Disclaimer: Todos los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi, yo sólo los he tomado prestados para entretenerme un rato. En cuanto a Yoko, Rioko, el Señor de ambos: Hiroki, Nishido y Yume, son una invención mía, así que si alguien quiere que se los preste me avisa primero.^^
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Extraña obsesión
Capítulo IX
— Maldito... — Murmuró Hiroki entre dientes y presto a poner fin a la vida del intruso. Desenvainó su espada al tiempo que se encaminaba hacia el hanyou y una vez le tuvo a sus pies, la alzó con pausa.
Para Kagome todo había sucedido con tanta rapidez, que apenas si entendía el desenlace que la escena iba a tener. Permanecía de pié y paralizada junto a la mesa del comedor, con los ojos desmesuradamente abiertos y los brazos caídos a los lados del cuerpo. Repentinamente, una punzada de dolor la devolvió a la realidad y quiso gritar... Quiso gritar para que Hiroki se detuviera, pero su garganta se había hecho un nudo y de su boca no salió sonido alguno.
La luz se reflejó en el filo de la espada de Hiroki, formando cantidad de ases...
Y la espada descendió...
— ¡Deténgase por favor!
El grito detuvo la caída del filo justo a tiempo. Inmediatamente después, Yoko hizo su entrada en el salón, jadeando y sosteniéndose de cuanta saliente hallaba a su paso.
Hiroki, inmóvil, se limitó a mirarlo interrogante.
— Señor, no es prudente que lo mate, al menos por el momento. — Al ver que su amo seguía inmutable, asumió que este esperaba alguna razón para perdonarle la vida al intruso, así como otra tan buena para perdonar la abrupta interrupción. — Verá... El sujeto vino conmigo... Dice conocer a la muchacha y estaba buscándola cuando me lo encontré.
Por fin la espada dejó de amenazar al hanyou, pero sin volver a su funda.
— Señor, sugiero que lo encerremos en los calabozos...
— Haz que se encarguen de él, y te advierto, Yoko: si llega a escaparse será tu cabeza la que ruede, ¿has comprendido?
— Sí señor... le juro que...
— No quiero excusas, sino una explicación convincente. Quiero que me digas porqué debo dejarlos vivir.
Así diciendo, el taiyoukai se dio la vuelta y caminó hacia Kagome, se inclinó hacia ella y le murmuró algo al oído. La joven asintió con una sonrisa nerviosa en los labios y luego ambos dejaron el salón.
Más tarde, en la soledad de la habitación que le habían asignado desde que llegara, Kagome no lograba conciliar el sueño. El recuerdo de los acontecimientos de la tarde, bailoteaba en su mente como una obsesión. El sujeto que la había despertado la había llamado "Kagome", ¿porqué la llamaría así? Había alcanzado a oír algunas de las afirmaciones de Yoko, y aquél había dicho que el extraño sujeto la conocía.
Pero nadie había querido dejarla participar de las indagaciones. ¿Porqué? ¡Si se trataba de ella! ¡Hay, si no le daban alguna respuesta pronto, los nervios y la incertidumbre la matarían!
Era extraño, porque todo aquel embrollo se había desencadenado por su causa, por el tonto grito de espanto que había pegado... Sí, una actitud muy tonta, porque el sujeto no le había hecho nada además de despertarla... poco delicadamente, claro, pero a fin de cuentas se veía preocupado, y le había preguntado si estaba bien. No, no era justo que lo trataran como si fuera un enemigo, porque de haber querido hacerle daño, se lo habría hecho sin más, sin arriesgarse a que despertara...
Definitivamente no podría dormir hasta saber que era lo que habían resuelto sus anfitriones, tenía que enterarse de algo como fuera. Claro que podía confiar en ellos, por supuesto que Hiroki nunca haría nada que la lastimara, de eso estaba muy segura, aún cuando no sabía por qué, pero la incertidumbre era demasiado fuerte en esos momentos como para quedarse en su habitación esperando.
Así que se vistió y salió a los pasillos.
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— Así que se llama Kagome...
— Sí señor, y es una sacerdotisa. Hasta donde sé estaba intentando recuperar los fragmentos de la Shikon no Tama para purificarlos, y según "ese tipo", él la estaba ayudando.
— ¡¿Un demonio ayudando a una humana, así nada más?! — Exclamó Hiroki con marcada incredulidad.
— Señor... usted... — comenzó a decir Yoko, pero su señor adivinando lo que iba a decir, se le adelantó.
— No, no es lo mismo. Yo tengo mis razones además, no te atreverás a compararme con un hanyou, ¿cierto, Yoko? — Acompañó sus palabras con una mirada asesina.
— No, por supuesto que no.
— Alguien la atacó, ¿cómo sabemos que no fue ese tal Inuyasha el causante de su estado? Tal vez intentaba arrebatarle la joya. Los hanyou son débiles criaturas pestilentes, no me extrañaría que así fuera.
— Señor, si me permite...
— Tenemos que interrogarlo cuanto antes.
— No despertará hasta la mañana cuando menos. Lo golpeó muy fuerte, me extraña que siga con vida. Es un tipo muy resistente, digo, para ser un hanyou.
— ¿Y desde cuándo te preocupa la suerte de esas criaturas? Hasta donde sé, las desprecias aún más que yo.
— No es él quién me preocupa... — murmuró tan bajito que Hiroki no alcanzó a comprender.
Luego, cada uno se retiró a sus respectivas habitaciones.
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Kagome llegó a las catacumbas del castillo con cierta facilidad, ya antes había estado allí, en una de las tantas ocasiones en que se extraviara por andar curioseando. Hiroki le había advertido que no era prudente vagar por aquellos parajes, pero a esas alturas, la muchacha no sentía el menor temor de andar por allí, ni tampoco le temía a la oscuridad que con tan buen tino se empeñaba en sorprenderla en los sitios más inconvenientes.
Además, la curiosidad que sentía era demasiado fuerte.
No tardó mucho en dar con el calabozo que le asignaran a su "supuesto agresor". Lo halló plácidamente dormido, o al menos eso fue lo que a ella le pareció. Se acercó con cautela a la reja que marcaba el límite de la estrecha celda y de pronto su instinto la detuvo cuando una de sus manos se hallaba a escasos centímetros de uno de los fríos barrotes de hierro.
Si no había guardias ni nadie vigilando al prisionero, entonces Yoko debía de haber puesto algún tipo de sello a la celda. Era esa una actitud muy propia de aquel anciano cascarrabias.
Kagome retrocedió un paso y luego se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas al frente y los codos apoyados en las rodillas de modo que sus manos quedaron sosteniendo su cabeza en actitud cansina. Permaneció allí, observando al hanyou, en silencio, cavilando... Frente a sí estaba alguien que sabía de ella, que la conocía...
Se sobresaltó cuando el que dormía emitió un quejido repentinamente... aquél recobró la consciencia y poco a poco se fue incorporando hasta ponerse en pie, pero entonces se tambaleó y cayó sentado en medio de su celda. Entonces alzó la vista y pareció tomar verdadera conciencia de su situación, sólo entonces, cuando entre las sombras la distinguió.
— ¿Kagome? ¿Eres tú?
Ella se dejó ver. — ¿Porqué me llamas así? ¿Quién eres, acaso me conoces?
— ¿Qué juego es este, Kagome? — Preguntó confundido. — No sabes cuánto me ha costado encontrarte, y no sé que fue lo que pasó aquí, pero tenemos que irnos.
— No puedo ir contigo a ninguna parte.
— ¿Qué? ¿Y porqué no? — Trató de ponerse en pie una vez más, pero volvió a caerse. — ¿Es que estás herida?
— No.
— Entonces explícate de una vez. — Dijo al fin algo molesto. ¿A qué estaba jugando esa niña? ¿Qué se traía con tanto misterio?
— Primero que nada, el que debería de explicarse eres tú. — Hizo una pausa. — No sé quién eres, ni porqué me llamas Kagome, además, dudo mucho que puedas ir a alguna parte en el estado que te encuentras. Te han golpeado muy duro...
— ¡¿Qué?! - Exclamó de repente. — ¿Cómo es que no sabes quién soy?
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El intruso alzó la cabeza, y un par de ojos rojos brillaron en la oscuridad de la noche, malignos y desafiantes. En su rostro oscuro y deformado se dibujó una sonrisa burlona, y acto seguido el sujeto dio un salto y tomó prudencial distancia.
La advertencia de Miruku despertó al resto del grupo, y pronto estuvieron todos cara a cara con el enigmático visitante.
— ¿Quién eres y qué buscas? — Volvió a preguntar el houshi.
El extraño sujeto se puso repentinamente serio y en completo silencio se lanzó directo hacia Miroku. Fue tan rápido que el houshi apenas si atinó a cubrirse con los brazos.
— ¡Hiraikotsu! — Exclamó la exterminadora, lanzando su arma. Pero el sujeto de ojos rojos la esquivó sin mucho esfuerzo.
Para sus sorpresa, Miroku se incorporó para descubrir que aquel demonio apenas si lo había golpeado para poder pasar sobre él.
El monje no era su objetivo.
Luego de haber sorteado ambos obstáculos, el monje y la exterminadora, se lazó sobre Kirara, a la cual le asestó un duro golpe, enviándola bien lejos, entonces, se hizo con su verdadero objetivo.
— ¡Kirara! — Exclamaron al unísono Sango y Miroku.
El felino se incorporó algo atontado, y sacudió la cabeza para luego emitir un feroz gruñido
La persecución del desconocido se inició, pero aquél era muy escurridizo. Saltaba de rama en rama, esquivando hábilmente los ataques de la exterminadora. — ¡Excelencia! ¿Puede verlo?
— ¡Es demasiado rápido!
Casi guiados por el instinto, siguieron corriendo a través del espeso bosque, hasta llegar por fin a un descampado. Ahí la figura del demonio volvió a hacerse visible y descubrieron que no era tanta su rapidez como su habilidad para escabullirse. Sin la protección de los árboles, era mucho más simple seguirlo.
Sango se adelantó, montada sobre el lomo de Kirara, y logró cortarle el paso, entonces el sujeto se paró en seco e intentó cambiar de trayectoria nada más para hallarse acorralado por le houshi. — Al fin lo tenemos — murmuró por lo bajo.
Pero lejos de darse por vencido, el que hasta ahora se había limitado a huir, se decidió a atacar en serio. Emitió un chillido ensordecedor y se lanzó sobre el monje a toda velocidad. Éste lo rechazó con su báculo, y luego el ataque de Sango le halló desprevenido, pero aún así no logró hacerle daño, y el sujeto volvió a variar su trayectoria para esta vez atacar a la exterminadora.
Miroku corrió tras él, pero el impulso que el demonio tomara le confirió una gran velocidad inicial. Dio un gran salto, elevándose hasta donde Kirara, y de un zarpazo hizo caer al felino y a su ama, quedando ambas aturdidas, desparramadas por el suelo, a merced de su atacante.
— ¡Señorita Sango! — Exclamó el houshi, corriendo hacia ellas. Las vio moverse ligeramente y se tranquilizó un poco, pero al alzar la vista pudo distinguir al desconocido, que ya no conforme con huir, se lanzaba a gran velocidad sobre ambas. Entonces, se decidió a descubrir su mano para absorberlo.
El demonio, atrapado en pleno vuelo, fue a dar contra el suelo. Fue un impacto poderoso, y se sorprendió mucho. Comenzó a chillar con más fuerza al saberse perdido, hundió los dedos en la tierra y se aferró a ella con todas sus fuerzas. Trató de resistir cuanto pudo, pero la fuerza del agujero negro pudo más.
Estaba a punto de abandonarse a su triste destino cuando el cielo se cubrió de insectos.
— ¡Maldición! ¡Son los insectos de Naraku! — Exclamó. — Debió cubrir su mano, dejando escapar al demonio.
Para entonces Sango y Kirara estaban ya en posición de poder defenderse, y ante la nueva situación el extraño sujeto fue prácticamente izado por los insectos que se lo llevaron bien lejos de allí.
Se lo escuchó reír, allí en el aire, mientras escapaba. Se burlaba.
Y nada más esperó a saber que las miradas de todos estaban sobre él, para dar el golpe final. Entreabrió su capa y extendió triunfal una de sus manos, enseñando nada menos que a un inconsciente kitzune.
— Oh, no... Shippo...
— ¡Excelencia, démonos prisa! — exclamó Sango mientras que iba en busca de Miroku y ambos montaba en Kirara. — No podemos perderlos de vista.
— ¿Pero porqué querrían al pequeño Shippo?
Se limitaron a seguirles el rastro, ya que estando rodeados por aquellos insectos, ciertamente no era mucho lo que podían hacer.
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El repugnante sujeto de larga cabellera negra sonrió complacido.
— ¿Tan impaciente estabas que tuviste que recurrir a un ardid tan mezquino?
— Tú cállate y observa, que yo, el gran Naraku, sé muy bien porqué hago las cosas. — Cayó a Kagura acompañando sus palabras con una mirada de superioridad, para luego volver a poner su atención en las imágenes que devolvía el espejo de su otra hija, Kanna.
— ¿Para qué quieres a ese niño? — Volvió a interrumpir Kagura, con impertinencia.
— No lo quiero a él, sino a los otro dos... — "Y ya se estaban tardando... Esto les marcará el camino para que lleguen a tiempo para el acto final." Se puso de pie y salió de la habitación en silencio, dejando a sus hijas en ascuas.
"Este Nishido tiende a complicarse con pequeñeces, pero hay que reconocer que tiene estilo... y que me servirá muy bien. A ese tal Hiroki no debe quedarle mucho tiempo..."
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— ¡Espera! No te acerques a las rejas.
— ¿Y eso porqué?
— Yoko les puso un sello. No podrás salir tan fácilmente. — Advirtió la miko.
— Eso ya lo veremos. — Dijo Inuyasha muy confiado y tanteando en su cintura en busca de su Tatsusaiga. Se llevó una gran y desagradable sorpresa al descubrir que no la llevaba consigo. — ¿Y mi espada?
— ¿Te refieres a esa que está contra la pared? — Inquirió Kagome en tono inocente y señalando con el índice el rincón en que descansaba la espada.
— Dámela. — Exigió el hanyou.
— ¿Cómo crees? — Replicó Kagome con expresión incrédula. — No sé quién eres, no puedo ayudarte más.
— ¿Cómo es eso de que me has ayudado? Nada más complicas las cosas Kagome, niña tonta. Por si no te das cuenta, soy yo quien ha venido a rescatarte y tú mírate nada más...
Kagome le devolvió una mirada furiosa. Ese sujeto era un cretino y un maleducado. Ella había detenido la espada de Hiroki cuando aquél iba a acabar inminentemente con su vida, ¿Y así es como se lo agradecía? Pues que se quedara ahí, encerrado y solo, ella ya tenía el sueño suficiente como para irse a la cama lograr dormir. Giró sobre sus talones y comenzó a alejarse sin decir nada.
— ¡¿Adónde crees que vas?! — Estalló Inuyasha. — ¡Kagome, ven aquí! ¡Oye, no puedes dejarme así!
La joven se detuvo y volteó a verle con expresión de poder. — Ya deja de gritar. — Volvió a sentarse en el suelo y lo observó con curiosidad. — Oye... ¿Cómo dijiste que te llamabas?
Inuyasha por poco y no vuelve a caer desmayado de la sola impresión que le causaron esas palabras.
Entonces era cierto que ella no recordaba nada... Pero había algo bueno dentro de todo en aquella situación: Ella estaba bien, estaba a salvo, y aunque sus recuerdos estuvieran perdidos, seguía siendo la misma de siempre.
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Continuará...
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Notas de la autora: Hola a todos, después de tanto tiempo... estoy apenada por la demora tan extensa, y les pido piedad, por favor no me maten ni se enojen conmigo... primero que nada, he estado padeciendo "bloqueo de escritor", y luego que no sé cómo me he dejado convencer por algunos compañeros de clase para ingresar en un certamen, así que he estado estudiando mucho, y no he tenido tiempo para estas cosas. Por otro lado, he dicho que llevaría esta historia hasta el final, y voy a cumplir con mi palabra: Este fic no se quedará a la mitad.
Ahora los agradecimientos:
Sheila Ruiz: Mil disculpas, otra vez... Mi PC es bastante buenita, pero está algo viejita, y bueno necesitó algo de cirugía mayor... Ahora está como nueva, pero la que anda en otra es la dueña... ¡Oh Diox, me estoy volviendo estudiosa! Ni yo me lo creo ¬_¬"" Muchos saludos y gracias por haber dejado tu comentario. ^__^
Carito: Muchas gracias por el comment, y por los ánimos. La verdad (aunque no lo parezca o no me crean), es que me gustaría mucho actualizar al ritmo que llevaba antes... Si las cosas salen bien, eso va a ser realidad, nada más que el bendito certamen se acabe... Gracias de nuevo y ojalá y te guste este cap. también. ^_^
Gaby: Hay... Lo siento mucho si te preocupé, podré tardar, pero que lo termino, lo termino. Me pone contenta que te guste mi fic, y te agradezco que me lo hagas saber; saber que alguien lee lo que una escribe, y más aún que le gusta, es muy gratificante. Saludos y espero te guste la actualización. ^^
ANTIKIKIO: Bueno, muchas gracias por las flores... tu comentario me ha dejado @_@... En serio, no creo que sea para tanto. Me alegro que te guste el fic, y mucho más de que te gusten los personajes que infiltré (a mí me cae bien Yoko XP ) Mil disculpas por la demora, y muchos saludos. ^^
kala: Gracias por el comentario, perdón por la demora, y... no es molestia responder a los comentarios, de hecho es algo que me gusta hacer. Ojalá el nuevo cap. sea de tu agrado. ^^
Rosalynn: Muchas gracias por decir que este fic es interesante, y no te preocupes que no pienso desbaratar a la pareja favorita de la gran mayoría ^_^ Pobre Kagome, si lo ha olvidado no ha sido por voluntad propia... pero ya lo recordará, no teman que falta poco.
¡Listo! Espero que les haya gustado el cap. y les reitero que no voy a dejar el fic a la mitad. El capítulo X está ya en proceso, y no creo que vaya a demorar. Como les dije, el colegio me tiene ocupada (y encima que soy de esas "afortunadas" personas que padecen la doble escolaridad T_T )... Mil disculpas otra vez.
Ah... no dejen de hacerme saber su opinión, y si quieren hacer alguna sugerencia, yo encantada trataré de tomarla en cuanta. Así que para lo que se les ofrezca, dejen review, o pueden enviarme un mail si prefieren a lyon_vega@hotmail.com.
Saludos a todos, y nos vemos en unos días.
Gracias por leer hasta aquí.
Leyla^^
