Sukzuni.
Capítulo 4.
EL ATAQUE DEL SAMURAI Y LA APARICIÓN DEL MISTERIOSO DRATINI.
Ehh? – Dice Sukzuni un poco desconcertada sin entender mucho la sorpresa de Kiezen. – Pues... no me la dio mi padre per...
Es obvio que no te la dio tu padre, Sukzuni – Dice Kiezen interrumpiéndola pensando que lo tomaba como un estúpido. – A lo que me refiero es que esa Pokeball, la Dragonball, fue uno de los secretos que Kento jamás nos revelo, fue la única y la última Pokeball que el tuvo después de que halla empezado el Gobierno del Imperio Meiji...
Y... que es lo importante de eso? – Decía Sukzuni sin entender todavía la causa.
Simple... – Dijo Kiezen con aire de experto. – Apenas tu padre libero a sus Pokémons para protegerlos de la Guerra, con la única Pokeball que se quedo tu padre fue esa, que era muy diferente a las demás. Cuando murió Kento, nunca supimos donde quedo la Dragonball, con lo cual la dimos por perdida. Nunca supimos que tenía dentro, ni como la había conseguido ni el porqué tenia ese diseño, tampoco nos dijo porqué tenia tanto interés en conservaba y cuidarla... – Dijo Kiezen un poco triste por su ignorancia. - Pero... lo que me extraña más es porque la tienes tú... – Decía mientras se tocaba con dos dedos el mentón en señal de que estaba pensando.
La "Dragonball" venia con estas dos Pokeball en el cinturón. – Dijo Sukzuni mostrándole los objetos. – y todo esto me lo dio mi hermano el día de mi cumpleaños en la mañana en mi velador...
Mmm... Ya veo... Supongo entonces que lo deberá saber tu Hermano... Será difícil encontrarlo pero hay que estar atentos... –Decía Kiezen. – A ver... Préstame la Dragonball... – Decía Kiezen estirando la mano para que le entregue la Pokeball.
Sukzuni la saca de su cinturón, y se la entrega. Kiezen la toma ágilmente, la agranda y la lanza contra el suelo, pero la Dragonball ni siquiera se abre.
Mmm... Que raro, si la Dragonball no tuviera nada dentro, se abriría y no saldría nada, pero esta ni siquiera se abre... – Decía Kiezen desconcertado mientras recogía la Dragonball del suelo. – Guárdala por mientras, después veremos cual es el problema. – Dijo.
Mientras Kiezen hablaba, Sukzuni estaba mirando interesadamente el laboratorio con lo cual no le puso mucho atención a lo que decía Kiezen.
EJEM... – Dice Kiezen muy poco disimulado para que le tomara atención. – En fin... Toma la Pokedex, apunta con su lente a cualquier objeto o Pokémon del cual desees información.
Kiezen, mientras seguía hablando saca una cosas de otro cajón y se las entrega a Sukzuni.
Toma, esto te servirá para recuperar a tus Pokémons después de alguna batalla, se llaman Pociones, pero esta es más potente, es una Super Poción. – Sukzuni asiente con su cabeza y toma las tres Super Pociones y las mete en su mochila.
De repente, mientras Sukzuni guardaba las Super Pociones en su mochila, se siente un fuerte ruido que golpeaba la puerta de entrada brutalmente. Kiezen corre hacia el ruido y ve como cae la puerta de una patada de un Gran Samurai.
Donde esta la chica, Abuelo. – Decía agresivamente el Samurai mientras caminaba lentamente hacia Kiezen sacando su Katana en muestra de amenaza.
No sé de que chica me hablas. – Decía Kiezen con un tono desafiante sin mostrar temor.
Sukzuni escuchaba desde el pasillo, donde no la podían ver.
Dímelo, abuelo, o la buscaré yo mismo después de matarte – Decía el brutal Samurai agarrando del cuello a Kiezen con una mano y levantándolo en el aire.
Suéltalo, imbesil – Sukzuni salió del pasillo con su Katana de Entrenamiento en mano y mirando al Samurai con cara desafiante mientras Kiezen hacia arcadas de ahogo.
Ja... – Decía el Samurai sarcásticamente tirando a Kiezen al suelo. – Te crees muy fuerte eh? Mocosa.
El Samurai corre hacia Sukzuni y le golpea con su Katana pero Sukzuni le bloquea el golpe atravesando su Katana, Sukzuni no tenía la suficiente fuerza para aguantar el poderoso golpe, por lo que salió volando hasta chocar contra la pared.
El Samurai se reía burlescamente mientras Sukzuni estaba tirada en el suelo tomándose con una mano su hombro herido. Sukzuni aprieta los dientes y se levanta débilmente, pero con su Katana firmemente apretada en frente del Samurai. El Samurai corre y levanta su Katana para golpearla, pero Sukzuni se mantiene allí y siente que algo tirita, miró hacia sus Pokeballs y la Dragonball estaba brillando y tiritando, como si algo dentro quisiera salir de adentro. Mientras el Samurai corría, Sukzuni bota su Katana y toma hábilmente la Dragonball, la agranda, y la lanza hacia los pies del Samurai obligándolo detenerse. Sale dentro algo como una serpiente, pero blanca, y con unos lindos ojos. Era un Dratini.
Kiezen estaba sorprendido, miraba boquiabierto desde el suelo, no se podía explicar de como ella podía haber abierto la Dragonball. El pequeño dragón mira desafiantemente al Samurai.
Jajajajajaja – Decía el Samurai con una risa forzada. – hace muchísimo tiempo que no veía a un Pokémon, pero crees que con eso me vas a ganar? – Decía el Samurai mientras miraba despreciadamente al Dratini.
Sukzuni estaba sorprendida, no sabía que hacer en ese momento. En que la iba a ayudar una pequeña Serpiente Blanca? De repente mira a Kiezen tirado en el Suelo.
Sukzuni... Or... Ordénale que ataque... con... Onda Trueno... rápido... – Decía Kiezen muy herido en el suelo.
Sukzuni acierta con la cabeza.
Onda Trueno! – Grita Sukzuni.
El pequeño Dratini con unos ojos de ira le parten saliendo truenos alrededor de su cuerpo Blanco, y los lanza hacia el Samurai, el bestia parecía amarrado por el conjunto de truenos que lo rodeaban.
Ja! Muy Bueno eh? – dice el Samurai cuando abrió los brazos soltándose de los truenos.
Sukzuni pone cara de preocupación, pero Dratini seguía igual, de repente, la pequeña criatura se levanta en la punta de su cola y manda un tremendo grito: DRAAAAATIIINIIIIIIIIII El Samurai estaba cerca de la puerta, Sukzuni podía ver que al fondo unas nubes de color negro se aproximaban, mientras el Dratini sigue gritando, parten saliendo truenos del cielo, uno gigantesco cae desde el cielo hacia el Brutal Samurai, dejándolo inconsciente en el Suelo.
Sukzuni corre hacia la puerta, pero solo alcanza ver algo de un amarillo intenso que estaba unos metros de la puerta que se movió excesivamente rápido hacia el bosque. Las nubes negras de alejaban rápidamente después del fuerte rayo que calló sobre el Samurai.
Sukzuni corre a auxiliar a Kiezen ayudándolo a levantarse.
Ordénale a... Dratini... que... regrese... ayyy... – Decía Kiezen débilmente mientras se quejaba del dolor.
OK. ¡Dratini Regresa! – Gritó Sukzuni mientras le apuntaba con su Dragonball.
Sukzuni lleva a Kiezen hacia su habitación para que reposara de la paliza. Sukzuni estaba nerviosa, no sabía que tan grave esta Kiezen, y por todo su cuerpo, le recorrían escalofríos en sensación de culpabilidad.
No... te sientas... culpable... Sukzuni, me recuperaré... – Decía Kiezen agonizantemente mientras se intentaba levantar de su cama.
No, no, no... Nada de eso, recuéstate de nuevo. – Decía Sukzuni dándole un pequeño empujoncito para que se volviera a recostar, pero el le golpea la mano para que le soltara.
Sukzuni, no me detengas, los demás Samuráis se darán cuenta de la ausencia de los dos Samuráis heridos, y vendrán a ver lo que sucedió con el rayo que callo aquí. Si te encuentran, te matan, así que te tendrás que largarte ahora. – Decía Kiezen mientras se levantaba débilmente. – Ya lo sabes todo lo necesario, el problema ahora es la Batalla Pokémon... – Kiezen hace una pausa y se pone a pensar. – mmm... sígueme... – Dice dudoso.
Sukzuni y Kiezen van caminando en otro largo pasillo hasta llegar a unas puertas con ventanas que llevaba a un gran patio sin ninguna otra salida aparte de esa, era de pasto verde y cortado todo a la misma altura, se notaba que Kiezen se preocupaba en cuidarlo. Estaba marcado con líneas blancas que lo hacían parecer una pequeña cancha de fútbol pero sin portería. El Anciano estaba herido, pero hacía un gran intento de mostrarse bien, por lo que Sukzuni prefirió seguirle el juego. Kiezen camina, cojeando, hacia uno de los extremos laterales, lejos pero al frente de Sukzuni.
OK... Ahora muéstrame lo que tienes... – Dice Kiezen mientras cruzaba los brazos.
Ehh? – Dice Sukzuni un poco desconcertada sin entender mucho la sorpresa de Kiezen. – Pues... no me la dio mi padre per...
Es obvio que no te la dio tu padre, Sukzuni – Dice Kiezen interrumpiéndola pensando que lo tomaba como un estúpido. – A lo que me refiero es que esa Pokeball, la Dragonball, fue uno de los secretos que Kento jamás nos revelo, fue la única y la última Pokeball que el tuvo después de que halla empezado el Gobierno del Imperio Meiji...
Y... que es lo importante de eso? – Decía Sukzuni sin entender todavía la causa.
Simple... – Dijo Kiezen con aire de experto. – Apenas tu padre libero a sus Pokémons para protegerlos de la Guerra, con la única Pokeball que se quedo tu padre fue esa, que era muy diferente a las demás. Cuando murió Kento, nunca supimos donde quedo la Dragonball, con lo cual la dimos por perdida. Nunca supimos que tenía dentro, ni como la había conseguido ni el porqué tenia ese diseño, tampoco nos dijo porqué tenia tanto interés en conservaba y cuidarla... – Dijo Kiezen un poco triste por su ignorancia. - Pero... lo que me extraña más es porque la tienes tú... – Decía mientras se tocaba con dos dedos el mentón en señal de que estaba pensando.
La "Dragonball" venia con estas dos Pokeball en el cinturón. – Dijo Sukzuni mostrándole los objetos. – y todo esto me lo dio mi hermano el día de mi cumpleaños en la mañana en mi velador...
Mmm... Ya veo... Supongo entonces que lo deberá saber tu Hermano... Será difícil encontrarlo pero hay que estar atentos... –Decía Kiezen. – A ver... Préstame la Dragonball... – Decía Kiezen estirando la mano para que le entregue la Pokeball.
Sukzuni la saca de su cinturón, y se la entrega. Kiezen la toma ágilmente, la agranda y la lanza contra el suelo, pero la Dragonball ni siquiera se abre.
Mmm... Que raro, si la Dragonball no tuviera nada dentro, se abriría y no saldría nada, pero esta ni siquiera se abre... – Decía Kiezen desconcertado mientras recogía la Dragonball del suelo. – Guárdala por mientras, después veremos cual es el problema. – Dijo.
Mientras Kiezen hablaba, Sukzuni estaba mirando interesadamente el laboratorio con lo cual no le puso mucho atención a lo que decía Kiezen.
EJEM... – Dice Kiezen muy poco disimulado para que le tomara atención. – En fin... Toma la Pokedex, apunta con su lente a cualquier objeto o Pokémon del cual desees información.
Kiezen, mientras seguía hablando saca una cosas de otro cajón y se las entrega a Sukzuni.
Toma, esto te servirá para recuperar a tus Pokémons después de alguna batalla, se llaman Pociones, pero esta es más potente, es una Super Poción. – Sukzuni asiente con su cabeza y toma las tres Super Pociones y las mete en su mochila.
De repente, mientras Sukzuni guardaba las Super Pociones en su mochila, se siente un fuerte ruido que golpeaba la puerta de entrada brutalmente. Kiezen corre hacia el ruido y ve como cae la puerta de una patada de un Gran Samurai.
Donde esta la chica, Abuelo. – Decía agresivamente el Samurai mientras caminaba lentamente hacia Kiezen sacando su Katana en muestra de amenaza.
No sé de que chica me hablas. – Decía Kiezen con un tono desafiante sin mostrar temor.
Sukzuni escuchaba desde el pasillo, donde no la podían ver.
Dímelo, abuelo, o la buscaré yo mismo después de matarte – Decía el brutal Samurai agarrando del cuello a Kiezen con una mano y levantándolo en el aire.
Suéltalo, imbesil – Sukzuni salió del pasillo con su Katana de Entrenamiento en mano y mirando al Samurai con cara desafiante mientras Kiezen hacia arcadas de ahogo.
Ja... – Decía el Samurai sarcásticamente tirando a Kiezen al suelo. – Te crees muy fuerte eh? Mocosa.
El Samurai corre hacia Sukzuni y le golpea con su Katana pero Sukzuni le bloquea el golpe atravesando su Katana, Sukzuni no tenía la suficiente fuerza para aguantar el poderoso golpe, por lo que salió volando hasta chocar contra la pared.
El Samurai se reía burlescamente mientras Sukzuni estaba tirada en el suelo tomándose con una mano su hombro herido. Sukzuni aprieta los dientes y se levanta débilmente, pero con su Katana firmemente apretada en frente del Samurai. El Samurai corre y levanta su Katana para golpearla, pero Sukzuni se mantiene allí y siente que algo tirita, miró hacia sus Pokeballs y la Dragonball estaba brillando y tiritando, como si algo dentro quisiera salir de adentro. Mientras el Samurai corría, Sukzuni bota su Katana y toma hábilmente la Dragonball, la agranda, y la lanza hacia los pies del Samurai obligándolo detenerse. Sale dentro algo como una serpiente, pero blanca, y con unos lindos ojos. Era un Dratini.
Kiezen estaba sorprendido, miraba boquiabierto desde el suelo, no se podía explicar de como ella podía haber abierto la Dragonball. El pequeño dragón mira desafiantemente al Samurai.
Jajajajajaja – Decía el Samurai con una risa forzada. – hace muchísimo tiempo que no veía a un Pokémon, pero crees que con eso me vas a ganar? – Decía el Samurai mientras miraba despreciadamente al Dratini.
Sukzuni estaba sorprendida, no sabía que hacer en ese momento. En que la iba a ayudar una pequeña Serpiente Blanca? De repente mira a Kiezen tirado en el Suelo.
Sukzuni... Or... Ordénale que ataque... con... Onda Trueno... rápido... – Decía Kiezen muy herido en el suelo.
Sukzuni acierta con la cabeza.
Onda Trueno! – Grita Sukzuni.
El pequeño Dratini con unos ojos de ira le parten saliendo truenos alrededor de su cuerpo Blanco, y los lanza hacia el Samurai, el bestia parecía amarrado por el conjunto de truenos que lo rodeaban.
Ja! Muy Bueno eh? – dice el Samurai cuando abrió los brazos soltándose de los truenos.
Sukzuni pone cara de preocupación, pero Dratini seguía igual, de repente, la pequeña criatura se levanta en la punta de su cola y manda un tremendo grito: DRAAAAATIIINIIIIIIIIII El Samurai estaba cerca de la puerta, Sukzuni podía ver que al fondo unas nubes de color negro se aproximaban, mientras el Dratini sigue gritando, parten saliendo truenos del cielo, uno gigantesco cae desde el cielo hacia el Brutal Samurai, dejándolo inconsciente en el Suelo.
Sukzuni corre hacia la puerta, pero solo alcanza ver algo de un amarillo intenso que estaba unos metros de la puerta que se movió excesivamente rápido hacia el bosque. Las nubes negras de alejaban rápidamente después del fuerte rayo que calló sobre el Samurai.
Sukzuni corre a auxiliar a Kiezen ayudándolo a levantarse.
Ordénale a... Dratini... que... regrese... ayyy... – Decía Kiezen débilmente mientras se quejaba del dolor.
OK. ¡Dratini Regresa! – Gritó Sukzuni mientras le apuntaba con su Dragonball.
Sukzuni lleva a Kiezen hacia su habitación para que reposara de la paliza. Sukzuni estaba nerviosa, no sabía que tan grave esta Kiezen, y por todo su cuerpo, le recorrían escalofríos en sensación de culpabilidad.
No... te sientas... culpable... Sukzuni, me recuperaré... – Decía Kiezen agonizantemente mientras se intentaba levantar de su cama.
No, no, no... Nada de eso, recuéstate de nuevo. – Decía Sukzuni dándole un pequeño empujoncito para que se volviera a recostar, pero el le golpea la mano para que le soltara.
Sukzuni, no me detengas, los demás Samuráis se darán cuenta de la ausencia de los dos Samuráis heridos, y vendrán a ver lo que sucedió con el rayo que callo aquí. Si te encuentran, te matan, así que te tendrás que largarte ahora. – Decía Kiezen mientras se levantaba débilmente. – Ya lo sabes todo lo necesario, el problema ahora es la Batalla Pokémon... – Kiezen hace una pausa y se pone a pensar. – mmm... sígueme... – Dice dudoso.
Sukzuni y Kiezen van caminando en otro largo pasillo hasta llegar a unas puertas con ventanas que llevaba a un gran patio sin ninguna otra salida aparte de esa, era de pasto verde y cortado todo a la misma altura, se notaba que Kiezen se preocupaba en cuidarlo. Estaba marcado con líneas blancas que lo hacían parecer una pequeña cancha de fútbol pero sin portería. El Anciano estaba herido, pero hacía un gran intento de mostrarse bien, por lo que Sukzuni prefirió seguirle el juego. Kiezen camina, cojeando, hacia uno de los extremos laterales, lejos pero al frente de Sukzuni.
OK... Ahora muéstrame lo que tienes... – Dice Kiezen mientras cruzaba los brazos.
