Capítulo 10. Navidad, Navidad... ¿dulce? Navidad

Disclaimer: Soy JK, los personajes son míos y hago esto para forrarme. ¿Habéis leído esta frase? Pues es todo lo contrario, así que si me hacéis un favor le podéis poner varios no delante y la cosa os quedaría así: NO soy JK, los personajes NO son míos y NO hago esto para forrarme.

Después de este Disclaimer bastante contradictorio, vamos a pasar al siguiente punto: caso reviews. Pero antes de contestar a vuestros comentarios, quiero hacer una advertencia: por favor, dejadme más reviews, que es que no paso de 4 o, en el mejor de los casos, 5 por capítulo. Anda, que no os cuesta nada y yo os lo agradeceré mucho. Ahora vamos a contestar a los lectores que SÍ dejan reviews:

kgs: La verdad es que me imagino a Dumbly imitando a Don Quijote y... no, no me lo imagino. Pero creo que es peor haciendo de Celestina Aaaaaaahhhh, el caso Sirius-James ya verás como avanza, de momento yo no digo nada. Y tú tranquila, que la rata va a sufrir de lo lindo. Un fic no es un fic sin que la rata sufra. Besos.

Cristie: Hola, hola. ¿Sabes? Creo que eres una de mis más fieles lectoras - Hombre, lo de las votaciones está más claro que el agua: la opción de James enseñando los abdominales en el entrenamiento es la mejor si duda. Y punto en boca. La verdad es que las escenas en las que aparece Dumbly son las mejores, si hasta yo me río escribiéndolas. Ya, ya sé que lo que Gladys le hizo a la pobre Mary fue inhumano, pero había que hacerla sufrir un poquito. Jeje, que mala soy. En fin, que me alegra que el fic te parezca cada vez mejor. Intentaré seguir así. Un beso enoooooooorme.

Elizabeth Black: Ay, que bien, una nueva lectora que deja review. Que alegría. Me encanta que la historia te haga reír, sobre todo las locuras del loco de Dumbly. Besitos y espero que este capi también te guste.

Agns: Vaya, creo que eres mi primera lectora extranjera. Que honor o Me alegro que te guste la historia y disfruta con esre capítulo. Un beso.

Sin más palabrería, os dejo con el décimo capi...

Capítulo 10. Navidad, Navidad... ¿dulce? Navidad

Mary, ¡muévete! – susurró Lily.

Ya voy, ya voy. Es que se me ha enganchado la túnic... - intentó explicarse la morena.

No importa donde se haya enganchado tu túnica – intervino Donna, exasperada -. Así que muévete.

Vale, pero no hace falta que seas tan borde, porque...

Mary – dijeron las otras dos amenazadoramente.

¡Qué cruz! – exclamó la aludida.

Las tres chicas por fin llegaron a la torre de Astronomía, conocida también como el picadero oficial de Hogwarts. Lentamente, Donna abrió un poco la puerta, y las tres chicas pudieron ver por una rendija lo que pasaba en su interior.

Vamos, Anne. Que no te va a pasar nada – suplicaba Peter a una chica dos años menor que él llamada Anne Taylor. Según las malas lenguas, aquella Hufflepuff se pasaba todo el día fabricando filtros amorosos para ver si algún chico caía rendido a sus pies. Parecía que por fin alguien había picado.

Que no Peter, que no – se negaba una y otra vez la chica.

Pero Anne, si no te cuesta nada acostarte conmigo – intentó convencerla su acompañante.

No me lo puedo creer – susurró Lily al otro lado de la puerta.

Vaya pelotazo – continúo Donna.

Anne Taylor negándose a acostarse con un tío – dijo Mary.

¡Qué fuerte! – exclamaron las tres a la vez.

Mientras, Peter pensaba desesperado una manera de convencer a la chica. Le habían dicho que Anne era una chica muy fácil, pero estaba comprobando que era todo lo contrario (N.A. no, Peter, no. Lo que pasa es que contigo cualquiera se hace la dura) Finalmente, una bombilla se encendió en su cabeza, se le había ocurrido una idea estupenda.

Mira, hacemos un trato – propuso -. Si tú te acuestas conmigo, yo te consigo los calzoncillos de Sirius Black. Ya sabes, como comparto habitación con él...

¿Sirius Black? ¿Sus calzoncillos? ¿Sirius Black? – repitió Anne completamente extasiada - ¡Vale!

Unos metros más allá, Donna y Mary luchaban por controlar su risa pero Lily, en un alarde de sensatez inigualable, exclamó:

¡Tenemos que hacerlo ya!

Sus dos amigas la miraron extrañadas y sorprendidas.

Lanzarle el hechizo, se entiende – aclaró la pelirroja ante las miradas de Mary y Donna.

Tienes razón – admitió Donna -. Si nos quedamos a ver esto, quedaremos traumatizadas para toda la vida.

Lily actuó con rapidez y eficacia. En unos segundos, había lanzado correctamente el hechizo a Peter y las tres habían huido de allí.

La primera clase del día siguiente era Pociones y la perspectiva, tanto para los chicos como para las chicas, no era muy buena.

Lily y Mary, tras la excursión de la noche anterior, estaban cansadísimas y con unas ojeras que para qué contarte. Chris tampoco se había acostado muy pronto, ya que se había quedado investigando más sobre la famosa poción destinada a Williams y que entre unas cosas y otras, había caído en el olvido. Además estaba el hecho de que cada dos por tres Mary, no muy segura con su cambio de imagen, les preguntaba a sus amigas si estaban seguras de que su nuevo look no era muy estrafalario. Si total, tampoco se había hecho tanto. Solo la habían obligado a cortarse el pelo, darse mechas, renovar todo su vestuario, maquillarse todos los días, llevar las uñas perfectas, hablar correctamente, llevar el pelo bien peinado siempre, aprender a andar con tacones... Tampoco era para tanto.

Por su parte, los chicos de su misma casa tampoco lo llevaban muy bien que digamos. Ese fin de semana había sido luna llena y creo que las consecuencias son obvias. Además, Sirius estaba paranoico porque decía que había alguien conspirando para robarle unos calzoncillos (N.A. razón no le falta al chico) y lo había dicho tantas veces, que James y Remus ya tenían un dolor de cabeza impresionante y se habían tomado por lo menos 5 cajas de aspirinas cada uno (N.A la automedicación no es buena). Y solo eran las nueve de la mañana.

La clase transcurría más o menos tranquila. Bueno, si por tranquila se entiende que Sirius no hacía más que mirar paranoicamente a su alrededor buscando al supuesto ladrón de calzoncillos, el dolor de cabeza de James y Remus crecía por minutos, Peter no había parado de sollozar desde que el profesor Cash había entrado por la puerta, Mary y Narcisa se lanzaban tres miradas de odio por segundo y algún que otro comentario envenenado, Lily y Chris trataban de contener a su amiga para que no se lanzara sobre la Sly, Malfoy no paraba de mirar lo más disimuladamente que podía las piernas de Mary por lo que recibía alguna que otra colleja de su prometida cada vez que ésta le pillaba y Snape, cada vez que el profesor estaba de espaldas a él y no le veía, guardaba el caldero de la poción que todos estaban elaborando y sacaba otro en cuyo interior había una poción contra la alopecia que el Sly estaba desarrollando y con la que pretendía ganar un premio Nobel como mínimo. Pero por lo demás, la clase era de lo más tranquilo.

¡Plaf! – el inconfundible ruido de una colleja magistralmente propinada resonó en toda la mazmorra.

Instintivamente, todos los allí presentes se llevaron la mano a la zona afectada (la nuca) y susurraron un "au" como si hubieran sido ellos los que hubieran recibido el golpe. Bueno, todos no, porque el profesor Cash se dio la vuelta inmediatamente y vio como Narcisa retiraba la mano de la nuca de Malfoy.

Señorita Black – la llamó el jefe de su casa -, ¿se puede saber lo que estaba haciendo?

Nada, profesor Cash. Es que mi compañero – explicó la chica señalando a su prometido – tenía un mosquito en la nuca. Y yo, como buena amiga que soy, sé que él es propenso a las picaduras de mosquitos, así que se lo aplasté para no poner en peligro su vida.

En ese caso...

Si hubiera sido un Gryffindor, ya le hubiera quitado por lo menos 10 puntos – susurró James al otro lado de la mazmorra.

¿Qué decía, señor Potter? – le preguntó el profesor Cash volviéndose hacia uno de sus alumnos menos predilectos.

Nada, solo le estaba pidiendo prestado a Remus su cuchillo. Ya sabe, para cortar los tallos de margarita – intentó excusarse el chico, pero no coló.

No me importa. Por alterar el transcurso de la clase, 10 puntos menos para Gryffindor.

¡Joder! – se maldijo James en voz baja por su mala suerte.

¿Otra vez, señor Potter? – dijo el hombre con una sonrisa bastante desagradable en su cara -. Muy bien, 10 puntos menos para Gryffindor por reincidencia.

¡Jod...!

Shhh – le cortaron Sirius y Remus.

Mientras, unos asientos más a la izquierda, tres chicas esperaban con impaciencia los resultados de su plan.

¿No creéis que ya debería haber empezado? – inquirió Mary nerviosa.

Hombre, lleva sollozando desde que el profesor entró en el aula – observó Lily -. Algo es algo.

Lily tiene razón – aprobó Chris -. Ahora solo hay que esperar a que el profesor Cash se acerque a él y...

¡No profesor, no! ¡Tenga piedad!

Una voz sonó en todo el aula haciendo que tanto Gryffis como Slys, giraran la cabeza hacia el fondo del aula. La escena era la siguiente: el profesor Cash, que se había acercado a ver como iba la poción de Peter y ni siquiera había hecho algún comentario jocoso, se había paralizado al oír el grito del alumno. Mientras, el alumno en cuestión o lo que es lo mismo, Peter, se había encogido en su asiento y había colocado los dos brazos delante de su cara a modo de escudo.

Señor Pettig... - comenzó el hombre.

¡No! No me torture más, por favor. Se lo suplico – pidió Peter.

Pero... - intentó una vez más el profesor.

Esta vez el profesor Cash fue interrumpido por la campana que indicaba el final de la clase. Peter, raudo y veloz cual gacela, recogió sus cosas y salió del aula como el espuni.

¡Eh! ¡Peter! – le llamó James, intrigado por el comportamiento de su compañero de habitación (N.A. como podéis observar, he dicho compañero de habitación, no amigo. Que luego hay confusiones).

El chico aminoró su marcha y esperó a que James, Sirius y Remus le alcanzaran.

¿Qué pasó en Pociones? – volvió a preguntar James - ¡Vaya numerito que montaste!

Sí – le apoyó Remus -, ¿qué pasó?

Es una suerte que el viejo verde de Cash no nos quitara puntos – afirmó Sirius.

Veréis, es que... es que...

Arranca, Peter – le apremió Remus.

Pues... ¿me prometéis que no se lo vais a contar a nadie? – preguntó Peter.

Palabra de un merodeador – dijeron los otros tres a la vez.

Acto seguido los tres escupieron en la mano y se la estrecharon uno a uno a Peter (N.A. esto lo he visto en "Los serrano". Me parece una guarrada, pero me hace bastante gracia).

Bueno, pues es que últimamente he tenido unos sueños muy extraños con el profesor Cash.

¿Sueños eróticos? – se asombró Sirius.

No seas bestia, Padfoot – le riñó Remus.

No, lo que pasa es que en mis sueños al profesor Cash le va el sadomasoquismo – explicó Peter, asustado.

Bueno, yo tengo mi teoría de que eso es cierto – aseguró James.

El caso es que en los sueños me lo hace pasar muy mal. Y cuando se acerca en la realidad, me da la impresión de que me va a hacer lo mismo – terminó el chico.

Vaya, Pettrigrew – dijo Lily, que "casualmente" pasaba por allí – No sabía yo que tenías esos sueños tan movidos con el profesor Cash.

Sí, Pettigrew – apoyó Chris, saliendo por detrás de su amiga -. Ten cuidado, como se entere el profesor igual quiere hacer tus sueños realidad.

Y me da la impresión de que Cash maneja el látigo muy bien – finalizó Mary.

Las tres chicas empezaron a reír mientras que Peter se iba por la patilla. Vamos, que se estaba muriendo de miedo.

¡Son ellas! – exclamó el chico aterrorizado -. Ellas son las que hacen que tenga esos sueños, estoy seguro. ¡Oh, no! El profesor Cash.

Peter se escondió detrás de lo primero que pilló a mano, que en este caso fue James, mientras que el profesor Cash se acercaba por el pasillo. Pero antes de que ninguno de los dos pudiera hacer o decir nada, una voz femenina y tremendamente enfadada, irrumpió en el pasillo.

¡PETER PETTIGREW! – Anne Taylor se acercó corriendo al chico - ¿Quién te has creído? Me prometiste los calzoncillos de Sirius Black a cambio de acostarme contigo.

¿En serio hiciste eso? – preguntó James anonadado.

Vamos, Peter, hay otros modos para lograr que una chica se acueste contigo – dijo Remus mientras sus tres compañeras se partían literalmente de la risa.

¿Fuiste tú? ¿Fuiste tú? – preguntó Sirius fuera de sí - ¿Tú eras el que estaba conspirando contra mí para robarme unos calzoncillos? ¡Maldita rata traidora! (N.A. ahí le has dado, Sirius.)

Dicho esto, Sirius salió corriendo detrás de la rata mientras que al profesor Cash, debido a la rapidez de la escena, no le había dado tiempo a quitar un solo punto a Gryffindor.

Ha sido perfecto – informó Chris.

Sí – la secundó Mary -, deberíais haber visto como Pettigrew sollozaba mientras gritaba: "no profesor, no me torture más".

Los otros cinco estallaron en carcajadas. Era la hora de la comida y las tres chicas se habían reunido con Donna, Michael y Adalbert para comentar como iba el plan.

Entonces ahora es mi turno – dedujo Donna.

Sí, ahora tienes que difundir por todo Hogwarts la historia. Y ya sabes que puedes exagerarlo si tú quieres.

Será un placer, Lily.

Durante la noche, las pesadillas de Peter aumentaron y toda la torre de Gryffindor se enteró de las noches tan moviditas del chico. Pero ahí no acabó la cosa, porque al día siguiente todo Hogwarts hablaba de los extraños sueños de Peter con el profesor Cash. Además, Donna había exagerado tanto la cosa, que había hasta personas que decían que esos sueños tenían su réplica en la realidad. Vamos, que al final Peter se había armado un cacao mental y no sabía si lo había soñado o si le había pasado en realidad.

El caso es que el profesor Cash ya se había enterado de toda la historia y precisamente ese día los Gryffis de sexto tenían clase con él. El profesor se desahogó quitando puntos a diestro y siniestro, en especial a Peter, que hasta le llegó a quitar diez puntos por "respirar demasiado fuerte" y le castigó durante toda la semana. A las chicas les pareció que eso era suficiente y acordaron que los sueños de la rata terminarían esa misma noche.

Entre unas cosas y otras, la Navidad llegó peligrosamente a Hogwarts. Y con ella, el plan B de Dumbly por fin comenzó a funcionar como es debido.

¿Así que os quedáis aquí? – preguntó Michael mientras trataba de cargar con su pesado baúl y casi se herniaba.

Pues sí – respondió Lily -. Han surgido unos imprevistos y nos tenemos que quedar aquí.

Ya, imprevistos – repitió Adalbert escéptico. La razón de su escepticismo era que sabía que los merodeadores también se quedaban en Hogwarts por Navidad, cosa que Lily, Mary y Chris ignoraban, y estaba convencido de que sus amigas se quedaban a propósito.

Bueno, pero no arméis mucho jaleo – aconsejó Donna.

Sí, Donna – respondieron las tres a coro.

Y haced los deberes.

Sí, Donna.

Yo no le deis muchos disgustos al pobre Dumbly, que ya sabéis que está delicado del corazón – les recordó la chica.

Sí, Donna – repitieron las tres mayores mientras se preguntaban como es que Donna sabía que el profesor Dumbledore estaba delicado del corazón.

Está bien.

Los tres se despidieron de sus amigas, aunque en realidad también tenían ganas de quedarse en Hogwarts con ellas. En cuanto sus amigos desaparecieron de su vista, Lily, Mary y Chris esbozaron sonrisas maliciosas y se alejaron en dirección a la torre de Gryffindor. Pero en cuanto llegaron allí...

¿Vosotros? – exclamaron las tres chicas como si estuvieran viendo a Julián Muñoz, a Jesulín y al padre de Julio Iglesias haciendo su versión particular de "Full Monty".

¿Vosotras? – dijeron a su vez tres voces masculinas como si delante de sus ojos tuvieran a Ana Obregón, a Leticia Sabater y a Tamara bailando para ellos.

Sí, habéis adivinado. Lily, Mary y Chris por fin descubrieron quienes iban a ser sus compañeros de torre y James, Sirius y Remus supieron con quien iban a tener que compartir sus vacaciones.

¿Qué hacéis aquí? – preguntó Mary.

Ya ves, prepararnos para ganar la liga de Quidditch – respondió Remus lo más sarcástico que pudo.

Vaya Lupin, que ingenioso – dijo Chris, llamándole por primera vez en la vida por su apellido -. ¿No te alegras de vernos?

Digamos que desde que os empeñasteis en vestirme como un teletubbie delante de todo el colegio, vuestra presencia no me es muy agradable – recordó Remus.

Vamos Lupilu, que solo fue una broma – dijo Chris con voz burlona.

¿Cómo me has llamado?

Lupilu – repitió la rubia mientras los demás (incluidos James y Sirius) trataban por todos los medios de aguantar la risa.

Estupendo – murmuró Remus de malhumor mientras se daba la vuelta y se marchaba a su habitación.

Los demás se quedaron un poco "chof", pues no esperaban que Remus se tomara tan mal la conversación.

¿Qué le ha pasado? – quiso saber Chris, preocupada por la reacción del chico.

Luna llena – susurró Lily, más para sí misma que para los demás.

¿Qué dijiste, Evans? – preguntó James no muy seguro de lo que acababa de escuchar.

Nada, nada, que estoy muy llena. Es que cené mucho.

Ah – dijo James.

Bueno, nosotras nos vamos a la cama - informó Mary.

Sí, estamos muy cansadas – corroboró la pelirroja.

Las dos chicas se dirigieron a las escaleras que conducían a su dormitorio, pero en seguida notaron que les faltaba algo.

¡Chris! – exclamaron las dos jóvenes a la vez.

La chica, que en esos momentos estaba mirando al vacío, no pareció haber oído a sus amigas.

¡Chris! – repitieron Lily y Mary.

¿Qué? – la rubia por fin salió de su ensimismamiento - ¡Ah, sí! Ya voy, ya voy – dijo mientras seguía a sus dos amigas.

¡Vamos! ¡Todas arriba! – gritó una voz masculina.

Lentamente, muy lentamente, Lily, Mary y Chris abrieron un ojo, luego otro, se incorporaron, se desperezaron, bostezaron y miraron sorprendidas al hombre que tenían delante suyo y que las acababa de despertar.

¡Vaya! – exclamó el hombre – Sois las personas más lentas que he visto en mi vida.

¿Profesor Dumbledore? – dijeron las tres a la vez.

Veo que sabéis a la perfección mi nombre – respondió el profesor con una enorme y amable sonrisa-. Y ahora vestíos y bajad a la sala común, que tengo un trabajito para vosotras. Mientras tanto, iré a despertar a vuestros compañeros.

Las chicas le hicieron caso y se arreglaron lo más rápido posible, pero cuando bajaron a la sala común, James, Sirius y Remus ya se encontraban allí esperando, acompañados por el profesor Dumbledore.

¡Qué lentitud! – exclamó James, pero las chicas decidieron hacer como que no le habían oído.

Haced el favor de sentaros todos – les pidió el director.

Los chicos le obedecieron enseguida y se sentaron unos en frente de otros, mientras que Chris no hacía más que mirar de reojo a Lupin y deducir, gracias a las marcadas ojeras que lucía el chico aquel día, que no había pegado ojo en toda la noche. Lo mismo que ella.

Bien – comenzó el profesor Dumbledore -, como ya sabéis, sois los únicos alumnos que se han quedado en Hogwarts.

Los seis jóvenes hicieron gestos que daban a entender que no tenían noticia de ello. Vamos, que no lo sabían.

Vale, ya veo que no lo sabéis. No importa – aseguró el profesor -. El caso es que como sé que os vais a aburrir y como no quiero que arméis una catástrofe en toda regla, he pensado en cómo os podría mantener entretenidos. Al principio pensé en encargaros algún trabajo manual. Ya sabéis, limpiar y todas esas cosas, pero luego me di cuenta de que podríais tomaros eso como si fuera un castigo, así que deseché la idea. Entonces pensé que como estáis en 7º, y al final de este año tendréis que examinaros de los ÉXTASIS, pues se me ocurrió la feliz idea de que por las mañanas estudiaseis para vuestros exámenes. ¿A qué es una buena idea?

No – dijeron los seis rotundamente.

¿No? – repitió el anciano, desanimado.

No – volvieron a decir los jóvenes.

Pues no importa, porque a mi me parece que es una idea genial – Dumbledore continuó a pesar de las caras de desagrado de sus alumnos -. Además os voy a poner por parejas, para que no me arméis jaleo. Lily, tú vas a ir con...

Potter – se adelantó la pelirroja

Pues no – dijo Dumbly contrariado -. Mira que pensaba ponerte con él, pero como veo que quieres ir con James voy a hacer todo lo contrario. Tú estudiarás con Remus. A ver, la siguiente. Chris, tú irás con Sirius.

Genial – murmuraron Chris y Sirius a la vez con un tono que indicaba todo lo contrario.

Por lo tanto, James y Mary os toca juntos. Lily y Remus iréis a la Biblioteca, Chris y Sirius os quedaréis aquí y vosotros dos – añadió mirando a Mary y a James – al aula de Transformaciones. Que paséis buena mañana – les deseó, sabiendo que iba a ser todo lo contrario.

¿Cómo voy a pasar buena mañana estudiando y encima con Potter? – preguntó Mary en cuanto el director desapareció por detrás del retrato de la dama gorda.

Ya Carter, todos sabemos que a ti te gustaría pasar la mañana conmigo.

Las ganas, Black, las ganas – respondió la chica.

Ah no, no pienso aguantar toda la mañana vuestras estúpidas discusiones. Me largo – anunció Remus de mal humor.

¡Qué carácter! – exclamaron Mary y Sirius a la vez.

Creo que será mejor que yo también me vaya – dijo Lily -. Suerte, chicas.

¡Lupin! ¡Lupin! – gritó Lily jadeando mientras corría los cien metros lisos por los pasillos de Hogwarts detrás del licántropo - ¡Lupin!

¿QUÉ? – vociferó él perdiendo la paciencia.

Baja los humos, Lupin – Lily no se dejó amilanar por el grito de Remus – o sino veo muy difícil que Chris se fijé en ti. A ella le gustan los chicos más tranquilos. Te lo digo yo, que para algo soy su amiga.

Lily dijo esto con una enigmática sonrisa y pasó por delante del joven en dirección a la biblioteca.

¿Qué...? – intentó preguntar Remus, extrañado.

Vamos, no te quedes ahí parado. No tengo todo el día.

Cuando por fin llegaron a la biblioteca decidieron que lo mejor sería ponerse con Pociones, asignatura que a ninguno de los dos se le daba muy bien, así que sin mediar más palabra se pusieron manos a la obra. Pero a Remus una duda le carcomía por dentro.

¿Por qué dijiste antes eso de que Denver no se fijaría en mí? – preguntó de repente y sin venir a cuento.

Vamos Lupilu – dijo Lily con una sonrisa, contenta porque por fin el chico había sacado el tema -. Se te nota a distancia que estás coladito por ella.

Dos cosas Evans: uno, no me vuelvas a llamar Lupilu; dos, Denver no me gusta, no me ha gustado y no me gustará.

Vale Lupilu – aceptó la pelirroja divertida – veo que sabes conjugar el verbo gustar. Pero a mí no me engañas, sé que te gusta Chris.

El licántropo tan solo emitió un bufido de desesperación a modo de respuesta.

Veo que la luna llena te afecta – dejó caer Lily como quien no quiere la cosa.

¿Por qué lo dices?

Por nada.

Ya - contestó él escéptico.

Los dos siguieron trabajando en silencio durante un buen rato, pero Remus seguía inquieto por lo que había dicho Lily.

¿Se nota mucho?

¿El qué? – dijo ella sin saber de que hablaba su compañero.

Digo que si se nota mucho que me gusta Chris – explicó él.

No – contestó la pelirroja a lo suyo – Un momento. Has dicho que te gusta Chris.

¡Bien! Veo que no necesitas un sonotone – dijo él sarcásticamente.

Es que no creí que fueras a admitirlo.

Creo que ya era hora, Lily.

¿Me has llamado Lily? – preguntó ella con una sonrisa – Entonces, ¿volvemos a ser amigos?

Pues claro.

Los dos chicos se fundieron en un abrazo de amigos, por supuesto, y volvieron a lo que estaban haciendo mucho más relajados.

Creo que tienes razón Lily – admitió Remus después de un rato – Quizás la luna llena me afecta demasiado.

Mientras tanto, en el aula donde se impartía la materia de Transformaciones, tenía lugar una escena bastante similar a la que acabamos de presenciar.

Bien, ¿por dónde empezamos? – dijo Mary mientras revolvía entre sus apuntes. Bueno, más bien entre los apuntes que le había copiado a Chris y a Lily, que eran mucho más ordenadas que ella.

¿Empezar? ¿Qué tenemos que empezar? – preguntó James.

A descubrir una nueva poción con la que nos otorguen un premio Nobel – respondió la chica sarcásticamente.

¡Ah, bueno! Pero para eso ya está Quejicus – dijo el otro recordando la poción contra la alopecia que estaba desarrollando el Sly y con la que se proponía ganar un premio Nobel.

¿Quejicus?

Snape – aclaró James.

Es un buen mote – comentó Mary.

¿A qué sí? – dijo el joven tan orgulloso como si hubiera sido él el que inventó la bombilla en lugar de Edison – Se me ocurrió a mí.

Retiro lo dicho.

Pues yo creo que es un buen mote, y punto en boca.

Vale Potter, lo que tú digas – le dijo la chica -, pero me parece que nos hemos desviado un poquitín del tema.

Sí, es una opción – admitió James.

A lo que íbamos. ¿Por dónde empezamos a estudiar?

¿Transformaciones? – sugirió James, sabiendo que era un as en esa asignatura.

Ah, no, no, no. No estoy dispuesta a ver como tu orgullo crece desmesuradamente mientras repasamos transformaciones.

Pero si yo no soy orgullos...

Me da igual – le cortó Mary -. Vamos a empezar por Historia de la Magia.

Vaya coñazo – dijo el merodeador.

Mary no le hizo caso y sacó los apuntes de la única clase que conseguía mantenerla concentrada, que por raro que parezca, esa clase era ni más ni menos que Historia de la Magia. Bueno, en Estudios Muggles también se concentraba, pero en mirar al profesor, que no estaba nada mal.

En el antiguo Egipto – comenzó Mary – era habitual que lo sacerdotes de Isis llevaran a cabo unas cerem...

¿Crees que Lily se fijará en mí algún día? – la cortó James de repente.

¿Cómo has dicho? – la pregunta de James había dejado completamente helada a la morena.

Que si crees que tengo alguna posibilidad con Lily – repitió el chico.

¿Lily? ¿Me ha perdido algo? ¿En qué momento de la mañana dejó de ser Evans para convertirse en Lily?

Eso es lo de menos – replicó el moreno quitándole importancia al asunto – El caso es que quiero saber si Lily...

Bueno, últimamente ha estado muy obsesionada con lo de Williams – reconoció Mary

¿Le sigue gustando ese imbécil acosador? ¡Pero si es trucha!

¿Trucha?

Gay – volvió a aclarar James.

¡Ah! No, no, no. Williams no le gusta, más bien le odia. Pero creo que la pobre Lily no ha tenido ni tiempo ni cabeza para pensar en chicos.

¡Da igual! – exclamó James – Con mi encanto y mi arrebatadora personalidad, es cuestión de días que caiga rendida a mis pies (N.A. ¿y quien no caería a tus pies, James?)

Nunca cambiarás, Potter – dijo Mary con una sonrisa divertida.

¿Y a ti quién te gusta, Carter? – quiso saber el moreno sonriendo también – Y no me digas que nadie.

Nadie – contestó ella rápidamente. Demasiado rápidamente.

¿Nadie? – repitió James – A mí no me engañas. A ver, a ver, ¿Malfoy? – la chica le echó una mirada fulminante - ¿Qué? no me mires así, es una posibilidad. ¿O acaso no te has dado cuanta de cómo te mira las piernas?

Sí, me he dado cuenta y no, no me gusta – contestó Mary.

Vale, vale, veo que los chicos malos no son lo tuyo. ¿Qué me dices de McClaren? – inquirió James, refiriéndose al prefecto de Hufflepuff, un año menor que ellos.

No está mal, pero no – rechazó la morena.

¿Y Wilde? – probó su compañero otra vez.

¿El misógino, racista y acosador todo en uno? No por favor, no tengo tan mal gusto.

¿Travis? ¿Dury? ¿Rogers? ¿Quejicus? – dijo James como última opción.

No, no y no – volvió a negar Mary – Te lo repito Potter, no tengo tan mal gusto.

Entonces... ¿no será Remus?

Vamos Potter, sin tonterías. Lupin es mi amigo.

¡Ah! Ya lo sé – exclamó – El afortunado soy yo.

Potter... - le advirtió la joven.

Pues entonces ya no me queda nadie. A no ser que sea... sí, ¿por qué no? Sirius.

¿Blacky? Vas de mal en peor. Ni pensarlo, ¿cómo me va a gustar Black? – dijo Mary en un tono que indicaba que estaba coladita por Sirius.

A Mary le gusta Sirius, a Mary le gusta Sirius... - comenzó a cantar James como si tuviera cuatro años, mientras la chica le perseguía por todo el aula con intenciones claramente homicidas.

¡Black! ¡Concéntrate! – exclamó Chris por décima vez en un minuto.

¿Para qué me voy a concentrar? Seguro que no sirve para nada – dijo Sirius distraído mientras jugaba con un avión de papel que acababa de fabricar.

¿Cómo que no sirve para nada? – repitió ella – Si no te concentras no estudias, si no estudias no eres nadie en la vida, si no eres nadie en la vida te conviertes en un delincuente y si te conviertes en un delincuente lo más seguro es que termines en una celda oscura y sucia de Azkaban.

Vaya Denver, veo que tu optimismo crece por momentos.

Chris optó por emitir comentarios, pero le dirigió una mirada de "que gracioso eres, Black".

En serio Denver, estudiar no es lo más importante.

Vale Black, que a ti se te vayan los ojos cada vez que ves una falda no significa que sea eso lo más importante – dijo Chris sin levantar la mirada hacia él.

Para ti no, pero para el 99 del alumnado de Hogwarts sí es lo más importante – informó Sirius pomposamente.

¿Y cómo sabes tú eso?

Hice una encuesta el año pasado – explicó el moreno como si fuera lo más normal del mundo.

Chris se volvió a concentrar en sus apuntes de Encantamientos mientras que Sirius trataba de encantar el avión de papel que acababa de hacer para que fuera capaz de volar por sí solo. Cuando la joven ya tenía completamente dominado en encantamiento desvanecedor, levantó la cabeza y se quedó mirando al merodeador.

¿Qué? – preguntó Sirius cuando se percató de que Chris no había apartado los ojos de encima de él.

Nada, es que... tengo una duda.

Sirius se dio cuenta de que esa era la primera señal de que el fin del mundo se avecinaba: Christina Denver, la mejor alumna de todo Hogwarts, diciéndole que tenía una duda. La segunda señal era que Mary y él pudieran mantener una conversación civilizada, pero eso de momento no había sucedido.

Dispara – le animó el merodeador.

Bueno, tú... ¿tú crees que Lupin se enfadó conmigo anoche? Ya sabes, me metí un poco con él y...

No, no. Tú tranquila, pero es que anoche estaba enfadado con todo el mundo. Lo que le pasa a Remus es que... - Sirius trataba de explicar la peculiar situación de su amigo sin que se le escapara nada -, digamos que cada 28 días sufre cambios de humor.

Ah – dijo Chris sin haber entendido nada -. No sabía que Lupin tuviera la regla.

Sirius tan solo se rió ante la broma de su compañera.

Los días se pasaron volando, por las mañanas no hacían otra cosa que no fuera estudiar, más que nada porque Lily les había dicho que como Dumbledore estaba mal del corazón lo más aconsejable era obedecerle y no darle disgustos, y por las tardes los chicos y las chicas se entretenían de diferentes maneras: leyendo, discutiendo, jugando al ajedrez, discutiendo, tirándose bolas de nieve, discutiendo, paseando por los terrenos del colegio y... ya se me olvidaba, discutiendo, por supuesto.

El día antes de Nochebuena, que por si no lo sabíais es el 23 de diciembre, Mary, como de costumbre, se encontraba más melancólica e irritable que nunca. Desde que tenía uso de razón, nunca le había gustado esa época del año y tenía suficientes razones para ello. El caso es que la chica decidió salir a dar un paseo para que le diera un poco el aire y para evadirse.

Sin que Lily y Chris se dieran cuenta, se envolvió en una capa y bajó a los jardines cuando ya estaba oscureciendo. En cuanto abrió la puerta principal y pisó la hierba, se sintió más libre que nunca. Tras unos minutos de agradable paseo, Mary se sentó en un banco a descansar.

¡Au! – se quejó una voz masculina en cuanto la joven se sentó – Podías tener más cuidado.

¿Black? – dijo ella entrecerrando los ojos para que se habituaran a la oscuridad.

Veo que te acuerdas de cómo me llamo – comentó él.

Como para no acordarme, con lo pesado que eres.

Gracias por el piropo – dijo el chico sarcástico – Por cierto, ¿cómo es que te quedas aquí por Navidad en lugar de acudir a las maravillosas fiestas de papá?

Ni me hables de ello – contestó ella con un resoplido.

¿Por?

Es una larga historia.

Tengo tiempo para escucharla – le animó Sirius.

Black – dijo Mary mirándole seriamente, como si fuera la primera vez en la vida que tenía al chico delante de sus narices – Cuando alguien te dice que es una larga historia, significa que no tiene tiempo para contártela o en su defecto, que no tiene ganas.

Si tú lo dices... - admitió – Cambiando de tema, ¿cuándo me vas a presentar a tu familia?

¿Para qué te voy a presentar a mi familia?

No sé, todas las parejas lo hacen.

Ya, pero es que nosotros no somos pareja – especificó la Gryffi.

Pero algún día lo seremos – aseguró Sirius pasándole un brazo por encima del hombro a su compañera -. Por cierto, ¿cómo es tu madre? Nunca me has hablado de ella. A tu padre le he visto en miles de fotos, pero...

Mi madre murió cuando yo tenía tres años – le cortó ella.

Lo... lo siento. No tenía ni idea – intentó disculparse el merodeador. La noticia le había pillado por sorpresa.

Desde entonces mi padre se ha casado seis veces. Yo solo recuerdo el nombre de las dos últimas, Leslie Rowland y Mandy Law.

Lain – corrigió el joven -, la última esposa de tu padre se apellidaba Lain, como la novia de Superman.

¿Cómo sabes tú eso? – se sorprendió Mary.

Mi madre es la fan número uno de tu padre – explicó Sirius.

Ah, y ¿cómo es que te gusta Superman?

No sé, desde pequeño me ha gustado. ¿A ti?

A mi también – dijo ella con una sonrisa.

Entonces Sirius se dio cuenta: estaba manteniendo una conversación civilizada con Mary, segunda señal de que el fin del mundo se acercaba. Primero Chris diciéndole que tenía una duda y luego esto. Tendría que avisar a sus amigos.

Mientras, Lily y Chris descansaban en su habitación. La pelirroja estaba bastante preocupada por la desaparición de Mary y ya estaba a punto de llamar a la policía, cuando su amiga se hartó.

¡Lily, por favor! No te preocupes más, ya sabes que en Navidad se pone en un plan que no hay quién pueda con ella. Así que no, no puedes llamar a la policía.

Tienes razón – admitió Lily – No se considera desaparición hasta que no se esté 24 horas fuera del domicilio. La policía no me haría caso.

Eso es – sonrió Chris.

Pero eso no me impide ir a buscarla – dijo Lily mientras se marchaba por la puerta antes de que la rubia se lo impidiera.

Es imposible – suspiró la otra chica mientras se dejaba caer sobre su mullida cama.

¿El qué es imposible? – quiso saber una voz masculina que ella conocía demasiado bien.

¿Lupin? ¿Qué haces aquí? – se sorprendió ella mientras se incorporaba rápidamente.

¿Dónde quedaron tus buenos modales?

Ese no es el caso – puntualizó Chris – Si has venido a hacer algo hazlo rápido, o si no me veré en la obligación de echarte y quitarte puntos – dijo echando mano a su condición de prefecta.

Para perplejidad de la rubia, Remus solo sonrío enigmáticamente y de dos zancadas cubrió el espacio que les separaba. Cuando estaba a un palmo de la chica, el joven la tomó por la cintura y sin más, la besó. Al separarse Chris ya no se acordaba ni de su nombre ni de qué narices estaba haciendo allí.

Tan solo venía a disculparme – susurró Remus al oído de la chica, haciendo que la chica se estremeciera.

Dicho esto, el joven se marchó dejando a Chris más confundida y extrañada que nunca.

A la vez que esto sucedía en la habitación de las chicas, en los terrenos del colegio, Lily emulaba a Paco Lobatón.

¡Mary! ¡Mary! – gritaba mientras revolvía entre unos arbustos por si su amiga estaba allí - ¡Mary! ¿Dónde estará ésta?

¿Te ayudo? – se ofreció una voz a sus espaldas.

Lily se dio la vuelta a la velocidad de la luz y, para su sorpresa, se encontró cara a cara con James.

No, gracias – contestó ella mientras seguía a lo suyo.

¿Qué haces?

Preparar la comida para los invitados a la boda del príncipe – respondió la pelirroja con cierto toque de ironía.

¿Qué príncipe? – preguntó él, desconcertado.

El de Bel Air, no te jode.

Ah – musitó James, que se había perdido en la conversación desde el principio y todavía no se había encontrado.

Por cierto – se acordó Lily con aire distraído -, ¿has visto a Mary?

Pues no, no la he visto.

Estupendo – suspiró la chica, sentándose en el suelo mientras su compañero la imitaba.

Lily levantó la vista al cielo y se quedó contemplando el firmamento que, aquella noche, estaba plagado de estrellas. Por su parte, James no había apartado la vista de la pelirroja desde que los dos se habían sentado sobre el césped y por lo visto, la chica ni se había percatado de ello.

¿Sabes que esta noche estás preciosa? – dejó caer James sin quitar sus ojos de encima de la chica.

Ajá – contestó Lily sin ni siquiera haber escuchado lo que el moreno había dicho. Estaba demasiado abstraída admirando las múltiples estrellas que parpadeaban en el cielo.

James también se dio cuenta de que la Gryffi ni siquiera le había escuchado, puesto que de lo contrario ya le habría acusado de querer llevarla a la cama. Así de exagerada era la chica, y por eso le gustaba a James.

No sé como pudiste salir con Williams – volvió a intentar el joven - ¿No te diste cuenta de que yo era mil veces mejor?

Ya – aceptó ella con un tono distraído, lo que indicaba que no se había enterado de nada de lo que James le había dicho.

Lily, me gustas – atacó él, completamente desesperado.

Sí – volvió a decir la chica.

¡LILY! – exclamó James sobresaltando a la pelirroja.

¿Qué? – preguntó ella llevándose una mano al corazón.

¿Me has estado escuchando?

Pues claro – aseguró Lily.

¿Sí? – repitió el moreno con cara de "qué mentirosa eres" – Entonces, ¿puedes repetirme lo que acabo de decir?

Me acabas de decir que Black se ha liado con cinco tías la semana antes de las vacaciones y que a esta hora, Remus debe estar enrollándose con Chris – inventó la chica de manera no muy convincente.

Pues no, no te he dicho eso. Pero, ¿a Remus le gusta Denver?

Claro, ¿no te habías dado cuenta? – al ver la cara que puso su compañero, Lily dedujo que la respuesta era no - ¡Hombres!

Lily volvió a lo suyo y James decidió que ya era hora de atacar, pero no precisamente con palabras. Así que, con esta idea en la mente, el joven se acercó sigilosamente a su compañera, la tomó por la cintura y justo cuando sus labios estaban a punto de rozar los de la chica, Lily salió de su trance momentáneo.

¡PLAF! – la manó de Lily impactó sobre la mejilla del moreno.

Pero, ¿qué te crees que haces? – preguntó la joven – Serás machista, acosador, aprovechado. ¿Qué pretendías? ¿Llevarme a la cama a la primera de cambio? (N.A joder Lily, cariño, a veces eres un poco exagerada)

Joder Lily, que solo pretendía besarte – se defendió James, que no creía que la cosa fuera para ponerse así.

Ya, besarme. Ahora no me vengas con excusas baratas, que te tengo calado, Potter. Te tengo calado.

La chica se fue sin decir más dejando a un James completamente perplejo. Tras unos minutos, el joven decidió volver a su habitación para ver si podía descargar su furia contra sus dos amigos. Sabía que no era justo pagar sus platos rotos con sus dos amigos, pero a falta de Peter...

En cuanto abrió la puerta del dormitorio a sus dos amigos con los papeles cambiados, o lo que es lo mismo, a Sirius haciendo cuentas mientras miraba un calendario y murmuraba para sí mismo y Remus exhibiendo una de sus más demoledoras sonrisas que solo usaba para las ocasiones especiales y gracias a la cual se asemejaba muchísimo a las azafatas del Telecupón.

¿Tú que haces? – le preguntó a Sirius de mala manera, mientras el otro seguía a lo suyo.

Contar los días que faltan para que llegue el fin del mundo – respondió él, haciendo caso omiso de la mala leche que traía su amigo.

Y tú – dijo James dirigiéndose a su otro amigo -, ¿por qué coño sonríes tanto?

No había cosa que más jodiera a James que ver gente sonriente a su alrededor cuando él estaba de mala leche.

¿Qué pasa? – preguntó Remus sin borrar la enorme sonrisa de su cara - ¿No puedo estar contento?

NO – recalcó James – A mí que te hayas enrollado con Denver, como comprenderás, me da igual.

Al oír esta revelación, Sirius dejó caer el calendario que sostenía entre sus manos, puso una cara de cotilla y maruja total y miró al licántropo en busca de una respuesta convincente.

¿Te has enrollado con Denver? – repitió Sirius con un tono que más bien quería decir "qué fuerte".

El castaño tan solo amplió más su sonrisa y se dirigió al baño a darse una ducha.

Tomaré eso como un sí – gritó Sirius a la puerta del baño, ya cerrada, y luego murmuró para sí mismo - Definitivamente, el fin del mundo está a la vuelta de la esquina.

¿Qué tonterías andas diciendo sobre el fin del mundo? – quiso saber el otro moreno.

Sirius se acercó a la cama en la que James estaba recostado, cambió su expresión de cotilla y maruja total por la de predicador demente y habló en un ronco susurro:

Verás mi querido James, durante estas últimas semanas he percibido insistentes indicios que demuestran que el fin del mundo se está acercando peligrosamente. La primera seña que recibí, fue a Denver diciéndome que tenía una duda. ¿Dónde se ha visto que la alumna más inteligente de todo Hogwarts me diga a mí que tiene una duda? Pero no una duda cualquiera, no, una duda de tipo amoroso – el rostro de Sirius se ensombreció aún más -. La segunda señal llegó esta noche, Carter y yo mantuvimos una conversación civilizada – en este punto, James puso los ojos en blanco -, sin discutir, sin insultar, sin gritar... inquietante, ¿verdad? Y ahora me enteró de que Remus, nuestro querido Remus, se ha enrollado con Denver y ha salido vivo. Y encima esas tres pequeñas psicópatas quieren desmemoriarme – se acordó Sirius súbitamente (N.A. para los que se han perdido, recordad la poción destinada a Williams con la que se inició toda esa historia y que, gracias a la rata traidora, Sirius cree que es para él. Hecha esta pequeña aclaración, prosigamos con la historia)

Muy bien, Sirius – aceptó el otro - ¿Has pensado alguna vez en apuntarte a la escuela esa a la que van los de UPA Dance? No sé si bailarás bien, pero como actor no tienes precio.

Sirius, una vez más, cambió su cara de predicador demente por una que venía a decir más o menos "pero, ¿qué me estás contando, tío?

Ahora solo falta que Evans acepte salir contigo. Entonces ya podemos preparar nuestro refugio antinuclear, porque ésa será la definitiva señal de que el fin del mundo se nos viene encima.

Pues me parece que eso no va a pasar – anunció James, otra vez de mala leche – Esta noche e intentado besarla y me ha acusado de acosador, de aprovechado y de no sé cuantas cosas más.

Entonces ya puedo respirar tranquilo, viviré unos cuantos años más. Pero hay que ver lo exagerada que es tu pelirroja, ¿no? – preguntó su amigo con un guiño juguetón.

No hace falta que lo jures Padfoot, no hace falta.

Vamos Mary, date prisa – apuró Lily – Los demás ya deben estar abajo esperándonos.

Pues que se esperen – dijo la otra simplemente.

Y tú Chris – se dirigió Lily a su otra amiga – cuidadín con lo que haces con Remus. Te estaré vigilando.

¿Pero de qué me estás hablando, Lily? – dijo Chris haciéndose la inocente.

No te creas que se me ha escapado el hecho de que te liaste con Remus ayer.

¿QUÉ? – se sorprendió Mary, que todavía no se había enterado de nada - ¿Te liaste con Remus y no me dijiste nada? Serás ingrata, con la de cosas que yo te cuento. ¿Y tú lo sabías y tampoco me dijiste nada? ¡Qué mal funciona la radio-patio!

Creo que ya deberíamos bajar – concluyó Chris, tratando de eludir el tema.

Al llegar a la sala común, lugar donde el profesor Dumbledore había organizado la cena de Nochebuena, las chicas se encontraron a los tres merodeadores elegantemente vestidos. Pero, al contrario de lo que las jóvenes habían pensado, no eran las últimas en llegar, puesto que todavía faltaba el director del colegio.

Lily, Mary y Chris se sentaron en el lado opuesto de la sala común al que estaban los chicos.

¿No le habrás pasado nada al profesor Dumbledore? – susurró Lily con preocupación. Desde que Donna le había dicho que estaba delicado del corazón, la pelirroja se preocupaba mucho por el estado de salud de su director - ¿Un infarto o algo así?

Que no Lily, ¿no ves que el director estás más fresco que una rosa? – trató de convencerla Mary.

No sé, no sé.

Pero al poco tiempo de la llegada de las chicas, el director entró a través del retrato de la dama gorda y, tal y como Mary había vaticinado instantes atrás, el hombre estaba más fresco que una rosa.

Hola chicos. ¡Uy! Que guapos estáis todos – sonrió el profesor Dumbledore, mientras miraba a sus alumnos de arriba a abajo.

Los seis jóvenes se levantaron de sus respectivos asientos y se dirigieron a la mesa que Dumbledore, mejor dicho, que los elfos habían preparado para la ocasión. En algún punto en el camino que había desde los sofás hasta la mesa, Lily y James se cruzaron y el director, aprovechando la coyuntura, hizo aparecer sobre sus cabezas un ramillete de muérdago. James levantó la cabeza y con una sonrisa traviesa dijo:

¡Mira! Si hay un poco de muérdago.

¡PLAF! – por segunda vez en 24 horas, la mano de Lily se estampó en la cara del merodeador.

Ni lo sueñes – le espetó la chica – Serás pervertido, aprovechado, acosador, cretino, capullo insensible... - y luego, muy dignamente, la joven se sentó a la mesa, dejando a todos los allí presentes completamente perplejos y asustados por la reacción de la pelirroja.

La cena transcurrió sin el menor incidente, por supuesto descontando las cinco veces que, al grito de "pervertido", Lily había tratado de lanzarse sobre James por que según ella, el chico había tratado de meterle mano. Aunque la verdad es que los dos habían intentado coger el salero a la vez y sus manos se habían rozado. Pero ya sabéis lo exagerada que es la chica.

El caso es que, cuando todos habían terminado de comer, el director se levantó de su asiento y se dirigió a los seis jóvenes:

Como veo que lleváis muy bien lo de estudiar por las mañanas – en este punto los seis chicos pusieron muecas que querían decir todo lo contrario -, he decidido encargaros otra misión. El otro día Hagrid iba paseando alegremente por el bosque con su nueva mascota, un pajarraco gigante que al parecer se llama Currupipi.

¡Anda! Como el tigre de Jesulín – exclamó Lily, que estaba muy puesta en cotilleos.

El caso es que Currupipi se escapó – prosiguió el anciano - y Hagrid se quedó desolado. Ahí es donde entráis vosotros.

¿Tenemos que consolar a Hagrid? – preguntó Sirius.

No - contestó el profesor Dumbledore haciendo acopio de su infinita paciencia – Lo que tenéis que hacer es ir al bosque prohibido y rescatar al pajarraco.

¿Al bosque prohibido? – repitieron cuatro voces, que por si os pica la curiosidad, correspondían a Mary, Chris, Remus y James.

¿Con ese demente acosador? – preguntó Lily señalando al pobre James.

¿Con esas pequeñas psicópatas que pretenden desmemoriarme? – inquirió Sirius señalando a las tres chicas.

Pues hasta aquí llega el capítulo 10. ¿Qué os ha parecido? No sé, no sé, a mi no me acaba de convencer. Pero aún así espero vuestros comentarios en forma de review, así que no os olvidéis.

Y para el próximo capi (titulado provisionalmente "Objetivo: rescatar a Currupipi") esto es lo que os espera:

Los chicos y las chicas se internan en el bosque prohibido para rescatar al pajarraco de Hagrid.

Lily continúa en ese plan de exagerada que no hay quien la aguante. Bueno, igual el pobre James si la aguanta.

Las vacaciones se acaban y el colegio vuelve a llenarse.

Algún personaje vendrá de vacaciones un poco "rarito". No, no es Williams a quien me refiero, ese ya es rarito por naturaleza.

Todo eso y mucho más en el próximo capi de "Una pelirroja muy legal", que espero que leáis.

Un beso

bars9

Miembro de la Legión de las Lupinas

Miembro de la Orden Siriusana