1: INVITACI"N Y PREPARATIVOS
Era nuestra última noche en el colegio, y desde luego no iba a desperdiciarla. Aquel era el momento de la verdad. No me iba a quedar quieto mirando mientras perdía la única oportunidad que tendría de acercarme a él. Pensé bien lo que le diría, lo más posible es que me mandara la mierda, a fin de cuentas, nunca nos hemos llevado precisamente bien, más bien al contrario. Lo esperaría a la salida de su último exámen, mandé a mis amigos a preparar la fiesta de la noche. Me quedé apoyado en la pared frente al aula donde lo estaban examinando de prácticas de Defensa Contra las Artes Oscuras, y antes de que me diera cuenta, su figura desaliñada salió por la puerta.
- ¡¡Potter!!-llamé, quizá demasiado bruscamente- Espera un momento- se acercó a mi con su sonrisa maliciosa en la cara, y creí que iba a derretirme.
- ¿Qué quieres, Malfoy?- era un poco más bajo que yo, pero en esos momentos me sentía bastante disminuido, el Harry Potter de casi diecinueve años, no era moco de pavo.
- Nada en especial- logré mantener mi tono ligeramente cínico y superior- Como hoy es nuestra última noche en el colegio, habíamos pensado hacer una fiesta, por todo lo alto, que podeis venir, tú y tus amigos, si queréis, vamos.
- Vaya, gracias, me sorprende su generosidad señor- su voz sonaba burlona- ¿Qué tipo de fiesta, exactamente?
- Pues lo típico, una fiesta salvaje, después de la cena de graduación. Como todos podemos aparecernos, habíamos pensado ir desde Hogsmeade, la primera parada es Cabeza de Puerco, ¿has estado, Potter?
- A diferencia de ti, si, he estado- la verdad es que la respuesta me sorprendió.
-Bueno, el caso es que desde allí, teníamos planeado ir a una discoteca mágica que hay en la costa, Wizard Beach Club, no se si has oido hablar de ella.
- No, y… ¿cómo es que queréis que vayamos?- su tono de voz era cortante, tenía los brazos cruzados sobre el pecho.
- No lo se, pero pienso que es una tontería todo el rollo este de enemigos y tal. Muerto el perro, fuera la rabia, ¿no? Luchamos de vuestro lado el año pasado, Potter, creo que es suficiente muestra de confianza.
- Vale, tienes razón. Yo no se si Ron, Hermione y estos irán, pero…, cuenta conmigo. Después de la cena, ¿en la entrada?
- Si, y estoo…gracias, Potter.
- De gracias nada, es una fiesta, y si hay que ir, se va. Total, ya es hora de enterrar el hacha de guerra, tú lo has dicho, muerto el perro…-me tendió la mano para que la estrechara, y lo hice. Con una sonrisa más franca que la primera, se despidió, y se alejó por las escaleras. Como movía el culo así de bien, es algo que no puedo entender. Incapaz de disimular la alegría, me dirigí a mi sala común, tenía que estar maravilloso, no, perfecto, deslumbrante, tremendamente atractivo para esa noche si quería algo con el Chico de Oro. Zabini me esperaba en el primer recodo del pasillo.
- ¿Qué? ¿Cómo ha ido? ¿Qué ha dicho?- me cogió de los hombros y me zarandeo- ¡Habla!
- Bien, ha dicho que vendrá, que no sabe si sus amigos querrán venir, pero que él viene de todos modos- me di cuenta de que eso podía significar algo- Blaise, se sincero conmigo, te lo ruego, ¿tú crees que eso pueda significar algo más que una tregua?
- Sinceramente, amigo mío, ¿tú irías a una fiesta, a la que te ha invitado la persona que, en teoría, más odias de este mundo, si además tus amigos no quieren ir, si no significara para ti algo más que un alto en las hostilidades?
- Repite, que me he perdido.
- Que, ¿irías a una fiesta a la que te invitara Potter sin nosotros, si no sintieras nada por él? ¿Así mejor?- me miró levantando una ceja.
- Si, mejor. No, la verdad es que no iría.
- Pues ahí lo tienes. Desde luego, Draco, tan listo para unas cosas y tan corto para otras…-le di una colleja- ¡Auch! Eso pica. Bueno, vamos a ver que hacemos contigo, que tenemos una larga y ardua tarea por delante.
- ¿Me estás llamando feo?- levanté la mano amenazándolo en broma con otra colleja.
- Vamos, Draco, ya sabes la verdad, no hay chicos feos, solo cubatas de menos.
Rompimos en carcajadas en medio del pasillo, me pasó un brazo por los hombros y continuamos con nuestro camino. No se que hubiera hecho sin Blaise Zabini para afrontar todo esto. Me hizo ver mi homosexualidad como algo normal, de lo que no debía avergonzarme, y gracias a él, cuando me empezó a gustar Potter no me tiré por el balcón. Ahora era mi mayor confidente y mi mejor amigo. Él no era gay, pero su hermano mayor si, y sabía bastante del tema, incluso me lo presentó para que le preguntara todo lo que quisiera saber, y poco a poco fui aceptando lo que era, y supe que no era malo, y con un poco de suerte, y mucho alcohol de por medio, quizá esta noche, mi sueño se hiciera realidad, o eso, o me rompían el corazón, y hacía un ridículo de espanto.
Entramos en el cuarto, Greg, Vincent, y Theo estaban hablando del contacto que les tenía que pasar "María de la buena" en Cabeza de Puerco, y alargaron la mano para que pusiéramos nuestra parte, saqué de mi bolsillo dos galeones, y se los di a Theo, iba a necesitar o mucho valor, o mucha inconsciencia para declararle mis intenciones libidinosas a Potter. Ellos no lo sabían claro. Y cuando tuvieron el dinero en la bolsa, se fueron a dar una vuelta. Con un poco del hasch que me quedaba, lié un porro para Blaise y para mi, era como un ritual, le di dos caladas, el humo me mareo ligeramente, haciendo que sintiera que pesaba menos, tiré el humo por la nariz y se lo pasé a Blaise.
- Ya sabes, dos calos y lo pasas- alargó la mano recostado en su cama, yo abrí mi baúl y con un movimiento de varita, salieron de él, depositándose, ordenadamente en la cama, lo mejor que tenía- A ver, ¿qué me pongo? Venga Blaise, que se me echa el tiempo encima.
- Mira que estas ansiado, Draco, si son las doce, hasta las cuatro, tienes para arreglarte, y hay que subir a comer, y todo, aún. No se, empieza con esos pantalones, que comience el pase de modelos, por favor.
- Pásame el porro y cállate- me puse los pantalones que me había indicado Blaise, y los fui combinando con todas las camisas y polos que tenía, repetí la operación con los otros pantalones y zapatos, y al final, casi una hora después, me decidí por unos pantalones negros, ajustados, pero cómodos, un poco acampanados, una camisa de seda salvaje plateada, no demasiado brillante, con un acabado burdo, también ajustada, con las solapas del cuello bastante grandes, por fuera de los pantalones, y unas sandalias de cuero negro, que completaban el atuendo perfectamente (muy gay, no?), el pelo, después del baño, ya vería.
- Vale, genial, vamos a comer, me muero de hambre- alcé a Blaise de la cama cuando volví a ponerme el uniforme del colegio.
- Eso es el porro- estaba bastante fumado, aún, así que se lavó la cara y subimos al Gran Comedor. Nos sentamos donde siempre, estaba más lleno que de costumbre a esa hora, la gente había terminado tarde los exámenes y habían estado aprovechando el sol fuera. Miré hacia la mesa de Gryffindor, y allí estaba, un poco mojado, seguramente, habían estado lanzándose globos de agua, o algo, porque sus amigos iban igual que él. Su mirada se cruzó con la mía y tras una leve sonrisa, se giró abruptamente a comentarles algo a sus amigos, bastante entusiasmado.
Casi todo el grupo me miró y Granger negó con la cabeza, Weasel le dijo algo y él puso cara de triste y les insistió. Como seguían con los mismos gestos, deduje que no cambiaban de opinión, y un ligero terror me invadió, no iba a venir. Si ninguno de sus amigos quería venir, se echaría para atrás. Comí, sin ganas, aunque tenía bastante hambre y mi corazón latió desbocado cuando se levantó, les dijo algo y se acercó a nuestra mesa. Cuando llegó frente a mi, se apoyó en la madera con las dos manos.
- Que se lo he dicho a estos y no quieren venir, he intentado convencerlos, pero nada, que dicen que no, de ninguna manera.
- ¿Entonces…?- creo que casi logré parecer indiferente, sobre todo, gracias al apretón de Blaise por debajo de la mesa.
- Entonces nada, yo iré de todos modos, ellos se lo pierden, además, necesito una fiesta, ¡estoy de los nervios!- se revolvió el pelo con una mano- Nos vemos luego- y se marchó tras guiñarme un ojo, creo que el suspiro de alivio, mezclado con otras cosas, aún lo recuerdan los fantasmas.
- Lo tienes en el bote.
- Cállate, Blaise, me voy a hacer la siesta, tengo que descansar. Dormí unas dos horas, luego cogí mi maravilloso albornoz de algodón egipcio y me fui directo al baño de los prefectos. Me sumergí en la bañera con la espuma con olor a clavo y nuez moscada, tan masculina, y me enjaboné a conciencia, lavé mi cabello hasta que me dolió el cuero cabelludo, y me enjuagué con una ducha de agua muy fría. Volvía a la habitación después de secarme, y me afeité, no tengo demasiada barba, pero, la noche lo valía. No sabía como peinarme, así que me probé infinidad de formas, hacia atrás, con gomina, sin, hacia delante, a un lado, al otro.
- Como mejor te queda es si no te lo tocas, Draco- la voz me alegró el día, era Luke, el hermano de Blaise. Me abalancé sobre él y le di un beso en cada mejilla.
- ¿Cómo es que has venido?
- Es la graduación de mi hermanito, y hazme caso, como mejor te queda es si lo dejas a su aire.
- Creo que tienes razón- lo miré apoyado en el vano de la puerta.
- Pero, por supuesto, a ver, enséñame el modelazo, loca. Que me ha dicho Blaise, que es espectacular- lo cogí del brazo y lo arrastré hasta el cuarto, perfectamente estirado, encima de la cama estaba el atuendo, junto con mi túnica de gala, que llevaría encima, negra, con los broches plateados en forma de serpiente. Luke lo miró con ojo crítico, y sonrió aprobándolo- ¿Y de ropa interior?
- No lo había pensado- ¿cómo no se me había ocurrido?- No tengo nada especial.
- No pasa nada, menos mal que estoy yo para pensar en todo, le he traído una cosa a Blaise, y tengo otra para ti- me tendió un paquete rojo sin florituras, lo abrí intentando no rasgar el papel, era una caja de calzoncillos, lo miré muerto de risa, unos boxers negros, increíblemente suaves y flexibles, perfectos.
- ¡Ostras!, gracias Luke, prometo usarlos bien- se rió y se levantó.
- Me voy para que te vistas, y más vale que te des prisa, cariño, tienes solo media hora.
- Vale, ala, corre- en cuanto cerró la puerta, me quité el albornoz y me puse los boxers nuevos y encima los pantalones que me quedaban como un guante, la camisa, las sandalias y la túnica de gala encima. Me humedecí las manos con el agua de una botella que había encima de la mesa y me pasé los dedos por el pelo, luego me puse un poco de colonia, muy fresca, y suave. Miré mi reflejo en el espejo. Genial, simplemente magnífico. Si Harry Potter no sentía nada por mi, ya me encargaría de que lo sintiera.
Se me hacía raro graduarme con dieciocho años, casi todos lo hacen con diecisiete, pensé mientras iba hacia la sala común donde nos esperaba Snape. Pero, claro, cuando estalló la guerra, se suspendieron las clases y se cerró el colegio, y aún cuando para después de Navidades, el Señor Tenebroso ya estaba muerto y muchos de nuestros padre, muertos o en la cárcel, no se pudo reanudar el curso, las bajas eran impresionantes, Flitwick, Sprout, Sinistra, Hagrid, Hooch y otros más que nunca nos habían dado clase, y luego los heridos de gravedad, Snape, McGonagall, Grubbly-Plank, y alguno más. Luego habían muerto también algunos alumnos, y si no, los padres, tíos, o conocidos de alguno de ellos. Los ánimos no eran de estar dando clase. Así que la solución fue prorrogar el curso un año. Y aquí estábamos, a punto de graduarnos, por fin, ocho años después de entrar en Hogwarts. Y yo estaba colado por los huesos del chaval que menos aguantaba del colegio. Lo que es la vida.
El Profesor Snape, estaba de pie hablando con la madre de Blaise y con su hermano, se había recuperado muy bien, pero seguía necesitando una muleta para andar, y su ánimo se había resentido, ahora estaba mucho más callado y no era ni tan sarcástico ni tan cruel en sus comentarios, muchos se alegraban del cambio, pero no ya era él mismo, y a mi me parecía muy triste.
Una guerra nunca es justa, y menos la que vivimos, sin tregua, encarnizada, cruel. Siempre pensé que yo lucharía en un bando, pero al final lo hice en el otro. No se cuando me di cuenta de lo equivocado que había estado, ni como, solo me desperté un día y supe que no quería formar parte de aquello, que no quería luchar por un genocidio. Si luchaba por algo, sería para evitarlo. Mi padre se puso furioso, pero al final me dijo que hacía lo correcto y que él ya no podía volver atrás, que lucharía contra mí si hacía falta, pero que estaba orgulloso de que al final hubiese encontrado el camino correcto. Al final de la lucha, en la que Harry mató al Señor Tenebroso después de un interminable duelo con un cruciatus mantenido. No podía creer que el hombre al que amaba tuviera tanta crueldad en los ojos. Y cuando estuvo muerto, se desmayó. Y él no lo sabe, pero yo fui quien lo sacó de allí, quien degolló al Señor Tenebroso con un athame impregnado de cicuta, para impedir que reviviera.
Snape me miró y sonrió, se separó de la madre de Blaise, y avanzó cojeando un poco hacia mí.
- Draco.
- Profesor- y me abrazó, sabía que lo necesitaba, mis padres no podían estar conmigo en un momento tan especial- Gracias, por todo lo que me ha enseñado, a distinguir, a trabajar, a ser mejor.
- Yo no te lo he enseñado, todo eso ya estaba en ti, solo te he ayudado a descubrirlo. Te voy a echar de menos Draco.
- Y yo a usted, señor.
- Vamos, que llegaremos tarde a vuestra graduación- me soltó e hizo gestos con la mano para que todos los alumnos se acercaran a él- Bueno, ya habeis terminado, y muchos no nos volveremos a ver. Quiero que sepáis que estoy muy orgulloso de todos vosotros, que me habeis enseñado muchas cosas, y que no os olvidaré nunca. Gracias, y a pasarlo bien.
Salimos de la sala común todos juntos hacia el Gran Comedor, en el vestíbulo, nos encontramos con las otras casas, con la Profesora McGonagall apoyada en Granger y Patil, Vector, cabeza ahora de Ravenclaw y Pringle (nuevo profesor de Encantamientos) cabeza de Hufflepuff. Busqué a Harry entre el gentío, estaba detrás de McGonagall, al lado de Weasel, que llevaba una túnica de gala decente, estaba guapísimo, con su túnica negra, sencilla, elegante, de terciopelo, destacando por encima de los demás, no era el más alto, ni el más corpulento, pero simplemente destacaba. Entramos en el Gran Comedor, que lo habían cambiado para la ocasión, como en cuarto curso, en el baile de Navidad, las mesas grandes se habían retirado, colocando multitud de mesas redondas más pequeñas.
Me senté con los padres de Blaise, él y su hermano, Pansy, Millicent y Morag con Theo, Vince y Greg, ninguno de sus padres estaba, al igual que los míos, cumplían condena en Azkaban, aunque por suerte, ya no estaban los asquerosos Dementotes. Los padres de Blaise se habían librado por su papel de espías junto con el profesor Snape.
El profesor Dumbledore se levantó de su silla, en la mesa principal, cuando todos hubimos tomado asiento, poco a poco los murmullos fueron cesando y el comedor al completo le prestaba atención.
