Muchas gracias por todos vuestros comentarios, estoy tremendamente agradecida :D :D :D (miles y miles de gracias)
Como un "pequeño" regalo de Reyes, subo este capitulo que, espero, les guste.
Muchas gracias por leerlo y, si dejan reviews/comentarios, se lo agradeceria eternamente :D
Pd: Las contestaciones… al final del capitulo 3, es decir, en el siguiente trozo ;D
Ahora… a leer!!!!
Capitulo 3
Creo que algún día de estos debería irme a revisar la cabeza, tengo lagunas en la memoria, no me acuerdo de lo que hago por la mañana, es como si hubiese una niebla en mi cabeza, pero las tardes… las tardes si se lo que ocurre a mi alrededor, eso es lo extraño, mi paciente llega a la hora convenida, me habla durante la sesión (casi no abro la boca, es mejor dejarles hablar y que digan lo que sea, es mas fácil para ellos) y se va, así, sin más. Luego me acuesto en el diván un rato para aclarar las ideas que se forman en mi cabeza, y, cuando considero que nadie va a venir (qué iluso que soy, ¿quien va a venir a mi despacho?) doy por finalizada la jornada y me voy a casa.
Cuando llego al despacho, es como si no supiera donde estoy y que tengo que hacer aquí, ya que estos dos últimos días es como si hubiera un lienzo en blanco en la mente, pues intento recordar los acontecimientos y no se lo que ha pasado, aunque yo mismo se que ha venido gente, tengo notas encima de la mesa que lo demuestran… pero no se lo que significan: Persevus, relación, treinta años… Malfoy, separación, mujer…. Son palabras sueltas que no me dicen nada, aunque estén escritas de mi mano, es un misterio que no logro resolver. Creo que si sigo así, yo mismo tendría que sicoanalizarme y darme por extremadamente loco (no es normal lo que me pasa, espero no seguir así… ¿verdad?)
Un sonido me despierta del todo, es un sonido que viene de fuera, del callejón oscuro y negro donde he puesto mi consulta (empiezo a dudar si es por eso la escasa afluencia de visitantes). Miro fuera, es un hombre (mas bien entrado en años, ya que tiene unas cuantas canas diseminadas por el pelo) que lleva casi a rastras a un enorme perro negro. Creo que se dirigen hacia el portal, pero conociendo mi mala suerte no creo que tenga que preocuparme de ellos, por lo que me vuelvo a la mesa que preside el despacho y me dispongo a admirar el cactus que tengo encima de la mesa, que cada día parece que crece más y más.
Me quedo embobado, no se lo que me ocurre con esta extraña planta, que mi mente se olvida de las preocupaciones diarias…
Oigo voces fuera, ojala no sea la casera… ya se que le dije que le pagaría pronto… en cuanto tenga el dinero (que al ritmo que voy, no se cuando será) Espero que sea comprensiva y se apiade de este pobre y joven psiquiatra… pero por si acaso… me escondo detrás de la mesa, agazapado con el cactus en las manos (no me puedo despegar de él… vuelvo a pensar "que extraña planta")
Pasan cinco minutos y cinco mas, y otros cinco… y siguen oyéndose voces fuera, si hubiera sido la casera ya hubiera entrado como un vendaval a reclamar el dinero que le debo (en este punto tengo que reconocer que no es sólo un mes lo que le debo… son los tres últimos meses y… algo mas), pero parece que no es ella, ¿quien será a estas horas?
Me asomo tímidamente por encima de la mesa, no se ven moros en la costa (es decir, nadie a la vista). Saco un brazo, deposito el cactus encima de la mesa y me vuelvo a esconder… creo que no es mi naturaleza el ser valiente, mas bien me muevo en las sombras, prefiero el anonimato.
Con el reloj cronometro unos cinco minutos más mientras regularizo mi respiración: calma, calma, no es la casera, no es el monstruo de la cama, no es una sombra malvada que viene a por mí, no es un demonio… uhm, me parece que todos mis miedos están formándose en mi mente… Calma, calma, respira, no es nadie maligno, no es nadie que te quiere hacer daño, sólo será un chico de los recados… nadie más…
Con la misma mano con la que he depositado el cactus palpo la mesa, creo que el teléfono esta por ahí encima. ¡Lo encontré! Temblándome el pulso, lo descuelgo y rápidamente, esa mano (junto con el auricular) se esconde por debajo de la mesa.
Escucho lo que ocurre al otro lado, reconozco una de las voces, pero las otras dos no.
- Y dime… ¿desde cuando trabajas aquí?
- … - algo ininteligible responde mi secretaria (o creo que es ella por el sonido que hace el chicle al explotar)
- No debiste aceptar el empleo…
- No es tan peligroso como pensáis, Alexander es muy simpático conmigo
- Ahora lo comprobaremos
- ¿Quién de los dos?
- Él – responden las dos voces masculinas a la vez
- Sirius
- ¿Qué?
- Lo echamos a suerte y te toco a ti
- Pero… pero…
- Sin protestas
- Vaaaale, pero la próxima entras tú
- ¿Os decidís o que? – mi secretaria entra en la conversación
A continuación escucho un ruido de protestas desde el otro lado (a mi parecer, el llamado Sirius no quiere verme). Tengo que darme prisa, no quiero que piensen que el nieto de Freud es un miedoso incurable, así que me levanto y me aliso la camisa todo lo buenamente que puedo (junten a soltero con lancha y sabrán como esta mi camisa). Después de esta complicada operación, me acerco a una de mis estanterías y hago como si estuviera repasando los apuntes.
- Alexaaaandeeeer – ahora la voz de mi secretaria se escucha alto y claro por todo el despacho, mis dientes chocan entre ellos ¿Cuántas veces le he repetido lo del nombre?
- ¿Si? – respondo, dando al botón de responder en el teléfono.
- Tiene un paciente esperando – escucho una risa al otro lado y un bufido
- Hágale pasar – empiezo a sentir curiosidad por lo que ha pasado fuera y esa confianza que había entre los tres.
En ese instante la puerta se abre, y, de repente, de un empujón, un hombre entra, en su expresión se nota las pocas ganas que tiene de verme, seguidamente, se cierra de un portazo y se escuchan risas al otro lado.
- Remus me las vas a pagar – dice el hombre recién llegado a través de la puerta – Ejem, disculpe por la entrada – se vuelve y dirige hacia mi unos ojos grises que parecen que me estudian detenidamente – es que mi "amigo" – la ultima palabra suena un poco enfadada – quería que viniese a toda costa y a mí… a mí no me pasa nada ¡absolutamente nada! – esta ultima parte la dice gritando y volviéndose, de nuevo, hacia la puerta.
- No se preocupe, venga aquí y siéntese – dejó el tomo que he estado hojeando hasta este momento (un tratado de los trastornos bipolares y cosas parecidas) y le indico el diván. Me dirijo hacia mi sitio habitual y apoyo la carpeta (si, esa donde tengo apuntado las cosas inexplicables) en mis rodillas para dar comienzo la sesión – ¿Nombre? – empiezo a preguntar - ¿nombre? – vuelvo a preguntar, creo que no me ha oído pues tiene la vista puesta en la puerta (de nuevo)
- Black… Sirius Black – me responde, rápidamente, y otra vez dirige su vista hacia la entrada.
- Para no pasarle nada esta muy nervioso
- Nada, no es nada
- ¿Le preocupa algo en especial?
- Le he dicho que no – toda la conversación ha sido entre él y la puerta, no me ha dirigido en ningún momento la mirada.
- Espere un segundo – no se si me ha oído, no creo que este escuchando lo que digo.
Me levantó de mi sitio, dejó los apuntes encima y me dirijo rápidamente hacia la puerta.
- Claudia, un poco de silencio por favor, estoy con un paciente – asomo un poco la cabeza, me encuentro con que mi querida secretaria esta parloteando muy amigablemente con el mismo hombre que había visto antes por la ventana (me pregunto donde habrá metido al enorme perro). Ambos me miran, parece que le he pillado en un mal momento, pues paran de hablar de repente.
El hombre se despide precipitadamente, aunque le queda tiempo para hacerle un guiño a la chica (me parece a mi, o se ha ido riéndose por lo bajo), y ella se sumerge en el montón de papeles que tiene enfrente (publicidad y mas publicidad, no creo que haya algo importante)
Feliz, regreso al despacho, y, no se si será por mi imaginación, pero los papeles están un poco revueltos. Miro a mi paciente, esta con la vista al techo (vaya, que sorpresa, ha cambiado de la puerta a las alturas) a pesar de que intuyo algo oscuro en él, no le creo capaz de cotillear en los papeles de un medico.
- Ya esta, problema solucionado, señor… – miro los apuntes – señor Black. Cuénteme que le ocurre.
- ¿Seguro que se ha ido? – es la primera vez que me dirige (directamente) la palabra.
- Seguro, yo mismo le he visto salir a la calle.
- ¿De verdad?
- De verdad
- ¿Seguro?
- Seguro… le juro que no le va a oír, las paredes no escuchan – algo parecido a un bufido sale de su boca y también algo parecido a Wsesly o Weasly, no se como interpretar eso – Nadie sabrá que es lo que me ha contado, eso se llama "secreto profesional". No puedo revelar nada de lo que aquí se hable. Pongamos un ejemplo: si usted me dice que se ha saltado un semáforo en rojo, yo no puedo denunciarle, ya que me lo ha contado en la consulta.
- Aaaahh, creo que empiezo a comprender. Y si yo fuera un peligroso delincuente y le contase que he matado a, pongamos como ejemplo, trece personas ¿usted que haría? – tragó saliva, este hombre tiene toda la pinta de haber hecho eso ahora que lo veo detenidamente.
- En ese caso… - mis manos empiezan a sudar, no se porqué, pero la cara me empieza a sentir familiar
- ¿Si? – me mira amenazadoramente, ahora que lo veo mas de cerca, los ojos parecen mas fríos, el pelo negro le hace mas peligroso…
- En ese caso… – no controlo mis manos, hago como si buscase algo en los bolsillos para que no vea mi temblor. Me vuelve a mirar – En ese caso… - se levanta y se sienta enfrente de mi – En ese caso… es ese caso… tampoco – acierto a decir casi entre balbuceos.
Creo que en ese instante ambos sacamos a la vez el aire que hemos estado reteniendo, es como si hubiéramos tenido un gran peso encima.
- Sólo era un supuesto – dice el paciente echándose hacia atrás de manera juguetona (me recuerda a un perro que tuvo mi vecino cuando yo era pequeño, pero no se de donde ha salido la comparación, pues mi paciente es un ser humano y no un animal).
- Si, ya un supuesto, y el mal rato que me ha hecho pasar no me lo quita nadie – le respondo de manera seca.
- Lo siento, pero era para asegurarme que era de confianza
- Ya se lo he dicho antes, nada de lo que diga saldrá de esta habitación, absolutamente nada.
- Bien, bien, ahora que usted y yo nos entendemos – no se a que se refiere, todavía estoy bastante nervioso, le sigo viendo cara de criminal – Quisiera que me escuchase, mi gran problema es… - dice lo ultimo tan bajo que ni siquiera llego a oírle…
- Vuelva a repetirlo por favor, no se lo que ha dicho.
- Es que yo… yo… - el que se esta poniendo ahora nervioso es él – yo… - lo vuelve a decir, pero de nuevo tan bajo que no logro adivinar que quiere decir.
- Un poco más alto, por favor – me acercó un poco más al diván, a ver si esta vez logro saber que es lo que intenta decir y por la forma en que se pone nervioso (retorciéndose las manos, secándose el sudor que baja por su frente, y otros síntomas parecido) ya no me parece un peligroso asesino… empiezo a confiar en él ¿Qué será lo que le sucede?
- Yo… yo… yo….- dirige su mirada hacia la puerta, es como si temiese que lo descubran en esa gran confesión que tiene que hacer – Yo…
