —No está tan lejos, de hecho.

—Apuesto a que estás buscando una cabina telefónica ahora, ¿o no? ¿Tienes una capa y mallas debajo de ese atuendo?

—No estoy seguro de que te conozca lo suficiente para discutir mi ropa interior. —Olvidemos que ya hemos discutido mis tetas.

—Diablos, mi parada es la próxima, justo cuando estaba poniéndose bueno.

Se pone de pie para dejarme salir, aunque me hubiera trepado felizmente sobre su regazo—o quedado allí por un rato.

—Toma —dice, tendiéndome el paraguas—. Llévate esto contigo.

—¿Qué hay de ti?

Se pasa los dedos por el cabello, y este vuelve perfectamente a su lugar.

—A mamá no le importará si mi cabello está un poco salvaje. Pero lo que le importará es si dejé que una linda chica volviera a salir en la lluvia sin un paraguas.

—¿Le vas a contar sobre mí?

Él sonríe.

—Puede que sí.

No hay tiempo para discutir, y realmente necesito un paraguas. Fue un placer conocerte, se siente extraño, ya que no nos hemos presentado en verdad.

—Gracias. Por todo.

—Fue un placer... y buena suerte. ¡Casi lo olvidé de nuevo!

Comienzo a caminar por el pasillo hacia la puerta, y entonces volteo una última vez.

—Dile a tu mamá que dije gracias por criarte correctamente.


¡Volví! Esta semana sin traducir ni publicar fue rara jajaja

Bueno, la historia posee 21 capítulos y para variar (xD) es puro romance con un tierno olderward ❤️

Espero volver a leerlas y gracias por seguir allí.

¡Hasta el próximo y buen comienzo de semana!

~Pali