CAPÍTULO 4

It all returns to nothing

It all comes tumbling down

Tumbling down, tumbling down

It all returns to nothing

I just keep letting me down

Letting me down, letting me down


―¿Qué me has hecho?― fue lo único coherente que Shinobu pudo pronunciar.

―Te di un regalo digno de tu amor― respondió solemne el demonio.

Shinobu le sostuvo la mirada unos instantes antes de bajar la vista al suelo. Estaba temblando. No por el frío, ni el dolor de sus heridas, sino algo peor.

―No… no puede ser― musitó ella, al tiempo que se abrazaba a sí misma para tratar de darse fuerzas con qué resistirse a aceptar la horrible verdad. La horrible verdad sobre como su vida de cuento de hadas al lado de Tanjiro fue solo eso. Un cuento de hadas maquinado por el demonio que mató no solo a su hermana, sino también a ella misma.

―No es posible― repitió para sí misma.

―Y sin embargo, tu corazón conoce la verdad―

―Mi amado esposo… mis hermosos hijos… nuestro hogar y nuestra vida juntos…―

Shinobu lloraba y temblaba completamente desconsolada. Lo que no daría por estar en la sala de su hogar en las montañas. Envuelta en los brazos de su Rayo de sol. Rodeada de los pequeños milagros a los que llamaba sus hijos.

―Me rehúso… ¡Me rehúso a creerte!― Shinobu elevó su vista al demonio, ya no con odio, sino con aflicción ―Tú no puedes ser responsable de esa vida… alguien sin alma como tú no podría nunca crear tan hermoso sueño―

―No fue fácil, créeme― respondió Doma, oyéndose como quien recuerda lo que fue una muy dura pero satisfactoria jornada de trabajo ―Pero era lo menos que podía hacer por ti tras descubrir la vastedad del océano de tu amor por mí―

Una chispa de furia se encendió en medio del bosque de desesperación de Shinobu.

―Deja de repetir eso, maldición… Yo no te amo―

―Podrás repetir eso hasta el fin de los tiempos, pero nunca dejará de ser mentira― respondió el otro con alegría.

Shinobu se mordió el labio. Ya no quería hablar. Ya no quería preguntar ni saber nada. Solo quería despertar o dormir o lo que sea que hiciera falta hacer para escapar de la compañía del demonio.

Se estremeció al sentir el abanico de Doma en su barbilla, que le aplicó fuerza para obligarla a levantar la vista.

―¿Quieres saber cómo sé que me amas?―

Con un movimiento de su cuello, Shinobu deslizó su mentón sobre el abanico y devolvió su vista al suelo. Sabía que no tenía caso responder. Sabía que Doma le contaría de todos modos.

―Fue cuando te devoré― Doma comenzó a caminar en círculos alrededor de Shinobu.

―Tu implacable determinación ya me había sorprendido. Conmovido incluso. Pero fue solo hasta que devoré tu carne y vi tus recuerdos que pude admirar el verdadero esplendor de tu devoción hacia mi―

Shinnobu deseaba contradecir nuevamente al demonio. Decirle que su devoción era con sus seres queridos, mientras que a él nunca le ofreció nada más que su odio y sed de venganza. Pero ya había comprendido que nada bueno podía resultar de contradecir al demonio.

―Y no mi querida mariposa, no era la venganza tu gran motivación. Ya te lo dije. Quizás lo fue en un principio. Pero a medida que pasó el tiempo y tus sentimientos se volvieron más y más intensos, pasaste del odio al amor―

Shinobu se encogió de hombros y sin poder hacer más, comenzó a repetir en su mente una y tora vez Doma está mintiendo.

―Piénsalo por un momento; sí los demonios te quitaron a tus padres cuando eras muy pequeña. Y sí, yo te quité a tu adorada hermana unos años después. Y sin embargo, ¡Tu seguías siendo una doncella primorosamente privilegiada!―

Shinobu usó todo su auto control para no responder la indignante proclamación del demonio.

―De seguro piensas "¿Cómo se atreve a sugerir que yo era privilegiada incluso luego de perder a mis padres y mi hermana?". La respuesta es muy simple. ¡Todo el mundo pierde a sus padres o sus hermanas, todo el tiempo! Son situaciones desafortunadas pero comunes de la condición humana. Después de todo, son seres extremadamente frágiles. Tú cómo doctora debes saberlo mejor que nadie―

Shinobu odiaba tener que admitir que Doma tenía algo de razón. Incluso con todos los avances en tecnología y medicina, la mortalidad en personas de todas las edades seguía siendo muy alta.

―Así que es estadísticamente ridículo pensar que eras una dama desdichada por padecer lo mismo que le ocurre a la mayoría de las personas en este inmisericorde mundo―

Doma se detuvo frente a Shinobu.

―Por el contrario, tú vida estaba llena de privilegios con los que la mayoría no cuentan. Tenías un hogar vasto y hermoso, equipado con comodidades de la modernidad occidental como luz eléctrica y drenaje. Tenías una jugosa cuenta de ahorros en el banco, producto de la herencia de tus padres. Tenías el negocio familiar y sus enseñanzas en medicina. Un rubro para el que nunca faltan clientes, lo que en otras palabras significa: ¡Tenías tu futuro resuelto!―

De nuevo, Shinobu odiaba el hecho de que Doma estuviera objetivamente en lo cierto.

―Pero eso no es todo. La vida te entregó no una, no dos, CINCO hermanas menores que te adoraban incondicionalmente―

En la mente de Shinobu, apareció una imagen de Kanao, Aoi, Kiyo, Sumi y Naho. Se veían felices y a salvo. Estaban frente a la finca Mariposa. Parecían esperar el regreso de Shinobu.

―Tenías un grupo de amigos que te respetaba y confiaban en ti. Tanto como para ir a cualquier guerra y pelear codo a codo contigo―

Shinobu vio una imagen de sus compañeros pilares, rodeando al patrón. Y otros cazadores más alrededor. Entre ellos, Zenitsu, Inosuke y Nezuko.

―Y lo tenías a él. Un hombre de inigualable virtud. Uno que te amaba tanto que habría sido capaz de aprender a caminar sobre el agua, si con eso lograba poner una sonrisa en tu rostro―

Shinobu se encontró frente a frente con Tanjiro. Lucía muchos años más joven. La edad que tenía cuando recién comenzaron a salir. Cuando ambos eran cazadores.

―¿Y qué hiciste de esos hermosos tesoros que te confirió la vida? ¡Yo te diré! ¡Los despreciaste! ¡A todos y cada uno de ellos, los rechazaste como si no valieran nada! Porque efectivamente, no valían nada para ti. ¡No en comparación de los sentimientos que tenías por mi!―

―¡Yo no hice tal cosa!― replicó por fin Shinobu, quien no estaba dispuesta a dejar que Doma la acusa de haber despreciado a sus seres amados.

―¿Estás completamente segura, cariño? Dime entonces ¿Cuántos de tus amigos sabían de tus planes para acabar conmigo?―

―¿E-eso qué tiene que ver?―

―¿No te parece extraño? ¿Qué nadie en tu familia ni círculo interno de amigos tenía idea de qué era lo que realmente planeabas hacer cuando te enfrentaras a mi cara a cara?―

―Y-yo… no hacía falta que ellos…―

―¿No hacía falta que supieran que planeabas suicidarte? No es que no me pregunte por qué tu plan era suicidarte en primer lugar―

―Y-yo… sabía que no tenía la fuerza para vencerte…― Shinobu empezaba a sentir un nudo en la garganta.

―Naturalmente. ¿Más no te parece extraño que en lugar de pedir ayuda a tus numerosos hermanos de armas, ideaste un plan de ataque que culminaba con tu propia muerte?―

Un nuevo sentimiento comenzó a apoderarse del abatido corazón de Shinobu. Ese sentimiento, era vergüenza.

―Tus seres amados. Aquellos que tanto te adoraban, no te importó lastimarlos. No te importó mentirles y mantenerlos en la oscuridad. No te importó el sufrimiento que padecerían con tu muerte. Lo único que te importaba era acabar conmigo. O al menos, esa es la mentira que decidiste contarte a ti misma cuando ideaste tu plan―

Doma se arrodilló ante Shinobu y esta bajó su vista al suelo, aterrada de ver al demonio a la cara.

―Y no conforme con lastimar a otros, llevaste las cosas más lejos y te lastimaste a ti misma como parte de tus planes. Imagínate. Todos los cazadores someten a sus cuerpos a terribles castigos para fortalecerlos. ¿Pero tú? Tu torturaste, destruiste tu propio cuerpo. Bebiste cantidades absurdas de veneno, destruyendo tu cuerpo desde dentro para convertirlo en una ofrenda de sacrificio para mi. Venciste el miedo a la muerte y te impusiste sobre tu instinto de supervivencia, con el único fin de poder encontrar la muerte en mis brazos―

Los dedos con los que Doma tomó la mejilla de Shinou para hacerla verlo a la cara, eran como témpanos de hielo que le quemaban la piel.

―¿Qué otra fuente de poder aparte del amor podría haberte dado semejante fuerza? La fuerza para sobreponerte a la naturaleza misma. La fuerza para ir deliberadamente en busca de la muerte―

―Y-yo… Yo solo quería acabar conmigo―

―Sí. Lo deseabas tanto que le mentiste al mundo entero. Despreciando su amor y burlándote su confianza. Traicionando su fe―

―Quería darles un futuro sin demonios… a cualquier costo― en ese punto, Shinobu se estaba justificando más a si misma que frente a Doma.

―Y elegiste que lo lograrías no trabajando en equipo con tus aliados más poderosos para destruirme. No, elegiste destruir tu cuerpo y convertirte en un cordero de sacrificio. Porque tu rabia y venganza eran más importantes que el amor de tu familia―

Shinobu apareció en la sala de la finca Mariposa. Aoi, Kanao y las niñas lloraban desconsoladas.

Shinobu sintió como si le apuñalaran el corazón.

―La confianza y el apoyo de tus amigos, no significó nada―

Shinobu volvió a encontrarse frente a los Pilares. Lentamente, cada uno le dio la espalda. Sus espaldas eran como un gigantesco muro de hielo, que hacía sentir a Shinobu miserable e indefensa.

―Y finalmente él. Él que sabía de tu gran dolor y tristeza. Él que sabía que te había rendido, pero no estaba dispuesto a reñirse contigo. Él que te amaba, más de lo que ningún otro hombre llegó a amarte―

Tanjiro estaba frente a Shinobu. Ella estaba temblando. No podía creer que sintiera tanto miedo de estar frente a Tanjiro.

―En el sueño que cree para ti, ustedes dos se casaron. Tuvieron un matrimonio feliz digno de un cuento de hadas. Pero la realidad, es que su historia de amor terminó antes de comenzar. ¿Te gustaría recordar cómo terminó? ¿Cómo destruiste el noble y amoroso corazón de ese joven?―

―N-no―

Sabia que era inútil responder. Pero la lógica había emigrado de la mente de Shinobu hace mucho.

Se encontró en una escena familiar. Shinobu no recordaba el día ni la ocasión. Pero un escalofrió en su espalda y un aterrador presentimiento detrás de tu mente le decían que algo horrible estaba por ocurrir.

El sol del crepúsculo alumbraba el patio de la finca Mariposa. Shinobu estaba frente a Tanjiro, quien tenía un ramo de flores en sus manos. Shinobu no podía escuchar la conversación, pero no era necesario. Recordaba los diálogos de memoria. Recordaba que ese fue uno de los momentos más felices de su vida. El momento en que Tanjiro le propuso matrimonio.

¿Entonces por qué tenía tanto miedo? ¿Por qué su intuición le decía que algo horrible estaba a punto de pasar?

La respuesta llegó al ver como los hechos se desviaban de sus "Recuerdos".

Shinobu le arrebató el ramo de flores a Tanjiro. Lo arrojó contra el piso y lo pisó y machacó con el pie como si fueran un montón de cucarachas.

―¡NO! ¿¡Qué estás haciendo?!― gritó angustiada, Shinobu al ver lo que su "otra yo" estaba haciendo.

Acto seguido, la Shinobu del recuerdo abofeteó a Tanjiro y comenzó a lanzar insultos y burlas impronunciables. Shinobu solo pudo observar impotente como el corazón de Tanjiro se hacía pedazos ante las viles palabras de su otra yo.

―¡Cállate, estúpida! ¡Deja de decir esas barbaridades!―

Shinobu no podía hacer nada para intervenir en la escena. Sus palabras no parecían poder llegar a los oídos de Tanjiro ni de su otra yo. Tampoco podía tocarlos. Y de hecho, claramente ellos no podían verla tampoco. Aún así, Shinobu no podía evitar tratar de poner alto a los horribles eventos que transcurrían frente a ella.

Finalmente, Tanjiro salió corriendo del lugar. Ríos de lágrimas escurriendo de sus ojos.

―¡Tanjiro! ¡Tanjiro, espera!― gritó Shinobu, tratando de seguir al cazador, pero le fue imposible con sus heridas, que la hicieron tropezar y caer de boca.

Para cuando se recuperó de la caída y elevó la vista, Tanjiro ya no estaba en ninguna parte. Y Shinobu se encontraba de vuelta en el salón donde enfrentó por última vez a Doma.

¿Era cierto lo que le habían dicho? ¿En verdad se había vuelto lo suficientemente loca como para herir a cada ser amado que tuvo en la vida, para ofrecerse como sacrificio a ese demonio?

¿De verdad había sido tan estúpida como para convertir toda su vida y todo su ser en la merienda venenosa de Doma?

Shinobu sintió como si todas las fuerzas emigraran de su cuerpo. Se desplomó sobre el helado suelo cubriendo su rostro con su mano derecha mientras lloraba desconsolada.

―Como dije, me conmueve como te puedes imaginar. Pudiendo haber tenido una vida maravillosa rodeada de personas que te amaban. Elegiste la muerte. Elegiste entregarte a mi―

Dome se sentó en posición de loto junto a Shinobu, he había adoptado una posición fetal. Suspiró al ver que a Shinobu ya no le quedaba el mas mínimo espíritu de lucha.

―Veo que estás muy cansada. ¿Deseas que te envíe a otro hermoso sueño?―

Shinobu resistió el deseo a decir que sí. Quería escapar. Quería estar en cualquier otro sitio que no fuera donde estaba ahora. ¿Pero de verdad quería que Doma la enviara a otra mentira? ¿Realmente estaba tan derrotada que le suplicaría al demonio por su piedad y caridad? ¿De verdad caería tan bajo?

A Shinobu ya no le importaba.

―Por favor… solo… déjame estar con él…― las palabras le quemaban la garganta y los labios. Shinobu nunca se sintió tan patética y miserable. Pero ya no importaba. Su percepción de la realidad era un desastre. Lo único que quería era estar de vuelta con Tanjiro, como quiera que fuese.

―Por favor… llévame con él…―

―Shhh. Está bien, amor mío. No hace falta que supliques. Te enviaré a otro hermoso sueño―

Doma le acarició la cabeza. Tomó su mano derecha con delicadeza. Le besó los nudillos con ternura, como haría el mejor y más respetuoso amante. Le sonrió a Shinobu, quien ni siquiera le había dirigido la mirada.

De un instante a otro, Shinobu dejó de sentir sus dedos. Doma se los quitó de un solo mordisco. El dolor la hizo retorcerse como un pes fuera del agua, aún así, no hizo ningún intento por defenderse. No tenía fuerzas ni voluntad para hacerlo. Se sacudió violentamente en un acto reflejó por el dolor, pero Shinobu no hizo ningún intento por evitar que el demonio la devorara.

Tanjiro… Mi Tanjiro… Mi amor… Mi rayo de Sol…

Shinobu no podía ver. Las lágrimas en compañía del incomprensible dolor de ser devorada viva, parte por parte, le nublaban completamente la vista.

Ya no sé qué es real y qué no… Ya no sé si fui tu esposa y madre de tus hijos, o si hice pedazos tu corazón como la bruja que soy… Pero… Si hay algo de lo que estoy segura… Si hay algo de lo que no tengo dudas…

Shinobu cerró los ojos. Para ella no había ninguna diferencia, pero de alguna forma sintió que si lo hacía así, su voz de alguna manera podría alcanzar a su amado Tanjiro.

Yo te amo con todo mi corazón… Sin importar que fue real y qué fue un sueño, la única y irrefutable realidad es que yo te amo… Mi Tanjiro… Mi rayo de Sol…

El sonido de su carne siendo desgarrada y sus huesos crujiendo se volvieron distantes. El dolor se desvaneció lentamente. Shinobu suspiró, o al menos tuvo la impresión de hacerlo. Ya no quiso saber nada más y se dejó llevar por la oscuridad y el silencio. Llevándose consigo el deseo latente de que al despertar, estaría acurrucada entre los brazos de su amado rayo de Sol.