Capítulo 8
"Señor Dalton, ¿habla en serio? Yo pensé que usted…
"Muy en serio, mi querida señorita Bennet. Quiero que sepa que si usted está dispuesta a darme una segunda oportunidad, yo no la dejaré pasar y haré todo lo posible por ganarme su respeto, cariño y admiración. Desde el primer día en que te conocí sentí por usted una apasionada admiración y te prometo que nunca más volveré a decepcionarte con mis dudas, porque no tengo ninguna duda que te amo y que eres la única mujer que me puede hacer feliz."
Elizabeth no podía creer todo lo que escuchaba. Después de haber llorado las últimas tres noches sin saber qué sería de su vida, en ese momento volvía a sonreír. "Señor Dalton," dijo Elizabeth emocionada, "Usted sabe que lo amo y nada ni nadie podrá separarme de usted, si me quiere en su vida."
"Querida Elizabeth, tú no puedes imaginar lo feliz que me hace oír todo lo que me estás diciendo. Pero antes de hacer cualquier tipo de planes a futuro, necesito que me escuches porque hay algo muy importante que debes saber de mí."
Elizabeth asintió y dejó que William hablara sin interrumpirlo. "Sólo la familia más cercana conoce este secreto que voy a contarte. Mis padres siempre se han sentido orgullosos de mí, y me han amado incondicionalmente. Pero siempre prefirieron mantener la verdad de mi origen oculta por miedo a que otros niños y sus familias pudieran discriminarme o burlarse de mí. Elizabeth, yo soy adoptado y no sé quiénes fueron mis padres." William prefirió no contarle cómo lo habían encontrado sus padres porque a él no le gustaba hablar de aquello. Además, él no creyó que fuera importante en aquel momento.
"William, yo no lo sabía, pero me alegro que hayas podido encontrar una familia como los Dalton."
"Así es, he tenido a los mejores padres que cualquier niño pudiera soñar y por eso siempre he intentado ser el mejor hijo. Pero quiero ser bien claro contigo, yo no tengo idea quiénes fueron mis verdaderos padres pero asumo que unos pobres campesinos."
"William, ¿crees que eso me importa?"
"No te culparé si eso hace que cambies tu opinión de mí. Pero si me aceptas en tu vida, quiero que sea sabiendo quién realmente soy. Porque te amo, es que no puedo mentirte."
"Pues no me importa, querido. Para mí eres William Dalton, un hombre trabajador y honesto hijo de dos padres ejemplares que te enseñaron a ser quien eres hoy." Elizabeth no pudo evitar arrojarse a los brazos de su amado y llorar de tanta emoción. Se sentía tan feliz, aliviada y llena de esperanzas de un futuro lleno de cariño y amor.
"Mi amor, por favor no llores. Se me rompe el corazón al verte triste. Yo no quiero que nunca más estés triste y que no te preocupes por nada. Yo estoy aquí para cuidarte y protegerte de todo y todos," decía William mientras le besaba la frente a su amada.
"Oh mi amado William, no te preocupes por favor. No ves que mis lágrimas son de alegría. Soy tan feliz, y todo gracias a ti," dijo Elizabeth y volvió a refugiarse en los brazos del hombre que amaba.
William estaba seguro que no podría haber nadie más feliz que él en ese momento, Elizabeth lo había aceptado sin importarle que él fuera tan inferior socialmente a ella. Él tenía a la mujer de sus sueños acurrucada entre sus brazos mientras ella le decía que lo amaba.
Ellos estuvieron por varios minutos así, abrazados susurrando palabras de amor. William le juró más de una vez a su querida Elizabeth que nada ni nadie podría separarlo de ella. "Estaremos para siempre juntos, envejeceremos juntos, y si Dios lo quiere, seremos bendecidos con muchos hijos con tus hermosos ojos," dijo William lleno de emoción.
Después de casi media hora, William le dijo a Elizabeth que deseaba conocer a su familia y hablar con su padre. "Querida, quiero formalizar lo nuestro lo antes posible. ¿Crees que sea posible que tu padre me reciba hoy?"
"Las cosas están un poco agitadas en mi casa hoy, como sabes mi hermana se casa en pocos días más. Pero yo tampoco quiero esperar más, y dudo que mi padre esté ayudando en los preparativos de hoy, por lo que no creo que no tenga tiempo para hablar contigo. Además, le puedo pedir a tío Gardiner que interceda por nosotros si es necesario. Ven conmigo, quiero presentarte a mi familia." Elizabeth vio a William ponerse muy serio y agregó bromeando. "No me digas que te dan miedo mi madre y mis hermanas?"
"Por supuesto que no, querida. Es sólo que yo no soy bueno hablando con personas a las que no conozco tan bien. Pero por ti, haré todo lo posible por mostrarme más sociable para que tu familia se lleve una buena opinión de mí."
A Elizabeth le emocionó escuchar a William y ver que estaba intentando ser mejor persona para complacerla. Lo único que rogaba, era que las futuras cuñadas de Jane hubieran regresado a Netherfield para que no la importunaran a ella y a su prometido con preguntas y comentarios fuera de lugar.
William le ofreció su brazo a Elizabeth y le contó que había sido su madre quien lo había convencido de viajar a Hertfordshire y luchar por su amor. Además, él le dijo que pensaba quedarse varios días en la posada de Meryton para poder estar cerca de ella y dejar todo arreglado con el señor Bennet. Aunque William no le dijo a Elizabeth, él estaba preocupado que él se fuera a oponer a la relación entre ellos. Pero William no pensaba renunciar a Elizabeth y sabía que en seis meses más tendría veintiún años y él estaba dispuesto a esperar lo que fuera necesario para estar con ella.
Cuando ellos entraron a la casa, Elizabeth escuchó las voces de su madre y de Jane conversando en el salón y le dijo a William que la acompañara hasta allá. Cuando entraron al cuarto, ella no pudo evitar ponerse un poco nerviosa al ver que Louisa y Caroline aún estaban allí.
"Lizzy, ¿dónde estabas? Necesito que me ayudes con algunas cosas porque tu tía está ocupada con los niños en este momento," dijo la señora Bennet con su habitual voz aguda. Pero cuando vio a Elizabeth acompañada de un hombre alto y muy guapo se quedó callada inmediatamente.
"Madre, ¿recuerdas a Violet Dalton?"
"Claro que sí, una señora muy amable y la tía favorita de Madeline," dijo la señora Bennet sin entender la pregunta de Elizabeth.
"Madre, él es William Dalton, el hijo de la señora Dalton," explicó Elizabeth.
"Oh, claro que sí, pero cómo has cambiado muchacho," dijo la señora Bennet dándole la bienvenida.
Elizabeth le presentó William a todos los presentes y él los saludó formalmente. Charles y Jane fueron muy amables, Louisa distante, pero Caroline por varios segundos no supo qué decir. Aquel hombre era uno de los más guapos que había visto en su vida y pensó que si fuera un rico heredero ella se hubiera enamorado perdidamente de él a primera vista.
P&P
Violet miraba las ropas raídas y aquella cadena de oro con una pequeña medalla con la letra F que su querido William llevaba cuando lo encontró en el río. En un principio, ella había guardado todos esos elementos por si la familia del pequeño decidía buscarlo. Pero después decidió conservarlos como recuerdo de aquel día en que encontró a su hijo. Porque para ella, aunque William no llevara su sangre, era su hijo y nada ni nadie podría convencerla de lo contrario.
Ella había rezado mucho para que su hijo pudiera aclarar todos los malos entendidos con Elizabeth. Él no sólo era un hombre guapo y honorable sino que también tenía una posición económica consolidada que le permitiría darle una buena vida a su futura esposa y familia. Pero si por cualquier razón Elizabeth no era capaz de ver que ella y William estaban hechos el uno para el otro, ella viajaría a Hertfordshire para convencerla que le diera una oportunidad a su hijo. Ella por William estaba dispuesta a todo porque su hijo no sólo era un hijo ejemplar sino que también era un orgullo para la familia Dalton.
En otra parte de la ciudad, George Darcy estaba revisando el último informe que el administrador de Pemberley le envió. Todos los asuntos de la hacienda iban muy bien, y las tierras y los negocios asociados a ella estaban cada vez mejor. Todos pensaban que su ingreso anual era de diez mil libras al año, pero hace bastante tiempo que era mucho más que eso. Sin duda alguna, todas sus inversiones y trabajo duro habían rendido frutos. Pero pese a que tenía el mejor equipo de abogados y asesores, él tenía miedo de pensar que pasaría con el imperio que él había construido cuando falleciera.
Georgiana era una niña muy joven e inocente y él sentía horror que algún sinvergüenza quisiera aprovecharse de ella para tener acceso a su herencia. Lo único que lo dejaba tranquilo era saber que Richard y George estarían allí para protegerla.
Pero él no podía evitar pensar en cómo sería su vida si su hijo jamás se hubiera ahogado en aquel río torrentoso. Él siempre se imaginaba cómo sería todo si su hijo estuviera vivo. Incluso, más de una noche soñaba que él retornaba al hogar porque pudo sobrevivir a ese horrible accidente y creció con otra familia. ¿Pero si su hijo vivía? ¿Cómo podría él reconocerlo? Y si estaba vivo, ¿Por qué nunca había buscado a su familia? Él sabía que la idea de que su pequeño Fitzwilliam estuviera vivo era una pérdida de tiempo, pero esa pequeña e imposible ilusión lo ayudaba a mantenerse en pie cuando sentía que la tristeza lo invadía. Había algo casi irracional que le decía que su hijo estaba vivo y él rogaba a Dios que no lo dejara morir antes de poder verlo.
George Darcy sabía que no le quedaban muchos años de vida y por eso necesitaba convencer a Richard que se retirara del ejército para hacerse cargo de todos los negocios de los Darcy hasta que Georgiana se casara con un buen hombre que la ayudara a administrar la cuantiosa herencia.
P&P
William quedó muy sorprendido con la señora Bennet, él no la recordaba porque probablemente se conocieron cuando él era demasiado pequeño, pero ella no paraba de hablar de lo buen niño que él era cuando pequeño.
"Aún recuerdo cuando te conocí en casa de Madeline cuando tú tenías unos seis o siete años. Jane era una niña muy pequeña, y tan hermosa, y Lizzy aún no nacía. Eras un niño tan bien comportado y regalón de tus padres, siempre estabas leyendo o en brazos de tu padre o tu madre." La señora Bennet no paraba de hablar y William la escuchaba con mucho respeto, lo que hacía que la señora Bennet se animara a seguir hablando sin parar.
William observó a la gente que estaba a su alrededor con interés. Él recordó a la rubia de sonrisa serena como la niña que conoció hace muchos años atrás. A él no se le pasó por alto como la señora Bennet hablaba de la belleza de su hija mayor cuando él consideraba a Elizabeth mucho más hermosa e interesante. Pero también le llamó la atención el futuro esposo de la señorita Jane Bennet. Él parecía un hombre bastante joven, cordial pero por la forma en cómo su suegra y hermanas hablaban de él y por él, estaba claro que le faltaba carácter y decisión.
Finalmente, él también notó que las hermanas del señor Bingley lo miraban con cara de asombro y desdén. Estaba claro que aquellas mujeres eran bastante desagradables y snob. Pero lo que más le llamó la atención a William fue la forma en como la más joven de las dos mujeres no le quitaba la mirada de encima. Aunque él acababa de conocer a esa mujer, no podía evitar desconfiar profundamente de ella.
"¿Y dónde está tu madre, William? Hace casi veinte años que no la veo y me encantaría conversar con ella."
"Lo siento señora Bennet, pero ella no vino. Yo viajé solo pero le diré a mi madre que usted la recuerda con cariño y tal vez en un futuro no tan lejano puedan volver a verse," replicó William.
"¿Y por qué viajaste solo? ¿Por qué has venido a visitarnos sin tu madre?" preguntó la señora Bennet sorprendida.
"Vine porque necesitaba hablar con la señorita Elizabeth y con su esposo, señora Bennet."
"Con Lizzy y mi esposo, ¿y de qué?" preguntó la señora Bennet sin siquiera pensar que William podía ser el pretendiente de su hija más rebelde. Él parecía un hombre serio y era bastante guapo, sin duda alguna no podía estar interesado en una mujer a la que le gustaba leer y debatir y con una belleza tan poco ortodoxa.
"Madre, más tarde podremos hablar en mayor detalle sobre la visita del señor Dalton. Recuerda que tenemos invitados y estamos preparando todo para la cena de esta velada," intervino Elizabeth para evitar que su madre siguiera importunando a su prometido.
"Tienes razón, Lizzy. William, hoy tenemos una cena en honor de mi querida y hermosa Jane y su futuro esposo, espero que vengas. Porque imagino que no tienes pensado retornar a Londres."
"No, señora, no pienso regresar a Londres todavía y acepto gustoso su invitación. Si todos me disculpan, me gustaría poder hablar con el señor Bennet. Fue un gusto conocerlos a todos," dijo William. Luego besó la mano de Elizabeth, hizo una reverencia y se retiró del cuarto.
Jane miró a Elizabeth sonriendo porque se dio cuenta de lo que estaba pasando entre su hermana y el hijo de la señora Dalton. En el tiempo que estuvieron en Londres, ella había notado que ellos se habían hecho buenos amigos aunque ella no lo había conocido hasta ese día. Además, Luke y Emily le habían contado que prácticamente todos los días que Elizabeth estuvo en Londres, el señor Dalton los acompañaba al parque. Jane se sentía feliz por su hermana, pero estaba un poco decepcionada de que ella no le hubiera contado nada sobre lo que estaba pasando en su vida.
Caroline estaba molesta porque a ella le hubiera gustado que Elizabeth se casara con un hombre como Collins, feo, estúpido y ridículo. Aunque el señor Dalton seguramente era un comerciante, el hecho de que fuera guapo y tuviera un aire aristócrata la enfureció. A ella nunca le gustó la hermana de su cuñada porque pensaba era la típica mujer autosuficiente que se creía más inteligente que todos. Pero la verdad era que Caroline siempre envidió a Elizabeth porque pese a todo lo que ella intentaba negarlo, ella estaba conciente que era más hermosa, más inteligente, más sofisticada y socialmente superior a ella.
"Eliza, ¿tú amigo vive en Londres? No recuerdo haberlo visto jamás, y como sabes, mi hermana y yo nos codeamos con las personas más destacadas de la sociedad londinense," dijo Caroline para de alguna forma ventear su frustración.
"El señor Dalton lleva menos de seis meses en la ciudad, señorita Bingley. Él es originario de Manchester," explicó Elizabeth sabiendo muy bien lo que Caroline estaba tratando de hacer.
"¿Manchester? Una ciudad muy interesante y conocida por su bullente mundo de negocios. ¿Es el señor Dalton un comerciante como tu tío?"
"Sí, el señor Dalton como mi tío se dedican al negocio de importación y exportación de telas. Además vive con su madre en la calle Gracechurch a media cuadra de la casa de los Gardiner," contestó Elizabeth con una sonrisa para dejarle entender a Caroline que su opinión a ella no le interesaba.
"Si es la mitad de inteligente y agradable que tío Gardiner, el señor Dalton es un hombre al que me dará mucho gusto conocer mejor," agregó Charles para contrarrestar el comentario venenoso de su hermana.
"Gracias, Charles. Estoy segura que el señor Dalton estará feliz de conocerte mejor también," dijo Elizabeth sinceramente agradecida.
"Es hora que regresemos a Netherfield, nos vemos en pocas horas más en la cena." El señor Bingley pensó que era mejor sacar a sus hermanas de allí porque sin duda alguna la familia Bennet recibiría importantes noticias en los próximos minutos.
En el carruaje de regreso a casa, Caroline y Louisa no le dieron un minuto de paz. En ese momento, él envidiaba a su cuñado que probablemente estaba en Netherfield bebiendo, leyendo algo interesante, muy relajado y tranquilo.
"Charles, espero te des cuenta lo que nos has hecho y algún día nos pidas disculpas."
"Caroline, la verdad es que no tengo idea que les he hecho, y me imagino que tienes muchas ganas de decírmelo, así que por favor no me hagas esperar," replicó el señor Bingley cansado de tener que soportar las constantes quejas de sus hermanas.
"Aunque te quieras hacer el tonto, sé que sabes muy bien de lo que hablo. Ahora no sólo tendrás un tío comerciante sino también un cuñado. Esas son las conexiones que hemos ganado gracias a tu matrimonio con Jane Bennet."
"A mí me parece que el señor Dalton es un hombre honorable y eso es lo único importante," dijo el señor Bingley tratando de defenderse.
"Charles, no puedes ser tan inconsciente como para no darte cuenta lo que esto significa para nuestra familia, y en especial para Caroline que aún está soltera," dijo Louisa reprimiendo a su hermano.
"Yo no entiendo cuál es vuestro problema con los hombres de negocio, por si no lo recuerdan nuestro padre también fue un comerciante y Jane Bennet es la hija de un caballero. Además, Caroline ha estado en sociedad mucho antes de que yo conociera a mi Ángel por lo tanto no me culpen a mí si no ha logrado casarse con un hombre rico y de los primeros círculos," retrucó el señor Bingley molesto. "¿Con quién querían ustedes que me casara? ¿Con una condesa o una duquesa?"
"No, pero con alguien como Georgiana Darcy por ejemplo," replicó Caroline.
"Georgiana es una niña, Caroline."
"Tiene dieciséis años y en dos o tres años más tendrá edad suficiente para casarse. Si te hubieras casado con ella nuestra familia hubiera entrado por la puerta ancha a los primeros círculos."
Caroline y Louisa siguieron sermoneando a su hermano por el resto del camino, pero él prefirió no contestar. A Charles le agradaba mucho la señorita Darcy, era una niña tímida y de muy buen corazón. Por eso no quiso decirle a sus hermanas que él jamás podría sentirse atraído hacia ella y que sólo la veía como a una prima pequeña.
Cuando los Bingley se fueron, Jane le dijo a su madre que necesitaba arreglar algunas cosas para su vestido de la noche y le pidió a Elizabeth que la acompañara para poder hablar con ella. La señora Bennet fue a conversar con la señora Hill sobre los últimos detalles del menú y después decidió tomar una siesta porque estaba agotada.
"Señor Bennet," dijo el señor Hill con cautela. Él sabía que a su patrón no le gustaba que lo interrumpieran cuando estaba tan absorto en la lectura.
"Hill, si mi esposa quiere que la vaya ayudar en algo, por favor inventa cualquier excusa y dile que estoy ocupado en algo de vital importancia, o que me morí. Pero por favor que nadie me moleste," dijo el señor Bennet sin dejar de leer.
"Lo siento, señor, pero un señor Dalton quiere hablar con usted," explicó Hiil.
"¿Dalton?" preguntó el señor Bennet un poco confundido. "Está bien, dile que pase."
Cuando William entró en el cuarto, el señor Bennet creyó saber quién era el muchacho. "Tú eres el hijo de Aaron, ¿cierto? Supe que falleció hace unos meses, y antes de que me digas por qué estás aquí, permíteme ofrecerte mis condolencias. Tu padre era un caballero muy inteligente y uno de los hombre que más sabía de historia del comercio. Las pocas veces que nos vimos conversamos por horas."
"Gracias por sus condolencias, señor, y por sus palabras. Ciertamente mi padre es el mejor hombre que he conocido," replicó William muy serio.
Luego se produjo un silencio bastante incómodo en que nadie dijo nada y que el señor Bennet interrumpió con su usual tono sarcástico. "Muchacho, me imagino que no has venido hasta mi estudio para mirar mis libros o a mí, ¿cierto? Además, debo confesarte que por más que lo he intentado no he logrado dilucidar de qué quieres hablar conmigo," dijo el señor Bennet sonriendo. Luego se sentó, se puso sus lentes, siguió leyendo y añadió. "Siéntate y dime de qué quieres hablar."
William respiró hondo y dijo sin titubear. "Estoy aquí para decirle que amo profundamente a su hija Elizabeth y tengo la suerte de que ella corresponde a mis sentimientos. Por eso, quiero pedirle formalmente la mano de su hija en matrimonio."
Al señor Bennet se le cayeron los anteojos y el libro de la impresión. Él hubiera esperado que ese hombre tan formal y serio le hubiera dicho cualquier cosa pero menos esa.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con tanto entusiasmo.
En el próximo capítulo Jane y Elizabeth podrán conversar pero ninguna quedará contenta al escuchar a la otra. Además, William conocerá a la verdadera familia Bennet durante la cena.
Saludos,
Yo
