Disclaimer: Naruto es propiedad legal de Masashi Kishimoto y yo solo ocupo a sus personajes para crear ficciones recreativas sin fines de lucro.
Advertencia: Kakashi X OC.
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Capítulo 28
Oda a tu recuerdo
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Shikamaru estaba sentado en un pedazo de tronco y recargaba su espalda encorvada en la pared de la cabaña. A su lado Kakashi estaba parada pegado a la ventana como si pudiera detener la hemorragia con la vista. Por otro lado vio a Sai y Kurenai recorrer los alrededores para alejar a los guardias que pudieran encontrarlos en ese lugar. Sin embargo, Sasuke se perdió de su vista desde hace un rato y se sorprendió cuando los vio caminar hacía ellos mientras llevaba el cuerpo de la ninja que habían visto en el calabozo del palacio.
—Usé mi sharingan para despertarla y obtuve información sobre ella.—dijo el Uchiha mientras depositaba a la chica desmayada en el piso. —El señor Feudal la compró en un mercado negro de trata de blancas, esta chica trabajaba bajo condición de recuperar su libertad y poder regresar a su hogar en Kirigakure.
—¿Qué hay sobre el sello? —preguntó Kakashi mientras veía a Sakura seguir iluminando de verde la espalda de Emiko.
—El sello funciona cuando se hiere al oponente, de esa manera el cuerpo está ocupado en sanar en lugar de combatir el "hackeo" de su sistema de chakra, esta niña parece no haber usado mucho este jutsu, pero la mayoría de sus víctimas nunca despertaron, no sé si sea por un fallo en el sello o porque aplica demasiado chakra, por eso ahora tiene un cuadro de desgaste de chakra muy intenso además de las heridas que tiene.
—Es mi culpa... no debí dejarla sola.
Shikamaru se frotó la frente. Aquella situación era bastante problemática y si alguien se enteraba de que el líder de Konoha controlaba al señor Feudal con un genjutsu de alto nivel de los Uchiha, eso sería un escándalo enorme. Pero dejando eso de lado, estaba preocupado por el estado de la mujer, llegó a apreciarla después de que se encargaron de Hidan y Kakuzu, de manera que pudo entender por qué Asuma-sensei la quería tanto, era una mujer franca y no tan problemática como la mayoría de las mujeres, además de que siempre trataba de no causar problemas a los demás, lo que le hacía suponer que tuvo una infancia difícil como muchos de los adultos que vivieron la tercera guerra shinobi.
De pronto, sintió como Kakashi se alejaba de la ventana para ir a la entrada de la cabaña, así que se dio prisa para seguirlo.
—Paramos la hemorragia y le hemos puesto una unidad de sangre compatible aunque no igual a la de ella. —dijo Sakura.
—Ahora podría detener el sellado, ¿Seguro qué sabe lo que hace? —preguntó la anciana.
—Sellos pares sobre los impares, es simple pero tendré cuidado.
—Nosotros la sostendremos. —dijo Tenten mientras volvía a mojar la toalla que colocaba en la frente de la mujer, fue entonces que Kakashi vio que Emiko hervía en fiebre.
Con un nudo en la garganta, Kakashi comenzó a trazar los sellos con sus manos y tocaba cada punto para sellar con cuidado cada uno de los signos impares. Una vez terminó, observó a Emiko estar inconsciente apenas con una sábana blanca en la cama y ver la yukata con la que la vio en la estación de trenes tirada en el piso llena de sangre.
—¿Cómo están ambos?
—Creo que deberían avisar al padre de la criatura, esta noche es crítica para ambos, Emiko podría haber reaccionado mejor a la puñalada si hubiera protegido esa zona con chakra, pero siempre mantuvo su flujo directo en el vientre. —dijo la anciana con su semblante cansado. —No hay más que hacer más que esperar.
—Yo me quedaré con ella... Sakura, hiciste un buen trabajo, vayan a dormir un poco. —dijo Kakashi mientras la mujer anciana empezaba a buscar en uno de sus cajones.
—Pueden usar la casa de Midori, tomen las llaves... está aquí a lado. —se las dio a Tenten.
—Vamos, Sakura. —la castaña ayudó a Sakura a caminar hacía fuera, estaba agotada por todo el chakra curativo que usó.
—Tsk, nosotros haremos guardia, cualquier cosa avísanos. —dijo Shikamaru mientras salía del sitio, dejando a Kakashi colocando otro paño frío a la mujer en la frente.
—¿Tu eres el padre del niño?—preguntó la anciana cuando la puerta se cerró.
—Sí. —ya había tenido suficiente tiempo para asumirlo.
—Emiko es fuerte, si no despierta pronto le podemos poner algunas intravenosas para que el bebé pueda seguir creciendo y nacer.
Aquella idea no le gustó tanto a Kakashi... si algo ha tenido claro desde que Emiko quedó herida por el chidori, es que la quería viva y feliz, fuera como fuera.
—¿Por qué la ayudó? Midori-san me mostró los recuerdos de ese día... —no pudo terminar la frase pero la anciana comprendió a qué se refería.
—Cuando supe hace algunas semanas que Midori fue asesinada por kouji-sama... decidí dejar de servir al palacio... —la anciana se veía realmente triste. —Esa mujer era como mi hija... si ellos asesinaron a la niña que saqué de un viejo burdel y la convertí en una dama letal, no hay manera de que le sirva a esos mocosos... poco heredaron de su padre y su abuelo. —suspiró la anciana. —Emiko nunca me agradó, pero Midori no solo la entrenó sino que la trató como una hija, esto lo hago por Midori...
—¿Por qué no le agradó?
—Porque nunca acató las reglas, se juntaba con un muchacho de los doce guardianes cuando creía que nadie la veía, el hijo del Sandaime Hokage, un muchacho muy salvaje en mi opinión... pero no solo eso, cuando Shiranui llegó a este lugar fue espantoso, siempre pisaba mis flores y entretenía a Emiko de sus obligaciones... esa chica siempre hizo lo que quiso... cuando creía que por fin había roto su fuerza de voluntad... siempre regresaba a ser ella misma.
Una pequeña sonrisa surcó el rostro cansado del peligris, entre el cansancio de la semana y la preocupación por el estado de salud de Emiko.
—Dormiré un poco, acomódate donde quieras, niño. —y la anciana se fue.
Kakashi regresó su atención a Emiko quien tenía unas almohadas en la espalda para que se pudiera mantener de lado para que escurriera la sangre que le saliera de la boca. Limpió su frente con devoción y entonces una idea cruzó su mente, si Emiko no lo recordaba, sería su oportunidad para dejarla comenzar de nuevo una nueva vida, aunque debía encontrar la forma de ayudarla con el bebé, no creía que en su estado pudiera atenderlo ella sola.
Con un suspiro detuvo sus pensamientos y se dedicó a contemplar su pálido rostro en las penumbras de la cabaña, mañana sería otro día pero por hoy no la dejaría sola.
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Kakashi abrió los ojos cuando los primeros rayos de luz del día lo alcanzaron, lo primero que vio fueron algunos mechones de cabello de Emiko, quien seguía durmiendo. Con un ligero temblor, acarició su mejilla... tal vez Kahyo era más joven pero Emiko tenía una belleza que solo se acrecentaba con los años. Sus largas pestañas, el rubor natural de sus mejillas y su pequeña nariz la hacían parecer una muñeca de porcelana, pero las pequeñas cicatrices que solo podías ver cuando te acercabas para besarla te contaban historias de cómo esa mujer tan bella también era letal y peligrosa.
Tenía miedo de tocarla más allá de las suaves caricias que le daba a su rostro aún caliente por la fiebre, temía lastimarla, pero con suavidad llevó su mano al pequeño bulto que se sobresalía en su vientre, eso era nuevo en el cuerpo de la mujer, el cual se sabía de memoria ya que por tantos años se dedicó a amarla y recorrerla por completo. Acarició el pequeño bulto y sintió una gran calidez, así que se prometió algo. Si ella lo recordaba al despertar, él se quedaría a su lado de manera egoísta... pero si ella no lo recordaba, mantendría su distancia solo como el padre del niño y nada más, la dejaría empezar una nueva vida lejos de él.
—Vamos, Emiko... —le susurró. —Papá estará triste si mueres antes que yo... y yo tampoco podría perdonármelo, sé que soy un idiota y siempre te hago sufrir por no confiar en ti... pero es que yo quería cargar con todo y no me di la oportunidad de escuchar lo que tu tenías que decir... no te vayas, despierta y vuelve a mirarme, aún si es para odiarme... por favor, Emiko.
—Si sigue con fiebre, entonces debe tener una infección, necesita un hospital. —la anciana apareció en silencio.
—La llevaremos a Konoha volando.
—Supongo que nada es imposible para el Hokage de nuestro país. —suspiró la mujer. —No sé qué clase de relación tienen, pero Emiko hizo lo imposible por proteger a su bebé, así de terca es, siempre pensando en los otros antes que ella, esa falta de egoísmo es lo que no la hacía buena para el equipo, pero supongo que al mismo tiempo es su mayor virtud.
—Emiko es fuerte, pero ahora me toca serlo por ella. —soltó la mano de la mujer y fue a la salida, donde vio a Tenten hacer guardia.
—¿Cómo está?
—Sigue inconsciente... llama a todos, por favor.
La chica asintió y en pocos minutos todos estuvieron frente a él.
—Emiko necesita un hospital con urgencia, Sai, Sakura y yo nos alejaremos del palacio para poder despegar hacía Konoha... los demás, nos veremos de vuelta en Konoha. —dijo sin un atisbo de duda.
—Hai. —respondieron todos.
—Llevaremos a esta mujer con nosotros, puede que ayude a hacer algo con los efectos del sello. —dijo Shikamaru mientras señalaba a la joven que sostenía Sasuke.
—Bien, en marcha. —indicó Kakashi.
Los tres que volarían entraron a la cabaña, donde la anciana había colocado una bata azul sobre la mujer.
—Esto la protegerá del viento.—observó la anciana y miró a la pelirrosa. —Verifica cada media hora que el flujo de chakra siga constante, y cuando corten el suministro al vientre, usen... —empezó a darle indicaciones sobre cómo proteger al bebé.
—Creí que solo era una ama de llaves. —comentó Kakashi.
—Bueno, la gente creía que el Kouka Toki solo contenía a mujeres de moral ligera, pero todas nos especializamos en algo más... yo elegí la medicina.
Ahora que lo pensaba, jamás le preguntó sobre su vida en el palacio, jamás se había interesado por todo lo que Emiko vivió cuando estuvo lejos de Konoha... y no lo hizo porque sabía que si preguntaba, después él mismo tendría que abrirse sobre tantas cosas que hizo en el pasado y que había enterrado muy profundo en su corazón.
Una vez tomó a Emiko en sus brazos, se sorprendió de lo ligera que estaba, pero se preocupó al ver su semblante tan pálido y sudoroso, debían llegar pronto a Konoha. Con cuidado saltó entre los árboles con ella en brazos y cuando consideraron que estaban lo suficientemente cerca de un claro, Sai dibujó un enorme ave, la cual montaron y emprendieron el vuelo a Konoha.
Afortunadamente el clima fue bueno y les permitió llegar en poco tiempo, así que descendieron en el techo del hospital y bajaron corriendo por las mismas escaleras donde una vez hace muchos años Kakashi también llevaba en brazos a Emiko después de haber salvado a Sakura de ser alcanzada por el ataque de Naruto y Sasuke... aquello parecía una eternidad.
—Me llegó el mensaje de Shikamaru, ¿Cuál es su condición? —la Hokage ya los estaba esperando en una sala de operaciones. Sakura le dio el diagnóstico de Emiko, así como lo que hicieron en la noche para estabilizarla, el sello y las indicaciones que le dio la anciana. —Si tiene una infección, esto se complicará... —la mujer frunció el ceño. —Llama a Ino y Shizune... vamos a operarla. —la rubia alzó la mirada para ver al peligris. —Tu ve a descansar un poco y cuando lleguen los demás lleven a la chica con Ibiki, con suerte podremos ver si podemos remediar lo sucedido con el sello pero por ahora me preocupa más mantenerla con vida a ella y al bebé.
Kakashi asintió y salió a la sala de espera. Sintió un poco de hambre, pero solo sacó una de las raciones que solía llevar consigo a las misiones y comió la insulsa pasta envasada mientras cerraba los ojos... sabía que por más de que intentara dormir no lo conseguiría.
—¡Kakashi! —Gai y Rock Lee llegaron hasta el Hokage. —¿La encontraron?
—Sí... ella está siendo operada por Tsunade-sama... —un nudo en la garganta del peligris le impidió añadir algo más.
—Es un alivio, es una mujer muy fuerte. —suspiró aliviado Gai.
—¡Verá que pronto todo vuelve a la normalidad, Kakashi-sensei!—dijo el discípulo de Gai.
—Gracias chicos... —respondió con pocos ánimos.
Gai supo leer el estado de Kakashi.
—Lee ¿Por qué no vas a conseguir algo sólido para que Hokage-sama se recupere más rápido?
—Hai, traeré todo el menú en unos instantes. —y desapareció.
—¿Qué sucedió?
—El idiota del señor Feudal la secuestró... y a pesar de que ella lo mató... él tenía a una ninja que la apuñaló y le aplicó un sello para borrar la memoria... aún si despierta, puede que no vuelva a ser ella misma.
—No pensé que fuera tan serio... —Gai dejó escapar un suspiro. —Pero lo repito, ella es muy fuerte.
—Yo... ¿Yo provoqué todo esto, verdad? —la sangre de Obito, Rin... y ahora la de Emiko y su hijo manchaban sus manos. —Soy un cobarde... yo...
—Nos tocó nacer en momentos muy difíciles, lo primero que tuvimos que aprender fue a ser ninjas... a perder a nuestra familia y compañeros... luego crecimos y nadie se tomó la molestia en decirnos lo que nos faltó aprender sobre la vida, sobre los sentimientos... no te culpes, mejor trata de ser mejor cada día.
Kakashi asintió mientras veía parpadear la luz roja de la sala de operaciones y suplicó a todos los dioses por la vida de ella.
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Cuatro horas después, la luz de la sala de operaciones se apagó y Kakashi junto a Gai vieron a la Hokage salir seguida de Sakura.
—Shizune e Ino se quedarán con ella toda la tarde... está estable y logramos reconstruir su pulmón dado que el daño fue solo por el arma punzocortante, pero necesita reposar para recuperarse por toda la sangre que perdió. —dijo Tsunade con el cansancio en su mirada.
—El bebé también está bien, solo es cuestión de que Emiko-san despierte. —dijo Sakura.
—¿Y eso cuando será? —preguntó Gai.
—No lo sé, ya no tenía rastros del sello cuando comenzamos a operar... para cuantificar el daño del sello habrá que esperar a que despierte... —decía la Hokage cuando un agitado Genma llegó hasta ellos.
—¿Qué sucedió con Emiko? —preguntó mientras recuperaba el aliento.
—Kakashi y Gai te informarán, Sakura debe ir a descansar y yo tengo que preparar la sala de observación para Emiko. —dictó la Hokage, pero entonces Kakashi se puso de pie.
—Regresaré a la torre, avísenme si despierta. —dijo tratando de no sonar cansado, pero la verdad es que ahora que sabía que su vida estaba fuera de peligro sentía el agotamiento alcanzarlo, además no quería lidiar con Genma... tenía una ligera sospecha que no deseaba confirmar esa noche.
—Amigo Genma... yo te pondré al día... —dijo Gai mientras el ninja senbon asentía mientras ignoraba al Hokage que pasaba a su lado para marcharse.
Kakashi salió del hospital pero invocó a su ninken y les pidió que no se separaran de Emiko. Una vez dada la orden, marchó a la torre donde bajó a los vestidores y se dio un baño. Una vez estuvo limpio llegó a su oficina, la cual se le hizo demasiado grande y vacía, ni siquiera prendió la luz y se dejó caer en el sofá donde se quedó completamente dormido mientras soñaba que cenaba con Emiko y un pequeño bebé de cabellos negros.
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El tiempo pasó y Emiko no despertaba. Kakashi retomó sus actividades con casi ningún cambio en su rutina, o eso pensaban los que no notaron que Kakashi había acortado sus visitas al cementerio y a la piedra de los caídos para dirigirse al balcón de una habitación del hospital, donde recibía un informe de su ninken de todo lo que había pasado en el cuarto de la mujer de cabellos negros. Cada día sin falta, Kakashi se tomaba unos minutos para admirar su abultado vientre, que parecía crecer exponencialmente.
—Acaba de cumplir 30 semanas de embarazo. —Tsunade abrió la puerta de la habitación y vio al peligris recargado en la ventana viendo a la mujer dormir. —Si lo deseas podemos hacer una ecografía para conocer el sexo del bebé.
—No creo que sea justo conocerlo antes que ella.
Tsunade suspiró.
—Kakashi... me he asegurado de que el crecimiento del bebé vaya en orden, pero debes saber que a pesar de que el bebé nazca puede que Emiko no vuelva a despertar... Ibiki no pudo conseguir mucha información de la mente de la ninja llamada Riza.
—Pakkun me dijo que el dictamen de por qué no despierta es porque el bebé está absorbiendo gran parte de su chakra, si es así ella debería despertar cuando el bebé haya nacido.
—Ese dictamen es solo una suposición... debes estar preparado por si no despierta... en ese caso la tutela del bebé recae en ti... buscar un nombre sería un buen inicio. —lo último lo dijo Tsunade con una sonrisa nostálgica.
Kakashi apretó los labios bajo su máscara, no debía seguir siendo un cobarde.
—Sí Emiko no despierta o no puede cuidar de el bebé... yo me haré cargo... —dijo con un nudo en la garganta. —Estos meses le he rezado más a los dioses que nunca en mi vida...
Y después de darle un último vistazo, se marchó a continuar con sus deberes en la torre.
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Era de madrugada y Kakashi estaba durmiendo en el sofá de su oficina cuando la presencia agitada de Bisuke lo despertó segundos antes de que este llegara a él.
—Emiko-san... ella despertó.
Sin pensarlo, se colocó su chaleco y se dirigió al hospital, directamente al cuarto de la chica, donde fue recibido por una preocupada Sakura.
—Kakashi-sensei... Emiko...
—Ya despertó, ¿Cómo está ella?
—Shizune la está revisando, yo apenas iba a avisar a Tsunade-sama... no creo que sea prudente que entre ahora mismo.
—¿Por qué no? —sentía la adrenalina ir por sus venas.
—Ella... ella no está bien... primero hay que dejar que Ino entre a su mente y... —pero Kakashi ignoró a la chica y abrió la puerta donde vio a Shizune pasar una lámpara por los ojos de la mujer.
—Tienes las pupilas dilatadas, debes calmarte un poco... —decía Shizune y fue entonces que Kakashi notó que Emiko tenía las manos amarradas a la camilla con unas correas de cuero.
—No entiendo... —la voz de Emiko sonó desconcertada. —Esto es una broma, ¿no?
—Si te calmas, te explicaremos todo...
—¡¿Cómo va a explicar esto?! —señaló su estómago con la mirada... —Me duele todo el cuerpo y no puedo moverme, cómo lo vea esto no es normal.
Kakashi decidió intervenir.
—Si te calmas, yo mismo te soltaré. —dijo con la voz más autoritaria que pudo, para así romper el nudo que se formó en su garganta.
La mujer en la camilla giró a verlo, pero el vacío de su mirada le dio un escalofrío.
—¿Dónde estoy?
—Estás en Konoha... ¿Sabes tu nombre? —avanzó algunos pasos hacía la mujer.
Aquella pregunta la hizo dudar, y lo notó cuando abrió y cerró la boca varias veces.
—He usado muchos nombres... ahora mismo no recuerdo cuál es el real. —dijo, mostrando evidente confusión.
—¿Por qué haz usado distintos nombres? —preguntó Kakashi, sentía la necesidad de estirar su mano y tocarla, pero sabía que no era un buen momento.
—Soy una kunoichi... una herramienta que lucha por la paz. —dijo mientras fruncía el ceño. —Por eso no puedo estar embarazada, va en contra de mi trabajo.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó Shizune con temor.
—Tengo... no lo sé... dejé de contar cuando tenía 16...
—¿Qué es lo último que recuerdas? —preguntó el shinobi con un tono de voz más bajo.
—Mis manos estaban llenas de sangre, acababa de cumplir una misión para mi madre...
—¿Tu madre? —preguntó la doctora.
—Sí, ella me dijo que debía matar a la gente que hacía daño a este país... esa es mi razón de existir. —su voz se apagó... pero pronto se giró un poco para mirar a Kakashi. —He respondido sus preguntas, ahora desátame.
—¿Cómo sé que no le harás daño al bebé en tu vientre? —Kakashi estaba un poco temeroso.
Ella regresó su mirada a su estómago abultado y suspiró.
—Supongo que sería tonto dañarlo porque eso me causaría daño igual... y si algo odio son los hospitales.
Kakashi suspiró y soltó una de sus manos mientras Shizune soltaba la otra. Entonces el ruido de la puerta abriéndose hizo que los tres giraran la cabeza para ver entrar a Tsunade seguida de Ino y Sakura.
—¿Cómo te sientes, Emiko? —preguntó la Hokage con profesionalismo mientras se acercaba a la camilla.
—¿Ese es mi nombre, verdad? —preguntó mientras dejaba que la mujer la examinara... —¿Cuándo podré salir de aquí?
—Cuando me asegure de que estás completamente sana, física y mentalmente.
Emiko volvió a fruncir el ceño.
—Tengo prisa, debo... —pero de golpe se quedó callada. —No logro recordar a dónde debo ir...
—Yo puedo ayudarte... —Ino dio un paso adelante. —Si tu me dejas puedo entrar a tu mente y ayudarte a aclarar tus recuerdos.
Pero la pelinegra negó.
—No hay manera de que deje a una extraña hurgar por mi mente, poseo información que nadie más debe obtener...
Tsunade miró a Kakashi y este negó con la cabeza.
—¿Sabes quién es este hombre? —preguntó la rubia.
La mujer lo miró de nuevo pero no había signos de reconocimiento en su mirada.
—Nunca lo había visto antes... —escaneó a todas las personas en la habitación y de pronto se detuvo en Shizune. —Pero a ella sí.
—¿A mi?
—Sí, recuerdo verte sentada comiendo dangos... una versión tuya más joven.
—Eso es cierto, de joven solíamos todos juntos ir a comer dangos saliendo de la academia... aunque no solías juntarte con nosotros. —respondió Shizune sorprendida por la mención de aquello.
—Supongo. —miró de nuevo su vientre. —¿Tengo esposo? —miró sus manos en busca de un anillo.
—No, estás soltera. —dijo Tsunade mientras se acercaba a la cama y revisaba su expediente. —¿Qué es lo último que recuerdas?
—Estaba cumpliendo una misión en una villa apartada del país del fuego... maté a un hombre que robó información de los sacerdotes del santuario del país del fuego. —miró sus manos. —Recuerdo irme a dormir y de pronto desperté aquí... con esto...
—Emiko, no hay manera de suavizar esto. —la rubia miró a Shizune y a las dos chicas. —Salgan por favor.
Las tres médicas salieron sin dudarlo y solo quedaron en la habitación Tsunade, Kakashi y Emiko.
—¿Recuerdas toda tu vida hasta el momento en que te fuiste a dormir luego de esa misión?
El rostro de la chica se pintó aún más pálido de lo que ya estaba.
—No... solo recuerdo entrenar con mi madre, Midori, y a... Asuma... —por la expresión de su rostro parecía hacer un gran esfuerzo... —... y a Genma... no puedo recordar otro nombre...—la desesperación se reflejó en su rostro. —¿Qué me sucedió? ¿Por qué no puedo recordar nada con claridad?
Con un movimiento brusco bajó sus piernas de la camilla, pero sus piernas carecían de fuerza por lo que estuvo a punto de caer cuando los fuertes brazos del shinobi la sostuvieron.
—Nosotros cuidaremos de ti hasta que recuperes tus recuerdos, Emiko. —dijo el hombre con voz ronca mientras la sostenía entre sus brazos.
Los ojos de la mujer se humedecieron.
—Sé que sé cosas... pero no puedo precisar de qué se trata... —las lágrimas cayeron, ella no tenía fuerza para apartarse del hombre.
—Debes calmarte, o podrías dañar al bebé... —le dijo Tsunade. —Te pondré a dormir y cuando despiertes, empezarás a trabajar con Ino para escanear tu mente.
—No, por favor, nadie debe ver lo que sea que hay en mi mente...
—¿Por qué? —preguntó el peligris mientras la acomodaba de nuevo en la cama.
—No lo sé, solo lo sé... algo me dice que no debo permitirlo.
La rubia suspiró.
—Duerme ahora, ya veremos después. —y tocó la frente de la chica, quien quedó profundamente dormida.
—¿Qué haremos, Tsunade-sama? —preguntó Ino cuando los dos shinobi salieron del cuarto.
—Me temo que la exploración mental deberá esperar... —Tsunade se cruzó de brazos. —Lo mejor será esperar a que ella se estabilice, angustiarle demasiado podría provocar un parto prematuro... además ella tiene razón, no deberíamos hurgar en su mente.
—¿Por qué? —preguntó Sakura. —Ella necesitará ayuda para recuperar sus recuerdos...
—Como todos saben Emiko tuvo un trabajo muy delicado en la capital... quizá lo mejor si sea que ella no recuerde todas esas cosas que vivió. —miró al Sexto Hokage. —Ella tiene la posibilidad de empezar una nueva vida desde cero.
Todos los presentes miraron a Kakashi, quien solo miraba la puerta de la habitación de ella.
—Tsunade-sama... yo...
—De ahora en adelante tu única responsabilidad será ese bebé... yo me haré cargo de Emiko... —Tsunade se cruzó de brazos. —Una vez que dé a luz, ella volverá a la mansión Uchiha, donde se recuperará hasta que pueda rehacer su vida.
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Veía el techo de la habitación como si fuera lo más interesante pero en realidad estaba uniendo puntos en su cabeza. Desde que despertó la sensación de pérdida no la abandonaba y se acentuó cuando se dio cuenta de que no sabía quien era o donde estaba, más aún, ver su vientre abultado y sentir movimientos extraños dentro de su cuerpo la asustaron de sobremanera.
¿Qué era lo que recordaba? Recordaba vivir en un enorme palacio y pasar horas frente a enormes espejos probándose vestidos de suaves telas. Y cuando pensó en sus padres, solo pudo venir a su mente la imagen de una hermosa mujer de cabellos rubios y ojos verdes sonriendo mientras danzaban en un salón iluminado con la luz de las velas. Recordaba una mirada bicolor mirándola en la noche mientras sus cuerpos se estremecían de placer, lo cual le dio una pista de cómo llegó ese bebé que esperaba en su vientre. Recordaba en específico haber estado cenando en una mesa con varios hombres y mujeres elegantemente vestidos y que de pronto todos comenzaran a desmayarse... excepto uno, sobre el cual se lanzó y lo mató con un preciso tajo en la garganta, empapándose de sangre en el acto. Y eso era todo, así que llegó a la conclusión de que era una ninja.
Aquella noche que despertó se sintió abrumada por todo y todos los que la rodeaban, lo único que quería era correr pero no sabía donde. Entonces, al ser amarrada a la cama de hospital donde estaba, decidió calmarse y entender la situación. Pronto llegó a la habitación una mujer de largos cabellos rubios que le explicó un poco la situación y le gustó que la tratara como un adulto, se sintió reconocida por esa mujer tan imponente. Estar frente a la presencia de la mujer llamada Tsunade, le daba la misma seguridad que su madre de ojos verdes, así que decidió confiar en ella. Pero cuando esta le preguntó por el hombre cabellos grises, no sintió nada más que la sombra de una gentil sonrisa.
Así tuvo algunos días para empezar a recordar algunos detalles, como que Midori no había sido su madre, sino que sus padres habían muerto en la guerra ninja que existía cuando ella era una niña pequeña. Tuvo algunas visitas como la de Genma Shiranui, quien la hizo sonreír con facilidad y le contó sobre muchas cosas que vivieron cuando eran un equipo gennin. Su memoria no regresaba de manera inmediata, pero conforme pasaban los días, las imágenes se hacían más claras en su mente y eso la empezaba a llenar de confianza.
A la par, su cuerpo estaba casi totalmente recuperado, pero el dolor de su hombro derecho se sentía constantemente y Tsunade-sama le dijo que no podía seguir con su carrera ninja debido a que el movimiento de su brazo había quedado muy restringido a penas poder mover un poco los dedos. Pensó que aquello la lastimaría, pero más bien sintió un deja vú y miró su enorme vientre.
—Está bien, eso significa que podré dedicarme a este pequeño ser. —fueron sus palabras seguidas de una cálida sonrisa.
Pronto empezó a recibir visitas de un joven llamado Iruka, quien le dijo que cuando quisiera podría volver a su trabajo en la academia ninja y le contó de cómo los niños la extrañaban y de todas las cosas pendientes, que a pesar de ser insignificantes, le revelaron que tenía una vida normal y pacífica en esa aldea. Con alegría contestó a ese hombre llamado Iruka que deseaba recuperar su empleo en la academia, que trabajaría muy duro para volver a aprender lo necesario para dar clases y continuar.
Sus recuerdos de misiones sangrientas empezaron a irse al fondo de sus recuerdos y escenas trabajando en una oficina y en la escuela la animaron al punto de que Tsunade-sama le dijo que en cuanto diera a luz, podría marcharse del hospital. Eso la animó mucho y sin darse cuenta comenzó a conversar con el bebé en su vientre, comenzó a tararearle melodía que se le venían a la mente aunque sin una letra que pudiera recordar.
Pero un par de semanas más tarde había llegado una médica de largos cabellos rubios y le dijo que podría ayudarla a recuperar la memoria. Al principio pensó que era una mala idea pero la curiosidad le ganó y terminó aceptando, de manera que cuando la chica usó su jutsu mental sobre ella una avalancha de recuerdos la asfixió. Recuerdos de jugar con una pelota, recuerdos de un hombre de cabellos negros al que llamaba papá y que le decía que era una vergüenza... recuerdos de batallas se entrecruzaban... de alguna manera la mayoría de sus recuerdos regresaron pero estaban desacomodados, y no sabía cómo darles un orden... recordar cada asesinato que cometió cuando la mayoría de sus victimas estaban vulnerables la hicieron sentir asco por ella misma... ver una versión más joven del hombre que vio al despertar le decía que no pensaba entrenar con ella y a pesar de eso ella lo perseguiría el resto de la tarde con algo entre manos pero él nunca volteaba a verla. Recuerdos de estar escarbando en las ruinas de una casa destruida por el Kyubi y sacar el cuerpo sin vida de la anciana que prometió cuidar...
Recordar el borroso rostro de su madre Sora no compensó recordar el bebé que perdió del primer hombre que la amó y la hizo desear abandonar todo... tener de vuelta su vida solo la hizo sentir miserable y que la alegría de la vida que había construido los últimos años se esfumara.
¿Cómo podía una asesina olvidar a sus víctimas y ahora fingir ser una oficinista y maestra? ¿Cómo podría vivir sabiendo que su padre siempre la repudió?
Y ni hablar del padre de su hijo... Kakashi. De todas las personas que la visitaron, él nunca volvió a aparecer luego de su despertar, además que pensar en ese hombre solo le daba dolor de cabeza, ¿Por qué aguantó tantos desplantes de su parte? ¿Por qué siendo niña no se permitió hacer más amigos? El desorden en sus pensamientos la agobiaron a un punto en que tuvieron que sedarla para dormir, pero en la semi inconsciencia seguía preguntándose cómo es que podría tener una vida feliz junto a su hijo habiendo terminado con tantas vidas con sus propias manos.
Recobrar su memoria, donde los recuerdos tristes eran mayoría, no la hizo feliz pero le dio la paz y la capacidad de decidir qué hacer con su vida.
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Los días empezaron a correr y Kakashi sentía curiosidad por aquello que la Tsunade-sama sabía sobre Emiko y que la había hecho decidir que no usarían ningún jutsu mental para ayudarle a recuperar la memoria, pero se obligó a aceptar que aquello era lo mejor... él la había abandonado, no tenía derecho a interferir en su nueva vida, así que se limitaba a recibir un reporte diario de parte de Shizune sobre su estado de salud.
Aquel día recibió el informe de Shizune en el jardín de la torre, ya que había deseado salir a caminar para estirar un poco las piernas.
—Entiendo, gracias Shizune, avísame de cualquier cosa.
—Claro, Hokage-sama... iré a ver cómo va el equipo de inteligencia con nuestro último encargo.
Kakashi emprendió el camino a su oficina con las manos en los bolsillos, cuando alzó la vista y vio a Genma caminar junto a Yugao. La ANBU de largos cabellos morados hizo una reverencia, mientras Genma apenas hizo una leve movimiento de cabeza, más a regañadientes que otra cosa.
—Genma. —lo llamó Kakashi, hace poco había escuchado que la pequeña Suki había contraído varicela y estaba preocupado por ella.
—Con su permiso. —la mujer se despidió y marchó sin pensarlo.
—Oí que Suki tiene varicela... ¿está bien?
—Mejor deberías preocuparte por tus asuntos, Hokage-sama. —dijo con bastante desánimo, tanto que sus palabras fueron poco ofensivas.
Kakashi suspiró.
—Genma...
—Suficiente... Kurenai me contó lo sucedido en la capital... al final la salvaste pero... ¿A qué precio? ¿Realmente era necesario que ella viviera eso?
—Eso jamás debió suceder... yo...
—Ella despertó, deberías enviar por lo menos un arreglo floral. —dijo con tranquilidad mientras se daba la vuelta para marcharse.
—Aún la amas.
Las palabras de Kakashi retumbaron entre ambos hombres.
—¿Qué idioteces dices? —Genma miró enojado al peligris, pero este insistió.
—Creo que nunca dejaste de amar a Emiko... solo te rendiste y decidir continuar con tu vida... así que me pregunto... ¿Dejarías a Kana y a los niños si Emiko te aceptara ahora?
Kakashi se apartó sin sacar las manos de los bolsillos, Genma le había lanzado un puñetazo.
—Yo no soy un idiota que aleja a su familia... amo a Kana, a Hito y a Suki... jamás... y escucha bien, jamás podría abandonarlos como hiciste tu mismo... Y sí, amo a Emiko, pero es un amor más allá de pasiones o posesiones, la amo como mi mejor amiga y por eso creo que si serás un imbécil, mejor que no te acerques de nuevo.
El Hokage suspiró.
—Benditos sean los olvidadizos pues superan, incluso, sus propios errores... —y con esas palabras regresó a su oficina.
La tarde pasó con lentitud, pero Kakashi no podía concentrarse en nada de lo que tenía que revisar. Justo cuando comenzaba a frustrarse, Shikamaru apareció por la puerta.
—Traigo más misiones nuevas que clasificar...
—Déjalas por donde encuentres espacio...
El joven chistó.
—No ha bajado la montaña de papeles que dejé en la mañana... ¿Qué ha hecho todo el día?
—Es que Naruto anda resfriado y poco pude avanzar sin él.
—Bah, ambos sabemos que Naruto no es un diferenciador a la hora de terminar con el trabajo... déjeme adivinar... es sobre Emiko-san.
El peligris suspiró.
—Quizá.
—Creo que es problemático esto, pero si no va y hace las paces con ella y su mente, no podrá estar al cien...
—No, solo necesito dormir un poco, es todo...
—Tsk, que problemático. Por cierto que Temari y yo fuimos a visitarla ayer, quería presentarle a la compañera de equipo de Asuma-sensei... ella fue muy amable... creo que se siente sola... Mirai y Suki tienen varicela, así que Kurenai y Kana están encerradas con sus hijos para no contagiar.
—Emiko tiene visitas todos los días... Iruka y otros idiotas no salen de ahí. —dijo con un poco de amargura.
Shikamaru suspiró y se dio la media vuelta para marcharse, cuando Sai entró a la habitación.
—¿Qué pasa?
—Ino fue detenida por Tsunade-sama... la tiene en la sala del departamento de interrogación.
—¿Qué sucedió? —preguntó Shikamaru con preocupación.
—Entró a la mente de Emiko-san... a pesar de que la Hokage le ordenó que no lo hiciera...
Kakashi se puso de pie y los tres chicos corrieron hacía la parte subterránea de la torre donde estaba el departamento de inteligencia. Los tres entraron a una cabina que tenía un vidrio que los separaba de donde estaban Ino y la Hokage.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó la Hokage.
—Emiko-san... ella rompía las reglas cuando pensaba que era lo correcto... pensé que era justo hacerlo si con eso la ayudaba... pero no esperaba que saliera tan mal.
—¿Asuma nunca te contó lo que ella hacía en la capital?
—Sí... pensé que estaba lista para ver eso... —el rostro de Ino se entristeció. — Lo lamento, solo le traje malos recuerdos a Emiko-san.
—Estarás suspendida dos semanas del servicio, y da gracias que no te destituyo del equipo de inteligencia por desacatar mi orden... Ino, tu padre, Shikaku y yo interrogamos a Emiko cuando gestionaba su afiliación a Konoha, teníamos que verificar que fuera realmente de confianza antes de ponerla a trabajar bajo mi nombre luego de pasar tantos años afuera... ahí los tres vimos muchas cosas que hizo Emiko... ella nos dejó entrar a su mente y todo lo que hizo por este país es algo que una joven nunca debería pasar... no debiste hurgar en su mente.
Ino comenzó a llorar.
—Lo lamento...
—Ahora, ve a casa y no quiero verte en dos semanas. —Ino salió de la habitación. —Y ustedes tres... Si tienen tanto tiempo para holgazanear es porque ya acabaron de verificar el presupuesto del hospital, ¿verdad? —los miró, haciendo que los tres shinobis suspiraran.
.
Ese mismo día, en la noche fue cuando Kakashi salió de la torre con la idea de comer algo, pues sentía un poco de hambre, pero sin darse cuenta sus pasos lo encaminaron a un local donde vendían libros y algunas fotografías, las cuales le dieron una idea. Sí Kakashi había aceptado salir de su vida, quizá no estaría mal si Sukea, el personaje que usaba para despistar a sus atolondrados estudiantes, le hiciera una pequeña visita. Pronto compró una cámara fotográfica y con un henge cambió el color de su cabello plateado a uno chocolatoso, y mientras caminaba por las calles oscuras cubría sus ojos con maquillaje para ocultar su cicatriz. Jamás se había presentado de esa manera con Emiko porque los últimos años estuvieron muy ocupados con la guerra y no hubo tiempo para hacer bromas a sus estudiantes, pero quizá le podría servir para ver con sus propios ojos el estado de la mujer.
Pronto llegó al hospital, y tomó una de las vendas que encontró en el consultorio de Sakura y se fue vendando el brazo izquierdo, ocultó su chakra y abrió la puerta de la habitación de Emiko. Su semblante estaba serio y hasta un poco pálido. Ella estaba sentada en la cama, mientras pasaba sus manos por su abultado vientre.
La tristeza era casi palpable, por lo que Kakashi no aguantó y saludó con su voz más alegre.
—Buenas noches. —saludó el shinobi, pero la mujer no se inmutó.
—Buenas noches.—murmuró ella mientras veía su vientre
—Lamento importunar... debo pasar esta noche en el hospital pero no me puedo estar quieto, así que pensé en tomar algunas fotografías y entré en el primer cuarto que vi.
Emiko lo miró y Kakashi sintió que ella lo había reconocido, pero pronto ella apartó la vista y habló.
—No quisiera ser grosera, pero no es un buen momento.
—Bueno, ¿está bien si me siento cuando menos un poco? —señaló una silla. —Si mi doctor me encuentra rondando en los pasillos, se enojará conmigo... por cierto, mi nombre es Sukea, y soy fotografo.
Una pequeña sonrisa escapó de los labios de la mujer.
—Mi nombre es Emiko Ryuzara...
—¿Emiko Ryuzara? Oí que el comité civil quiere ponerle su nombre al nuevo hospital que abrirá en el sur de la aldea, es una ninja impresionante.
Las mejillas de la mujer se colorearon un poco y aquello le gustó a él.
—¿Qué le sucedió en el brazo?
Bien, si ella quería cambiar el tema, la complacería.
—Intentaba fotografiar un ave muy hermosa pero resbalé y caí del árbol. —llevó su mano derecha a su nuca. —Amo mi trabajo pero a veces no mido los riesgos.
Ahora una sonrisa triste apareció en la mujer.
—Suele pasar. —se veía un poco demacrada, parecía un hermoso fantasma. —Nunca lo había visto por la aldea.
—Es que he pasado años viajando por el país del Fuego para fotografiar escenarios únicos... pero creo que ya tengo edad suficiente para ya quedarme en la aldea y sentar cabeza.
—Es maravilloso nuestro país, tiene unas montañas impresionantes y las vistas son preciosas por doquier, no puedo culparte, pero que la edad no te detenga, Sukea.
—Sí, aunque ahora he decidido que quiero fotografiar a las personas, y aprovechando que estoy en el hospital pensé que encontraría imágenes hermosas en el área de maternidad... y no me equivoqué. —no pudo evitar sonreirle.
Si había algo que Kakashi apreciaba de su alter ego Sukea, es que le permitía ser más abierto y franco con sus sentimientos.
Las mejillas se Emiko se colorearon ligeramente y negó.
—Agradezco sus palabras, pero en serio no es un buen momento... no creo estar muy presentable mientras espero a dos bebés en mi vientre.
—¿Dos? —si no hubiera estado sentado, seguro se habría caído de la impresión... ¿Porqué nadie le había dicho que esperaba dos bebés?
—¿Y serán niños o niñas? —preguntó con la voz ronca.
—No lo sé, quiero que sea una sorpresa. —ella lo miró y él se sintió escaneado por completo, quizá Emiko ya se había dado cuenta de que era él y le estaba gastando una broma, tendría que preguntar a Tsunade-sama.
—Creo que serás una buena madre... se nota que los amas mucho.
La mujer le regaló una amarga sonrisa.
—Odio no poder ofrecerles una vida mejor, todo lo que tienen es una madre defectuosa con pocos recuerdos... —tocó de nuevo su vientre. —Pero esto es lo único real en mi vida ahora.
—Creo que te puse triste, lo lamento mucho Ryuzara-san. —movió las manos nervioso cuando vio que los ojos de la mujer se humedecían. —Lamento haber sido impertinente...
—No, solo... estoy un poco sensible, es todo. —y ella trató de sonreír. —Me alegra tener un poco de compañía, siento que llevo una eternidad encerrada en este cuarto.
Fue entonces que ella se apoyó en sus manos y bajó sus pies de la camilla, haciendo un esfuerzo por ponerse de pie. Aquello puso en alerta a Sukea, quien de inmediato se puso de pie y corrió a su lado.
—¿Qué haces? —preguntó alarmado.
—Necesito salir a caminar, tengo tantas cosas que pensar que siento que la cabeza me va a estallar.
—No sé si sea una buena idea.
—Solo estoy embarazada, no estoy inhabilitada, además... si aún quieres podemos hacer alguna foto en el techo.
Sukea estaba nervioso.
—Puedo hacer las fotos aquí... no quiero ponerte en riesgo a ti y a tus bebés... eres famosa en la aldea, si te pasara algo estando conmigo me matarían.
Pero ella negó.
—Yo soy la que necesita caminar un poco, no tienes que acompañarme, Sukea.
El hombre decidió no discutir y la siguió hasta el techo del hospital, donde ya no había sábanas tendidas y se podía apreciar el cielo estrellado.
—Ya necesitaba estirar un poco los pies...
—Se ven hinchados... ¿segura que no quieres sentarte? —le dijo mientras buscaba algo donde ella pudiera tomar asiento.
—Es molesto pero no imposible, también me duele la cadera y cada media hora tengo que ir al baño... pero supongo que esto es demasiado bueno para mi... —sonrió con tristeza mientras caminaba por toda la azotea.
—Deberías ir más despacio, tu estómago parece a punto de explotar. —Sukea caminaba con las manos estiradas como si ella se fuera a tropezar en cualquier momento.
—Hace demasiado calor en mi habitación, realmente necesitaba esto. —y llegó hasta la reja que estaba en el techo y cerró los ojos.
Ambos shinobis se quedaron en silencio, Sukea miró la luna que ella contemplaba con devoción.
—Hoy recordé algunas cosas... una de ellas fue que después de una misión... yo solía buscar un buen sitio para darme un baño y cambiar mi ropa, entonces me tendía en la tierra o en la arena y miraba la luna, sin pensar en nada, solo así podía volver a sentirme limpia...
—Es un buen hábito, yo de chico cuando no podía dormir solía subir al techo de mi casa y ver la luna... eso me daba un poco de paz... —dijo él sin pensar.
Kakashi/Sukea sintió su corazón estrujarse al darse cuenta del silencio cómodo en el que estaban.
—Creo que están contentos, se están moviendo mucho... —murmuró ella mientras llevaba una mano a su vientre. —¿Quieres sentirlos?
La respiración del hombre se detuvo.
—¿Puedo?
—Claro, pegan muy duro... dame tu mano.
Sukea estiró su mano con más nerviosismo que cuando asumió el manto de Hokage, y cuando Emiko lo sujetó para guiarlo a su estómago, sintió su tacto quemar mientras sentía pequeños golpecitos en el vientre redondeado.
—Es... es increíble...—dijo él mientras sentía la boca seca ante la avalancha de emociones. Había vida creciendo en el vientre de Emiko y él era padre de esos bebés.
—Supongo que si bien no estoy presentable, a mis hijos les gustaría ver una foto de su madre esperándolos.
Ella sonrió pero no dijo nada más, haciendo que el silencio volviera a instalarse entre los dos.
—Por supuesto... —respondió después de unos minutos, los nervios lo hacían sujetar mal la cámara y aquello hizo reír a la mujer.
—Eres un joven muy simpático. —dijo ella mientras colocaba sus manos tras su espalda y esbozaba una pequeña sonrisa. —Nunca he posado para una fotografía, espero no hacerlo mal.
Sukea sentía el fuerte palpitar de su corazón, aquella mujer era demasiado hermosa a la luz de la luna, sus ojos felinos y dorados resaltaban como dos luceros en la noche, suplicaba a todos los dioses poder captar una décima parte de su belleza en alguna de las fotografías que comenzó a tomar sin parar desde todos los ángulos posibles mientras ella caminaba un poco y a veces volteaba a verlo con una tímida sonrisa.
¿Por qué nunca antes la había fotografiado? Si bien es cierto que la fotografía siempre le había gustado, nunca le había dedicado tiempo, apenas ahora que había terminado la guerra es que podía disfrutar de un poco de tiempo libre, aunque cuando tomó el manto de Hokage esos espacios se acabaron, junto con la relación que tenía con esa mujer. Ahora que lo pensaba, no tenían ninguna foto juntos, ella nunca le exigió algo así a diferencia de Kana, quien hacía que Genma y sus niños fueran a una sesión de fotos anual, o como Naruto y Hinata que siempre estaban tomando fotografías a cualquier sitio al que iban.
Cuando se acabó el rollo de las fotografías, se sintió tonto por no haber comprado más, así que sonrió avergonzado.
—Creo que tengo algunas fotos muy lindas, cuando las tenga impresas le haré llegar algunas. —comentó él.
—Sería maravilloso, gracias, Sukea. —ella le respondió con una bonita sonrisa, aunque justo en ese momento notó que el rostro de la mujer comenzaba a sudar.
—¿Te sientes bien? —volvió a estirar sus manos hacía ella.
—Hace un momento comenzó a dolerme... —pero no pudo terminar de hablar porque una ráfaga de dolor la hizo doblarse un poco.
—Vamos a tu habitación... —sin pensarlo un segundo, pasó una mano por detrás de sus piernas y en su espalda y en pocos segundos estuvieron de vuelta en la habitación de ella. La colocó sobre la cama, donde continuaba quejándose del dolor, por lo que sin demora fue a buscar a una enfermera.
—¿Qué pasa? —preguntó asustado mientras la enfermera revisaba a Emiko.
—Acaba de empezar la labor de parte... Ryuzara-san... ¿me escucha?
—Sí... —gimió la mujer.
—Los partos de ninja suelen ser dolorosos ya que el bebé no controla su flujo de chakra, necesito que no deje de respirar y se abstenga de pujar hasta que la doctora le indique, ¿entendió?
—Bien...
—¿Quiere que llamemos a algún familiar o amigos? ¿Al padre?
Pero ella negó mientras sus ojos permanecían cerrados ante el dolor de las contracciones.
—No... —fue lo único que pudo decir, aunque su rostro se mostró más tranquilo, al parecer el dolor había cesado de momento.
—Iré por Tsunade-sama, no tardaré. —dijo la enfermera a Sukea, quien observaba todo con el corazón en la mano.
—Ryuzara-san... —Sukea se acercó a la cama y tomó su mano.
—¿De verdad no quiere que llamen al padre de sus hijos?
La mujer trató de respirar profundamente y negó.
—Hoy una joven muy amable me visitó más temprano... ella me ayudó a recuperar algunos recuerdos... y recordé hombre cuyo rostro se parecía al del sexto Hokage tallado en el monte de los Hokages diciéndome que tener hijos solo era una carga... Tsunade-sama me confirmó que era él el padre de ellos.
—Aún así... seguro querrá estar presente.—fue lo único que se le ocurrió decir a Sukea.
—Un hombre tan importante tiene mejores cosas que hacer... si nunca vino a vernos, eso significa que no somos importantes... —una lágrima tras otra comenzaron a caer de su rostro y aquello rompió por completo el corazón del shinobi, tanto que se llevó una mano al cuello del abrigo para quitárselo y revelar su verdadera identidad, cuando de pronto Tsunade y Shizune entraron corriendo a la habitación.
—Tsk... —la rubia miró con desdén al hombre pero lo ignoró. —Emiko, vamos a llevarte a la sala donde darás a luz... ya tenemos todo listo. —dijo la mujer mientras Shizune comenzaba a mover la camilla y salía con la mujer quien volvía a gemir del dolor. —Y tu deja de jugar... tsk... como si pudieras engañarme con un poco de maquillaje...
Y la mujer se marchó tras Shizune.
En cambio Sukea se quedó congelado en su lugar... de todas las cosas que vivió con Emiko ella no podía quedarse solamente con aquella despedida tan triste que tuvieron hace unos meses... también hubo cosas buenas y divertidas... quería... egoístamente quería que lo pudiera recordar con una sonrisa.
—Ella se merece a alguien mejor que yo... pero yo quiero ser el que la tome de la mano... —se dio prisa y fue al baño corriendo, donde se quitó la gabardina y la cámara fotográfica, para después lavarse la cara con agua y quitar todo el maquillaje. Sacó un pergamino con un cambio de ropa que consistía en una playera de cuello alto sin mangas, su máscara negra, unos pantalones azules y su chaleco negro. Selló en el mismo pergamino la ropa que se quitó y la cámara y emprendió el viaje hacía Emiko.
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Sin embargo nada pudo preparar a Kakashi para lo que vería. Después de quitarse el chaleco y colocarse una bata, gorro y cubrebocas, la enfermera lo guió a donde estaba Emiko y sintió que el alma se le caía a los pies. El rostro de la mujer estaba mortalmente pálido, y la bata de Tsunade-sama estaba salpicada en sangre. Antes de entrar Sakura le había dicho que el parto se había adelantado, por lo que harían una cesárea para evitar que los bebés fueran a lastimar a Emiko, quien aún se encontraba delicada de salud.
—Tsunade-sama dice que los bebés de tu clan suelen absorber demasiado chakra de la madre, estamos en una carrera de tiempo. —le comentó Sakura mientras le ayudaba a colocarse la bata y lo necesario para entrar.
Seguramente aquello fue lo que sucedió con su madre, quien murió pocos meses después de que nació, aunque su padre le había dicho que había sido por un problema en el corazón, ahora pensaba que quizá su padre no quiso que creciera con esa culpa. Pero aquellos pensamientos se perdieron cuando Shizune le entregó un paño seco, el cual agradeció y llegó hasta donde Emiko sudaba por el dolor de estar despierta en la cirugía muy a pesar de la anestesia local.
—Falta poco, aguanta un poco más. —le dijo Kakashi mientras secaba el sudor de su frente y la mujer lo veía con sorpresa. —Siempre haz sido muy fuerte.
—¿Hokage-sama?—preguntó ella con un hilo de voz.
—Soy Kakashi, Mi-chan. —le dijo con una pequeña sonrisa, pero entonces los ojos de ella se cerraron.
—Está perdiendo demasiada sangre... —anunció Tsunade y Shizune procedió a conectar otra unidad de sangre. —Sakura, estabiliza su red mientras termino de cortar aquí...
Si no hubiera sido un shinobi, estaba seguro de que se hubiera desmayado ante el espectáculo rojo que presenciaba, además estaba agradecido de que la quinta no lo echara y él pudiera sostener la mano de Emiko.
—Emiko... aquí viene el primero... —un pequeño ser bañado en líquido rojo apareció en su visión, la rubia se lo pasó a Shizune quien procedió a limpiar sus vías respiratorias para dar lugar a un característico llanto. —Tsk... Shizune, te necesito aquí...
La pelinegra entregó al bebé a una enfermera y se acercó a la rubia, quien necesitaba ayuda para desenredar el cordón umbilical del segundo bebé, quien segundos después nació y sin ayuda comenzó a llorar, haciendo gala de unos pulmones muy fuertes.
Kakashi observó a las enfermeras revisar a los bebés mientras Tsunade-sama procedía a cerrar la incisión.
—Tsunade-sama... —Sakura la llamó. —Los latidos de Emiko-san son estables, creo que ya está bien.
—Bien, en cuanto yo termine de coser esto podremos llevarla a su habitación. —suspiró cansada la mayor.
—Hokage-sama... —Shizune lo llamó y todos voltearon a ver a Kakashi, como recordando que estaba en ese lugar. —¿Quiere conocerlos?
No encontró voz para responder, así que solo asintió y siguió a la mujer a un par encubadoras que estaban del otro lado de la habitación.
—Son dos niños muy sanos a pesar de que les faltaban un par de semanas más... —comenzó a explicar la ex-asistente de la quinta Hokage.
—¿Puedo...?
—Por supuesto.
Y Shizune le colocó a uno de los pequeños en el brazo izquierdo, y al otro en el brazo derecho. Con calma caminó hasta la camilla donde Emiko seguía siendo tratada por la rubia y Kakashi sonrió.
—Ella es Emiko, es su mamá, les prometo que a partir de ahora los cuidaré a todos con mi vida... ojalá un día puedan perdonarme por siquiera dudar de la palabra de su madre, nunca debí dejarlos ir...
El silencio se apoderó de aquella sala de operaciones, pero Sakura sonrió muy contenta.
—Emiko-san es muy fuerte, con unos días de descanso podrá reponer gran parte del desgaste de chakra que sufrió, así que le enseñaré a alimentarlos y mantenerlos limpios. —dijo su alumna y él asintió contento.
—Claro, aprendo rápido.
Y sin pensarlo más, una vez que Emiko y los dos bebés estuvieron de nuevo en la habitación, mandó un pergamino a Shikamaru pidiéndole que se hiciera cargo de la oficina unos días junto a Naruto, ya que se quedaría a esperar a que Emiko despertara y cuidaría de sus hijos para que ella pudiera descansar. Para fortuna de los chicos, Tsunade se ofreció a cubrir el lugar de Kakashi, por lo que le dijo que se tomara las cosas con calma y que cuidara de su familia.
Así que con mucha paz en su corazón, Kakashi se encargó de cuidar de esas tres personas que tanto lo necesitaban, con amor y mucha alegría. No volvería a fallarle a Emiko, era una promesa.
.
¡Muchas gracias por leer!
Este capítulo me costó bastante esfuerzo, estamos en la recta final así que queda ver qué elegirá Emiko. Si les gustó les invito a comentar y compartir esta historia para que pueda llegar a más personas. Les agradezco mucho su apoyo y nos leemos pronto.
Lunes 14 de noviembre 2022
