Me miro al espejo. Uff, con estas ojeras no hay quien vaya a trabajar… Parece que lleve siglos sin pegar ojo, pero solo llevo cuatro días sin dormir. Ale, vamos a intentar disimular un poquito con este maquillaje que me regalaron… ¡Aggh! ¡Parece que vaya de carnaval! Ni hablar, fuera potingues. Disfraz del día: muerta viviente. Genial…
Narwain, que se ha quedado… ¿como lo dicen los humanos de Esgaroth? ¿Flipando? No se… pero parece que haya visto una araña del bosque.
- Dae, estas muy…rara.- me comenta mientras se bebe su tazón de leche y yo aporreo como de costumbre la masa del pan.-
- ¿Rara?- repito con apatía.- ¿Y eso?
Se queda en silencio.
- No, por nada…-
- Bueno.-
Noto como su mirada se clava en mi nuca. Me estoy poniendo de los nervios.
- ¿No has de irte ya? Llegaras tarde.-
- Si, si.- oigo como recoge la bolsa del suelo y se me tira encima.-
- Uy, me ha salido un bicho en la espalda.- digo, sonriendo por primera vez en días.-
- Eres la mejor Dae.- me dice, me da un beso y sale corriendo.-
¿Y eso a que venía? Serán cosas de niños…o querrá algo. Pero anima mucho. Pero en cuando se va, el malhumor vuelve a mí. ¿Será Narwain un repelente de "bordería"? Vete a saber.
Media hora mas tarde, llego a palacio, y mi malhumor ya alcanza limites insospechados. Las cercanías de Nandor me afectan, pero mucho. En cuatro días he pasado de odiarle con toda mi alma a desear fervientemente que una araña lo destripe y lleve sus restos a mi casa para que los queme. Veremos si hoy se cumple mi añorado deseo…
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Agh, que asco de dia. Ni araña, ni restos, ni hoguera. Y lo peor, os puedo hacer un resumen en tres puntos:
- Limpieza habitaciones reales ---- Nandor siguiéndome todo el rato, molestando, pinchando…etcétera.
- Comida real ---- Nandor no estaba, pero Legolas y sus "Hannad lë" me sacaban de mis casillas.
- Aburrimiento real ---- Pues eso, planchar, fregar palacio en general…
Mi vida está tan llena de acción… uff, es increíble. Ahora mismo, sentada en el patio del palacio, parece que todo sea perfecto. Luz, arbolitos, pajarillos cantando, elfos dando saltitos con sus parejitas… uggh, repelente.
Creo que noto algo malo, algo se acerca… Oh oh! Nandor vuelve a estropearme el ya de por si estropeado paisaje. Si ya era malo, ahora es peor.
- Vaya, Daeiell, que agradable sorpresa.- me dice, mientras se acerca a donde estoy sentada.- ¿Disfrutando de la tarde?-
- Eso intentaba.- digo con mi habitual desgana.-
- ¿Te has enterado de la fiesta que darán en palacio en dos semanas?-
- ¿Fiesta?- levanto la cabeza sorprendida.-
- Si, para celebrar una de esas costumbres humanas… Carnaval le llaman. El rey invitará a algunas personalidades destacadas de la zona, como el señor de Valle.
Miro a Nandor cada vez más sorprendida. Es la primera vez que hablo con él dos segundos seguidos sin que diga alguna cosa estúpida y/o ofensiva. Me pregunto que quiere conseguir...
- Ah... – dije sin saber muy bien que contestar
- ¿Te apuntas?
- ¿¡Como?! – exclamo pensando que tal vez no he oído bien. ¿Nandor, el elfo más desagradable de la historia invitándome a una fiesta? ¿Dónde está el truco?
Él me mira sonriente, y yo levanto una ceja interrogante, pues cada vez entiendo menos lo que está pasando aquí.
- Bueno... He estado pensando que no me gusta llevarme mal con nadie, y que tal vez es hora de enterrar el hacha de guerra ¿no te parece?
- Emmm... – ¡maldita sea! Pocas veces me he quedado yo sin palabras, y odio cuando eso ocurre – Creo que no
- ¿Cómo que no? No puedes rechazar mi invitación – dice él muy convencido
- ¿Ah no? ¿Y porqué no exactamente?
- Porqué luego puede que yo rechace tu ayuda en el palacio
Abro los ojos, incrédula : - ¿Me dejas sin trabajo si no voy a esa asquerosa fiesta?
- Exacto – asiente Nandor con una estúpida sonrisa en el rostro
Me quedo en silencio unos momentos, pensando que la fiesta se la puede meter por el culo, que no quiero ir, pero claro, necesito el trabajo porqué Narwain no se cuida sola...
- Pero que sepas que voy obligada y que no voy a disfrutarla – digo al tiempo que me levanto
- Te haré llegar un disfraz – dice él
- No hace falta, voy a ir disfrazada de elfa cabreada – digo yo tajantemente
- No creas que hago esto por gusto Daeiell, tengo mis razones
- Si claro, no perder tu fama del elfo más insoportable de todo el bosque – y dicho esto me voy
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Tocan a la puerta. Yo me estoy lavando el pelo así que lanzo un grito a Narwain para que vaya a abrir ella, porque no es plan de salir a recibir a alguien echa una pompa de jabón.
- ¡Daaee! ¡Preguntan por ti! – oigo la voz de mi hermana menor
Hay que joderse. Simplemente se podrían olvidar todos de mi... No es mucho pedir... Digo yo vamos.
- Dile a quien sea que en este momento mi excelentísima persona no puede salir. ¡Que no sean tan pesados y dejen el encargo, no es tan difícil!
Y más que nada, para fastidiar a quien había venido, y por si se estaba esperando me acabo de limpiar el pelo a cámara lenta.
Al final salgo al comedor. Narwain está leyendo un cuento con sus piernecitas colgando de la silla. Sonrío.
- Y bien... ¿Quién era antes?
- Un elfo – me contesta ella, que está completamente absorta en su lectura
- ¿Qué clase de elfo? ¿Malhumorado? – quizá era uno de los bobos guardias de palacio, o quizá era Nandor - ¿O con cara de gilipollas?
- Mmmm... No. Era rubio
Genial, fijo que era el patán ese de Nandor. Podría haber salido a meterle la pastilla de jabón hasta la garganta.
- ¿Y que quería? ¿Te ha dicho algo desagradable?
- Mmm... No, si era muy amable. Sólo ha dejado ese paquete para ti. Se ha ido, pero antes de irse me ha sonreído y me ha dicho un "Hannad le"
Oh, oh... ¿Hannad le? Eso era típico de.... Sacudo la cabeza. ¿Qué balrogs pintaba Legolas en mi casa? Nada, nada de nada. Seguro que había sido el otro inútil queriendo aparentar buenas maneras.
Abro la caja que habían dejado para mi. Dentro hay un vestido, o al menos eso parece. Lo saco. Un trocito de pergamino rueda hasta el suelo.
"Para que puedas asistir a la fiesta de carnaval. Espero que el disfraz sea de tu agrado"
No hay más. Echo una mala mirada por la ventana. Encima con notitas anónimas. Hago una bola con el papel y me la guardo en el bolsillo. Tal vez no le he podido hacer tragar la pastilla de jabón, pero una bola de pergamino mezclada en su comida quizá si que la podría camuflar.
Y mañana mismo devolvería ese montón de tela a la que llamaba disfraz. Y que se atreviera a despacharme por no asistir a esa absurda fiesta, que le meteria el palo de la fregona por el culo.
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Al día siguiente llego al palacio con una mala cara que hubiese asustado a cualquier balrog. Antes que nada quiero encontrar a Nandor para arrancarle la cabeza a bocados.
Pero claro, como que mi suerte es tan buena, no hay maneras de encontrarle. Por el contrario por uno de los pasillos veo que me cruzaré inevitablemente con el principito "hannad le".
- Dama Daeiell – me dice con una sonrisa cuando ha llegado a mi altura y mis intentos de camuflarme en la pared han fracasado estrepitosamente – Recibió ayer el disfraz para la fiesta ¿cierto?
¿¡Como!? Tenía que haber una confusión... No había sido él... ¿o si?
- El... ¿El disfraz? – balbuceo yo
- Se lo dejé a su hermana pequeña, puesto que usted se encontraba un poco... indispuesta
- Fue... ¿Fue usted quien vino ayer a mi casa? – quiero hacer un hueco en el suelo y esconderme en él. Ahora si que me he quedado sin trabajo...
- Pues si, yo le pedí a Nandor que la invitara a la fiesta, puesto que vi que algo la preocupaba. Ayer tenía realmente muy mala cara.
"¡No es que me preocupara nada ni que tuviera mala cara pedazo de inútil! Es que yo tengo esa cara siempre" estoy a punto de decirle, pero claro, no es plan de estropear más las cosas. En vez de eso me repito mil veces para mi interior "Necesito dinero, necesito el trabajo"
- Es usted en verdad muy considerado señor, pero no creo que deba asistir a esa fiesta – le digo al fin
- No hay más que hablar – dice Legolas – La veré en la fiesta.
Y se va. Yo me quedo viéndolo con mala cara. ¡Será tirano dictador! ¿Cómo se atreve a obligarme a asistir a una estúpida fiesta? Por suerte cuando el rubiales guaperas este llegue a ser rey yo ya me habré suicidado, o me habré marchado. Espero que sea la segunda opción.
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