¡Hola!

Volví, después de sabe Dios cuanto tiempo.

Este es el capítulo 23 y creo que el antepenúltimo.

Aunque no soy Rowling, mantuve un patrón constante en sus libros, todo O casi todo pasa en una noche.

Por este capricho el capítulo se me alargo.

¡Espero que les guste!

El regalo

La noche de Ron y Hermione

La lluvia seguía cayendo torrencialmente, monótonamente. Retumbaba muy lenta y sonoramente en su cabeza, adormeciéndolo y nublándole la percepción de las cosas.

Sin que se diera cuenta del tiempo transcurrido, la oscuridad se hizo más densa y penetró en la enfermería. Las antorchas del despacho de Madame Pomfrey se prendieron, pero el resto de la sala permaneció casi a oscuras, con las sombras solo cortadas por el haz azulino de luz del anillo en el anular de Hermione y una pequeña lampara en la mesa de noche.

Señor Weasley.- lo llamo la enfermera, sacudiéndolo del hombro.- Ya son más de las diez. Vayasé a su dormitorio.-

Ron parpadeo una, dos veces antes de poder articular palabra alguna.

No. Yo no me voy.-

No me obligue a llamar al director. Retírese.-

Llámelo y que me saque a patadas de aquí.- dijo él, mirándola fijamente con sus cristalinos ojos.

La mujer pareció pensarlo un momento.

Vayase a la cama.- repitió luego.

No. Me voy a quedar. No me importa si debo dormir a los pies de la cama, en el suelo. Pero no me voy.-

Como quiera.- contestó finalmente ella. Dio media vuelta y salió de la enfermería.

Ron pensó un momento y luego torno a observar a Hermione. Ahora estaba muy pálida y cada vez la joya tardaba más en aclararse. Inconscientemente se encontró cantando una canción que no oía desde hacia ya mucho tiempo. Rogando protección a Dios.

Ese anillo medía el nivel de magia de Hermione, lo que hacia que ella siguiera viva, cuando más se empañaba, más baja tenía la magia...

La alarma de límite aún no había sonado. Pero quién sabe cuanto tiempo permaneciera muda.

¿Aún sigue aquí, Sr. Weasley?-

La voz serena y grave de Dumbledore lo sobresalto. Se giro bruscamente y al mismo tiempo apretó la mano de Hermione, la piedra en su dedo brillo débil, pero claramente, y luego se opaco de nuevo.

Por favor, Sr. Director, déjeme quedarme. No me importa dormir en la silla ni perder clases... nada... por favor, déjeme.-

Albus no le contestó nada. Se acercó a la chica y le apartó el enmarañado cabello de sobre sus hombros, luego le descorrió las sábanas que la tapaban casi hasta la barbilla y recorrió su cuello con sus largos dedos.

No está.- dijo gravemente.

¿Cómo?- preguntó confundido el Weasley.

No esta... El Mithseril... - miro inquisidoramente al pelirrojo.

Cuando la encontraron estaba apenas vestida.- explico él, sumamente confundido.

Eso ya lo sé. Lo único raro que encontraron fue esto.- acotó Dumbledore, sacando algo de su capa.- Estaba junto a ella.-

Ron extendió la mano y lo tomo. Era un libro negro con letras plateadas.

"Antonio Machado

Obras completas"

Es una antología poética.- le explico Dumbledore.- No sabemos que hacía con ella.-

Aclaro que supuestamente Dumbledore debió explicarle que era el libro porque ellos hablan inglés y el libro esta en castellano.

Ron abrió el libro y recorrió con la vista las líneas, sin entender una sola palabra.

Puede quedarse, Sr. Weasley. Confío en usted.- dijo más seriamente de lo normal Albus.- Poppy, déjale una cama libre.-

Harry seguía sin poder dormirse. Dio la centésima vuelta en su cama, sintiendo como la lluvia castigaba hostilmente todo fuera. Se enderezo y entreabrió el dosel. Ron no había vuelto todavía.

¿Era su culpa que Hermione estuviera en coma? ¿Lo era?

Por supuesto que lo era. Hermione era como su hermana, era su mejor amiga. Voldermot quería destruirlo. Después de haberle quitado a Sirius lo único que podía importarle a Harry eran ellos, los que quería. ¿Qué mejor forma de aniquilarlo, lenta y dolorosamente? ¿Qué mejor qué, de paso, arruinar otras tantas vidas? Los padres de Hermione, Elliot, Ron, Ginny... para todo ellos perder a Hermione sería un golpe terrible y, en algunos casos (Como los de Ron y Elliot), devastador.

Pero todo aquello debía responder a un plan concreto, definido.

Apenas había tenido tiempo de formular esa conclusión cuando sintió un golpe en la ventana más próxima.

Pensó que era el viento y no le dio más importancia. Cerro los ojos e intentó dormirse.

Otro golpe.

Otro más.

Un rasguido en el vidrio.

El moreno se levanto de un salto y se acerco. Distinguió la borrosa figura de un ave fuera. Abrió la ventana y junto con una corriente de frío entro una lechuza, quién dejo caer un pergamino y salió velozmente de nuevo. Él cerró la ventana y el ruido de la lluvia volvió a amortiguarse, momentáneamente alborozado.

Lo tomo. Quién sabe porque. Quizás nisiquiera era para él. Pero allí estaba.

Harry Potter

¿Para él? ¿Quién podría escribirle? ¿La Orden? Quizás era por lo de Hermione. Con una noche así... realmente era algo muy urgente e imprevisto para enviarle una lechuza. Se sentó junto a la empañada ventana, casi ni recibía luz de la lámpara.

Era una letra alargada y puntiaguda que no conocía.

"Su tiempo se agota. Cada minuto es precioso. ¿No querrás perder tiempo? Me he llevado lo que él más valora, pero no tienes una hora para encontrarla. Tienes hasta las seis de mañana en la tarde para decidirte. Nuestro escurridizo amigo, Lucius, estará en las verjas del Colegio para recibirte. Mañana es el día en que el campo se debilita. Si te decides a hacer algo por tu amiga, ve allí. Lucius no va a matarte, por lo demás no te preocupes. Quizás con un poco de suerte yo tampoco.

No te estoy tomando por tonto. O vienes con Lucius mañana o la sangre sucia tendrá una muerte lenta y horrorosa.

Afectuosamente,

Lord Voldermot"

Así que ese era el plan.

¡Señor Weasley!-

Ron se incorporo rápidamente y miro asustado a la enfermera.

Se había quedado dormido con la cabeza apoyada a un lado del cuerpo de Hermione. La fugaz ilusión de que todo había sido un sueño se disipo en cuestión de segundos.

No tengo nada en contra de que vuelva después. Pero vaya a darse un baño y a desayunar.-

Él asintió, medio atontado, y miro una última vez a la chica antes de irse.

Salió lentamente de la enfermería. Por esos pasillos solo había unos pocos alumnos madrugadores, preparando los últimos EXTASIS y las últimas MHB. Iban tan dormidos que nisiquiera hicieron comentarios al verlo y se limitaron a bostezar sin disimulo.

Cuando llegó al cuarto piso la situación ya fue otra. Se encontró con muchos gryffindors que se codeaban al verlo y hablaban en voz baja. Un par de chicas de cuarto de Ravenclaw movieron compasivas la cabeza.

Godric's Hollow.- le dijo a la Dama Gorda, antes de reprimir un bostezo.

¡Qué cara traes, querido! Apuesto que estuviste toda la noche... -

El pelirrojo la dejo hablar y entro en la Sala Común.

¡Ron!-

Ginny y Neville lo cercaron rápidamente.

¿Cómo esta Hermione?- dijeron los dos atropelladamente.

Como ayer o peor.- respondió lacónicamente el Weasley.- ¿Le escribiste a Elliot?-

Sí, pero aún no tengo respuesta.-

¿Vas a venir a clases hoy?- pregunto Neville.

No. Me daré un baño y comeré algo... y nada más, me vuelvo.-

Pero no sirve de nada que vuelvas allá.- protestó su hermana.

Ya lo sé. Pero no me importa. ¿Viste a Harry?- le dijo a su compañero de cuarto.

Creo que salió temprano, cuando desperté ya no estaba.-

Yo no lo vi.- se atajo Ginny.

Díganle que lo busco ¿Sí?-

Ambos asintieron silenciosamente.

Subió tambaleante las escaleras. Casi como un zombie busco su ropa y se baño. Salió del baño vestido pero descalzo. Se sentó en su cama e intentó ponerse las zapatillas.

Que cansado se sentía.

Se tiro hacia atrás. Descansaría un poco los ojos y luego se levantaría.

¡Harry!- le grito Ginny, cuando logro encontrarlo en los jardines.

¿Qué pasa?-

Es Ron.- dijo ella, frenándose en seco.- Quería hablarte.-

¿Es sobre Hermione? ¿Mejoro?-

Ella meneo tristemente la cabeza.

Él dijo que no. Recién fui a la enfermería y hable con Madame Pomfrey. Dijo que si no se recuperaba en 24 hs habría que llevarla a San Mungo, claro que primero vendrán los padres para acá.- sus labios temblaron, amenazando llorar.

Oh. Vamos Ginny, no llores.- trato de consolarla Harry, abrazándola. Luego de un momento continuó.- Ginny... ¿Sabes que te amo, no?-

Ginny levanto la vista, confundida.

Por supuesto. Yo también te amo.- dijo ella, sintiendo que había algo descolocado en todo ello.

Ven, sentemos.- dijo suavemente él.

Lo siento, amor. Tengo que ir a presentar la MHB de Defensa y Magia. ¿Me disculpas?- dijo con cara de "Pobrecita de mí, sujeta a estos horarios tiranos"

Pero si almorzamos juntos y luego me acompañas a un paseo.-

Hecho.-

- Señor Weasley.-

¿Otra vez?

Ya voy, Madame Pomfrey. El profesor Dumbledore... -

Yo no soy Madame Pomfrey.-

Ron abrió rápidamente los ojos.

¿Profesora McGonagall? ¿Qué hace aquí?-

Vine a ver como estaba. El profesor Dumbledore me dijo que se quedaría con la Srta. Granger en la enfermería. Fui allá para convencerlo y como no lo halle empece a buscarlo y el Sr. Logbottom me dijo que estaba aquí.-

Me quede dormido. ¿Me dice que hora es?-

Es natural, debe ser todo muy tenso para ustedes. Son las cuatro.-

¿De la tarde? ¡Dormí todo el día!- se sentó rápidamente y busco sus zapatillas.

No se apresure. Le recomendaría que comiera algo antes.-

Si, gracias.- respondió el ojiazul, peleando con los cordones de su calzado.

¿Qué pasa Harry?- preguntó la pelirroja, ya definitivamente inquieta.

Sentémonos.- sugirió él.

Ambos se sentaron a las orillas del lago, bajo un frondoso árbol.

Sabes... Ahora me arrepiento de que este año nos hayamos hecho novios.- dijo nostálgicamente.

Ginny lo miro alarmada.

Me arrepiento.- continuó.- Porque perdimos muchos años. Y quién sabe cuantos más perdamos.-

No entiendo.-

Ojalá nunca nos hubiéramos fijado en el otro. ¿Te das cuenta? Yo te quiero desde que empezaste Hogwarts. Pero tuve miedo. Por alguna razón que yo no entendía, me negaba constantemente que pudieras gustarme. Pero me gustas desde que teníamos doce años, y ya no hay nada que hacer.-

Pero si nos hubiéramos puesto de novios ya desde entonces... Quizás las cosas no hubieran resultado tan bien.-

Voldermot.- dijo él, pensativamente.- Fue capaz de casi matarte aún antes de que nadie supiera que acabaríamos juntos. ¿Qué crees que hará ahora que sabe que somos novios?-

No me importa que haga.- contestó evasivamente la chica, abrazándolo.

Pero... Ginny... - protestó él, separandosé levemente de ella.- No solo es tu seguridad física... - dudo un momento.- ¿Y si me pasara algo a mí? ¿Y si yo muriera? ¿No sería eso un golpe horrible para ti?-

¡No digas eso!- exclamo bruscamente ella, levantadose.- ¿Estas terminado conmigo?- pregunto luego, su voz empezaba a quebrarse.

¡No!- exclamo él, parándose también.- ¡No, Ginny! Solo... ¿Qué pasaría si me pasa algo?-

No te va a pasar nada.-

No te digo que no volverás a enamorarte de nadie.- prosiguió, sin escucharla realmente.- ¡Pero no quiero que sufras por mi culpa! ¡Ustedes tres son lo único que tengo en el mundo! ¡Hermione y Ron ya están sufriendo por mi culpa, puedes estar segura! ¿Qué de ti, Ginny?-

Harry, dime la verdad. ¿Qué pasa? Vas a ir ¿No? Vas a ir otra vez tras Voldermot.- desvió la vista.- ¿Lo harás?-

¿Qué sabes?-

Nada. Solo que te amo. Y sé que hay algo que tiene que ver con Voldermot ¿Irás tras él?-

No tengo otra opción si quiero salvar a Hermione. Discúlpame, creerás que es estúpido, creerás... no sé que creas. Pero no quiero que nadie más sufra por mi culpa.-

¿Y que de mí, Potter?-

Discúlpame.- la beso.- Discúlpame por el embrollo en que los metí y a todo lo que los expuse.- La beso otra vez y se dirigió firmemente al castillo, sin decir nada más y sin siquiera voltear una vez más a verla.

Espero que haya comido algo, al menos se lo ve descansado.-

Ese fue el saludo de Madame Pomfrey. Ron asintió ligeramente y ocupo su lugar junto a su adorada Hermione. La pesada caja metálica emitía pausadamente la señal sonora, pero sin pausa y rítmicamente.

El pelirrojo se mordió el labio inferior y deseo, una vez más inútilmente, volver a tener la vida simple de un Weasley más entre muchos.

Por hacer algo tomo el libro que le había dado Dumbledore y le echó una ojeada.

Todos los textos estaban en castellano, de modo que no podía entender gran cosa.

En la primer página, debajo del título en castellano, se leía la traducción escrita con la cuidadosa letra de la chica: "Complete Plays" giro la hoja siguiente y lo sorprendió una la letra redondo y apretada, también en inglés.

"Mione:

Una vez me comentaste al pasar lo mucho que te gusta Machado. Quizás hayas creído que lo olvide, pero no.

La única edición de sus obras completas que pude obtener esta en castellano. Papá me dijo que habías empezado a estudiarlo, así quizá algún día puedas descifrarlo.

Te deseo un muy feliz cumpleonce. Creciste mucho desde aquel remoto día en que nos conocimos, cuando tenías ocho. Quiero que sepas que estoy muy feliz de que seas mi hermana y que estaré para lo que necesites.

Elliot."

Se sorprendió de lo egoísta que podía llegar a ser. Aún en medio del dolor y la angustia, aún ahora, podía sentirse... celoso (Sí, con alguna clase de extraños celos. De: "Eres mía y no quiero tener que compartirte con absolutamente nadie." Aunque, claro a ese paso terminaría celoso de Harry, y casi le había causado gracia la idea, de Ginny.) De Elliot. Del cariño que le profesaba Hermione, de su adoración, y de lo bien que se llevaban. Y también se sorprendió de lo estúpido que fue al pensar que antes de ellos... de él... Hermione no había tenido una vida... amigos...

Maquinalmente abrió el libro y leyó en voz alta, algo muy sin sentido porque nisiquiera sabía que decía.

- Tras el vivir y el soñar esta lo que más importa. Despertar.-

Lo dijo de corrido, en menos de un minuto. La caja de metal empezó a apurar el compás de su chicharra, pero luego fue pausandosé nuevamente.

Ron la miro fijamente.

¡Ron!-

Contrajo rápidamente la mano que había estirado para rozarla y giro para ver quién le hablaba.

Harry.- contestó él.- ¿Qué pasa?-

El moreno miro que la enfermera no anduviera por allí.

Vine a hablar contigo. Tu y Hermione son los mejores amigos que puedo tener. Pasar a ser casi un elfo domestico en cada de los Dursleys a ser alguien con derechos y dignidad aquí, fue un gran cambio. Pero sobre todo estoy muy contento de haberlos conocido y tenerlos como amigos. ¿Se lo dirás a Hermione, verdad?-

Sí. ¿Pero por qué no se lo dirás tú mismo?- preguntó sin entender su amigo. No queriendo entenderlo.

Perdóname por todos los líos en los que te metí y discúlpame con Hermione también por todas las veces que hice que rompiera las reglas del colegio.

¿Sabes dónde esta? ¿Vas a ir?- lo interrumpió su amigo.- Todo esto es mi culpa. Pero no puedo acompañarte. No esta vez. Esta vez mi lugar es aquí... con ella.-

Ya lo sé. No te voy a pedir que vengas, yo en tu lugar haría lo mismo. Te entiendo. Pero aunque estuvieras dispuesto a venir no querría. Esta vez tengo que ir solo.-

Discúlpame.-

No tengo nada que perdonarte. Al fin y al cabo quizás si no me hubieras conocido nada de esto hubiera pasado.- Se levantó lentamente.- Ahora me iré. Adiós.-

Hasta luego.-

Quizás no haya luego.- dijo el ojiverde, melancólicamente, desde la puerta.

Súbitamente el Weasley comprendió toda la dimensión terrible de la situación.

¡Potter!- le gritó desde la puerta de la enfermería, su amigo ya estaba al pie de la escalera.- ¡Sino vuelves con vida para mañana no quiero que vuelvas aparecerte en nuestras vidas nunca! ¿Me oíste? ¡Sino estás aquí para cuando Hermione este recuperada lo suficiente, entonces no vuelvas!-

El otro asintió con la cabeza y siguió bajando.

¿Dónde demonios estoy?-

Hermione movió lentamente la cabeza, tratando de recuperar bien la conciencia.

Ya recordaba, se había dado un baño y planeaba ir al Partido, pero luego lo vio...

De pronto tembló ligeramente.

Vamos, Hermione, no te servirá de nada tener miedo.- se dijo en voz alta, parándose con dificultad y caminando un par de pasos.- Pero el miedo es un mecanismo de conservación.- agregó en voz baja. - ¿Dónde estoy?- Los nombres de sus amigos se enredaron en su garganta, formando un doloroso nudo ¿Para qué llamarlos? Quién sabe si la escucharían siquiera.

¿Por qué me trajeron aquí? ¿Qué quieren de mí?- grito, intentando dominar su voz hasta volverla normal.

Vaya, al fin despiertas, dormiste muchos. ¿Viste algo interesante?- dijo una voz femenina y suave.

Peligrosamente suave.

¿Quién eres? ¿Para qué te sirvo yo?- pregunto temblorosamente la castaña, mientras hacia un paneo general de la habitación, que poco a poco se fue aclarando.

A mi no me sirves absolutamente para nada, Hermione.- una joven, que estaba sobre algo como un cubo amarillento de mármol, con las rodillas encogidas, la miro vivamente, con sus ojos verde brillantes.

Entonces déjame ir.- ella avanzó, cobrando firmeza, lentamente.

Yo dije que tu no me servías a mí. Pero... ¿Quién dijo que respondo a mis propios intereses?- de un salto se poso sobre el suelo amarillento y se acerco, mirándola examinadoramente.- Vaya, no se nota nada.-

¿Nada? ¿De qué?-

¿Cómo? ¿No lo sabes? Hermione Granger no sabe algo... Conejo Granger.-

Tú... - articulo muy despacio la otra.- Tú fuiste la que me hizo ver todo eso... Tú eres la que no me deja dormir cuatro horas sin interrupciones.-

Ojalá, pero no. Ese mérito es del estúpido de Lucius. Pero bueno... al fin y al cabo mi gloria será mucho mayor cuando todo esto acabe ¿Y sabes por qué? Por que yo voy a romper su defensa más importante, yo voy a hacer que él se hunda.-

Tú eres... tú lo sigues... mortífaga.- susurró Hermione, olvidada por completo del terror y mirándola con perspicacia.

Vaya, por un momento pense que el shock te había idiotizado. Aunque yo prefiero decir que creo en los ideales de pureza de sangre.-

Tu sabes algo... - llevo su mano al cuello, buscando el regalo de Ron.- Tu sabes... - palpo desesperada, sin encontrarlo.

¿Te refieres a esto?- la mujer saco la cadena de oro, que relucía como su cabello dorado.- ¿A por qué te la regalaron? Por supuesto que lo sé.-

Y supongo que no me lo vas a decir y mucho menos a darme mi collar.- razono la de ojos marrones, levantando las cejas.

Bueno, podríamos hacer un trato. Si ganas, te enteras. Si pierdes, pierdes todo. Literalmente.-

¿Qué es lo que tengo que hacer?-

¿Aceptas?-

Dime que hay que ganar.-

¡Ah! Pero eso es parte del encanto, Hermione.-

Ella dudo un momento.

Acepto.-

Fantástico. Espero que tengas fuerza en los brazos. Ponlos así.- le mostró las manos extendidas, con las palmas hacia arriba.

Hermione obedeció.

Solo un estruendo y el peso en las manos. (Hermione estaba mirando fijamente a su contrincante)

¿Espadas?- pregunto extrañada Hermione.- ¿No tienes algo más moderno?-

Deberías saber que yo soy Sara, ya que vamos a ser contrincantes. Y que es en lo que mejor te desenvuelves.-

Yo no toque una espada en mi vida. Al menos no en esta.-

Exactamente.-

Sin previo aviso arremetió contra Hermione, quién a duras penas levanto el arma y detuvo el filo de la Sara antes que le cortara la cara.

¿Ya ves como te las arreglas?- comento burlonamente la rubia.

¡Argh! ¿Cómo demonios...?- de un tirón destrabo ambas espadas y retrocedió unos pasos antes de usar gran parte de su fuerza en tratar de herir a Sara en su costado.

Buen intento.- dijo la otra, safandose por unos milímetros.- Pero te falta mucho.-

¿Y qué esperas?- las espadas se habían detenido mutuamente de nuevo.- No sé ni como se agarra esto.- exclamo, mientras la fuerza del golpe de la ojiverde la empujaba hacia atrás, trastrabillo y movió casi a ciegas la espada, logrando hacerle un tajo en la rodilla a su rival.

Maldita sea.- dijo la otra, pero no acuso recibo del dolor.- Bien hecho, Eowyn. Pero no voy a dejar que me ganes.- sonrió malignamente.

¡No me llames Eowyn!- un escalofrío la había recorrido internamente, sin saber porque.- Tú no me derrotaras.- agregó, con un brillo tenue, pero raro en la mirada.

¿Quieres ver?- Sara empuño la espada con toda sus fuerzas y arremetió contra la cabeza de Hermione.

¡No!- grito ella, al tiempo que se agachaba y le clavaba la espada en el muslo.

¡Maldita sangre sucia!- grito la mujer, ahora si había sentido el agudo dolor. Hermione se levanto, consternada.

Y ocurrió.

Sucedió todo en un minuto. El silbido del acero contra el aire, el frío del metal muy cerca de su oreja derecha; la sensación de algo propio segado limpiamente de un solo tajo. Y el gran alivio de algo que había estado atado, reprimido por mucho tiempo y había sido liberado.

Y al mismo tiempo le llego desde muy lejos (En el espacio, seguramente, porque no recordaba haber escuchado eso nunca. En cambio si recordaba haber vivido esto alguna vez ya.) La voz de Ron.

"Tras el vivir y el soñar esta lo que más importa. Despertar."

Permaneció quieta, tensa contra la pared, respirando agitadamente.

Abrió lentamente los ojos.

No voy a pelear más contigo.- informo, acercandosé a Sara, quién intentaba detener su hemorragia.- Ya no me importa. Yo tuve la culpa. Supongo que estarás feliz ¿No? Me ganaste. Ahora puedes hacer conmigo lo que quieras.-

Te equivocas.- contestó la ojiverde, sin mirarla.- Me venciste. Ahora sabes lo suficiente, lo que no deberías haber sabido nunca. Y menos por mi culpa. Te mostraría lo que te prometí, pero me estoy desangrando. Oye, cuando yo muera podrás irte, ya lo verás.-

Lo siento, me obligaste.- tomo la abandonada espada de Sara y cortó un largo jirón de su túnica.- ¿Puedes levantar la pierna?- con cuidado la levantó y le hizo un torniquete, sobre la rodilla. - Tienes suerte de que no te haya clavado la espada más arriba, o no podría detener la hemorragia. Vamos.- la ayudo a ponerse de pie.

Toma mi mano.- dijo secamente Sara.

Hermione la miro con desconfianza.

Confía en mi. Seré una mortífaga, pero tengo palabra. Mucha más palabra que unos cuantos magos rectos que conozco.-

De acuerdo.- asintió la otra, moviendo ligeramente la cabeza.

- ¿Dónde estamos?- pregunto Hermione, cuando el remolino blanco se disipo.

No sueltes mi mano.- ordeno suavemente Sara.- O desaparecerías.-

De acuerdo. ¿Pero dónde estamos?-

Estamos en el sueño de una mujer. Un sueño ya pasado. Aquí fue donde ella recibió la profecía que hizo que este collar.- levanto la cadena de oro.- Llegará hasta Ron.-

Hermione observó a la mujer.

A pesar de ser ya una mujer madura no parecía ser muy vieja. Y sin embargo... sin embargo sus facciones estaban endurecidas y su cabello negro se había vuelto entrecano. Los ojos castaños y afligidos recorrían las líneas de un periódico, sin ver nada realmente de lo que miraba.

¿Ella se lo dio?- pregunto la chica, con un hilo de voz.

Sara asintió con la cabeza y fijo su vista en un punto detrás de Hermione.

La castaña giro la cabeza y vio como un muchacho de veinte años o poco más se acercaba a la mujer.

Mamá.- la llamo, agachandosé hasta ponerse a su altura.

Ella dio un respingo y lo miro intensamente a los claros ojos azules.

¡Yo sabía que era mentira!- exclamo ella, abrazándolo.- Estas vivo y estas conmigo.- lo separo de sí y le apartó un mechón de pelirrojo cabello de la cara. Luego rió tontamente y lo beso en las mejillas.- Mi niño, mi Fabian. ¿Dónde esta tu hermano? ¡Oh, que bien que hayas vuelto conmigo!- lo abrazo de nuevo.

No, mamá... - él la separo lentamente y evito cuidadosamente mirarla a la cara.- Mi hermano... Gideon... esta muerto. Lo mataron.-

¡No!- exclamo su madre, bruscamente.

Sí, mamá. Y yo también.- ella volteó al otro lado, llorando con rabia.- Escúchame, por favor. Perdónanos por todo lo que te hicimos ¿Nos perdonas?- suavemente le giro el rostro y le seco las lágrimas.

¡Oh, claro que los perdono hijos!- la mujer se arrojo hacia él, para abrazarlo de nuevo.- ¿Viniste a despedirte de mí?-

Humm... Sí, pero además vine a avisarte algo.- el pelirrojo la miro dudosamente, vacilando por un momento. - Es algo así como una profecía.-

¡No! ¡No quiero oírla!- ella se apartó bruscamente y se cubrió los oídos con las manos.

Pero tienes que hacerlo, eres la única de nuestra familia que puedes hacerlo y en cierto modo la profecía tiene que ver con nuestra familia.-

La madre bajo lentamente las manos y logro decir:

Dime.-

El único, el que esta por nacer, no va estar totalmente solo, va a tener un aliado. Quizás este aliado no sea tan poderoso como sería deseable, pero algo es. El problema es ¡Ay! Que el único va ser lo suficientemente poderoso para no corromperse, pero el aliado no. Y esa puede ser su perdición. Acaba de nacer la primer y la última esperanza. Del mundo y nuestra. Tienes que llevarle el Mithseril (ya veras que la joya llegará a ti) y será todo. El destino se encargará de que él llegue al aliado. ¿Lo harás?-

Lo haré.- contestó suavemente la mujer, apretando sus manos.

Por ahora no debes preocuparte más de la cuenta, ni siquiera por ella. Recién cuando el Mithseril llegue a ti, recién entonces empieza a preocuparte.- se levanto y la abrazo por última vez.- Y en cuanto a nosotros... No te preocupes, mamá. Estaremos mejor de lo que nunca hemos estado.-

El ojiazul retrocedió un paso y se desvaneció lentamente en el aire.

Vamos.- la voz de Sara la sorprendió.- Ya no tenemos que ver aquí.-

Esta vez no sé dio cuenta que el remolino nacarado se había disipado. Las lágrimas rebalsaban copiosamente de sus ojos y semejaban el ruido de cientos de cencerros pequeñitos en el mármol.

Ahora, Hermione, puedes estar contenta. Venciste a una de las mejores servidoras de Lord Voldermot y viviste para contarlo.- la voz de Sara era una mezcla de amargura y nostalgia. Rara, en todo caso.- Ahora él me castigara. Pero no me importa, no le temo.-

¿No le temes a Voldermot?- pregunto la castaña, luego de un minuto.

No. La primer vez que lo vi fue como si lo conociera de siempre. Aprendes...-

A no temerle a la muerte.-

Sara levanto la cabeza sorprendida, y asintió.

Hace mucho aprendí. A la fuerza, como todas las cosas duras.- dijo suavemente la de ojos marrones.

Eres valiente.-

Tú también.- casi hasta le dieron ganas de sonreírse mutuamente.

No le tengo miedo a él. Pero tampoco me siento derrotada por ti. Por un motivo muy simple, no esperaba ganarte, él fue lo suficientemente cínico para esperarlo. No hubiera sido digno de ti dejarte ganar. Ni de ti ni de Eowyn.-

No hubiera sido digno de ninguna de las dos. Pero soy Hermione, y mucho menos.- hizo una pausa.- No eres una mortífaga ordinaria ¿No? Te pareces un poco a Lucius. En cambio, Bella... Ella vivía amenazada constantemente.-

Lucius y yo también. Pero eso no importa. Lo importante es no dejarse intimidar... demasiado.-

Enfermería.

Permaneció muchos minutos tratando de serenarse. ¿Qué sería de él ahora? Ahora todo dependía de Harry. Se sentía muy inútil allí sentado, esperando.

Tenía que, al menos, intentar traer a Hermione.

Como fuera.

De pronto recordó que Hermione había parecido reaccionar ante el poema que le había leído. De todos modos que más daba. No perdía nada y quizás lo ganaba todo. (Que solo se sentía en ese momento.)

Abrió en una página, al azar.

Lo leyó para si un momento, primero, y luego se dispuso a pronunciarlo lo mejor posible.

Con Hermione.

¿Yo tengo la culpa, no?- pregunto luego de un momento de silencio.

¿A qué te refieres?- contestó haciendosé la distraída Sara.

¿El collar tenía que llegar a mí?- su voz se volvía más dudosa y firme a la vez.

No sé si debía llegar a ti. Pero llego.-

Hermione no replico nada. Se quedo absorta, oyendo unos versos que parecían provenir de una estación mal sintonizada.

Una noche de verano

- estaba abierto el balcón

y la puerta de mi casa.-

La muerte en mi casa entro.

Se fue acercando a su lecho,

Ni siquiera me miro.

No te creo.- dijo de pronto, con más fuerza, más segura.- Tu lo sabes ¡Dímelo!- exigió.

Enfermería.

Con unos dedos muy finos,

Algo muy tenue rompió.

Silenciosa y sin mirarme.

La muerte otra vez paso

Delante de mí. ¿Qué has hecho?

La muerte no respondió.

Ron había recitado los dos últimos versos mirando fijamente a Hermione. La chica había empezado a respirar agitadamente y la caja de metal empezó a sonar aguda y rápidamente. El anillo se aclaraba y oscurecía vertiginosamente.

¡Apártese!- exclamo Madame Pomfrey, mientras se abalanzaba sobre su paciente.

¡No!- grito Ron, forcejeando para soltarse de la mujer.- ¡Déjeme! ¿¿No ve que esta funcionando??- se libro bruscamente de ella y se acercó una vez más a la cama.- ¡Hermione, no te rindas! ¡Vuelve conmigo, por favor!- La desesperación del pelirrojo creció cuando los signos vitales empezaron a aletargarse de nuevo.

Se abalanzo sobre el libro de poesía y busco desesperadamente la página que había perdido en la lucha contra la enfermera.

Con Hermione.

¿Y crees que te lo diría si lo sé?- respondió burlonamente la ojiverde.- Ya sabes bastantes cosas por mi culpa. No voy a agregar otra.-

¿Entonces es Ron?- la alegría por un momento se reflejo en su rostro.- ¿Y por eso deben protegerme? ¿Por qué sería el medio de extorsión perfecto?- pregunto rápidamente.

No puedo creer lo egoísta que eres. Piénsalo, eres tan banal como todas esas chicas que se pasan las tardes hablando de chicos, moda y chimentos. Todo de lo que estas orgullosa de ser se esta derrumbando en este momento. Si fuera cierto que Ron es el de la profecía... ¿No te importa que su vida peligre con tal de que te quiera? ¿Con tal de ser su razón de extorsión?-

¡Por Dios, es cierto!- exclamo Hermione, decepcionada y desagradablemente sorprendida.- ¡Tienes razón!- de pronto se mostró muy afligida.- Tengo que volver. Como sea. Tengo que estar allí. ¡Quiero irme! ¡Dime como salir!-

Tranquilízate.- dijo simplemente Sara, sin siquiera mirarla.

Mi niña quedo tranquila,

Dolido mi corazón.

¡Ay, lo que la muerte ha roto

¡Ron!- grito Hermione, corriendo de un lado a otro, sin sentido.- ¡No te preocupes por mí! ¡Estaré bien! ¡Quiero ir contigo! ¡Enseguida estaré contigo!- se detuvo de golpe.- Quizás sí... lo estoy escuchando quizás si le contestó... era un hilo entre los dos.-

Enfermería.

El infernal chirrido de los aparatos que medían los signos de Hermione bajo el volumen.

Ron y Madame Pomfrey se mantuvieron expectantes, como esperando un prodigio anunciado. Y efectivamente, Hermione se levanto de golpe, como si hubiera salido de debajo del agua después de mucho tiempo y se arranco la mascarilla de oxígeno, respirando a boca llena y repitiendo una y otra vez:

A thread between both!- Aún entre los brazos de Ron.

¿Un hilo entre los dos?- repitió Ron.- ¿Qué quieres decir con eso?-

Pero la castaña no le respondió. Miraba fijamente la puerta de la enfermería. La última campanada había sonado.

¿Qué pasa?- pregunto preocupado el Weasley.

Hermione levanto la aún temblorosa mano y susurró.

Harry.-

Luego se desvaneció de nuevo.

Bajo la atónita mirada del pelirrojo y la atenta mirada del ojiverde, parado en la puerta de la enfermería.

CONTINUARÁ...

La poesía pertenece a Antonio Machado, del libro "Campos de Castilla.", Esta dedica a su única esposa, mucho más joven que él y que murió muy joven también.

Ya saben el problema de los supuestos idiomas. Ellos hablan inglés y los poemas están en castellano, o sea que Ron no tiene idea de lo que esta diciendo, excepto la frase "A thread between both!" Que se supone es la (mía) traducción de: "Un hilo entre los dos." Aunque literalmente sería: "Un hilo entre ambos." Sepan disculpar, me tomo nueve años tener el pobre nivel de inglés que tengo e hizo lo que pude al traducir la poesía. Si, la tengo toda traducida, ya verán. Desconozco por completo las leyes de la poética inglesa.

Respecto de la nueva profecía. Yo no soy Rowling Como ya se habrán dado cuenta. Así que a las palabras que use le pueden buscar todos los sentidos posible, desde el más simple al más fantástico, todo es válido. Y no, no dejare de poner cosas sospechosas ni en los últimos capítulos. A próposito, pueden dejarme un Reviews por cuestiones inconclusas que quieran que aclare, siempre que pueda y ustedes quieran.

Ya saben cual es la razón por la que tardo en publicar y por la que no contesto Reviews, sepan disculpar. Realmente detesto no responder sus Reviews en forma personalizada.

¡Igual no dejen de dejarme!