Disclaimer: Yo no soy JK, los personajes no son míos y no hago esto para forrarme porque seguro que no ganaba ni un duro, o mejor dicho, ni un euro. Así que si no queréis perder el tiempo y el dinero, no me demandéis.
Aquí estoy con un nuevo capi. Antes de nada, voy a contestar a los amables lectores que SÍ me han dejado review:
- Ginny-Shelena: veo que eres una lectora asidua a mi fic, lo cual me hace mucha ilusión y que además siempre me dejas reviews. Me alegro de que te rieras con el anterior capi y tú tranquila, que este fic no va a seguir el guión de la peli. Al principio tenía pensado que se pareciera bastante a la película, pero la cosa se me está desmadrando, así que recemos para que al final me salga bien. Un beso.
- Lialy: ¡Hola! ¿Te hizo gracia lo de Troy? A ver si con eso animo a los demás lectores a que me dejen reviews. Me alegro de que te esté gustando mi fic y prometo continuarlo pronto. Besos.
- Vaina: vaya, parece que ha tenido bastante éxito esto de Troy Mcclure. Me alegro de que el anterior capi te haya gustado, y sobre todo de que te hayas reído leyéndolo. Espero que este nuevo capi también sea de tu agrado. Besitos.
- Cristie: así que tú también has visto la peli. Tienes toda la razón, porque la protagonista era bastante tonta, por no decir muy tonta. Pero en mi fic no iba a poner a Lily tan tonta, o por lo menos lo he intentado. Me alegro de que te guste mi fic y un beso.
Ahora sí que os dejo que leáis este nuevo capítulo. Que lo disfrutéis.
Capítulo
5. Un espía traidor
- Ya lo tengo
– exclamó Sirius de repente -. Tengo a la persona ideal.
-
¿Ah sí? ¿Y quién esa persona ideal? –
preguntó Remus con cierto sarcasmo.
- Peter
Pettigrew
- ¿Pettigrew? – exclamaron James y Remus a
la vez.
- Sí, sí – respondió el moreno
-. Pettigrew siempre ha querido formar parte de nuestro grupo.
Podemos aprovechar esto para que espíe a las chicas. Seguro
que estará ansioso por hacer cualquier cosa que le
pidamos.
Los otros dos recapacitaron lo que su amigo les
acababa de decir, pero no pudieron hablar más porque en ese
preciso instante Peter entró en la habitación.
Inmediatamente Sirius le expuso la idea.
- Sí, sí
– dijo Peter entusiasmado por lo que Sirius le acababa de proponer
(N.A. que predecible es este chico)
- Estupendo – aprobó
el otro chico -. Pues mañana, antes de que se vayan al castigo
que la profesora McGonagall nos ha puesto a las siete, James te deja
su capa, tú vas a la habitación de las chicas y
averiguas lo que están planeando.
Al día
siguiente, los chicos ya lo tenían todo planeado. Alrededor de
las cinco de la tarde los cuatro se encontraban ya en la habitación
con todo preparado. James buscó la capa invisible en el baúl
y después de dársela a Peter a regañadientes, le
susurró a su mejor amigo:
- ¿De verdad que es
necesario darle la capa, Sirius?
- Es un pequeño
sacrificio que las generaciones venideras te agradecerán.
James
miró a su amigo considerando seriamente la idea de llevarle a
un psicólogo. Peter se colocó la capa e inmediatamente
desapareció bajo ella. Se dirigió cuidadosamente y muy
despacio al dormitorio de las chicas de séptimo. Cuando por
fin llegó tuvo la suerte de encontrarla abierta, por lo que
aprovechó la oportunidad y entró. Por fortuna las tres
chicas se encontraban todavía en su dormitorio y al parecer se
encontraban hablando del tema clave.
- ¿Es muy difícil
elaborar la poción? – preguntó Lily.
- La
verdad es que sí – respondió Chris -. Además
debemos tener muchísimo cuidado, porque si lo hacemos mal...
-
¿Y cómo se la vamos a dar? – volvió a
preguntar la pelirroja.
- Pues se la metemos en su zumo de
calabaza sin que se de cuenta.
- ¡Ay Mary! Eres más
simple que el salpicadero de un Seat Panda. Para administrarle la
poción debemos pensar en algo más complejo y eficiente
– explicó la rubia.
- Lo que tú digas Chris,
pero no vuelvas a hacer un chiste malo de ésos.
- La
verdad es que no sé para qué nos molestamos tanto. Ese
chico no merece la pena – se quejó Mary.
- ¡Pues
claro que merece la pena! – exclamó Lily indignada -. Ese
Williams me ofendió, y nadie ofende a una Evans. (N.A. vaya
como ha sonado eso, ni que fuera una Malfoy)
"Así que
se trata de Williams", pensó Peter, y como ya no necesitaba
saber nada más, se marchó disimuladamente por la puerta
que aún continuaba abierta.
James,
Sirius y Remus se dirigieron a cumplir su castigo sin saber lo que
había averiguado su "espía". Por otra parte, las
tres chicas salieron apresuradamente de la habitación. Si no
se daban prisa llegarían tarde, y estaban seguras de que eso
no le agradaría en absoluto a la profesora McGonagall.
En
diez minutos se encontraban en la puerta que conducía al
despacho de la profesora, pero antes de que pudieran entrar,
aparecieron sus dos pesadillas acompañados por Remus. Sin
mediar palabra alguna, las chicas llamaron a la puerta y entraron,
seguidas de sus tres compañeros.
- Llegan medio minuto
tarde – les reprochó la profesora McGonagall (N.A. ¿os
dáis cuenta de los complicado que resulta escribir McGonagall?
Mayúscula, minúscula, mayúscula y minúscula)
-. No cumpliréis vuestro castigo todos juntos, sino que os voy
a dividir en parejas para que no arméis un desastre (N.A.
¡ilusa!)
Los jóvenes se miraron entre sí
pensando que iban a acabar armando un desastre de todas formas.
-
Cada pareja va a desempeñar una tarea diferente – prosiguió
la mujer -. Evans y Potter, ordenar y limpiar el aula de pociones,
este tarde unos alumnos de segundo la dejaron hecha un desastre.
Carter y Black iréis a la cabaña de Hagrid. Me ha dicho
que tiene un trabajito perfecto para vosotros que os entretendrá
toda la tarde. Y Denver y Lupin, a limpiar los baños de
mujeres del segundo piso. Me temo que Myrtle ha estado últimamente
por allí. Y os advierto que realizaréis vuestros
castigos a lo muggle, sin magia que valga.
Todos se dirigieron
entre sí miradas de compasión, y se fueron a realizar
sus respectivas tareas con sus compañeros de castigo.
En
cuanto Lily y James llegaron al aula de pociones, situada en las
mazmorras del castillo, la pelirroja le lanzó un aviso al
merodeador:
- No quiero ni una palabra Potter. Tú
trabajas, yo trabajo, pero ni una palabra.
James tan solo
sonrío, pero en su interior pensó que al fin y al cabo
iba a ser una tarde muy divertida. A mitad de la tarde, cuando ya
llevaban limpiando y trabajando un buen rato, el chico se hartó
del incómodo silencio que reinaba en el aula, así que
decidió molestar un poco a su compañera:
-
Evans, últimamente no se te ve mucho con tú príncipe
azul. Sin embargo parece ser que ya ha elegido a otra princesa, una
tal Karen Fisher ¿no?
- Ni menciones a ese capullo,
Potter – masculló Lily -. Ha resultado ser más
cretino que tú.
- No, por favor Evans. No me quites el
privilegio de ser el primero en tu lista negra – bromeó
James.
Tras este "intento" de conversación, los dos
volvieron a trabajar en silencio. Pero a James le picaba la
curiosidad, así que se aventuró a preguntar más:
-
En serio Evans, ¿qué te pasó con Williams?
-
¿De verdad piensas que te lo voy a contar?
- No veo por
qué no. Al fin y al cabo, los dos pensamos que es un completo
imbécil.
Lily le miró perpleja. ¿James
Potter preocupándose por su vida sentimental? Seguro que le
había sentado mal la comida. Aún así había
algo en los ojos del chico que la invitaban a contarle sus
problemas.
- Buen, pues... – comenzó Lily sin saber
cómo seguir -. Tú sabes que Williams es muy ambicioso.
Demasiado diría yo. El caso es que él decía que
yo era un obstáculo en su carrera profesional, y decidió
que lo nuestro no podía continuar – Lily se dio cuenta de
que estaba dando una imagen demasiado débil delante de su peor
enemigo (aunque curiosamente, en esos instantes no le consideraba
exactamente un enemigo) -. Pero es mejor así. Si no lo dejaba
él, ya lo hubiera hecho yo – mintió.
- No sé
cómo alguien puede considerar a una chica como tú un
obstáculo – murmuró él, más para sí
mismo que para Lily.
- ¿Cómo? – preguntó
ella, sin estar muy segura de lo que le había parecido oír.
-
Nada, olvídalo.
Los dos chicos volvieron a sus tareas
en silencio, pero después de unos minutos, el merodeador
volvió a romperlo:
- ¿Sabes Evans? Creo que tú
y yo podíamos llevarnos muy bien.
- Potter... – le
avisó Lily, dándole a entender que sus trucos no
funcionarían con ella.
- Te lo digo en serio. Tenemos
muchas cosas en común, y ¿ves? , podemos mantener una
conversación civilizada.
Ella no comentó nada
sobre el asunto, aunque en el fondo pensaba que él podía
tener razón. Al fin y al cabo, no había resultado ser
una tarde tan horrible como ella había pensado, ¿o
no?
Mientras, en los terrenos del colegio, otros dos alumnos
llevaban a cabo el castigo impuesto por la profesora McGonagall,
aunque no de la manera tan "civilizada" como James y Lily lo
habían hecho. Es más, cuando el guardabosques de
Hogwarts, Hagrid, dejó a los dos jóvenes cavando tierra
al lado de su cabaña, pensó que el castigo le había
caído a él en lugar de a Sirius y a Mary.
-
Debéis cavar este trozo de tierra y dejarlo preparado para que
yo pueda sembrar coles. Sería peligroso dejar en vuestras
manos la tarea de sembrar – murmuró Hagrid para sí
mismo.
- De acuerdo Hagrid. No te preocupes por nosotros. No
armaremos ningún estropicio – aseguró la chica con su
sonrisa más inocente a la vez que le lanzaba una mirada de
advertencia a su compañero.
- Y por cierto, ¿tú
dónde vas?
- Oh, voy a Hogsmeade, Sirius. Concretamente
a la "Cabeza de Puerco". Tengo asuntos importantes allí –
y después de esbozar una sonrisa que pretendía ser
misteriosa, el guardabosques se dio media vuelta y se marchó
dejándoles ahí solos.
Los dos se pusieron
inmediatamente a cavar sin dirigirse ni siquiera una mirada, pero
Sirius, aburrido de la situación, comenzó a molestar a
la chica:
- Vaya calladita que estás hoy, Carter.
-
Cierra el pico – contestó ella. Sabía lo que
pretendía el moreno, y no iba a darle el gusto.
- Oh,
vamos. No hace falta que seas tan desagradable conmigo – continuó
Sirius.
- Te lo advierto Black, una palabra más y... –
Mary hizo un gesto bastante elocuente.
- Venga, no te hagas la
dura conmigo. Sé que en el fondo estás loquita por mí.
Todas lo están.
Mary prefirió no decir nada,
sabía que Sirius hablaba para molestarla, pero una voz en su
interior le decía que quizás el chico estaba diciendo
la verdad.
- Vamos Carter, no seas tan aburrida. Sé que
tú no eres así, verás como te lo pasas muy bien
conmigo – le estaba costando sacarla de sus casillas.
- Mira
Black – por fin Mary reaccionó -. Que yo sea tú chica
ideal y que te mueras por tener una cita conmigo, no significa que yo
piense lo mismo de ti.
Sirius se quedó desconcertado
durante varios segundos. La verdad es que no estaba acostumbrado a
que una chica le hablara de ese modo, y menos a que le rechazara.
Pero rápidamente contraatacó.
- Sí
Carter. Pues si tú eres mi chica ideal, yo era modelo de ropa
interior de Calvin Klein, lo que pasa es que me cansé de
enseñar el culo – dijo él con su tono más
sarcástico.
- ¿No me digas Black? Y yo que pensé
que enseñar el culo era uno de tus pasatiempos favoritos.
Él
ni se limitó a contestar. Cogió un montón de la
tierra que estaban cavando, y cuando Mary estaba de espaldas, se la
lanzó.
- Serás... – dijo ella, a la vez que
cogía otro poco de tierra y se la lanzaba a Sirius con todas
sus fuerzas.
En pocos minutos, todos los surcos que habían
hecho para que Hagrid pudiera sembrar sus coles, estaban
completamente deshechos. Los dos chicos se enfrascaron en una extraña
pelea de bolas de tierra, y mediante risas y bromas, se dieron cuenta
de que podían pasar una tarde juntos sin necesidad de
insultarse. Aunque claro está, ninguno de los dos lo iba a
admitir.
El caso es que la mitad del castigo se la pasaron
lanzándose entre sí bolas y deshaciendo lo que habían
hecho durante la primera mitad de la tarde. Cuando Hagrid llegó
de su visita a Hogsmeade y vio la estampa, lo primero que pensó
fue que estaban hechos el uno para el otro.
- Vosotros dos,
parad – les llamó el guardabosques -. Está visto que
lo de cavar no es lo vuestro.
- Oh Hagrid, lo sentimos mucho,
de verdad – se lamentó Mary a la vez que se daba cuenta del
desastre que habían organizado.
- No os preocupéis
chicos, aunque me imagino que habréis tenido una tarde de lo
más divertida ¿no es así? – preguntó
Hagrid lanzándoles una mirada pícara a los dos.
Mary
y Sirius tan solo se sonrojaron imperceptiblemente y miraron hacia
otro lado para que no se notara.
A la vez que esto sucedía,
en los baños del segundo piso, otros dos jóvenes
cumplían su castigo de una manera más tranquila. A
decir verdad, a Chris y a Remus les había tocado una tarde de
verdadero trabajo. La profesora McGonagall tenía razón,
y al parecer Myrtle la llorona había hecho de las suyas en
aquellos baños.
Los dos chicos se pasaron la tarde
charlando amigablemente mientras limpiaban el estropicio que había
armado Myrtle. Por suerte, la causante de aquel desastre no había
aparecido por allí. Al menos por el momento.
- Al
parecer nos toca ser la pareja oficial de Gryffindor – bromeó
Remus, recordando el desastre que días atrás habían
organizado sus compañeros en la Sala Común de su propia
casa.
- Sí – rió la chica -. Pero era
necesario. Los chicos solo quitarían la vista de la pelea si
les dábamos un espectáculo más interesante.
-
No sabes la de comentarios que he tenido que aguantar: "Remus, yo
era el amor de tu vida", "Oh, Remus, ¿por qué no me
elegiste a mí?" - se quejó el merodeador imitando a
la perfección la voz de las chicas -. La verdad es que las
chicas del club de fans de James y Sirius son realmente odiosas.
-
¿Club de fans de Potter y Black? – se extrañó
Chris – creí que eran fans de todos lo Merodeadores.
-
En teoría sí, pero ya sabes, solo persiguen a esos dos.
Y créeme, me alegró por ello. Soy demasiado tímido
para esas cosas.
Chris tan solo esbozó una tímida
sonrisa. En realidad eso era lo que más le gustaba de Remus.
No era tan presumido como sus otros dos amigos, y no le gustaba para
nada llamar la atención. Podías mantener una
conversación con él tranquilamente, sin que tuviera que
alabarse a sí mismo como lo hacían los otros dos
Merodeadores, especialmente Sirius. Realmente Remus era un chico muy
singular, demasiado distinto a sus amigos.
- No te preocupes –
dijo ella al cabo de un rato -. No creo que les dure mucho. En cuanto
vean que no nos comportamos como una verdadera pareja se les
pasará.
- Eso espero – murmuró Remus, aunque
mentía. Él sabía que daría lo que fuera
por que Chris y ella se comportaran como una verdadera pareja, aunque
también sabía que eso era completamente imposible.
Los
dos volvieron a su tarea con una sonrisa estúpida en sus
caras. Aún así, algo hizo que borraran esa
sonrisa.
Cuando a Chris se la acabó el producto de
limpieza con el que limpiaba los retretes, fue a por más. Pero
la mala o la buena suerte, según cómo se mire, hicieron
que la joven Gryyfindor resbalara debido a un charco que había
en el suelo, y fuera a caer en los brazos de Remus, quien la atrapó
hábilmente antes de que la chica cayera al suelo y se rompiera
algún hueso.
Chris iba a agradecérselo y a
disculparse con su torpeza, pero de improviso se topó con los
dorados ojos del chico que en aquellos instantes la miraban con
¿dulzura? No podía ser. Remus Lupin no la podía
estar mirando de esa manera. "Maldita conciencia", pensó
Chris, "¿es qué ni ahora me puedes dejar en paz? La
chica alejó esos inoportunos pensamientos de su cabeza y se
concentró en la imagen que tenía delante.
Remus,
no sé sabe si por instinto o por premeditación, se
acercó a Chris lentamente. Deslizó sus manos hasta su
cintura y continúo acercándose. 3 cm, "Dios mío,
¡qué estoy haciendo!", 2 cm, "Chris, es Remus, un
merodeador", 1 cm, "¡qué mas da que sea Remus!"
Sus
labios ya se estaban rozando, cuando...
- ¡ID A UN BAÑO
A HACER ESAS GUARRERÍAS! – gritó de repente una voz
tremendamente aguda.
Chris y Remus se apartaron muy rápido,
y cuando miraron hacia arriba, descubrieron a Myrtle la llorona
revoloteando por el techo de los baños.
- Ya estamos en
un baño – le respondió Remus, bastante enfadado por
la interrupción del fantasma.
- ¿No me digas,
Lupin? ¿Insinúas que estoy cegata?
- No, Myrtle,
lo que pas... – trató de disculparse el licántropo
sabiendo lo que se avecinaba.
- ¡Pues que sepas que
aunque esté muerta puedo ver! – gritó el fantasma, y
acto seguido se puso a llorar.
- ¡Mierda! – exclamó
él, al ver que todo lo que habían hecho en la tarde no
había servido para nada.
- No te preocupes Remus –
trató de tranquilizarle Chris -. Iremos al despacho de la
profesora McGonagall y se lo contaremos. Estoy segura de que lo
comprenderá. Así que no te alteres tanto.
Dicho
esto los dos chicos se encaminaron rápidamente al despacho de
su profesora de transformaciones para explicarle lo ocurrido durante
su castigo, omitiendo algunos detalles, claro está.
Los seis Gryffindors llegaron a su Sala Común,
exactamente al mismo tiempo.
- ¡Vaya tarde! –
exclamaron los seis, también a la vez. Se miraron entre sí,
y se echaron a reír.
Estuvieron un rato charlando, más
bien discutiendo, pero todos se dieron cuenta de que Chris y Remus
tenían una actitud un tanto "extraña": no paraban
de lanzarse miraditas, y cada vez que lo hacían, apartaban la
vista muy sonrojados.
- ¡Remus se ha liado con Denver! –
le susurró Sirius a James.
- ¡Seguro que el mamón
de Lupin ha intentado aprovecharse de Chris! – murmuró Mary
para que Lily lo pudiera oír.
Poco tiempo después
las tres chicas se marcharon a su cama alegando que habían
tenido una tarde muy agotadora. En cuanto llegaron a su habitación,
Lily y Mary bombardearon a la rubia con sus preguntas:
- ¿Qué
te hizo Lupin?
- ¿Ya estáis juntos?
- ¿No
intentaría aprovecharse de ti?
- ¿Ya te ha
propuesto matrimonio? Sí lo hace, no te fíes. Lo digo
por experiencia.
- ¡Basta! – exclamó Chris –
No os voy a contar nada, porque no pasó nada – la chica
decidió que lo mejor era olvidarse de aquel "incidente" –
y vosotras, ¿qué tal?
- Bien – contestaron las
dos a la vez.
Chris les dirigió una mirada
interrogante, invitándolas a explicarse.
- Potter y yo
tuvimos una tarde bastante tranquila. Estuvimos hablando y yo le
conté lo que me pasó con Williams – sus amigas le
dirigieron miradas de completa incredulidad -. Sí, ya lo sé.
Pero es que se portó muy bien, y algo me decía que
podía confiar en él.
- Pues yo tampoco me lo
pasé tan mal con Black. Al principio empezamos a insultarnos,
pero luego jugamos a tirarnos bolas de tierra – Chris y Lily
pensaron "¡Qué salvajes!" -. La verdad es que me lo
pasé bastante bien, aunque me cueste admitirlo.
-
Bueno, al final el castigo no nos fue tan mal como pensábamos
– dijo Chris.
James, Sirius y Remus se fueron a su
habitación poco después de que las chicas hicieran lo
mismo. En cuanto llegaron, los dos morenos le pidieron explicaciones
a Remus.
- Entre Chris y yo no pasó nada – aseguró
el chico -. Os lo prometo. ¿Pero vosotros? Parece que os
lleváis muy bien con Lily y Mary.
- Oh, nada de eso.
Simplemente he pasado una tarde divertida, pero eso no significa que
me guste Carter, no siquiera que me sienta atraíd... –
Sirius paró de hablar al darse cuenta de que se estaba
poniendo en evidencia. Sus dos amigos le dirigieron miradas
divertidas que él ignoró.
- Pues yo tuve una
divertida charla con Evans – James les contó lo que Williams
le había hecho a la pelirroja -. Creo que le deberíamos
dar un escarmiento a ese Williams.
- Sí, pero ¿qué
podríamos hacer?
- No sé – respondió
James - ¿qué os parece una broma de las nuestras?
Los
otros dos le dirigieron miradas dándole a entender que estaban
de acuerdo, y acordaron preparar la broma otro día.
En
ese momento, Peter Pettigrew entró apresuradamente en la
habitación, asustando a sus ocupantes.
- ¡Chicos!
Al fin os encuentro. Os he estado buscando toda la tarde. ¿Dónde
demonios os habíais metido?
- Peter – dijo Sirius,
asombrado por lo tonto que era el chico -. Ya te dijimos que teníamos
castigo con McGonagall. ¿Tú qué tienes, un
cerebro o una pepita ahí dentro? – añadió
señalando su cabeza.
- ¡Es verdad! Lo había
olvidado – exclamó Peter a la vez que los otros le miraban
como queriendo decir "no hace falta que lo jures".
-
¿Y...? – cuestionó James impaciente.
- ¿Cómo
que y?
- ¡Que nos digas qué es lo que has
averiguado! – gritó Sirius desesperado, mientras Remus se
reía de la situación.
- ¡Ah sí! Lo
que averigüé. Pues en una misión de gran peligro
para mi vida...
- Peter, corta el rollo – le interrumpió
James.
- Vale, vale, pero no hace falta que seas tan borde –
se quejó el chico -. Pues resulta que las chicas quieren que
Sirius pierda la memoria momentáneamente.
- ¡Es
un ultraje! – exclamó el aludido dramáticamente.
-
¿Y para qué querrían las chicas hacer que Sirius
perdiera la memoria? – preguntó Remus escéptico e
ignorando el grito de Sirius.
Peter se encogió de
hombros, pero parecía que a Sirius no le importaban los
motivos que tuvieran las chicas. Se había tomado eso como una
afrenta personal.
- ¡Me da igual para que quieran hacer
eso! El caso es que lo quieren hacer – sentenció Sirius, a
la vez que James le daba la razón -. Y se arrepentirán.
Les vamos a declarar la guerra.
- Chicos, no creo que sea lo
mej... – comenzó Remus. La verdad es que el licántropo
no se creía la historia que les había contado Peter.
Siempre había pensado que ese chico no era totalmente de
fiar.
- Y además abandonaremos la idea de la broma de
Williams. Evans no merece que intercedamos por ella – dijo
James.
- Pero James...
- Y tú Peter – volvió
Sirius a interrumpir a Remus – muchas gracias por tu ayuda. Lo
tendremos en cuenta en el futuro.
- Sirius, piensa bien lo que
dices – le advirtió Remus de nuevo.
- Remus, ¿estás
con nosotros o no?
- De acuerdo – el licántropo
finalmente se dio por vencido. Sabía que cuando a sus amigos
se les metía una idea en la cabeza, por muy estúpida
que fuera, no había quien les hiciera entrar en razón.
Mientras estas conversaciones tenían
lugar en la Torre de Gryffindor, otra conversación igual de
interesante, o incluso más, tenía lugar en otra sala de
aquel milenario castillo.
- Así que el castigo ha sido
un completo éxito, ¿no es así, Minerva?
-
Sí señor – respondió la profesora -. Les puse
en parejas como usted me mandó, y al parecer la cosa ha ido
bien.
- Perfecto, perfecto – se deleitó el
desconocido, con serena voz y un extraño brillo en sus ojos
azules.
- Pero, ¿no cree usted que eso son asuntos que
no nos incumben? – preguntó la mujer, no muy segura de la
salud mental de la persona que tenía enfrente.
-
Minerva, ya hemos discutido ese tema. Ya te he dicho que esos seis
chicos tienen que acabar juntos. Y estoy firmemente decidido a
conseguir mi propósito. Fin del asunto – sentenció el
hombre, sin saber que algo enturbiaría seriamente sus
inocentes planes.
Por fin. Quinto capítulo terminado. No sabéis lo que me ha costado escribir este capítulo. Me quedé atascada y no sabía cómo seguir, pero bueno, ya está escrito. Espero que os haya gustado y que hayáis disfrutado leyéndolo, aunque he de reconocer que esto no es de los mejores capítulos que he escrito. Os prometo que intentaré que el siguiente sea mejor. Y por cierto, seguid dejándome reviews, que ya sabéis que me anima mucho.
Hasta
el próximo capítulo
bars9
