Sukzuni.
Capítulo 9.
EL PODER DE LA IRA.
En esos momentos ya el sol se había ocultado completamente, y Sukzuni se hallaba durmiendo apoyada en un árbol y con Dratini acurrucado debajo de sus rodillas.
Ella se retorcía en sueños, sudorosa y temblante, una de sus manos estaba sosteniéndose el costado de su nuca mientras la otra sujetaba inconscientemente firmemente la Dragon Heart Katana, que brillaba de un curioso color granate. Sukzuni murmuraba entre dientes, jadeante, y con el entrecejo fruncido:
Mal...Maldición... Ya-Ya... Yamazaki.... – Decía hasta terminar en un profundo suspiro que la llevo al sueño tranquilo y profundo.
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Ya era de dia, Sukzuni sentía el ulular de los Pidgeys y los leves rayos de sol atravesar por sus párpados en el claro del bosque. Ella se endereza y estira los brazos y abre lentamente los ojos:
Hmmm, Que bien dormí, Dratini, y tu....? AHHHHA!!! QUE DEMONIOS!!! – Chilla de repente Sukzuni echándose inútilmente hacia atrás al ver a algo parecido a un bicho grande y rojo de dos patas que la miraba muy de cerca la cara de Sukzuni y con extrema
Dratini, que ya estaba despierto, no se mostraba muy preocupado al respecto por la presencia de aquel Pokémon, es más, parecía seriamente entretenido mientras lo observaba y reía por la reacción de su entrenadora ante el visitante.
Hey, no tiene gracia, casi me muero del sus-sus-susto... – Dijo mientras bostezaba - qué quieres? – Decía mientras estiraba su túnica a la vez que se paraba y observaba al Pokémon. – Hmmm... Veamos que nos dice la ?dc4675472291285728901
"Este Pokémon tipo Acero-Insecto es extremadamente pesado y duro en comparación con la agilidad y habilidad a la que se mueve. Scizor usa sus grandes pinzas metálicas para asustar a los enemigos y destrozar cosas con mucha facilidad. Este Pokémon no usa sus alas para volar, si no, las bate para regular la temperatura de su cuerpo..." - Decía la Pokedex con una voz electrónica mostrando a la vez una foto de
"Scizor es la forma evoluciona del Pokémon mantis, Scyther..." – Mostrando de nuevo otra foto, la de
A Sukzuni se le hacia tremendamente familiar...
Mientras Sukzuni seguía entretenido con Dratini viendo la Dex, Scizor atraviesa sus pinzas al frente de la Pokedex y muestra una carta. Ella desconcertada mira a Scizor y luego, tan sorprendida como Dratini, abre la carta...
"Sukzuni, hermana:
Veo como…"
Era una carta de Yamazaki. Pero… ¿Por qué un Scizor esta entregándole una carta de su hermano?
Sukzuni recién se da cuenta.
Hey, espera… - Decía mientras buscaba algo dentro de su mochila – Tu eres este, no? – Dijo mientras le mostraba al Scizor la foto de su hermano al lado de un Scyther.
Scizor afirma con la cabeza.
- Wow, evolucionaste, entonces deberías ser mucho más fuerte que antes... – Dice Sukzuni y gira la mirada hacia su Dratini – No me imagino como serás tu cuando evoluciones, Dratini.
Sukzuni sonríe y sigue leyendo la carta, que era lo que más curiosidad le daba.
"Sukzuni, hermana:
Veo como todo había salido como lo previsto, me alegro mucho. Desgraciadamente ha ocurrido un problema, apenas llegues a cuidad Tribial y de que allas ido al Centro Pokémon, tienes que ir a una pequeña península que hay allí cerca del mar, y tienes que hablar con un hombre llamado Shugo, el te dirá algunas cosas sobre el camino para llegar más rápido al Occidente. Te extraño mucho, y tengo muchas ganas de verte aunque no sea posible.
El problema es que hay un Clan de Samuráis, ellos me vigilan y me acechan, pero lo que en verdad buscan es a ti, quieren matarte como primera prioridad, pero lo quiere hacer una Samurai obsesionada en ti con sus propias manos, y si puede, también acabara conmigo...
Es necesario que lo sepas, aunque sea lo mas duro que has escuchado en tu vida, este clan de Samuráis rebeldes se hacen llamar Los Narihagachi, los reconocerás simplemente por la capa negra que ellos siempre llevan tapándose el rostro en sombras. Pero la jefa del Clan, la mas poderosa es, desgraciadamente..."
Sukzuni no puede seguir leyendo, la carta cae en miles de pedazos a sus pies, ella levanta la vista, Scizor ya no estaba, si no, un grupo de tres Samuráis a unos metros de ella riéndose por la gran gracia de hacer pedazos su carta...
La Ira la dominaba, Dratini no estaba haciendo nada contra los Samuráis, si no, miraba con preocupación a Sukzuni mientras le tiraba de una punta de su túnica esperando respuesta.
Respiraba entrecortadamente, la Katana vibraba exageradamente, ponía lentamente su mano en la ardiente empuñadura mientras miraba hacia sus pies... La Carta hecha pedazos, lo que necesitaba saber...
Más valía que los samuráis corrieran ahí mismo, que se alejaran rápidamente, o si no morirían, porque la rabia ya era mucha para contenerla solo apretando los dientes y los puños...
Te ocurre algo peendeja? Acaso ya sabes leer? – Decía el Samurai que estaba más cerca de ella, mientras se reía con los demás.
Sukzuni miraba hacia el suelo, con sus ojos oculto bajo la sombra de su pelo, se le distinge una contenida y amarga sonrisa mostrando sus blancos dientes…
Creeme, imbecil, que de esto te arrepentirás...
En esos momentos Sukzuni parte corriendo hacia el primero de ellos, pone su mano levemente encima de su Katana preparándose para desenvainarla y apenas llega al lado del samurai se detiene ya con la Katana desenvainada completamente. El Samurai ya no reía, si no, las pupilas de sus ojos se perdían en un blanco infinito mientras caía de espaldas desangrado con una herida de espada que le cruzaba el pecho, posteriormente, Sukzuni levanta la mirada hacia los otros dos. Estaban temblando asombrados, inútilmente intentaban sacar sus espadas, Sukzuni sonríe nuevamente vilmente.
Dratini miraba con ojos llorosos a Sukzuni, no tenia cara de sorpresa, tenia una mirada expresando pena y terror, como que si su mayor miedo se había vuelto a revelar.
Por-por favor, pi-piedad... – Decía uno de los samurai que temblaban de terror.
Piedad? – Dice Sukzuni con una amarga pero gran sonrisa, como si disfrutara con todo su ser el hecho de tener a dos personas en frente de ella aterrorizadas por temor de una muerte ya asegurada.
Po-Por favor se lo... – Se queda sin aire para terminar la frase, el samurai se coloca una temblante mano en su cuello y mira su mano manchada de un liquido rojo, para después caer de rodillas sangrando a chorro desde su cuello.
El último samurai no sabia donde mirar, no había notado ningún movimiento de Sukzuni, miraba aterrorizado a todos los árboles con su Katana apretada con sus dos manos. Hasta que una gota de sangre cae desde la punta de la Dragon Heart Katana. Sukzuni parte riendo a carcajadas.
Como puedes ser tan lento? – decía entre carcajadas. – No te preocupes mucho, si también morirás como ellos.
E-Eres un demonio... – Decía el hombro tartamudeando de miedo, esas palabras a Sukzuni solo le ocasionaron mas risas.
En ese momento su malvada sonrisa desaparece y sus ojos siguen siendo los desconocidos para Dratini, Sukzuni se lanza hacia el samurai con su katana levantada, el samurai intercepta temblante el ataque con la suya con los ojos brillantes de miedo. En ese momento en que la samurai y el samurai están forcejeando con la katanas cruzadas, Sukzuni sonríe y gira rápidamente saliendo de en frente del Samurai haciendo que este pierda el equilibrio hacia delante y este queda mirando con los ojos vacíos y llenos de sorpresa hacia el suelo mientras Sukzuni aparece hincada detrás de el con la mirada oculta por la sombra de su pelo. El samurai parte sangrando a chorro mientras cae lentamente boca abajo partido verticalmente en dos.
Sukzuni se levanta sin subir la mirada con su katana tomada con su mano derecha apuntando hacia el suelo, era curioso, las pocas manchas de sangre que esta tenía, pareciera como si el filo de la katana se lo tragara. Guarda en su funda la Dragon Heart Katana que ya no tiritaba, si no, emitía un fuerte color granate, y el brillo plateado de su empuñadora parecía haber tomado una sombra roja. Ella pasa al frente de Dratini sin mirarlo y sin subir la mirada, agarra su mochila y camina en el sendero hacia ciudad Tribial unos 5 pasos y se detiene.
- Dratini, vamos. – Dice ella con voz profunda mientras daba la espalda a Dratini, dejando atrás de ellos la más clara muestra del resultado de la mala utilización de una gran fuerza, perdiendo el control solo en manos de la única persona capaz de controlarlo.
