Fic
Historias de Albert y Candy
Hechizo de Amor
Por Mayra Exitosa
Inspirada en la Imagen de Lulú Mtz.
El mayordomo triste al escuchar la frase de la señora lavandera, una pequeña y sutil mujer que siempre había trabajado arduamente para sostener a su única hija, por lo que trabajaba desde el amanecer hasta que se ponía el sol, lavando y cambiando ropas de cama y otros menesteres que surgían en el palacio, ambos eran igual pues el buen mayordomo era un buen hombre serio y formal, aunque siempre había deseado tratar a la mujer que trabajaba en el jardín jamás su amor le declaró, nunca se esperó que el hechizo lo llevara con su pareja perfecta, pues la dama era de buenos sentimientos, aunque no deseaba volverse a casar debido a que cuidaba de su hija y no la quería dejar hasta que fuera mayor y tuviera un buen hombre que la cuidara, para ese entonces ella ya vería como se las arreglaría.
Así de pronto de lo triste que él se encontraba y de la mujer que nunca más se enamoraría luego de perder a su amado marido, sus rostros se transformaron, la lavandera que siempre ayudaba con docenas de cobijas cargándolas en sus pequeños brazos era acompañada ahora con los brazos en su cintura de un hombre que de mirada clara pasaba a ser obscura, con una enronquecida y galante voz, la atrapaba sin dejar de soltar el bulto de las cobijas que parecían embonar entre los dos, con un beso ardiente y necesitado la pareja se iba caminando con las cobijas en medio de ambos, todo el trayecto aparecían rosas por el camino que los seguían hasta llegar a la lavandería que de pronto todo ese lugar lucía perfumado con rosas anaranjadas por todos lados, la pobre mujer que había perdido el amor hacía mucho tiempo, ahora gozaba de un hombre ardiente y apasionado que fungía como serio y callado mayordomo, el cual transformado en atrevido e impetuoso sin medir el lugar desvestía a la pequeña mujercita entre todas las cobijas que formaban una cama espectacular para darle la pasión que jamás se había atrevido a brindar a una mujer, cayéndole encima se iban cerrando las puertas de los lavaderos con un entramado de rosas naranjas y espinas que no dejaban ingresar a nadie más, el ardor y la urgencia cobraba vida en la pareja más tranquila y seria, que había en todo el palacio, pues el mayordomo con la mujer de bajo entre muchas cobijas se perdían en una danza antigua y muy conocida, que no había en todo el mundo alguien que lo pudiera creer, pues continuaban apareciendo rosas tan intensas como el placer de cada pareja que se hechizaba con rosas, la pobre mujer enamorada lucía despeinada y olorosa, recibía al ex deprimido hombre delgado, alto, imponente y educado, quien parecía subir y bajar de todo el movimiento apasionado y sin vergüenza o timidez alguna, se daba una relación inesperada entre esos dos que el amor recobraban. - Es usted la mujer que tanto había esperado, - ¡Oh por Dios! Y me agrada usted demasiado que no puedo detenerle. - Gracias mi lady, no se arrepentirá jamás de yacer junto a mí toda la vida. Un beso los unía dejando palabras de lado e iniciado jadeos de pasión vigorosa que ninguno de los dos creía jamás haber manifestado.
En la mansión de los Legan esperaban que llegaran sus hijos, más no se veían que fueran a volver pues ya era el atardecer y no acostumbraban a viajar de noche, por lo que el Duque preocupado junto a su esposa, un mensajero decidieron enviar. Mientras que la casa del comerciante Esteban Stamford, asustado sin poder creer lo que veían se encontraba con un fogoso Duque de su hija se deleitaba, pidiendo formalmente su mano a extraños ruidos su proposición acompañaba, no la dejaba bajar del carruaje y se escuchaba ruidos alarmantes de la consumación que tenían dentro la pareja, más las rosas que brotaron tampoco ayudaban demasiado pues parecían no permitir el acceso al carruaje, negándoles la ayuda para sacarlos, así que sin salir mucho menos detenerse de su ardiente actividad, los gritos de ambos se podían claramente interpretar, pues estaban en una apasionado trote el movimiento del carruaje lo podía confirmar, la pareja apenas y se comunicaba respondiendo a los gritos que de afuera daba el padre a su hija, diciendo que su consentimiento tenía que dar, pues con ningún otro hombre la podría casar y girando de las riendas le pedían al chofer que se fueran a la mansión de los Duques Legan para solicitaran el permiso del padre para seguir con la nueva Duquesa de Legan, la joven Diesi Stamford, que no tenía pena ni vergüenza pues estaba feliz yaciendo con su amado declarado, no quería volver a su casa ni a ningún otro lado, separarse de él era imposible, para la carrosa si no le daban al camino las espinas lo animaban a seguirlo, por lo que los caballos de la familia iban de tras siguiendo el carruaje para que respondiera el Duque de Legan por semejante atrevimiento de su hijo, que sin medir el lugar a su hija había tomado sin contemplar su petición formal, para colmo entre rosas de color violeta no los dejaban entrar pues simplemente no se separaban y ninguno de los dos del coche se querían bajar.
Los Reyes regresaban con un largo sequito de su prolongado viaje después de darse un tiempo libre para realizar un real paseo al zoológico, ambos preocupados comentaban que sus hijos con otros reinos se podían comprometer, más el rey meditaba esta declaración de su mujer y le aseguraba que deseaba para todos lo que él había obtenido, un amor verdadero, para que fueran felices, le dieran muchos nietos y aunque a la fecha el único que se encontraba listo para contraer nupcias era el mayor, no descartaba que bien podían sus hermanos casarse antes, pues las ocasiones que su heredero fue presentado con algunas princesas de reinados vecinos, no había mostrado interés alguno por ninguna de ellas, aun con la belleza más deslumbrante, el cariño de un pueblo que las respaldaba o la herencia de reinados que contraían con sus dotes, sin embargo sus otros hijos parecían no tener la intención de contraer matrimonio pronto, pues notaba a Alistar entretenido en experimentos de ciencia y tecnología, a Archivald lo veía más interesado en la belleza espiritual y externa que deseaba una deslumbrante princesa o quizás una reina mientras que el menor de los príncipes, parecía estar más preocupado por la vida de sus hermanos que por la suya, solo había una joven que conversaba con él continuamente, incluso se enviaban cartas y se respetaban, era la hija menor del Duque de Legan, quien tenía un pretendiente de mayor edad y rango para su preciada hija, por lo que no estaba enterado de que guardaba una sincera amistad con Anthony.
Continuará...
Gracias por sus comentarios en cada capítulo de esta historia, deseando sea de su agrado.
Agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.
Con sincero aprecio,
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
