Buenas a todos, este es un pequeño "alivio" entre una historia medio larga que acaba de terminar y otra historia media larga que estoy por empezar… Un alivio Intenso y lesbiano, claro que sí. Pero en fin… Comencemos.

La Cueva

Rocas, es lo que había detrás de esa otra pila de rocas, –¡muchas más rocas! –Rayos, ese grito pareció haber sido emitido por un batallón entero, este lugar está demasiado vacío. ¿Cómo saldré de aquí? Necesito encontrar a Atreus, aún no tengo idea de donde salió ese meteorito y no puedo dejar que él nos lleve tantos pasos por delante.

–¿Por qué siempre tienes que ser tan escandalosa?

Me giro hacia todos lados, intentando dar con el origen del reclamo, pero todo está oscuro. ¿Acaso son esas impuras voces en mi cabeza otra vez? Sonaba igual a…

–Hiciste añicos las ruinas –…Diana– ¡te odio, eres una bruta!

No puedo si no quedarme parada mirando como intenta rearmar la pila de escombros que acabo de romper. Debe pensar que soy una tarada… Que digo, claro que lo piensa. ¿Es ella de verdad?

–¿Qué haces? –intento averiguar, me parece inútil que quiera unir con las manos piezas de roca como si fueran unas… –¡¿Cómo hiciste eso!?

–¿Por qué sigues aquí? –parece molesta, aunque bueno, ¿Cuándo no tiene Diana esa expresión tan odiosa? Como si siempre estuviese acabando de comer fruta podrida por error– esta cueva es lo suficientemente grande como para que te vayas a babear despierta a otro lado…

–Hiciste que esas piedras se unieran ¿cómo hiciste esos brillos violetas? ¿de qué están compuestos?

–¿Es esta otra pesadilla? Tal vez le puse demasiado de esa flor a mi té de esta tarde…

–¡Rayos, solo respóndeme! –detesto sus burlas constantes, ya empiezo a sentir mi piel arder– ¿Cómo entraste? –mascullo con rabia, apretando mis puños para intentar tranquilizarme. Tiene un talento especial para acabar con mi paciencia… Debo calmarme, tal vez ella sí sepa cómo puedo salir de aquí. Espero un momento prudencial, pero no hay respuesta de su parte. Se acabó, realmente no soy capaz de soportarlo más.

–¿¡Qué haces!?

Sus reflejos siguen igual de impecables que como los recordaba. Está bien, mi intención no era herirla, solo quiero que deje de ignorarme. ¿Por qué siempre tiene que huir de mí? Incluso estando tan cerca… Mis manos se van por instinto a la empuñadura de mi espada nuevamente, pero ella es capaz de responder con gracia otra vez, su rostro está tan cerca del mío ahora, solo separadas por el roce de nuestros metales chirriantes.

–¡Parece que si me prestabas algo de atención después de todo!

¡Rayos, ese golpe sí que dolió! De no ser por la fuerza que tuve que hacer al extender mi escudo seguramente hubiese sido capaz de cortarme el brazo.

–¡Deja de molestarme, Leona!

Sus ojos resplandecen como un par de estrellas en mitad del cielo nocturno. Se ha vuelto esa cosa de nuevo, ¿A dónde te vas, Diana, cuando esa herejía hace posesión de tu cuerpo? Dejo que el fuego sagrado recorra mi piel hasta imbuir mis armas, si no peleo más en serio me matará, su fuerza es asombrosa. Si tan solo la madre Sol brillara con todo su esplendor en este momento… No alcanzo a ver nada en este lugar oscuro, únicamente bañado por el tenue resplandor blanco de aquella falsa deidad.

Por más que me esfuerce solo alcanzo a bloquear sus continuos ataques, frenéticos y veloces como la luz misma. Su agilidad es monstruosa, me estoy cansando muy rápido, a este ritmo no seré capaz de resistir. Debo hacer algo rápido… Enardezco mis ojos en un grito de guerra que me revitaliza de inmediato, necesito acumular energía suficiente para reducirla. Y quizás romper un par más de rocas en el proceso…

–¡No, detente!

Sus ojos volvieron a tener ese iris violeta que le quedó tras mezclarse con el pecado. Su cabello, ahora plateado, también dejó de bailar al viento de esa forma sobrenatural. ¿Acaso acaba de bajar la guardia? No tiene sentido que haga eso, ella estaba ganando sin ningún tipo de dudas, mi ataque tan solo hubiese logrado reducirla durante solo unos momentos. Entonces por qué luce…

–¿Quieres salir de aquí, cierto? –… ¿Asustada? – la cueva se abrirá sola y te dejará salir, solo debes esperar a que amanezca –está atropellando las palabras y alzando sus manos abiertas al frente como en señal de rendición.

¿Tanto miedo le di? Eso no tiene ningún sentido. Bajé la guardia también, guardando mis armas y dejando que las llamas abandonaran con lentitud mi cuerpo hasta volver a la temperatura habitual. Un poco más cálida que el promedio cabe destacar. Ella parece aliviada ahora, entonces si era eso, estaba asustada de mí.

–Mientras, ¿puedes ir a no hacer nada productivo a otra parte, por favor? –Pues demasiado aliviada al parecer… Quizás no debí ceder tan rápido. ¿Por qué tiene que ser tan grosera conmigo?

–¿Me dirás que fue eso que hiciste antes? –Volvió a su labor con las piedras extrañas, haciendo ahora unas formas giratorias en su eje que, debo admitir, luce bastante curioso al menos. Ella solo tomó aire pesadamente, como si se estuviese obligando a no pelear conmigo otra vez, pero solo lograra alcanzar a dejarme sin respuesta. De nuevo. Es lo que tiene que hacer para poder mantener la compostura, rayos, ella si debe odiarme con todo su ser. Pensar en eso sinceramente me hace sentir… Triste. –Está bien, no seguiré insistiendo –le haré caso, debe haber cosas más interesantes que hacer en aquella oscura esquina de allá, con todo ese maravilloso polvo y piedras grises y repetitivas, que buenas horas de diversión voy a tener…

–Espera –escucho que me llama y me giro para encararla, realmente espero que no note el decaimiento en mi mirada. Me aseguraré de endurecerla de todas formas, aunque no creo que ella siga conociéndome tanto como antes, debo ser totalmente ajena para ella ahora

– Tú… deberías…

¿Eso es condescendencia? Tal vez si es capaz de reconocer mis sentimientos, intentaré parecer más seria todavía.

–…Por… Por aquel camino hay un rio, es el único lugar donde encontrarás comida aquí…

Está rehuyendo mi mirada. Rayos creo que solo he estado intimidándola, ella siempre fue asustadiza ante la confrontación… Volvió a darme la espalda, se ve tan pequeña agachada así… No importa, solo le haré caso y me alejaré tanto como me pide. No debo dejar que su apariencia me confunda, ella ya no es mi Diana. Enfócate Leona, debes mantener el propósito siempre en mente y ante todas las cosas.

Pero tengo tanta hambre ahora…

Creo que Diana me decía la verdad, todo aquí luce estéril y desolado. De no ser por este pequeño riachuelo diría que este lugar no es capaz de albergar ningún tipo de vida. Solo hay paredes de roca, pilas de las mismas rocas y claros en el techo… Demasiado altos y pequeños como para que tenga caso intentar alcanzarlos para salir a través de ellos, solo sirven para dejar entrar esa imitación blanca de luz que tan frío torna todo lo que toca. No debo fiarme de nada que parezca estar en consonancia con un entorno traicionero como este.

El rio del que me habló no fue difícil de encontrar, solo tuve que seguir el caudal a contracorriente. Aun así, todavía me parece demasiado estrecho y poco profundo como para que pueda albergar peces que valga la pena comer. ¿Quizás si trepo ese risco de allí? No está demasiado alto como para sortearlo en unos cuantos saltos, solo debo concentrarme y tomar el suficiente impulso… Eso haré, tal vez llegar al inicio del afluente lo valga.

–¡Rayos!

De no ser por mi trabajado equilibrio hubiese caído de bruces al… ¿Pasto? Vaya, esto sí que no me lo esperaba. Este claro es realmente distinto aquí arriba ¿Cómo es que esta claridad no se apreciaba en absoluto desde abajo? La apertura del techo es enorme, casi vale la pena intentar salir por allí incluso… Mejor no, mi estómago está castigándome demasiado ya. Empiezo a sentirme de mal humor, ¿qué clase de cueva es esta? El ruido de mi estómago es audible ahora, creo que es momento de buscar algo con que hacer alguna herramienta para pescar, no pienso sumergir mi espada sagrada en esas aguas sospechosas. Es inquietante como el astro blanco y brillante se refleja con tal nitidez en su superficie, siento un poco de escalofríos al respecto.

Recorro un poco los alrededores hasta encontrar lo que parece un pequeño campamento, bastante austero en mi opinión y sobre todo muy poco recomendable para la correcta supervivencia en exteriores. Debe ser de Diana. Demasiados libros y artefactos raros en comparación con la escasa cantidad de cosas que si serían útiles. Bah, no tomaré nada de aquí, no pienso soportar más de sus sarcasmos… Siempre odió que husmeara entre sus cosas. Aunque por lo visto tampoco ha comido, solo hay restos de hojas de plantas e infusiones en vasos a medio beber, y esa fogata no parece haber sido usada en hace ya un tiempo…

Tardé más de lo que creí en improvisar ese arpón con red integrada, ¡pero vaya que valió la pena! Esa sí que fue una buena pesca. Incluso puede que sobren algunos… ¿Habrá vuelo Diana a su campamento? Desde aquí no noto ningún movimiento que la evidencie, pero tampoco es que ella haga demasiado alboroto cuando se encuentra así de concentrada en sus cosas. A veces me gusta pensar en eso cuando estoy en casa sin nada que hacer fuera, imaginarla leyendo en nuestra habitación es mucho más reconfortante que enfrentar su ausencia. Ya estoy pensando esas cosas otra vez, recuerda los escritos Leona "enfrentar una perdida es duro pero necesario" ella ya no existe, mi Diana murió esa horrible noche. Tan cerca de mí, a tan solo unos insignificantes pasos…

–¡Maldición!

¿Ese grito fue de ella?

–¿Diana?

Rayos, como pude correr tanto y tan rápido… De no haber tomado con tanta fuerza la red, los pescados hubiesen salido volando disparados por todo el lugar. Estoy un poco mareada.

–¡Todo está realmente mal, está mal!

Ahora que la miro mejor, en realidad se ve bastante demacrada.

–¡Se supone que todas las que faltan estarían aquí!

Está dando vueltas como si su intención fuese crear una zanja en el suelo con los pies. Es como aquella vez que erró una de las coordenadas clave en los cálculos de astronomía en los que trabajó durante semanas enteras.

–Diana…

–¡Un mes! No puedo esperar tanto… A que salga la próxima luna llena…

Ese tono de voz errático… Si, estoy segura de que ahí viene, empezará a tirar de su cabello hasta hacerse daño en cualquier momento. Allí está… ¿Por qué es tan descuidada? Tal vez deba detenerla, estoy segura de que ella misma no lo hará.

–¡Diana!

De no haberla zarandeado tal vez ni hubiese reparado en mi presencia. Una vez más. Ella es experta en evitarme, que fácil me hace sentir como si yo misma no existiera en absoluto.

–¡¿Qué?!

Falló en sonar molesta, su ánimo derrotado es evidente.

–¿Desde cuándo solo has bebido té?

–¡El té!

Se escurrió de entre mis manos en ansiosa búsqueda de aquella estúpida bebida. Lo sorbe como si la vida se le fuera en ello, tengo tantas ganas de botarlo y obligarla a comer y de paso dormir. No, es una terrible idea, no lo haré. Aun cuando ese saco aún enrollado me haga pensar lo contrario ¿Cuánto tiempo llevará sin dormir?

–Sabes dónde encontrar comida, tú misma me indicaste, ¿entonces por qué aún no has buscado?

–No tengo tiempo para eso.

–¿Tampoco para dormir?

–¡Cual es tu problema! ¿Acaso no es mejor para ti que simplemente muera en alguna cueva remota y olvidada como esta? Así no tendrías que hacerlo tu misma, elegida del sol.

Ya está diciendo esas cosas dramáticas... Rayos, casi la prefiero inmersa en tonterías que verla así de desanimada, debieron salirle muy mal las cosas esta vez. Mejor evito sus provocaciones.

–¿Puedo usar tu fogata?

Como pensé no obtuve respuesta, lo asumiré como una aprobación de su parte.

El lugar es bastante silencioso, incluso podría considerarlo no tan terrible estando aquí sentada frente al reconfortante crepitar del fuego y su luz cálida. Bueno, eso si no cuento el rechinar constante de los dientes de Diana, que aún sigue echa un ovillo en el suelo con la mirada en la nada como si el alma se le hubiese salido del cuerpo… Es gracioso, no puedo evitar sonreír. Hace lo mismo desde que éramos chicas, es como si estuviese destinando cada recurso a su disposición únicamente a pensar sin parar, logrando alcanzar velocidades mentales que ni su propio cuerpo parece poder seguir. Es muy difícil seguirle el ritmo. Si no se detiene empezará a salirle humo de las orejas.

–Ten.

Está tan absorta que ni siquiera busca discutir conmigo. Tomó el plato que le ofrecí sin rechistar, pero lo apartó a un lado de su cuerpo sin aparente intención de reparar en él en un buen tiempo. Tal vez deba serle más clara.

–¡Diana, acaso no me entendiste! –sus ojos asombrados al fin parecen estarme enfocando– ¡toma ese plato y come su contenido, en este preciso momento!

Tengo un tono de voz mucho más autoritario del que soy capaz de admitir, ella parece nerviosa ahora. Debo mantener la postura de todas formas, parece estar funcionando…

–Está caliente todavía… ¿puedo al menos esperar a que se enfríe un poco?

Sus cejas están contraídas en un gesto de preocupación a la vez que sus brazos buscan abrazarse a sí misma como consuelo. No puedo creer que aún funcione darle órdenes, aunque preferiría ser yo quien la abrace en este momento. Ya, basta de pensamientos superfluos… Aunque no creo que haga daño sentarme a comer junto a ella, ¿o sí? Necesita descansar…

–¿Podrías no mirarme de esa forma tan intensa durante mucho tiempo seguido? Me caerá mal la comida…

¿Seguirá siendo mi esposa? Actúa tan parecido a aquella mujer dócil de hermosos cabellos oscuros a la que juré amar hasta la muerte y proteger durante lo que me durara la vida. Madre sol, tu fuiste el testigo principal de esa promesa, fue precisamente a ti a quien se la hice… ¿Es todo esto una prueba de tu parte? Ella ya no es mi Diana, no creo que deba sentirme así. ¿Aún la apruebas, madre sol? A pesar de todas las cosas terribles que ha hecho como el haberle dado la espalda a tu maravillosa luz de esa forma tan desconsiderada, tan cruel…

–Leona, ¿de qué te culpas ahora?

–¿Qué dices?

–Está escrito en esa enorme carota de bebé llorón que tienes ahora mismo… Que tonta te ves con esa expresión. Es molesto.

Mi culpa, ¿es así, madre? Cuidarte era mi responsabilidad, Diana. Como pude fallar de esa forma tan estúpida, fui débil y lenta, qué sentido tiene ser bendecida con la fuerza de un ser celestial si ni siquiera soy capaz de proteger a una sola persona a tan solo unos metros de mi cuerpo. Fui débil al fallar, aún soy débil… Soy una…

–¡Ya sé! Es un plan que se te ocurrió para matarme lentamente de indigestión.

–¿Qué?

–Ya sabes, así no tienes que ahorcarme hasta arrancar mi cabeza de hereje para poderla presumir con tus amigos. Es un plan tonto, como siempre, ya que ni siquiera tengo la espada a la mano ahora, podrías solo matarme directamente.

–Si dejas algo en el plato tomaré en serio tu sabia recomendación.

–¿Acabas de ser sarcástica conmigo?

–Las malas costumbres son lo más fácil de adquirir de quienes tenemos cerca. Por desgracia.

–No sé qué haces tan cerca de mi entonces, deberías irte.

En realidad, si se comió gran parte del contenido, le serví demás a propósito así que supongo que está bien. No esperaba que se esforzara tanto en hacerme caso, por su rostro parece estar satisfecha, si sigue comiendo le dará una indigestión de verdad. Le alejaré el plato del cuerpo para que no siga obligándose. La comida estuvo buena, me serviré un poco más…

Ella parece haber vuelto a pensar, pero ya no como si se dejara las entrañas en el proceso, supongo que eso también está bien de momento. Siendo muy sincera conmigo misma, cenar juntas era de lo que más rápido me hacía sentir en casa luego de semanas en misión acampando con otros guerreros, lejos de ella. Todo este tiempo separadas, cada vez que me siento a cenar, se ha sentido exactamente así. Como si de una extenuante y larguísima misión se tratara. O al menos hasta esta noche, me gustaría extender un poco más esta sensación.

–Mastica bien o te ahogarás con una espina.

–¿Preocupada?

–¡¿Qué?! Aff… Has lo que quieras…

¿Y si lo que quiero es comerte a ti? No puedo decirle eso. Debo purificar mis instintos, estoy dejando que me invadan con demasiada intensidad.

–Oye, Leo…

Es cruel que me hable así de cercana, hace dar brincos a mi corazón. Seguramente lo hace a propósito para torturarme.

–… ¿Crees que la realidad es independiente al tiempo?

–¿Qué clase de pregunta es esa?

Rayos, así si logrará que me atragante.

–…Por más que le doy vueltas, no logro llegar a una conclusión que me haga sentir satisfecha respecto a ese tema.

Volvió a quedarse en silencio, no creo que deje el tema así ¿verdad? Tal vez solo tengo que esperar un poco más a que ella…

–¡Es decir! –sí, ahí viene…– cuando algo "ocurre", de inmediato deja de ser. Es inminente, como si la realidad solo fuera en el instante mismo y luego nada, la nada. Como si la vida no tuviera memoria y los sucesos tan solo fueran un montón de cosas irrelevantes interconectándose una y otra vez, como una enorme y tonta, ¡tonta maraña de azar!

Sus mejillas se enrojecieron mucho, está ofuscada.

–…Eso quiere decir que no tiene caso hacer nada porque al final no valdrá la pena, solo serán reales mientras estén pasando y luego un vago recuerdo si es que logra impactarte lo suficiente como para recordarlo siquiera ¡es tan absurdo y frustrante!

Es hermosa, se ve tan radiante y llena de vida cuando se expresa así.

–Pero me dijiste que no estabas conforme con la opinión que tienes hasta ahora sobre ese tema, ¿será porque no es así como sientes tú que sean las cosas realmente?

Si mantienes ese puchero mucho tiempo más no me voy a poder contener, y te abrazaré.

–Los "sentimientos" no son argumentos válidos, Leona. No, en realidad no son argumentos en absoluto.

–Pues no hay nada más real para mí que sentir lo suficientemente fuerte como para hacer temblar mi cuerpo de pies a cabeza.

–Dices eso porque tu…

–Si, lo sé… Porque soy una bruta y cavernícola solari… Eres muy lista, mucho más de lo que yo podría llegar a serlo jamás. Pero eso no cambia que la realidad sea totalmente así para mí.

El aire está fresco, pero aun así se siente bastante agradable. Incluso esta roca llega a parecerme cómoda al apoyar mi espalda contra ella en la posición adecuada. Quisiera sentirme así durante más tiempo. Mucho más tiempo, no quiero que se termine.

–¡Eso no es lo que iba a decir, yo no creo que seas así de bruta!... ¡Tonta!

–¿Ah no?

–¡No!

–¿Entonces?

–Pienso que para ti es así porque te es muy fácil desprenderte de las cosas…

Está temblando, el aire debe estar mucho más frío de lo que siento en mi piel.

–Es cierto que sientes con mucha intensidad, pero luego puedes simplemente soltarlo con tanta facilidad que es impresionante. Solo lo dejas ir sin más, sin inmutarte o mirar atrás ni un solo momento.

Se está frotando los brazos cada vez más, ¿acaso tienes frío, mi amor?

–La idea de la realidad como algo pasajero suena a algo que se te haría muy cómodo de aceptar…

–Pues estás equivocada…

–Por supuesto que no lo estoy.

Es bastante despistada cuando se concentra en algo tan tonto como tener la razón. Ni siquiera se ha percatado de que la atraje a mi cuerpo para abrazarla desde la espalda. No soporto verla pasar frío.

–Sabes, para resolver eso que dices existen los compromisos.

–Eso es como intentar ponerles nombres a las estrellas fugaces, otra pérdida de tiempo más.

–Pero aun así parece más acorde a como lo sientes tú, ¿verdad?

–Me es difícil desprenderme. Si.

–Eres muy apasionada…

Que suave es la piel de sus brazos, no recordaba lo mucho que extrañaba acariciarla. Que suerte que aflojara la rigidez en su espalda, se me hace más cómodo cubrirla del viento de esa forma. Quisiera tenerla siempre así, a salvo de todo. Protegida entre mis brazos. Como debió ser siempre…

–Tu piel es así de caliente desde antes de que recibieras al aspecto del sol…

–Y la tuya igual de fría. Sabes, se me hace curioso que eso no te haga más resistente que yo ante las bajas temperaturas.

–Los reptiles y otras criaturas de sangre fría dependen del sol para recibir calor, ya que no son capaces de generarlo por su cuenta. De hecho, lo buscan a diario, para evitar morir de frio…

–Tú jamás dejarás de ser mi esposa…

Su cuerpo volvió a ponerse rígido como una tabla, pero no dejaré que se aparte de mi esta vez, necesito aclararle esto.

–…Lo juré ante la madre. Eres mi esposa, aún si ya no eres mi Diana.

–Aff, eso es tan molesto, ¡te juro que es irritante!

–¿Qué cosa en concreto?

–¡¿Por qué estás tan convencida de que dejé de ser tuya?!

Acaso eso significa…

–Sabes lo que me cuesta soltar, ¡acabas de decirlo tu misma! Entonces por qué…

Por fin dejó de intentar apartarse de mí, ya puedo aflojar el agarre nuevamente. Espero no haberla lastimado mucho…

–…Aff, no soy como tú. No puedo afirmar cosas con tanta seguridad para luego simplemente…

–Eres el amor de mi vida, Diana.

Su cuello, huele delicioso. Es embriagante.

–…Eso es tan real para mí ahora como lo fue la primera vez que te lo confesé…

Que suave sigue siendo su vientre a pesar del duro entrenamiento físico al que parece someterse ahora. Quiero tocarla mucho más…

–…Sin importar nada de lo que pasó en medio, tal vez muchas cosas si sean pasajeras como tú dices… Pero esta no.

¿Acaso está jadeando? Suena tan igual a mi Diana. Me derrite con la misma intensidad con la que lo hacía ella, hace que el aire me sea insuficiente. Quiero escucharla gemir…

–…Es imposible borrarte de mí, pero sí, tienes razón. Lo procuro diariamente y con todas mis fuerzas. ¡Desearía arrancarte de mí pecho!

Está tan pequeña y vulnerable, tan entregada… Mi vista está nublada ahora, no soy capaz de pensar correctamente… No quiero pensar.

–Leo, yo… Jamás he dejado de ser tu esposa.