Boku no Hero Academia, pertenece a Kōhei Horikoshi.

01: Conociéndola.

La vida de Jirō Kyōka era una que, muchas personas quienes la conocieran por primera vez, podrían pensar que era una vida grandiosa: Tener padres músicos y dedicarse a la música. A simple vista, eso parece estar muy bien.

Hasta que mirabas más de cerca y notabas, como la pequeña Kyōka, comenzó a ser obligada por su padrastro y su madre a aprender a tocar, múltiples instrumentos, desde que era muy joven, aprender a realizar muchos ejercicios de garganta y respiración, para poder cantar, desde muy pequeña.

Con el tiempo, aprendió a amarlo. Pero una parte de ella, murió.

La presión, a tan corta edad, comenzó a ser grande en ella, se sentía como un ave, encerrada en una jaula.

Un día cualquiera, logró convencer a su madre (sin mucho esfuerzo, en realidad), de que le permitiera ir al parte. La mujer comenzó a conversar con algunas mujeres en el parque, descuidando a su hija.

Al mismo tiempo, la niña fue rodeada, por tres niños intimidantes.

—Oye, ¿Qué son esas cosas raras, que cuelgan de tus orejas? —preguntó un niño de cabello rubio y ojos rojos. — ¡No me digas que es tu Kōsei!

—Es... es mi... Mi Kōsei... el Kōsei de mi madre y.… así... así me gusta... —lloró la niña.

—Creo que lo único que podrías hacer, con esto, es escuchar música —los niños comenzaron a reírse. —Que Kōsei tan inútil.

— ¡Kacchan, ya basta! —gritó una niña, colocándose entre el chico identificado como Kacchan y la pequeña Kyōka.

Kyōka elevó la mirada, sorprendiéndose de que esa niña desconocida, de cabello verde, la estuviera protegiendo.

— ¡Aprende a ocuparte, de tus propios asuntos Deku! —gruñó el chico de cabello rubio, llamado Kacchan, lanzando una explosión contra la niña, llamada Deku. Kyōka cerró los ojos y se tapó los oídos, pero, aun así, gracias a su Kōsei, pudo escuchar como el tal Kacchan, causaba explosiones, sobre la niña que la protegió. Haciéndola caer al suelo, lastimada. —Vengan, vámonos.

Kyōka, solo pudo mirar horrorizada, como quedó la niña que la salvó.

Escuchó a su madre llamándola, y mientras derramaba lágrimas, lamentó desde el fondo de su alma, el abandonar allí, a su salvadora. — ¿Por qué no me aseguré, si estaba bien?, ella me salvó, pero... yo solo... yo solo la abandoné allí. Perdóname. Espero que... espero que sigas viva, para... para algún día... algún día, poder reparar el daño que yo causé. Gracias... mi heroína verde.

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La niña, identificada como Kyōka, volvió a su casa y fingió, que todo estaba bien.

Fingió, que todo era normal.

Pero no podría jamás, sacar de su cabeza, el cabello verde de esa niña.

Ni podría sacar de su corazón, el nombre de esa niña.

El nombre de su salvadora.

Deku.

Un nombre, que se instaló en su corazón y su mente.

— ¡KYŌKA, HORA DE PRÁCTICAR! —Gritó su padrastro, haciéndola sentarse en la cama, algo asustada.

— ¡Sí señor! —contestó ella, con algo de temor, a su padrastro.