Disclaimer: Todos los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi, yo sólo los he tomado prestados para entretenerme un rato. En cuanto a Yoko, Rioko, el Señor de ambos: Hiroki, Nishido y Yume, (¡Cada vez son más! ¬¬u ) son una invención mía, así que si alguien quiere que se los preste me avisa primero.^^

Aclaración: Este capítulo comienza, retomando el relato en donde se interrumpió el cap. VI, es decir en el recuerdo del pasado de Hiroki.

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Extraña obsesión

Capítulo VII

— Niña, ¿a dónde crees que vas ahora? — Preguntó en tono de reto una desagradable voz masculina.

La joven de melena color de ébano se detuvo en seco, pero no volteó a verle. Con la cabeza gacha permaneció inmóvil en su sitio, como ocultando algo...

Se mordió el labio inferior cuando sintió los pasos de alguien que se acercaba a ella, y un fuerte estremecimiento la sacudió cuando la misma voz insistió: — He dicho que a dónde vas... ¿Y qué es lo que llevas ahí?

El sujeto la tomó bruscamente por los hombros y la giró de modo que la muchacha quedó mirándole de frente. Inmediatamente bajó la cabeza una vez más y comenzó a temblar, atemorizada.

Hacía instantes, los sonidos de una batalla se habían escuchado claramente, provenientes desde el exterior del santuario, pero luego, todo aquello se había vuelto un silencio sepulcral. La curiosidad se había apoderado de ella y con suerte había logrado aproximarse al enorme portal... Desde dentro, podía ver cuanto sucedía en el exterior, en cambio los que estaban al otro lado del sello no podían verla.

El anciano les había guiado acertadamente. Se habían ocultado en el interior del santuario de Hem en donde estarían a salvo... sólo que mientras aquel demonio permaneciera en la ciudad, ninguno podría salir.

Ya habían transcurrido diez largos días desde que ese youkai hiciera su aparición, y aunque muchos habían logrado salvar la vida, no eran precisamente pocos los desafortunados que cayeron en sus manos para luego vagar sin vida... Habían logrado escapar, sí, pero eso no implicaba el que hubieran previsto semejante catástrofe... Por eso la espera se estaba convirtiendo en agonía, porque si todo aquello no se resolvía afuera, pronto morirían de inanición dentro de su refugio.

Por eso cuando el silencio se hizo, Yume se impacientó y corrió para ver que era lo que había acontecido. Y entonces pudo ver que un nuevo grupo de youkai había acabado con aquél primer agresor. Pero eso no la tranquilizó, puesto que sólo se trataba de una amenaza diferente, pero amenaza a fin de cuentas.

Cuando vio al anciano youkai sellando a los últimos cuerpos, el temor en su interior, cedió un tanto. Y luego cuando les escuchó y tuvo razón de su presencia en Hem, un extraño sentimiento se instaló en su pecho, era algo cálido, ¿esperanza tal vez?

Esperó.

Sí, esperó todo un día. Obediente de las órdenes del anciano jefe de la ciudad de Hem. Escuchó los quejidos lacerantes que el hambre les arrancaba a los niños... Y ya no fue capaz de soportar esa situación por más tiempo. Se aventuró una vez más hasta el portal del santuario y pudo ver al taiyoukai agonizante, rodeado por sus súbditos.

— Sé que estás ahí. — La voz ronca de Yoko la hizo sobresaltarse. — No puedo verte, pero efectivamente sé que estás ahí.

Yume no respondió.

— Necesitamos las Flores Negras del santuario. — El youkai prosiguió. — No queremos nada más que eso. Luego de obtenerlas, nos iremos de aquí y les dejaremos en paz.

La voz del youkai no se percibía amenazadora, sino más bien... ¿suplicante? Aquello le sonó muy extraño a Yume, quien permaneció reflexiva por unos instantes. Se dijo que tal vez valdría la pena arriesgarse. El taiyoukai estaba aparentemente grave, y por lo visto ni él ni su comitiva se retirarían de Hem hasta conseguir las codiciadas flores... De modo que el desenlace de todo aquello no era más que cuestión de tiempo. Sí, del tiempo que le llevaría morir a taiyoukai,... o a ellos mismos.

Si los suyos perecían, también lo haría el demonio, pero si aquél perecía primero, nada les garantizaba que su séquito se marcharía...

Tal vez trocar la muerte segura por una mínima esperanza de salvación no sería del todo una opción descabellada... Así que se escabulló a las profundidades de las cavernas y se hizo de un pequeño ramo de aquellas flores, tan blancas y brillantes como las que más. Debía darse prisa si quería llevar a cabo su plan, porque la vida de las flores era demasiado corta, porque nadie debía enterarse de lo que iba a hacer, porque los suyos preferirían la muerte antes que salvar la vida de un demonio.

— ¿Qué llevas ahí? — Insistió el anciano, al tiempo que alargaba una mano en un intento de asir las de la muchacha.

Pero ella se volteó inmediatamente, dándole la espalda y alejándose nerviosamente unos cuantos pasos.

— ¡Detente ahí, muchacha! — Exclamó el hombre. — Si es que valoras tu vida, no des una paso más. — Volvió a acortar la distancia que los separaba. — Sabes bien que las flores de Hem no son para salvar a los demonios.

— Pero... ¡Pero es que si no lo intento, todos vamos a morir!

— ¡No podemos romper las reglas, niña! — Explotó el viejo. Volvió a asirla por los hombros y la sacudió bruscamente, como si quisiera con ello hacerla salir de una especie de trance. Quería hacerla comprender que los ideales de su pueblo eran aquello por lo que se debía morir.

Yume cerró los ojos con fuerza y negó con la cabeza. Luego dejó escapar un torrente de lágrimas. — ¡No! ¡Me niego a que unos niños mueran por leyes que ni siquiera comprenden! — Su voz se ahogaba con las lágrimas a medida que su queja se prolongaba. Con un seco movimiento se liberó del agarre del anciano. — Ese anciano youkai, acaba de salvar las almas de nuestros muertos... Nuestras leyes contemplan el ser agradecidos, señor... ¿O me equivoco?

— No con los demonios. Ellos matan, masacran a los hombres. ¿Qué no lo comprendes? ¡No puedes salvar la vida de un youkai! Además, ¿qué garantías tienes de que no te matarán una vez estés fuera?

— Ninguna. Pero si no lo intento voy a morir de todos modos... ¿no es así?

El anciano adoptó una postura solemne y dio su sentencia: — Tus razones me valen para dejarte hacer, niña, aunque estoy en desacuerdo con lo que pretendes. No voy a detenerte, pero es mi deber advertirte que aún cuando tu plan resulte bien... el romper nuestras reglas te da la muerte frente a Hem. ¿Tienes conciencia de lo que ello significa?

Yume ocultó su rostro en el pecho del anciano, quien la rodeó con sus brazos en un gesto de pura calidez y consuelo... — Comprenda que ya no me queda nada, señor. — Dijo con un hilo de voz y acto seguido se echó a correr...

La endeble y frágil figura de una muchacha emergió de entre las sombras. Los ojos desmesuradamente abiertos de Yoko distinguieron con indescriptible asombro el pequeño ramo que aquella traía entre sus manos.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

— ¿Eso pasó?

Yoko asintió con un movimiento de cabeza.

— ¿Y en dónde está ella ahora?

— Bueno... —comenzó a decir el youkai con algo de nerviosismo en la voz, —puesto que ella colaboró para salvar la vida de mi señor, consideré mostrarme agradecido con ella y... le permití que se marchara, señor.

Hiroki se puso más serio de lo habitual y dirigió a su sirviente una mirada cargada de puñales. —Yoko... ¿Cuántos años me has servido?... No. Mejor no me respondas. No creas que no sé de tus motivos para salvar mi vida, anciano, pero como siempre voy a disculparte. En cambio lo que no estoy dispuesto a perdonarte es el que la hayas abandonado a su suerte nada más por llevarte todo el crédito.

— Pero señor...

— Pero nada. Si aprecias tu vida vas a decirme por dónde se fue.

— ¿Es que irá a buscarla usted mismo? ¿No prefiere...?

— Por dónde se fue, Yoko. — Insistió el taiyoukai en un tono tan calmo que daba miedo.

Yume estaba de pie a la orilla de un caudaloso río. Estaba sola, y había llorado ya todo cuanto sus ojos eran capaces. Aquel repugnante demonio no sólo había a acabado con la vida de sus padres y hermanos, sino con todos sus sueños. Había acabado con sus sueños, con todo aquello que deseaba en la vida. Se había quedado sin suelo y sin hogar. Ya no tenía un lugar al que regresar a pesar de haberles salvado la vida a tantos... "¡Estúpidas leyes! ¡Estúpidos youkai!"

Nunca antes había deseado con tantas fuerzas algo como en ese memento deseaba haber nacido varón. Un varón puede ir a dónde la plazca, conseguir trabajo y ganarse el sustento sin más... en cambio una mujer... No quería admitirlo, pero su fortaleza de espíritu no le serviría de mucho en semejante mundo, y mejor ni se tomaba la molestia de pensar en su futuro. De hacerlo no conseguiría más que devolver el estómago. "¡Quién lo hubiera dicho! ¡Con lo orgullosa que eres, Yume, hoy tendrás que darte muerte a ti misma!"

Se dejó caer abatida sobre sus rodillas, y tomó la daga que llevaba, con ambas manos... Cuando una voz gruesa y clara a sus espaldas, la detuvo: — ¿Qué haces?

Yume se sobresaltó de forma tal que dio un respingo. Luego estaba tan a la orilla del turbulento torrente que fue a dar de cabeza en las fías y profundas aguas.

A duras penas se las arregló para girar sobre sí misma y conseguir asomar su cabeza a la superficie, cuando ya no le quedaba aire en los pulmones. La corriente era tan poderosa que la arrastró sin mayor dificultan, y la joven comenzó a dar manotazos al aire, con la esperanza de poder sujetarse a cualquier cosa que encontrara en su camino. Nunca esperó que alguien la rescatara.

Se aferró casi con desesperación a la anatomía... de alguien. Sintió como un poderoso brazo la rodeaba por la cintura y la llevaba a la superficie.

Una vez fuera, notó como su salvador luchaba por desasirse de sus brazos, que le tenían rodeado por el cuello. Luego sintió el fangoso suelo de la orilla bajo sus nalgas, cuando cayó poco delicadamente para después estallar en un acceso de tos. Había tragado mucho agua y estaba temblando tanto de frío como de miedo.

Una fuertes manos la sujetaron por las muñecas y la elevaron hasta ponerla de pie. La maniobra se percibió brusca, y un tanto agresiva, pero curiosamente la tos se detuvo.

— Abre los ojos. — Ordenó la misma voz de hacía instantes.

Yume obedeció, más por curiosidad que por cualquier otra razón. Repentinamente todo su miedo se había vuelto rabia, cuando hubo reconocido en aquel sujeto al mismo que salvara. — Tú.

Hiroki se limitó a estudiarla con curiosidad. Aquella humana era extraña, se dijo. Primero, cuando no sabía quien era, le temía, y ahora que le reconocía como el demonio que era, ¿le desafiaba?

La mirada de la muchacha se encendió, sus ojos parecían despedir llamas, y luego toda la ira de aquella enigmática criatura estalló en algo que rayaba en histéricos alaridos. — ¿Acaso querías matarme después de que salvé tu vida, maldito? — Exclamó al tiempo que le lanzaba un sin fin de patadas erradas al sujeto que la sostenía en el aire cual si fuera un trozo de tela.

Los ojos del taiyoukai se abrieron más a causa de la sorpresa que le provocaba semejante declaración.— ¡Cálmate, niña! ¿Cómo se te ocurre acusarme de algo así cuando acabo de salvarte la vida?

— ¡Caí al río por tu culpa, demonios!

— Y si no hubieras caído al río te habrías suicidado.

— ¡Eso no es asunto tuyo! ¡Ya tienes lo que querías, ahora déjame morir en paz! — Continuaba forcejeando, lo hacía con todas sus fuerzas, pero Hiroki la sostenía con una facilidad y una calma tales, que Yume ya estaba a punto de soltar el llanto por la frustración. — ¡Suéltame, maldito! ¿Qué más quieres de mí? ¡Ya no tengo nada que pueda interesarte! ¡Suéltame de una vez!

— No.

— ¡Déjame ir!

— Deja de gritar, mujer, y quédate quieta. — Ordenó.

— ¡No voy a darte gusto, youkai!

— Peor para ti.

Esas palabras surtieron un efecto cuasi mágico en la joven, que de repente guardó silencia y se tranquilizó, aunque su mirada seguí gritando desaforadamente y su respiración era agitada, entrecortada. — Suéltame. — Dijo en voz casi imperceptible. Hiroki lo hizo. — Qué quieres.

— Saldar mi deuda. — Replicó el taiyoukai, solemne.

— De acuerdo. Ya lo has hecho, me salvaste de morir ahogada... Ahora déjame acabar con mi vida como me dé la gana. Déjame sola, ¿quieres?

— No.

— ¡¿Pero, qué más quieres?!

— No vas a decirme como debo hacer las cosas, mujer. Y no vas a morir, porque no se me antoja. ¿Está claro? Vas a acabar con tu vida nada más porque no tienes a dónde ir, pues en ese caso, vendrás conmigo.

— No te molestes en hacerme ofrecimientos. No tengo intenciones de relacionarme con demonios. Por su culpa es que estoy en esta situación. Son todos unos malditos asesinos, unas bestias repugnantes y despiadadas...

— No estoy ofreciendo, estoy ordenando. — Sujetó a Yume por un brazo y la jaló hacia sí.

— No iré a ningún lado.

— Sí vendrás. — Sentenció Hiroki y con un rápido movimiento la cargó sobre sus hombros y se la llevó.

En medio de los golpes y los gritos que la muchacha profería, Hiroki pensó que tal vez estaría poseída por algún espíritu maligno... Ya consultaría a Yoko, para que le practicara un exorcismo...

— ¡¡Suéltame!!...

~ ~ ~ Fin del recuerdo ~ ~ ~

No sabía muy bien qué decir para hacerla sentir mejor. Y en esos momentos estaba muy a disgusto consigo mismo, porque sin quererlo, estaba doblegando el espíritu de aquella muchacha. ¿Cómo hacerle entender que a él no le importaba saber quien era en realidad? ¿Cómo hacerlo sin que ella se sintiera mal?

Se puso de pie y se ubicó frente a Kagome. Luego la asió por los hombros y la miró largamente a los ojos. Tenían ese fuego. Sí, era el mismo fuego que los ojos de Yume tenían cuando la encontró aquella vez junto al río. Tal vez la incertidumbre le estaba haciendo mucho más daño del que Yoko había augurado...

La abrazó estrechamente, cuan pequeña era, y hundió su rostro en la cavidad que formaba la unión de su hombro con su cuello. Aspiró su aroma encantado, apenas rozando su delicada piel con la punta de la nariz, entonces alzó un tanto la cabeza y acercando sus labios a su oído le susurró: — No tienes que recordar si no quieres. Nada más dime cómo quieres que te llame, porque no pienso seguir platicando con alguien sin nombre.

La joven se estremeció al sentir el aliento cálido sobre su piel. Aquella actitud la había sorprendido sobremanera, pero extrañada descubrió que no le molestaba en lo más mínimo... "¿Acaso no quiero recordar quien soy? ¿Es que quiero quedarme aquí?"

Hiroki se separó un tanto para mirarla otra vez directo a los ojos. — Te repito que puedes quedarte aquí cuanto quieras, siempre y cuando estés dispuesta a dejar tus temores hacia mí. No necesitas recordar tu nombre para ser tú misma, no necesitas tener un pasado para ser alguien. ¡Habla, mujer! ¡Haz preguntas! ¡Quéjate cuando no te guste algo! ¡Pídeme lo que quieras y siempre que esté a mi alcance yo te daré gusto! Lo único que pido a cambio es que confíes en mí...

— ¿Porqué?

— Porque ya no quiero estar solo.

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"Vaya anciano fanfarrón" Repitió Inuyasha por enésima vez en sus pensamientos. De buena gana le habría escupido en plena cara todas sus quejas a aquel vejete si no fuera porque en cada ocasión le cerraba la boca con una facilidad insultante. Ya se había dado varios golpes, le había hecho caer de numerosas ramas y aún no conseguía descubrir los trucos de aquel sujeto.

"Ahh... Pero ya verá, cuando encuentre a Kagome, me voy a desquitar..."

— No te atrevas a preguntar ni una sola vez más si es que falta apoco para llegar. — Le advirtió Yoko, que a veces parecía poder leer los pensamientos del hanyou... — Y no me mires así, que no, no puedo leer la mente, es sólo que eres demasiado simple y primitivo, cualquiera podría adivinar lo que piensas. — Se mofó, satisfecho de lo fácil que le resultaba humillar a Inuyasha.

El hanyou apretó los dientes en un intento por contener su ira. Ya estaba en verdad harto de todo aquello, cuando de buenas a primeras el anciano youkai se detuvo.

— ¿Qué es lo que sucede, anciano?

— Shhh... Has el favor de estarte callado. — Ordenó. Luego hizo un ademán con la mano indicándole que le siguiera. — Estamos cerca, muchacho.

Inuyasha siguió a Yoko, poniendo toda su atención en los olores que plagaban el aire. Se internaron en una zona tal vez demasiado espesa del bosque, en donde el tránsito se les dificultaba notablemente conforme avanzaban. El hanyou pudo percibir entonces la presencia de varias criaturas que los acechaban tras la oscuridad, y el instinto guió a su diestra hasta la empuñadura de su confiable Tetsusaiga.

— Suelta la espada, cachorro. — Le susurró el viejo. Inuyasha le miró desconfiado. — Hazme caso. Si no quieres que "ellos" nos ataquen deja esa espada en su funda.

Finalmente llegaron hasta una caverna cuya entrada estaba bien oculta por espesa vegetación, la cual se apartó dejándoles paso cuando Yoko la rozó apenas con la palma de su mano. Luego recorrieron el extenso corredor natural hasta desembocar en un jardín.

— ¿En dónde estamos, anciano?

— En los dominios de mi amo Hiroki. — Respondió solemne al tiempo que señalaba una enorme masa que se alzaba a lo lejos. — Ese es su castillo.

Inuyasha agudizó sus sentidos y atrapó en una brisa la esencia de "ella". Era débil, muy sutil, pero no tenía dudas acerca de lo que sus sentidos percibían. "Kagome... al fin te encuentro."

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Continuará...

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Notas de la autora:

¡Séptimo capítulo, al fin! ¡Uff!

No tienen idea de lo que me ha llevado acabarlo... Generalmente cuando la inspiración me llega, me acompaña hasta que concluyo el capítulo... pero esta vez se empeñaba en abandonarme a mitad de camino. U_U

¡Por fin se van a encontrar! ^__^ (¡Sus buenos siete capítulos les ha llevado!) Así que tengo pensado hacer una buena escenita para la próxima entrega... (Ja ja ja... ¿Cómo reaccionará Inu-chan cuando se entere de todo? ^^ ).

kami-chan: ¡¡Graaaaciaaaas!! ^_^ Me pongo muuuuy contenta cuando me entero de la existencia de nuevos lectores. En cuanto a acabar este fic... bueno, no sé muy bien cuánto me va a tomar acabar de contar esta historia U.U , ten por seguro que no lo dejaré a la mitad, pero tampoco lo acabaré precipitadamente... Gracias de nuevo por dejar tu review y por decir que esto que escribo está quedando bien. ^^

LoJiKaUh: ¿? *_* ¿? Gracias por hacerme saber que lees este fic. ^^ ¿Y cuándo habrá Inu+Kag? Pues no falta mucho. (Comprende que soy obsesiva y no me gusta precipitar las cosas ni dejar cabos sueltos... cuando los noto...).

Sakura Kinomoto: ¿Un capítulo traumático? Creo que tienes algo de razón en eso... hubo mucha sangre en el cap. anterior. Pero en este no he matado a nadie. ^^ Ojalá éste haya sido de tu agrado, y mil gracias por ser la más benevolente de mis lectoras (Snif... snif... Eres la primera que dice que le gustó saber de Hiroki... Snif... Estoy emocionada T_T ).

melody: ¡Waaaa! ¡El tuyo es el review más curioso que he recibido! XP Me has hecho reír bastante con eso de: "corre por tu vida" ^_^ Me alegro mucho de que te guste el fic. y te agradezco el que hayas dejado review... (Me encanta recibirlos... Me ayudan a encontrar la inspiración ). Te envié un aviso por la actualización, espero que lo hayas recibido... De todos modos actualizo cada cuatro o cinco días... más o menos... ¡Ah! Salúdame a "cute angel"... (No sé si es una, o si son dos las personas que escribieron este review). @_@U

¡Listo! ¡Saludos a todos! Y si quieren hacer alguna crítica o sugerencia... ¡DEJEN SU REVIEW!

Gracias por leer hasta aquí.

Leyla^^