Albus Dumbledore estaba en su despacho, meditando sobre lo que le había pasado aquella fría mañana de un catorce de febrero, antes de depositar sus pensamientos en el pensadero.

Aquella mañana todo le había salido mal.

Primero, se había quedado dormido y no le había dado tiempo a corregir los deberes de sus alumnos de primero antes de ir a desayunar.

Después, al intentar coger sus gafas de la mesilla que estaba al lado de su cama, había tirado la lamparita que tenía al lado para leer por las noches, llenando el suelo de cristalitos.

Más tarde, al levantarse, no se acordó de que el suelo estaba lleno de cristales, por lo que se clavó unos cuantos en la planta del pie.

Luego, cuando entró a la ducha, se dio cuenta demasiado tarde de que el agua caliente no funcionaba, justo cuando sintió que un chorro de agua helada le congelaba hasta las entrañas. Pero no tuvo más remedio que terminar de ducharse con el agua fría.

Y por último, casi se ahoga con el chocolate cuando Dippet anunció el baile de esa noche...

El balance, al fin y al cabo no había sido muy negativo:

-No tenía pareja para el baile, ya que todos los profesores eran hombres.

-No tenía ni disfraz ni la más mínima idea de en qué podía disfrazarse.

-Había cambiado de lamparita, porque la otra había ido directamente al cubo de la basura.

-Había cambiado de gafas, porque las otras eran ya muy viejas y después del golpe habían quedado inservibles.

Albus fue a dejar la taza de chocolate que se tomaba a media mañana encima de la mesa, pero con tan mala suerte que la dejó encima de una caja de grageas de Bertie-Botts de todos los sabores y se le cayó todo el chocolate encima.

Se cambió rápidamente de túnica, a pesar de que no tenía otra cosa que hacer, y decidió irse a la biblioteca para ver si leyendo un poco podía olvidarse del mal día que había tenido y concentrarse en otra cosa que no fuesen corazoncitos y estúpidos poemas de amor.

No era porque él estuviese enamorado, es más, estaba seguro de que nunca se había enamorado de verdad, sino porque en los pasillos de Hogwarts no se oís hablar de otra cosa.

Y suponía que como era San Valentín y había visita a Hogsmeade, el castillo estaría vacío.

Sumido en estos pensamientos salió de su despacho y se dirigió hacia la biblioteca con paso algo rápido.

Tardó poco tiempo hasta llegar a la biblioteca comparado a otros días. Puede que fuese porque se había cambiado alguna pared de sitio o se había suprimido algún pasillo sin él darse cuenta.

Cuando él entró en la biblioteca, que él creía vacía, escuchó claramente los sollozos de una persona que se debía encontrar al final de la biblioteca.

Se acercó sigilosamente hasta la última mesa que había, y cuál sería su sorpresa al ver que la chica que estaba llorando era Minerva McGonagall, la alumna más brillante de Hogwarts.

-¿Qué te pasa, señorita McGonagall?-preguntó Dumbledore mientras se sentaba en una silla a su lado.

-Nada-respondió McGonagall enjugándose rápidamente las lágrimas.-Simplemente... no me encuentro muy bien que digamos. Será casi mejor que vaya a la enfermería ahora mismo.

Minerva intentó recoger sus libros cuando sintió que Albus ponía una mano encima de su hombro indicándola que se sentara de nuevo.

-No se llora por nada-dijo Dumbledore muy serio- y tampoco tienes cara de estar enferma. Si no me lo quieres contar, no me lo cuentes, pero eso sí, no me mientas. Prefiero que me digas que no me lo quieres contar.

Mientras decía esto Minerva miró fijamente los ojos color cielo que tenía Albus...

Sintió que todos los sentimientos se unían y se separaban, llenándola de confusión por todo el cuerpo. Quería ser sincera con Albus, pero no podía... Sería ridículo.

Además, ¿qué le diría?

-Profesor Dumbledore... Que la razón por la que estoy así es porque te quiero...

Suena demasiado estúpido.

Albus también miraba fijamente los ojos de McGonagall.

Nunca había visto unos ojos verdes de un color tan intenso, tan bonito, como las praderas de Escocia.

Intentaba descubrir qué es lo que estaba pasando en ese momento por la cabeza de Minerva, intentaba leerle los ojos... pero cuando creía que lo iba a conseguir notó cómo esos bellos ojos se llenaban de lágrimas otra vez.

Sin pensárselo dos veces, Albus Dumbledore rodeó con sus brazos a Minerva McGonagall, sentía que ella necesitaba a alguien en ese momento, y pensó que podría ser él.

Minerva hundió su cabeza en el pecho de Dumbledore y empezó a llorar con aún más ímpetu que antes.

Sentía ese aroma que la enloquecía, que estaba tan cerca y a la vez tan lejos, que no quería que ese instante acabara nunca.

Pero en el fondo sentía que estaba sola, porque Andy y Alastor estarían esa noche con Sam y con Emily, pero ella no tendría a nadie...

Pasaba demasiado tiempo con los estudios, hasta había descuidado el Quidditch, y no encontraba tiempo para buscarse a alguien. Pero en el fondo ella no quería encontrar a nadie...

Mas que nada, porque su corazón ya estaba ocupado.

Ya estaba algo más calmada cuando se separó de los brazos de Dumbledore, y de todas formas, sentía que no iba a poder seguir mucho tiempo así.

-Muchas gracias, profesor Dumbledore-dijo Minerva-Sobre todo por no obligarme a contarte los motivos por los que estoy así.

-No hay de qué. Y por favor, llámame Albus cuando no estemos en clase.

-Vale. Entonces llámame Minerva-intentando aparentar más tranquilidad de la que en realidad tenía.

Dumbledore miró de reojo a los libros que tenía Minerva encima de la mesa.

-Vaya-dijo Dumbledore algo sorprendido- veo que tienes interés por un libro que ha escrito un viejo cascarrabias.

-No, por esos no tengo interés-respondió Minerva-Tengo interés por un libro que ha escrito un magnífico profesor de transformaciones de Hogwarts sobre los doce usos que tiene la sangre de los dragones.

-Me tendrás que presentar algún día a ese profesor, Minerva, porque yo no lo conozco.

Nada más terminar de decir esto, Minerva McGonagall lo miró con una cara de auténtica asesina para echarse a reír nada más ver la cara de niño bueno que ponía Dumbledore.

-Veo que he conseguido hacerte reír-dijo Dumbledore con aire divertido-Por cierto, tienes que mostrar más a menudo esa sonrisa tan bonita.

Minerva sintió que estaba enrojeciendo, así que decidió levantarse a coger un libro sobre ajedrez mágico para ver si podía aprender algún movimiento nuevo aparte de los muchos que ya sabía.

Lo estuvo buscando por las estanterías y, cuando por fin lo encontró y estaba ya algo más serena, se volvió a sentar, esta vez enfrente de Dumbledore.

-¿Te gusta jugar al ajedrez?-preguntó Dumbledore al ver el libro.- Si quieres, podemos jugar una partida en mi despacho.

Claro, que sólo si estás dispuesta a perder ante el gran maestro...

-¡De eso nada!-respondió Minerva rápidamente-Tendremos que ver quién es el mejor... O como va a resultar en esta ocasión, la mejor...

Mientras decía esto, Minerva no pudo evitar quedarse mirando fijamente a los ojos de su profesor de Transformaciones.

Sabía que nada podía ocurrir entre ellos dos, pero no podía evitar perderse en sus ojos... Unos bonitos ojos azules, tan claros como el cielo en un día de verano.

Albus también la miraba fijamente.

A pesar de la diferencia de edad entre ambos, de unos ochenta años,  no podía evitar que su corazón latiese fuertemente cuando estaba cerca de ella. No podía pensar en otra cosa que no fuesen sus labios, sus ojos, su pelo...

Había algo especial en ella, no sabía el qué, pero le volvía loco.

Quizá era su inteligencia, quizá su belleza. A lo mejor las dos cosas a la vez.

Pero algo que realmente apreciaba de ella era su carácter: fuerte, a la vez sensible, aunque tratase de ocultarlo, y sobre todo maduro.

Recordó aquella tarde en la que Minerva le ayudó a corregir algunos exámenes de los alumnos de primero, ya que ella iba más adelantada que el resto de sus compañeros y él quería darle un trabajo extra para que no se perdiese su talento para transformaciones.

Estuvieron hablando toda esa tarde de todos los temas imaginables, y él se quedó algo asombrado, ya que no se imaginaba que se pudiese hablar de cualquier cosa con una chica de diecisiete años.

Pensó en ayudarla a convertirse en una animaga.

Súbitamente, una voz lo sacó de su ensimismamiento.

-Albus, esa partida de ajedrez,  ¿La vamos a jugar hoy o la jugamos mañana? Porque a este paso...

-Ahora mismo, mi querida Minerva-respondió Dumbledore- Deja los libros en tu habitación y ve hacia mi despacho, que yo ahora mismo voy.

McGonagall recogió los libros que estaban encima de la mesa y salió de la biblioteca algo confusa.

¿Qué había querido decir llamándola querida?

¿Había sido algo que le había salido espontáneo o habría querido darle algún significado?

Qué tonta era... Seguro que había sido algo espontáneo, Albus era su profesor de transformaciones y no podía sentir algo por ella...

Además seguía existiendo la barrera de la edad.

Mientras Minerva se iba con estas cavilaciones, en la biblioteca Albus tenía otras, sino iguales, muy parecidas.

Sabía que no podría resistirse mucho más al encanto de Minerva, que cada vez le atrapaba más y más.

Pero tenía que recordar que él era un profesor y ella su alumna, que eso estaba prohibido.

Quizá podría enviarle alguna de esas tarjetas anónimas, pero al instante le pareció una estupidez digna de un quinceañero.

Y él hacía tiempo que había pasado esa edad...

Colocó ágilmente las sillas en su sitio, y salió velozmente hacia su despacho para recoger un poco antes de que llegase Minerva.

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Hola!!!

Siento haber tardado tanto en actualizar esta historia, pero tenía muchos exámenes y poco tiempo para escribir.

Espero que en estos tres días que tengo de vacaciones (lunes, martes y miércoles) y los otros cuatro que es como si lo fueran (jueves, viernes, sábado y domingo) pueda subir algún capi de Vacaciones en Escocia (a ver si puede ser uno largo o dos) y espero poder subir otro largo o dos no muy cortos de El lado correcto de lo incorrecto.

Lo mismo, si me da la vena, hago algún fic de sólo un capítulo... ya veré lo que me da tiempo.

Lo que más me gusta del fic es la parte torpe de Albus... Me recuerda un poco a mí cuando me quedo dormida y me levanto tarde... _

También me gusta la parte tierna de McGonagall. Siempre la pintan seria... Menos cuando gana Gryffindor el campeonato de Quidditch...

Muchas gracias a las que me dejasteis review (llorando a lágrima viva de la emoción)

Supongo que en el cheque de este mes os tendré que pagar algo más... ^^

Jessi Weasley: Muchas gracias xtu review, fue el primero de este fic...

Al final me atreví a hacer un Albus/Minerva...

¿Hablaste al final con el señor "N"?

Muchos besitos wapa.

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Melania Weasley: Wenas!! Muchas gracias por dejarme un review... ^^

Tenía muchísimas ganas de leer un Albus/Minerva en español, pero parece que la gente no "ha descubierto" esa pareja... aunque a mí me parece de las cosas más obvias que salen en los libros de HP...

Siento haber tardado tanto en haber subido otro capi... snif snif.

Y puede que suene raro eso de Min... pero a los diecisiete años es muy difícil que la gente te llame por tu nombre entero si lo puede abreviar (lo digo xmi hermano, mi primo y un gran etc. de personas a las q les pasará lo mismo)

Muchos besos

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Barbi_black: Wenas!!

Me hace bastante ilusión que me hayas dejado un review... ^^

Cuando leí tu review creía que me iba a poner roja, en serio, seguro que no es para tanto.

A ver... con lo de la edad entre Albus y Minerva, se llevan alrededor de 80 años, porque Dumbledore tiene 150 y McGonagall alrededor de 80.

En el fic, la "pequeña Min" tiene 17 años, por lo que Dumbledore tiene 97.

Y podrán pensar: "¿Pero cómo va a atraer un señor de casi cien años a una chiquilla que aún no tiene ni los veinte?"

Pues porque los magos tardan más en envejecer. Albus tiene 150 y se conserva como uno de 70 como mucho. Y creo que todavía ningún muggle ha llegado hasta los 150.

Te dejo de dar la murga con lo de la edad ya.

Si irán al baile ellos dos juntos... creo que es algo con lo que todos contamos, aunque necesitare bastante tiempo para escribir un capítulo que me guste en el que se decidan los dos a ir al baile.

Y necesito ayuda urgentemente con el disfraz de Albus... ARGH!!!!

Espero que esta tarde con los disfraces os lo paséis bien Patri y tú.

Ten cuidado con los escaparates y no seas demasiado buena...

Muchos besos wapetona!!

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Y hasta aquí hemos llegado...

Dejad un bonito review si habéis llegado a este punto, se agradecen.

Muchos besitos y sed buenos / as:

...Kiara McGonagall...

...Albus & Minerva forever...