Disclaimer: no soy JK, los personajes no son míos, no hago esto para forrarme y todas esas cosas que ya sabéis.
Bien, una vez despachado el Disclaimer que os aseguro que es un engorro, voy a contestar a los reviews que tan amablemente me habéis dejado. Y, no es por nada, pero os podíais estirar un poquito más con los reviews que en este último capi solo he recibido dos. Anda que no os cuesta nada.
Ginny-Shelena: ¿Te gustó la idea de las chicas? Bueno, la verdad es que aún quedan unos cuantos capis para que le pongan en marcha, pero por el bien de todos espero que el plan les vaya bien y que no armen una catástrofe natural. Me alegra mucho que mi fic te siga gustando y espero cumplir tus expectativas. Un besote.
Vaina: Que bien que mi fic te siga gustando. Procuraré actualizar rápido y que no tengáis que esperar mucho. Besos.
Ahora ya sí, espero que os guste este capítulo. Y no se os olvide dejar review, por favor.
Capítulo 4. Excusas, excusas, y... castigos¡POTTER, BLACK, EVANS, CARTER! A mi despacho ahora mismo – gritó una rabiosa McGonagall.
James, que iba el primero de los cuatro, frenó en seco al oír la voz de su profesora de transformaciones, lo que provocó que los otros tres jóvenes se precipitaran contra él y acabaran todos en el suelo. Ya iban a empezar a insultarse y a llamarse de todo menos "guapos", cuando alzaron la vista y se percataron de la severa mirada que su profesora les estaba echando en esos momentos, por lo que decidieron que aquél no era el momento ni el lugar adecuados para ponerse a pelear.
Rápidamente los cuatro se levantaron del suelo, pidieron disculpas a la profesora por su comportamiento y la siguieron hacia el interior de su despacho. Una vez dentro, la profesora hizo aparecer cuatro sillas y los jóvenes se sentaron en ellas con la cabeza baja y esperando a recibir un severo castigo.
¿Se puede saber qué hacían ustedes cuatro corriendo desenfrenadamente por los pasillos en lugar de estar tranquilamente en sus respectivas habitaciones o en cualquier otro lugar de este castillo? – preguntó la profesora McGonagall, alzando más y más su voz a cada palabra que pronunciaba.
Los aludidos se miraron fugazmente entre sí dando a entender que si decían la verdad estaban muertos, y cada uno de ellos buscó la manera de que la profesora se creyera sus excusas.
Verá profesora McGonagall – Lily, sabiendo que su reputación haría más creíble su historia ante los ojos de su profesora, fue la primera en hablar -. Mary y yo nos encontrábamos en los terrenos del castillo charlando tranquilamente cuando vimos venir apresuradamente a James y a Sirius. Ellos se acercaron a nosotras y nos dijeron que por equivocación a Sirius le había llegado un paquete urgente que estaba dirigido a mí.
¿Y por qué, señor Black, en vez de darle directamente el paquete a su dueña, usted y su amigo el señor Potter fueron corriendo por todo el castillo y alterando el orden?
Pues por una razón muy simple – respondió el aludido -. Porque era la correspondencia privada de Lily y yo no debía tocarla, y porque la lechuza que traía el paquete me impidió que lo cogiera.
La mujer miró detenidamente a cada uno de los jóvenes que tenía delante mientras evaluaba la credibilidad que la historia que acababa de oír podía tener. Mientras, los cuatro jóvenes adoptaban su actitud más seria, aunque por dentro no hacían más que rezar todo lo que sabían para que la profesora les creyera y no les hiciera más preguntas que pudieran delatarles, dado que su historia no parecía muy creíble.
Finalmente ella se levantó, volvió a mirarles uno por uno y dijo:
Si el señor Potter o el señor Black fueran los que me hubieran contado esta historia, yo no habría dudado ni un instante y no hubiera creído ni una sola palabra de lo que me hubieran dicho – añadió a la vez que les miraba para impedirles que replicaran -. Pero como ha sido usted, señorita Evans, la que ha hablado, y dado a su reputación y a su excelente expediente, voy a darle un voto de confianza y creeré todo lo que usted ha dicho.
Los chicos se miraron entre sí aliviados y mucho más animados por lo que acababa de decir su profesora.
Pero – continúo ella antes de que cualquiera de sus cuatro alumnos pudiera darle las gracias o decir algo – como esto vuelva a suceder, no duden de le que les impondré su merecido castigo. Y además, por si las moscas, les voy a quitar cinco puntos a cada uno para que aprendan a tomarse las cosas con más calma. Pueden retirarse.
Los chicos salieron enseguida del despacho de la profesora McGonagall, y sin intercambiar ni una sola palabra se dirigieron a la Sala Común de Gryffindor. Cuando por fin llegaron, se sentaron inmediatamente en los únicos sillones que quedaban libres frente a la chimenea.
Bueno chicos, creo que me debéis una – afirmó Lily con una sonrisita de autosuficiencia.
Baja los humos Evans – advirtió James -. Pero tengo una pregunta. ¿Cómo es que nos llamaste por nuestros nombres de pila?
Sencillo Potter. Para hacer que la historia fuera más creíble tenía que llamaros por vuestros nombres. Imaginaos que mal hubiera sonado: "Verá profesora, es que Potter y Black vinieron y amablemente nos dijeron que tenía un paquete dirigido a mi".
De acuerdo Evans – dijo Sirius – pero no hace falta que nos repitas el discursito que le soltaste a McGonagall.
Lily tan solo le lanzó una mirada reprobatoria al joven, mientras James se reía por lo bajo.
Mientras todo esto sucedía, Chris se encontraba en la biblioteca, tras haber conseguido el libro que quería de la Sección Prohibida gracias a la ayuda del profesor Cash. Una vez con el libro en sus manos, se sentó en la mesa más alejada y solitaria para evitar ser molestada, y comenzó su interesante lectura.
Chris se encontraba sumergida en las letras de aquel interesante libro, según su punto de vista, cuando alguien se sentó enfrente suyo y le preguntó:
¿Qué lees?
Ella levantó la cabeza lentamente para averiguar quien era el estúpido que había osado interrumpirla, pero al ver que delante suyo tenía a Remus Lupin, su expresión amenazante cambió por una amistosa sonrisa. Acto seguido levantó el libro que tenía entre sus manos para que su compañero pudiera leer el título que aparecía en la portada: "Pociones avanzadas que más te vale tener cuidado con ellas, o podrás acabar convertido para toda tu vida en un conejo de cuatro patas (N.A. Dios mío, vaya título más absurdo que se me ha ocurrido).
Interesante, aunque he de confesarte que nunca se me han dado bien las pociones – reveló el chico en tono confidencial.
Bueno, eso más que una confesión es un secreto a voces – dijo ella recordando lo malo que era Remus en pociones.
Los dos chicos rieron ante ese comentario aunque inmediatamente después se produjo un incómodo silencio, que tras unos minutos Chris se atrevió a romper: (N.A. así me gusta, una chica con iniciativa)
¿Y qué te trae por aquí?
Nada interesante – respondió él -. Estaba buscando algo ameno para leer.
Después de un tiempo de divertida charla, los dos chicos decidieron volver a la Sala Común. Pero desgraciadamente se encontraron a Peeves por el camino:
Vaya – dijo con su habitual tono burlón – pero que tenemos aquí, a Lunático Lupin y a la señorita prefecta perfecta.
Cierra la boca Peeves o ¿no querrás que haga lo mismo que Mary hizo con la gata del conserje? – preguntó la rubia en tono amenazante.
Ante la simple mención de este hecho, la expresión burlona de Peeves se congeló. Él había estado presente cuando Mary había lanzado a la gata del conserje por una de las ventanas de la torre de Astronomía, y eso le había traumatizado profundamente. Incluso el profesor Dumbledore había tenido que pedir ayuda a un psicólogo para que devolviera al poltergeist a su estado habitual. Pero en fin, esa es otra historia.
El caso es que en cuanto Chris mencionó el "accidente" que su amiga había provocado, Peeves se alejó como si una horda de feroces abejas le persiguiera (por cierto, Peeves le tenía pánico a las abejas. Curioso ¿verdad?)
Remus se quedó asombrado por la facilidad con la que su compañera se había librado del molesto hombrecito, pero decidió no comentar nada. Es más, todo este suceso se le olvidó cuando entró por el retrato de la Dama Gorda acompañado por Chris, y vio lo que sucedía dentro:
Uno de los sillones estaba ardiendo, seguramente a causa de un hechizo mal lanzado, otros cinco estaban volcados en el suelo con alguna de las patas rotas. Los alumnos de Gryffindor se habían pegado a la pared, y al parecer se habían dividido en dos bandos: masculino y femenino. Las chicas no hacían más que gritar el nombre de Mary, y los chicos hacían lo propio con Sirius. En el centro de la Sala Común, convertida en un provisional campo de batalla, se distinguían cuatro figuras. Dos de ellas, Lily y James, daban a poyo moral a sus dos amigos, los protagonistas de toda esta marabunta: Mary y Sirius.
Al parecer, lo que había comenzado como una pelea más de Mary y Sirius, se había convertido en el combate del siglo. Los Gryffindors comenzaban ya a hacer sus apuestas, y Mark Chasez, un avispado chaval de sexto curso, se las había apañado para organizar un combate en toda regla.
Por el momento parecía que iba ganando Mary, pero tras varios hechizos y algunos consejos de James, parece que Sirius espabiló y comenzó con una nueva táctica: esquivar todos los hechizos con el único propósito de cansar a su contrincante. Pero Lily se dio cuenta del plan en el momento apropiado, por lo que le gritó a su amiga:
¡Olvida la varita y pelea a lo muggle!
Mary no se lo pensó dos veces y se tiró encimo de Sirius, acción que hizo que el público gritara con más fuerza y que el número de apuestas aumentara considerablemente en pocos segundos.
Chris, que hasta el momento había permanecido en un estado de shock, reaccionó al ver que su amiga estaba apunto de ahogar a Sirius con sus propias manos, y como prefecta de Gryffindor, se vio en la obligación de parar todo eso antes de que la profesora McGonagall se percatara de todo el jaleo que se había armado en la Sala Común de su casa.
¡BASTA! – gritó la chica sin obtener ningún resultado - ¡Como esto no pare en menos de medio minuto, le descontaré 100 puntos a Gryffindor!
Al ver que sus amenazas ni siquiera eran escuchadas, Chris decidió pasar directamente a la acción. Se dio la vuelta y le dijo a Remus:
Tú sígueme la corriente.
Ambos retrocedieron y la chica se acercó corriendo al lugar de combate mientras gritaba dramáticamente:
¿Cómo has podido Remus? ¡Yo confié en ti!
Inmediatamente todos los ojos que había en la sala, apartaron su vista de Mary y Sirius y se volvieron hacia ellos.
Sí Remus, no te hagas el tonto. Sabes perfectamente lo que me hiciste – dijo al ver la cara de desconcierto del chico.
Pero vamos cariño, sabes que yo nunca te haría algo así – afirmó él, comprendiendo justo a tiempo el plan de su amiga.
Chris, para darle mayor credibilidad al asunto, comenzó a sollozar, por lo que Remus se acercó a ella y la tomó de la mano.
Chris – dijo con su tono más dulce - ¿vas a creerme?
Ante esto, los alumnos comenzaron a apostar sobre si Chris le creería o no (N.A. Gryffindor: la casa de los ludópatas), y se oyeron algunas voces que decían ¡pelea! ¡pelea!
Está bien – accedió ella finalmente y un "oooh" resonó en toda la sala, pero ella se dio la vuelta y con un tono mucho más duro que el que había utilizado con Remus, le dijo a la multitud que les observaba expectantes -. Y vosotros, ¿qué hacéis ahí mirando? Quiero todo este desastre recogido en menos de quince minutos, o de lo contrario descontaré 50 puntos a la casa de Gryffindor.
Al oír esto, todos los alumnos se pusieron a recoger, menos cuatro sorprendidas personas que se acercaron a Chris y a Remus.
¿Estabas con la buenorra de Denver y no nos lo habías dicho?
¿No te habrá hecho nada el mamonazo de Lupin?
¿Te han dado un golpe en la cabeza Chris?
¿Por qué habéis montado todo este escándalo? ¡Seguro que se ha enterado todo el mundo de lo vuestro!
A ver chicos, con calma – les tranquilizó Chris – Black, dos cosas: primero, si le tienes el más mínimo aprecio a tu vida no me vuelvas a llamar buenorra, y segundo, Lupin no te había dicho nada simplemente porque no está conmigo; Mary, tranquila porque Lupin no me ha hecho nada, y por cierto, no le vuelvas a llamar mamonazo que suena muy mal; Lily, no me han dado ningún golpe en la cabeza, he actuado así con cuenta propia, y Potter, hemos montado todo este escándalo para que dejarais de hacer el salvaje antes de que se enterara la profesora McGonagall de la pelea clandestina que habíais montado. ¿Contentos?
Los cuatro miraron sorprendidos a la rubia por la perorata que les acababa de echar, pero dejaron los comentarios para más tarde.
Bueno, aclarado todo este lío nosotras nos vamos a la cama porque cierta persona me tiene que dar algunas explicaciones – dijo Chris mirando amenazadoramente a Mary.
Dicho esto, las tres chicas se dieron la vuelta y se dirigieron a la escalera que conducía a sus dormitorios, y en cuanto desaparecieron del campo de vista de los chicos, James y Sirius se volvieron hacia su amigo y le dirigieron sendas miradas pícaras.
¿Qué? – se defendió el licántropo.
¿Cómo que qué? – preguntó Sirius.
Eso – le secundó su amigo - ¿cómo que qué?
No hay nada más que explicar – respondió Remus simplemente, y dicho esto se retiró a su habitación dejando a sus dos amigos con las ganas.
A la mañana siguiente, en cuanto Chris entró en al Gran Comedor, todas las miradas se dirigieron hacia ella y los cuchicheos a su alrededor comenzaron.
Estupendo – murmuró la chica a sus dos amigas mientras se dirigían a la mesa de Gryffindor -. Como se nota que en este colegio las noticias vuelan.
La mañana de clases transcurrió con normalidad, excepto por dos o tres chicas celosas que trataron de que a Chris le salieran orejas de burro o cosas por el estilo. A la tercera intentona, durante la clase de Encantamientos, Mary se hartó de la pasividad de su amiga y dijo:
Te juro que como no te ocupes tú de esas marujonas ya me encargaré yo de darles su merecido. Y va a ser mucho peor.
Dicho y hecho. En el instante en que las chicas se dieron la vuelta y comenzaron a atender a las explicaciones del profesor, la morena se encogió en su asiento y murmuró un hechizo para cambiarles la voz. En cuanto una de las chicas habló, o mejor dicho rebuznó, la clase entera estalló en carcajadas.
Los problemas llegaron por la tarde. Lily, Mary y Chris se encontraban en la Sala Común haciendo tranquilamente sus deberes cuando a Lily se le ocurrió consultar el libro que Chris les había dejado, pero cuando fue a buscarlo en la mochila se dio cuenta de que no estaba.
Chris, Chris – susurró la pelirroja.
¿Qué quieres Lily? – respondió la aludida sin apartar la vista del libro de transformaciones.
El libro que me dejaste, no lo encuentro.
¿Qué libro Lily?
"Pociones que nunca pensaste que existirían y que ahora quieres utilizar" – al ver que su amiga no se daba cuenta de que le estaba hablando, Lily decidió ser más clara - ¡El libro que contiene la poción para Williams!
Por primera vez Chris levantó la vista hacia Lily y le dirigió una mirada de "estamos perdidas".
¿Buscáis esto? – dijo una voz burlona a sus espaldas.
Las tres chicas se dieron la vuelta y vieron a James con el libro que buscaban en sus manos, y detrás suyo, se encontraba Sirius riéndose.
Pues venid a por ello – las desafió Sirius, mirando directamente a Mary.
Lily y Mary no se lo pensaron un instante y salieron corriendo detrás de los dos chicos. Por otra parte, Chris y Remus, que habían estado observando la escena atónitos, se miraron durante una milésima de segundo y salieron también corriendo detrás de sus compañeros para evitar un desastre.
Pero cuando pasaron por delante del despacho de la profesora McGonagall...
¡POTTER, BLACK, LUPIN, EVANS, CARTER, DENVER! A mi despacho ahora mismo.
James, que iba el primero de los seis, frenó en seco al oír la voz de su enfurecida profesora, lo que provocó que los demás chocaran contra él y acabaran todos en el suelo. "Esto yo ya lo he vivido", pensó James, mientras él y los demás jóvenes se levantaban del suelo, pedían disculpas y entraban en el despacho de la jefa de la casa de Gryffindor.
Esta vez no pienso oír vuestras estúpidas disculpas – dijo la profesora con una severa mirada -. Estáis los seis castigados. Mañana por tarde os quiero a todos en mi despacho. Ya veré lo que hago con vosotros.
Los seis chicos se levantaron lentamente y cuando ya estaban en la puerta, Sirius le susurró a James:
Míralo por su parte positiva, por lo menos no nos ha quitado puntos.
¡Ah! Y 30 puntos menos para Gryffindor – añadió antes de que los chicos salieran por la puerta.
¡Gafe! – le reprochó James a su amigo.
Cuando James, Sirius y Remus llegaron a su habitación, los dos primeros le contaron al licántropo lo que habían averiguado gracias al libro de las chicas.
Era un libro de pociones – le explicó Sirius a su amigo – "Pociones que sabías que existían y ahora no quieres utilizar" o algo así. El caso es que tenían señalada una poción que servía para provocar una pequeña pérdida de memoria durante un tiempo determinado.
¿Y? – preguntó Remus sin ver la utilidad que podría tener esa información.
Pues que tenemos que averiguar para que quieren esas tres esa poción.
Si tú lo dices... – aceptó el chico de ojos dorados.
Pero para eso hay que espiarlas.
Ya Sirius, pero si lo hacemos nosotros podría resultar muy sospechoso. Tenemos que encargarle este trabajo a otra persona – sugirió James.
Los tres, bueno, mejor dicho James y Sirius, se pusieron a pensar en la persona que podría ayudarles con su plan.
¡Ya lo tengo! – exclamó de repente Sirius – Tengo a la persona ideal.
Ya está. Cuarto capítulo terminado y las cosas ya se han liado un poquito, porque todo el colegio cree que Chris y Remus están juntos. Y además, ¿en quién ha pensado Sirius para espiar a las chicas? No sé, porque con la cabeza que tiene, lo más seguro es que haya pensado en el conserje o algo así...
Y ahora, voy a hacer lo que hago siempre que termina un capítulo, animaros para que me dejéis vuestros comentarios. Pero como he visto que a mi no me hacéis mucho caso, he traído a un amigo para que os lo explique.
¿Hola? Aquí Troy Mcclure. Quizás me recuerden de otros especiales como "Haz tu comentario de texto con chuleta" o "Cómo hacer un resumen de un libro sin ni siquiera haber leído el libro". En esta ocasión estoy aquí para presentaros el especial-especial "Aprende a dejar tu review en tres simples pasos":
Lo primero que debes hacer es leer atentamente la historia y reírte de los chistes malos, o en su defecto los intentos de chistes malos, que el/la autor/a ha escrito, aunque no te hagan gracia. Ya sabes, es para meterte más en el papel
Dirígete a la sección donde puedes dejar tu comentario mientras piensas que le vas a decir sobre su historia. Eso sí, no olvides elegir las palabras necesarias, porque de lo contrario podrías herir su sensibilidad.
Ahora ya estás preparado psicológicamente para dejar tu comentario, así que ¡escribe!
Gracias Troy. ¿Habéis visto que fácil es? Ya sabéis cuando terminéis de leer esto, vais y me dejáis un review porque si me dejáis un review, la autora, en este caso yo, se anima, si la autora se anima, escribe mejor, si escribe mejor, los lectores están más contentos, si los lectores están más contentos, dejan más reviews, y si dejan más reviews, la autora se anima y bla bla bla...
Resumiendo: dejadme reviews por favor. Os dejo hasta el próximo capítulo. Besos a todos
bars9
