Notas de la autora I

¡Hola a todos! Seguramente habrán notado que soy nueva en esto... Me han dicho que olvidé el "DISCLAIMER". Bueno, esta vez no lo olvidaré, así que aquí vamos...

Disclaimer: Todos los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi, yo sólo los he tomado prestados para entretenerme un rato. En cuanto a Yoko, Rioko y el Señor de ambos (aún no lo he bautizado), son una invención mía, así que si alguien quiere que se los preste me avisa primero.^^

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Extraña obsesión

Capítulo II

- ¡Yoko! - Una voz estridente y desagradable se hizo escuchar en la noche.

Un pequeño sujeto desgreñado y de aspecto sucio volteó a ver con el rostro cubierto de miedo. Su respiración se aceleró primero, luego poco a poco se tranquilizó al divisar a su esposa que se acercaba a la carrera, berreando como condenada.

- ¡Ya! ¿Cuántas veces te tengo que decir que no andes gritando así por la noche? ¡Espantas hasta a los muertos! - Yoko aprovechó el hecho de que a su mujer le faltara el aire para poder soltarle la reprimenda completa sin interrupciones. - A ver, dime qué es lo que pasa, - hizo un gesto alzando las manos dándole a entender que lo hiciera con calma, - Y quiero que seas comprensible. - Advirtió.

- El Señor... - comenzó a decir aún jadeando por la falta de aire, - el señor ha dado con ella. Con la mujer del retrato.

- ¿Y cómo ha sido eso?

- La trajo un tipo que no había visto nunca antes... era bajito y seguramente muy feo.

- ¿Seguramente? - Inquirió Yoko en tono impaciente.

- Es que estaba cubierto de la cabeza a los pies con una capa... Nadie pudo ver su rostro, salvo el Señor.

Yoko hizo una mueca de disgusto. - Maldita sea mi suerte. - Murmuró entre dientes y dejo sus quehaceres a la mitad para luego salir como disparado en dirección los bosques. Rioko, su esposa, le siguió con la mirada. Le preocupaba lo que su metiche marido pudiera llegar a hacer, era muy ambicioso pero nada inteligente, por mucho que él así lo creyera...

"Hay, Yoko, ¿en qué te meterás ahora? Si nuestro señor se entera, será mejor que no te encuentre a mano o... y mejor yo también me estoy atenta, no sea que se desquite conmigo..."

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Inuyasha regresó al Senguku totalmente desconcertado.

Se había presentado en casa de Kagome y como no era demasiado tarde halló a toda la familia Higurashi reunida para cenar. Pensó que encontraría a la ingrata de Kagome sentada a la mesa... pero no fue así. Al verle irrumpir como una tromba en el comedor, todos los presentes se quedaron perplejos.

Fue una bendición que la madre de Kagome se apresurara a preguntar por su hija antes de que él pudiera soltar media palabra...

Kagome nunca había llegado a su casa. Todos en su tiempo pensaban que estaba con él. ¿Cómo iba a decirles que se le había extraviado? Definitivamente, no podía hacer tal cosa, así que optó por lo práctico y les mintió a todos descaradamente, les dijo que estaba bien, que habían discutido y que ella lo había echado al pozo de un golpe... Bueno, si quería mentir bien tenía que arriesgarse a decir algo que sonara verosímil, ¿no?

Disimuló su preocupación con enojo. Se mostró muy seguro y se despidió de todos como si nada hubiera pasado... pero ahora tenía que convencerse a sí mismo de esa seguridad. ¿Cómo demonios se le había extraviado Kagome? ¡Y delante de sus narices! Lo peor de todo el asunto era que lo que fuera que le hubiese sucedido, había sido cuatro días atrás... No quería ser pesimista, pero no podía evitar sentir una desesperación creciente en su interior.

¡La había descuidado! Y la rabia le hacía hervir la sangre en las venas. No iba a admitirlo, pero sentía miedo, miedo de que algo malo le hubiese pasado.

En ese preciso momento se habría lanzado en su búsqueda, pero los dos días siguientes a la partida de Kagome habían sido lluviosos, de modo que no tenía un rastro que seguir. ¡Maldita fuera su suerte! Tendría que recurrir a sus compañeros de viaje para organizar la pesquiza, Miroku era muy hábil para esas cosas, él se encargaría de hacer las primeras averiguaciones.

Saltando de rama en rama, se apresuró a ir en busca del grupo.

"Kagome..."

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¿Otra vez la oscuridad?

No. No era eso. Había estado inconsciente otra vez.

Poco a poco comenzó a sentir su cuerpo, al parecer había dormido mucho, y se sentía débil... Afortunadamente esta vez sí pudo ver todo cuanto la rodeaba. Por lo que podía recordar de sus sensaciones pasadas, estaba recostada en el mismo lecho que le vez anterior, solo que esta vez llevaba puesta una suerte de bata, muy ligera. Se incorporó lentamente, aún estaba aturdida, aunque so sabía de las razones.

Buscó en derredor con la mirada y halló a una criatura bajita y arrugada que al parecer estaba lavando algunos paños en un fuentón. Cuando la criatura se dio la vuelta habiendo advertido que había despertado, comprobó que se trataba de una yukai.

Se asustó un poco por la sorpresa y se cubrió con las sábanas hasta la barbilla.

- Por fin despiertas. - Dijo la yukai en tono monocorde. - Has dormido por tres días completos, estabas muy mal. - Se acercó a Kagome con paso lento pero decidido, llevaba unas ropas en las manos. Cuando estuvo a un lado del techo, alargó una mano para posarla sobre la frente de Kagome, ésta se estremeció pero al notar que la yukai no tenía intenciones de atacarla, se relajó un poco. - No. Ya no tienes fiebre. ¿Cómo te sientes?

- Bien... eso creo... - Respondió la joven con voz trémula.

- Muy bien. Entonces levántate y vístete. - Le alcanzó las ropas que traía. - Debes tener hambre. - Kagome asintió con un movimiento de cabeza. - El Señor está en el comedor ahora, alístate rápido y te llevaré con él.

La joven se levantó de la cama, se vistió y peinó. Luego siguió a la yukai, que la guió por una serie de laberínticos y fríos pasillos de piedra. Iba muy callada, tratando de contener la curiosidad. La yukai se dio cuenta de ello y se apresuró a decir: - Yo no soy a quien debes hacer las preguntas, niña. Cuanto quieras saber, mi Señor te lo explicará, eso si le hallas de buen humor, claro está.

- ¿Y quién es tu señor?

- Que no me preguntes, he dicho. - La calló.

- ¿Y quién eres tú? - La yukai no respondió, pero la joven insistió. - ¿Cómo te llamas? Porque debes de tener un nombre. ¿O es que eso tampoco me lo puedes decir?

- Rioko, ¿estás feliz? - Espetó con hastío. - Y es todo a cuanto responderé. Hazme el favor de quedarte callada hasta que lleguemos al comedor.

Se hizo el silencio una vez más, hasta que por fin dieron con el bendito salón comedor. Las enormes puertas de madera maciza se abrieron delante ambas y una cálida luz proveniente del interior del salón las envolvió.

- Hemos llegado.

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Continuará...

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Notas de la autora II

¡Hola de nuevo a tos los que han leído este "intento de fanfic"! Debo reconocer que no estaba muy segura de que alguien se interesara en esto... así que estoy encantada con todos aquellos que dejaron su review . ^__^

Muuuuchas gracias a:

YO (QUIEN MÁS VA A SER: Mmm... gracias por hacerme saber que lees esto. XP Ojalá y sigas queriendo saber como se continúa.^^

Cess007: ¿Te he dejado "anonadado"? ^^ Bueno, no creo que en este cap. se aclaren muchas dudas que digamos... pero hacia allá vamos. Muchas gracias por dejar tu review. ^_^

Soya: ¡Gracias por el review! Creo que al menos sabemos que Kagome no está en un hospital, ni tampoco en su tiempo... (muejeje...) Y sí, alguien la secuestró, pero no estoy muy segura de que se trate de un "desquiciado" ni... ¡Ups! Mejor no digo más... Gracias de nuevo.^^

Kagome-inuyasha: Me alegro de que te guste el fic. En este cap. al menos te has de haber enterado de que "el misterioso sujeto" no es uno de los personajes de Takahashi... Muchísimas gracias por el comment. ^__^

Bien, eso ha sido todo por ahora.

Gracias por leer hasta aquí.

Leyla^^