Contraparte.
Capítulo 3: ¿Quién dijo fácil?
-Los mandé a llamar a todos, para comunicarles algo importante.
El Reikai Tantei, reunido como estaba ahora, escuchaba atento la información que Koenma, el príncipe del más allá, les daba de forma urgente; incluso el Koorime, quien aún con el rostro ladeado y recargado en un rincón, prestaba atención disimuladamente.
-La bruja ha muerto- soltó de pronto sin rodeos, raro a lo que estaban acostumbrados de parte de él, quien siempre daba de vueltas a las cosas –, y como saben, el estado de Kurama es...er...delicado. –se cohibió ante la denominación de su problema, no era que estuviera delicado, sino que se había vuelto delicada.
-¿Y eso en que afecta? –la voz siempre estoica de Hiei se escuchó de forma cavernosa dentro de la colorida oficina. Koenma tragó grueso, en realidad, a eso iba.
-Lamentablemente, la única que sabe de cómo retirar la maldición, era ella.
Todos quedaron callados, si era posible, Hiei, permaneció sumergido en más silencio del acostumbrado. Aquel minuto que pasó, pareció una eternidad, en el que todos pensaron en como resolver aquel lioso problema.
-¿Y porque no llaman a el alma de la bruja?, se supone que la deben tener aquí.-Al fin parecía que Kuwabara Kazuma, el deforme, tenía una buena idea.
-Escapó –soltó la peliazul, mirando a Kurama con un poco de lastima, más se sonrojó al ver la mirada llorosa de aquella chica que estaba frente a ella, con aquel traje blanco tan impecable como su tez.
-Pensamos que lo que en realidad buscaba Arashi Ankuko, era un contenedor.
¿Falta decir que las expresiones de los presentes se tornaron tan confusas como un pobre idiota perdido dentro de una convención científica?
-¿Quién es Arashi Ankuko?
Kurama suspiró con desdén, mirando como Hiei, Yusuke y Kuwabara, mostraban aún la incredulidad de la ignorancia.
-La bruja –dijo con aquella voz de ángel; de hecho, en esos momentos no había querido hablar, aún apocado por aquella voz tan dulce y refinada con la que su garganta se expresaba, sonriendo al ver la comprensión en la tez de sus compañeros -¿Para que un contenedor? ¿De que?.
Koenma bajó de su gran sillón, y caminó por la habitación, con las manitas graciosamente entrelazadas por los dedos, tras su espalda. Sus ojos siempre cerrados como las de un caricaturesco gato –Alma. Supongo que al saber que moriría en sus manos, preparó un cuerpo que la encarnara sin la necesidad de renacer. No sé si eligió al azar, o si tú le pareciste el más indicado, pero lo preocupante ahora, es el poder devolverte a la normalidad.
-Lastimosamente, aquella alma, alcanzó a escapar de alguna manera de su juicio.-Botan suspiró después de haber dicho aquello, no era que siempre ayudaba con las explicaciones (en realidad, consideraba que siempre enredaba más las cosas ella misma) pero en esa oración, aquel brote de palabras pareció indicado y sencillo, a corroborar lo que había dicho su Señor Koenma.
-¿Y que haremos?
La pregunta flotó desde haber escapado de los labios de Urameshi, estando notoriamente preocupado por su amigo bermellón.
Nada, los minutos de silencio seguían, mientras nada pasaba claro por las seis mentes reunidas allí.
Finalmente, un suspiro taponado con un chupón, rompió la densidad de la oficina, confortándose con una idea simple, tratando de encontrar un donde empezar.
-Mandaré a los más sabios de mis ogros a revisar la biblioteca. Es lo único que pudo hacer por ahora.
Las miradas bajaron cuando supieron que no había nada más que hacer por el momento, más que esperar el milagro de la reversión, aunque era seguro, que esta no vendría por sí sola.
-Bueno, yo me retiro, aún tengo asuntos que arreglar. –Musitó Yusuke. Lo sentía por Kurama, pero no podía hacer nada, el pensar no era su fuerte.
-Sí, pueden marcharse. –Koenma habló de un modo conciliador, aunque se le veía preocupado.
Todos salieron junto con el Mazoku, dejando en la oficina a un atareado Dios. Fue entonces cuando unos ojos tan expectantes como sorprendidos, miraron la escena de salida.
Shiori avanzó con paso vacilante cuando su hijo salía de la habitación, no pudiendo resistir el ver más de cerca, al pequeño bebé que miraba parado en la puerta.
Se acercó con cautela, y abrazando por el brazo a su hija, miró al pequeño con rostro enternecido.
-Que lindo bebé –dijo entonces, cuando vio de cerca a Koenma -. ¿Quién es?
-Es el príncipe del inframundo, madre –explicó la muchacha pelirroja, admirando la boca bien abierta de aquella otra mujer- . Él es mi jefe.
Sentado donde siempre, en el mismo marco de ventana, en aquella fortaleza tan imponente como aterradora, se encontraba el Jangashi, con la mirada perdida e imperturbable, casi como siempre se encontraba.
Mukuro le veía, pero no le decía nada, presionarlo no era la alternativa más inteligente para escuchar sus acongojas, si le dolía, él mismo las diría indirectamente y sin mirarla a la cara.
Mientras tanto, le dejaría meditar, hasta que se atreviese a hablar sus problemas con ella.
Con el paso de los pocos años en los que Hiei llevaba de servirle, hacía siempre lo mismo. Y ella se alegraba, porque más que una jefa, se había convertido en su amiga y confidente.
¡Que se fuera al diablo el que dijera que lo amaba! Porque sí, lo hacía, sólo que de una manera que nadie entendería. No lo quería a su lado como pareja, ambos eran demasiado iguales como para aguantar una relación, pero le comprendía a tal grado, de dolerle lo que había sufrido de antaño.
Ambos Malditos, ambos seres sin querencia, por eso debía acompañarse, mas no amarse como...pues como amantes...
Hiei, la miró entonces, comprendiendo el apoyo que ella le brindaba, mas no habló, su mente aún pensando en que hacer respecto a Kurama.
Sus ojos se abrieron y un suspiró (que más bien pareció gruñido) fraguó en su boca.
Estaba pensando en el zorro más de lo que se había permitido a sí mismo.
¿Qué pasaría si el pelirrojo no regresaba a la normalidad? ¿Por qué se estaba preocupando tanto por él? ¿Qué pasaría entonces con su amistad?
Otro gruñido le hizo recordarse a si mismo, que seguía pensando de más. Normalmente, aquellos problemas eran del baka Kitsune, y de nadie más, pero ahora no podía evitar pensar que debía tenderle la mano, como tantas veces lo había hecho el bermejo con él.
Los ojos se le cerraron al suspirar de una manera más profunda, haciendo que Mukuro le tomara más atención. Era con esos gestos que siempre empezaba a relatar sus preocupaciones a la ex esclava.
Kurama no había podido evitar reír, al ver a su madre asombrarse por conocer a su interesante jefe.
-"¡Pero es un infante!"- había exclamado ella apenas estuvo cara a cara con el chiquillo, hijo del Gran Enma Daoh.
Y como era de esperarse, la carcajada en el salón no se hizo esperar, todos reían, menos Hiei, y claro, el párvulo que había recibido tal...elogio.
De regreso a casa, después de haber atravesado el portal, su madre no había parado de decir que el diminuto príncipe, era idéntico a él, cuando era de la misma edad.
No, Kurama no la había desmentido evitando decir, que él nunca llegaría a esa edad, puesto que el pequeño enano, tenía la vida contada por siglos. Así que siguió andando, alegre de ver como su madre cambiaba de tema mirando detenidamente a Kuwabara.
-"¿No era él tu amigo pelirrojo que asistió a mi boda?"
Kurama había asentido con la cabeza, y fue entonces, cuando Shiori comenzó a reprender gentilmente a Kazuma, por no haberle dicho nunca que tanto él, como su hijo, estaban entrometidos en cosas serias.
No, Kurama negó con la cabeza, justo antes de mirarse al espejo, pensamientos aparte era lo que necesitaba para darse valor y contemplar por primera vez su nueva imagen.
Suspiró hondo, sin atreverse a mirar siquiera. Fue entonces cuando una mano sobre su hombro, le dio la confianza que necesitaba. Sí, Shiori estaba parada junto a él, quien se encontraba frente al espejo del lavabo del baño.
-Hazlo –le dijo con voz suave y esa mirada enternecedora y reconfortante, que sólo ella podía tener.
La florista tomó aire sintiéndose nerviosa, antes de poder arrepentirse, sus ojos se centraron en los mismos del espejo. Claros, verdes, brillantes y con ese toque de hermosura, que incluso siendo varón divergía.
Más sin embargo...
Más sin embargo, ya no era él, sino una delicada ella. Con un rostro más supremo que el de una musa, con aquellas largas y espesas pestañas, aquellos labios delicados y sonrosados por naturaleza femenina, aquel rostro ligeramente más afilado y contorneado, exaltando una nariz perfecta y respingada, de piel limpia y blanca, como una nieve menos pálida pero sí más preciosa. Si, su rostro parecía tener aquel dote de roció que la mañana dejaba en una flor, pura, hermosa y virgen.
-Eres hermosa, Shuuichi –su madre le apretó el hombro ligeramente para reconfortarlo –Como si fueras la rosa más hermosa de un jardín del paraíso.
¿En verdad era así? Bueno, sí, sus cabellos rojos enmarcando el capullo de su rostro, como si de pétalos se tratase cada hebra de rojiza cabellera. Aquel cuerpo tan estéticamente delineado, daba a imaginar el frágil tallo de aquella flor tan agraciada, con ambas palmas tan lisas y plegadas, tan altivamente delicadas, como las verdes hojas del cuerpo de una afable rosa.
-Sé que por el momento no puedes regresar a la normalidad, pero al menos, trata de recuperar un poco el ánimo –le consoló su madre -. Tanto en hombre como en mujer, irradias la belleza de tu alma, y eso nada tiene que ver con el aspecto o genero.
Shiori le abrazó por la espalda, dándole más confort y lentamente, comenzó a alejar a la pelirroja del espejo. Incitándola a bajar a comer con ella.
-Por lo que ahora tenemos que preocuparnos, es en como decirle a tu padre y hermano, la posición en la que nos encontramos.
Kurama suspiró, recordando a su pequeño hermanastro –Shuuichi se sorprenderá mucho.
-No entiendo muy bien –murmuró Shizuru, encendiendo otro cigarrillo con el encendedor que antaño le había regalado Sakio – ¿Dices que en su ultima misión, la bruja a la que capturaron lanzó un poder que le dio a Kurama, y este mismo se ha convertido en mujer?
Kazuma Kuwabara asintió con la cabeza a lo que le había contado a su hermana, pero esta, lejos de comprenderle, le golpeó en la cabeza con el periódico de hacía dos días –Sólo tú puedes inventar esas excusas tan ridículas para salir a media noche y no estudiar para tu examen de mañana.
El pelinaranja gruñó por lo bajo, su hermana no le creía, y bueno, ¿quién no? Aquello parecía más una broma, que una desesperada realidad.
Suspiró entonces resignado, tomando el libro que había dejado inconcluso en el escritorio, y se dedicó a estudiar con ahínco, recordando que: ¡Kazuma Kuwabara, El Hombre, debía de esforzarse para ser alguien en la vida, y poder estar al lado de la Hermosa Yukina!
-¡Bah! ¡Ya cállate y estudia! –la pantufla contra su cabeza, le hizo retomar la lectura nuevamente, maldiciendo por lo bajo a su querida hermana y a los cursos de preparación que lo obligaba a tomar en vacaciones.
Shizuru bajó la escalera que conectaba con el pasillo de las habitaciones, su rostro, detrás del humo del cigarrillo, dejó ver cierta preocupación.
¿Cómo afectaría el cambio de Kurama para su relación con Hiei?
Tal vez era la única del grupo que lo notaba, o tal vez eran sus poderes extrasensoriales combinados con su intuición femenina, por lo que lo sospechaba. Pero entre esos dos, había algo grande por nacer.
Suspiró dejando salir el humo de sus pulmones, como una pequeña fumarola. Cómo siempre, las cosas iban a estar raras por ahí.
Yusuke no había tenido problemas al llegar a casa, Atsuko, como siempre, se encontraba borracha en un rincón, hablando sola con una botella en la mano.
Urameshi suspiró, no, no hablaba sola exactamente y en verdad odiaba que aquello pasara, más no lo tomó de la forma enojada en la que siempre lo hacía, tal vez la rutina de que pasara lo mismo, le hacía ver eso sólo como un fastidio.
Suspiró. Fuera lo que fuese, no podía permitir que siguiera ocurriendo aquello.
-Madre –dijo en tono preocupado - . ¿Otra vez hablando con la pared?
La mujer le miró con sus ojos rojos extrañada, sin duda, por beber, no había dormido ni una pizca de la noche que pronto se acababa. –Shhhhhh –un dedo frente a sus labios, dándole énfasis a la petición de silencio -¿Qué no te he enseñado a guardar silencio en una plática de adultos?
Yusuke giró los ojos con ironía, aquello se estaba volviendo cotidiano –No, madre, no me lo has enseñado –dijo andando hacía el baño tan sólo para abrir la puerta de este y la de la ducha -. Nunca te preocupaste por que interrumpiera nada.
-Bueno, pues ahora te lo digo, y discúlpate con Tomoko o te daré de escobazos.
-Madre, estás desvariando –murmuró el moreno, suspirando más sonoramente, y, tomando en brazos a su madre, la llevó hasta el baño, soportando los gritos, pataletas y golpes que la mujer lanzaba con vehemencia por doquier.
Intentó dejarla sin brusquedad dentro de la ducha, no consiguiéndolo del todo cuando la joven madre resbaló con los lisos azulejos golpeándose ligeramente la cabeza, y antes de que otro reclamo o golpe se acertara en el muchacho, este abrió el grifo del agua fría, jalando a su progenitora para mojarla bajo el líquido helado.
Cerró los ojos escuchando las quejas de su madre, pareciéndole graciosas por la lengua enredada por el frío y el alcohol con la que hablaba. Negó con la cabeza, ya tenía suficientes preocupaciones con su madre, como para aumentarle con el cambio de Kurama.
¿Por qué la vida se volvía tan complicada?
-Yo sólo quiero pelear sin complicaciones –murmuró sin importarle que ella le oyese.
El alcohol en la sangre de Atsuko, le obligó a abrazarlo con fuerza, metiéndolo junto con ella a la ducha, para empaparlo entre el agua helada y las lágrimas que soltaba con desesperación, de una forma histriónica.
-¡No lo hagas, Yusuke! ¡Eres mi único hijo y no quiero que mueras! ¡No de nuevo, y me dejes sola! –Se acunó en su pecho, llorando con más desesperación con la que nunca la había visto. No puso evitar conmoverse ente la escena de su madre, llorando por él – ¡Piensa en Keiko! ¡Yo quiero tener nietos!
El muchacho de ojos chocolate suspiró ante lo último, deseando con abatimiento, que Kuwabara no le contara nada a Keiko respecto a su repentino dote de conquistador tratando de cortejar a Kurama.
Si de algo estaba seguro, era de que si Keiko no lo mataba por andar galanteando a otras chicas, él se moriría de vergüenza al predecir como ella se burlaría por su intento de conquista con un hombre.
Un escalofrío se coló en su espalda, cuando se dio cuanta de que estaba mojando su chaqueta favorita.
-¡Mierda!
Botan andaba de aquí a allá, atareada y visiblemente nerviosa. Su kimono rosa meciéndose al compás de sus pasos, justo igual que su cabello azul, despeinado ahora por la acción de desesperación que le obligó a jalarlo con consternación.
Koenma no estaba mejor, sentado como siempre, más con la desesperación pintada como marcador permanente en el rostro.
"Culpable" era la palabra que más encajaba con los rayones imaginaros en su cara. Él había mandado a los chicos a la misión, y a causa de eso, bueno, el más sereno del equipo, ahora sufría por ello.
-No se mortifique tanto, ni que fuera una catástrofe –Ogri, insensato como siempre, habló para tranquilizarlo, logrando un efecto por demás contrario al que quería.
El infante no podía sacar de su mente la mirada esmeralda de aquella preciosa joven de cabello tan rojo, como la rosa más hermosa del Makai. ¡Ni siquiera los paraísos más hermosos de su reino tenían flor tan perfecta como lo era ahora Kurama! Frágil, agraciada y deliciosa...
Sus enormes ojos avellanos se abrieron de momento, mientras sus manos se aviaban al púrpura sillón en el que descansaba.
Eso no estaba bien. Sus pensamientos habían girado hacia otro lado, tan opuesto al que debería indagar.
Pero pensar en el Youko convertido en mujer, era un delicioso placer con sólo recordar sus gestos. No decir de su cuerpo angelical y agraciado bajo esa capa enorme de atavíos con los que Kurama solía cubrirlo.
No estaría mal que el chico se quedara así, sólo para poder admirarlo por la eternidad que le quedaba por vivir.
-¿Pero qué estoy pensando? –se gritó a su mismo, exaltando a su asistentes. El rojo de sus mejillas surcando hasta llegar a sus orejas, le dio un aire de obviados pensamientos fuera de sitio.
-No lo sé, diganoslo usted. –la hermosa chiquilla de azulada cabellera miraba al infante sin comprender del todo.
-¿Eh? –el pequeño de sombreo altamente ridículo y azul, le miró con confusión.
-Que nosotros no sabemos lo qué está pensando, díganoslo usted.
Un suspiro enorme escapo de su pequeña gran boquita sin atreverse a decir que pensaba en lo hermosa que era Kurama. Así que, raspando su garganta con la voz, preguntó desviando todo mal miramiento hacía otro tema.
-¿No han encontrado nada aún?
Botan le atisbó más estrechamente con sus ojos rosas, mas le contestó de inmediato –No señor, y apenas van en menos de una milésima parte de su biblioteca.
Sí, a veces era molesto tener la biblioteca más grande del universo entero. Nunca encontrabas algo cuando más lo necesitabas encontrar.
-Manténganme al pendiente. –Pidió saliendo de la habitación, realmente necesitaba despejar su mente con urgencia.
-Todo estuvo delicioso, madre –la voz siempre cortes, aunque ahora femenina, de Kurama, se mostró agradecida ante el pequeño manjar que Shiori había calentado, realmente no iba a desperdiciar la cena que había preparado como festejo aniversario de aquellas buenas calificaciones.
La mujer cerró los ojos, concentrándose más en el sabor de la carne que masticaba, su mente indagando la reacción que tomarían su esposo e hijastro.
Por suerte para ella, los dos varones se encontraban fuera de la ciudad, visitando a la abuela materna del pequeño Shuuichi. Al menos respiraría una "paz" estimulada, para poder pensar en como decir todo aquello.
Su hijo le miró preocupado, haciendo resaltar más sus radiantes facciones femeninas.
-Estoy bien, Shuuichi –dijo la madre, con la expresión condescendiente que a veces mostraba -. Sólo pienso como se tomarán las cosas tu padre y tu hermano.
El zorro lo comprendió, de hecho, él también tenía que preocuparse por eso, la única esperanza que le quedaba, era que encontraran la forma de volverlo a la normalidad, antes de que ellos regresaran de su viaje.
-Gracias a Dios, que tienen unas semanas de vacaciones en la escuela, no me gustaría que perdieras clases.
Por Inari, lo agradecía también, la verdad no le gustaba perder clases, y tampoco pensaba ir en ese estado...tan delicado.
"Aunque no hay mucha diferencia"- una voz en su cabeza le sorprendió de ponto, con aquella fría entonación con la que hablaba.
/"Youko"/ -Musitó sorprendido, en aquel enlace mental que había llegado de pronto.
"No hay mucha diferencia entre una chica y tú, ya antes te habían confundido con una. Y te recuerdo que no te había molestado aquello"
/"¡Calla!"/
"No es normal oírte molesto, aún dentro de tu propia mente"-le burló el Youko, con claras intenciones de hacerlo enfurecer.
/"¿Qué se te ofrece?"/
"¿Huh?"
/"No es común que tú busques una charla conmigo, o que sólo vengas a fastidiar"/
El zorro quedó en evidencia, mostrando un rostro de hastío dentro de aquella amplia cámara mental, lastima que Shuuichi no había podido verla, teniendo sólo comunicación por pensamientos con él.
"Sólo quería pedirte que tengas cuidado, estamos indefensos ante lo que pueda pasar"
/"¿Cómo es eso?"/
"Pensé que eras más listo. Es obvio que nuestro cuerpo es más frágil, y por lo tanto más vulnerable a los ataques"
/"Aún tengo habilidades"/
"Pero no tienes fuerza"
El chico sintió un pequeño golpeteo en su brazo, reconociendo el contacto como el de su madre, quien le picaba con un dedo, para poder sacarlo del trance en el que se encontraba.
-¿Estás bien?
-¿Eh?
-Que si estas bien. Pareciera que no estabas durante un momento ¿Qué te pasó?
-Nada, madre, sólo pensaba –y apareció en su rostro aquella sonrisa tan encantadora suya, más conmovedora en sus labios femíneos.
Shiori resopló observando una galleta que comía como postre; aquello, por poco tiempo que llevase, era desesperante.
Miró entonces a su "nueva hija", queriendo encontrar un poco más de Shuuichi en ella, era curioso como te cambiaba la vida en tan sólo unos instantes de espontaneidad.
Para empezar, no podía culpar a su hijo de mentiroso, ya que lo hacía no sólo por el bienestar del mundo, sino que particularmente, pensando en el de ella (cosa que le había confesado Kuwabara, cuando ella lo hubo regañado). Aquella mentira era completamente valida, siendo el caso, de que lo hacía para no alarmar de sobremanera a su corazón.
Para secundar eso, si cuando estaba embarazada, alguien le hubiera dicho que con el niño que esperaba venía el pequeño paquete de "Tenga un hijo y llévese al Demonio Youko Legendario de regalo" hubiera soltado la carcajada en la cara del ocurrente hasta abortar.
Nadie nunca le dijo que ser madre era fácil, menos ahora, sabiendo que su hijo valía por dos, o tres, viendo el estado actual de su amoroso pequeño.
Volvió a resoplar sonoramente, levantando su flequillo suelto por su frente en un acto completamente involuntario.
Viéndolo de otra manera, ahora podía explicarse perfectamente por el comportamiento muchas veces extraño de su hijo.
Sus salidas tan tarde, sus distracciones en las conversaciones, las excusas que ponía siempre para no salir con la familia de vacaciones...
Ahora sabía porque el jardín parecía sonreírle a su hijo cuando este lo cuidaba. Siempre había pensado que ese amor opulento por las plantas, había nacido por ella ¿Era entonces que su amor por la flora había nacido de él, y no al revés?
Quiso golpearse la cabeza ante lo confundida que estaba tornándose su mente. Simplemente estaba tolerando, todo eso era para volverse completamente loco (como se lo había venido repitiendo desde que se enteró de la veracidad del asunto).
-¿Estás bien, madre?
Shuuichi le llamó preocupado. Ahora había sido el turno de la madre por perderse en algún punto disoluto en la pared de la cocina, como si la conciencia se le hubiera drenado por la nariz y / u otro orificio por donde cupiera.
-Sí, si- se apresuró a decir -, mejor vamos a dormir. Es tarde, y creo que ambas estamos cansadas.
-Madre.- le regañó su hijo con incomodidad.
-¡Oh!, lo siento- dijo arreglando sus palabras –ambos...cansados.
El zorro pelirrojo suavizó su expresión al verse llamado como varón, y ayudó a su madre a recoger la mesa, luego de esto, y dándose las buenas noches, intentaron dormir el resto de ésta.
-No se si pueda hacerlo –dijo con aquella voz petreamente calida que la caracterizaba cuando hablaba con él –. Soy científica, no hechicera.
Hiei lanzó un bufido en forma de inconformidad, le había pedido ayuda a Mukuro, y esta se estaba negando a darsela.
-Hn. –sus brazos se cruzaron frente a su pecho, y desvió la mirada en ese gesto y pose suyos ya tan típicos de él.
-Te estoy dando razones, no te enojes conmigo.
El Koorime bajó del alfeizar de la ventana, sólo para salir de la habitación de la mujer, esta le sonrió al verlo fuera, y antes de que verdaderamente se marchara, habló con una voz un tanto ronca.
-Veré que puedo hacer, pero me deberías una.
Al Jangashi se dio la vuelta, mostrando una sonrisa de satisfacción.
-Anótala a mi cuenta.
Dijo simplemente y se marchó.
Por fin he terminado este capitulo. He tardado un poco, porque he tenido mucho que hacer (y muchas peleas con mi familia que arreglar �U) Pero ante todo, aquí estoy cumpliendo. Espero no demorarme mucho en actualizar nuevamente, ni esta, ni Bifurcación, que sé que a unos cuantos les ha gustado. Y eso es un agrado para mí.
Sé que no da risa, y como ya he dicho (creo) mi sentido del humor es raro (a veces excesivamente negro) por lo cual, no tenga mucho chiste, pero algo sí, lo haré interesante.
No puedo decir mucho ahora, realmente me estoy durmiendo (raro en mí), así que iré directamente a la contestación de los Reviews.
Dark-Kagome-chan:
No se bien como responder este review, pero bueno, espero te haya gustado este capitulo, y por favor, continua escribiendo más, que me gustan tus historias.
VALSED:
Ya vez, la vida del pobre Kurama siempre será la misma cantaleta ¡Verse acosado por alguien! Ahora que lo pienso un poquito más, es como el pobre de Ranma, como mujer la adoraban, y como hombre lo idolatraban. ¡Ah!Suspiro Lo que es la vida del "desdichado". Gracias por mandarme un comentario, me sirve mucho tu opinión.
Por cierto, no he podido dejarte review (la maldita cuanta no me deja, quien sabe por qué .------.) Pero me he leído tu fic de "Vanos Recuerdos" Realmente muy bueno, me gustó el final, aunque me hubiera gustado saber un poquito más de lo que fue de Dylan y Nasterh ¿Quedaron juntos? ¿Fueron perdonados? Me gusta imaginar que sí, pero bueno, la escritora eres tú, ojalá puedas responderme aquello.
AomeRL:
Gracias por el comentario, y por decir que te ha encantado la trama, en verdad se te agradecen esas palabras. Cierto, la escena de Kurama tratando de celar a Hiei, es también unas de mis favoritas (aunque no tanto como la de Botan descubriendo lo esponjoso que puede llegar a ser el "nuevo" cuerpo de Kurama xD), muchas gracias por tomarte tu tiempo leyendo, se aprecia mucho que lo hayas hecho.
Respecto a que si he leído "Hiei?", sí, lo bajé apenas dijiste que era unos de tus favoritos en tu review más reciente, y ciertamente, me ha gustado mucho, tal vez saque ideas de ahí, aunque no lo creo tanto, sería en contra de los derechos de autor UnU) En fin, felicítame a la autora, diciéndole que le ha quedado buenísimo.
Gracias por tu comentario, y nos leemos pronto.
NaRu:
Tal vez mal es poco, mira que tener a un detective cabeza hueca, y el príncipe del inframundo tratando de coquetearte, es raro, más cuando tu gusto ya esta ocupado. En fin, tal vez ponga más cosas así, aunque claro está que ya no más de estos dos personajes, que ya han sido desengañados de la forma fea "Lo siento, soy un hombre, no puedo corresponderte". Me alegra que te haya gustado el capitulo, siento que este está un poquito flojo, pero sólo es el preámbulo. Espero dejes nuevamente tu opinión, y nos leemos luegito -.
Tsubame:
Gracias por preguntarme como estoy, se te agradece, bueno, no te dejé más con la intriga de saber que pasaba, y trataré de no dejarte colgada tanto tiempo, gracias por decir que me ha quedado bien, me esfuerzo (o eso intento), así que espero tener algo bueno para el lector. Nos vemos pronto, y cuídate muchísimo.
Kojoro-Tamamo:
¿Que es realmente bueno mi fic? Ô.Ô Dios, gracias por el cumplido -, en verdad me halagas. Lo de yaoi, si, tienes razón, son muchos, pero no me quejo, porque me gusta mucho. Hay personas a quienes no les gusta tanto este genero, y otras que no toleran, pero no te preocupes, que esta historia no será un Yaoi enteramente, hay muchas parejas heterosexuales para ligar por ahí. Si quieres dame ideas de que parejas quiere que queden juntas, y ya veré después que les hago, de eso no te apures.
Tu comentario me ha gustado muchisisisisimo, y me da a entender que no ando tan erroneameente con las reacciones que toman los personajes, trataré de hacerlo más interesante.
Gracias, me has animado bastante, espero leerte luego.
Zero Asakura:
Mi fiel y querido otra mitadcita. ¡Qué sorpresa encontrarte en esta sección! ¡Y más leyendo mi fic Yaoi! Aunque bueno, tú eres impredecible, además de que uno de mis más grandes amigos y fieles lectores, gracias por decir que está chido, y por animarme el día en que estuve deprimida. Se te agradece de corazón lo que haces por mí (Y eso viene directamente por Bakura, que aunque no lo diga, estaba preocupado por mi bienestar). Nos vemos en el Msn, salúdame a Rosario, Morwen y Mike. Ya que aquí les mandamos saludos Bakura, Seto y yo -.
Forfirith-Greenleaf:
Siendo como sea, Kurama es un pan de Dios (Y claro, el pan de Dios es el que todos quieren comerse xD) No te preocupes, lo seguiré, sólo tienes que esperar un poquito, ya que tengo muchas cosas por acabar (si entras a mi perfil, veras que la lista es laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaga como la lista de amantes de Youko) pero de que la termino, la termino. Determinación antes que todo nn. Gracias por leerme, te estoy inmensamente agradecida. Ojalá me dejes otro review para saber que te ha parecido este capitulo. Gracias por todo amiga nn.
Bueno, eso es todo, nos leemos después, dejen reviews y disfruten de esta y otras más lecturas de la sección. Y que pasen...
¡UN FELIZ AÑO NUEVO!
Hasta la próxima entrega.
¡Sayônara, Bye, Bye! (siempre quise decir eso nn)
