EN EL CAPÍTULO ANTERIOR: Snape recuerda que olvidó mandar a analizar los caramelos que Dumbledore comía.


CAPÍTULO 4

Granger, Weasley y Potter entraron un año más en el Gran Salón para comenzar su sexto curso en Hogwarts. Ocuparon sus asientos y saludaron a los compañeros que no habían visto en el tren.

Allí se encontraron a Finnigan, que se había rapado la cabeza como cierto jugador de futbol. A Brown y a Patil, teñidas de rubio platino hablando de lo "guay" que había sido su verano en Ibiza, y a Longbottom, sentado en el asiento más apartado acariciando su sapo. Longbottom fue el único que se levantó para ir a saludar al resto de sus compañeros. Cuando llegó hasta Potter, le preguntó cómo se sentía, hasta ahora el único que lo había hecho, y si podía ayudarle en algo. Después les habló a los tres de las clases que tenía que dar:

- Éste año - empezó a decir Longbottom con algo de tristeza - no tendré pociones. Suspendí el examen. Mi abuela no me dejó salir de casa ni para sacar el perro.

- ¡Alégrate Neville! - dijo Weasley - Eso quiere decir que éste año no tendrás clase con Snape.

- Sí, por ese lado sí estoy contento - le respondió Longbottom con media sonrisa - pero yo quería estudiar para medimago, y ya no podrá ser. Bueno, me alegro que estéis bien. Me voy a mi asiento que ha dejado solo a Trevor.

- ¡Neville! - lo llamó Weasley mientras se iba - Si te sirve de algo, Harry y yo tampoco daremos pociones. También hemos suspendido - Tanto Weasley como Potter sonrieron encantados.

- Debería daros vergüenza - les dijo Granger mientras se sentaban - Por lo menos él está preocupado por haberse cargado su ilusión de ser medimago, pero a vosotros parece que se os ha olvidado que queríais ser aurors.

- Tú lo que estás es amargada por que no vas a perder de vista a Snape. - le dijo Weasley

Todo estaba preparado para el inicio de la ceremonia y Potter seguía sonriendo, hasta que se le borró la sonrisa al ver a otro chico que lo miraba con desprecio desde la mesa Slytherin.

- Potter - gruñó Draco Malfoy que había pasado el peor verano de su vida. Su padre estaba prófugo de la justicia, y tanto su madre como él, habían sido requeridos por los aurors para muchísimos interrogatorios, y su casa estuvo vigilada tanto de día como de noche.

A sus dos grandes amigotes les había pasado lo mismo, pero sabían que ahora en el colegio gozarían de más libertad, y por eso, éstos dos estaban muy habladores sacando a Malfoy de sus casillas:

- La ceremonia de inicio de curso es asquerosa - dijo Goyle - ¿Por qué no se come antes de que entren los de primero?

- Y ¿Por qué será tan larga la canción del sombrerito ridículo? - le respondió Crabbe.

- Para fastidiar Crabbe, - respondió Goyle - ¿No ves que perteneció a un Gryffidor?- rieron los dos grandotes.

-¡Vaya Goyle! - habló por fin Malfoy deseando que se callaran - Es lo más ingenioso que te he escuchado desde que te conozco.

Goyle contestó algo pero Malfoy no lo oyó porque estaba concentrado leyendo un artículo de última página del Profeta. Últimamente era la única forma de enterarse en que estaba metido su padre.


La profesora MacGonagall avanzó con la larga fila de alumnos, que no estaban tan nerviosos como la profesora. Llegaron al final de las mesas. MacGonagall cogió el sombrero del taburete, preparado para que los alumnos nuevos se sentaran encima, y luego de echar una rápida mirada hacia el asiento de Dumbledore, se volvió a los alumnos y les dijo:

- Ahora, en cuanto diga sus nombres, se sentarán en el taburete, les pondré el sombrero. Él los seleccionará para sus correspondientes casas. - Y comenzó a llamar a cada uno de los niños.

En la mesa Slytherin había éste año más murmullos de lo habitual, pero Malfoy no despegó los ojos del periódico, hasta que Goyle lo zarandeó mientras le decía:

- No está Snape.

Malfoy miró la mesa de los profesores, y efectivamente, no estaba el maestro de pociones.

- ¿Estará con nuestro Señor? - susurró Goyle.

- Tal vez Dumbledore se ha enterado que Snape es uno de los nuestros y lo ha echado - dijo Crabbe.

- Snape es demasiado listo como para dejar que Dumbledore lo descubra - dijo Malfoy - No, tiene que haber otro motivo. Miró la silla vacía durante unos segundos, y luego miró al frente para ver a Potter y a su corte mirándolo a él fijamente. Les sonrió con desprecio. No iba a dejar que vieran su preocupación por la ausencia del profesor.

- ¿Crees que sabe lo que le ha pasado a Snape? - preguntó Weasley.

- ¿Quién, Malfoy? - contestó Potter con cara de asco - Actúa como si supiese lo que está pasando.

- ¡Eh! Fijaos, también falta madam Ponfrey - dijo Weasley

- Quizá - empezó a decir Potter - Voldemort lo ha herido, y Madam Ponfrey lo está curando.

- Sí, o a lo mejor madam Ponfrey y Snape se han fugado juntos. - Los dos chicos rieron.

- ¿Ya estáis imaginando complots? - les preguntó Granger - Y dejadme adivinar ,el malo es Snape ¿a que sí? ¡No tenéis remedio!

- A ti te gusta investigar complots, como tú dices, tanto como a nosotros dos. - le echó en cara Potter.

- Cuando hay algo que investigar. Mira, aquí solo hay dos asientos vacíos, no hay nada raro, ¿lo veis? ¡Ay! Dejadme tranquila que quiero ver la selección.

Pero la selección ya había acabado. En ese momento, la profesora MacGonagall se sentaba en un asiento a la derecha de Dumbledore. Llamó la atención de todos, otra vez, golpeando su copa con una cucharilla, y cuando hubieron cesado los murmullos, Dumbledore bebió de su copa, se levantó y comenzó a hablar:

- Bienvenidos queridos alumnos, un año más a nuestro querido Hogwarts

Sin ninguna duda, era la voz de Dumbledore, aunque habló raro, sin ninguna emoción, con voz fría y suave, y sin ni siquiera las habituales sonrisas con las que recibía sus niños. Tampoco tenía la mirada dulce de siempre. Eso captó la atención de todo el Salón, en el que ya no se oía una mosca. Continuó hablando:

- No quiero demorarme en lo que tengo que deciros. Se que estais deseando que yo me calle para hartaros de comer hasta los ojos, pero éste año hay ciertas novedades que debéis conocer...- la tos de MacGonagall lo interrumpió.

- Cog, cog, sonríe, cog - le dijo disimuladamente y Dumbledore siguió hablando con una mueca que quería ser una sonrisa.

- La primera de las novedades, es que tenéis nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras. - hubo murmullos en el salón. Dumbledore continuó hablando. - Se trata de un gran profesional de la docencia, con muchos años de experiencia, amplios conocimientos en la materia, y muy alto reconocimiento a nivel internacional...- MacGonagall volvió a toser.

- Cog, cog, abrevia, cog

- Afortunadamente para nosotros, contamos con los servicios de éste gran maestro desde hace muchos años. Se trata del profesor Snape, - se oyeron murmullos - que éste año compaginará sus labores como profesor de pociones, con las de maestro de defensa. Sí, es una lástima que no se encuentre hoy con nosotros para que oiga el efusivo aplauso de bienvenida que le vamos a dedicar.

Dumbledore aplaudió solo y enseguida, viendo que nadie más lo hacía, cesó de hacerlo. Después miró desafiante a todas las mesas, y se detuvo en la de los Gryffidor.

- Debo recordaros que el señor Filch, nuestro querido conserje, ha expuesto en el tablón de anuncios de la conserjería, la lista de faltas que, ¿cómo diría yo? A sí, ¡os desaconsejo que cometáis! - sonrió Dumbledore mientras Filch se levantaba de su asiento muy feliz, y luego se volvía a sentar.

Dumbledore bebió de su copa mientras se escuchaban murmullos de los alumnos, y de algunos profesores. Después siguió hablando.

- También he de recordaros, como todos los años, porque es imposible meterlo en vuestras huecas cabezotas, que el bosque está prohibido, y no debéis entrar en él si estimáis en algo vuestra vida. Yo simplemente lo desaconsejo.

Y esto solo lo diré una vez: está terminantemente prohibido acercarse a el ala oeste del tercer piso, la que da hacia el lago. Existe un peligro de muerte, que no voy a detallar, y si os cojo merodeando por allí, podría ser perjudicial para vuestra salud - Dumbledore sonrió - porque os ganareis una detención con Filch y le dejaré elegir el castigo.

Durante éstos últimos años, se ha consentido que ciertos alumnos, hicieran lo que les viniera en gana, sin importarles las normas que siempre han regido ésta venerable institución, y que han permitido que perdure en el tiempo. Esto se acabó. Es hora de que en éste colegio, empiece a regir la disciplina, y espero que todos los profesores me ayudéis en esto - ¿Pero qué dice? Pensaron todos los profesores. MacGonagall tosió de nuevo para disimular lo que decía:

- Cog, cog, ¡cállate ya!, cog

- Bueno, esas son las novedades. Cuando termine el banquete, los de primero seréis guiados por los prefectos a vuestros dormitorios.

¡A comer! - sonrió a la asombrada concurrencia que apenas aplaudió y se sentó. Luego miró a MacGonagall y ésta que parecía enfadada, movió lentamente de un lado a otra la cabeza en señal de desaprobación.

- ¿Qué le pasa a Dumbledore? - preguntó Weasley a Potter mientras masticaba un muslo de pollo. - Está algo raro.

- Está enfadado por algo, al menos eso parece - dijo Potter.

- O a Dumbledore se le ha ido la olla, o la guerra debe de ir muy mal, para que esté con esa mala uva.

-Harry - dijo Granger - Te acaba de dedicar su discurso, y ni te has enterado.

- ¿Crees que esté enfadado conmigo? - preguntó Potter - ¿Qué le he hecho yo?

- ¿Tú? Nada - le contestó Granger- Solo provocar que lo destituyeran el año pasado de su cargo, dejar las clases de oculmancia faltando el respeto a un profesor, montar esa maravillosa excursión al Ministerio basándote en uno de tus sueñesitos, provocar la muerte de Sirius, contestar a Dumbledore de mala manera cuando él solo quería consolarte, culpar a Snape de lo que hiciste tú solito, y en definitiva, de haberlo liado todo, y luego no afrontar tus errores.

- ¡No seas mala con Harry! - dijo Weasley.

Potter miró hacia estaba Dumbledore. Se quedó helado al ver que Dumbledore lo estaba mirando, pero no con la sonrisa cálida de siempre, mas bien parecía que lo iba a maldecir. Entonces Potter pensó: ¿Tendrá razón Hermione?


FIN DEL CAPÍTULO 4