Capítulo 6. El capullo entra en acción

¡Hola a todos! Ya está aquí vuestra pesadilla otra vez. Pero antes de nada...

Disclaimer: Algunos personajes de esta historia son de la genial JK, otros son míos, pero la verdad es que todos son de su padre y de su madre. Yo no escribo esto para forrarme (ya me gustaría a mí), solo lo hago para divertirme y para que mis padres se crean que hago algo instructivo durante el verano.

Dicho esto, vamos con los reviews. Que por cierto, en el anterior capi, solo me dejasteis tres. Espero que con este capi no ocurra lo mismo .

- Cristie: ¿gilipollas Peter? Nooooooo... ¿notas el tono sarcástico? Es un imbécil redomado, un capullo de tres al cuarto, un gilipollas de primera y muchas otras cosas más que una señorita como yo no debe decir. De todas formas, me alegra de que mi fic te siga gustando . Un beso, nos vemos.

- Luciana: me encanta que mi fic te guste y espero seguir así. Besos.

- Vaina: que bien que el anterior capi te gustara. Ya sé que tardé más de lo normal en actualizar, pero es que acabo de empezar las clases ¬¬ y no voy a poder actualizar tan seguido. Aunque lo intentaré. Un beso y ojalá te guste el nuevo capi.

Y ahora, sin más palabrería, el nuevo capítulo.

Capítulo 6. El capullo entra en acción

Las tres chicas, después de desayunar, se encaminaron a la biblioteca para documentarse más todavía sobre la poción que iban a elaborar.

Tomad chicas – dijo Chris, entregándoles un gran montón de gruesos y polvorientos libros -. Creo que aquí tenemos para todo el día.

Aún así, Mary se escaqueó un buen rato con la excusa de que tenía que buscar libros que le sirvieran para realiza un trabajo de Historia de la Magia, que todavía no había hecho. El problema es que cuando estaba buscando información, se topó con un extraño libro. Parecía el más viejo y polvoriento de toda la biblioteca, y ni siquiera tenía un título escrito en la portada. Lentamente abrió el libro y comenzó a leer. Le estaba resultando muy amena la lectura, cuando se le ocurrió una idea bastante interesante.

Vaya, vaya, creo que esto nos podrá servir de mucho – murmuró para sí misma.

¿Qué es lo que te puede servir, Carter? – preguntó una voz inconfundible para ella a sus espaldas.

Mary cerró de golpe el libro que sostenía entre sus manos en cuanto oyó la vez de Sirius.

¿Qué haces aquí, Black?

Nada, solo venía a advertirte – dijo el merodeador despreocupadamente mientras Mary le miraba desafiante -. Quiero que sepas, Carter, que tú y tus amigas no os vais a salir con la vuestra. Ya nos encargaremos nosotros de que vuestros planes fracasen.

Dicho esto, se dio media vuelta y se marchó dejando a una Mary confundida por sus palabras. "¿Sabrían algo los merodeadores de lo que le pensaban hacer a Williams? Y aunque lo supieran, ¿qué mas les daba? A ellos no les afectaba". Con estos pensamientos la chica se dirigió a la mesa en la que estaban sentadas Lily y Chris, aunque decidió no mencionar nada sobre la pequeña conversación que había mantenido con Sirius minutos antes.

Al día siguiente, durante la hora de la comida, algo alteró a las chicas. Lily se encontraba tranquilamente comiendo su pastel de carne, cuando Karen Fisher, la prometida de su ex – novio, pasó por detrás suyo.

Pues sí, Natalie – le dijo Fisher a su amiga, lo bastante alto para que Lily lo pudiera oír -. Josh y yo vamos a casarnos en cuanto salgamos de Hogwarts.

¿Y cómo es que os vais a casar tan pronto? – preguntó la otra chica, como si se hubiera aprendido el diálogo de memoria.

Ay querida. Es que mi Josh – estas dos palabras las recalcó exageradamente – quiere pasar cuanto antes el trauma que le produjo el estar con su anterior novia. Ya sabes, la sangre sucia.

Lily ya no pudo más. Con la cara del mismo color que su pelo, se levantó hecha una furia y se encaró a Fisher.

Vaya Fisher. Quien lo diría de una perfecta Ravenclaw como tú. Cualquiera que te oiga hablar, pensaría que eres una sucia Slytherin.

No me digas, Evans – contestó Fisher, contenta por haber conseguido provocar a la pelirroja -. Pues si te digo la verdad, preferiría ser una Slytherin a ser una sangre sucia como tú.

Repite eso Fisher – la retó Lily fuera de sí.

Vamos, vamos chicas. No arméis un escándalo. No sería bueno para mi imagen pública – dijo otra voz.

"Lo que me faltaba ahora", pensó Lily al ver quien había dicho semejante tontería, "Williams alardeando de lo perfecto que es".

Venga chicas – volvió a repetir Williams -. No hace falta que os peleéis por mi. Me siento muy alagado por ello, pero de verdad que no hace falta – Lily le lanzó una mirada fulminante, pero él no pareció darse por aludido -. Y tú Lily, cariño, ya es hora de que aceptes tu derrota.

La chica no necesitó oír más.

Mira Williams, cuando sepas ver más allá de tus narices serás alguien, pero hasta entonces... - dijo la Gryffindor.

Acto seguido, la chica se dio media vuelta, le dirigió una mirada bastante significativa a sus dos amigas, y se marchó dejando a todo el Gran Comedor boquiabierto y con ganas de más "telenovela", incluido el profesorado.

¡No me lo puedo creer! – exclamó Lily al llegar a la habitación después de la última clase del día, que había resultado ser Encantamientos con la casa de Ravenclaw. Consecuencia: Lily había tenido que respirar el mismo aire que Williams y su novia, y su mal humor había alcanzado límites insospechados.

¡Yo sí que no me lo puedo creer Lily! – exclamó Chris a su vez - ¿Cómo es posible que respondieras a la provocación de Fisher?

¿Qué querías? ¿Que me quedara callada? ¡Me llamó sangre sucia!

¡Malfoy te ha llamado mil veces sangre sucia! – replicó la rubia – y nunca te habías puesto así.

Pero Malfoy es Malfoy y Fisher es Fisher, Chris. ¡No compares! – intentó disculparse Lily.

Di que sí – intervino por primera vez Mary-. Hiciste lo correcto. No ibas a dejar que te humillara esa rubia de bote.

Tú siempre tan acertada, Mary – la reprochó Chris.

El caso es – interrumpió Lily antes de que sus dos amigas se enzarzaran es una discusión sin fin sobre lo que era correcto y lo que no – que me va a costar mucho esperar a lo EXTASIS para darle su merecido a ese imbécil.

Tienes razón, Lily - aprobó Chris, olvidando la discusión que tenía pendiente con Mary -. Pero no se me ocurre nada.

Las tres chicas se sentaron en la cama de la rubia y se pusieron a pensar.

¡Ya lo tengo! – exclamó de repente Mary.

¿Qué tienes? ¿La fórmula secreta de la Coca – Cola? – preguntó Lily a modo de broma.

¿La Coca – qué? – dijeron Mary y Chris a la vez, ya que al provenir de largas familias de magos no estaban al tanto de los refrescos del mundo muggle.

Nada, olvidadlo.

Bueno, olvidemos esta pequeña interrupción – prosiguió la morena – y vamos a lo que vamos. Ayer, cuando fuimos a la biblioteca, encontré un libro un poco raro, pero bastante interesante. Gracias a ese libro se me ocurrieron algunas ideas que nos pueden ayudar a divertirnos un poco. En ese libro se encuentra la verdadera clave de nuestro éxito.

¿Y la clave es...? – cuestionó Chris mientras Lily aguardaba expectante.

Hipnosis.

¿Hipnosis? – repitieron las otras dos, extrañadas por la idea que había tenido su amiga.

Sí, hipnosis – al ver que las otras dos no pillaban la idea, Mary tuvo que explicarla - . es muy simple. Podríamos hipnotizar a Williams para que se sintiera profundamente enamorado de otra persona y así mataríamos dos pájaros de un tiro. Pondríamos en ridículo tanto al capullo de Williams como a la uni – neuronal de su novia.

Es una buena idea – aceptó Lily – pero, ¿quién sería la víctima?

¿Qué os parece Narcissa Black? – propuso Chris.

Perfecto – volvió a aceptar la pelirroja -. Así nos vengaremos también por lo que le hizo a Mary el año pasado.

Narcissa Black (N.A. ¿cómo pude tener Sirius una prima tan estúpida? Con lo majo que es él...) era una chica tremendamente desagradable que cursaba séptimo curso también, pero que pertenecía a la casa de las serpientes, Slytherin. Desde que se vieron por primera vez en el Expreso de Hogwarts, las tres chicas sentían un odio irracional hacia ellas, sentimiento que en este caso era mutuo, aunque nadie sabía exactamente el porqué. Narcisa se había tomado como objetivo hacerle la vida imposible a las tres Gryyfindors, y hasta el momento lo había cumplido a rajatabla.

El curso pasado, la Slytherin había montado un numerito en el Gran Comedor, llamando a Mary de todo menos "bonita". La principal razón de aquel arrebato de furia había sido la envidia, ya que Lucius Malfoy, el prometido de Narcisa, se sentía bastante atraído por Mary y ni siquiera se esforzaba en disimular ese sentimiento. Vamos, toda una telenovela. El caso es que la cosa había terminado en pelea y... 50 puntos menos para cada casa y el castigo correspondiente, que para más inri tuvieron que cumplir juntas.

El problema es que nosotras no tenemos ni idea de hipnotizar – observó Chris.

Eso no es exactamente un problema – dijo Mary -. El libro que encontré en la biblioteca precisamente era de hipnotismo, y te enseñaba perfectamente cómo hacerlo. (N.A. hipnotizar, quiero decir)

Pero para eso no necesitamos un libro – replicó Lily -. Tengo a las personas perfectas para hacerlo: los mellizos Young

¿Los mellizos Young? – repitió Chris, refiriéndose a Donna y Michael Young, dos hermanos que pertenecía también a Gryffindor pero que iban a sexto curso. Tenían unas aficiones un tanto extrañas, como el hipnotismo, y se sentían fascinados por las ramas más inexactas de la magia, por ejemplo la Adivinación.

Sí, el año pasado me propusieron aprender hipnotismo y cosas de esas, pero yo me negué – explicó -. Estoy segura de que estarán encantados de ayudarnos.

Mientras tanto, en la habitación de los chicos de séptimo, los merodeadores comentaban lo ocurrido durante la comida.

¿Visteis como se puso Evans? – preguntó Sirius, asombrado por el comportamiento que había tenido la pelirroja.

Pues claro Sirius. Tenemos ojos en la cara – respondió James de malhumor.

No me extraña que se pusiera así – dijo Remus -. La provocaron.

¡Pues claro que la provocaron Moony! – exclamó James – si hasta parecía que se había aprendido la conversación de memoria.

Aún así eso no la salva, ni a ella ni a sus dos amigas. Llevaremos a cabo nuestros planes contra ellas.

Padfoot... - le advirtió Remus.

¿Tú también querido Remus? – se escandalizó Sirius – creí que estabas de nuestro lado.

Sí, lo que pasa es que creo que nos estamos precipitando. Pettigrew no me parece de fiar.

Vamos Moony, tú nunca te has echado para atrás en una broma – le recordó James.

Está bien – aceptó finalmente el licántropo.

Pero, ¿tenéis ya aluna idea sobre lo que les vamos a hacer a las tres "princesitas"? – preguntó James.

Sí – contestó Sirius – a mi se me ha ocurrido una magnífica idea (N.A. lo que más me gusta de este chico es su modestia), pero, ¿qué es eso de las tres "princesitas"?

Es el mote perfecto para Evans, Carter y Denver – explicó – siempre tan inteligentes, tan perfectas... como si fueran tres princesitas.

Sí Prongs, lo que tú digas.

Pues claro, siempre es lo que yo digo.

Claro, claro.

¿Acaso no te parece un buen mote?

Vaya, te costó pillarlo.

¿Me estás llamando corto?

No, solo te estoy diciendo que no las coges ni al vuelo.

Pues para tu información, yo siempr...

¡Basta! – exclamó Remus, harto de las eternas discusiones de sus dos amigos.

Tranquilo lobito – dijeron los dos morenos a la vez.

Remus tan solo emitió un bufido de desesperación y se tumbó en su cama.

¿Sería el señor Black tan amable de exponernos su idea? – se burló James.

Por supuesto, señor Potter – contestó el otro chico siguiéndole la corriente, y acto seguido les explicó lo que se le había ocurrido.

En el momento en el que Sirius terminó de contarles su plan, la puerta de la habitación se abrió de repente y Peter cayó al suelo estrepitosamente al tropezar con el dobladillo de su túnica. Al parecer había estado con la oreja pegada a la puerta y escuchando toda la conversación.

¿Qué hacías ahí? – preguntó Remus de mala manera. Definitivamente ese chico no le caía nada bien.

Na... nada. Tan solo estaba... comprobando la resistencia de la puerta – contestó el chico (N.A. sí, claro, y yo esta noche he quedado con Brad Pitt).

Los otros tres intercambiaron mirada como diciendo "Ya claro", pero prefirieron no decir nada. Al darse cuenta de que Peter se había enterado de todo lo que iban a hacer, decidieron incluirle en sus planes.

¿De verdad? – preguntó Peter, emocionado por formar parte del grupo de los merodeadores (N.A. ¡iluso!) – os prometo que no os defraudaré. Esta broma va a ser la mejor de toda la historia Hogwarts, y gracias a ella nos convertiremos en los mejores amigos y lo haremos todo juntos: planearemos más bromas juntos, cumpliremos los castigo juntos, incluso salvaremos al mundo de su terrible destino juntos.

Claro, y seremos como los cinco de Enyd Blyton, solo nos falta el perro – dijo Remus sarcásticamente, ya que estaba muy puesto en el tema de la literatura muggle.

Los otros tres se le quedaron mirando con cara de pasmados porque no sabía a qué se refería su amigo.

Me voy a duchar – informó Remus. No estaba dispuesto a seguir escuchando las tonterías de Peter.

Tres chicas, una pelirroja, otra morena y la última rubia (eso sí, rubia natural) para más señas, se deslizaban silenciosamente por las escaleras de la torre de Gryffindor. Andaban cuidadosamente como si se encontraran realizando una importante misión de la todas nuestras vidas dependían.

¿Por qué tenemos que hacer el gilipollas de esta manera, Lily? – preguntó Mary, cansada de hacer el payaso así.

Porque lo digo yo y ya está.

Finalmente y después de quince minutos (bajar unas cuantas escaleras no lleva tanto tiempo, pero al ritmo que iban no me extrañaría que hubieran tardado más todavía), por fin llegaron a su objetivo: la habitación que se encontraba en el sótano de la torre de Gryffindor.

Antes de seguir con la historia vamos a hacer un Kit Kat, es decir, un paréntesis. Corría el extraño rumor por todo Hogwarts, más bien era una especie de leyenda urbana, de que aquel lugar estaba maldito. Todos los Gryffindors evitaban pasar o incluso acercarse a la escalera que conducía a aquel extraño lugar y no se conocía la existencia de al menos una persona, que hubiera bajado a aquella habitación y hubiera regresado con vida (N.A. quizás porque ninguno había sido lo suficientemente valiente para bajar allí. Y eso que son Gryffindors). Alguna poderosa razón había para que los alumnos más valientes del colegio no se atrevieran a bajar allí. Quizás ha llegado la hora de saber el porqué.

Cuando Lily estaba a punto de llamar a la puerta de la habitación, Mary la interrumpió:

Lily, creo que lo mejor sería irnos. No me gusta este lugar.

No tendrás miedo, ¿verdad? – inquirió la pelirroja con una sonrisa burlona en su rostro. Sabía exactamente lo que su amiga estaba pensando.

¿Miedo? ¿yo? Que va – aún así había una leve nota de temor en su voz -. Lo que pasa es que mi hermana me ha dicho que este lugar no es, digamos que muy... recomendable.

¿No creerás esos estúpidos rumores que circulan por el castillo? – preguntó Chris. Siempre había siso muy incrédula para ese tipo de temas.

Lily dio por finalizada la conversación llamando a la puerta. En cuanto sus nudillos hicieron contacto con la madera, una mano invisible abrió la puerta y las empujó suavemente para que pasaran al interior.

Definitivamente aquella era la habitación más extraña que había visto en toda su vida. La estancia estaba iluminada por velas que flotaban por todo el lugar. Eso no hubiera sido extraño para unas brujas como ellas, si no fuera porque las velas eran completamente negras, irradiaban una luz oscura y desprendían un aroma muy peculiar. En el centro de la habitación, había una pequeña mesa circular en cuya superficie reposaba una pequeña y brillante bola de cristal, que servía para practicar la adivinación. En una de las paredes las chicas podían vislumbrar varios muñecos, que seguramente servían para el vudú, y que representaban a la mayoría de los alumnos de Slytherin y a algunos de Ravenclaw y Hufflepuff. Ninguno de los muñecos representaba a algún alumno de Gryffindor, y eso alivió un poco a las tres visitantes. La habitación estaba llena de extraños objetos: atrapasueños, patas de conejo, colmillos de serpientes, piedras con extrañas formas y colores, pergaminos indescifrables, gruesos y polvorientos libros, multitud de espejos... Pegadas a una de las dos paredes más grandes, había tres camas alineadas de considerable tamaño. En una de ellas reposaba un gato negro de brillantes ojos verdes que en aquel momento miraba a las tres extrañas con verdadera curiosidad. Finalmente, las tres jóvenes se fijaron en un imponente armario de madera, en el que perfectamente cabían cuatro adultos de pie, situado al lado de una pequeña puerta que seguramente conducía al baño.

Lily, querida – saludaron dos voces muy parecidas, aunque una era femenina y la otra masculina.

Tres figuras, dos de igual altura y similar apariencia y la tercera un poco más alta y pelirroja con unos insondables ojos de color azul marino, aparecieron como de la nada. Las dos primeras pertenecían a los mellizos Young y la otra a Adalbert Trelawney, pariente lejano de la famosa vidente Cassandra Trelawney y que al parecer poseía vestigios del antiguo poder de aquella bruja. Curiosamente los tres compartían la misma habitación. Por alguna extraña razón (Lily pensaba que había sido gracias a una sesión de hipnotismo, aunque May y Chris se inclinaban por el chantaje emocional), el profesor Dumbledore había accedido y parecía no importarle que dos chicos y una chica durmieran en la misma habitación

Es un honor tenerte de nuevo en nuestra humilde morada – dijo Adalbert con un extraño e hipnotizante tono en su voz que puso los pelos de punta a las tres chicas, incluida Chris.

Gracias – dijo simplemente la pelirroja.

¿Y qué se te ofrece? – preguntó Donna.

-Venía porque preciso de vuestros poderes para darle su merecido a cierta persona – informó Lily.

A los dos mellizos se les iluminó la cara con una sonrisa traviesa, les encantaba utilizar los poderes para fastidiar a alguien. Adalbert tan solo esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción.

¿Y el afortunado es...? – preguntó esta vez Michael.

Joshua Williams.

Perfecto – dijeron los dos hermanos a la vez. Ese chico no les caía nada bien, en especial después de enterarse de lo que le había hecho a Lily.

¿Y qué quieres que le hagamos a ese pobre infeliz? ¿Un poco de vudú? ¿Un sueño intranquilo? ¿O tal vez un poco de mala suerte?

Todas esas ideas me tientan, Adalbert – sonrió Lily -. Pero creo que con una sesión de hipnotismo será suficiente.

El hipnotismo es mi especialidad – susurró Adalbert, volviendo a esbozar esa pequeña sonrisa de satisfacción.

Repasemos el plan – ordenó Chris mientras las otras dos le dirigían miradas de aburrimiento.

¿Otra vez? – se quejaron Lily y Mary por enésima vez.

Sí, otra vez – dijo Chris por enésima vez, y se pusieron a repasar de nuevo el plan que habían confeccionado

A las cinco en punto las tres chicas acompañadas de Donna, Michael y Adalbert, se encontraban delante del aula de Encantamientos, ya que Williams había quedado allí con su novia a las cinco y cuarto. Lily sabía de sobra que el chico estaría allí por lo menos diez minutos antes de la hora acordada. Entre los seis habían elaborado cuidadosamente un plan para hipnotizarle.

¿Está todo listo? – preguntó Chris, por lo que los demás asintieron.

Sincronicemos relojes – dijo Mary emocionada. Se sentía como si fuera una importante espía realizando una misión más importante aún.

Relojes sincronizados – informó Lily.

Probemos la comunicación – volvió a decir Mary.

Comunicación probada – dijo Donna.

Gracias a un interesante libro de Chris, los chicos habían ideado un efectivo sistema de comunicación. Debido a un sencillo encantamiento realizado por Chris (sencillo para la alumna más brillante que Hogwarts había tenido en los últimos cien años, se entiende), los seis se podían comunicarse entre sí, aunque Lily se encontrara en Madrid y los demás en Kuala Lumpur.

Pues comencemos con la fase uno del plan – dijo Michael -. Todos a sus puestos.

Dicho y hecho. Todos menos Lily desaparecieron por un tapiz situado en frente del aula de Encantamientos, aunque podían ver todo lo que iba a suceder en el pasillo gracias a un pequeño agujero. Por su parte, Lily se situó al lado de la puerta del aula, esperando a su "víctima".

En cinco segundos Williams va a hacer su aparición – susurró Lily – Cinco... cuatro... tres... dos... uno.

Efectivamente, en cuanto la chica pronunció la palabra "uno", Williams apareció en el otro extremo del pasillo.

¡Josh! – le llamó la pelirroja con un tono falsamente cariñoso que hacía mucho que no utilizaba.

¡Lily! – exclamó el a su vez, sorprendido por la presencia de la chica, por lo que apretó el paso - ¿Qué haces aquí?

Verás Josh – explicó ella acariciando su pecho y con un leve ronroneo en su voz -. Tú sabes que la noche en la que terminamos con nuestra relación yo me puse muy... histérica, y...

Pero tú sabes que yo no te tengo eso en cuenta, cariño – interrumpió Williams, mientras Lily no se podía creer como había estado enamorada de una persona tan estúpida y empalagosa.

Sí, pero de todas formas yo quería compensártelo – al oír esto, Williams sonrió estúpidamente y Lily le iba acercando hasta el tapiz.

Estupendo Lily – oyó la chica susurrar a Donna -. Ahora vamos con la fase dos.

Lily fue abriendo lentamente el tapiz, pero Williams no se daba cuenta porque estaba muy ocupado "admirando" el generoso escote que la chica se había puesto a posta. Sin que él ni siquiera se enterara, la chica le metió por detrás del tapiz, le sentó en una silla y le lazó un hechizo aturdidor, teniendo el suficiente cuidado para que el chico se mantuviera consciente.

Bien hecho – aprobó Michael, a la vez que los cinco jóvenes aparecía de entre las sombras.

Es el momento de poner en marcha la tercera y última fase del plan – dijo Chris.

Es mi turno – anunció Adalbert.

El chico hizo aparecer una silla de la nada, la colocó enfrente de la silla de Williams, se sentó en ella y sacó un extraño colgante del bolsillo de su túnica.

Escucha atentamente a todo lo que yo te voy a decir – comenzó Adalbert con ese tono hipnotizante, a la vez que Williams levantaba la cabeza para ver quién le había hablado -. Quiero que fijes tu mirada en este péndulo y que no la apartes de él por nada del mundo – ordenó a la vez que empezaba a mover el péndulo de lado a lado -. En cuanto yo diga tu nombre caerás en un profundo sueño del que solo despertarás cuando yo te vuelva a nombrar. Uno... dos... tres... Joshua – la cabeza del chico cayó hacia delante -. Ahora haz caso a todo lo que yo te diga. Te enamorarás profundamente de la persona que yo te ordene, y cada vez que la veas le demostrarás tu profundo amor. Te olvidarás de las demás personas que tienes a tu alrededor y te concentrarás tan solo en la persona que yo te diga. El nombre de esa persona es...

JAMES POTTER – oyeron a una voz gritar en el pasillo, que sin duda alguna se trataba de una voz femenina,

Mierda – susurró Adalbert.

Los otros cinco corrieron a asomarse por el tapiz y vieron a alguna de las últimas conquistas de James, que probablemente se acababa de dar cuenta de lo mujeriego que era el merodeador.

Ahora este zopenco creerá que está enamorado de James – dijo Adalbert, apesadumbrado por su fracaso.

No, esto es mejor de lo que habíamos planeado, ¿no os dais cuenta? – dijo Lily, esbozando una sonrisa traviesa que no hacía presagiar nada bueno.

Los demás parecieron darse cuenta, porque se miraron entre sí y esbozaron la misma sonrisa que la pelirroja había tenido momentos atrás. Mary y Michael corrieron a desatar a Williams y le sacaron al pasillo.

Chicos – les llamó Donna con un tono solemne – esto nos ha unido profundamente. Os lo aseguro.

Todos emitieron un suspiro emocionado, por supuesto fingido, se miraron los unos a los otros, soltaron una carcajada y se fundieron en un emotivo abrazo (N.A. ¡ay! que bonita es la amistad)

Ahora solo hay que esperar los resultados – dijo Lily, satisfecha porque el plan había salido incluso mejor de lo que había esperado.

En efecto, los resultados de la sesión de hipnosis no se hicieron esperar mucho. Al día siguiente durante la hora de la cena, cuando el Gran Comedor estaba abarrotado, James se encontraba cenando solo en una esquina de la mesa, ya que Remus no se encontraba muy bien y Sirius había decidido quedarse en la habitación para hacerle compañía.

De repente, las puertas del salón se abrieron de par en par y apareció Williams diciendo a grito pelado:

Como el sol, la luna, el cielo y las estrellas, tú brillas y me guías en el arduo camino hacia el fondo de tu corazón, donde me gustaría tener un pequeño hueco. James Potter. ¡TE QUIERO! (N.A. imaginaros que esto lo grita con la voz que pone Boris Izaguirre cuando se pone a hacer el mongol en Crónicas Marcianas. Seguro que así os hacéis más a la idea).

La reacción de James tampoco se hizo esperar. En cuanto el Gran Comedor estalló en carcajadas y aplausos, el chico se escabulló por donde pudo y corrió hasta que creyó estar a salvo. Y digo creyó porque en cuanto paró de correr, apareció Williams.

James, amor – dijo él acercándose a gran velocidad.

Olvídame.

Pero James, si yo te quiero mucho. Como la trucha al trucho.

Acto seguido Williams se acercó a James e intentó besarle (N.A. ¡qué directo!). El otro se apartó inmediatamente, pero Williams no cesó en sus intentos de demostrarle su profundo amor.

No muy lejos de allí, dos chicos observaban atónitos la escena, aunque por desagracia no podían oír la conversación que tenía lugar entre James y Williams.

Remus, ¿estás viendo lo que mis ojos ven? – preguntó el primer chico, asombrado.

Pues claro Sirius – respondió el segundo, con la misma expresión de asombro que tenía su amigo.

¿Y estás pensando lo que mi mente piensa?

¿Qué está pensando?

Que James es... es... ¡trucha! – exclamó el moreno.

¿Trucha? – repitió Remus, extrañado por la palabra que acababa de utilizar su amigo.

Sí, joder. Que James es gay.

Por fin he terminado este capi. Ahora lo que no se es como voy a deshacer este entuerto que he liado yo solita. Por cierto, ¿qué os han parecido los nuevos personajes? A mí personalmente me gusta mucho Adalbert. No sé, es diferente. Espero vuestras opiniones.

Y en el próximo capítulo...

La "pequeña" broma de los merodeadores y sus consecuencias.

Más situaciones James - Williams.

Las consecuencias de que Remus y Sirius piensen que James es gay

Y mucho más...

Os espero en el próximo capi: "Rebeldía en las aulas"

Besos.

bars9

Miembro de la Legión de las Lupinas

Miembro de la Orden Siriusana

(¡jo! Como mola poner esto)