¡¡Lo odio, lo odio, lo odio!! ¿Pero qué clase de jefe se supone que tengo? Si ya de por si odio mi trabajo con toda mi alma, Nandor pone la guinda que acaba de destrozar mi ya de por si destrozada vida. Ahora mismo, pienso que quedaría muy favorecido con esa preciosa espada de la pared clavada por cierta parte de la espalda. De la espalda baja, todo hay que decirlo.
Acabo de quitar el polvo y frego el suelo en tres segundos. Todo perfecto y aseado para que su majestad el guarro venga a desordenarlo y a ensuciarlo todo. Porque si por fuera parece un elfo ordenado y galán, habría que ver su habitación después de que él pase… Un orco la dejaría mejor ordenada.
Antes de salir, me asomo a la puerta, en previsión de ataques sarcásticos de jefes imbéciles. Perfecto, solo un par de guardias al final del pasillo. Salgo con rapidez, cierro la puerta y casi echo a correr pasillo abajo, huyendo de aquella ala del palacio. Oh, oh, consejeros del rey. Paro en seco, y empiezo a andar con paso normal.
- …si, los precios en Esgaroth han subido, es una vergu…-
Bien, consejeros esquivados. Y cuando ya me creía a salvo de todos esos estirados jefes que por allí parecen brotar de debajo las piedras…Y si, él otra vez. Y además acompañado de nuestro "adorado" principito. La verdad es que en mi vida le he dirigido la palabra (él tampoco me la ha dirigido a mi), pero es casi imposible trabajar en un palacio y no haber visto al heredero de este aburrido reino.
Mientras los veo acercarse, intento camuflarme con la pared. Quizá, de repente, he cogido características camaleónicas, vete a saber… Pero parece que los elfos no podemos hacer eso, porque le veo señalándome y diciéndole algo al rubiales guaperas de Legolas. Ahora no se si mandarlos a los dos a la mierda, pasar directamente de ellos, o comportarme como cualquier doncella del palacio… o sea, agradable, simpática y complaciente. Creo que optaré por cualquiera de las dos primeras.
- Vaya, cuanto tiempo Daeiell.- dice con su más grande y estúpida sonrisa Nandor.-
- Oh, es cierto, cuanto tiempo sin verte pedazo de imbécil, ojalá no existieras Nandor.-
- Señor Nandor.- dice guiñando un ojo.- Para ti señor.-
Creo que casi se oye el gruñido que suelto. Creo que la bolsa de los trapos no le sentaría mal para la merienda…
- Justamente iba hablando con Legolas que el servicio del palacio se ha deteriorado un poco los últimos años… ¿Tu que opinas?- dice mirándome demasiado maliciosamente como para morderme la lengua.-
- Que quizá los estirados sabihondos de la corte deberían revolcarse durante unas cuantas semanas en su propia porquería, así opinarían mejor del servicio.- le
- espeté en la cara.-
Y sin esperar respuesta, me voy de delante de los dos gilipollas, que seguro se han girado para verme marchar.
Pero antes de doblar por la esquina, oigo la voz de Legolas, que en ningún momento ha hablado:
- ¿Es siempre así de borde esta chica?-
Lástima que no he oído la respuesta de Nandor, porque quizá me hubiera animado a destriparle en medio del pasillo. Aunque después hubiera sido un asco limpiarlo.
Me dirijo a las cocinas, un poco más calmada, mientras voy pensando en las palabras de Legolas. Si opina que soy borde… es porque aún no conoce mi personalidad mas oscura, y mala suerte tendrá él si algún día la descubre.
- Buenos días Daeiell – me saluda con una afable sonrisa la rechoncha encargada de la cocina
- Buenos días – la saludo yo, y por primera vez en toda la mañana me relajo, después de ponerme el delantal, cojo una zanahoria y un cuchillo y me imagino que es Nandor, cosa que parece ser muy eficiente para mi trabajo, pues Linwen me mira sorprendida de que haga tan rápidamente la comida.
Después de un rato la comida para el rey y su hijito ya está lista, y me quito el delantal teniendo la esperanza de poderme ir para casa ya.
- ¿Te importaría servirles? La Elfa que siempre lo hace no ha podido venir hoy - Linwen me mira con complicidad para susurrarme luego – Asuntos personales...
Oh genial... Un día de esos pienso que seré yo la que no me presente al trabajo. "Asuntos personales" diré Pero claro, no sé que asuntos personales alegaré, pues mi vida social es completamente nula desde hace algunos siglos... Además el patán ese seguro que se daría cuenta de que le estoy mintiendo...
- Claro que no me importa – digo con un tono muy malhumorado
Salgo con los platos, haciendo malabares para no tirar ninguno y entro en el comedor donde en una mesa enorme están el rey y Legolas. Menudo desperdicio de mesa sólo para que coman dos personas... Pero en fin, soy solo una doncella de palacio y no le puedo espetar al rey : "En vez de gastarte el dinero en mesas enormes para comer con tu hijito gástatelo en construir talanes más dignos para tu pueblo, pedazo de inútil"
Pongo un plato delante de cada uno, intentando no mirar a Legolas a la cara y que no me reconozca, pero claro, él tiene que hacer su papel de príncipe educado y me mira sonriente al tiempo que dice : "Hannad le", y claro, me reconoce.
- Vaya, ¿ya estás de mejor humor?
"No es que estuviera de mal humor, es que yo soy así idiota", le hubiera dicho sin problemas, pero claro, son el rey y el príncipe... esta vez, al menos, me tengo que morder la lengua.
- Pues sí... Siento lo de antes majestad, he tenido una discusión en casa esta mañana antes de salir – le miento
- Claro, es perfectamente comprensible – dice él sin dejar de sonreír
- Y ahora, si me disculpa... – haciendo una ridícula reverencia me retiro, pensando que tengo que buscarme un trabajo más digno y menos ridículo... Y que me permita expresarme... Pero claro, ¿donde balrogs voy a trabajar aquí si no es en palacio?
Es lo malo de vivir en un reino élfico cutre anticuado, con un rey cutre anticuado, un principito cutre anticuado, la corte cutre anticuada y un jefe cutre, pero poco anticuado, eso si. Aiiis… ¡Quiero irme! Pero Narwain, mi hermana, me ata aquí. Aún es demasiado pequeña… Y cuando crezca ¿que haré yo? Quizá haga como esos los noldor. Embarcarme e irme al oeste. O sino, me cambiaré de residencia. Me iré a Lothlórien, Imladris o a Mithlond. Dicen que el mar es de veras espectacular… ¡Agh! ¡Daeiell quítate esas ideas estrambóticas de la cabeza! Aun ni ha llegado el momento de marcharme de los bosques. Aun no…
Mi jornada laboral ya ha acabado, son las ocho de la tarde, pero en estos días de invierno parece que se haga de noche se me tire encima. Me arrebujo en la capa, helada (cosa rara en los elfos, pero en fin…) y me dirijo a mi casa. La heredé de mis padres cuando ellos murieron, y aun sigo viviendo en ella. Me costaba dejarla, había sido mi hogar durante incontables años humanos, y parecía que aún conservaba ese aire familiar, de cuando mi padre llegaba a casa por la tarde y nos íbamos los dos a las fiestas principales del año.
- ¡Daeiell! ¡Mira, mira!-
Doy un salto. ¡Qué susto! Narwain me mira con sus ojos verdosos, parece ilusionada.
- ¡Nos han hecho pintar un cuadro de la familia en clase y me han puesto un 10!- me dice sonriente, incrustándome en la boca un papel grande y pintado.-
- Vale, vale…¡pero no quiero comérmelo!
Cuando puedo verlo, distinguió entre el revoltijo de colores las formas de una elfa rubia de grandes ojos azules que tiene en brazos a una niña elfa.
- ¡Mira, esta eres tú y esta soy yo! ¿A que sales muy guapa?-
- Si, muy guapa…- digo mientras siento que en mis ojos se forman unas molestas lágrimas.-
- Daeiell… ¿estas llorando?- me dice apenada.-
- No, es que me has metido el cuadro en los ojos.- dijo sonriendo demasiado forzadamente.- Bueno, me voy a dormir, tengo sueño. Hoy había mucho trabajo…
- ¡Buenas noches!
Subo las escaleras cansada. Las lagrimas ahora si, descienden por mi cara. Cuando estoy cerca de la cama, me lanzo llorando a lágrima viva. Echo de menos a mis padres. Los dos murieron en un ataque orco cerca de las Nubladas, cuando viajaban hacia Lórien en una misión del rey Thranduil…
***
Toc toc toc. La puerta. Me acerco con rapidez a ella y la abro. Fuera, dos oficiales del reino aguardan con un bulto entre sus brazos.
- Eres Daeiell?- pregunta uno, al cual no conozco.-
- Si, yo misma.- contesto, me huelo algo raro…-
- Tenemos malas noticias. La comitiva que iba a Lórien de misión cayó en una emboscada orca… Solo han sobrevivido dos de los nuestros.
Se me hace un nudo en la garganta… Que sean ellos, que sean ellos…
- Lo sentimos pero… no son tus padres.- dice el otro oficial.-
Me quedo anonadada. ¿Qué? No puede ser… no, no es todo una broma, decidme que es una broma…
- Pero por el camino nació tu hermana.- continúa.- Ella si sobrevivió.-
Y acto seguido me entrega el pequeño bulto. Fríos oficiales, se van sin mas…
- Cuida de ella.-
***
Lloro y lloro sin parar. Todo aquello ocurrió en enero, un desastroso mes de enero de hace años… Narwain…
