Capítulo 10 .- Navegando hacía Tirion
- ¡El permiso! ¡El permiso!
Esas palabras acompañadas por unas violentas sacudidas fueron lo que despertaron a Sirius aquella mañana. Abrió un ojo para descubrir que se trataba de Merry y Pippin que daban botes sobre el colchón. El hombre se rascó la cabeza confundido al mismo tiempo que intentaba entender lo que gritaban los eufóricos hobbits.
- ¿Cómo? – preguntó al fin
- ¿Todos los mortales estáis así de atontados recién despertados?
Era Legolas quien había hablado. El elfo miraba la escena con una sonrisa divertida, desde el umbral de la puerta, donde se había apoyado.
- Ha llegado un mensajero de Tirion de parte de la dama Galadriel. – explicó Pippin que parecía muy emocionado -¡Tienes su permiso para viajar hasta allí!
- ¡Y nosotros podremos acompañarte! – añadió Merry en el mismo tono que su amigo.
- Gimli y Simberminë le están dando una ojeada a los barcos disponibles. Seguramente podremos partir hoy mismo al atardecer – habló el elfo, que era el que más calmado estaba.
- No partiremos ni la próxima edad si no empezáis a mover vuestros preciosos culitos para ayudar un poco – Simberminë acababa de entrar en la habitación y no parecía estar de demasiado buen humor.
- Vaya, que mal humor de buena mañana – comentó sarcástico Legolas - ¿O es el comportamiento habitual de todas las elfas que llegan solteras a cierta edad?
Merry y Pippin miraron a Legolas como diciendo : "Mira quien fue a hablar". Por su parte, la elfa le fulminó con una mirada de odio y dijo : - Dime Legolas ¿por qué no te pones a dar saltitos encima del colchón de Sirius también? No te reprimas, que aquí todos sabemos que a un elfo con tu mentalidad le encanta hacer estas cosas.
Nadie se atrevió a protestar por la tarea que les asignó la elfa después de esto.
O o o O
Todos los miembros de la Orden del Fénix se sentaron alrededor de la mesa de la cocina, como de costumbre. Albus Dumbledore les había convocado para una reunión urgente.
Lupin se sentó entre Ojo-loco y Arthur Weasley, pues desde allí no podía ver a Tonks y no habría riesgo de que se desconcentrara y dejara de escuchar lo que el director tenía que decirles.
- ¿Y bien? – preguntó Snape - ¿Qué era eso tan importante?
- Hemos sido informados – comenzó Dumbledore con su habitual tranquilidad – Que unas extrañas criaturas han sido vistas por multitud de magos y no menos cantidad de muggles, a los que el Ministerio ha tenido que modificar la memoria.
- Que trabajen. Si están ocupados dejarán de incordiar – gruñó Ojo-loco
- El problema no es este, Alastor – siguió el director – Sino la procedencia de dichas criaturas.
- ¿No son conocidas? – intervino Molly Weasley, que hasta el momento había estado sirviendo té a todos los presentes.
- Tenemos descripciones completas y dibujos, pero hasta el momento nadie ha sabido identificarlos.
- Yo he visto los dibujos y en mi vida me he encontrado con ninguna criatura parecida – interrumpió Charlie Weasley.
- ¿Y de donde han salido? – preguntó Tonks. Pero al hablar, la joven bruja dio un golpe a la taza de té que tenía delante, y el líquido se derramó, manchando el mantel - ¡Oh! Perdón...
- Tememos que al intentar ayudar a Sirius podamos haber establecido una conexión entre mundos – habló Dumbledore, aunque su voz sonaba tan tranquila como si estuviera recitando el abecedario latín.
- Pero todo esto son teorías y hipótesis. Necesitamos saber las cosas seguras para decidir como actuar –dijo Bill.
- Alguien tendría que buscar una de estas criaturas para capturarla y traerla aquí. Así la podríamos interrogar – propuso Snape.
Dumbledore asintió, se colocó bien las gafas y miró a todos los presentes : - ¿Alguien se presta voluntario?
- Yo – dos voces hablaron al mismo tiempo, y todos los ojos de los miembros de la Orden del Fénix se posaron sobre quienes acababan de pronunciar el monosílabo : Remus y Tonks, que al instante enrojecieron.
Antes de que nadie pudiera decir nada más, una segunda taza volcó, derramando todo su té. Un apurado Remus Lupin pidió disculpas mientras que con manos temblorosas recogía lo que acababa de tirar.
O o o O
Sirius no pensó en dar noticias a la Orden del Fénix para informarles que pronto cumpliría su propósito. Se pasó toda la mañana muy ocupado con los preparativos para el viaje.
Era cerca de mediodía cuando las trompetas de plata de Minas Tirith sonaron; daban la bienvenida a alguien.
Acto seguido, una multitud de guardias empezaron a ir de un lado para otro. Parecían muy atareados, lo que sorprendió a todos, pues los hombres de Aragorn últimamente estaban muy tranquilos, dormitando en sus puestos de guardia, o jugando a las cartas entre ellos. También vieron a Arwen que pasaba apresurada por su lado, sin prestarles la menor atención, cosa que tampoco les extrañó demasiado, pues esa había sido la actitud de la elfa desde el "pequeño" incidente de aquel desayuno.
- ¿Qué pasa aquí? – preguntó Sirius, que caminaba al lado de Legolas. Ambos iban cargando con algunos trapos y otros utensilios de limpieza, pues les habían mandado fregar la cubierta del barco, que estaba anclado en el gran río Anduin, que fluía muy cerca de la ciudadela.
El elfo se encogió de hombros como toda respuesta. No estaba de muy buen humor desde que Simberminë le había prácticamente obligado a limpiar mientras ella no hacía nada.
- ¡Venga! Mejora ese humor – dijo Sirius dándole una palmada en la espalda, cosa que hizo que casi se le cayeran los cubos, los trapos y la fregona que llevaba consigo – Limpiaremos con un poco de magia.
- ¿Te he dicho alguna vez que aún me caes mejor por el echo de ser mago? – Legolas esbozó una ligera sonrisa
- Ah, bien... Muy bonito – el animago fingió estar ofendido - ¿Y si no lo fuera me odiarías tanto como a Simberminë?
- No la odio. Es solo que... – el elfo se interrumpió, no sabiendo como expresarse exactamente – Es como... Como un acuerdo mutuo para fastidiarnos.
Black le miró fijamente por unos instantes, mientras una sonrisa maliciosa se le formaba en los labios.
- ¿Quieres que en el barco transfigure una mesa en un colchón para que puedas saltar sin reprimirte?
- ¿Me está diciendo esto un hombre que se dedica a transformarse en perro para ladrar, dar saltos y lamer a la gente?
Hombre y elfo intercambiaron unas miradas serias antes de estallar en carcajadas.
- Anda vamos a limpiar o cierta elfa nos va a tirar de las orejas – dijo Sirius al fin.
O o o O
La situación no podía ser más incómoda para Remus y Tonks. Acababan de salir de la casa de Grimmauld Place y se dirigían a la zona donde esas criaturas habían sido vistas.
El silencio pesaba entre ellos, y ambos buscaban desesperadamente en algún tema de conversación.
- Oye Remus...
- Tonks yo...
Ambos magos hablaron a la vez.
- Tu primero – dijo Lupin
- No, no – negó ella – Primero tu.
- Está bien – el hombre-lobo suspiró. Le era muy complicado hablar de aquello – La otra noche cuando...
Pero un gruñido que distaba mucho de parecer humano le interrumpió. No les costó demasiado adivinar de que se trataba.
- Me parece que tendremos que dejar nuestra charla para otro momento – dijo Lupin clavando su mirada dorada en la fea criatura que tenían frente a ellos.
Ambos sacaron sus varitas al mismo tiempo que el ser blandía una espada corta, tosca y algo torcida.
- No parece demasiado peligroso, pero no te confíes – le susurró el licántropo a la chica.
Remus y Tonks avanzaron inseguros; la criatura también caminó hacia ellos, pero con pasos seguros y fuertes. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, el hombre lanzó un "Petrificus totalus"para iniciar la lucha, pero se quedó atónito cuando su oponente cayó rígido al suelo.
- ¿Esto no tendría que haber sido un poco más difícil? – pensó en voz alta.
- ¡Remus, mira! – exclamó Tonks señalando un punto del asfalto. Los ojos dorados del hombre-lobo siguieron a una rata grande, de aspecto poco saludable, con una pata de plata reluciente, que se alejaba corriendo, ya fuera de su alcance.
O o o O
Sirius y Legolas acabaron en seguida de limpiar la cubierta del navío, y se apresuraron a volver a la ciudadela. A ambos les picaba la curiosidad por saber quien había llegado antes.
- Quizá sea Faramir... – opinó Legolas en voz alta – Su padre era el Senescal de Minas Tirith antes que Aragorn reclamara el trono.
- Entonces quizá sea su padre que viene a visitar la ciudad que en su día gobernó – comentó el animago.
El elfo negó con la cabeza : - Denethor enloqueció, y su locura lo llevó a la muerte.
Pero no era Faramir quien había llegado, sino Elladan y Elrohir, los elfos gemelos que el animago había conocido en Rivendel. Todos en la ciudad estaban exaltados, pues era la primera vez que los hermanos de la reina visitaban Minas Tirith.
- Queríamos partir ya hacía Tirion – explicó Elrohir después de las salutaciones – Nos enteramos que vosotros ibais a partir también, y pensamos que podríamos embarcar juntos, si no os importa claro.
- Además hemos aprovechado para visitar a nuestra hermana... Porque luego papá se pone muy pesado con lo de que no ejercemos de hermanos mayores... – añadió Elladan, pero mirando al cielo con una expresión resignada.
- ¡Claro que no nos importa! – exclamó Sirius, que estaba muy agradecido de la hospitalidad que los dos hermanos le habían dado en Rivendel – Será todo un placer.
- Podemos ir a comer y así charlamos un rato – propuso Legolas – Antes que esa elfa loca nos de algo más que hacer.
O o o O
En un lugar oscuro y frío, cerca de Azkaban, un mago de penetrantes ojos rojos y cara de serpiente aguardaba a uno de sus siervos, que llegó apresurado.
- Ah... Wormtail... – siseó al tiempo que sus labios se torcían en lo que pretendía ser una sonrisa.
- Mi señor... – el hombre que acababa de llegar se arrojó a los pies de su señor y le besó el bajo de la túnica. Luego permaneció en silencio, esperando a que le dieran permiso para hablar.
- Dime... ¿qué ha pasado?
- Nos atacaron, mi señor. Se llevaron al orco y...
- ¿Quién? – interrumpió Voldemort
- Remus Lupin y la joven prima de Sirius Black, señor.
- Y dime, Wormtail... ¿¡PORQUE NO HICISTE NADA!?
- Yo... Yo... ¡Hubiese sido una lucha de dos contra uno!
- ¡Crucio!
Peter Pettigrew empezó a retorcerse de dolor en el suelo, como un animal agonizante. Unos agudos chillidos llenaron la húmeda y oscura sala donde se encontraban.
- Eres débil, Wormtail... Débil y cobarde… Es un milagro que sigas con vida... Y aun no sé porque te mantengo a mi servicio.. ¡Me eres de muy poca utilidad!
- Lo... lo siento... no... no volverá a... a ocurrir... – balbuceó Pettigrew entre espasmos de dolor.
Voldemort alargó la maldición unos minutos más, para luego hacerla desaparecer.
- Capturaron al orco... ¿cómo lo hicieron?
- Con un simple hechizo de los más básicos... Lupin le derribó.
- Me estás diciendo... ¿¡QUE HE TRAIDO A UNA PANDA DE INÚTILES?!
- Pero señor... yo no... Bellatrix dijo que sus armas... – Pettigrew tembló ante el nuevo ataque de furia de su señor.
- Acércate, Wormtail.
El hombre hizo lo que Voldemort le ordenaba, pero lloriqueando. Aunque le dolió, notó con alivio como el mago oscuro no hizo nada más que dejar su antebrazo al descubierto y tocar la Marca Tenebrosa con la punta de su varita.
O o o O
- Bueno, si ya estamos todos podemos embarcar ¿no? – dijo Simberminë con impaciencia.
Todos recogieron los ligeros equipajes que se habían preparado y tras despedirse y dar las gracias por todo a Aragorn y Arwen, salieron del palacio.
- Cualquiera se atreve a hacerla esperar... – murmuró Pippin.
Mientras iban avanzando, Legolas se quedó atrás junto a los gemelos.
- O sea que habéis decidido partir – comentó el rubio.
- Que remedio – contestó Elladan con un suspiro
- Llegué a pensar que os quedaríais con esos dúnedain con los que habéis pasado los últimos siglos – habló Legolas otra vez.
- Debatimos largamente los pros y los contras acerca de si quedarnos o partir... – explicó Elrohir – Pero al fin y al cabo... ¿Qué pintamos nosotros en un mundo ya gobernado por los hombres?
- También está el hecho – añadió su hermano – que siempre hemos sido algo reacios a crecer, a madurar y a tomar responsabilidades. Mejor una jarra de cerveza que una espada.
- En Tirion, sin deberes a los que atender o batallas que librar podremos tener un poco de paz y tranquilidad. Asistir a fiestas, ir a dormir cuando amanezca... Pero...
- ¿Pero? – interrogó Legolas
- No sé... Es esa sensación que ya no volveremos a hacer nada útil nunca más. No sé si nos entiendes...
Legolas los entendía. Él mismo había sentido eso una vez finalizó la Guerra del Anillo. Había intentado alejar esa sensación con los viajes junto a Gimli y con la ayuda que le prestó a Faramir, un viejo amigo, a embellecer con árboles y plantas sus tierras.
Y cuando creía que ya no le quedaba nada que hacer, se encontró con Sirius.
- Bueno... Hay algo que podríais hacer... – dijo al fin
- ¿Qué? – preguntaron Elladan y Elrohir al unísono.
- Es Sirius que necesita una pequeña ayudita... – Legolas procedió a explicarles el problema concreto que tenía el hombre en su mundo.
- A ver si lo he entendido... – dijo Elladan – La idea es viajar hasta el mundo de Sirius...
- ¿Y ayudar a acabar con el tal Voldemort? – acabó por él Elrohir.
- Bueno... Si... Dicho así parece una locura; un completo disparate... Pero... – dijo Legolas
- ¡Suena genial! – exclamaron los dos gemelos a la vez.
Legolas sonrió, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, los gritos malhumorados de una elfa les interrumpieron.
- ¿¡Queréis dejaros de charlas y embarcar de una vez!?
Los tres elfos dieron un respingo y se apresuraron a subir al barco.
O o o O
Sirius le echó una última mirada preocupada a Gimli, que había resultado ser altamente sensible al movimiento de su embarcación en alta mar.
El animago decidió salir a cubierta a tomar un poco el aire, pues las incesables quejas del enano le habían empezado a producir la sensación que él mismo se mareaba también.
Era ya de noche. El día le había pasado increíblemente deprisa. Se quedó mirando fijamente el mar, donde el reflejo de la luna y las estrellas bailaba al compás de las olas.
Su mente voló, y de pronto se encontró a si mismo pensando en Londres, y sorprendiéndose de lo mucho que echaba de menos su mundo. Si bien era verdad que en la Tierra Media le habían tratado con amabilidad, y que había hecho muy buenas amistades, su deseo de volver se intensificó esa noche, a medida que el barco lo iba acercando cada vez más a la ciudad de Tirion.
- Vaya, veo que tu no te has mareado
El hombre reconoció en la voz de Simberminë un deje de arrogancia.
- No sois solo los elfos a los que no os afecta nada – contestó él en el mismo tono.
La elfa se colocó a su lado.
- Gimli ya se encuentre lo suficientemente mal para todos nosotros – comentó ella de nuevo.
- ¡Como te atreves! Él es un enano y es una completa coincidencia su estado desmejorado con el echo de que se haya subido por primera vez en un trozo de madera que flota – imitó Sirius a lo que llevaba diciendo Gimli toda la tarde.
La pequeña broma hizo que Simberminë se riera.
- No te cae demasiado bien ¿verdad? – preguntó él, refiriéndose al enano.
- El desagrado mutuo entre elfos y enanos es algo natural que viene de mucho tiempo atrás. La relación de Gimli y Legolas no es nada normal – explicó la elfa encogiéndose de hombros.
- Prejuicios sin fundamento... – murmuró el hombre – Mira, te daré un consejo. Nunca juzgues a alguien por lo que los demás te digan de él. Conoce a la persona y luego decide por ti misma la opinión que tendrás al respecto. Es una de las cosas más importantes que he aprendido en mi vida.
- Esas palabras son muy bonitas dichas así, pero en realidad todo el mundo juzga sin conocer – se defendió ella.
- Lo sé – Sirius fijó su mirada gris sobre la elfa – Por eso mismo todo el mundo me cree un fiel seguidor de Voldemort, capaz de entregar a su mejor amigo y a su familia y de matar a mucha más gente.
Una mano suave apretó reconfortablemente la del animago.
- Eres un buen hombre Sirius Black. Noble y valiente. No dejes que la opinión de muchos te impida ver tus cualidades. Si aquellos que son importantes para ti saben como eres realmente, considérate afortunado.
Los dos se miraron sonrientes por unos instantes, ajenos a aquellos ojos azules que les miraban desde las sombras. Su dueño decidió interrumpir.
- Bonita noche
Sirius y Simberminë se giraron para mirar a Legolas.
- Perfecta para filosofear – respondió Black con bueno humor. Y antes de poder pronunciar otra palabra, tuvo que sacarse el espejo del bolsillo. Harry quería hablar con él.
O o o O
La Orden del Fénix volvía a estar reunida. La misión de Lupin y Tonks había sido un éxito. Ambos habían conseguido traer a una de esas extrañas criaturas que tanto muggles como magos habían visto.
- ¿Qué es? – preguntó Molly Weasley acercándose al extraño ser y examinándolo de cerca con la nariz arrugada en señal de desagrado.
- Harry ha hablado con su padrino, y según Sirius es un orco – explicó Remus – Una de las criaturas más horribles y malvadas del mundo donde está él ahora.
- Entonces ya está – gruño Ojo-loco – Voldemort ha establecido la conexión antes que nosotros. Está claro que estos orcos están de su parte.
- No perdamos la calma señores – habló Dumbledore por primera vez – Remus y Tonks no han tenido problemas para reducir al orco que tenemos aquí. No sabemos cuan peligrosos pueden ser. Sugiero no alarmarnos hasta que tengamos la opinión de un profesional.
- ¿Entonces tienes algún plan pensado Albus? – preguntó McGonnagall. La mujer aún estaba avergonzada por haber confundido a estas criaturas provenientes de otro mundo con muggles disfrazados.
- Buscaremos a un buen experto en Cuidado de Criaturas Mágicas – dijo el director – Nos podrá decir cuanta magia tienen estas criaturas, lo inteligentes que son y el peligro potencial que nos pueden suponer.
- ¿Buscaremos? Yo creía que nuestro experto en estos temas era el joven Charlie Weasley – ironizó Severus Snape
El aludido dirigió una mala mirada a su antiguo profesor de pociones : - Mi especialidad son los dragones, ya lo sabe profesor Snape.
- Yo mismo me encargaré de encontrar a alguien experimentado y competente, y que sea de confianza, evidentemente – anunció Dumbledore.
Antes que alguien pudiera hablar, Severus Snape se levantó : - Nos está llamando – dijo simplemente, y todos comprendieron a lo que se refería.
La reunión se dio por terminada. Bill Weasley y Kingsley Shacklebolt subieron al orco a una de las habitaciones, donde lo dejaron atado, Snape se marchó, y los demás miembros de la Orden se fueron a atender un asunto u otro.
O o o O
Acababa de amanecer cuando divisaron tierra en el horizonte. Sirius y Legolas estaban recién despertados, disfrutando de la brisa matutina en cubierta.
- Ya estamos llegando – comentó el elfo – Pronto podrás volver. Y nosotros conoceremos tu mundo.
El mago sonrió. En ese momento deseaba regresar a Londres más que nada.
- Ya verás, podréis conocer a Harry, a Remus, a mi prima Tonks...
- ¿Y a alguna chica especial para ti? – interrumpió Legolas
Sirius negó con la cabeza : - Ya me gustaría a mi...
- ¿Nunca has estado con nadie? – preguntó sorprendido
- ¡Estás hablando con Sirius Black! Claro que he salido con chicas, y no con pocas precisamente. Pero estos últimos años al estar en Azkaban y ser un fugitivo me han supuesto un pequeño problema. Ahora mismo mi única posibilidad seria alguien que supiera la verdad sobre mi...
- ¿Alguien como Simberminë? – dijo Legolas con una expresión que Sirius no supo interpretar.
El animago miró al elfo fijamente por unos minutos, hasta que comprendió lo que sucedía.
- No te negaré que es atractiva. Pero sabiendo que te gusta a ti, me mantendré al margen.
Legolas enrojeció hasta la punta de sus orejas : - A mi no me gusta – murmuró.
El hombre adoptó una pose dramática : - ¿Por qué siempre me tienen que tocar amigos que no aceptan sus sentimientos?
Su conversación se vio interrumpida por dos hobbits muy exaltados y gritando cosas incomprensibles.
- ¿Se puede saber que estáis diciendo? – preguntó Sirius al fin, perdiendo la paciencia.
- ¡Que vamos a llegar justo el día de la inauguración de las fiestas de Tirion! – dijo Merry por fin, en un tono entendible.
- ¡Y vamos a llegar a punto para los fuegos artificiales de Gandalf de esta noche! – añadió Pippin en el mismo tono.
- ¿Fiesta? ¿Fuegos artificiales? Legolas, esta noche es la tuya, ¡a por ella! – dijo el mago sin dejar de sonreír. El buen humor se le había intensificado. Una fiesta no le vendría nada mal, aunque fuera sin compañía.
- ¿A por ella? – preguntó Merry curioso - ¿Es que te gusta alguien Legolas?
El pobre elfo no podía sonrojarse más; incluso podría jurarse que relucía bajo la pálida luz de la mañana que estaba empezando.
La curiosidad de los dos hobbits supuso que Legolas pasara un mal rato, hasta que llegó Gimli y rescató a su amigo de las burlas.
Hacía media tarde llegaron a Tirion. Desembarcaron en el puerto de la ciudad, y pronto todos se maravillaron con su belleza : la ciudad era de muros blancos, parecidos a los de Minas Tirith, pero su conformación era diferente. Parecía un típico pueblecito de pescadores, con sus tabernas y casitas, pero tenia una peculiaridad muy poco común : todas las escaleras que se veían eran de cristal, y relucían bajo el sol.
- Que maravilla – murmuró Elrohir – Y nosotros dudamos en venir...
- Y yo perdiendo el tiempo visitando Cavernas Centelleantes... – añadió Legolas intentando que Gimli no le oyera, pero el enano tenía el oído especialmente fino.
- ¡Desagradecido! – gruñó - ¡Otro día te dejo con los hobbits hasta que se cansen de burlarse de ti!
- ¡Eh! – interrumpió Sirius - ¿Nos vamos a preparar para la fiesta?
Todos siguieron al hombre, pues este estaba tan eufórico que nadie se atrevió a llevarle la contraria.
O o o O
Los mortífagos habían acudido fieles a la llamada de su Señor. Todos se dispusieron en su habitual círculo alrededor de Voldemort, que los miró uno a uno con sus fríos ojos rojos.
- Severus... – dijo por fin. El aludido hizo una reverencia y se quedó de rodillas delante suyo – No me habías dicho que Dumbledore tenía conocimiento de nuestros orcos... Y menos que había enviado dos de los suyos a atrapar a uno...
- Mi señor... Todo fue pura casualidad. Dumbledore no sabía nada.
- ¿¡Y porque el hombre-lobo y la prima de Black encontraron y capturaron a uno!? – gruñó Voldemort.
Todos los mortífagos se estremecieron ante el grito, pero Snape permaneció impasible.
- Salen juntos, mi señor. Debían estar en uno de sus... paseos, cuando encontraron a una criatura extraña y decidieron atraparla para investigarla – mintió a la perfección el profesor de pociones. No había perdido la calma en ningún momento.
- Bien... Lucius – llamó a otro de los componentes del círculo - ¿Qué has averiguado sobre esas armas que llevaban consigo?
- Tienen un poco de magia, mi señor. Un extraño poder de sumir en un frío mundo de oscuridad y sombras todo aquel que sea herido por ellas. Dicen que fueron fabricadas por los más fieles siervos de su señor, que ya desaparecieron – habló aquel que había sido llamado.
- Pero si oportunidad de acercarse a nuestros oponentes... Poco pueden hacer estas armas... ¡Wormtail!
Uno de los mortífagos se estremeció bajo su máscara, y se adelantó unos pasos del resto. Al igual que Snape se arrodilló delante de su Señor.
- Quiero que procures a todos nuestros orcos armaduras mágicas.
Peter Pettigrew asintió no muy seguro de si mismo.
- Estas armaduras solo repelen los hechizos más básicos... ¿Cree que servirán de algo mi señor? – habló una mujer entre los mortífagos. Era Bellatrix, sin duda.
- Ahora se habrán confiado. Que hayan podido capturar a uno tan fácilmente no les hará temer por ellos... Con una de estas armaduras bastará para que se acerquen lo suficiente para poder herirlos con sus armas... – habló Voldemort. Hizo una pausa y se giró para mirar a Pettigrew, que seguía arrodillado, temblando como una hoja – No me falles esta vez Wormtail...
- No... No mi señor – balbuceó este
- Tendrás tu recompensa si haces bien tu trabajo. Mataré aquellos por los que estás inquieto... A Remus Lupin y a Sirius Black. Con mis propias manos.
O o o O
Simberminë se dirigió hacia la playa, se quitó las delicadas sandalias y empezó a caminar por la orilla, donde las olas besaban la arena, sin importarle que el bajo de su vestido se mojara.
La luna llena se reflejaba en las cristalinas aguas, la brisa le removía el pelo y el suave vaivén de las olas quedaba amortiguado por los alegres sonidos provenientes de la fiesta.
- ¿Nadie te ha dicho que eres muy poco sociable?
La elfa dio un respingo al oír una voz que habló de repente a sus espaldas. Se puso rápidamente a la defensiva cuando se dio cuenta de que era Legolas.
- Prefiero estar sola que mal acompañada – replicó ella haciendo una mueca.
- Entonces me iré – dijo el elfo bajando la mirada. Simberminë se sorprendió que pareciera triste por algo.
- No, no... No quería decir que tu fueras una mala compañía. Quédate
Legolas alzó la vista y fijo sus ojos azules en los de la elfa : - ¿Estás segura? No tengo ganas de discutir.
- Ni yo. ¿Por qué no estás en la fiesta? – preguntó ella
- Me aburren las fiestas. He asistido a demasiadas en mi vida
- Gajes de ser príncipe supongo – la elfa sonrió por primera vez
Ambos posaron la vista sobre el mar, al tiempo que sentían como les atraía. Aún después de haberlo cruzado.
- ¿Por qué tardaste tanto en embarcarte? – Legolas rompió el silencio.
- Tenía la sensación que aún me quedaba algo por hacer allí... – ella hizo una pausa antes de añadir -Y no me resignaba a partir y a dejarlo todo a manos de los hombres. ¿Y tu?
Legolas se encogió de hombros : - Me puse a viajar junto a Gimli... Y el tiempo pasó sin que apenas me diera cuenta.
El elfo experimentaba una extraña sensación en su interior. Ya había sido raro el impulso de acercarse a Simberminë cuando la vio paseando sola por la playa... Y el extraño cosquilleo que sintió cuando la vio hablando con Sirius en la cubierta del barco.
- Enseguida empezarán los fuegos artificiales de Gandalf – dijo Legolas al fin, más que nada para interrumpir sus propios pensamientos; no estaba seguro de querer llegar a una conclusión al respecto - ¿Vamos a verlos?
Simberminë asintió y ambos se dirigieron con los demás asistentes de las fiestas de Tirion a una pequeña cala, donde se sentaron en la arena. Desde el horizonte no tardaron a elevarse espectaculares fuegos de colores, que explotaban dibujando maravillosas formas, que destacaban vivamente en el oscuro cielo.
Legolas miró de reojo a la elfa, que sentada a su lado miraba absorta el cielo. En su rostro se reflejaban los diferentes colores de los fuegos que estallaban. Entonces la mano de ella rozó la suya y le hizo dar un respingo. Ambos miraron al mismo tiempo sus manos unidas. A ella no pareció importarle, pues volvió a fijar la vista en el espectáculo que tenía lugar en el firmamento, él, decidió no mover la mano tampoco, pero su corazón había empezado a palpitar con tal violencia que no se concentró en nada que no fuera intentar controlar sus propios latidos.
O o o O
Harry bostezó de aburrimiento y miró a Hermione y Ron que estaban sentados a su lado, en el mismo estado que él.
- Tengo ganas que empiecen las clases de una vez... – murmuró el ojiverde.
Su amigo pelirrojo le miró como si acabara de ver a un fantasma : - ¿Quién eres tu y que has hecho con mi amigo?
- En serio Ron... De volver a ver a todo el mundo, a Seamus, a Dean, a Neville, a Malfoy...
- ¿¡A Malfoy!? – exclamaron Hermione y Ron a la vez
Harry se quedó de piedra por unos instantes, las palabras le habían salido de la boca casi sin pensar, pero rápidamente supo reaccionar : - Por supuesto, ¿no echáis de menos ver como quiere hacerse el importante y todo le sale mal?
Sus dos amigos parecieron darse por satisfechos con aquella explicación, pero el chico que vivió no pudo dejar de pensar porque había dicho exactamente que tenía ganas de volver a ver a Malfoy...
- ¿Vamos a ver esa criatura extraña que han capturado Lupin y Tonks? – propuso Ron.
Harry asintió, y Hermione les siguió muy a su pesar, echándoles la charla que tal vez se podrían meter en problemas si subían a ver al orco sin permiso. Pero como de costumbre sus dos amigos no le hicieron el menor caso.
Tan pronto como abrieron la puerta la horrible criatura lanzó un gruñido horrible.
- Es asquerosa... – comentó Hermione arrugando la nariz.
Harry vio con una sonrisa como su amiga, que se había sobresaltado al verlo, había agarrado con fuerza la mano de Ron, y que este se había puesto rojo, como de costumbre.
El chico pensó que los pequeños roces entre el pelirrojo y la castaña se hacían cada vez más habituales... Decidió desaparecer silenciosamente, dejándolos solos. Ron y Hermione no se dieron cuenta que se había ido.
O o o O
Sirius vio con una sonrisa amarga como Legolas y Simberminë se acercaban juntos. La verdad es que el hombre había contemplado la posibilidad de conquistar a la elfa, pues no podía negar que le resultaba muy atractiva, y ese punto de mal carácter le fascinaba. Pero Legolas era su amigo, y nunca se había interpuesto entre un amigo y una chica, ni tenía intención de empezar a hacerlo ahora. Pensó que hubiera sido lo mismo si en su momento se hubiera sentido atraído por Lily; por nada del mundo hubiera intentado nada con la pelirroja, por respeto a James y a su amistad.
Una insistente mano de hobbit que le tiraba de la manga le hizo salir de sus pensamientos.
- ¡Es Gandalf! – exclamó Merry dando saltitos.
Sirius se giró para encontrarse cara a cara con un anciano de largos cabellos y barba plateados, que lo miraba con una sonrisa bondadosa en los labios. Aunque antes de darse la oportunidad de decir algo, Merry y Pippin se abalanzaron sobre él, y acto seguido también fueron a saludarle efusivamente Legolas, Gimli, Elladan y Elrohir.
- ¿No tienes la sensación que estos reencuentros entre viejos amigos ocurren demasiado a menudo dejándonos siempre al margen? – le dijo Simberminë a Sirius, al tiempo que se ponía a su lado.
- Me consuelo pensando que yo tendré los míos una vez esté en Londres – sonrió el animago.
Una vez finalizadas las salutaciones, Gandalf miró fijamente a Sirius. Éste pensó que si hubiera llevado unas gafas de media luna hubiera podido pasar perfectamente por el hermano gemelo de Dumbledore.
- Tengo conocimiento de cual es tu problema – dijo con voz suave el anciano – Y buscaré una solución para ayudarte si me das unos pocos días de tiempo.
- Muchísimas gracias – habló Sirius, sinceramente agradecido – Por supuesto, tómese el tiempo que crea necesario. Muchas gracias.
El anciano rió con risa clara : - Tampoco hace falta que me des tantas veces las gracias, solo soy alguien mayor que se aburre demasiado.
O o o O
We! Si, he tardado mucho! Pero es que mi beta tenía el ordenador muerto. De echo, esto está sin betear (aunke probablemente va a matarme por haberlo subido así xD). Pero decidí no haceros esperar más, pq ya erais muchos los que me preguntabais cuando iba a actualizar.
¿Qué os ha parecido? He tenido una iluminación de última hora para hacer un cambio en las parejas :P De echo en el capi siguiente que ya he empezado va a salir un nuevo psg, que a los que leáis mi otro fic (el de Amor Platónico) os va a sonar bastante :P
Bien! Ya me callo, vamos con los reviews :
Umi Natsuko : Jajajaja, tu ves slash ya en todas partes xD Espero que este capi te haya gustado tb! Y sip, no me olvido del Ron-Hermione, ya lo ves.
Mereth : We, yo creo que tu encuentras monisimo a Remus aunke no esté sonrojado xD ¿Tu cuarto es la ultima puerta del pasillo a la derecha? XDD Creo que ya me lo habias dicho alguna vez... xD, ale disfruta con Remus en este :P
Rosemary Black : ¿Qué va a pasar con Sirius? Mmmm... Sigue leyendo y lo sabrás!! Mwahahaha (nada demasiado malo, tranquila xD)
Elloith : ¿Se't va tallar el revi? Em pensava que t'havies superat amb un revi de menys d'una linia xDD I lu d les noies babejant amb en leggy va ser algu que no vaig poder evitar :P Ale fins ara!!
Dadaiiro : ¿Sirius un hechizo limpiador para limpiar a Arwen? Que va xD Me cae demasiado mal la elfa como para que mi nene haga esto xD Y si, Remus se comporta como un adolescente enamorado xD Pero ¿qué quieres? El pobre no está acostumbrado a este tipo de cosas. ¡Os he hecho esperar para el nuevo capi pero... sorry!
Hawa Black : Si U últimamente tardo mucho en actualizar... En fin, en cuanto a Lynn y Xana... En el momento concreto que salieron supongo que no eran las novias de Fred y George aún, pero creo que se gustaban bastante mutuamente
Mayu : Nariko se pone de rodillas : ¡¡¡No me mateeees!!! Sé que no conservaré mi cabeza mucho más pero... Ains, que creí que si dejaba un capi sin betear tampoco pasaría nada. Además, m gusta bastante como me quedó este en general, así que... U El proximo te prometo que te lo dejo betear hasta que te hartes xD... Y te regalo a Glorfindel en el fic de la elfa borde!! Pero no me mates que quiero vivir!!
Nura de Mithlond : Espero que la espera para este capi tb haya valido la pena... A mi me gusta bastante como ha quedado este capi, pero vosotros diréis que os parece :P
Lunática Earwen : ¡Gracias por tus comentarios! La verdad es que animan a una a que siga escribiendo . Luna supongo que saldrá ahora cuando Harry y los demás vuelvan a empezar en Hogwarts, dentro de un par de capítulos. ¡Espero que sigas leyendo el fic! Y continúes dejando reviews claro :P
Ale, hasta aquí los revis dl capi anterior. Han sido pocos esta vez... Dejadme más andaaa ;; ¿No os doy pena? XDD Para los que seguís mi otro fic, mañana tendré capi nuevo listo, esta semana voy un poco retrasada, pero el domingo lo tendréis
Este capi personalmente me gusta bastante, pero quiero oír vuestras opiniones! Y más teniendo en cuenta que no está beteado (si encontráis algun fallo ya sabéis de que es :P).
O o o O
