–Querida amiga, estas en problemas –dijo Vanessa Leeds mientras se acomodaba los anteojos mirando con picardía a Lisa Hayes. La almirante resopló molesta. No podía ocultar a su segunda al mando la sensación de incertidumbre que recorría por su cuerpo. Para sus amigas, Hayes era un libro abierto con respecto a lo que ella sentía en su corazón. Ellas adivinaban de manera anticipada lo que a Lisa le costaba admitir por sí misma.
–No se a que te refieres. Quizás el embarazo hace volar demasiado tu imaginación –dijo con indiferencia–. Agradezco el esfuerzo que usted y su equipo pusieron en confeccionar este informe, Coronel –agregó mientras se acomodaba su larga cabellera intentando esconder su irritación –. Revisaré esta lista de rotación de personal entre el SDF-2 y el SDF-3 más tarde.
–Sí claro, cómo no –dijo con sarcasmo Vanessa–. Aparentemente ahora, la culpa de tu mal humor la tiene tu futuro ahijado. ¡Hmm! De acuerdo, Almirante. Estaré en el puente si necesita ¨aclarar¨ ciertos asuntos.
Vanessa le acababa de entregar un listado completo de toda la tripulación a bordo del SDF-3. En solamente dos semanas esa inmensa nave estaría acoplando su curso de navegación hacia su predecesora, el SDF-2. Luego de dejar la tierra hace 5 años, la tercer Super Fortaleza Espacial finalmente formaría parte del grupo de naves que lideraba el SDF-2. Esta última había partido de la Tierra hace ya 12 largos años. Ambas fortalezas coordinarían de manera recíproca esfuerzos materiales y humanos en pos de mejoras para el conjunto de la flota interplanetaria terrestre.
Cuando la Coronel estaba a punto de abrir la puerta para retirarse, decide detenerse. Luego se voltea para continuar cuestionando a su querida amiga y oficial superior.
–No me comentaste cómo te fue con Archer en la cena de ayer. ¿Qué tal estuvo?
Lisa hizo una muesca con su boca y cerró sus ojos. Definitivamente sabía que no podía escapar al cuestionario de Vanessa.
–¡Ja! La próxima vez que te unas a mis hijas para confabular en mi contra, voy a enviarte a corte marcial. Invitarlas a tu casa para una pijamada el mismo día de mi aniversario de bodas con Jack, fue una trampa muy acertada.
–O vamos Lisa. Seguramente la pasaste genial. Ellas estaban tan ilusionadas que sus padres finalmente iban a tener una cita. Seguro que pasaron una noche bastante apasionada –respondió en tono jocoso –, ¿o me equivoco?
Lisa se sonrojo. Realmente hace mucho que no había tenido una noche de pasión junto a su ex-esposo, y debía reconocer que el reencuentro fue explosivo. Mantuvieron una noche de sexo desenfrenado, dando rienda suelta al deseo que ambos habian reprimido por largo tiempo.
–Estuvo bien –dijo secamente sin querer ahondar en detalles.
–¿Dónde fueron a cenar?
Lisa le dirigió una mirada matadora a Vanessa. Por más que no quiera contarle, ella seguiría insistiendo con más preguntas.
–No seas mala. ¡Cuéntame! En un rato me tengo que contactar con Sammy para preguntarle sobre las novedades en el planeta Ares y va a pedirme detalles de lo que pasó anoche con Jack.
–Fuimos a cenar a La Scala. Luego de los postres bailamos un par de lentos y al estar entre sus brazos al ritmo de esas románticas melodías, una cosa llevó a la otra y pasé la noche en su casa –Vanessa le sonrió triunfante. Su plan había dado resultado después de todo–. Pero…, cometí el error de quedarme a dormir. Al día siguiente, durante el desayuno, volvimos a discutir como en nuestro peor momento previo al divorcio.
La sonrisa en la cara de Vanessa se desvaneció al instante.
–¿Qué pasó esta vez?
–Volvimos a discutir sobre John. Le aclaré que ya hace tiempo que deje de verlo pero siguió insistiendo con sus celos sin sentido.
–Es que Jack no te perdona que inmediatamente después de la separación te hayas puesto de novia con John. Heriste su orgullo al volver a intentar una relación con alguien, incluso antes que él volviera a salir con otras mujeres.
–Primero de todo, técnicamente John nunca fue mi ¨novio¨. Éramos amigos con beneficio. Y segundo, Jack no se privó de nada después del divorsio. Salió con casi la mitad de las mujeres solteras de esta nave. Yo tengo todo el derecho de hacer lo que quiera con quien quiera. Y además, era algo que necesitaba. Después de tantas desgastantes e interminables peleas, el poder estar con alguien que me mimara y me hiciera sentir bien me ayudó a sanar –luego de un largo suspiro, agregó –. Juntarme a cenar con Jack justo el día de nuestro aniversario es un error que no voy a volver a cometer el año entrante.
–Lamento que una bella noche se haya arruinado. De todos modos quizás el año que viene para esta misma fecha tengas ¨otros¨ problemas entre manos –dijo Vanessa con una media sonrisa apuntando su mirada hacia el informe que Lisa tenía entre manos –. Sammy y yo estamos especulando de que manera vas a lograr resolverlos.
Viendo que había logrado dejar a su amiga refunfuñando por lo bajo, Vanessa se retiró triunfante. No podía esperar para contarle a la Coronel Sammy Porter, el efecto que había causado en su querida Almirante el informe sobre el SDF-3.
En la soledad de su oficina, Lisa no podía dejar de mirar dentro del informe esos dos nombres que Vanessa le habia demarcado con resaltador, para ponerla aún más nerviosa.
Karl Riber. Comandante. Departamento Científico e Innovación. Estado civil: Viudo.
Richard Hunter. Vicealmirante. Primero al mando. Estado civil: Casado.
–¡Diablos! –dijo en voz alta la Almirante Hayes mientras se paraba para dirigirse hacia el gran ventanal que tenía en su oficina. Cuando estaba inquieta, siempre le resultaba tranquilizador mirar hacia la inmensidad del espacio–. Porque tuvo que incluir el estado civil en el listado. Si no estuviera embarazada ya la hubiera enviado al calabozo por burlarse de su oficial superior.
Lisa ya sabía que ambos hombres estaban a bordo de esa nave, pero tener frente a ella el listado fue como recibir un golpe de realidad. Después de 12 años estaría viendo nuevamente a Rick, y después de 20 años, nuevamente a Karl. No tenía escapatoria. Tendría que indefectiblemente enfrentar a sus demonios. Volviendo hacia su escritorio, Lisa abre el tercer cajón, donde guarda vestigios de sus tres grandes fracasos. Sus tres anillos de compromiso. Nunca se animó a deshacerse de ellos. Eran parte de su historia. Un doloroso recuerdo de sus heridas. Una muestra de lo resiliente que ha sido su corazón.
