Contraparte.

Capitulo 2: Cosas Enredadas.

Shiori estaba en el marco de la puerta, con los ojos brillando en terror y confusión. Por un momento Kurama se obligó a pensar que hablaba de Hiei, con su imponente cabello en pincho y su tercer ojo en la frente, pero no era así, la mirada de la mujer estaba clavada en él. Al parecer, las sombras se habían encargado bien de resguardar al Youkai de Fuego de la vista inquietante de la hermosa madre.

-Mamá –dijo, sabiendo que había arruinado todo, si era a él al que no reconocía, aquello le daba a ella la certeza de quien se trataba.

La mujer dio otro paso hacia atrás, mientras su mano se levantaba lentamente para señalarlo, pero el pulso le falló, y no pudo más que temblar, finalmente, mirándolo a los ojos, taciturna, su boca formó un nombre -¿Shuuichi? –el abrió los ojos ante la pregunta, dejándole ver más su mirada esmeralda -¿E-eres…eres tú?

Ante la pregunta, se miró de pies hasta donde la vista le permitiera verse. El ramo rodó ligeramente con un dejo esponjoso, como quien deja caer una almohada, sus manos temblando mientras las veía con horror.

Quiso gritar, pero con el ligero quejido que lanzó, se dio cuenta de muchas cosas, sus manos no eran las mismas, tenia los dedos más finos y delicados, su voz se había vuelto un susurro más claro y tenue, su ropa comenzaba a sentirse holgada y grande, excepto por el pecho, que comenzaba a apretarle dentro de la playera por los botones.

Shiori no podía estar más sorprendida al perder su mirada en la de aquella hermosa jovencita, cuando un ruido en la sombra de su jardín, le comprobó que la muchacha no estaba sola, sino todo lo contrario. Un extraño joven también estaba ahí. Su vista se agudizó entrecerrando los ojos, y pudo notar al encapuchado chico sentado sobre el pasto y parte de una jardinera con sus flores preferidas. No le importaron tanto aquellas flores ante esa confusión, y su garganta lanzó un grito agudo, en el momento justo que un auto pasó, con las luces de su faros encendidas, iluminando como un ligero relámpago la escena, haciendo brillar un tercer ojo que sobresalía en su frente.

Cayó sentada sobre su trasero, temblando más que antes, alejándose lo más que pudo por la cocina. Kurama trató de ayudarla, pero ella rehuyó aún sorprendida cuando esta le volvió a llamar madre.

Sus ojos castaños siguieron escrutando la figura de la muchacha. Y aunque lo creyera imposible, era su hijo, esos ojos no los tenía nadie más que él.

No sabiendo con certeza si era afortunada o no de no haberse desmayado, armó todo el valor que le quedaba en el cuerpo, y se levantó caminado hacía la decepcionada chica que la veía con tristeza, advirtiendo el deseó de llorar en ella.

Fue entonces cuando sonrió, le parecía tan tierna, que no podía evitarlo.

Contuvo la respiración un instante, acariciando la cabellera pelirroja que se ondeaba con el viento de aquella fresca y ambigua noche. El rostro que estaba ya bajo, la miró de golpe, espantando las ligeras lagrimas, y sin que pudiera evadir nada, la más joven se arrojó a sus brazos a llorar.


Koenma andaba de un lado a otro desesperado, su padre, como siempre, le recriminaba como si el tuviera la culpa de que un alma se hubiera perdido de camino a su juicio con él.

¿Y que alma era la que estaba perdida?

La respuesta era: la de la bruja.

¿Y que era lo que podía hacer?: Nada, más que exasperarse.

Refunfuñó y de un grito llamó a Botan. Estaba tan enojado, que incluso Ogri había salido de la habitación, eso le aseguraba que la muchacha tardaría en decidirse en entrar a la oficina.

Una cabecita cubierta de azul se asomó apenas por la puerta que entreabriera ella misma. El chiquillo miró por el rabillo del ojo con una chispa de ira brillándole en la pupila.

El rostro de Botan se puso morado, difícilmente se veía a Koenma tan enojado como lo estaba ahora. Y en verdad que no era nada agradable.

-¡BOTAN! –Gritó todo lo que su gargantita le permitió, sus puñitos cerrados mostraron una vena palpitante que amenazaba con estallar, casi como lo mostraba la de su frente -¡¿Qué haces ahí parada?! ¡LLAMA A YUSUKE Y A LOS OTROS!

La jovencita salió como alma que lleva el diablo, yendo en busca de los muchachos a todo lo que su remo podía.


No había tenido más opción que contarle a su madre todo lo que pasaba, incluido su secreto más celosamente guardado; pero ya no importaba, él mismo había cometido el error de llamarle "madre" estando transformado en lo que estaba y con Hiei a un lado de ellos, observándolas distante con los brazos cruzados.

Aunque pensándolo bien, al fin se sentía tranquilo de no tener más secretos entre él y madre, quien sentada en el piso de la cocina a su lado, con las luces aún apagadas y la espalda recargada en la puerta que cubría la tubería del fregadero, lo miraba de una manera un tanto extraña.

No la culpaba, él mismo, si fuera un humano normal, no lo creería. Pero no lo era, y menos ahora que se había transformado en mujer.

Bajó la cabeza azorado ante toda esa sorpresiva confusión, dejando a su madre meditar sobre las cosas mientras se repetía Shiori a sí misma que no podría creer que hubiera tres mundos y que su hijo estuviera prácticamente en medio de estos, como Youko, hombre y detective espiritual.

Mientras tanto, distante, pero no lejos de toda esta frustración, se encontraba Hiei con su mirada fría pero enigmática, sosteniendo esa expresión de ensimismo o pensamiento profundo que tantas veces mostraba y pocas veces en realidad hacía.

Todo estaba pasando de una manera tan repentina y estrepitosamente delirante, que aún no acababa de creerse lo que pasaba.

Una bruja muerta, un chico desmayado, y ahora, el mismo chico, ahora era una chica.

Y lo más inquietante…una muy hermosa.

Tembló al pensar eso de Kurama. Y es que simplemente, él era eso, Kurama, su mejor amigo, a-mi-gO.

Sacudió la cabeza graciosamente, sin ser observado por las otras dos mujeres en la cocina. Sólo Inari sabía que era lo que le estaba pasando, o porque estaba pensando aquellas cosas.

Por ahora, estando confundido o no, tenía un problema, y ese era que el muchacho pelirrojo, ya no era más muchacho, y no tenía la menor idea del porque de aquello.

-¿Crees que haya sido la bruja? –preguntó Kurama sacándolo del encimo. Su madre miraba sus ojos rojos a la expectativa de una respuesta, al parecer, Kurama le había contado ya acerca de su ultima misión realizada –Mi madre piensa que podría ser así.

Quiso palmearse la cabeza ante tan obvia respuesta, pero no lo hizo por temor a perder su temple. Su cabecita en pincho comenzó a carburar. Él mismo había escuchado palabras extrañas salir de la boca de aquella hechicera barata, antes de lanzar su rayo a Kurama, pero no le dio importancia hasta ahora que lo recordaba.

Se movió de su cómoda posición dirigiendo su mirada a la pelirroja.

-Tenemos que ir con Koenma, Rojo –le costó un poco decir eso ultimo, comenzaba a sentirse incomodó ante aquella jovencita, que, a sabiendas que era Kurama, no podía dejar de sentirse cohibido ante su apariencia.

"Tal vez es más intimidante ahora que no intimida" –pensó irónico.

El ahora pelirroja asintió despacio con la cabeza, caminando hacia la puerta de la cocina, seguido de cerca por Hiei, quien intentaba no mirarlo, tratando de no percibir el delicado movimiento de caderas que hacía el otro al caminar.

Cuando abrió la puerta para salir, alguien intentó desesperado entrar, chocando de frente con Shuuichi. Ambos cuerpos cayeron al suelo. Mientras se sobaba el trasero el recién ingresado, maldijo su suerte de ese día, pero se quedó en silencio al contemplar la hermosa figura que se levantaba frente a ella.

Sí, Botan se quedó callada por primera vez en su vida, fuera de las amenazas de Hiei para con Yukina, inclusive la desesperación por el temor de un Koenma enfadado, se borró de su mente al ver a la otra chica.

-¿Ku—Kurama?-murmuró con la voz tambaleando dentro de su garganta, la otra la miró con ojos grandes, mas no dijo nada.

-Sí, es él –el tilde siempre frío de Hiei contestó a la pregunta de Botan, quien apenas pudo recuperarse de la impresión, se dedicó a contemplar a la bella muchachita de ojos verdes. Todo se volvía más extraño cada vez.

-Koenma me mandó a buscarlos –dijo sin dejar de escrutar a Kurama, le había levantado incluso el cabello para ver su delicado cuello, le palpaba la garganta en busca de la "Manzana de Adán" y por ultimo, en su afán de saciar la respuesta a su duda, colocó una mano en el torso de Shuuichi, apretando bien firme el gran pecho izquierdo del ahora mujer. Todos se sonrojaron al ver que hacía eso, más cuando apretó con más fuerza, haciendo lo mismo ahora con los dos senos, logrando liberar un pequeño gemido que salió como protesta de la delicada boquita del Youko.

-Ejem…-Kurama mostró su incomodidad -¿Podrías "dejármelas" en paz?

Botan asintió avergonzada, reparando en ese momento que había una persona más, ajena al grupo espiritista.

Otro grito salió de su boca mientras se llevaba las manos a las mejillas, mirando a la madre de Kurama observar toda la escena y rápida como un rayo, se escondió tras la puerta para que esta no la viera.

-¿No crees que ya es un poco tarde como para esconderte? Te ha visto desde que llegaste.

Hiei tenía razón. No tenía ningún caso el esconderse de alguien que ya te había visto, sin importar que tú no a él. Y Shiori llevaba mirando a Botan desde que aterrizara en el piso hasta que desapareciera detrás de la puerta. De hecho, comenzaba a alegrarse de que personas tan energéticas y divertidas fueran amigos de su hijo…o hija.

Le sonrió al fin a la muchacha mostrando su encantadora aura maternal. Las cosas se estaban tornando cada vez más extravagantes, y sabía que aún no acababan.

Hiei, Kurama y Botan avanzaron hacía el lugar donde esta abriría un portal para poder trasladarse al Renkai, y justo cuando estaban por cruzar el portal, una delicada mano jaló de la ropa holgada de la chica herbolaria, así que el recién señorita volteó la mirada para encontrarse con la de la mujer que el había dado la nueva vida. Shiori lo miró de manera avergonzada, pero firme mientras su mano se cerraba más entre la tela del blanco atuendo de su hijo.

-Y-- yo también quiero ir- murmuró temblando ante la posible negativa que iba a recibir.

Kurama pareció meditarlo un poco, volteando a ver a sus amigos, quienes le desviaron la mirada para no inmiscuirse ante ese problema.

-No creo que…

-Shuuichi, quiero conocer a tu jefe –le cortó Shiori, haciendo imposible que Kurama pusiera un "pero" al asunto.

A final de cuentas, suspiró dándole la mano a su madre, y todos juntos atravesaron el portal.


Yusuke no había llegado aún y se resistía a ir. Argumentaba que tenía una cita con Keiko. Pero todos sabían que en realidad le daba flojera el asistir a la reunión. Botan seguía insistiéndole sin decirle nada aún acerca del estado de Kurama, de hecho, la cara enojada de Koenma al interrumpirlo con su platica con su padre, le había vuelto a borrar todo de la mente.

En espera de que Botan convenciera a Yusuke, trajeran a Kuwabara y Koenma terminara su conversación con Enma-Daoh (¿se escribe así?) Hiei se decidió a vagar por ahí, en busca de algo provechoso que hacer.

Shiori seguía pegada al regazo de su hijo, observando temerosa todo lo que había a los alrededores. Todo rodeado de encantadoras jovencitas y espantosos ogros azules. Ciertamente, ella se imaginaba ese lugar de otra manera, menos moderno y más primitivo, como cuando niña, su abuela le contaba cuentos de ese reino.

Kurama suspiró apretando el brazo de su madre –Lo siento, mamá.-dijo con dolencia –Nunca te dije nada de esto, te mentí durante todos estos años, y hubiera seguido así, de no ser por esto que me pasó- la mujer le miró un instante pero le sonrió con ternura. Sus manos se apoyaron en las de su "muchacho".

-No te preocupes, yo…yo de alguna forma lo sospechaba –Los ojos de Kurama se abrieron, dejando ver sus hermosas orbes verdes, ahora cubiertas por más pestañas largas y rizadas. Shiori sonrió apretando más su tacto contra los dedos de su hijo –Bueno, no es exactamente lo mismo. Noté varias veces que te escapabas, y que te mostrabas recaído en ocasiones, pero todo lo adjudique alguna jovencilla que hubiera cautivado tu atención, aunque al parecer, me equivoqué ¿Era aquí donde venías cuando decías que ibas de campamento y esas cosas?

Shuuichi Minamino, con aquellos labios rosáceos suyos, sonrió sabiéndose perdonado, y se animó abrazar a su madre con entusiasmo mientras asentía. Dejándola libre de sus brazos, sólo cuando esta le dijo que quería andar investigando por ahí y conocer por entero el lugar. Aunque le dio temor, podría encontrar a Hiei y es que aquel chico tan callado y malencarado le asustaba en cierto modo, con su cara siempre seria y enojada, y esos ojos rubíes que helaban la sangre con sólo encontrarse en el camino de esa mirada fría.

Kurama se quedó solo esperando recargado en una pared, sintiéndose un tanto incomodo por las miradas que los ogros le daban. Era muy parecida a la forma en que las chicas de su colegió solían observarle cada que se paseaba por los pasillos, o que iba a la cafetería.

Suspiró y tocó su pecho ligeramente, y es que, aunque parecía calmado, no lo estaba, no con ese nuevo cuerpo que curveaba su piel lo menos que podría estar, era calmado.


Koenma andaba por ahí, en su forma de infante, aún con la cara repleta de enojo y una vena traspasando su sien. Como siempre, su padre no hacía más que culparlo de todos los problemas acontecidos, y la verdad, aquello le era ya exasperante.

En primera, porque cuando el Gran Enma quería irse de vacaciones, lo dejaba a él con todo el trabajo, en segunda, porque ya se tomaba cualquier excusa para de todas maneras dejarlo a cargo, y en tercera, porque ahora lo culpaba de algo que en un principio no era responsabilidad de él ¿qué clase de padre tenía? Sin duda, por eso amaba más a su madre.

Iba entonces caminando por ahí con la cabeza calentada por la ira, que nunca escuchó lo que Botan le había advertido de Kurama, incluso la había corrido de la sala donde platicaba con su padre.

Sus débiles nudillos se volvieron blandos cuando pensó en su padre nuevamente, y no pudo hacer más que rabietas, pero ya era su deber el librar aquel problema.

Sus ojos se clavaron de pronto en una melena roja y sedosa, que esperaba en un rincón con la espalda recargada, observando con algo de pavor a los ogros que la miraban como gallardos galanes tratando conquistarla (aunque unos tantos la miraban con cierto deje de lujuria). La columna se le enchinó más a la muchacha cuando uno de los tantos ogros le guiñó un ojo sonriéndole con altanería y Koenma no pudo evitar reír despacio ante la cara grotesca (según él) que aquel gesto formó en ese feo monstruo azul.

Miró nuevamente a la chica del rincón y sus ojitos se perdieron en las curvas escondidas en aquellas ropas blancas y holgadas, no advirtiendo que él ya conocía ese tipo de vestir. Se sonrió con arrogancia y su cuerpo cambio por completo, dejando ver la figura de un joven apuesto de cabello castaño, ojos profundos…y un chupón en la boca.

-¿Te están molestando? –pronunció cerca de la mujer, quien le sonrió agradecida de su compañía, dejándole ver mejor sus hermosos ojos esmeraldas… lastima que Koenma no la reconociera.

-Algo así, pero no tienen la culpa –dijo encogiéndose de hombros, actuando con la naturalidad que caracterizaba a Kurama, quien pensaba que el otro lo había reconocido.

-Si, son algo pervertidos los ogros de por aquí-dijo, y rápidamente agregó –especialmente con chicas tan hermosas como tú.

Kurama abrió los ojos confundido, ¿acaso el hijo de Enma no lo había reconocido aún?

¿Botan lo le había contado de su "pequeño" problema? Si no fuera tan amable, la mataría apenas volviera a verla.

Las manos de Koenma se deslizaron rápidamente y tomaron las de Shuuichi, haciendo que lo mirara firmemente a los ojos con ese afán de ser un Don Juan.

-¿Jamás te habían dicho que eres hermosa? –preguntó con esa voz sexy que a veces tenía el Daoh.

Kurama se puso nervioso encogiendo los hombros con incertidumbre –Realmente no, nunca…

-Eso es raro-Le interrumpió-, siendo que tú rompes con la palabra que no puede describirte por entera.

Eso comenzaba a fastidiarle al Kitsune, quien se mostraba un tanto ansioso de golpearlo –No sigas que yo no…

-Déjalo, Koenma, que ella es Kurama.

Ambos voltearon a donde provenía la voz, encontrándose de frente con Hiei, quien miraba de una forma más fría de lo normal.

Carburando en su cabeza divina, Koenma miró los ojos verdes de la chica a la que le sostenía las manos escrutando en el brillo de aquellas hermosas pupilas, con los ojos algo entrecerrados.

-¡Aaaaaaaarrrg! –cuando hubo reconocido la forma de mirar de aquella joven, le soltó las manos con brusquedad, poniendo una cara asqueada, aunque en realidad no lo sentía, más bien, era una sorpresa tan inminente y firme, que todo lo demás se le volvió sin importancia -¿Qué diablos te pasó?

Hiei y Kurama giraron la vista hacia arriba -¿Crees que lo sé? –Ese tono de ironía sonó agradable en esa garganta femenina –Por algo hemos venido a verte.

La mirada de otros chicos se posó en Kurama, dándole un dolor más en la espina.

-¿Ese…ese es Kurama? –la voz del "deforme" (como Hiei solía llamarle) interrumpió toda escena de reproche por parte de Koenma. Obviamente Botan se había acordado de decírselo al menos a Kuwabara.

Yusuke, quien caminaba distraído, más enojado que contento, miró a la muchacha, sin atender al comentario de Kazuna. Sus ojos brillaron ante la belleza de la chica y se acercó con aire de galán a ella.

Hiei no dijo nada, pero miró a Yusuke y a Koenma de una forma más penetrante, cosa que el primero ignoró y el segundo no dio tanta importancia al verse desengañado ya de que aquella ternura de jovencita, era un hombre.

Como sea, Yusuke se siguió acercando a Kurama, poniéndole más nervioso con un encantador guiño de ojo para demostrar su encanto. Keiko por el momento no poblaba su cabeza como en la mayoría de la ocasiones, y ciertamente, debería de haber agradecido a Inari el que ella no estuviera, porque de seguro, volvería a morir.

Botan iba a decir algo, pero se tragó el comentario junto con una carcajada, le daba curiosidad de saber hasta donde llegaría el irresponsable detective o hasta donde Kurama le dejaría ir.

Por el momento apenas se acercaba con su mirada fija en la de "ella" tratando de no perder el contacto. Kurama tragó grueso y le pidió a su amigo que no se acercara. El detective espiritual no hizo caso, y aceleró el paso a él, tomándole una mano. Normalmente Yusuke no actuaba así, le daba lo mismo el ver una chica hermosa o no, pues con Keiko le bastaba, pero aquella señorita era un mismo ángel caído del paraíso occidental.

Hiei apretó los puños al ver que Kurama no hacía gran cosa por alejar a Urameshi de su lado, sólo unos forcejaos débiles para liberar su mano, y una mirada nerviosa para tratar de evitar la del otro sujeto, pero fuera de eso, no lograba ningún resultado ¿Entonces porque no lo golpeaba? ¿O era acaso que secretamente, su mejor amigo disfrutaba de eso?

Se encogió de hombros tratando de no darle importancia, y se dedicó a mirar al novio de su hermana, quien observaba la escena con una mueca entre diversión y asco, después de todo, la esplendida pelirroja era un chico y Urameshi ni lo sospechaba.

Sus ojos se apretaron, aún intentando no darle atención a la escena con Kurama, quien tenía la fuerza suficiente para alejar a Yusuke, pero aún así, no hacía nada, y comenzaba a preguntarse más fieramente si a su amigo le gustaba la cercanía de ese idiota.

En cambio, en la mente del pelirrojo se mostró decepción al ver que a Hiei parecía no importarle en absoluto el que el otro tratara de conquistarle. Y es que, no le gustaba ello, pero quería ver otra vez la mirada fría del Koorime traspasar los sentidos de todo aquel que se atreviera a tocarlo. Ahora ya no era así.

Por un instante se fastidió y encogió las manos hacia sí, para soltarse de Urameshi, este se sorprendió, y con una encantadora sonrisa, volvió a guiñarle un ojo. Kurama le sonrió mientras se alejaba un poco, sonando firme al decir un fuerte –Soy Kurama.

El detective espiritual abrió los ojos y se mostró confundido. Fue entonces cuando comenzó a escrutar más fieramente con su mirada al chico, y un grito extraño se formó en su garganta, mientras daba un salto hacia atrás.

-¿Por qué diablos no me lo dijiste? –se quejó.

-Te lo dijeron, y me asustaste tanto que no pude hablar –mintió en lo último, esperando que Hiei lo escuchara todo.

Una carcajada de mujer se escuchó por todo el recinto, y Botan no tuvo más remedio que tomar su estomago y agacharse, para resistir el dolor que le causaba reírse. Los presentes miraron a la chica con un deje de odio y rencor por aquella burla, más no le importó tanto, la risa aún le perforaba la garganta.

Koenma suspiró tratando de calmarse, y volvió a su forma de infante, dirigiéndose a su oficina, indicando que todos le siguieran.


Por Inari, mi cabeza está a punto de estallar, me ha costado un poco de trabajo este capitulo, y es que porque, a pesar de que a veces uno trabaja mejor bajo presión, el tiempo no me ha alcanzado con todos esos exámenes y trabajos extras por el odioso fin de Bimestre.

Celebro también, porque he publicado otro fic de esta serie en el Rating R, una historia un poquitín extraña, que ojalá, si me están leyendo, la visiten y me digan que tal está. Su nombre es "Bifurcación" y al menos a mí me parece buena, ojalá la lean y me manden su comentario también de esa.

Pasando a otras cosas, no tendré fácil el publicar pronto el siguiente capitulo, no al menos hasta que pare la masacre de exámenes que a la que me están sometiendo, aún así, prometo echarle ganas.

Al fin se están poniendo buenas las cosas, y esperen que se pongan aún mejor. Perdonen si la historia dice "Humor" pero es que el mío es muy extraño, y hasta a veces negro (Vasta con ver el fic de Trick or Treat" que he escrito de Yugi Oh!, que a mi me ha dado risa en vez de Miedo ¬¬U).

En fin, ahora voy a los reviews y me despido:

NaRu

Muchas gracias por esperarme. ¿Un triangulo? Bueno, más o menos, depende de cómo veas la trama. Sí, es sencilla, pero ¿qué sería de la vida sin las cosas sencillas? La verdad no lo sé, no me gusta pensar más de lo necesario. Jaja, gracias por tu RR y nos vemos en el próximo capitulo.

Dark-Kagome-Chan:

Vaya, muchas gracias por mandarme un RR ¿Sabes? Soy gran admiradora tuya, y de tus fics, que me encantan, sobre todo el de "Cierra los Ojos", perdona si no te he dejado ningún RR, pero la verdad, estoy algo corta de tiempo, y no entro mucho a Internet. ¿Ya vez que si se volvió mujer? Y las cosas se pondrán más problemáticas para la bella parejita de fuego y...er... ¿zorro?

Gracias por leerme, y nos vemos pronto. Por cierto, ya te agregué al msn.

VALSED:

Sip, Kurama se convirtió en una adorable jovencita (que ahora que lo piensa, se parece un poquitin a Ranma, según lo que tengo en mi cabeza). Jajaja, Verdad que es linda mi nueva palabra????????? Me la paso repitiéndola en el salón, sin que nadie me entienda xD. Nos vemos pues, gracias por el review y te cuidas mucho.

Yukina:

Realmente no creo que este tan confuso, pero gracias (aunque bueno, como yo sola me entiendo, tal vez si lo puse un poquito complicado --U) Sip, se ha convertido en mujer, y espera a ver las penurias que le esperan con ese cuerpo. Ya sabes, para que sufra todas las injusticias que el sexo femenino sufre xD. Nos vemos pues, gracias por el Review y te agregaré al msn. Nos leemos luego amiga.

LastLightangel

Gracias por el review, ¿vez que ya actualice?No fue tan pronto como esperaba, pero bueno, espero no tardare tanto en el otro, para no dejarte en tanto suspenso. Bueno, cuidate y nos leemos pronto.

Bueno, es hora de irme a dormir, tengo sueño y también escuela. Así que cuídense todas y nos vemos luego.

Sayonara Bye Bye!!!!!!!!xDDDDDDDD