Capítulo 2

28 Noviembre 2003

Apartamento 12

Calle Lowell

Washington DC

– Tenemos pruebas de sobra – repitió Harm y Webb le dedicó una mirada crítica – Solo con lo que tenemos les va a caer la Perpetua.

– Sé que no queréis que esto se alargue más, pero tenemos que pillarles con las manos en la masa

– ¿Y? ¿Qué diferencia va a haber? La operación solo va a complicar las cosas.

– Harm tiene razón – interrumpió Mac apretando los puños y lanzando una mirada hacia donde Chegwidden estaba sentado – No conocemos el objetivo ni los compradores. Si algo sale mal se nos escaparan.

– Nada va a salir mal – afirmó Webb con seguridad

Harm resopló una carcajada irónica mientras lanzaba una mirada a Mac. Si esta operación se complicaba algo más que el éxito de la misión estaría en peligro.

El Almirante había permanecido en silencio durante los últimos minutos y por fin se decidió a hablar.

– Más te vale, Webb. Espero que nos informes en cuanto tengas los detalles de la operación listos. – añadió dando a entender que la conversación con el agente había finalizado.

– Mañana os llamaré – se despidió Webb cerrando la puerta al salir.

– Estoy atado de pies y manos – era lo más cercano a una disculpa que AJ podía ofrecerles. Harm y Mac permanecieron en silencio. – Pero me voy a encargar personalmente de que sea la última vez que esto ocurra.

Harm mostró una ligera sonrisa en señal de agradecimiento y se recostó en el pequeño sillón en el que estaba sentado. La situación en la que se encontraban y que ninguno de los tres llevase el uniforme permitía adoptar posturas más relajadas.

– Siguen habiendo cosas que me preocupan. – murmuró mas para si mismo que para los presentes.

Mac, que había permanecido perdida en sus pensamientos, le miro entendiendo al instante a qué se refería.

– Por qué nosotros – enunció dando voz a los pensamientos de Harm y este asintió. – La única acción del grupo de Marvin relacionada con la Marina fue el robo de la munición del almacén de Norfolk… Sus objetivos son siempre remesas de armamento no vinculadas al ejército.

– Fue lo primero que le planteé al Secretario Nelson – respondió AJ tras algunos segundos en silencio – Despachó la pregunta diciendo que eso no era excusa para permitir que siguieran robando con total impunidad. Me temo que tiene más que ver con que las 3 operaciones que la CIA ha preparado hasta ahora para atraparles han fracasado.

– Un topo… Por eso nos están utilizando a nosotros – dijo Harm atando cabos rápidamente. Por un instante se le erizó la piel. Nunca había sido un cobarde pero ahora tenía razones para sentir miedo. No solo su propia vida o la de Mac estaba en juego.

Oyó a Mac inspirar con fuerza a su lado, como si tratara, al igual que él, de armarse de valor.

– Todo saldrá bien – dijo ella, no muy segura si lo decía por tranquilizar a Harm o por calmar sus propios nervios.

Harm asintió tendiéndole una mano a la vez que Mac extendía su propia extremidad hacia él. Sus manos se entrelazaron ligeramente y los dos apretaron con fuerza tratando de ofrecerse tranquilidad el uno al otro.

AJ sonrió a la pequeña escena frente a él.

– Haré todo lo posible porque así sea. No voy a permitir que Allie pase estas navidades sin sus padres.

Mac rió nerviosa mientras suspiraba tratando de mantener las lágrimas a raya. Solo hacia 2 semanas que no veía a su pequeña y le daba la impresión de que había pasado una eternidad.

– Ayer se comió el puré sola – informó con una gran sonrisa y la voz cargada.

– De eso a que tenga su primera cita hay solo un paso – respondió Chegwidden con una carcajada que aumentó al ver el gesto de terror del padre de la criatura.

– Eso no ocurrirá hasta dentro de 30 años si de mi depende – el tono de Harm daba a entender que era una broma… más o menos.

Mac se relajó levemente mientras la risa surgía de su interior.

– Tendré que prohibirte que limpies tu arma cuando venga a recogerla su primer novio.

Harm frunció el ceño.

– No pensaba limpiar el arma… con tener una pequeña conversación con él me bastará.

El Almirante se levantó de su asiento mientras reía.

– Tranquilo, solo tiene año y medio, así que sea a los 16 o a los 30, aun falta bastante para que tengas que amenazar a ningún pretendiente. – poco a poco se dirigió hacia la puerta - Bueno, procurad descansar esta noche. Mañana tenéis que encontraros con nuestro amigo Marvin y posiblemente después de eso tengamos que reunirnos con Webb para poner la operación a punto. - AJ ya casi en el exterior del apartamento se giró dirigiendo una mirada hacia Harm – Comandante… - dijo en tono de advertencia.

– Lo sé. Solo me quedaré un rato más. Queremos aprovechar para llamar a mi madre y hablar con Allie. Luego volveré al hotel.

El Almirante asintió dando su aprobación. El éxito de la infiltración de Harm y Mac en el grupo de Marvin partía de la premisa de que ellos no se conocían con anterioridad… ahora no importaba que les vieran juntos habiendo sido presentados por el propio Marvin, pero si pasaban demasiadas horas reunidos alguien podría sospechar. Aun así, él mejor que nadie sabía que los dos necesitaban mantener contacto entre ellos y con su hija para que sus mentes pudiesen concentrarse en sus papeles cuando llegase el momento. Con una nueva suplica silenciosa para que todo saliese bien AJ salió del apartamento.

En cuanto estuvieron solos Harm se acercó a Mac pasando un brazo sobre sus hombros y atrayéndola hacia él. En silencio la abrazó con fuerza y a continuación la alejó un poco para poder observarla.

– ¿Te encuentras bien? – preguntó preocupado al ver que su rostro había adquirido un tono pálido.

– Ahá – asintió ella débilmente – Solo… creo que algo de lo que comí ayer me sentó mal. Tengo algo de angustia.

– Deben ser los nervios – aportó Harm abrazándola de nuevo y ella volvió a asentir contra su pecho.

Esta vez permanecieron en esa posición durante varios minutos hasta que finalmente se sentaron el uno junto al otro con el teléfono en las manos. Solo sería una llamada corta pero ya que no podían arriesgarse a ver a su hija al menos podrían hablar con ella. Allie solo tenía año y medio y a pesar de ser bastante tranquila, cada vez que había oído las voces de sus padres a través del teléfono durante las dos últimas semanas había desplegado su mejor repertorio de risas, balbuceos y alguna que otra palabra, aparentemente consciente y dispuesta a aprovechar los pocos minutos de conversación con sus progenitores.

Continuará…