Tengo que hacer esto
¡Tenía que atacar mi oreja... Ahhg, se siente tan bien!
—¿Planeas... Umh... Leo
—No —. Levanta su cabeza solo lo suficiente para permitirme apreciar plenamente la sinceridad en sus ojos. Adoro tanto esos ojos dorados, quiero bebérmelos— no tengo nada planeado…
Entonces vuelve a enterrar su cara en mi cuello y puedo sentir como sonríe contra mi piel. Tiene dientes afilados y un poco más largos de lo que es natural. Me sé de memoria su cuerpo entero, cada uno de sus detalles, cicatrices, marcas de nacimiento... ¡La madre me consuma!, esta soy yo perdiéndome otra vez.
—Mi amor... —Logro por fin decir, y ella se detiene para escucharme.
La manera en la que estrecha su cuerpo contra el mío... Agh, tengo que detener esto ahora.
—¿Diana? —Me mira atentamente y siento como mi rostro se desvanece solo por eso. No es fácil sostenerle la mirada, es tan amenazante, no creo que se dé cuenta de lo imponente que es físicamente.
—Yo... Hay algo, algo que... —Te amo, te amo con toda mi alma Leo— ¿Puedes mirar hacia allá un momento?
—¿Hablas en serio? —pregunta sonriente, y de inmediato su rostro ya no da miedo. Es tan hermosa... Puedo hacer esto.
—¡Hazme caso!
—Ok, está bien. ¿Qué debo ver exactamente?
...Puedo hacer esto. ¡Yo puedo!
—Necesito que... Quiero decir —, lo de respirar hondo está sobrevalorado— ¡Incorpórate, no me dejas respirar!
—Ok, amor... ¿Está bien así?
—¡Más!
—¿Quieres que me siente, entonces?... ¿Ya te puedo mirar?
—Solo si sonríes.
—Me estás matando
—¡Voy a besarte ahora, Leo! —Pero es mentira, necesito un poco más de tiempo para que mi cuerpo acceda a hacer lo que le ordeno.
—Diana, tú puedes besarme cuando quieras, soy tuya —. Sigue mirando hacia la pared, a pesar de estar sonriendo... Una sonrisa leve, del tipo que solo surge cuando te siente triste, pero aun así es honesto. Cristalino y tan húmedo en este caso… La beso de a poco, sabe deliciosa como siempre. No voy a dejar que me consuma. Hoy no.
—Quédate quieta...
—Estoy quieta, amor
—¡No te muevas mucho! —Le susurro de todas maneras para asegurarme, sin dejar de besarla, ¡pero ella está diciendo la verdad! Está tan dócil, simplemente siguiendo mi ritmo tan pausado.
—Diana... —Ríe un poco. Su voz suena tan, ¿Tranquila? — haz lo que quieras amor, no voy a interferir...
—¿Me quieres abrazar? —. Rompo el beso para colgarme de sus hombros y aferrarme a ella.
—Me muero de ganas...
—Espera... Aún no —. Dije que iba a besarla, pero no le dije dónde... Su pecho se agita y desde aquí puedo ver que tiene las manos inquietas. Su cuello está algo húmedo, yo puedo empeorar eso. Desprende calor de la piel, sin importar lo fresca que está esta noche. Es como una hoguera viviente que solo puede avivarse más tras algunos "estímulos"...
Recorro con lentitud su torso con las manos. Esté traje rojo, sin los protectores y demás cosas es realmente ceñido al cuerpo. Besarlo es casi como besar su piel, ¿Podré morderla? Parece bastante firme, como una especie de fibra elástica resistente...
—Umh... Diana. —sostiene mi cabeza con posesión desde la nuca. ¿En qué momento bajé tanto?
Tras un pequeño silencio, me suelta, su mano tiembla. Parece decidida a cumplir su palabra. —me estás matando, amor...
Apoyo la frente contra su abdomen, y me apoyo en sus caderas para impulsarme hacia arriba de nuevo... No busco esto, yo solo quiero... Quiero besarla un poco más.
Sostengo su rostro con ambas manos, fruncir el ceño me ayuda a no bajar la mirada, pero ella me responde con otra sonrisa leve... Y es tan bonita, tan suave de acariciar... Húmeda y caliente. Quiero disfrutarla con lentitud... No te acabes Leo, sé mía por siempre... Te amo tanto. Fúndete conmigo.
—¿Estás bien?
—Si... —Su aliento es muy caliente, como si tuviera fiebre— estoy bien...
—¿Estás llorando?, mi vida
—No realmente... —También me gusta mordisquear su oreja— son solo unas pocas lágrimas
—Déjame abrazarte... Por favor.
—No —. ¡Si puedo! — Ya debo irme, mi amor.
—¿Qué?...
...
El camino se me hizo más corto de lo habitual. ¡Rayos, este será un día maravilloso! Lo puedo sentir en mi piel. Todas las cosas, esa planta de ahí, o incluso aquella roca, reflejan la luz de la madre con una intensidad premonitoria.
A pesar de haber despertado tan tarde… ¡O tal vez gracias a eso! Estoy en el momento correcto, el más vivo, siento tu gracia en mi rostro madre, estoy tan feliz. ¡Por fin me has permitido entenderlo y lo agradeceré con mi fe! Gracias, gracias, madre sol.
—¡Formarse todos, es momento de marchar!
—¿Es la elegida? Cuando llegó...
—¡¿Debo repetir la orden?! — Parece que no. Eso es lo que quiero ver. —¡Lo que la madre ordena! ¡Obediencia y disciplina! —mi voz es rugido, mi cuerpo es su herramienta— Sentir la llamada del deber, ser capaz de recibir luz en su cuerpo. ¿¡Están listos para esparcir su mensaje de amor!?
—¡Si, elegida!
—¡Desenvainen sus espadas, alcen sus escudos y dejen guardada la duda para otra ocasión! —pechos inflados, cuerpos firmes, ¡Sean mi voz, mi aliento! — ¡No habrá hereje que se resista al amor de la madre, ni falsos dioses serán capaces de deshonrarla, su honor está en la voluntad de todos ustedes, y su fuego en el pisar de sus botas!
—¡Si, elegida!
—¡Andando!
...
La más ineficiente de las rutas posibles que arrojaron mis cálculos. ¿Cuándo fue la última vez que caminé por aquí? No, definitivamente no vale la pena recordarlo.
—Está oscureciendo... ¿De verdad viajarás, justo ahora?
—Veo que es muy difícil dejar las viejas creencias atrás —volteo para mirarlo, pues como imaginé, se había detenido en medio del camino, dubitativo—... Incluso para ti.
—Diana, déjame acompañarte.
—No he hecho nada para detenerte, el mismo camino lo hará por mi tarde o temprano.
Entonces continuo, con paso ligero, pero con confianza de que me seguirá un rato más por lo menos. Hay cosas que podría estar bien debatir antes de separarnos.
—No creí que vendrías a verme —. Su voz apenas es reconocible para mí, ¿Qué tan roto puede estar un ser antes de considerarse más vivo que muerto? — Pensé que aquella conversación no había significado nada para ti.
—Te equivocas, he pensado mucho en eso... No dejo de darle vueltas.
—Entonces, eso quiere decir que...
—Espera —. Esta vez soy yo quien no puede seguir, la que necesita un momento para respirar— hay cosas que debo resolver antes
—¡No tenemos ese tiempo, Diana... Bueno... En realidad, creo que ni siquiera si empezamos ahora mismo... Bah, no sé qué haces aquí. Quisiera poder adivinar tus verdaderas intenciones.
—¡Me quedaba de camino!
—Bromeas.
—Parece que todo esto es difícil para ti, luces agobiado…
Quizás sí le ayudo a expresarse en términos que le sean familiares... Las mentes de los soldados son muy parecidas entre sí. Un solari, lo es sin importar lo que pase en su vida, lo que haga o el lugar en el que esté... Que envidia.
—Diana, yo ya no tengo idea de quién soy.
—Eso es porque confundes lo que eres con lo que sientes —. Es un hombre interesante, debo admitir— es increíble que una causa sea capaz de eclipsar de esa forma la identidad de una persona…
—Tú estabas ahí, ¡viste lo que me pasó!
—Tú también estuviste cuando maté a los ancianos...
—Eso no eras tú —. Pecho inflado, mirada seria que pretende estarme enfocando, pero en realidad parece estarme atravesando... Me recuerda a alguien—. A los sabios los mató su ambición, ¡Lo que les pasó fue el resultado natural de la adoración enfermiza! Todo acto de subyugación a una fuerza superior termina necesariamente en catástrofe. ¡Los humanos somos capaces, por nosotros mismos y sin ayuda de…
—Su muerte fue el resultado de yo haberlos decapitado con mi espada, Artreus. A cada uno de ellos —. Esa capacidad de evadir la realidad con tanta facilidad, es tan delirante ¡realmente me pone los nervios de punta! Una persona de fe no es capaz de ver las cosas que realmente ocurren frente a sus ojos: El yugo de la madre sol, el poder terrorífico de los aspectos, ¡la fuerza infinita de la humanidad! Siempre hay algo en lo que creer. — … a los hechos se les denomina así porque existen y solo luego de existir es que pueden ser juzgados, nunca antes.
—¿Debo juzgarte entonces por lo que hiciste? —. Tengo ganas de abrazarlo, es un impulso poco común que me resulta bastante fuera de lugar. No lo pienso hacer — ¿Eres un monstruo entonces? ¿tú también?
—Soy alguien falible.
—¡Entonces no eres la heroína que Targón necesita!
—…La niebla del rey arruinado pudo penetrar en ti... ¿Te recordó quién eres?
—¡El fracasado que debió morir en aquella montaña para que el verdadero héroe pudiera subir! Un hombre débil y patético, incapaz de experimentar ningún tipo de fuerza verdadera. Un ser sin voluntad.
—Y sin embargo aquí estás —. Vaya, está conversación sí que acortó el camino, no puedo creer que ya estemos aquí. —... Sin armas ni armadura, pidiéndole descaradamente a un monstruo despiadado que traicione al amor de su vida.
—Yo... Leona... También es importante para mí, tú lo sabes…
—Y a pesar de eso peleaste contra ella —. Parece que he logrado hacer que se cuestione un poco las cosas. Muy bien ahí Dianita. — estuviste a punto de matar a mi esposa.
—¡No!
A ver, la última vez fue mucho más fácil, ¿No se supone que por aquí debía estar esa cosa cilíndrica? Aff, es imposible haber errado en los cálculos luego de agregarle más variables a la fórmula... ¡Esta tiene que ser la misma cueva!
—... ¡Lo que no quiere decir que esté dispuesto a permitir que!
—Si piensas que con los sabios actúe como un monstruo es porque no tienes ni la más mínima idea de en lo que me hubiera convertido si me la llegabas a arrancar así.
—Ya veo.
—Así que sí, Artreus, hay algo que debo hacer primero y si el futuro de Targón se ve afectado por mi "tardanza", a mi honestamente no me interesa lo suficiente como para postergar ese algo.
—Entonces... Supongo que no tengo nada más que decir.
—¡Pero sí hay algo que puedes hacer! —. No estaría bien dejarlo ir así, ¿verdad? Por más duros que se consideren, los guerreros no son más que un puñado de carne, músculos y sentimientos que necesitan sentirse útiles... ¡Un montón de idiotas!
—No veo lo que podría hacer, Diana.
—Despejar las rocas de esa entrada.
—¿Que...?
—Me acompañaste hasta aquí, tengo que entrar a esa cueva y no puedo porque la entrada está bloqueada... ¿Fue acaso mi viaje una pérdida de tiempo? O tal vez, ¡solo tal vez! Algún héroe bronceado y musculoso aparecerá de repente, justo en este momento de desolación absoluta en la que no soy capaz de encontrar una solución a mis increíbles problemas de damisela…
—Siempre has sido una floja.
—¡Error! —...Y en seguida se puso a dar vueltas hasta encontrar un lugar dónde poner los escombros y así no tener que hacer doble trabajo—... Invierto eficientemente mis energías con la intención de evitar el agotamiento.
—Lo que digas, princesita —Está sonriendo— tu ponte a ver las estrellas desde alguna roquita cómoda mientras el héroe del lugar hace el verdadero trabajo
Está bromeando. Lo sé porque su tono de voz es irónico, pero su felicidad es real. Tanto como el brillo en sus ojos, y la energía que acaba de aparecer de repente en su cuerpo. Es un idiota.
—Pues, ¡que sepas que voy a tomarte la palabra!
