Capítulo 7. Rebeldía en las aulas

Disclaimer: Pues lo de siempre, que no me demandéis porque esto lo hago para divertirme, para liberar tensiones y para que mi madre crea que hago algo constructivo. Y por supuesto que los personajes no son míos (algunos sí lo son) sino de JK y que ya me molaría a mí que los personajes fueran míos, porque entonces estaría en el Caribe con un tío bueno abanicándome, que en el Caribe hace mucho calor.

Después de decir unas cuantas tonterías en el disclaimer, vamos a decir unas pocas más contestando a los reviews.

Pero antes, voy a hacer una seria advertencia. Sí, habéis oído bien, seria. Que en ocasiones yo también puedo ser seria. En el último capi recibí 4 reviews. No es una mala cifra pero tampoco es una buena cifra. Así que si en este capi no recibo unos pocos más, me pensaré muy seriamente el continuar con el fic. Y no os lo toméis a broma, porque soy capaz de hacerlo y además ya tengo escrito el siguiente capi. ¡Anda!, dejadme reviews, porfa, porfa, porfa, porfa...

Ya está, después de esta "seria" advertencia, contesto a mis considerados lectores que SÍ me han dejado review.

- Vaina: ¡Hola mi querida lectora! Querida y fiel, por supuesto Ay, a mi la venganza de las chicas también me gustó y aunque no salió como ellas tenían previsto, al final resultó todavía mejor de lo que esperaban. La reacción de Sirius y Remus (sobre todo la de Sirius) va a traer cola y espero que te guste. Un beso y disfruta con el capi.

- Ginny-Shelena: No te creas, pero ya te eché de menos en el anterior capi. Me extrañó mucho no ver tu review, pero no pasa nada. Tienes razón, Williams enamorado de Narcisa no estaría mal, pero Williams enamorado de James es mil veces mejor. Yo también quiero que se muera la rata: MUERTE A LA RATA. No sé, igual hago que "accidentalmente" se caiga por la ventana de la torre de Astronomía, o que resbale y caiga al lago con el calamar gigante, ¿qué te parece? . Tranquila, que los nuevos personajes van a salir mucho en la historia, digamos que se van a convertir en co-protagonistas. Un beso y gracias por tomarte tu tiempo en leer mi fic. Chao.

- Cristie: ¡Hola! Yo también pienso que en el futuro a Lily no le va a hacer mucha gracia que Williams esté detrás de James todo el rato, pero se va a tener que aguantar. A mi Adalbert también me encanta, es el que más me gusta de los tres nuevos personajes y no sé porqué. Creo que porque es raro, no sé. Besitos.

- BlushY: ¡Qué bien! Una nueva lectora a la que le gusta mi fic y que para rematar la faena me deja un review. Te lo agradezco mucho. A ver, creo que puedo aclarar tu duda existencial: la peli "Una rubia muy legal" en la que se basa el fic y "Legalmente rubia" es la misma, más que nada porque en inglés se llama "Legally blonde" y legalmente rubia será la traducción exacta al español. Un beso y espero que mi historia te siga gustando.

Y ahora, después de decir unas cuantas paridas, ya me siento más tranquila y capacitada para escribir. Os dejo en compañía (buena compañía, por supuesto) del capítulo siete, que por cierto, es mi favorito de todos los que llevo escritos.

Capítulo 7. Rebeldía en las aulas

Cuatro chicos cubiertos gracias a una capa que les hacía invisibles, avanzaban sigilosamente por un pasillo de aquel enorme castillo (N.A. ¡vaya! Me ha salido un pareado sin haberlo preparado. Perdón, ha sido un lapsus. Os prometo que no volverá a pasar) mientras todo el colegio estaba sumido en un profundo sueño.

- ¡Ouch! – exclamó el más bajito y torpe de los cuatro (N.A. ¿adivináis a quien me refiero?), a la vez que tropezaba ruidosamente y caía al suelo.

Debido a este pequeño incidente, Peter se llevó la capa por delante e hizo que él y sus compañeros quedaran al descubierto ante la gata del conserje, que casualmente andaba rondando por allí. En cuanto el animal vio a los cuatro muchachos, desapareció entre las sombras. Seguramente había ido a avisar a su amo de que cuatro jóvenes andaban merodeando (y nunca mejor dicho) por el castillo en mitad de la noche.

- ¿Estarás contento Peter? – dijo de malhumor Sirius. Siempre que salían por los pasillos por la noche, y no eran pocas las veces, lo hacían sin llamar la atención y por supuesto sin que les pillaran. Los hechos recientes le estaban haciendo llegar a la conclusión de que su buen amigo Remus tenía razón: Peter era un completo inútil.

- No pasa nada chicos. El conserje se encuentra roncando en su despacho – les tranquilizó James tras consultar al mapa del merodeador -. Además ya estamos cerca de las cocinas.

- Efectivamente, en pocos minutos ya se encontraban delante del cuadro que les conducía a las cocinas de Hogwarts. James acarició suavemente el dibujo de una pera en el lugar adecuado (N.A. ¡ay! Quien fuera pera), por lo que la fruta se convirtió en un pomo que les permitió entrar en la sala.

- ¡El señor Potter y sus amigos lo señores Black y Lupin! – anunció una elfina doméstica tremendamente emocionada, cuyo nombre era Binky - ¿Y el otro señor es...?

- Peter Pettigrew – contestó James cuando una multitud de elfos igualmente, emocionados que la anterior, se congregó alrededor de los cuatro muchachos. Sorprendentemente, los elfos no se mostraron con el nuevo acompañante, tan efusivos como lo habían hecho con los otros tres.

- Escucha Binky, necesitamos tu ayuda y la de tus compañeros – le pidió Sirius en tono confidencial, y acto seguido les explicó lo que tenían que hacer.

- Será un honor ayudarles – exclamó de nuevo Binky con su chirriante voz y más emocionada todavía.

Después de coger un poco de comida, los chicos se marcharon de las cocinas con una sonrisa triunfal en sus rostros y satisfechos porque su plan les estaba saliendo a la perfección.

A la mañana siguiente James se despertó con una verdadera sonrisa de satisfacción. Se levantó de la cama y tarareando una alegre melodía, se metió a la ducha.

- ¡James! – le llamó Sirius abriendo un ojo - ¿Quieres hacer el favor de callarte?

- Eso – le apoyó Remus medio dormido, cuando oyó tararear a su amigo "Satisfaction" - ¿Qué te crees? ¿Mick Jagger?

- ¿A qué viene ese mal humor?

- A que es demasiado pronto – le respondieron los otros dos a coro.

- Vamos – contestó James acercándose a la cama de Sirius para que se levantara.

En cuanto su amigo abrió las cortinas de la cama e intentó destaparle, Sirius se apartó bruscamente y dijo:

- Ya me levanto yo, James. Tú tranquilo.

James se sorprendió por el extraño comportamiento de su amigo. A decir verdad, Sirius estaba comportándose de una manera muy extraña. La causa de este cambio, es que Sirius no estaba muy seguro de la inclinación sexual de su amigo. Remus se lo había tomado de una manera completamente distinta, es más, estaba convencido de que todo aquello se trataba de una simple venganza de Lily y sus amigas contra Williams. Aunque por supuesto no había comentado nada porque sabía que si James y Sirius se enteraban de que todo aquello era culpa de las tres chicas, estaba seguro de que se armaría una buena. Y ríete tú de la segunda guerra mundial.

Poco tiempo después, los tres jóvenes se dirigían al gran comedor, seguidos de un Peter muy ilusionado porque creía que al fin formaba parte del grupo de los merodeadores (N.A. no me llames iluso, porque tenga una ilusión...). En cuanto llegaron, procuraron sentarse cerca de sus tres compañeras de curso, que curiosamente aquel día se encontraban desayunando en compañía de los mellizos Young y Adalbert Trelawney.

- ¿Qué hace Evans hablando con ese bicho raro? – preguntó James, al ver como Lily discutía con Adalbert sobre la fiabilidad de la Adivinación. A decir verdad, a James no le gustaba que la pelirroja discutiera con otras personas que no fueran él mismo.

- ¿Celoso, Jamsie? – dijo Remus con sorna, por lo que se ganó una mirada de James que parecía decir "Una bromita más y eres lobo muerto" y otra de Sirius que decía algo así como "¿Cómo va a estar celoso si es gay?". Peter por su parte les miraba sin empanarse de nada, pero eso es otra historia.

La cosa fue más o menos tranquila hasta la primera clase de la mañana, que resultó ser Encantamientos con el profesor Flitwick y con la casa Hufflepuff. Era extraño, pero los Griffys y los Huppies de séptimo año no se llevaban nada bien. Tal vez era porque Sirius se había enrollado con la mitad de las alumnas de Hufflepuff, porque al parecer sentía predilección por esa casa. Aunque claro está, había esperado a que ellas tuvieran novio, porque según decía el chico "una relación sin riesgo no es relación ni es nada". El riesgo, en este caso, era que les pillara el novio de la chica en cuestión.

O tal vez era porque la mitad de las Huppies que no se habían enrollado con Sirius estaban colgadas de James o de Remus, lo que provocaba dos situaciones: que las de Hufflepuff sintieran un odio irracional hacia Lily y Chris, o en su defecto, todo lo que tuviera que ver con ellas (N.A. creo que las razones son obvias, pero si no las veis tan obvias me lo decís que yo las explico. Así de paso me dejáis reviews, que últimamente os veo muy flojitos) y aprovecharan cualquier momento para atentar contra la vida de las dos Griffys; y la segunda situación era que los chicos de Hufflepuff se sintieran celosos porque los merodeadores acaparaban todo el sector femenino, lo cual les incitaba a actuar como sus compañeras de casa.

Una vez explicado el buen rollito, el compañerismo y la camaradería que había entre estas dos casas, sigamos con la historia. El caso es que el profesor Flitwick, siempre que le tocaba esa clase tan conflictiva, se temía lo peor. Y ese día no era la excepción.

En cuanto entró en clase, el profesor tuvo la extraña sensación que ese día iba a ser especialmente malo. La clase estaba dividida en dos partes por un pasillo, y como siempre, al lado derecho se habían colocado los de Hufflepuff y al otro, los de Gryffindor.

"Estos chicos no cambiarán", pensó el profesor mientras posaba su maletín sobre la mesa y saludaba a sus alumnos.

- Bien, chicos. Hoy os vais a colocar por parejas – anunció.

En seguida los alumnos se alborotaron y justo cuando Fiona Stivell, una Huppie extremadamente habladora que se llevaba muy bien con Lily, Mary y Chris, se había levantado de su asiento para emparejarse con una de las tres, el profesor volvió a hablar:

- Aunque como es lógico, las parejas las formaré yo.

Y así es como sucedió, aunque el profesor no se comió mucho la cabeza y les emparejó por orden alfabético. La cosa quedó así:

Helen Abott (una chica con menos vida sexual que la gallina caponata, que no paraba de acosar a cualquier ser con cromosoma Y) – Sirius

Anne Brocklehurst (todo lo contrario a Helen, porque ésta andaba más ligerita de cascos... además era el rollete secundario de Sirius) – Mary

Chris – Robert Dury (un supersticioso de mucho cuidado que profesaba tres religiones a la vez)

Lily – Remus

Peter (una rata traidora, aunque esto creo que no hace falta decirlo) – James

Matthew Rogers (ludópata. Se escapaba todos los fines de semana a Hogsmeade para ir al bingo) – Susan Stevenson (otra ligerita de cascos. Lo que pasa es que pasa es que a ésta le molaba James)

Fiona Stivell (la amiga de las Griffys) – Allan Wilde (misógino, racista, acosador... vamos, un intento fracasado de ser humano)

Al ver las parejas que había formado, el profesor Flitwick se dio cuenta de su error y os voy a decir porqué.

Abbott estaba desesperada por un hombre y precisamente la había puesto con... un hombre. Brocklehurst y Mary no se podía ver ni con todo el océano Atlántico de por medio. Chris era muy escéptica respecto a las creencias y todo eso y Dury se encomendaba a todo lo que tuviera la palabra "dios" delante y estuviera colocado en un altar. Peter era un completo inútil (N.A. ¿veis? No solo lo pensamos nosotras) y podía frenar en seco la carrera ascendente de James en su asignatura (ahí Flitwick se pasó un poco). Rogers y Stevenson andaban medio liados y no les importaba montar un numerito en público. Fiona, una feminista orgullosa, y Wilde, un machista sin complejos, juntos. Si por separado eran peligrosos, imaginaros juntos. La única pareja que había hecho bien era la de Lily y Remus. Vamos, que con el panorama que tenía, la próxima hora tenía más papeletas para ser la versión mágica de Gran Hermano que para ser una clase de Encantamientos.

- Hoy vamos a practicar el encantamiento desvanecedor – explicó el profesor -. Como ya sabéis la teoría, comenzad con la práctica.

El primer cuarto de hora fue inusualmente tranquilo, y eso le dio mala espina al profesor Flitwick. Pero claro, pronto llegó la gota que colmó el vaso, porque la paciencia de cierta pelirroja se acabó, haciéndola perder sus estribos.

- Vaya, la sabelotodo de Evans parece que no da pie con bola hoy – comentó Stevenson, al ver que ese día Lily no estaba muy acertada.

La pelirroja tan solo le dirigió una dura mirada, y muchos de los allí presentes pensaron que si las miradas mataran, Stevenson ya estaría siete metro bajo tierra.

- Aunque no me extraña – prosiguió la Huppie, poniendo en peligro su integridad física -. Desde que Williams la dejó va como alma en pena.

Ante este comentario, los demás pensaron que una de dos: o a Stevenson le molaba el sado maso o tenía una vena kamikaze que ninguno conocía. A decir verdad, esa Hufflepuff era muy rara. A simple vista parecía una de las más retorcidas alumnas de Slytherin, pero cuando hablabas un poco con ella, te dabas cuenta de que era demasiado tonta como para pertenecer a esa casa. Los hechos que se van a suceder a continuación confirman mi teoría.

- Aunque es normal que Williams la dejara – la chica volvió a aventurarse a la vez que sus compañeros pensaban que definitivamente era kamikaze -. Seguro que la sangre sucia en la cama es un completo fracaso.

Lily decidió que era suficiente. Aunque para sorpresa de todos, simplemente abrió la boca y dijo:

- Stevenson, cuando tus dos neuronas dejen de hacer eco en tu cabeza, me avisas.

La clase entera estalló en carcajadas mientras Stevenson pedía ayuda con la mirada a su amiga Brocklehurst. Y ante esta "guerra verbal" vosotros os preguntaréis ¿y Flitwick qué coño hacía? ¿De verdad tenía vocación de profesor o solo estaba ahí porque sus padres se habían negado a pagarle los estudios de Medimagia? Pues el profesor lo que hacía normalmente era sentarse cómodamente en su silla, sacar las palomitas y dedicarse a disfrutar de la función. Sabía que si intervenía sus alumnos no le iba a hacer ni caso, así que...

- No me extraña que la sangre sucia sea tan amargada, porque con las amigas que tiene... - Brocklehurst hizo un gesto elocuente y miró a su compañera de pupitre, que fijaros que casualidad, era Mary.

- Definitivamente el tinte que usas está haciendo estragos en tus únicas neuronas operativas. ¿Por qué no usas otro? – preguntó Mary burlona.

- Deja a mi amiga en paz – la defendió Stevenson.

- ¿Por qué no tú y tu amiguita no os vais y formáis un trío con tu querido Rogers? – intervino esta vez Chris -. Me han comentado que tenéis unas noches muy moviditas.

- Solo lunes, jueves y viernes – enumeró Lily con una sonrisa maliciosa – porque los demás días Rogers se va al bingo.

- Por lo menos yo tengo novio, no como tú Evans, que estás más amargada que Abbott – comentó Stevenson refiriéndose a su compañera de casa. Aunque ésta no se dio por aludida, ya que estaba demasiado ocupada mirando a Sirius.

Al oír esto, Lily no se aguantó más. Decidió que ya era la hora de dejarse de tonterías y se lió a puñetazo limpio con la Huppie. La siguieron Chris, Mary y Fiona, que lógicamente no se iban a quedar sin darse el gustazo, y Brocklehurst acudió rauda y veloz a salvar a su amiga. Rogers organizó apuestas para ver quienes resultarían vencedoras y Dury ya estaba recitando todas las oraciones que se sabía de memoria, que no eran pocas. Los demás se estuvieron deleitando un rato con el espectáculo, pero cuando vieron que Stevenson se retiraba porque le habían roto una uña y que Lily se abalanzaba por detrás con el propósito de arrancarle un ojo o algo por estilo, los merodeadores fueron a separar a las Griffys.

Remus se acercó a Chris diciéndola que era una prefecta y que debía dar ejemplo, pero la chica decidió que ni prefecta ni ostias (palabras textuales), que esas dos ya le estaban tocando bastante las narices. Por su parte Sirius intentó separar a Mary, pero recibió un mordisco en toda la mano. James lógicamente trató de hacer entrar en razón a Lily, por lo que recibió un codazo que hizo que su costilla flotante dejara de flotar.

El caso es que la mitad de la clase estaba metida en la pelea y los demás llevaban a cabo actividades fraudulentas: Abbott trataba de meterle mano a Sirius, o en su defecto a Remus y a James, Rogers seguía con sus apuestas y ya estaba intentando organizar una partidita de mus en toda regla, Wilde estaba soltando un discurso sobre porqué las mujeres deben quedarse en su casa fregando y haciendo la comida, discurso que por cierto nadie escuchaba, Peter trataba de ocultarse debajo de una mesa para que nadie se percatara de su presencia, y Dury, presa del pánico, se había liado a echar hechizos a diestro y siniestro.

Precisamente uno de los hechizos que lanzó Dury, le dio a Stevenson en la pierna, quemó una de las monedas de Rogers, pasó por delante de los ojos de Wilde dejándole con la palabra en la boca, rebotó en la pared más cercana y... acabó tirando al suelo la enorme lámpara que colgaba del techo del aula y dejando a todos sin respiración.

Fue en ese momento, cuando el profesor Flitwick se dio cuenta de que la situación se le estaba escapando de las mano (además de que se le habían acabado las palomitas), por lo que decidió poner orden. O por lo menos lo intentó.

- ¡Basta! – gritó – no quiero volveros a ver en mi clase. Fuera todo el mundo de mi vista.

Todos pensaron a la vez que el profesor estaba de broma, pero al ver que el hombre señalaba la puerta con la mano temblorosa, debido al arrebato de furia, los alumnos llegaron a la acertada conclusión de que debían salir del aula.

- ¿Creéis que se lo deberíamos contar a McGonagall? – preguntó Chris, temerosa.

-¡Vaya! – exclamó Remus – parece que has recordado que eres prefecta.

La chica tan solo le dirigió una sonrisa burlona.

- ¿Qué pasa aquí? – hablando del rey de roma...

Los jóvenes se giraron a la vez, como si fueran un solo ser, para ver quien les había hablado de una forma tan severa. Aunque estaba claro que solo podía ser una persona.

- Profesora McGonagall... - intentó explicarse Fiona, que era prefecta de Hufflepuff.

- No hace falta señorita Stivell – la interrumpió la profesora antes de entrar al aula de Encantamientos, donde al parecer el profesor Flitwick seguía con su crisis nerviosa.

Mientras, los chicos ya se estaban inventando la excusas más creíbles para no ser expulsados, y decidieron que si les preguntaban, ellos no habían sido. Tras un cuarto de hora, la profesora salió, con una mirada más severa todavía, y dijo:

- Al despacho del profesor Dumbledore.

Al llegar al despacho, el director hizo aparecer unas cuantas sillas más y les invitó a sentarse en ellas.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó el anciano con tono sereno.

- Nosotros no hemos sido – respondieron todos a la vez con un tono que indicaba todo lo contrario.

- Señoritas Denver y Stivell, si son ustedes tan amables... - invitó el director a las prefectas de cada casa a que se explicaran.

Las dos chicas se dirigieron miradas nerviosas entre sí, al tiempo que sus compañeros rezaban todo lo que sabían.

- Verá, señor director – comenzó Chris, dispuesta a contar una versión más o menos "light" de lo que había ocurrido – lo que pasó es que dos compañeras, concretamente Lily y Susan, tuvieron una pequeña discusión. Pero pequeñita, ya sabe, son los roces del día a día.

- Y el profesor Flitwick se lo tomó muy a pecho – prosiguió Fiona, dispuesta a terminar lo que Chris había comenzado -. Pero en realidad fue solo eso, una discusión entre compañeras. No creo que deba darle más importancia de la que tiene, señor director.

- Ya – contestó el anciano escéptico. No se había creído ni una palabra de lo que le habían contado, ni siquiera el "señor director". Aunque debía reconocer que Chris y Fiona eran unas actrices magistrales, pero ya hablaría de eso con ellas en otro momento – Por esta vez haré la vista gorda. Pero quiero que recapacitéis lo que habéis hecho – los alumnos le miraron preguntándose qué era lo que habían hecho -. Dejar a un profesor en estado de crisis nerviosa aguda.

- Aaaaaaaaahhhh – respondieron los otros a la vez, pensando que no era tan grave.

- Ahora ya podéis iros – al ver que todos se levantaban de sus sillas, añadió -. Menos vosotros seis, por supuesto.

Esos seis alumnos, que por si os pica la curiosidad eran Lily, Mary, Chris, James, Sirius y Remus, se volvieron a sentar en sus sillas preguntándose que habían hecho esta vez.

- Buenos chicos, ¿qué es de vuestras vidas? Hacía mucho que no veníais a visitarme – el director dijo esto mirando sobre todo a los tres chicos, que sin saber exactamente porqué, tragaron saliva con el nerviosismo plasmado en sus caras.

- No pasa nada – siguió el anciano, quitándole importancia al asunto -. Pero vosotras si que sois nuevas en este asunto – las tres chicas se miraron entre sí -. Aunque quiero que sepáis que sé lo que tramáis, y quiero deciros que... me encanta.

Las chicas volvieron a mirarse, pero esta vez con sorpresa. ¿Sería posible que Dumbledore supiera lo que le pensaban hacer a Williams?

- ¡Pero eso es un ultraje! – gritó Sirius pensando que el director estaba loco. Lógicamente, él seguía pensando que la víctima del plan de las chicas iba a ser él -. Es un atentado contra la vida de una persona y encima a usted le parece bien.

- Creo que es hora de que os vayáis – comentó el hombre consultando su reloj y pasando olímpicamente de Sirius -. Dentro de diez minutos tengo sesión con la señora Pomfrey. De masaje, se entiende – añadió al ver que sus alumnos le miraban de manera extraña

En cuanto los seis desaparecieron por la puerta, el director se levantó de su cómoda butaca y se acercó a Fawkes.

- Mi misión de casamentero va a ser más difícil de lo que me imaginaba – dijo el anciano mientras acariciaba el suave plumaje de su fénix -. Aunque... se me acaba de ocurrir una idea muy interesante – volvió a hablar, pero esta vez con un brillo fanático en su mirada.

Fawkes se apartó lentamente de su dueño, no fuera a ser que le diera otro de esos ataques de locura. Sin embargo el profesor Dumbledore no pareció percatarse de ellos y se fue silbando alegremente a su sesión con la señora Pomfrey. De masaje, se entiende.

Más tarde, la confusión volvió a reinar en las aulas, pero esta vez fue en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. La asignatura estaba impartida por el profesor Crápula, un mago fascinado por los vampiros que se había cambiado el nombre para parecerse más a su ídolo Drácula. Las clases de lo que llevaban de curso, ya que para no romper la tradición el profesor era nuevo ese año, habían estado dedicadas a los vampiros: los vampiros en general, dónde habitaban, cómo vestían, su alimentación (N.A. no me parece a mí que la alimentación de los vampiros sea muy compleja)... Ese día les tocaba una clase tremendamente aburrida. El tema era: "la decoración de las casa de los vampiros".

La clase era compartida entre Gryffindor y Ravenclaw, aunque eso no suponía un problema, porque por lo general esas dos casas se llevaban bien y las clases transcurrían tranquilamente: el profesor absorto explicando algo sin sentido y los alumnos a su bola.

Y ese día no parecía ser la excepción. El profesor Crápula estaba explicando que a los vampiros les fascinaban las cortinas de color rojo y los alumnos estaban cada uno a lo suyo: unos haciendo deberes atrasados, otros pasándose notas, unos cuantos mirando por la ventana... pero por supuesto, ninguno atendiendo a la explicación. Vamos, una clase de lo más normal.

De repente, y sin previo aviso, Williams se subió a su mesa y gritó a pleno pulmón:

- ¡AMO A JAMES POTTER!

Las reacciones fueron muy diversas. El profesor Crápula tan solo levantó la vista del libro y dijo:

- Señor Willams, los arrebatos déjelos para la intimidad – y siguió a lo suyo.

Karen Fisher salió de la clase llorando y avergonzada de que su prometido estuviera enamorado de una chico, las amigas de la Raven se miraron entre sí sin saber qué hacer, Lily, Mary y Chris se reían a más no poder, Remus miraba divertido la escena, Peter seguía sin enterarse de nada, los demás Ravens estaban anonadados, James no sabía ni donde esconderse, y Sirius había separado su mesa de la de su amigo, por si acaso. Mientras tanto, Williams seguía más feliz que una perdiz.

Tras unos instantes, la clase pareció volver a la normalidad.

- Voy a ir un momento a mi despacho – anunció el profesor -. Cuando vuelva quiero que todo esté como ahora, ¿entendido?

Los alumnos asintieron, pero la tranquilidad duró poco. En cuanto el profesor Crápula desapareció por la puerta, Williams se levantó corriendo de su asiento, se acercó al de James y se arrodilló delante suyo a la vez que decía:

- En ese cielo donde estás, en aquella noche con luna que te besé, en nuestros sentimientos que solo miran la felicidad, en la hermosura de tu cuerpo, en tus ojos de dulzura, allí miro tu amor.

Esta vez toda la clase estalló en carcajadas, y Sirius volvió a separar un poco más su mesa de la de James. Aunque el merodeador estaba demasiado ocupado pensando en una respuesta coherente como para darse cuenta del comportamiento de su amigo.

- Pero si tú nunca me has besado – fue lo único que acertó a decir James.

En ese preciso instante Fisher entró por la puerta del aula, y al ver el panorama su cara se tornó roja y gritó:

- ¿C"MO TE ATREVES?

Acto seguido se acercó a su prometido y le plantó una bofetada en toda la cara que hizo que todos sus compañeros se llevaran la mano a la mejilla, como si fueran ellos los que hubieran recibido el golpe.

- Eso ha dolido – susurró Remus.

- Y tú – dijo Fisher, todavía enfurecida y dirigiéndose a James -, ¿no tienes bastante con liarte con todas las tías de este colegio, que ahora tienes que ir a por los tíos?

Fisher ya estaba levantando la mano para cruzarle la cara también a James, cuando...

- 10 puntos menos para Ravenclaw por alterar el orden de la clase – Chris, como prefecta de Gryffindor, se veía en la obligación de parar todo aquello.

Al oír esto, Fisher se abalanzó sobre la Griffy y se volvió a armar la gorda, es decir, la pelea. Y ahora corramos un tupido velo, ya que las escenas que siguen a continuación son extremadamente violentas y pueden herir la sensibilidad de algunos lectores.

En cuanto el profesor volvió al aula se quedó estupefacto por la escena (N.A. este era uno de esos lectores sensibles), y por segunda vez en la mañana, los alumnos de séptimo de Gryffindor fueron enviados al despacho del director, aunque esta vez acompañados por los de Ravenclaw.

- ¿Otra vez vosotros aquí? – preguntó el director asombrado mientras miraba en especial a los Griffys. Estaba molesto porque le habían interrumpido su sesión con la señora Pomfrey. De masaje, se entiende.

- Estoy cansadísima – se quejó Lily durante la cena, y al parecer a sus dos amigas les pasaba lo mismo.

- Seguro que es por las peleas que habéis tenido hoy – comentó Adalbert.

- ¿Y tú como sabes eso? – se extrañó Mary.

- Mary, pareces nueva en este colegio – intervino Michael -. En Hogwarts las noticias vuelan más rápido que la Flecha Plateada.

- Teníais que haber visto como se puso Fisher – dijo Chris divertida.

- Me lo imagino – esta vez fue Donna la que habló -. Según la rumorología popular, Fisher está con el SPM.

- ¿SPM? – preguntaron los dos chicos sin saber de que hablaban.

- Síndrome pre – menstrual – dijeron ellas a la vez, aunque los otros dos se quedaron sin entender que relación existía entre el SPM y que Fisher se hubieran puesto como una fiera.

Después de cenar, los cinco se dirigieron a la torre de Gryffindor, aunque Lily, Mary y Chris solo pensaban en dormir. Y así lo hicieron. En cuanto llegaron a la sala común, se despidieron de sus tres amigos y subieron a la habitación, mientras los merodeadores las seguían atentamente con la mirada.

Al llegar a la habitación, Lily comentó:

- Qué calor hace, ¿no?

La verdad es que para ser finales de noviembre, hacía demasiado calor. Si las chicas no hubieran estado tan cansadas, hubieran pensado que eso era sospechoso, pero lo único que hicieron fue quedarse en ropa interior y meterse inmediatamente en la cama. En pocos minutos, las tres estaban profundamente dormidas.

A la mañana siguiente Lily fue la primera en despertarse. Abrió un ojo, luego el otro y se incorporó en su cama. En ese instante sus dos compañeras hacían lo mismo, pero algo extraño ocurría.

Las tres se miraron entre sí y soltaron una carcajada, pero una sospecha acudió a su cabeza. Exactamente al mismo tiempo, las tres jóvenes levantaron una mano, la miraron completamente asombradas y comprobaron que, al igual que sus otras dos compañeras, su piel era de colorines. Miraron todo su cuerpo y se dieron cuenta de que pasaba lo mismo, excepto en las partes cubiertas por la ropa interior.

- ¡ODIO A JAMES POTTER! – gritó Lily.

- ¿Por qué sabes que ha sido obra suya? – quiso saber Mary.

- No lo sé. Era por decir algo.

- En ese caso... - Mary pareció pensárselo, pero finalmente hizo lo mismo que su amiga - ¡ODIO A SIRIUS BLACK!

Chris miró a sus amigas como temiendo por su salid mental, pero se percató de la presencia de una pequeña nota cerca de la puerta. Rápidamente se levantó de la cama, la cogió y la leyó.

- Tenéis razón – susurró Chris. Su voz le temblaba por la furia que sentía -, han sido los merodeadores.

Pues hasta aquí el capítulo siete. ¿Os ha gustado? ¿No? ¿Queréis que algún personaje sufra un terrible accidente? Si tenéis algo que decirme ya sabéis, me dejáis un review y todos tan contentos (sobre todo yo). Y por cierto, tened muy en cuenta la advertencia que os hice al principio del capítulo

Y para el próximo capi (si me dejáis reviews, claro está)...

- La respuesta de las chicas al ataque, aparentemente sin razón, de los merodeadores.

- Más situaciones James – Williams

- Las dudas de Sirius sobre la orientación sexual de James aumentan.

Ya sé que este capítulo no ha sido muy decisivo, pero aún así a mi me gustó mucho. Veré que puedo hacer en el siguiente.

Hasta el próximo capi.

Besos.

bars9

Miembro de la Legión de las Lupinas

Miembro de la Orden Siriusana