Los humanos están clasificados en betas, alfas y omegas, muchos de ellos son betas.

Hay solo un pequeño número de alfas, conocidos como el género superior, son físicamente más fuertes y superiores a los betas y omegas, en varios aspectos, su estatus social también es alto. Las feromonas de un omega en celo los pone en estado de excitación, al tal grado que les dificulta controlarse a ellos mismos. Por tales motivos se crea entre alfas y omega una relación única. Sus celos son conocidos como Rut con una duración de 2 días a excepción de los alfas dominantes, un número más reducido ya dentro de su mismo género, con un Rut que puede llegar a durara de 5 a 7 días.

Los betas, no tan diferentes de la categoría tradicional. La mayoría de la población tienen este género. Muy pocos tienen la capacidad de percibir las feromonas tanto de alfas como de omegas, debido a que son completamente humanos y no poseen glándulas secretoras de hormonas.

Omegas, un género aún más raro que los alfas, solo representan un muy pequeño porcentaje de la población. Soportan una carga significativa debido a su ciclo estral. Muchos de ellos tienen bajo estatus social. Un omega entra en celo una vez al mes, y dura unos pocos días a la semana. Durante este periodo ya que las feromonas del celo atraen a muchas personas y están en constante excitación, se hace difícil para ellos llevar una vida normal. Por esta razón son contantemente abusados y profesionalmente cuestionados, muchos de ellos toman supresores para poder vivir una vida normal. A excepción de los omegas recesivos los cuales en la gran mayoría de los casos presentan celos irregulares, impidiéndoles predecir el comienzo de estos.

Supresores, una medicina tomada por omegas y alfas para reducir la producción de feromonas, el efecto de este es diferente para cada persona, y no reduce la secreción de feromonas de algunos omegas.

Medicamentos específicos, se inyecta en el brazo o la pierna cuando ocurre un celo. Dentro de 3-5 min luego de la inyección este se calma, aunque puede causar fuertes efectos secundarios como dolor de cabeza, náuseas y/o mareos. Están disponibles en instalaciones tanto como escuelas, empresas u estaciones en todo momento.

Un alfa y un omega se pueden acoplar cuando un alfa muerde el cuello del omega en celo, después de convertirse en compañeros, el omega no puede mantener relaciones sexuales con alguien más que no sea su alfa, y su ciclo astral se convierte solo eficaz en su pareja.

Debido a los avances de la ciencia en ese campo y la efectividad demostrada por los supresores y los medicamentos anti-feromonas tomadas por los alfas para que la percepción de las feromonas liberadas por un omega en celo no los haga perder el control, es que lo llamados collares, los que hace años eran usados por los omegas para evitar la mordida de unión durante un celo han sido olvidado y ya nadie o casi ningún omega utiliza.

En una sociedad donde el género al que perteneces decide gran parte de tu vida, nacer como omega era la peor opción de todas, pero gracias a los tantos años de luchas por romper las barreras que separaban a los géneros es que el mundo ha logrado dar un cambio de 180 grados. Aunque aún existen los prejuicios en gran parte de la población, no se puede negar el cambio tan radical en la vida de muchos omegas, los conocidos como la raza inferior, los que se veían más afectados por ser considerados más débiles que los demás.

Nacer como omega en una reconocida familia de alfas puede haber significado el fin del mundo, o eso es lo que sucedería en la gran mayoría de los casos, pero muy diferente en la familia de los Ryusaki, en la cual desde hace más de 90 años solo nacían alfas y el hecho de que naciera la primera omega luego de tantos años se consideró como pronóstico de buena fortuna, por lo que la princesa de los Ryusaki nació rodeada de protección y cariño, muchos dirían que sobreprotección, ya que sus 3 hermanos mayores Tezuka, Syusuke y Kaoru la cuidaban como si del más fino y delicado cristal se tratara.

Ryusaki Sakuno podía asegurar que a sus 16 años de edad a vivido una vida siendo amada, aunque en momentos debido a las características de su género, ella en especial, se ha sentido incompleta, y es que al conocer el resultado de su prueba de género a tan pequeña edad cuando sus padres y hermanos celebraban el nacimiento de una omega en una familia de completos alfas, no podía entender que sucedía con ella, cuando al alcanzar la edad de 16 años aún no se había presentado su primer celo, por lo que luego de un extenso estudio fue catalogada como omega recesiva, lo que le explicaba por que su control y percepción de las feromonas le era tan difícil, aún cuando se trataba de las de su propia familia.

El crecer en una familia adinerada de grandes tenistas le había logrado crear un amor indescriptible por el tenis, que aunque no hizo nunca desaparecer esa timidez que la caracterizaba, logró crear en ella una gran confianza. Por lo que al cumplir la edad para entrar al Instituto le pidió a sus padres que la inscribieran en la misma donde sus hermanos se encontraban, el Instituto Seigaku, conocido por ser uno de los que cuenta con uno de los mejores clubes de tenis de Tokio.

Con la característica emoción de un nuevo curso escolar y en una nueva escuela, se veía a la princesa de los Ryusaki terminando de alistarse para acudir, como ella lo llamaba, al inicio de su nueva aventura.

-Sakuno! Hija mía, ya estás lista? Tus hermanos ya se fueron hace 45 minutos, no querrás llegar tarde tu primer día de clases!—una suave y cariosa voz se escuchaba desde la planta baja de la casa. Luego de esto un sonido de pasos apresurados seguido de un estruendo por la caída de varias cosas alertó a la dueña de esa voz suave que su hija iba a llegar tarde.—Sakuno cariño, estás bien?

-si mamá, en unos minutos bajo.—la joven princesa de la familia Ryusaki, luego de recoger los libros que se habían caído y voltear hacia el espejo y quedar satisfecha con sus características largas trenzas rojas asintió lista para encaminarse hacia el Instituto.

-buenos días hija, estás preciosa como siempre.—contenta habló la madre al ver en la bella jovencita que se había convertido su querida hija.

-gracias mamá, tu también estás hermosa.—sonrió para dirigir su cuerpo hacia su madre.—y mis hermanos? Me dijiste que hace rato se fueron, que raro que no me esperaran.

-si, tenían una reunión importante en el club de tenis por lo que los tres tuvieron que salir antes, dijeron que se encontrarían contigo en el auditorio para la llegada del los nuevos estudiantes, debes apurarte el chofer te está esperando para llevarte a la escuela.—se acercó con pequeños pasos a su hija para acomodar esos cabellos rebeldes que sobresalían de su flequillo, regalándole una sonrisa orgullosa.

-gracias mamá, nos vemos más tarde.—con una ligera despedida partió camino para su destino.

Mientras esperaba su llegada a Seigaku, Sakuno no pudo evitar perderse en sus pensamientos, algo que se estaba volviendo muy común en estos días. Y es que al pasar los años más dudas y preocupaciones nacen y aumentan dentro de ella; se sentía necesitada, sentía la necesidad de percibir esas feromonas que tanto su cuerpo le pedía. Y es que aún siendo omega recesiva que era ser prácticamente como un beta, sentía últimamente un anhelo incomprendido.

- que se sería poder distinguir esas feromonas especiales de las que tanto había escuchado hablar, mamá siempre dice que las feromonas de mi padre son únicas, un aroma sumamente delicioso que la tranquiliza y en ocasiones puede excitarla.—recordar las conversaciones que había mantenido con su madre sobre ese tema la hacía sonrojar, siempre le repetía las mismas palabras '' nunca debes avergonzarte sobre lo que sientes o deseas, eso está en tu naturaleza, la necesidad de poder abrazar y empaparte en el aroma de esa otra persona es algo que es inevitable, puede que ahora no entiendas bien mis palabras, pero algún día lo comprenderás''.

Pero Sakuno cada día que pasaba perdía la fe en sí misma, sabía que en su familia no la habían criado para ser débil ni física ni mentalmente, pero no es que pudiera compartir esos pensamientos con muchas personas, no conocía a nadie que le pasara lo mismo que a ella. Por eso daba gracias al día en el que lo encontró, su amor, su amor por ese deporte que le devolvía la seguridad, aquel deporte que convertía la sangre de sus venas en fuego, aquel deporte que lograba que su cuerpo se extasiara de una manera que solo practicarlo lo lograba, el tenis, mientras sus amigas desde pequeñas jugaban con sus casas de muñecas, ella jugaba al tenis, y eso, solo eso, alcanzaba para apartarla de la realidad que cada día le asechaba.

Se obligó a esconder nuevamente esos pensamientos una vez más, y trató de concentrarse en lo que tenía delante, ya había arribado a la escuela, el lugar donde los sueños se hacen realidad, esperando poder realizar los suyos. Sakuno se despidió del chofer y se encaminó hacia el Instituto como mismo muchos de los estudiantes estaban haciendo, miró hacia el cielo cerrando sus ojos tratando de percibir los olores en el viento, pero nada, se reprimió una vez más por intentar traer de vuelta esos pensamientos y sonrió, esa no era ella. A lo lejos escuchó como llamaban su nombre y al voltear una sonrisa cursó por sus labios al ver de donde provenía ese sonido.

-Sakuno!

-Tomoka-chan!—giró todo su cuerpo hacia la dueña de su llamado, su mejor amiga, su confidente desde que tenía memoria.

-Sakuno, estás hermosa como siempre.

-gracias Tomoka, tu también.—volvió a sonreír como solo su preciada amiga lograba. Tomoka era beta, por lo que en muchas ocasiones no podía entender las preocupaciones de su amiga, aunque eso no le impedía intentarlo.

-gracias Sakuno…lista?—preguntó antes de agarrar la mano de su amiga y jalarla hacia donde estaban los demás estudiantes.

-lista! Y tú tan animada como siempre.

-pues claro, ya somos estudiantes de Instituto, hoy empezamos una nueva vida amiga!—exaltó alegrando a la de cabellos rojos.

Ambas se acercaron a los inmensos tablones donde se encontraban los listados de los estudiantes con los nombres y las aulas en la que por todo un año recibirían sus clases. Al llegar y leer sus nombres en el mismo grupo se miraron abrazándose.

-estamos en el mismo grupo Tomoka!

-si!

Ambas comenzaron a saltar de alegría llamando la atención, algo a lo que Sakuno no estaba acostumbrada, por lo que se separó de su amiga y bajó su rostro intentando esconder su vergüenza con timidez.

-Sakuno, aún sigues siendo así de cohibida jajaja.—su amiga la regañó dulcemente por última vez, antes de mover su cabeza negando.—qué piensas hacer ahora? en el tablón de anuncios dice que hay que reunirse en el auditorio a las 9 am para el acto de inicio de curso y aún son las 8:15 am.

La princesa de los Ryusaki volteó para los lados buscando a sus hermanos, había quedado en reunirse con ellos antes de iniciar las clases. Podía imaginar donde estaban, pero quería dejar sus cosas en su nueva aula para andar más ligera y poder recorrer todo el campus sin peso extra.

-Mis hermanos querían que me reuniera con ellos, pero antes quiero dejar mis cosas en el aula, quieres acompañarme?—preguntó mientras acomodaba sus cosas encima de sus hombros.

-mmm quiero ver a los sempais del club de tenis, escuché a varias chicas decir que estaban entrenando, imagino que tus hermanos estarán ahí, por qué no dejas tus cosas en el aula y nos encontramos en las canchas?—se despidió con una mano mientras animadamente partía hacia su destino, Sakuno se quedó con sus palabras en la boca, nunca podría llegarle a los pies a su amiga, demasiado atolondrada.

Sonrió adentrándose en busca de su curso, no tenía ni idea de donde era pero.— preguntando se llega a Roma no?.—pensó mientras veía varias personas caminar con confianza, imaginó que sabrían donde se encontraba el lugar hacia donde quería ir. Con alegría en su rostro preguntó por indicaciones y al entender hacia donde tenía que ir no esperó más y emprendió su camino.

Sus ojos asombrados no paraban de ver hacia todos lados, la escuela era preciosa, aunque los pacillos y las aulas estaban vacías en estos momentos debido a que todos estaban regados por el campus con sus amigos o en sus clubes y otros esperando la hora para el acto de inicio, no pudo evitar perderse en la paz que estos momentos le brindaba. Mirando los números que se veían en las puertas de cada aula, encontró la suya, todas estaban cerradas, imaginó que era normal ya que todavía no iniciaban las clases. Se paró en frente de su curso y antes de abrir la puerta se asustó debido al estruendo que escuchó dentro.

-Pero de qué me estás hablando en estos momentos oyaji! Ambos quedamos en que el Instituto lo cursaría en Japón, hace unos meses regresamos de Estados Unidos y ahora quieres regresar porque te hablaron de un importante partido y quieres que salga corriendo para regresar a América? Por eso saliste tan temprano hoy sin avisar? Ryoma nada!.—se escuchó una voz gruesa y masculina desde el otro lado de la puerta, esa voz se escuchaba molesta, pero no dejaba de sonarle atractiva a la pequeña Sakuno, por lo que con lentitud y sin tratar de hacer mucho ruido abrió la puerta del aula e intentar dejar sus cosas sin incomodar al dueño de tan magnífica voz.

Al cerrar la puerta tras de si y voltear hacia la persona que hablaba molesto, Sakuno creyó desfallecer.

Decir que ese hombre es guapo era quedarse corta, nunca había visto a alguien tan hermoso como él, ese cabello oscuro con reflejos verdosos el cual estaba segura que si sus manos lo tocaban se volvería adicta a eso, sus ojos, no podía explicar de que color eran estos, porque le parecían de un verde oscuro y de momento un ámbar electrizante, sus hermosos ojos, rasgados como si un felino se tratase. Intentó evitar que su mirada no se perdiera en él pero le fue imposible, nunca creyó ver a tal espécimen de hombre, debía de medir alrededor de 1.75 cm de alto, sus hombros anchos que agarraban el teléfono con ánimos de lanzarlos contra el suelo, creando que se vieran en su antebrazos esos músculos que de seguro no era nada fácil de ver en un hombre, por primera vez sintió envidia, envidia de esas ropas que se pegaban a aquel uniforme que no le impedía imaginar el cuerpo que trataban de cubrir. Se sintió acalorada y avergonzada de pensar de esa manera en alguien que nunca antes había visto.

Escuchó nuevamente esa voz aún más molesta, dando a entender que aún no se había dado cuenta de su presencia, por lo que sin apartar la vista de él, intentó buscar un asiento en el cual dejar sus cosas, pero cuando ya estaba llegando a su objetivo no pudo prevenir lo que le sucedería a continuación.

Su cuerpo se prendió de calor de tal manera que sus rodillas chocaron contra el suelo, sin poder eludir el golpe en ellas, llevó sus brazos rodeando su cuerpo, estaba temblando y estaba comenzando a ver borroso.

- demasiado calor.—un aliento cálido salía desde sus labios.— y qué es ese olor? Me está volviendo loca la cabeza, tan exquisito y maravilloso olor.—un débil gemido salió de sus labios, mientras sentía como si fuego recorriera su cuerpo, intentó incorporarse para pedir ayuda pero solo ocasionó que varias sillas a su alrededor causaran un estruendo al caerse, llamando la atención de la otra persona que se encontraba en la habitación.

-pero qué carajos?—el hombre de hermosos ojos ámbar se volteó para el lugar desde donde prevenía ese sonido, engrandeciéndose su mirada al ver que no estaba solo.—oyaji tengo que irme.—en el momento en el que le iban a responder desde el otro lado de la línea este colgó, dejando a quien sea que fuera con mucho que decir.

-oye! Estás bien?—a pasos apurados se acercó a la pelirroja para ver que sucedía, deteniéndose a medio camino para inmediatamente llevar sus manos a su nariz y boca.—este olor…

-ayuda…--con voz débil y apagada la joven que estaba en frente de él pedía por ayuda, mientras sus lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos y sus mejillas estar prendidas como si cobraran vida propia, estaba encorvada como si tratara de protegerse, viéndose aún más débil de lo que ya estaba.—ayuda…por favor…no se que es lo que me está pasando.

-demonios, eres una omega y estás en celo, cómo no vas a saber que te pasa.—se escuchó un gruñido provenir desde la garganta del joven, quien intentaba entender que es lo que estaba pasando.—diablos, me incomodé tato con mi padre hablando por teléfono que no me di cuenta de que estaba liberando mis feromonas.

-celo?—con algo de esfuerzo mientras su cuerpo aún temblaba Sakuno se incorporó.— ese olor.—no sabía que era eso pero olía maravilloso, con pasos lentos intentando llegar al lugar desde el que provenía tan exquisita fragancia, se fue acercando al hombre que tenía frente a si.

-creo que lo mejor para ambos… es que te alejes de mi y busques un… un supresor.—el de cabellos verdes estaba perdiendo fuerzas, no entendía, podía asegurar que había tomado un anti-feromonas como siempre, por lo que le resultaba incomprensible que las feromonas de esa omega lo estuvieran volviendo loco.

Tan perdido en comprender por qué podía percibir las feromonas del celo, que se sorprendió cuando unos temblorosos brazos pasaron por su cuello, y unos delicados labios se posaron en su nuca, justamente en el lugar donde estaba la glándula secretora de feromonas.

-oye que haces?!..—Ryoma intentó alejar a la joven de su cuerpo poniendo sus manos en su pequeña cintura, pero al hacerlo solo provocó que un gemido saliera de la omega.—demonios.—gruñó al sentir que su cuerpo lo estaba traicionando, y el dulce olor que desprendía Sakuno empeoraba las cosas.

-hueles delicioso.—Sakuno quería que su cuerpo se empapara de ese maravilloso olor, pasando suavemente su lengua por el cuello del joven al que estaba abrazada, sintiendo como este se estremecía al realizar esa acción y de como ese olor aumentaba al hacerlo; por lo que repitió la acción, notando como las manos en su cintura ejercían más fuerza y la acercaban a su cuerpo. Comprendió que al ver como su cuerpo recibía calma al entrar en contacto con él decidió restregarse contra él, provocando suspiros por parte de ambos.

-ah!—un débil suspiro salió de sus labios al sentirse elevada del suelo, envolviendo sus piernas en la cintura de tan sexy hombre para evitar caer y con eso que este se alejara, fue sentada con una brusquedad salvaje en una de las mesas, llevando su cabeza hacia atrás al sentir unos labios en su cuello.

-si! Más! Por favor, necesito más!—su cuerpo desprendía tanto calor que pensó que se volvería loca, nunca se había sentido tan excitada y necesitada en su vida, su mente solo daba vueltas, y aunque estaba muerta de miedo no tenía las fuerzas ni las ganas de alejarse, aferró aún más sus piernas a la cintura del desconocido queriendo algo sin saber que era, solo quería estás más cerca de él.

Ambos se miraron por segundos viéndose a los ojos y escrutando el rostro de cada uno, sus mejillas era de un rojo intenso y sus frentes estaban bañadas en sudor, Sakuno se perdió en esos labios, pasó su lengua por los propios, lo que no pasó desapercibido para el de cabellos verdes, disminuyendo esa poca distancia que ya existía entre ellos, uniéndose en un beso salvaje, tanta necesidad no debería de existir, pensamiento que pasó por la mente de ambos, sus lenguas se encontraron provocándoles un fuerte gemido y el aumento de sus feromonas, volviendo a Ryoma más loco de lo que ya se encontraba.

-me estás volviendo loco pequeña.—pasó su lengua por su cuello mientras la aferraba más a su cuerpo, pasando sus manos por sus piernas y cintura, acercándola aún más, sintiendo cada curva de su cuerpo derretirse debajo de él.

Sakuno creyó que se desmayaría, tanto placer no podría sentirse por una sola persona, se creyó cayendo al infierno, pero pensó que mientras fuera él el demonio que la seduce no le importaría caer más.

-por favor…me duele demasiado haz algo.—su cuerpo comenzaba a sentirme más necesitado y esas caricias y besos dejaban de ser suficiente.

Dejó de sentir los besos en su cuello y lo sintió removerse en su lugar buscando algo en sus bolsillos. Envolvió nuevamente sus brazos en el cuello de él intentando acercarlo para que continuara con las caricias, pero se exaltó al sentir un pinchazo en su pierna, al fijar su vista desde donde provenía el dolor, vio una jeringa clavada en su muslo y en el de él.

Ryoma se reprendió por no recordar antes que llevaba consigo los medicamentos específicos con los que su madre lo obligaba a andar, nunca creyó que algún día le agradecería por obligarlo a ello. Pero justo a tiempo logró recordar que los traía consigo, estaba al punto de perder el poco control que le quedaba, miró a la chica que tenía en frente y pudo ver una vez más lo hermosa que era, nunca se había sentido atraído por el sexo opuesto y mucho menos por una omega, pero esperaba que esto no fuera producto de las feromonas, se sentía encantado.

Sakuno sintió como el calor de su cuerpo comenzó a disminuir y con ello su conciencia, cayendo intrépidamente en los brazos del hombre más bello que había visto en su vida.

CONTINUARÁ………….

Te quiero dar las gracias si has llegado hasta aquí, espero que te haya gustado y si fue así te agradecería un comentario para saber que desean la continuación de esta historia. Decidí crearla ya que no encuentro muchos fanfics Ryosaku y pues dije ''por qué no crear uno propio?'' y pues eh aquí, tengo pensado actualizar la próxima semana o antes, sin más esperas nos leemos próximamente!!!