Notas de la Traductora: sip, Laie Himura de Fanel "ataca" con otra
traducción. Como ya sabéis, tengo cierta abilidad para empezar un
montón de trabajos a la vez y luego acabarlos muuyy tarde, pero esta
obra lleva años rondando por mi cabeza y TENGO que traducirla. No
pienso decir nada sobre la autora original, ni sobre el título, y
sobretodo, pienso mantener las parejas en secreto (a menos, claro, que
sea un caso de extrema necesidad y alguien se muera si no lo sabe). Si
alguien la ha leido, agradecería que no dijera nada y me consintiera
mantener el misterio hasta el último capítulo. Muchas gracias.


Primer Libro: Introducción: Conociendo a Quatre Winner.

Supongo que antes de empezar debería explicarte mi historia. Sé que
suena aburrido hablar del pasado pero realmente es la mejor parte para
describir sobre todo lo que ocurrió. Estoy siendo un cobarde en
realidad –evitando la historia real por una fórmula simple de mi
infancia.

Nací en una familia rica, una pareja joven. Mi padre era un
diplomático Americano, mi madre una modelo Escandinava. Ninguno de los
dos quería realmente un niño, y menos un pequeño lloroso buscador de
atención como yo. Tan pronto como la baja maternal acabó y los
inchados pechos llenos de leche desaparecieron fui dado a una niñera a
tiempo completo; una amable, pero extremadamente religiosa señora
llamada Helen.

Mientras mis padres viajaban por el mundo juntos, yo me sentaba con
Helen en la biblioteca de la casa grande, estudiando los libros de
allí y leyendo la Bíblia para niños con brillantes láminas ilustradas
y palabras inspiradoras de ánimo. Mis padres no estaban interesados en
mi educación, y raramente les veía. La primera cosa que recuerdo es mi
padre marchando, y yo pensando que no debía quererme.

Mientras crecí un poco traté de rebelarme de tantas maneras como fuera
posible. Nunca podía negarle nada a Helen, pero cuando mi madre
decidió que necesitaba un nuevo corte de pelo a la moda, me planté. Me
escondí bajo la cama y grité hasta que marchó, tacones de aguja
haciendo ruido enfadadamente. Cada vez después de eso me escondí allí,
hasta que mi cabello llegaba a la espalda y atado atrás en una mal
hecha trenecita. Me gustaba, me recordaba que no le debía nada a mis
padres. Quizá era demasiado joven entonces para reconocer la ironía en
eso, pero ahora no me escapa.

Les debo a mis padres todo. Murieron. Murieron cuando yo tenía cerca
de siete años, y recuerdo haber llorado –no porque nunca volverían,
sino porque Helen iba a ser despedida y yo debía ser enviado a una
escuela internacional en Europa, a medio globo de distancia.

Des de entonces en adelante me clasifiqué como pobre. No tenía dinero
propio, no hasta que tuve veintiuno; y la mayoría de eso era usado
para mis caras necesidades escolares. Eso me comfortaba ligeramente.
Quería seguir a Helen de vuelta a su casa y estarme con ella y su
alegremente sonriente hermano Max, que existía para mi sólo como una
fotografía. Siempre me había gustado oir a Helen hablar de él, porque
su nombre era exactamente el mismo que mi apellido- y cuando era niño
pensaba que eso haría mucho más fácil que me adoptaran.

La escuela internacional estaba en Praga. Nunca vi la ciudad- ni nada
de Europa. Nadie vino a por mi en las vacaciones para llevarme de
compras en Roma, o a esquiar en los Alpes Franceses. Pasaba las
vacaciones solo, estudiando libros en la biblioteca, y escribiendo en
mis libretas, gargoteando y resolviendo problemas matemáticos. El
aburrimiento me hizo un niño pequeño bien leído.

Pero como dije tengo mucho por lo que agradecer a mis padres, si no
hubieran muerto nunca hubiera sido enviado a esa escuela. Nunca
hubiera conocido Heero Yuy.

Era muy distinto entonces. Un silencioso, dejado niño pequeño con
pensativos ojos azules y una voz dura. Su madre había sido asesinada
en un ataque terrorista en Japón, y su padre era un hombre de negocios
que no tenía tiempo para hacer de canguro a un niño. Heero era un
estudiante brillante, y él y yo siempre éramos los mejores de la clase
en la escuela primaria. También era un niño muy introvertido y a veces
violento. No puedo contar las veces que él y yo fuimos arrastrados
delante del Principal por pelearnos. Me mordía y yo le tiraba de su
reboltoso cabello y gritábamos y arañábamos y gruñíamos como animales
salvajes.

La gente decía que éramos ricos niños mimados, pero eso no era verdad.
Siempre había rehusado todo lo que quería sólo para llevar la
contraria y enfadar a mi madre. Sabía que a Heero su padre no le daba
nada más que lo necesario. Él era, como yo, un poco necesitado de
atención. Ahí viene un punto, pero, donde en lugar de gruñir por
atención empiezas a alejarte de ella. Heero y yo empezamos esta
política cuando teníamos los dos diez años, y des de entonces fuimos
los mejores amigos.

Compartimos una habitación en escuela primaria, Heero y yo. Nos
convertimos en compañeros de juegos y en clase, de vez en cuando nos
sentábamos juntos a comer; cuando Heero veía su madre siendo disparada
en sus sueños, y cuando yo veía el avión de mis padres quemarse
mientras yo reía, dormíamos juntos lado a lado, pequeñas manos
entrelazadas bajo las sábanas.

Éramos inseparables.

Las cosas cambiaron realmente en la escuela secundaria. Cuando Heero y
yo alcanzamos la edad de trece, Heero era más alto y apuesto que yo.
Seguimos siendo igual de cercanos, pero de repente todo el mundo,
todos los chicos y chicas, pensaban que Heero era sorprendente, y
guay; en lugar de un silencioso niño listo como yo. Ni una vez me
apartó, pero me sentía casi desmerecedor de su amistad. Yo era, al fin
y al cabo, un debilucho pequeño gusano de biblioteca con cola de rata,
con pelo afeminado y demasiado delgadas extremidades.

Y en segundo año Heero se unió a otros tres chicos para hacer lo que
la gente bromeante se refería como "el cuarteto fantástico".

Quatre Winner era el heredero de billones atado a la compañía de
contrucciones líder mundial. Era inteligente y divertido, con
brillante pelo rubio y alegres ojos azules por los que las chicas
lloraban. Era diplomático, y tendía a moderar discusiones entre la
gente, dándole un papel poderoso en la jerarquía social del año
escolar.

Entonces estaba Chang Wufei un chico chino con aspecto poderoso
descendiente de un rico clan de estudiantes y hombres de negocios.
Tenía un elegante aspecto oscuro, sedoso cabello, ojos inteligentes,
temperamento agresivo. Pasaba horas entrenando en el apartado de EF
(Educación Física), su cuerpo perfectamente torneado respondiendo a
sus órdenes a la velocidad de la luz. Las chicas se sentían atraídas a
su encanto exótico, y a su salvage temperamento.

Trowa Barton era silencioso, como Heero, pero él era más calmado y
confidente. Era atractivo, el hijo de un casi-reial y una supermodelo
Brasileña con calmados ojos verdes y tez oliva. Había pasado parte de
su infancia en áreas militares en sud América y se decía que podía
desmontar, limpiar y juntar de nuevo una kalashnikow en menos de
trenta segundos.

Y por supuesto, estaba Heero, inteligente, rico y oscuramente apuesto.
Pero sobretodo- era estoico e inaccesible, y para algunas chicas eso
era un reto que no estaban dispuestas a perderse.

Y yo era el eterno acoplado, silencioso, demasiado pequeño para mi
edad, larguiducho y demasiado concentrado en mis libros y mis mates.
Heero era tan amable como siempre conmigo- y los otros tres eran muy
simpáticos, si bien un poco distantes. Si hubiera hecho un intento
para llegar a ser un amigo más cercano con ellos, entonces hubieran
estado perfectamente dispuestos a acercarme más al grupo, pero yo no
estaba dispuesto a dejar plantado el instinto de supervivencia que
había desenvolupado. Quédate en las sombras, actúa como si no te
importara.

Y así es como era cuando llego a mi segundo último año a la escuela
secundaria, y todo el mundo, el cuarteto fantástico... y yo.