Capitulo 3:
- Ron. . .
Harry Potter ingresaba a la habitacion de los Weasley, en donde dormía temporalmente él mismo. Ron estaba asomado a la ventana, su hermana estaba sobre su barredora junto a los gemelos, jugando a atrapar la quaffle que habian hechizado. De espaldas a Harry veía como el hermoso cielo se bañaba de un tono violaceo, anunciando el anochecer.
- ¿Porque Malfoy, amigo? -volteó para mirar a su mejor amigo.
El moreno ojiverde, hubiera querido darle una explicación convincente, pero él, no era una persona rapida de palabras, lamentablemente, se habia quedado sin ninguna razón, salvo que Hermione se habia enamorado de su Nemesis, y debia comprobar que fuera recíproco de la boca del Slytherin. Siempre a pesar de sus peleas, tenia la esperanza que Draco, un dia cambiara de bando. Porque, ni a su peor enemigo -en ese caso Draco- le desearia una vida entera de rendición a un ser que no dudaría en acabar con sus propios vasallos.
- No lo sé Ron -musito entre suspiros- Pero quizás esten enamorados. . . -añadio con una debil vocecilla.
- ¡NO! -bramó furioso- Todos, Harry, todos menos Malfoy -gruño aspero- ¡ESE MALDITO HURON NOS HA AMARGADO LA EXISTENCIA! ¿¡Porqué no se acordó del todo el daño que nos hizo, cuando se lanzó a sus brazos? -meneó la cabeza, intentando ahogar el sentimiento de cruel desesperanza, que ahora bañaba sus rasgos faciales.
Harry suspiro hondo, pidiendo paciencia divina, tomó aliento, era hora de que Ron dejara de ser tan egoista.
- ¿Porqué? -repitio la pregunta de Ron con una semisonrisa- Porque un pelirrojo de ojos azules, jamás le dijo que la amaba, a pesar de que lo sentia, porque ella guardo muy dentro esa esperanza de que ese muchacho fuera a ella y le diera un beso de amor. Ron, deja de ser tan ciego, la amas, y lo peor de todo, es que no eres capaz de reconocerlo. -los ojos azules del varón de los Weasley se opacaron, llenandose de tristeza- No me mires de esa manera -lo regañó- Eres el unico culpable, que el amor que Hermione guardaba tan celosamente del mundo exterior, fuera consumado en Draco Malfoy.
Ron se llevo las manos al rostro, dejandose caer sobre su raida cama. Era cierto, habia sido cobarde, siempre supuso que Hermione, estaria allí para ellos. Ese amor tan puro e inocente, que habia nacido de esos fuertes lazos llamados "amistad", comenzó a verla con otros ojos, desde tercer curso. Los celos por el romance esporadico con Victor Krum, eran un claro ejemplo de que algo en su corazón estaba cambiando, hacia esa muchacha de mirada mas hermosa y llena de dulzura, que habia tenido el placer de conocer. En quinto curso, ese amor comenzaba a ahogarlo, el sentimiento de inutilidad, era mas grande, mucho mas grande. Sexto curso, era ya profundo, fuerte, puro, una pasión que guardaba tan meticulosamente en su interior, una pasión que creyó apagar con los besos de Parvati Patil, pero fué inservible, siempre era ella. Siempre la dueña de su corazón, habia sido Hermione Granger.
- ¿He perdido, cierto? -sonrio falsamente.
Harry tomó como ejemplo el refran muglle "El silencio otorga"; Ron comprendio aquel silencio, agacho la cabeza con resignación. Era hora de madurar, y el significado de madurar, era saber soportar una derrota, y subir el mentón dignamente.
Habian pasado varios días, Ronald Weasley y Harry Potter tomaban el expreso para Hogwarts, despidiendose de los Weasley. Ginny, llego al compartimento con su habitual amiga, Luna Lovegood, pero era evidente que la extraña Ravenclaw habia cambiado considerablemente. Sus cabellos rubios platinos, ya no tenian aquel aspecto sucio y de una maraña sin forma. Al contrario, ahora brillaban hermosos y lacios. Su rostro era rosado, bañado por unas facciones maduras y misteriosas. Estaba claro que "Lunny" como la apodaba la mayoria de alumnos, se habia convertido en una linda señorita, capaz de hechizar al sector masculino, con esa mirada tan misteriosa y a la vez tan infranqueable que la muchacha poseía.
La menor de los Weasley, tampoco se quedaba atrás, y alguien muy cercano a ella lo sabia muy bien. Era una belleza exotica. Sus cabellos rojo sangre lacios, bañaban un gracioso redondo y pecoso, adornado con dos hermosas orbes castañas, su figura a causa de aquel bello deporte magico, que ella adoraba, la habia formado con las curvas hipnotizantes de una niña que cruzaba la barrera de mujer. Incluso hacia las delicias del sectos masculino.
Sobre Harry Potter, después del fracaso amoroso sufrido con la reciente ex-Ravenclaw Cho Chang, también habia sufrido un violento cambio en su anatomía, como cualquier muchacho de diecisiete años, deportista y lleno de vida, habia aumentado considerablemente la altura, asanchado de hombros y formado sus musculos, además de que sus redondas y horrendas lentes, fueron sustituidas, por unas mucho mas modernas, mostrando aquel fuego jade resplandenciente de su mirada esmeralda. Pelear con su pelo era una tarea de la que habia desistido, pues segun las feminas, aquel reboltijo de cabellos azabaches, le daban estilo y un toque picaro.
Ronald Weasley viniendo de la rama de los pelirrojos, era claro que habia alcanzado una gran altura, siguiendo los pasos de todos sus hermanos. Algo delgado, pero marcado de musculos, de tupido pelo rojo sangre, y grandes ojos azules, con el rostro bañado en pecas. No es que fuera un casanova, sin embargo a pesar de que él no lo supiera, tenia a muchas chicas revoloteando a su alrededor, aquel caracter infantil, hacia mas de una femina suspirar.
- Voy a ver si alcanzo el carrito de golosinas -murmuro Harry levantandose de su asiento, y abriendo la puerta del compartimento.
- Yo voy contigo Harry -secundó Ginny.
Luna y Ron quedaron a solas, mientras que Luna estaba demasiado ocupada en leer "El Quisquilloso", Ron perdía la vista por el cristal, admirando el clima nevado que bañaba las tierras Inglesas.
- Nos fijamos tanto tiempo en las puertas que se cierran, que no miramos en las que se han abierto. -musito Luna sin apartar la vista de la revista.
Ron arqueó sus rojizas cejas.
- ¿Eh?
La mano de Harry tomó la de Ginny introduciendola en un vacio compartimento. La pelirroja sonrió con picardía a la vez se acercaba con movimientos de gata al Gryffindor que la recibió con una identica sonrisa curvando sus labios. Unieron sus labios, el frio del ambiente era helado, pero lo calido del interior de sus bocas parecian llenar el cuerpo de calor de la pareja.
- Parece que mi hermano esté mejor -murmuró ahogada, a la vez que Harry soplaba piel humeda y sensible de su cuello, depositando castos besos en toda su longitud- Quizás deberiamos decirle. . .
Harry estaba demasiado ocupado en lamer el enclave centrar de las marcadas claviculas de la pelirroja, para oír el suave murmullo de su novia.
- Nahhh mejor que se le pase la ira, por lo de ahhh -gimio cuando las manos de Harry desaparecieron bajo la falda de la muchacha, tanteando con la caricia de una pluma la cara interior de sus palidos muslos- Mione y Malfoy. . . ¿No?
- Sí. . . -meneó la cabeza, quitando la neblina de deseo que tapaba su sentido de lo correcto- Debemos irnos a buscar a la señora del carrito -Ginny hizo un encantador puchero- Ehhh eso es trampa Weasley, no puedes usar ese truco tan mezquino conmigo.
- ¿Ah no? -preguntó risueña.
- No -dijo con firmeza.
- ¡Fermaportus!
Harry parpadeó, una y dos veces, ¿Cúando se habia hecho con su varita?, sin embargo su sus confusas facciones se bañaron de picardia, al notar la traviesa mano de la hermana menor de su mejor amigo, rondar por su trasero.
