Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es bornonhalloween, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to bornonhalloween. I'm only translating with her permission.
Capítulo 15
A Rosalie no se le escapa nada, incluso con dos grifos abiertos al mismo tiempo.
—Vaya, vaya, vaya. ¿Acaso no luces bien descansada?
—Supongo que se podría decir eso —contesto, pasando detrás de ella para añadir—, considerando que apenas salimos de la cama ayer.
—¡Ja! Eso explica el brillo.
Dudo que esté exagerando. No soy muy buena escondiendo mis sentimientos, y estoy segura que estoy exponiendo mi felicidad más fuerte que la alarma de incendios en mi viejo dormitorio.
—¿Dónde está la chica nueva?
—Agh. —Rosalie cierra los grifos—. Era un desastre.
—Oh, no. ¿Qué pasó?
—¿Quieres servirme un Mountain Dew y un Red Bull? —Rosalie se encuentra en eterno movimiento, entregando cervezas, limpiando lugares vacíos, buscando una botella abierta de Chardonay—. Esa chica no podía ni servir de una botella de cartón de vino. Emmett tuvo que cubrir tres cuentas durante Happy Hour el sábado. Ella no duró hasta el final del turno.
—Lo siento mucho. ¡Deberían haberme llamado!
—Psss. Emmett sacó a Angela de la sala. Logramos manejarnos. Y tú... tuviste tu muy necesitado descanso. —Menea sus cejas, y ambas nos reímos.
—Hablando de descanso, ¿cómo te sientes? —pregunto.
—Estoy al ciento cincuenta por ciento. Gracias por cubrirme.
—No hay de qué. Emmett estaba muy preocupado.
—Pobrecillo —dice con una risita—. Él no sabía qué hacer. Daba vueltas a mi alrededor con medicina para las náuseas y una cara triste... fue inútil pero adorable.
—Parece que nos conseguimos un par de buenos chicos.
—Mmhmm, pero quizás no quieras que él te escuche decir eso. —Rosalie levanta su barbilla en dirección a mi hombro derecho.
No tengo idea de cómo me perdí la entrada de Edward. El calor de su sonrisa sola podría iluminar una manzana. Supongo que no soy la única con sus sentimientos expuestos hoy.
Mis pies se deslizan hacia él como si fueran jalados por imanes. ¿Cómo es posible haberlo extrañado tanto ya? Solo hemos estado separados por dieciocho horas y media, ¿pero quién cuenta? Estoy loca por él, y la locura definitivamente está empeorando. Suspiro.
No es aceptable la muestra de cariño en público —"tienes que mantener la fantasía viva para los clientes"— y si Emmett y Rosalie pueden mantener sus manos y bocas lejos del otro, supongo que nosotros podemos contenernos también. Pero no es fácil.
Tomo una servilleta de la pila y la deslizo sobre la barra hasta que choca con sus manos unidas.
—¿Qué puedo servirle, señor?
Sus cejas hacen un pequeño baile para mí mientras se pone cómodo en el juego.
—Parezco estar de humor para vino. ¿Qué me recomendaría con el cheesecake de caramelo?
—¿Asumo que el pastel de carne no te llenó?
—Siempre hay lugar para el postre.
—Ya veo —dice tu postre—. Definitivamente iría con el Cabernet.
—¿Oh, sí? —Hoyuelo.
—Mmhmm. Creo que encontrarás los toques de cedro y azúcar negra como un divertido acompañamiento al chocolate, y la terminación de la galleta te volará la cabeza.
Se le escapa una risita pura.
—Veo que estabas prestando atención, después de todo. El Cabernet entonces.
—Muy bien. Puedo ofrecerle un Woodbridge... o un Woodbridge. ¿Cuál desea?
—A ti, pero tomaré el Woodbridge.
La temperatura aquí acaba de elevarse veinte grados. La mirada de Edward me sigue como un gato a un ratón mientras me estiro en busca de la copa de vino en los estantes. Hay una botella abierta ya, gracias a Dios, porque no debería estar manejando elementos punzantes en su cercanía.
Coloco la copa ingeniosamente sobre la mitad de la servilleta de tragos, ya que conozco la apreciación de Edward por la simetría. Mi concentración está fija en mi tarea para así no manchar su atuendo elegante con vino tinto, pero él es libre de mirar mis hooters—y lo hace. El Efecto Edward toma poder, incrementando mis latidos y endureciendo mis pezones bajo su mirada intensa.
Después de la terminación perfecta, girando la muñeca, me inclino y susurro:
—Si sigues mirándome así, harás que mi novio se ponga celoso.
—Mmm... ¿es un tipo grande?
—Podrías decir eso. —Meneo las cejas.
—Je. —Lleva sus labios al borde de mi oído—. Qué bueno que no puede leer mis pensamientos.
—No estaría tan segura, señor.
Se ríe dentro de la copa de vino mientras me aparto.
—Buen punto.
—Déjame ingresar tu orden y dar una vuelta por la barra. Regresaré ni bien pueda.
—Tómate tu tiempo.
No estamos muy ocupados pero quiero hacer mi parte, lo que quiere decir que no tengo oportunidad de visitar a Edward de nuevo hasta que su cheesecake está listo. Usualmente no estoy tentada por la comida del trabajo, pero verlo llevar un bocado del relleno esponjoso a sus labios, quiero un poco. O quizás quiero ser el cheesecake. No estoy segura, pero sé que quiero algo.
Como el lector de mentes que es, sonríe y gira su tenedor hacia mí.
—¿Tienes hambre?
—No de comida.
Él asiente.
—Siento tu dolor.
—¿Cómo estuvo tu visita hoy? —Nada mata la energía como meter a una mamá en el combo.
Él toma un bocado casual y baja su tenedor.
—A mi madre le gustaría conocerte.
—Oh, cielos. —El último chico que me llevó a casa a conocer sus padres fue en la secundaria. No recuerdo que haya ido muy bien—. Edward, ni siquiera he visto a mi propia madre en los últimos dos meses.
—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
—Sería realmente raro si llevara a un hombre a casa de la nada.
—Espera. Detente. No estoy pidiéndote que me presentes a tus padres.
—Lo sé, es solo... —Estoy pérdida aquí. No tengo una razón concreta para sentir como si un terremoto acabara de derrumbar el restaurante a nuestro alrededor, pero aún me siento atrapada bajo los escombros.
Algo me dice que Edward no está exactamente sorprendido de que tenga un pequeño ataque de nervios aquí. Se limpia la boca con la servilleta y comienza un monólogo que parece haber estado reservando en caso de esta misma emergencia.
—Bien, llego hoy con mi ramo usual, vestido en mi uniforme usual para Shady Acres, todo en mí es prácticamente igual a cualquier otro día, vello facial, cabello, el mismo rostro, ¿cierto? —Pausa para asegurarse de que lo siga. Asiento—. Lo primero que mamá dice es, 'Luces diferente hoy, hijo.'
Por favor, no digas "Sí, mamá, pasé el fin de semana follando a mi novia sin parar."
—Así que digo, '¿Sí? ¿Cómo?' y mamá dice, 'Tu chica es muy especial, ¿eh?'
No planeaba llorar hoy en el trabajo, pero si él sigue con esto, puede que lo haga. Hay algo maravilloso sobre escuchar a Edward decirme que su propia madre pudo verlo en su rostro.
—¿Y tú dijiste...?
Edward sonríe, encantado con mi acto.
—Digo 'Sí, realmente lo es'. Y mamá dice, '¿Por qué no la has traído?', así que le pregunto '¿Cuándo te he traído una novia antes?' ¿Quieres saber qué respondió a eso, Bella?
No confío en mí para hablar, o siquiera asentir.
—Ella dijo —comienza en su tono normal pero se vuelve suave cuando llega al final—, '¿Cuándo una chica ha puesto una sonrisa como esta en tu rostro?'
Se estira sobre la barra en busca de mi mano, y al diablo la muestra de afecto, seco las lágrimas con la que tengo libre.
—¿Y qué le respondiste? —Mi intento de hablar sale tembloroso y suave, pero él sonríe de todos modos. Quizás sea la sonrisa que su madre vio y quizás sea especial para mí, pero es linda.
—¿Qué más podía decir? Le dije, '¿Sabes, mamá? Tienes razón.' Y aquí estoy.
—Aquí estás.
No puedo dejar de mirarlo. Él es jodidamente sexy, en primer lugar, pero eso no es algo nuevo. Él parece estar más seguro de sí mismo que antes—no necesariamente más seguro de mí, pero más claro de sus sentimientos. Y él es hombre suficiente para hacerse cargo, lo cual es jodidamente refrescante.
—Espero que no te moleste que viniera aquí a preguntarte, pero no parecía ser algo que debería intentar hacer por teléfono.
Deslizo un nudillo sobre la última lágrima.
—No, eso podría haber sido incómodo.
Le da un apretón juguetón a mi mano.
—Como nuestra próxima cita no es hasta dentro de tres días, supuse que era mejor venir aquí de inmediato.
—Estoy feliz de que lo hayas hecho. —No podía imaginar cómo sobreviviría tres días sin verlo de todos modos, pero él me salva de tener que decirlo.
—Y bien... ¿qué debería decirle a mamá? ¿Me acompañarás a Shady Acres?
—Claro, ¿pero tiene que ser un lunes? Tengo clases hasta el mediodía y luego comienzo a trabajar a las dos.
Su sonrisa es tan gigante que no estoy segura que él haya escuchado algo después de "claro".
—El pastel de carne es negociable.
~OS~
La Sra. Cope se sienta pacientemente en mi cama mientras pruebo cada atuendo que tengo con algún potencial para el gran almuerzo. Mi blusa más conservadora no es apta para conocer a una mamá. Y no es solo cualquier mamá; es la mamá de Edward. Anticuado al cuadrado.
—Quizás debería comprar algo nuevo —digo, estudiando mi desafortunado escote—. Puede que no tenga una segunda oportunidad con ella.
—¡Oh! Creo que tengo algo... Ya regreso.
La Sra. Cope vuelve unos minutos después con un pañuelo largo color crema y con un estampado de aves de colores brillantes.
—Mi nuera me dio esto por mi sexagésimo cumpleaños, y ella tiene un gusto exquisito. Estoy segura que le costó una fortuna, pero jamás he tenido el momento para usarlo. Me harías un gran favor al sacarlo a pasear. —Envuelve el pañuelo alrededor de mi cuello, lo envuelve otra vez, y entonces acomoda los extremos—. Listo. ¿Qué piensas?
Me gira hacia el espejo, y difícilmente puedo creer lo que veo. Luzco como si hubiera salido de una de esas películas donde el interés romántico es el vivo retrato del amor perdido del vampiro. Creo que la Sra. Anticuada estará impresionada.
—Es perfecto, Sra. C. Muchas gracias.
—Un placer. Ella te va a amar, ¿sabes?
Mi reflejo nos frunce el ceño. La Sra. Cope me gira para mirarla.
—¿Qué pasa?
—Es solo que, no puedo evitar pensar que puede que no sea lo que la Sra. Cullen tenía en mente para su hijo.
—Oh, Bella. —Toma mis manos en las suyas—. Sé una o dos cosas sobre lo que las madres quieren para sus hijos. Déjame decirte, cariño, eres un tesoro. Haces feliz a ese hombre. Una madre lo sabe.
Mis pensamientos regresan a exactamente cómo puse una sonrisa en el rostro de Edward. Espero que una madre no sepa esa parte.
—¿No crees que ella se preocupará de que busco su dinero o algo?
—Cariño, esto no es Mission Bay.
—Ciertamente es más de lo que tengo, pero obviamente, no estoy con él por eso. Quiero decir, me enamoré de un hombre en la parada de autobús bajo la lluvia. Cierto, tenía buenos zapatos, ¡pero aún así!
—Sabes lo que hay en tu corazón, y también lo sabe Edward. No inventes problemas donde no hay ninguno. La vida te ofrece todo eso por sí sola.
—Es verdad. —Paso mis dedos a lo largo del hermoso pañuelo—. Gracias de nuevo, Sra. C. Por todo.
—Solo estoy feliz de verte feliz. Él realmente es un hombre encantador.
Hay una mirada melancólica en su rostro que me hace preguntar si está extrañando a su propio Sr. C o si está preocupada de perderme ante Edward. No puedo hacer ninguna promesa sobre permanecer aquí para siempre, pero la Sra. Cope es una mujer sabia; sabe esto. Aún así, ella siempre es la primera en empujarme hacia la puerta y los brazos de él.
~OS~
Viajamos en autobús hacia Shady Acres porque esta es la rutina de Edward. Además, este autobús es nuestro comienzo, y hay algo que simplemente se siente correcto al sentarme con él, nuestras manos unidas, y aventurarnos juntos.
—Qué mal que no haya llovido hoy —bromea—. Ya sabes, en honor a los viejos tiempos.
—No, gracias. Tu mamá no necesita ver lo que le pasa a mi cabello en la lluvia.
Él se ríe ligeramente, llevando unos mechones de cabello por detrás de mi oreja.
—¡Oh, el horror!
—¡Calla! No puedes comprenderlo. Todo lo que tienes que hacer es pasar una mano por tu cabeza una vez, ¡y puf! Eres perfecto.
—Lo que sea que digas. —Pasamos por un bache en la carretera, y los hermosos crisantemos color ladrillo rebotan contra su rodilla.
—De acuerdo, tu hermana mayor, Alice, vive en Seattle con su marido, Jasper, y sus dos hijos, Seth y Peter.
—Paul.
—Cierto, Paul. Y tu mamá tiene una hermana en Miami Beach que...
Me jala hacia uno de sus mejores besos, tragando la historia familiar junto con todos los pensamientos racionales.
—Detente. No es un examen. Mi madre no es así. Lo prometo.
Froto mi rostro contra su cuello, inhalándolo. Si pudiera permanecer justo aquí para siempre, todo estaría bien.
—Probablemente deberíamos haber tenido una loca maratón de sexo. Hubiera estado más relajada.
Él se ríe contra mi mejilla.
—Bella, te prometo que vamos a tener una épica maratón de sexo después.
—Oh, sí, porque pensar en eso mientras estamos con tu mamá realmente me ayudará a relajarme.
—Eh... llegamos.
