Capitulo 3: La desafortunada noticia.
Cuando Sirius llegó al numero 12 de Grimmauld Place, se tumbó en la cama y rememoró los momentos vividos en el Callejón Diagon. Le alegró haber conocido a ese chico, tal vez cuando llegará a Hogwarts, se hicieran mas amigos. Entonces, se arrepintió de haberle mentido en el apellido. Sirius no pensó en como se lo explicaría, pero tenía esperanza y optimismo, cosa que no tenia todos los días. También pensó sobre el tema de las casas. Slytherin no era, ni mucho menos, la que más le gustaba. Se imaginó en Rawenclav, el siempre se había considerado inteligente y le habían gustado los libros, pero no se imaginaba como un empollón sabelotodo. Y luego, estaba Gryffindor, donde lo que más valoraban era la honestidad y la valentía, a simple vista sonaba como en los cuentos de hadas, pero eso era preferible a ser ambicioso y deseoso de poder. Le encantaría estar en Gryffindor, Sirius se durmió pensando en aquello.
Unos golpes le despertaron. Esto ya empezaba a ser rayante. Sirius se despertó como la mañana anterior, con la única diferencia que en esta ocasión la habitación si estaba ordenada.
- ¡Maldito Kreacher? ¿Qué querrá ahora?- voceó para que Kreacher lo oyera.
Tropezó con la cama varias veces hasta llegar a abrir la puerta. Donde detrás de ella, Kreacher lo miraba con sus ojos azules malévolos y una sonrisa afloró en su rostro.
-¿Qué es lo que quieres?- le preguntó con brusquedad.
- ¡Yo no!. Es lo que quiere su señora madre. Me ha mandado que llame al joven señor.- dijo Kreacher aparentando inocencia.
- ¿De verdad? Se ha acordado de que tiene otro hijo. ¡Vaya! ¿tiene fiebre?
Kreacher ignoró el comentario.- A propósito, ¿en que lugar de la casa estuvo el joven amo ayer por la tarde?
Sirius detectó el peligro. En ese momento muchas preguntas pasaron por su cabeza. Entre ellas, si Kreacher le habría visto o si hubiera sospechado algo.
- En mi cuarto- dijo todo lo convincente posible.
- Que extraño, fui a su habitación a llamarle varias veces, y el joven señor no me contestó- dijo Kreacher intentando detectar la mentira en los ojos grises de Sirius.- ya sabe que hay ciertos lugares de la casa en las que el señor no puede entrar...
-Si y cuando tengas alguna prueba de que yo he estado en esos lugares me vienes a dar la paliza otro rato, elfo estúpido.- pero Kreacher le lanzó una mirada que le indicó que no se iba a dar por vencido.- Y ahora dime, ¿qué es lo que quiere de mi la señora?.
- Si se refiere a su señora madre, me ha ordenado que le diga que vaya a su habitación a verla, tiene algo importante que decirle, imagino que querrá saber que es...-
- El suspense me esta matando- y sin mas Sirius salió de su habitación y caminó por el pasillo, pero entonces, se paró en seco.- ¿dónde dices que mi madre me ha citado?
- En su habitación- dijo Kreacher sin interés alguno.
Al la izquierda del final del pasillo de su habitación, se encontraban unas largas escaleras decoradas con una alfombra elegante pero antigua. Sirius solo había subido por aquella escalera en una ocasión, cuando había ido al despacho de su padre ha fisgonear. El despacho de su padre era una de las habitaciones que estaban prohibidas para el.
A los lados de la escalera había colgados cuadros con extraños personajes pertenecientes a la familia y dos cabezas de elfos cortadas. Cuando llegó al tope de la escalera divisó al a izquierda una puerta cerrada, Sirius había vivido en Grimmauld Place toda la vida, pero nunca había entrado en aquella habitación. Sirius golpeó la puerta y se prometió a si mismo ser educado.
- Pasa- dijo una voz desde dentro de la habitación. Sirius entró en la enorme habitación. Lo que mas llamaba la atención de toda ella, era la enorme cama de seda y el gran ventanal del fondo, donde se podía apreciar la luz de la mañana. Allí en una silla grande, cerca de una mesa donde se apreciaban dos jaulas con búhos se encontraba su madre sentaba. En su cara adornada por sus inmensos bucles se vislumbró una falsa sonrisa.
- Sirius, cariño- su madre hizo ademán de levantarse pero al final decidió quedarse sentada. Daba la impresión que el peso de su cuerpo no le dejaba mantenerse en pie pero el sabia que era porque estaba nerviosa.- Siéntate- le indicó una silla de las mismas dimensiones cerca de ella.- tengo que hablarte de algo importante.
Sirius no dijo nada, simplemente se sentó. Su madre tocó cada uno de sus inmensos anillos de oro y comenzó a hablar.
- Veras... es que he estado pensando... y... ayer estuve en el Callejón Diagon.- a Sirius le dio un vuelco el corazón. De repente, su cerebro empezó a funcionar muy deprisa. Su madre le habría visto en el Callejón Diagon, y se lo habría dicho a Kreacher, por eso, el le había hecho esas preguntas. Porque el sabia que no había estado en casa.- Y.... te compre cosas para tu nuevo colegio.
Sirius intentó hacerse el inocente.- ¿De verdad?- preguntó con nerviosismo- Pero... si ya me compraste todo lo necesario para ir a Hogwarts.- aquello no era una técnica de disimuló, era la verdad, hacia poco que su madre había ido con el al Callejón Diagon a comprar la lista de cosas.
- Era eso de lo que quería hablarte, he decidido que no vayas a Hogwarts, porque...- pero la voz de su madre fue interrumpida.
- ¿¡QUE?! ¿Por qué no?
Su madre se sorprendió por el gritó de su hijo, y dio un respingo.
- ¡Ay! es lo que te intentaba explicar- dijo ésta molesta.- es que allí esta tu prima y aunque solo vaya a estar su ultimo año, se que te mete cosas extrañas en la cabeza sobre la familia, no quiero que vayas, además ¿y si el Sombrero Seleccionador te elige para otra casa?. Serias la vergüenza de la familia. En Durmstang todos los alumnos aprenden Artes Oscuras y son educados como es debido, con disciplina y mano dura, esa es la buena educación. Creo que ese ambiente te vendrá mejor...
- Escucha mama, a mi me gusta Hogwarts. No quiero ir a una escuela de artes oscuras, me meteré en esa estúpida casa, pero no me mandes a otro colegio.
Su madre lo miró furiosa- ¿Quién te ha enseñado a hablar así?. ¿Ves como hay que corregir tu comportamiento?. ¿Por qué no puedes ser un poco como tu hermano?.
A Sirius aquellas palabras se le clavaron en el corazón.- Muy simple, porque yo NO soy mi hermano.
- Pues ojalá lo fueras- dijo su madre entre dientes después de que terminara de hablar. Sirius, jamás había sentido tanto odio hacia su madre como en ese momento. Todo su cuerpo temblaba de rabia. Su madre lo miró, y el sabia que ella detectaba su furia. Pero por un momento, sin saber porque, en los ojos negros de su madre se pudo apreciar el miedo. Sirius se sorprendió ante esa sensación, y entonces su madre miró a otro lado y volvió a hablar:
- Iras a Durmstang, no me fió del nuevo director de Hogwarts, ni tampoco me fió de tu prima Andromeda- los ojos de su madre brillaron.- casarse con un muggle y ensuciar su sangre ¿a quien se le ocurre?.
- ¿De verdad eso es tan importante?
- ¿¡QUE SI ES IMPORTANTE?! Pero hijo... ¿no te he enseñado durante toda tu vida, que eso es lo peor que le puede pasar a un mago?
- ¿Por qué?. Seguro que hay gente con sangre no mágica mejor que tu.- las palabras salieron solas de su boca, y el efecto que produjeron fue horrible. Se había pasado. Sirius esperó la reacción pero se estuvo quieto. Su madre le abofeteó.
- Tu traerás la desgracia a esta familia, recuerda bien mis palabras.
Sirius se toco la cara, estaba roja y en el labio superior tenia una gota de sangre. (me parece que lo estoy exagerando)
- Yo no la voy a traer, ya la habéis traído.
- Vete de aquí, no te quiero ver- dijo su madre con desdén.
Sirius no rechistó, se fue y cerró la puerta de un portazo. Bajó las escaleras a toda prisa y en el penúltimo peldaño se resbaló y cayó de culo. Sus ojos se pusieron borrosos y comenzó a llorar, mas de pena por si mismo que de otra cosa. Nunca volvería a ver a su prima, nunca volvería a ver a James, su madre nunca pensaría bien de el. El llanto se hizo mas fuerte durante un rato, hasta que una voz lo interrumpió.
- ¿Sirius? ¿qué te pasa?- reconoció la voz enseguida.
Sirius miró hacia arriba. La figura alta de su padre se formó entre las sombras, pero este no lucia tan elegante como siempre. Todo su pelo estaba revuelto, su ropa estaba manchada, tenia ojeras en los ojos, que tenían una impresión cansada y en uno de ellos tenia una herida bastante grande.
- ¿Qué te ha...?- comenzó a decir estupefacto Sirius.
- Hijo... ven a tu habitación y cuéntame lo que te pasa.- una voz cansada surgió de su padre que lo cogió del brazo con una fuerza inexistente y lo levantó. Por el camino hasta su cuarto, Sirius se fijó que su padre andaba tambaleándose y cuando llegaron a la habitación le costó sentarse en la cama, el también se sentó después de su padre.
- ¿Por qué llorabas?- dijo su padre y el interés surgió en sus cansados ojos.
- Es mama, ¿por qué no me avisaste de que me ibais a cambiar de colegio?- preguntó Sirius con los ojos tristes. Aquello le parecía hasta vergonzoso, su padre nunca le había visto llorar, pero estaba demasiado desilusionado.
- ¿Qué?- preguntó su padre extrañado al momento.
- No se porque dudáis tanto de que yo iré a Slytherin, haré todo lo posible para entrar, si es lo que queréis oír, pero no quiero ir a un maldito colegio en el que enseñen artes oscuras y en el que traten a los alumnos como si fueran un ejercito.
- ¿De que hablas?. En Hogwarts no tratan a la gente así, yo he ido y es un colegio normal.
- En Hogwarts no, pero en Durmstang...- estalló Sirius.
- ¿Durmstang?, ¿qué pasa con Durmstang?
- Mama ha dicho que voy a ir allí.- dijo sorprendido de que su padre no supiese nada.- Se que mi prima no os cae bien, pero a mi si y me gustaría estar con ella y conocí a un chico en el Callejón Diagon que iba a ir a Hogwarts y ya no podré ir con el.- las lagrimas volvieron a surgir por sus ojos.- Mi madre piensa que decepcionare a la familia, nadie aquí confía en mi.
-Sirius, yo si CONFIO en ti, y quiero que vayas a Hogwarts. Las artes oscuras son interesantes pero yo no quiero que vayas a un colegio exclusivamente para aprenderlas. Si tu crees que vas a estar mejor en Hogwarts, iras allí.- Sirius lo miró con cierta inseguridad. Por un momento se había sentido muy unido a su padre, mas incluso que en toda su vida.
- ¿De verdad?- preguntó con intención de insistir.
- Te lo prometo- y entonces Sirius supo que era verdad, que su padre lo había prometido y lo iba a cumplir.
Sirius sonrió y su padre le devolvió la sonrisa. La única sonrisa de su padre aquella noche y se dio cuenta de algo.
- Por cierto, ¿qué te ha pasado a ti?- dijo y los ojos de Sirius fueron directos a la herida en su ojo y a su ropa manchada.
Su padre desvió la mirada.- Negocios- dijo y su voz tembló.
- ¿Qué clase de negocios son? ¿Quieres decir que alguien te ha hecho eso?- frunció el ceño
- Si, bueno... creo que eres lo bastante mayor para entenderlo, pero... no le digas nada a tu madre ni a tu hermano, por favor. Veras, he estado haciendo negocios con un hombre muy peligroso, y creo que nos va a pagar mucho dinero. Pero le prometí una cosa y no he podido hacerla así que sus seguidores me amenazaron. Pero, cuando termine los negocios con el, tendré el dinero suficiente y os comprare una escoba a tu hermano y a ti. ¿Quieres?.- su padre volvió a sonreír intentando que Sirius se alegrara.
Pero a Sirius esa historia le daba mala espina.- ¿Te han amenazado?. Yo diría mas bien que han cumplido su amenaza, no hace falta que te arriesgues tanto por nosotros, ya tenemos mucho dinero y no sabes si esos hombres tienen malas intenciones.
- No te preocupes por mí, se que no lo entiendes muy bien pero necesito hacer esos negocios... tu solo preocúpate de estar bien en Hogwarts ¿de acuerdo?.
- De acuerdo.- alguien llamó a la puerta y se escucharon ruidos abajo.
- Oh, tengo que bajar, hoy es la reunión familiar, ya sabes....- su padre se levantó y rápidamente salió de la habitación. Pero por un momento, Sirius no sintió la marcha de su padre. Su cabeza estaba llena de cosas. Por un lado, siempre había pensado que su padre se traía entre manos negocios sucios pero jamás pensó que fueran tan graves y por otro lado, había olvidado por completo la reunión familiar, Sirius ya daba por echo que Andrómeda no iba a venir.
Se sentó en su mesa y recapacitó. Sabia que el búho que su familia utilizaba era muy inteligente y que a lo mejor podría llevarle un mensaje a Andrómeda sin que el supiese el lugar donde se encontraba. El estaba seguro de que esa reunión familiar seria bastante aburrida y que su hermano y su prima Narcissa se lo harían pasar mal. Así que para ahorrar tiempo se sentó en su mesa y le escribió una carta a su prima Andromedaque era con la que mas hubiera deseado estar aquel día. Después de un rato recapacitando escribió una carta bastante escueta, pero no se esmeró mas porque no sabia si iba a llegar a su destino y porque tampoco quería que su hermano se enterara de lo que había puesto y fuera enseguida a chivarse a su madre.
Querida Andromeda:
Te preguntaras quien soy y porque te escribo. Lo cierto, es que hoy se va a celebrar la reunión familiar de todos los años y voy a lamentar mucho que no estés, sobre todo cuando tu hermana y mi hermano empiecen a incordiar. Espero que me escribas una respuesta si te llega esta carta y me hagas saber de tu vida. Con cariño.
Tu primo Sirius
Sirius se metió el trozo de pergamino en el bolsillo y salió de su habitación. Desde arriba, se podían oír voces de gente y ruidos procedentes del piso de abajo. Cualquiera se hubiera alegrado pero Sirius en vez de eso, mas bien se entristeció y corrió a la lechuzeria para hacer tiempo. Pero por el camino se encontró a alguien familiar.
- Hombre pero si esta aquí mi sobrino.- Su tía lo cogió en brazos y lo abrazo como si fuera un oso de peluche.
- Tia Selene. Hola ¿cómo estas?- le preguntó haciendo ademán de que lo bajara.
- Muy bien- contestó con alegría, pero Sirius sabia que aquello no era verdad, desde que Andrómeda se había ido de su casa, su tía Selene no había parado de llorar.- ¿y que tal estas tú?. Tu padre me ha dicho que pronto vas a ingresar en Hogwarts.¡Oh yo también estuve en Hogwarts!. Allí conocí a tu tío. Ven, vamos a bajar a la salita de tu madre. El elfo ha preparado unos aperitivos excelentes.- dijo su tía con una risa fingida. Desde luego, que desde lo de su hija se le había ido un poco la cabeza.
Selene y él bajaron hasta la sala de invitados. Era una gran sala ocupada por una mesa muy larga y muy decorada, allí yacían la mitad de los componentes de la familia Black que también se podían ver reflejados en el enorme tapiz de la izquierda que servia de árbol genealógico.
Sentados en las sillas pudo apreciar a su hermano y Narcissa que lo miraban con interés. Sirius centró su mirada en ellos.
- ¿Sabes?- dijo su tía Selene atrayendo su atención.- tu prima también va a entrar en Hogwarts este año.
- ¿Cómo?- bien sabia que Narcissa ese año iba a cursar 6º y que de ninguna forma ese año era su año de ingreso. Tal vez lo de su tía fuese serio de verdad, pero Sirius no le hizo mucho caso y siguió con la vista fijada en las intenciones de Narcissa y Regulus.
- Bueno, quédate con Bellatrix un rato, así os iréis conociendo, aunque ya tendréis tiempo de conoceros en Hogwarts.
Sirius miró a la hermosa chica de pelo negro y ojos claros que le observaba con los ojos abiertos. ¡Que tonto había sido! La que ingresaba ese año en Hogwarts era Bellatrix, no su prima Narcissa.
- Hola Bellatrix.
