Disclaimer: Todos los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi, yo sólo los he tomado prestados para entretenerme un rato. En cuanto a Yoko, Rioko, el Señor de ambos: Hiroki, y Nishido (que ya aparecerá...), son una invención mía, así que si alguien quiere que se los preste me avisa primero.^^
**********************************************************************************************
Extraña obsesión
Capítulo V
El golpe que pretendiera asestarle el desconocido atacante, se detuvo a escaso milímetro de distancia del rostro del hanyou, quien cayó de espaldas aún sin haber mediado contacto con aquel puño cuya velocidad competiría dignamente con la de aquel lobo estúpido.
Una poderosa ráfaga de viento lo había empujado, aunque sin lastimarlo... físicamente al menos, puesto que al descubrir la identidad del sujeto, bien podríamos decir que el orgullo de Inuyasha quedó por demás magullado.
El pequeño "hombrecillo" desgreñado y mal vestido, le miraba desde las alturas con una mueca burlona danzando en sus labios. Por unos momentos se dedicó a estudiarle en silencio, momentos en los que el hanyou no pudo siquiera mover un músculo, ni proferir queja alguna. Por alguna razón estaba imposibilitado para defenderse, y entonces razonó que la velocidad de su atacante no era lo que había supuesto, sino que él mismo había sido lento.
- Eres débil. - Dijo por fin el hombrecillo y meneó la cabeza en actitud pesarosa. - Así no podrás recuperar a la muchacha... no señor. Debí suponer que alguien tan débil como un hanyou resultaría ser realmente incompetente para enfrentarse a mi amo.
Inuyasha se sintió profundamente indignado, por no decir insultado, aunque muy pronto la preocupación volvió a instalarse en su interior. ¿A qué muchacha se refería? ¿Acaso estaba hablando de Kagome?
Con todas sus fuerzas trató de levantarse y puso tanto ímpetu en la empresa que casi se vuelve a caer.
- Sin decir que eres bruto. - Se mofó el hombrecillo empleando un tono de burla que sacó por completo de sus casillas Inuyasha, quien trató de abalanzársele.
- ¡Maldito! ¡Dime en dónde está Kag...!...
En ese momento el hombrecillo, que ya le había dado la espalda, alzó como al descuido una de sus manos, inmovilizando como consecuencia al hanyou una vez más. - ¡Ja, ja! ¡Y caes dos veces en el mismo truco! - Chistó al tiempo que negaba con la cabeza y se volvía para verle a los ojos. - Aunque... he de reconocer que cuanto menos tienes valor... ¿o será pura barbarie?
Hizo una pausa durante la cual su expresión se tornó meditabunda. Cruzó los brazos sobre su pecho y por fin dijo con severidad: - Te propongo algo... Tú no vuelves a intentar atacarme y yo te ayudaré a recuperar a la muchacha. Viendo en los ojos de aquél un ligero brillo de asentimiento, por fin lo liberó del hechizo. - Bien, ya te puedes mover, nada más espero que seas capaz de cumplir con tu parte...
- ¡Ahora mismo me dices en dónde tienes a Kagome! - Exigió, haciendo tremendo esfuerzo por contener la furia que lo embargaba.
- Todo a su debido tiempo... y por favor te diriges a mí con más respeto que soy mucho mayor que tú, muchacho.
- ¡Habla de una vez, anciano! - Insistió.
- Veo que hablar con un hanyou es una tarea imposible, en verdad no tienen cerebro... Pero debo hacerlo por mi amo... - Susurró esto último como con resignación, luego se encogió de hombros y siguió en tono solemne. - Verás, impaciente criatura, si la astucia no ha comenzado a fallarme a causa de la edad, tú estás buscando a una muchacha...
- ¡Kagome!
- ¿Conque así se llama? Pues verás, yo necesito que vayas por ella y te la lleves cuanto antes. Ella está bien ahora...
- ¿Cómo que "ahora"? - Explotó Inuyasha al tiempo que sujetaba al extraño sujeto por los harapos que llevaba por ropas. - ¿Qué demonios le hiciste a Kagome, maldito?
El hombrecillo se puso serio. - Si quieres recuperarla, mejor comienzas por soltarme en este mismo instante. - Dijo con voz gruesa y extremadamente calma. - Y no vuelvas a insultarme... mi mamá me dio un nombre y bien bonito.
La paciencia de Inuyasha estaba apunto de colapsar, pero habría sido necesario ser de piedra verdaderamente para no darse cuenta de que aquél sujeto no estaba fanfarroneando. Aunque a simple vista no lo aparentara, guardaba una gran fuerza y una tozudez que rayaba en el capricho más irascible. Así que por fin liberó al hombrecillo y cruzándose de brazos, aún impaciente se resignó a seguirle el juego. - ¿Y cómo es que te llamas, anciano?
- Yoko, ¿no crees que es mucho más bonito que "Inuyasha"?
El hanyou apenas logró contener un la ira, pero no un gruñido ronco, que aunque era de muy baja frecuencia, no pasó inadvertido por Yoko.
- La muchacha, Kagome, está bien ahora porque yo mismo la he curado. Verás, un extraño sujeto la trajo al castillo de mi amo hace algunos días, la pobre estaba muy malherida, traía un golpe en la cabeza y varios cardenales y arañazos repartidos por todo el cuerpo... como si se hubiera caído de alguna parte... lo que sí me llamó la atención fue una herida en su cuello.
- Explícate.
- Lo que quiero decir es que tal vez alguien le inyectó algún veneno... porque los golpes si bien eran muchos, no eran de suma gravedad... Lo que me hace pensar en que todo esto debió estar planeado.
- ¿Y en donde está ella ahora?
- Está con mi amo, en su castillo.
- ¡Entonces estás traicionando a tu amo!
- ¡Te advertí que no volvieras a insultarme! - Berreó Yoko. - ¡Mira si voy a traicionar a mi amo nada más por ayudar a una débil humana o a un hanyou pendenciero y maleducado. ¡Agradece que no me deshago de ti en este preciso instante y le hago un favor al mundo! - Caminaba en círculos, agitando ambos brazos enérgicamente, sobremanera indignado. - ¡Esto me pasa por metiche! ¡Maldita sea mi obstinación! ¿Cuándo demonios aprenderé a escuchar a la cobarde de mi esposa?
Y así siguió desahogándose por un buen rato. Yoko era muy susceptible tratándose de temas como lealtad y traición. Tal vez porque tenía cola que le pisaran... tal vez porque las razones que lo movían en esos momentos para hacer lo que hacía, no eran del todo desinteresadas...
A decir verdad, Yoko no era un sirviente muy sumiso que digamos, sino que parasitaba de su amo... A pesar de ser un youkai algo poderoso, y que además contaba con ciertos conocimientos de hechicería, era muy perezoso y ambicioso... sólo que no era lo suficientemente ingenioso como para hacer alianza con quien debía. Así que, con más suerte que otra cosa, se había unido a su señor Hiroki, en calidad de sirviente, a fin de contar con quien le socorriera... si eventualmente se metía en aprietos.
Eso sí, su amo podía ser todo un erudito, pero tenía una pequeña gran debilidad, y esta residía precisamente en aquella muchacha cuyo retrato pendía de una de las paredes de su imponente castillo. Y ahora, como fuera, él debía encargarse de que aquella "copia" dejara el castillo si no querían que los problemas comenzaran justo cuando faltaba tan poco...
No. ¡Si todo debía estar perfectamente planeado para que la maldición se perpetuara sobre aquellas tierras! Y entonces vivirían todos condenados por siempre... Él no podría soportarlo más, así que más le valía intervenir y ponerle remedio a todo aquello, más que por el bien de su amo Hiroki... por el suyo propio.
Ya no le quedaron muchas ganas de lidiar con aquel hanyou tonto ni de darle explicaciones, era un completo maleducado y un cabeza dura, eso perdonando el pequeño detalle de que era un ser inferior. ¿Y qué más podía esperarse de alguien así? Las cosas eran demasiado previsibles... Un mitad demonio y una humana... la conjunción no dejaba mucho para la meditación, además era el mismo olor del miserable que tenía frente a sí, el que había percibido en ella aquél día... y como por lo visto no correspondía al de su atacante... pues entonces debían ser pareja... ¡Pero que aberración! Ya nadie guardaba el menor respeto por nada.
Ciertamente, si las circunstancias fueran diferentes, con gusto se habría deshecho de semejante híbrido, oh sí... ¡y qué satisfecho se habría sentido! Pero no, no podía permitirse el capricho cuando podía aprovechar la situación para su provecho. ¡Claro que sí! Primero convencería a su amo de que la muchacha no era digna de sus atenciones, y de que era la pareja de ese tal Inuyasha, así Hiroki se la entregaría sin más y de paso él se haría de una oportunidad para apropiarse de aquel trozo tan grande de la Shikon no Tama...
Él mismo se asombró de su ingenio... y de su suerte. Y a medida que pasaba el tiempo el asombro dio paso a la satisfacción y al mismo orgullo. Y claro, en su mente ingenua, sus planes siempre resultaban como él quería, sólo que la realidad era bien distinta. Esas, precisamente, eran las cosas a las que Rioko temía: a las cavilaciones del inconsciente de su marido...
Yoko por fin se dio por vencido ante la desmesurada empresa de platicar civilizadamente con un hanyou, así que optó por lo práctico y le dijo simplemente que lo llevaría hasta donde estaba la joven.
Inmediatamente después, se pusieron en camino a toda velocidad hacia el castillo. El recorrido no era corto. Yoko ya llevaba casi dos días fuera de casa...
**********************************************************************************************
Faltaba muy poco para la hora de la cena cuando Rioko llamó a la puerta de la habitación de Kagome.
- ¿Ya estás lista?
Kagome salió feliz de la vida. Llevaba puestas unas ropas muy pero muy bonitas, el cabello lavado y bien peinado, y una expresión que aunque pretendía ser solemne, no dejaba de ser... ¿divertida?
El caso es que a Rioko le llamó sobremanera la atención su expresión, más que nada porque había notado cambios muy marcados en la actitud de la muchacha desde que había despertado.
En un principio el hecho de haber perdido la memoria parecía preocuparle demasiado y hasta se la veía meditabunda y triste, como si todo el tiempo se estuviese sometiendo a la tortura de intentar recordar... Luego, por alguna razón desconocida para Rioko, casi como por arte de magia todo aquello dejó de tener sentido para la muchacha. Era como si en realidad prefiriera dejar todos los recuerdos atrás, o mucho peor, como si deliberadamente pretendiera no volver a recordar...
Según la vieja youkai, todo aquello bien podría tener sentido, puesto que un humano no podía menos que llevar una vida miserable... ¿Qué más se podría esperar de semejantes criaturas? Y para colmo de males su señor Hiroki le prodigaba toda clase de atenciones... No la culpaba por dejarse llevar, claro que no... ¡Ya hubiera querido ella correr con semejante suerte!
Sin embargo, todo lo que había conseguido era un marido tonto y necio, al que tenía que cuidar como si fuera un niño, y que encima vivía dándole órdenes.
"¿En dónde andará ese bufón? " Pensaba resignada.
Ya en el comedor Rioko sirvió la cena para luego dejar a solas a u señor y a su invitada. Yoko le había dicho que la vigilara bien y que procurara no dejarla a solas con el taiyoukai, pero eran órdenes expresas de su amo las de dejarlos a solas. La verdad es que a ella tampoco le gustaba mucho que su señor pasara tanto tiempo en compañía de esa humana, pero los sentimientos eran encontrados, porque desde la llegada de aquella al castillo, Hiroki se veía un tanto más... ¿vivo? ¡Sí, eso era! Se veía más vivo, y hasta más joven.
De buenas a primeras había vuelto a rondar el castillo, pero ya no en silencio sino impartiendo órdenes aquí y allá, como en los viejos tiempos. Y para qué negarlo, la idea de ver revivir a su señor le caía de maravilla a Rioko, porque a diferencia de su marido, ella sí servía a su amo casi con adoración... por motivos que no tiene sentido comentar por el momento.
Cuando Kagome y Hiroki estuvieron a solas en el gran comedor, ella sintió la penetrante mirada del taiyoukai sobre su anatomía, e instintivamente bajó la suya tímidamente. Ya no le temía, en realidad sólo le había temido por un instante el día en que le conoció, pero por alguna razón, aunque su cercanía la hacía sonreír inconscientemente, también le provocaba cierto nerviosismo.
Notó que él se acercaba hasta quedar de pie frente a ella, entonces le ofreció su mano y ella alzó la mirada para encontrarse con la suya que en ese memento estaba cargada de ternura. Entonces sintió que la sangre le subía al rostro y consecuentemente se puso aún más nerviosa.
- No me digas que aún me tienes miedo.
- No. Claro que no. - Respondió ella con apenas un hilo de voz.
Hiroki sonrió complacido. - ¿Entonces porqué no aceptas mi mano?
En ese momento Kagome le correspondió y él estrecho si diestra firmemente, luego si inclino ligeramente y la besó por el dorso.
Kagome fue víctima entonces de un estremecimiento que recorrió todo su cuerpo de la cabeza a los pies. Su corazón dio un brinco y el ritmo de su palpitar se aceleró alarmantemente. Lo más extraño para la joven, aquello que más la desconcertaba era no descubrir las razones por las que él la hacía sentir así. Se comportaba como todo un caballero, y nunca había hecho nada ni remotamente provocativo, y sin embargo ella se sentía... ¿cómo decirlo...? ¿Atraída por él?
¡Pero eso no tenía ningún sentido! ¡Claro que no! Él le había dicho claramente que la recibía en sus dominios nada más porque necesitaba que lo ayudara a "resolver un asunto", y aunque no podía imaginar siquiera qué clase de ayuda podría prestarle ella, una simple humana, a un taiyoukai, no pudo evitar pensar que seguramente debía de haber algo especial en ella, algo que la distinguía del resto de los de su especie, de otro modo su sangre ya habría corrido por aquellas tierras...
- No quiero que me tengas miedo, no me gusta.
Kagome negó con la cabeza.
- Y tampoco quiero estés tan callada. - Sentenció mirándola directo a los ojos y sin soltar la mano de la muchacha. - ¿Quieres decirme qué es lo que ha pasado? Primero me tenías miedo, luego hablabas hasta por los codos y ahora ¿te han comido la lengua los ratones?
- Nada de eso... es sólo que...
- ¿No te gusta estar aquí? Porque si es así...
- ¡No, no! - Lo interrumpió. - Por favor no malinterprete mi actitud. A decir verdad tiene usted un castillo muy bonito...
- ¿Entonces es mi compañía la que te disgusta?
- Todo lo contrario... - Dijo esto último sin pensar y se interrumpió al instante en que notó lo que se le había escapado. Luego trató de darle otro rumbo a su declaración: - Lo que quiero decir es que cada vez que le veo imagino que va a explicarme las razones por las que estoy aquí... y eso nunca sucede.
Hiroki hizo una mueca de decepción y dejó escapar un suspiro que Kagome no notó. Luego tomó asiento al lado de la joven y la miró largamente, estudiándola. Sus palabras expresaban algo que se contradecía completamente con aquello que sus sentidos percibían, ese nerviosismo que ella ingenuamente pretendía ocultar, ese mismo que le despertaba la mayor de las ternuras. ¡Quién lo diría! Era en momentos como ese en los que se sentía casi como un cachorro. Era en momentos como ese en los que todo cuanto quería se reducía a estrechar a aquella pequeña criatura entre sus brazos.
El instinto le decía que no le era indiferente, y que en cierto modo no había razón alguna para dudar de su capacidad y de su encanto naturales. Aún así se resignó a brindarle alguna explicación.
**********************************************************************************************
Continuará...
**********************************************************************************************
Notas de la autora
¡Hola a todos los que siguen este fic!
Primero que nada quería disculparme por la demora de esta actualización, pero tengo una buena excusa, y es que he estado un poco enferma, he estado padeciendo bronquitis y me han obligado a guardar cama por casi cuatro días, y luego que ponerme al día con el colegio me ha llevado algún tiempo... U.U
Por eso, para que me perdonen, este capítulo lo he hecho un poquito más largo, y para reivindicarme me he propuesto subir el próximo en un par de días, bueno en cuanto lo tenga listo (y mañana mismo me pondré a escribirlo, palabra) ^^
Y ahora los agradecimientos:
Sakura Kinomoto: Gracias por los ánimos y por tu review. ^___^ Creo que al menos en este cap. te habrás enterado de quien era el atacante de Inu-chan. (Resultó ser bastante fanfarrón este Yoko, ¿no? A mí me simpatiza de todos modos, ¿qué opinas tú?) Y en cuanto a Hiroki... bueno, a mí también me parece lindo (Y no es porque yo lo haya inventado ¬¬u ) Bueno, espero que la actualización haya sido de tu agrado y gracias por seguir dejando tus comentarios. ^^
Renialt: Gracias por decir que mi fic está interesante. Muchísimas gracias también por dejar tu comentario. Espero no defraudarte con la actualización. ^_^
kagome-inuyasha: Creo que en lo que toca a los sentimientos de Kagome hacia Hiroki... bueno, las cosas están tomando un cariz bastante ¿rosa? Y sí, la muchacha se siente francamente atraída por el guapo taiyoukai (aunque no hay otro más lindo que el Lord de Occidente, ¿no?) Y en lo que toca a las pretensiones de Hiroki, ya te enterarás en el cap. VI. Gracias por tu review y ojalá te haya gustado la actualización. ^_^
Sheila: Me alegra que te guste esta historia ^^ A mí también me gusta que Inu se preocupe (¡Sí! Que suuuuufra! Se lo tiene bien merecido por hacer padecer a la buena de Kagome.) Gracias por dejar tu review, y no desesperes que ya estoy actualizando. ^_^
¡Listo! ¡Ya acabé por el día de hoy!
Nos vemos pronto.
Gracias por leer hasta aquí.
Leyla^^
